Prólogo
La señorita del reinicio Volumen 2 Prólogo
Ese caballero
Raymond Saytes. El hombre que Carynne pensó que era su protagonista masculino.
Cuando Raymond tenía la edad que tiene ahora Carynne, ingresó a la academia militar. Luego, dos años más tarde, fue enviado al campo de batalla. El país de origen de Raymond no estaba en guerra, pero estas cosas sucedían a veces. El país tuvo que enviar tropas a otros lugares para salvar las apariencias.
—Pero fue honorable para mí.
Una guerra honorable, decía. Mientras Carynne escuchaba su historia, sonaba como un cuento lejano. Ella lo consoló, lloró por él.
Pero como toda buena historia, era inevitable cansarse de ella después de escucharla. Después de diez años de escuchar la misma historia, Carynne se aburrió.
Para Carynne, todo en este mundo estaba dentro de una novela de todos modos. Esa historia ni siquiera era sobre “Carynne”. Esa guerra más allá de la Cordillera Blanca era solo una tragedia para servir como historia de fondo para Raymond. Érase una vez, hace mucho tiempo, un valiente caballero, algo así. Era una historia más tangible que una leyenda o un mito, pero más lejana que el sermón semanal de un sacerdote.
Hubiera sido mejor si existieran dragones y demonios. Como los caballeros de antaño, con una lanza o una espada en lugar de un arma, conquistando dragones en lugar de sus semejantes. No era divertido ahora. Al final, llegó a un punto en que la historia se volvió menos interesante que un cuento de hadas.
—Deseo amar. Deseo que sea amor verdadero.
Raymond a veces se despertaba sin aliento en medio de la noche...
—¿Qué piensas, Isella? —preguntó Carynne mientras limpiaba el cuerpo inerte de Isella. Isella no respondió. Y a Carynne no le importaba ese hecho en absoluto. Interiormente se consoló al recibir esta nueva muñeca, que escuchaba sus preocupaciones.
En comparación con Tom, la comatosa Isella respondía aún menos, pero esta chica tenía más importancia para Carynne en más formas que Tom. Por así decirlo, esta era una valiosa rareza.
—Tú y Sir Raymond como pareja estando uno al lado del otro sería todo un espectáculo para ver. La boda también, da-dun, da-dun y con vosotros dos en colores a juego, el señor Verdic seguramente estaría satisfecho. Ahora que lo pienso, ambos son rubios, eh. Sir Raymond tiene un pelo fantástico, teniendo en cuenta que antes se revolcaba en el campo de batalla. Es fascinante. Ah, los hombres tienen el pelo más corto, así que es natural. Las mujeres tienen el cabello largo, por lo que es difícil de mantener…
Carynne frotó el cuero cabelludo de Isella e hizo burbujas.
—...Sir Raymond, lo he hecho.
«Ese hombre. He estado pensando en él.»
Ella había estado pensando en él desde entonces. Y claramente había estado evitando cualquier momento en el que estaría a solas con ella últimamente. A decir verdad, Carynne tenía muchas cosas que hacer, por lo que a menudo usaba el tiempo que atendía a Isella para quejarse y organizar sus pensamientos.
—Es como si su cabello estuviera hecho de oro. Le pregunté qué usa en él, pero simplemente respondió: “No le pongo nada”, y estaba claro en su rostro que encontró mi pregunta sin sentido. Y había una mirada en sus ojos que preguntaba ¿cómo podía un hombre hacer algo así? En serio, por eso… Deseo que se ponga de moda que las mujeres también nos cortemos el pelo. Escuché que en los países más allá de la cordillera, hay bastantes mujeres que usan el cabello corto…
Carynne explicó cómo se imaginaba a sí misma con damas que tenían el pelo tan corto como el de los hombres. Era tan insondable. No estaban en medio de una guerra, pero había muchas mujeres que tenían el pelo corto.
—De hecho, es un poco directo, ¿verdad? Si el cabello corto se vuelve popular, más adelante ... quizás estar calvo pueda estar de moda.
Mientras reía, vertió agua caliente sobre el cabello de Isella.
—Isella, ¿has jugado con muñecas antes? No… recuerdo haber jugado nunca con muñecas. No sé. No recuerdo... Mi infancia fue hace tanto tiempo. Estoy segura de que lo hiciste mucho. Todavía hay muchas muñecas en la habitación que solías tener. Todos eran artículos de lujo. La casa de muñecas también es una pieza antigua increíble. Creo que es una réplica de una mansión de trescientos años. Los accesorios detallados también son magníficos. Sin embargo, el diseño interior es moderno, por lo que realmente parece la casa de un aristócrata. Las pinturas en el interior también son copias de pinturas realmente famosas, e incluso los libros que se alinean en los pequeños estantes... Descubrí que en realidad hay palabras e imágenes en ellos. En lugar de dejar que un niño juegue con ello, pensé que una obra de arte como esa debería colocarse en una caja de vidrio y exhibirse. —Miró a Isella, que no respondió—. Para ser honesta, saqué una muñeca por un tiempo. No obtuve tu permiso primero, así que lo siento. Pero me preguntaba hasta qué punto el cuerpo desnudo de la muñeca se parecería al verdadero, por eso. He tenido curiosidad al respecto por un tiempo ahora, pero nunca tuve la oportunidad de comprobarlo. Hace mucho tiempo, cuando traté de tocar una de sus muñecas, pero señorita Isella, me jaló del cabello y... um... me dolió un poco. De todos modos, la muñeca fue elaborada, pero eso es todo lo que hay. Obviamente. Jaja.
Carynne pensó en las muñecas que había dentro. Ella también pensaba que ella era como esas muñecas, por muy cliché que fuera, pero ¿no era un pensamiento cliché como ese algo común a muchas personas? Carynne, Raymond e Isella eran como muñecos controlados por las manos de otra persona. Según la situación, se encontrarían, se separarían, se enamorarían.
Ver un muñeco soldado masculino con cuentas de vidrio azul como sus ojos le hizo pensar en Raymond. Incluso su ropa se parecía al uniforme de Raymond, por lo que le recordaba aún más a él. La ropa de la muñeca era una réplica del uniforme de un caballero real, por lo que era natural que lo hiciera.
—El color de sus ojos es un poco diferente, pero se parece mucho a Sir Raymond. Es típico ya que él es el chico guapo estándar. Es como un muñeco. Tiene rasgos faciales claramente definidos, es alto, su piel es agradable y su cuerpo es bueno.
Era por eso que Carynne también tenía la impresión de que él era el protagonista masculino. Pero ahora se preguntaba si realmente 'leyó' el “libro”. Después de la muerte de su padre, Carynne ahora se inclinaba más hacia la teoría de que heredó la enfermedad mental de su madre. Y esta teoría surgió del delirio de Catherine de pensar que ella era una persona que venía de fuera del libro y que su hija Carynne también era una extraña.
Y bajo el consentimiento activo del señor feudal, Nancy y Dullan convirtieron a Carynne en una lunática.
—Es divertido pensar en mí misma de esta manera. ¿Qué pasa con eso? Si eres un loco, entonces no deberías poder darte cuenta de que eres uno, así que si empiezas a sospechar que estás loco y dices que no estás loco, ¿no es así? ¿No es una verdadera broma? ¿Cuál es el punto de dudar de ti mismo? ¿Qué sabes, cuando en un solo día puedes tener cientos, miles, decenas de miles de pensamientos? ¿Cómo puedes pensar que la conclusión a la que has llegado por ti mismo es la misma que los pensamientos de un filósofo? ¿Cómo podrían agruparse los procesos de pensamiento de una persona normal y un loco? Los filósofos no son lunáticos. Cómo pueden asegurarlo ... Así que el hecho de que yo... el hecho de que no esté enfadada después de heredar esta locura de mi madre... me pregunto cómo se puede probar.
Por encima de todo, lo que Carynne necesitaba era esa prueba. Si hubiera alguien más que estuviera repitiendo su existencia como ella, ¿desaparecería este dolor? Si hubiera alguien más que estuviera repitiendo su vida como ella, ¿desaparecería este dolor? Quería pruebas de que no sería sometida a más sufrimiento. Pero en un mundo donde era imposible estar segura de nada, era demasiado terrible para soportarlo.
—...O tal vez, si muero, entonces todo terminará.
Carynne secó el cabello de Isella con una toalla y exprimió la humedad. Luego, le infundió un poco de aceite aromático. El aceite de argán fue lo que se limpió en su cabello, luego, nuevamente, se llevó agua caliente debajo para que pudiera vaporizarse.
—Como es tanto trabajo mantener y mejorar tu cabello así para que sea más suave al tacto, debe valer la pena para quien lo toque después… Ten fuerza, Isella. Espero que tu condición pueda mejorar un poco con esto.
Mirando el cabello seco y descolorido de Isella, Carynne suspiró.
Luego, sacó el agua de rosas y la aplicó en la cara de Isella.
—Escuché que esto tiene una concentración de treinta mil rosales, pero ¿es eso cierto?
Isella siguió sin responder.
—Mm. En este punto, sin embargo, no creo que tú o el señor Verdic se dejen estafar... Quizás. Sé que estás celosa de mí porque no estás segura de tu apariencia.
Carynne se levantó por un momento y luego se tocó el hombro.
—Uuugh, me duele todo. Después de todo eso, vuelvo a ser una dama de compañía. Y tú eres la señorita Isella. Bueno, incluso si dijo eso, el señor Verdic realmente no quiere que yo sea su verdadera hija, por supuesto.
Carynne se quedó mirando el cuerpo mudo.
—Isella, ¿amas a Sir Raymond?
Carynne tenía curiosidad por eso.
—¿De verdad lo amas? ¿Con todo tu corazón? ¿Hasta el punto de que, si no es esa persona, sientes que vas a morir? O tal vez, ¿deseas envejecer con él, ver a tus hijos y luego cerrar los ojos para siempre al mismo tiempo, así?
Isella no respondió. Carynne tenía curiosidad acerca de los verdaderos sentimientos de Isella. Sus pensamientos se habían vuelto tan complicados debido a sus padres. Amor. ¿Qué pasaba con eso? Por más intensa y fuerte que fuera una emoción fugaz como esa, Carynne sabía que era efímera.
De la misma manera que no podía decir si estaba loca o no, ya que no había criterios ni razonamientos para medirlo, el amor también era el mismo caso para Carynne. ella no sabía. ¿Cómo iba a saber si su amor y el amor de otras personas eran iguales? ¿Cómo podría confirmar que los sentimientos de Catherine, que había encontrado la respuesta, eran los mismos que los sentimientos de una persona normal?
—Para ser honesta, amor… um… sí. Uh… yo también tuve un padre. Yo también tuve una vez una madre. No recuerdo, pero... Conocí a su madre una vez, señorita Isella. Pero eres más bonita que tu madre. Eso es un cumplido. De todos modos, lo que estoy diciendo es que mi padre dijo que el amor me dará la salvación. El amor verdadero... Me... salvará de este infierno, dijo. Pero entonces todavía estoy en el infierno. ¿El verdadero amor entre mis padres no es lo mismo que el amor entre Sir Raymond y yo?
Se podía escuchar una cadencia rítmica que acompañaba al goteo intravenoso. Solo ella e Isella existían en esa habitación tranquila.
Este espacio era extremadamente tranquilo.
Carynne se acostó junto a Isella y cerró los ojos.
—No fue un gran amor.
Una sonrisa se curvó en sus labios. Para Carynne, el amor del señor feudal era solo un amor ordinario. Carynne deseaba la equivalencia. Quería un amor que tuviera el mismo peso que la muerte. Plena comprensión y confianza. Anhelaba un amor que no temiera a la muerte.
El lecho de enferma de Isella se colocó en el piso más alto, que era el lugar más tranquilo de la mansión. Paredes morbosamente blancas. Un espacio sereno y ordenado. Isella, que no respondió en absoluto, era una compañera de conversación menos atractiva en comparación con Tom, pero Carynne estaba satisfecha con eso.
—Isella… Raymond te odiaba. Probablemente todavía no te quiera. Es algo que no se pudo evitar. Desde muy atrás en el pasado... Durante los cien años, él nunca te amó, ni siquiera una vez.
Carynne lo pensó. Raymond era un caballero dedicado a ella, de principio a fin. Y fue cruel con otras mujeres, incluida Isella. Esta vez, también, era el mismo caso tal como ella pensaba. A ninguna mujer le gustaba un hombre que era amable con todos. Debería ser un hombre que fuera amable sólo con ella. Para tenerlo todo para ella.
—De hecho… Qué hacer. Realmente es solo hacia mí... solo hacia “Carynne Hare” que es dulce... Si llega a un punto en el que tiene al mundo entero en su contra mientras apunta con su arma por el bien de una cosa, son estos dos. Tal vez algo que él aprecia.
Carynne vistió a Isella con su ropa exterior.
—O tal vez algo que parece importante tal como se presenta ante sus ojos.
¿Mintió sobre sus sentimientos hacia ella? Carynne pensó en por qué Raymond era el indicado para ella. ¿Era realmente el tipo de persona que se enamoraría a primera vista y mantendría ese amor incondicionalmente? ¿Era eso realmente posible?
—¿…Qué opinas?
Incluso si lo único que hizo la chica era dormir con los ojos constantemente cerrados, si la cuidaran todos los días, no había diferencia. Cada vez que Verdic volvía, Carynne le preparaba todo, incluso el maquillaje. Aunque Verdic pensaba que Isella estaba mejorando gradualmente.
—De verdad, ¿qué piensas?
Había una gran quemadura en la garganta de Isella.
Pero gracias a esa enorme cicatriz, la marca que dejó Carynne cuando golpeó a Isella en la cabeza pasó desapercibida.
Carynne colocó una almohada sobre el rostro de Isella sin pronunciar palabra. Si tuviera que presionar durante unos minutos aquí, todo terminaría. La habitación estaba serena. Los rayos del sol se filtraban en la habitación. Era hermoso. La hermosa y brillante sala estaba llena de una quietud celestial.
—Si te estrangulo el cuello aquí… —Ella recogió la almohada. Sus labios se dibujaron en una curva—. Entonces mi cuello sería cortado, ¿verdad?
Se puso de pie y abrió la ventana. La brisa de verano entró en la habitación. Qué refrescante. Carynne cerró los ojos por un momento y luego los abrió una vez más. Era un mundo hermoso.
—El clima es tan agradable.
En medio de la noche, Carynne llamó a la puerta de Raymond.
—...No creo que este comportamiento sea propio de una dama, Carynne... Evans.
Raymond se calló un poco al final de la oración.
—Este nombre no te queda bien todavía. En cualquier caso, si no es urgente, creo que sería mejor que nos reunamos mañana durante la cena.
«Entonces, ¿qué es exactamente lo que estás tratando de hacerme decir frente a otras diez personas?»
Carynne se quedó desconcertada por un momento a causa de Raymond, y fue como si hubiera olvidado lo que estaba a punto de decir.
—Entonces, ¿estaría bien si cierro la puerta ahora? Te deseo una agradable velada.
—Sir Raymond, en realidad, te amo.
La puerta estaba entreabierta.
Raymond Saytes.
Con la puerta a un lado, Raymond frunció el ceño.
—¿Tienes que ir tan lejos como para decir algo así e insistir en conversar tan tarde en la noche?
—Porque sigues evitándome.
Mirando a Raymond, empujó la puerta y entró.
—Estaba tan triste que podía llorar. ¿No ves cómo han herido mis sentimientos?
—Si realmente has derramado lágrimas, entonces lo entendería.
—¿Derramar lágrimas te haría ofrecer una taza de té?
—Por favor, toma una taza. Sin embargo, es tarde en la noche, así que agregaré un poco de leche.
Y, la puerta se cerró.
Raymond se dio la vuelta y se dirigió hacia el agua caliente. No tenía equipaje en la habitación. Ciertamente, solo había tres juegos de ropa dentro del armario, y todas sus pertenencias cabrían en una sola bolsa.
Sobre la mesa, había un reloj, un par de guantes, algunos documentos y una botella de agua caliente con un calentador envuelto alrededor. En lugar de algo de aquí en la villa de Isella, era una botella de aspecto aburrido que usaba el personal militar.
Xenon llevaría la mayor parte del equipaje, pero sus pertenencias aún eran muy pocas. Como si estuviera listo para irse en cualquier momento. Porque la villa de Isella no era su hogar. Era un lugar que algún día dejaría.
Incluso este aspecto era definitivamente el mismo que ella recordaba. Pero, no. La persona dentro de este lugar familiar no era del todo familiar. Carynne no estaba segura de si solo estaba averiguando cosas después de verlo o si todo lo que podía recordar era solo un gran ataque de déjà vu.
Tal vez adivinando sus pensamientos mientras miraba fijamente, Raymond le entregó una taza y habló.
—No hay ninguna razón en particular. No es que no confíe en el señor Verdic en este pequeño territorio. Solo empaco ligero.
Mientras pronunció la excusa espontánea, vertió el agua caliente y preparó té. Era una simple taza de té que tenía un sabor lo suficientemente neutral, que no valía ni el gusto ni el disgusto. Fue un poco desafortunado que no pudiera beber el té que normalmente disfrutaba, pero complacerse de las cosas que eran populares no siempre era tan malo.
Raymond comenzó con un tema para su conversación.
—El señor Verdic ha estado interesado en la industria del café últimamente.
—Va a ser difícil.
Carynne rastreó sus recuerdos. Esta empresa comercial no sería muy exitosa para Verdic. Hubo un tiempo en que Isella llevó algunas para presentarlas a un salón, pero el nuevo sabor fue un gusto adquirido solo por algunos aristócratas y parte de la clase media. Además, no podía ser producido en masa para el público.
Al escuchar la respuesta de Carynne, Raymond preguntó con curiosidad.
—¿Por qué es eso?
«Maldita sea.»
Carynne se reprendió a sí misma por volver a responder sin darse cuenta. Ella fingió saber, sin ninguna razón en absoluto. Esta conversación no era nada importante de todos modos. Solo estaba tratando de recordar cosas del pasado, pero luego lo señaló. Al final, a la gente le resultaría difícil contar sus propias historias, pero les encantaba señalar cuál era la verdad y cuál no. Se sentía algo desilusionada consigo misma.
—Tiene un pigmento oscuro, por lo que es fácil de mezclar y vender con otras cosas de baja calidad. Es más fácil replicar con una calidad más baja en comparación con el té claro. Es por eso que el público no participará fácilmente.
—¿Es esa una metáfora relacionada contigo misma?
—No, solo estoy presumiendo.
¿Pensó que ella se sorprendería si la atrapaba con la guardia baja? Carynne respondió con calma, no obstante. Había una sonrisa en los labios de Raymond cuando les trajo su taza de té.
—Así que no te has dejado engañar —dijo Carynne.
—Por favor, no vuelvas a hacer eso. Confesándote, y abriendo mi puerta.
—…Eres increíble, ¿verdad? Quiero aplaudirte.
Pero al contrario de lo que dijo, no aplaudió. Ella acabó de beber su té caliente.
Raymond no era quisquilloso con la comida. Isella era la que era bastante exigente. “¡Una mujer criada para ser tan remilgada como tú no es buena!” Era algo que ella diría.
«No, bueno, ¿sería mejor crecer para ser tan ruda entonces?» Carynne se preguntó, pensando momentáneamente para sí misma.
—Tienes una expresión graciosa.
—¿Qué piensas de una mujer que es muy exigente con su comida?
—…No me importa particularmente una mujer que actúa de esa manera.
En medio del ambiente cortés y alegre, lo que ella quería decir estaba fuera de lugar. En medio de la conversación juguetona, Carynne sintió que una mirada fría se dirigía hacia ella. No sería bueno que Raymond actuara de esta manera. En medio de la risa había un cuchillo afilado, y las personas que se comportaban de manera casual eran completamente diferentes. Este último era peligroso.
Sus sospechas habían aumentado.
¿Qué parte? ¿Hasta dónde?
Ella tenía curiosidad por eso. Carynne y Raymond continuaron intercambiando risas y conversaciones dentro de este espacio, pero se sentía como si cada uno estuviera apuntando con una pistola a la cabeza del otro.
Dejando la taza de té, Raymond se puso de pie.
—¿Quieres otra taza?
Carynne miró la taza de té que aún no había tocado. Raymond también se veía un poco incómodo cuando llenó su taza por segunda vez.
—Hm, sin embargo. Entonces tengamos una, una conversación.
—¿Qué pasó durante ese tiempo? ¿Cómo llegó a eso?
—¿De qué estás hablando?
Como era de esperar, Raymond estaba siendo astuto. Carynne miró a Raymond mientras él respondía con el mismo tono que había tenido antes. Ya estaba cansada de tener que seguir escuchando este tipo de bromas.
—No finjas ignorancia. Estoy hablando de la señorita Isella.
Carynne sintió que el agarre de su mano sobre la taza de té se hizo más fuerte.
¿Cuánto sabía?
Y, si sabía algo, ¿qué quería?
¿Por qué Raymond era diferente del Raymond que Carynne conocía hasta ahora?
Tenía tantas preguntas. Quería agarrar a Raymond por el cuello y sacudirlo si podía. Era en momentos como este cuando se enfadaba tanto por el hecho de ser mujer. Quería usar la fuerza bruta, pero no podía hacerlo aquí porque los hombres eran físicamente más fuertes.
«Dios mío, pensé que esto era una cita secreta después de que me susurraste tu amor. Solo tienes curiosidad por eso después de todo.»
—Estás herida.
—¿En serio seguía diciendo tonterías? Al final, Carynne no pudo evitar fruncir el ceño.
—Si quieres, ¿debería quitarme la ropa?
—Te daría la bienvenida con los brazos abiertos… No, no, no importa. Realmente no tienes que quitártelo.
Dullan le habría dado la bienvenida sin dudarlo. Inevitablemente, este hombre era descarado cuando se trataba de palabras, pero débil de corazón cuando se trataba de la parte decisiva. Al menos, era así cada vez que se trataba de Carynne.
—Te peleaste con la señorita Isella.
—No… fue una pelea. Recibí una paliza unilateral. Verás, todo se debe a que no pudiste mantener a tu prometida a raya…
—¿Y tu pie?
—La señorita Isella lo pisó esa noche.
—Pero al final de ese día, ¿no fuiste tú quien vio a la señorita Isella por última vez? Entonces, ¿a qué hora la viste por última vez?
Qué pregunta capciosa más torpe. Carynne sintió que la tensión de su cuerpo se aliviaba.
—No fui la última que la vio. Era Dullán. ¿Por qué finges como si esto fuera algo significativo? Es ofensivo.
—…Fingir, dices. Eso es gracioso. El reverendo Dullan nunca testificó sobre eso.
—¿Qué?
Raymond soltó una carcajada exagerada. Su voz estaba tensa.
—Jaja, esa expresión, es graciosa. Me parece que los dos planearon esto de antemano.
«No. Espera un momento, vas demasiado rápido.» Esta conversación era demasiado confusa. ¿Fue un error de su parte mencionar a Dullan? No lo había visto en persona desde entonces. Borwen vino en su lugar para pronunciar sus palabras.
Era un mensaje corto diciéndole que cuidara de Isella en nombre de la expiación. ¿Ese mensaje fue interceptado en el medio? ¿Había alguien espiando en ese entonces? ¿O los dos hombres hablaron sin que Carynne lo supiera? Eso es plausible. ¿Dullan la entregó? Si confesó, ¿hasta dónde fue su confesión?
Carynne hizo una reverencia. Su cabeza daba vueltas.
Él agarró su hombro con fuerza.
—No pienses tanto en eso.
Raymond se inclinó y miró directamente a los ojos de Carynne. El brillo verde de sus ojos recordaba el brillo de una cuchilla afilada. Todavía había una curva en sus labios, sin embargo, no era una sonrisa.
—No pienses en cuánto puedo saber, y no intentes cambiar de tema. No estás bajo investigación.
No estaría en el mejor interés de Carynne decir algo como: “Si no tienes ninguna evidencia, entonces no indagues más”. Ella retorció sus pensamientos por su vida. Raymond ya estaba seguro de ello. ¿Deseaba pelear con evidencia? Pero se permitían derechos de disposición. No solo eso, sino que era un problema porque si fuera a testificar en la corte, entonces todo terminaría.
Las probabilidades estaban en contra de Carynne porque no sabía exactamente cuánto sabía Raymond. Y antes que nada, ¿qué quería él de esto? Carynne tenía curiosidad por eso. ¿Qué estaba tratando de ganar este hombre ahora?
—Sir Raymond... Si ya sabes la respuesta, entonces… quiero saber por qué me estás haciendo esto.
—Shh.
Con ojos curvos, sonrió. Un dedo tocó los labios de Carynne.
—... Sir, Raymond.
—Me gustaría ser cortés con una dama.
Pero no se necesitaba algo como la cortesía cuando se trataba de un criminal.
Estas palabras no salieron de sus labios, pero Carynne pudo escuchar el significado subyacente.
Raymond volvió a reclinarse y miró a Carynne. Se rio como si realmente lo encontrara divertido. Carynne trató de imitarlo y reír también, pero no pudo hacerlo.
«Pensemos. Pensemos en Raymond. Pensemos en Raymond, el que volvió de la guerra, que detestaba a Isella y amaba a Carynne. Pensemos en el tirador que sufría de insomnio y siempre guardaba veneno en la boca para poder suicidarse en cualquier momento.»
Conocía a Raymond. Ahora, tenía que hacer la mejor oferta para apoderarse de Raymond. Aparte del amor, ¿qué era lo más plausible para presentarle a este hombre que no parecía amarla?
Carynne dejó su respuesta.
—Odias al señor Verdic, ¿verdad?
Lo mejor que funcionaría con él por ahora era esto.
Raymond se encogió de hombros y tomó un sorbo de su té.
—No exactamente. Bueno… mi vida es rehén como una hipoteca con él. No es algo que me resulte agradable, pero es igual que tu caso. Hay mucho que ganar.
—¿Por qué estoy peleando esta guerra?
—¿Por qué soy el único que queda vivo?
—Lo detesto. Odio todo lo que tiene. Yo también.
—El amor es lo único que he elegido para mí.
La venganza no era suficiente. Sería difícil aferrarse a él solo con venganza. Su odio era quizás de un alcance más completo y más amplio. Es lo que más le gustaría escuchar. Una propuesta que nunca sería rechazada.
—Señor Raymond. Es posible poner fin a la guerra de desgaste en la Cordillera Blanca.
—¿De… qué estás hablando de repente?
—El señor Verdic Evans está financiando el Ducado de Luthella.
—Mm... Carynne Evans.
Raymond se rio.
—No me gusta la gente que habla imprudentemente aunque no sepa toda la historia.
Su dedo índice se volvió para señalar la frente de Carynne.
—No pienses demasiado.
—¿No podemos simplemente hacer que el señor Verdic Evans quiebre? Odio a esa persona.
Carynne dio una razón plausible. Esta razón también despertó su repugnancia seca.
«Me mató varias veces. Me cortó el cuello varias veces. Usó deliberadamente un hacha oxidada y desafilada. Muchas veces, tantas veces.»
—No importa lo que piense, fue por el señor Verdic que mi padre se quitó la vida.
Carynne parpadeó y miró a Raymond.
—No importa quién soy, y no importa quién seas tú, ¿no tenemos una cosa en común?
La expresión de Raymond se endureció.
Carynne conocía bien a Raymond. Él le dijo que no pensara tanto en eso, pero ahora que lo había dicho en voz alta, no era solo Raymond quien podía sostener y hacer que el otro se tambaleara unilateralmente.
—Quiero vengarme del señor Verdic. Si hay algo que planeas hacer conmigo, entonces hazlo después de que termine con esto.
«Eso es lo que habías querido. El amor que me diste debe haber sido ese tipo de amor. De hecho, porque es justo que me ames, es justo que odies a Verdic, es justo que desprecies a Isella. Para ti, que anhelabas el amor verdadero, Carynne fue una receptora bastante buena de ese amor. Bello, lastimoso y puro, tal como lo era también para Carynne.»
—…Carynne.
Una respuesta no fue instada de nadie. Raymond caminó de un lado a otro en la habitación durante un rato. Cuando el sonido de sus pasos resonó, solo miró al suelo. Luego, miró a Carynne. Sus ojos se encontraron.
—Necesito darte la respuesta que necesitas, ¿no?
—Ah.
—Me amas. Justo como dijiste.
—…Debes estar divirtiéndote, ¿verdad?
—Sí, bueno, cuando veo a una mujer, todo lo que veo es su rostro. Por eso me he enamorado de ti. Y por eso también te salvé.
—Qué lindo… Mi rostro tiene tales poderes de persuasión.
—Y tú me amas. Justo como dijiste.
—Sí.
Así fue como se confesaron su amor.
Era una noche estrellada.
El canto de los pájaros y el sonido de las campanas durante las mañanas eran dolorosos de escuchar.
—Buenos días, señorita.
—…Sí.
—Señorita Carynne.
—Lo tengo... lo tengo...
—Entonces, por favor, no esconda más su cara en la almohada. Por favor, levántese de la cama.
Carynne abrió los ojos, reprimiendo el impulso de maldecir. Un día como este era lo que más odiaba. Ira que no podía evitar, fatiga que era tan abundante que simplemente arruinaba su estado de ánimo, cosas sobre las que no tenía control, aunque lo intentara. En momentos como estos, Carynne reconocía que era un ser humano hecho de sangre y carne, no de pura tinta.
—Qué pensamiento más profundo. Y todavía estoy medio dormido.
—¿Perdón, Milady?
—¿No dirías que es contraproducente que un humano tenga un cuerpo?
—¿Eh?
—Me pregunto por qué los humanos nacen, solo para trabajar, se agotan y luego mueren.
—Milady... Por favor, despierte.
—Bien.
La toalla empapada en las manos de Donna limpió la cara de Carynne. Tenía tanto sueño que se sentía como si estuviera a punto de morir. Estaba exhausta todos los días porque últimamente tenía mucho trabajo.
—Si me muero.
—Señorita... Sabe que las sirvientas como yo nos levantamos una hora antes, ¿verdad?
Carynne miró a Donna como si no pudiera creer lo que acababa de decir la criada, pero pronto suspiró profundamente. Es obvio cuánto más débil era Carynne en comparación con Donna. Ya fuera física o mentalmente.
—Solo déjame lloriquear un poco. He estado muy cansada estos días.
—Síiii. Por favor, adelante y coma su desayuno.
—En serio…
Carynne abrió los ojos.
La luz del amanecer azul llenó la habitación. Entonces, un sentimiento de tristeza se filtró de la nada.
«Todo esto se debe a Sir Raymond. Siempre estoy cansada en esta época del año. Nunca me he sentido cómoda en la casa de Verdic. Y a esto, Raymond se suma a la carga en lugar de ayudarme. Está poniendo las cosas más difíciles.»
Carynne había perdido toda su fuerza.
—Uf, frío.
Cuando Donna abrió la ventana, entró una brisa fría. Donna estaba nerviosa cuando Carynne, que vestía solo un camisón delgado, se dobló sobre sí misma.
—¿Debo cerrar la ventana?
—No, necesito permanecer despierta. Tomaré el desayuno con la ventana abierta.
—Sí, señorita.
Donna empujó el carrito. Era el tipo de lujo que Carynne nunca habría visto mientras fuera solo la dama de honor de Isella. Ella debería estar satisfecha con esto.
Con este pensamiento, Carynne miró hacia el banquete del desayuno. Era el desayuno, pero lo que le esperaba era una comida suntuosa.
Los panqueques gruesos cubiertos con jarabe de arce eran sorprendentemente suaves. Aparentemente, el plato también se calentó a propósito y, como resultado, los panqueques todavía estaban calientes y su sabor armonizaba con la mantequilla que aún se estaba derritiendo.
Había muchas otras cosas para comer además de los panqueques. Había bollos grandes de arándanos, que parecían recién horneados, y también rebanadas de tostadas crujientes, que estaban cubiertas con mermelada de frutas.
—Subiré de peso.
—Por favor, tome aunque sea un solo bocado de cada uno.
—¿Y tú?
—Si Milady tiene algo de comida sobrante, eso es lo que tendré.
—De acuerdo…
—¡O-Oh, no, está bien si se come todo, Milady! La familia Evans no parece ser frugal cuando se trata de comida.
—¿En serio?
Carynne se preguntó qué era diferente en comparación con sus recuerdos. Si eso era lo que Donna iba a comer, ¿era la familia realmente generosa con sus sirvientes? Podía recordar siempre comer pequeñas porciones de comidas insípidas. Todos eran sobras y comida tosca.
—Sí. Nos alimentan bien… Son las otras cosas las que lo tienen difíciles.
—Sin embargo, solían ser tan tacaños.
—¿Eh? ¿Cómo sabe eso, Milady?
—…No importa. Es solo que lo escuché en alguna parte.
¿Dónde y cómo cambió la historia? Carynne miró su desayuno. Ahora no tenía que preocuparse por el sabor, sino por la cantidad.
Para una familia pobre, tal fiesta les duraría una semana. Además de la comida, también había una selección de bebidas para ella: leche, dos tipos de zumo, limonada o té caliente.
—...Nunca pensé que me servirían una comida así.
Esta era la comida de la hija de la familia Evans. Y ella solo tomaría un bocado o dos de esta lujosa comida. A pesar de que tenía la tarea de cuidar a Isella, sus comidas, su ropa e incluso la cama en la que dormía eran tan opulentas.
—Debería estar satisfecha con esto, sí.
Carynne vertió un poco de leche en su té y caminó hacia la ventana. La niebla de la mañana se elevó débilmente.
La villa de la familia Evans estaba ubicada en las afueras de la capital. Comparado con la ciudad donde se encontraba la mansión Hare, no podía compararse con esta ciudad evidentemente extravagante.
Mirando hacia abajo, se podía ver un cisne mascota deslizándose tranquilamente por el lago, y en la orilla de las aguas, los caballos blancos estaban tomando un trago.
—Oh, ¿es ese Sir Caballero el de allí?
Carynne forzó una sonrisa mientras agitaba una mano. Ella solo quería ignorarlo. Pero Raymond la vio primero y le hizo un gesto con la mano, así que no se pudo evitar.
—Lo sabía. Era mentira cuando dijo que se sentía indeciso hacia los caballos que nunca había visto antes.
Le hizo reír verlo acariciar el lomo de los caballos que obviamente pertenecen a la familia Evans.
—¿Qué quiere decir, señorita? —preguntó Donna.
—Sir Raymond me dijo que es demasiado tímido para montar un caballo que nunca antes había visto.
—¿Eh? Pff… ¡Qué pasa con eso!
—Es por eso que insistió en montar el carruaje conmigo en ese entonces.
La boca de Donna se abrió.
—Oh, Dios mío, oh, Dios mío, eso es totalmente... es eso.
—¿Verdad?
Es así.
Carynne bebió su taza de té con leche. Era dulce porque tenía azúcar mezclada, pero aún sutilmente amargo porque el té podría haber estado en remojo demasiado tiempo.
Carynne estaba ocupada en su día a día. Cuidaba a Isella durante el día, luego sufría por cómo Raymond la atormentaba durante la noche. Estos días tristes continuaron.
—Es por eso que… es así en estos días. Es un lugar lleno de dificultades.
Carynne habló mientras se cambiaba la ropa sucia. Olían mal.
—No sabía que alguna vez tendría que atenderte así. No puedo creer que tenga que usar esto al final.
Carynne suspiró con autodesprecio mientras miraba lo que vestía: un uniforme de sirvienta que estaba hecho de tela áspera. El delantal blanco, que cubría el fino uniforme azul marino de la sirvienta, estaba empapado de sudor. El clima era fresco en las primeras horas de la mañana, pero todavía estaba en pleno verano.
Mientras estaba cambiando la vía intravenosa de Isella y su aguja, sacó un juego nuevo.
—¡Ack!
La sangre salpicó su delantal. Carynne apretó con fuerza la yema del dedo. Debía estar muy cansada.
—...No puedo usar esto, eh.
Carynne tiró la aguja.
—¿Por qué la cara larga? —preguntó Raymond.
—El señor Verdic me regañó por desperdiciar una aguja.
—Eso debe ser tan desgarrador.
—No te rías.
—…Lo siento.
Pero la expresión del caballero seguía siendo jovial. Molesta, Carynne golpeó el suelo con el bastón en la mano. Puede que no fuera necesario dentro de la casa, pero todavía necesitaba sostener un bastón cada vez que salía.
—¿Cuándo te recuperarás por completo?
—Quién sabe. Nunca antes había tenido este tipo de lesión.
—¿No sería mejor que el reverendo lo mirara? Me olvidé. En serio.
Mientras Carynne miraba a Raymond con disgusto, Raymond levantó las manos en señal de rendición.
—Ah.
—Milady, tiene previsto asistir a un concierto benéfico en el Elliot Hall hoy.
—Odio esto. Hay muchas escaleras en ese lugar.
Carynne no pudo evitar fruncir el ceño. Ese pasillo con escaleras interminables fue una tortura para Carynne, ya que todavía necesitaba un bastón para caminar.
—¿Has estado allí?
—...Me acabo de enterar de eso.
Cuando se le preguntó si había estado en el lugar, posiblemente no pudo decir: “Sí, he estado allí”. Aun así, Raymond era persistente.
—¿De quién?
—De las hadas de las calles.
—Qué misterioso.
—¿Cierto? Vamos entonces.
Mientras Carynne estaba a punto de subir al carruaje, Raymond la cargó.
«Estoy cansada.»
La rutina de Carynne durante el día estaba estrictamente regulada por el propio Verdic, y luego pasaba las noches con Raymond. Había tantos lugares que tenía que visitar mientras lo acompañaba como su prometida.
—¿Adónde tenemos que ir mañana?
—Mañana, es un recital ofrecido por el duque Dalton. Está lanzando una composición personal.
—Ya veo.
—Sí. ¿Algo más de lo que te gustaría hablar?
Cruzando las piernas, Raymond sonrió.
—¿Cómo vas a hacerlo?
—Ah.
—Para demostrar que lo que estás diciendo es verdad.
—Aún no es el momento adecuado.
—Esa es una buena excusa.
«Te lo digo, realmente no está pasando mucho en este momento. Este lugar es un lugar lleno de dificultades.
Nunca podría acostumbrarme al dolor. Nunca podría familiarizarme con la tortura.
Es aún más angustioso.»
Se requería probar la propia utilidad todos los días.
Verdic la usaba como dama de honor durante el día, y por la noche, la usaba y la obligaba a asumir el papel de sustituta de Isella. Además de todo eso, Raymond también le estaba haciendo pasar un mal rato, ¿y le estabas preguntando si estaba bien agregar una cosa más? Sonriendo así, añadiéndole otra carga así.
«Quiero matarlo. No. Quiero morirme.»
No hay nada sustancial durante este período. Trabajar día y noche así hasta que terminara el año era en vano.
En la “historia original”, la trama en este período de tiempo se centraría en las dificultades del personaje principal, durante el cual pasaba por pruebas para ganarse la simpatía de Raymond y la alta sociedad. Y al mismo tiempo, también fue el período en el que se fomentó paso a paso el amor en ciernes.
El tiempo pasó volando así, y Raymond trabajó gradualmente hacia la caída de Verdic.
«Para ser honesta, el señor Verdic o quien sea no es de mi incumbencia.»
Carynne rechinó los dientes. En este momento, Carynne solo quería tirar todo por la borda, ya fuera Raymond, Verdic, la guerra o los derechos mineros. Había tantas cosas problemáticas acribilladas a su alrededor que no tenía tiempo para trabajar solo en su propia historia. Como que tenía que pasar tiempo con Isella, que tenía que ir al circo en contra de su propia voluntad.
«¡Quiero dejarlo todo!»
¿Había alguna forma de que ella lo hiciera?
Varias veces al día, Carynne tenía que luchar contra el impulso de presionar una almohada sobre la cara de Isella. No esperaba que su paciencia fuera tan escasa.
Carynne soportó desesperadamente este momento así, pero a diferencia de ella, Carynne no era muy paciente. Solo había sido un lapso de unas pocas páginas y, sin embargo, Raymond ya estaba pinchando a Carynne de esta manera.
—Oh… No ha pasado mucho tiempo desde mi confesión contigo, ¿verdad? Las cosas están progresando demasiado rápido.
—Veo a la gente que usa pulseras más que anillos en estos días. ¿Eres aficionada a las pulseras de plata? —preguntó él.
Entonces, prueba tu utilidad.
Raymond se rio. Carynne quería clavarle una bala en la cara.
—Incluso si dices eso, no es como si hubiera algo que pueda hacer ahora.
—Jajaja.
Su expresión era amarga. Carynne agarró el mango del bastón y se recostó contra el asiento del carruaje. Él la está poniendo nerviosa.
—Bien. Te mostraré una cosa útil.
Raymond colocó un dedo en su barbilla y preguntó.
—¿Vas a hacer una actuación?
Llegaron al music hall y, como era de esperar, las escaleras eran montañosas. Sostuvo la mano de Raymond mientras bajaba del carruaje y luego respondió.
—Hoy no.
«Estoy en serio tan cansada.»
Y, en efecto, Carynne durmió profundamente durante el concierto. Durmió tan profundamente que no pudo despertarse hasta que Raymond le dio un golpecito en el hombro cuando terminó la función.
—Parece estar de buen humor estos días, señor.
Xenon comentó mientras le entregaba a Raymond una bala.
Cuando su compromiso pasó de Isella Evans a Carynne Evans, el semblante de Raymond había cambiado notablemente. Para Xenon, parecía que Raymond había estado riendo y sonriendo más en estos últimos días en comparación con la última década.
Raymond pasaba tiempo con Carynne todos los días. Fueron llamados a ir a muchos lugares. Raymond no rechazó ninguna invitación y se acercó a ellos con Carynne. Era como si no le importara lo que van a hacer, mientras pudiera pasar tiempo con ella.
—De ninguna manera.
—Realmente lo parece.
Sin embargo, sin Carynne a su lado, volvía a ser como antes.
Xenon decidió pensar que eso era lo que parecía ser un hombre enamorado. Sin ella, él no era diferente, o al menos, parecía hablar menos.
—Un hombre que se ha enamorado se vuelve un tonto.
—Así que Xenon, ahora me estás llamando estúpido, ¿no es así? ¿Por qué no continúas y me llamas joven Ray?
—…Fui presuntuoso.
—Aún así, no te desanimes tanto por tu edad acelerada desde... Shh.
Raymond cargó el arma.
Las alas de los pájaros aletearon ruidosamente mientras se alejaban volando. La presa cayó. Era un ciervo enorme, sus cuernos eran magníficos.
—Me perdí. Me estoy oxidando.
—¿Pero no lo golpeaste?
—No fue una muerte instantánea... Ahora, es un dolor innecesario.
—De todos modos, morirá después de que le hayas disparado. ¿Por qué importa eso cuando eventualmente será carne lo que se comerá?
—Realmente me he oxidado.
Raymond murmuró para sí mismo. Estaba preocupado por otros pensamientos además del venado. Xenon podía adivinar lo que era.
—¿No es la primera vez que ve a una mujer adecuada, señor? Jeje, todas las chicas con las que has estado atrapado hasta ahora, y luego está la señorita Isella. Todos ellos no han sido una broma, de verdad.
—¿Mujer adecuada?
Raymond repitió las palabras de Xenon.
—Estoy hablando de la señorita Carynne.
—…Ja ja.
Raymond se volvió hacia Xenon. Miró al otro hombre directamente a los ojos. Entonces, había una sonrisa en sus maravillosas facciones. Evidentemente, no era la misma sonrisa brillante que le mostraría a Carynne.
—¿N-no es ese el caso?
¿Cometió un error? Xenon estalló en sudor frío. No pudo obtener una lectura de Raymond, siempre fue un superior decente, un aristócrata decente. ¿Pero realmente era así?
—Si así es como lo ves, bueno... supongo que tienes razón.
—Me disculpo.
—No era mi intención enojarme. Estoy haciendo lo mejor que puedo, es lo que estoy diciendo. Ella también.
Los dos hombres se acercaron al ciervo caído. Todavía estaba respirando. Los grandes ojos del ciervo jadeante eran de alguna manera una carga. Xenon sacó una daga.
—…Lo sabía, todavía está respirando.
—Déjeme ocuparme de eso, señor.
—No, déjame. Es mi culpa.
—Sí, señor.
Raymond se acercó al ciervo jadeante y le abrazó la cabeza. Lo sostuvo cerca de su cuerpo, luego susurró.
—Shh... buen chico.
Con un ciervo de ese tamaño, se habría necesitado una gran cantidad de fuerza para hacerlo, pero a Raymond le costó poco esfuerzo romper el cuello del ciervo. Los ojos del animal se pusieron en blanco, y después de convulsionar por unos momentos, pronto se asentó gradualmente.
—Su pelaje y astas están en muy buenas condiciones. Su cabeza podría incluso usarse como decoración.
Mientras evaluaba las astas del venado, preguntó Raymond:
—Xenon, ¿es una cabeza de venado un buen regalo?
—¿Te refieres al señor Verdic?
Raymond ya le había dado tantas cosas a ese hombre, entonces, ¿qué más estaba tratando de darle? Xenon se sintió asqueado solo de pensar en la sonrisa codiciosa de Verdic.
En estos días, Verdic estaba obsesionado con comer y su personalidad se estaba volviendo aún más sucia cada día. Xenon no quería que Raymond se inclinara ante él. Ese hombre no merecía ningún respeto.
—La carne debería ser suficiente para él —respondió Raymond.
Entonces, ¿estaba diciendo que cortaría la cabeza de este venado y se la regalaría a su frágil prometida? Xenon negó con la cabeza. Como era de esperar, todavía era joven, por lo que no conocía los caminos del mundo.
—No… creo que sea una buena idea. La piel de zorro podría ser un mejor regalo.
—Sin embargo, las astas son así de enormes.
—Pero no es apropiado como regalo para una joven. ¿Qué tal hacer lo mismo que hizo antes... como con la señorita Isella? Bastaría con ir a una joyería y elegir allí el artículo más caro. O si es el diseño más popular, solo regale un ramo de flores junto con él, entonces será perfecto.
Raymond inclinó la cabeza hacia un lado. Por alguna razón, parecía joven en ese mismo momento, por lo que Xenon se echó a reír. Este lado torpe de él lo hacía parecer un poco más humano.
—Pensé que a ella le gustaría este tipo de cosas.
—...Por favor, no le de eso.
Había sido bueno eligiendo regalos y actuando de acuerdo con la etiqueta hasta ahora, pero ¿por qué estaba haciendo esas cosas por Carynne? ¿Podría este tipo de comportamiento también atribuirse a que estaba enamorado? Xenon no era así cuando era más joven. Se rascó la cabeza.
—Parece que realmente se ha enamorado, señor.
Debería ser así.
¿Riéndose extrañamente, susurrando entre ellos... y permitiendo que ella saliera lastimada?
Xenon negó con la cabeza y borró el pensamiento fugaz de su mente. Un escudero no debía tener ninguna duda sobre su amo. Y Raymond nunca lo había defraudado antes. Seguramente, estaba pensando en todo.
—¿Debo enviar un telegrama a la finca? Una vez que se case, la dama ya no será parte de la familia Evans.
—Mm… Cierto. Eso seguramente sucederá con el tiempo.
—Su señoría el barón está enfermo, por lo que estaría esperando su matrimonio, Lord Raymond.
—¿Esa persona? No estoy tan seguro de eso.
—Es por sus hermanos, señor.
Con torpeza, Raymond se pasó una mano por la cara. Luego, se acarició la barbilla.
—Dios mío, señor, realmente parece que realmente se ha enamorado de ella. Pero es mejor ser más directo con las mujeres, de nada te serviría esperar o dudar. Si actúa como un hombre…
—Dijiste que es mejor ser franco.
—Sí, señor.
Mientras Raymond continuaba contemplando, también parecía sentirse un poco incómodo, por lo que Xenon giró la cabeza hacia un lado. Maldita sea, lo llevó demasiado lejos. Al apartar la mirada, vio los caballos atados a un árbol a cierta distancia. Iba a ser problemático volver de esa manera.
—Pero señor, ¿por qué vino hasta aquí para cazar? Hemos recorrido un largo camino.
Los terrenos de caza en los que se encontraban en este momento estaban bastante lejos de la villa de la familia Evans. Era verano, por lo que los ciervos estaban más pesados estos días. Aun así, este lugar no era un lugar particularmente bueno en comparación con los terrenos de caza cerca de la villa.
¿Por qué diablos eligió venir aquí? Raymond siguió hablando de cosas incomprensibles mientras Xenon pensaba que estaba dando un consejo de amor.
Cansado de caminar sobre cáscaras de huevo, Xenon suspiró y se quejó con Raymond.
—Tendremos que cargar con esto de regreso por un largo camino, pero la cantidad de dinero que vale no es suficiente.
Y, solo un ciervo fue capturado. Xenon se tragó estas últimas palabras. Habiendo cazado solo esto, esta era una participación desastrosa para Raymond. Se despertó al amanecer para ir a cazar hoy, y también fue de este lugar a ese lugar todo el día.
—Hay… algo que necesito confirmar.
Raymond siguió caminando por el bosque, pisando la hierba mientras llevaba su rifle con él. Parecía que estaba buscando algo, pero no dijo qué era.
Xenon agonizaba pensando en la razón por la que estuvo aquí todo el día. ¿Era esto también algo que sucedía cuando un hombre se enamora?
—¿Está esto relacionado con la señorita? Ugh.
Xenon dejó de respirar.
Tan pronto como el olor a pescado en el aire lo golpeó, lo vio.
Sin embargo, no era una presa que el maestro de Xenon hubiera capturado de antemano. Era una mujer pelirroja, tirada en el suelo.
Ni Xenon ni Raymond se acercaron más de cierta distancia; incluso si se acercaban, la mujer ya estaba más allá de la salvación. El olor a sangre era fuerte, pero el olor que impregnaba el aire no era solo su olor metálico. Olía asquerosamente a podrido.
Era un cadáver.
—Huele fatal. ¿Cuánto tiempo crees que ha pasado?
—¿Al menos tres días, señor? Se debe consultar a un médico, pero creo que no han pasado más de tres días.
—…Ya veo.
Raymond se acercó al cadáver con cautela y luego, usando su arma, volteó el cuerpo de la mujer.
—E-Eso…
—Cálmate, Xenon.
La boca de la mujer estaba abierta. Evidentemente, se trataba de un caso de asesinato. Sus globos oculares también se habían ido. Su ropa estaba completamente empapada de sangre. Por supuesto, fue porque su estómago también estaba completamente abierto.
La boca del cadáver se abrió.
—¿Q-Qué?
A través de la boca del cadáver, se escuchó un chillido y un ratón salió.
Raymond recogió una piedra y se la arrojó al ratón. El ratón chilló mientras moría. Parecía haber devorado la lengua de la mujer.
El estómago de Xenon se revolvió.
—Xenon, dame tu cuaderno.
—Diablos, esto…
—Cálmate. Es lo que siempre hemos visto.
—Pero eso fue…
Eso fue en el campo de batalla, no aquí. Este debería ser un lugar tranquilo.
Pero lo más aterrador era…
—…Ah.
Era como si Raymond ya supiera que el cadáver yacía aquí.
¿Por qué diablos el caballero frente a él vino a este lugar? ¿Qué sabía?
—Xenon, ¿qué fue lo que dijiste antes?
—¿P-Perdón?
—Sobre la señorita Carynne Evans.
—S-Sí.
Raymond volvió a colgarse la pistola en la espalda. Esta sola acción hizo que Xenon se diera cuenta de que Raymond estuvo buscando esto todo el tiempo.
Pero entonces, las palabras más inesperadas salieron de los labios de Raymond.
—Parece que estoy enamorado.
—Parece que sí.
Mientras empaquetaba al venado, Raymond habló con Xenon.
—Entonces, déjame ser franco. No te acerques a ella.
Xenon podría haber bromeado y dicho: “¿Estará celoso, señor?” pero entonces la expresión del rostro del hombre no lo habría hecho posible.
Athena: ¡Bienvenidos al segundo volumen de esta historia! Con este prólogo tenemos máaas preguntas e intrigas. ¿Qué sabe Raymond? ¿Qué pasa con ese cadáver? ¿Lo ha hecho Carynne u otra persona? Cada vez se pone más interesante.
Ay, me gustaría con esto también celebrar la aparición del manwha de esta novela. ¿Ya lo habéis visto? Tiene un dibujo bonito, aunque solo espero que sea fiel de verdad a la historia y no se guarden nada… y obviamente, que aparezca todo lo gore y desagradable que se merece, porque si no, se pierde la esencia. ¡Pero estoy muy contenta de todo!
A ver si consigo que Hermes la lea también jajaja. Solo me ve traducir cual loca y se ríe.
Oh, dejadme vuestras impresiones en los comentarios. Siempre es bonito saber de vosotros. En fin, un abrazo y… ¡continuemos en este nuevo volumen!
Capítulo 7
La señorita del Reinicio Capítulo 7
Ceremonia de compromiso
En realidad, todavía no había respuesta.
Ella sabía tan poco. Ante la respuesta inútil y vacía que le había dado su padre, la primera reacción de Carynne fue quedarse estupefacta.
Pero en este momento, en lugar de preocuparse, Carynne estaba siendo arrastrada por un sentimiento más inusual.
Era esperanza
La esperanza de poder, por fin, descansar.
Hubo otra persona que pasó por todo esto antes que ella. Si Catherine realmente había experimentado lo mismo que Carynne, entonces existía la posibilidad de que Carynne también tuviera éxito.
Otra persona como ella existía en este mundo. Oh, qué dulce era saber incluso eso.
Carynne se sentó frente al clavicémbalo y tocó las teclas, sintiéndose renovada. Era demasiado temprano para que la gente saliera, pero tampoco era un momento lo suficientemente temprano para que su sueño se viera perturbado por su forma de tocar.
El aire fresco del amanecer envolvía la habitación. Mientras tocaba una melodía alegre para la mañana, Carynne habló con Tom, que estaba de pie junto a ella.
—Finalmente, hay esperanza de que pueda morir. ¿No sabes lo delicioso que es esto?
Había una brillante sonrisa llena de alegría en los labios de Carynne mientras le decía esto a Tom. Ya fuera que creyera o no, el chico simplemente cerró la boca y asintió.
Carynne a veces se lamentaba de que Tom fuera mudo. Quería ver una respuesta más interesante de él, y no había mucho que un chico mudo pudiera impartir. Todo lo que hizo Tom fue cerrar la boca, luego asentir o sacudir la cabeza.
—Si muero, ¿no sería bueno para ti? Dios, no quise decir eso con rencor.
Conteniendo la carcajada que amenazaba con estallar en sus labios, Carynne aumentó el tempo mientras presionaba las teclas.
—Estoy a favor de la venganza. Así es la vida, después de todo. No es justo.
Con una mirada a la cara de este niño, ¿quién sería capaz de adivinar su edad? Tom se veía mucho más limpio en comparación con cuando estaba dando vueltas por las calles, pero uno solo podía adivinar qué había dentro de esa boca que no abría.
Y, sobre todo, su comportamiento era diferente. No tenía el mismo aspecto que tenían los niños de los callejones, el aspecto que estaba lleno de la miseria del momento, más bien, tenía los ojos de una persona que había experimentado una forma más avanzada de dolor. De hecho, si tuviera que vivir así por el resto de su vida, entonces no añoraría la vida de otra persona ni se quejaría de la suya propia.
—Mmm…
¿Debería matarlo ahora?
Carynne calculó la fecha. Tom pronto moriría de una enfermedad. Sin embargo, aunque no se veía bien, aún no se había derrumbado en demasía. Todavía murió joven en el pasado cuando ella lo había cuidado, pero en comparación con entonces, se estaba manteniendo bastante bien ahora.
Carynne miró de cerca la mejilla del chico. Su comportamiento no era agradable, pero su cuerpo estaba más vivo que nunca. No parecía que fuera a caer muerto de inmediato. Que divertido.
«Normalmente, con este tipo de desarrollos, si el niño se mantiene con vida, volverá más tarde para vengarse.»
Carynne apretó con fuerza las teclas.
—¿Te sorprendiste?
No podía hablar, pero aún se podía escuchar su jadeo. Carynne sonrió y luego se disculpó.
—Lo siento. Aún así, te ves más saludable de lo que esperaba. Me asombra, por eso.
Tom respondió a través de sus expresiones faciales. Estaba nervioso.
Carynne volvió a tocar su instrumento de nuevo. La pieza era tan animada como ella se sentía.
«¿Debería matarlo? Quiero matarlo. Creo que estará bien incluso si lo mato. Él va a morir de todos modos, ¿verdad? Pero si no muere, podría ser más divertido. Todo comenzó cuando maté a Nancy y luego todo se deshizo así. Si mato a Tom, ¿qué pasará esta vez? Que caótico. Qué difícil ¿Debería prescindir de él por ahora y luego matarlo la próxima vez? ¿Qué será mejor?»
—¡Señorita!
Su agonía se hizo añicos.
—Si sale así sin vestirse primero, ¿qué deberíamos hacer?
—Sin embargo, siempre me veo perfecta.
—Guau… Esa confianza…
Mientras lucía somnolienta, Donna trajo una toalla que había sido empapada en agua tibia. Carynne se secó la cara mientras bajaba la tapa de las teclas del clavicémbalo.
—Supongo que me estoy divirtiendo estos días.
—¿Con tocar el instrumento?
—Mm, claro.
Carynne se dio cuenta de que, de forma natural, volvió a disfrutar del asesinato. Empezó a hacerlo en nombre de la diversión desde el principio, pero ahora tenía una nueva razón. Incluso cuando le dijeron que la respuesta era el amor, no quiso cambiar los principios de sus acciones.
—Voy a tocar de nuevo.
—Dijo que estaba enferma, milady, ¿pero solo ha estado fingiendo? Aún así, no puede jugar de noche. Se dice que viene la Condesa.
—Lo sé... lo tengo.
«Maldito desarrollo de la trama. No hay simpatía por los trabajadores dentro de la novela.»
—Primero, tenemos que vestirla.
—¿Cómo es que te ves más emocionada?
—Jeje. La costurera trajo la ropa nueva ayer y es muy bonita.
—Sus manos son tan lentas que no puedo creer que haya terminado las prendas solo un día antes.
Aunque, no se pudo evitar ya que el vestido personalizado fue hecho después del de Isella. Dejó escapar esta pequeña queja, pero como Donna no estaba al tanto de la situación, respondió con entusiasmo.
—Pero aún así, es realmente bonito.
—Lo tengo.
—Milady, ya que también entró la tela sobrante, ¿puedo hacer una cinta para su cabello?
—También te has vuelto minuciosa, después de tratar con la gente de Evans. Bien. Haz lo que quieras.
Con un salto en su paso, Donna salió alegremente de la habitación primero. ¿Le gustó tanto?
Carynne cerró los ojos, preocupada por el calor de la toalla que Donna le había dado.
Al otro lado del pasillo, podía escuchar a Donna decir que ya había preparado el baño. Carynne suspiró y siguió a la doncella. No es que no le gustara disfrazarse, es simplemente molesto. Había tantas otras cosas en las que pensar además de la condesa.
Aún así, esperaba poder descubrir más información de aquí en adelante, tal como lo había estado haciendo hasta ahora.
Carynne se detuvo un momento para girar la cabeza y luego preguntó.
—Por cierto, Tom. ¿Entregaste correctamente mi carta a mi padre?
El chico asintió.
—Bien.
Carynne regresó a su habitación.
—Escuché que estabas enferma.
E Isella estaba allí, esperando frente a la puerta de su dormitorio.
—Isella.
El agua del baño se iba a enfriar a este ritmo. Carynne dejó escapar un suspiro sin ocultarlo. Ante esto, Isella hizo una mueca.
«Ni siquiera pareces enferma.»
Las cejas de Isella estaban fruncidas.
«¿Por qué estás tan infeliz? Es la primera vez que una gran ceremonia de compromiso se llevará a cabo con tanta ostentación.»
Era una oportunidad sin igual para Isella, pero aquí estaba, sin ocultar nada de su malestar hacia Carynne.
Carynne inclinó la cabeza hacia un lado ante esto, pero pronto saludó a la otra joven.
—Gracias por tu preocupación, señorita Isella.
Podría ser bueno dar una sonrisa aquí.
Isella hizo una pausa por un momento, pero luego volvió a llamar a toda prisa a Carynne cuando intentó irse.
—¡Carynne!
—Sí.
Después de llamarla así, el silencio los envolvió una vez más mientras ella dudaba en pronunciar las siguientes palabras.
—Ven a mi ceremonia de compromiso.
—Sin embargo, no creo que mi condición sea lo suficientemente buena para eso. Todavía no he recuperado mucha energía.
—¿Estás diciendo eso en serio cuando tienes suficiente energía para tocar el piano tan temprano en la mañana?
—No me quita tanta energía tocar con los dedos. Y es un clavicémbalo.
—¿Pero ese no es el punto aquí?
«Señorita Isella, tu tono parece muy mordaz en este momento.»
Carynne tuvo que controlar sus labios para que no se curvaran. ¿No era esto sólo un ataque sin sentido? Carynne pensó en qué hacer con Isella, que estaba ansiosa por pelearse al amanecer.
Había pasado bastante tiempo desde que Carynne se había sentido tan renovada. Fue una mañana feliz en la que Carynne se confirmó a sí misma que había esperanza a la vista, pero ¿por qué Isella le estaba haciendo esto a Carynne durante el tiempo que está feliz?
—La condesa viene hoy, pero ¿te vas a quedar encerrada? Si estás tan enfermo.
—…Tendré que salir, por supuesto.
Ciertamente, ya que era la condesa Elva. Ella era la joven señora que tenía una personalidad formidable y cuyo marido era el Ministro de Hacienda. Verdic estaba desesperado por establecer conexiones con ese mismo funcionario.
Era risible cómo a Isella le gustaba equipararse a la condesa. Ahora que Carynne lo pensaba, ¿volvería a cometerse aquí el error de revelar sus fondos de inversión?
—Para la asistencia de esta noche, ¿no crees que será demasiado si te pierdes dos cenas seguidas?
—¿Isella?
Ella habló de esta manera.
Carynne miró a Isella con un poco de desconcierto, como diciendo:
“Será genial para ti si no voy, pero ¿por qué estás así?”
Isella estaba nerviosa de que Carynne captara el interés de Raymond. Incluso cuando sonreían y se reían cuando estaban uno frente al otro, dibujaban retratos y pasaban tiempo juntos tomando el té, no eran amigas.
Eran competidoras por el corazón de un hombre, y también víctimas y perpetradoras en términos de sus negocios familiares. Isella sabía eso por lo menos.
Pero, ¿por qué obligaba a Carynne a asistir a la ceremonia? Obviamente no quería que ella estuviera allí.
—¿Es esta una solicitud del señor Verdic?
La razón por la que Isella estaba pidiendo la asistencia de Carynne en contra de su voluntad debía ser por su padre. Él era el único que podría reemplazar los caprichos de Isella.
—¡No! Es mi pedido. Asegúrate de asistir a mi ceremonia de compromiso.
Isella negó con la cabeza y lo negó rotundamente, pero Carynne no le creyó.
—Ah. Entiendo.
Isella entrecerró los ojos, agitando ligeramente su abanico plegable. Ella se rio por dentro.
—Sería genial si Lord Dullan también pudiera asistir a mi ceremonia de compromiso.
«Ah, ¿así que eso es lo que estás pensando?»
Carynne finalmente entendió a lo que se refería. Ella lo consiguió ahora. Esto no fue idea de Verdic en absoluto, y Carynne también se rio para sus adentros. Este fue un truco para mantener a Carynne alejada de Raymond.
¿Pero qué hacer?
Carynne respondió encogiéndose de hombros exageradamente.
—Mm, estoy pensando en romper mi compromiso con Dullan.
—¿Te ruego me disculpes?
—Simplemente resultó de esa manera.
La nariz de Isella se arrugó con fuerza. Se veía ridícula.
—P-Por casualidad... ¿Has encontrado... alguien más a quien amas?
Si Carynne dijera: “Sí, es sir Raymond”, se preguntó si Isella se arrancaría el cabello aquí mismo. Pero Carynne no se había vuelto tan loca todavía.
—Quién sabe.
Ante la vaga respuesta, la expresión de Isella se endureció por la tensión.
—Eres realmente una mala persona, ¿no?
—¿Cómo diablos llegaste a esta conclusión?
—¡Rompiste tu promesa!
—¿Dullan estuvo de acuerdo?
—¿Qué?
—Éramos extraños cuando nuestros padres decidieron prometernos el uno al otro. Incluso ahora, no nos hemos llegado a conocer mucho todavía.
Carynne sonrió mientras decía una mentira descarada.
—Tu padre morirá inmediatamente de...
«Si algo así sucede, ¿y qué? Si ya está muerto.»
—Eso no sucederá. Pero ya sabes, yo también quiero salir a la ciudad como tú. Y señorita Isella, ¿no me dijiste la última vez que definitivamente me llevarías allí? Al teatro de la ópera de la capital.
Isella acaba de mostrar cuánto puede cambiar la cara de una persona.
—Hasta luego, Isella. También necesito prepararme, ya ves.
Los preparativos para la decoración se completaron magníficamente.
—Escuché que no te sentías bien —preguntó Raymond.
—…Sí. Todavía estoy un poco cansada.
«¿Estuvo bien perder ante Isella una vez? Nunca sabes. La amistad también puede ser amor verdadero, o algo así.»
Esto estaba en la mente de Carynne mientras miraba de reojo a Isella. Por supuesto, ese no era el caso en este momento.
Carynne hizo un esfuerzo por parecer más lamentable hoy. Se ajustó el corsé para que su rostro se viera más pálido, se puso un polvo que era más claro que el habitual, se atenuó el color de los labios y se puso un tono ligeramente más oscuro debajo de los ojos. Todo esto fue para crear la imagen perfecta de una persona enferma.
—…Pero te veías bien por la mañana…
La reacción de Isella fue demasiado graciosa y, posteriormente, Carynne se inclinó hacia Raymond. Naturalmente, tosió.
—¿Estás bien?
Por supuesto, ella solo estaba fingiendo su enfermedad. Al otro lado, Dullan rechinaba los dientes mientras la mirada en sus ojos lo hacía parecer como si estuviera a punto de tener un ataque.
Carynne lo golpeó furtivamente en el aire.
«Vete a la mierda.»
Al entrar en el salón con el señor del feudo a cuestas, Borwen hizo una proclamación.
—¡Ha llegado la condesa!
Carynne se acercó a su padre y susurró en voz baja.
—¿Has pensado en lo que dije en la carta?
El rostro del señor del feudo se puso tan pálido como las cenizas. Extrañamente, Carynne se aferró más a su padre.
—¿No la leíste?
—Lo leí. También me he preparado para eso… Pero no entiendo lo que quieres.
El señor del feudo se quitó el sombrero y susurró en voz igualmente baja, esperando a que entrara la condesa. Las yemas de sus dedos temblaban minuciosamente.
—¿Por qué me quieres muerto?
—¿Realmente no sabes por qué? —preguntó Carynne con los ojos bien abiertos. Ella respondió al señor del feudo como si realmente no pudiera comprender su pregunta.
El señor del feudo miró la expresión de Carynne, que parecía decir: “¿No deberías morir? Es una cuestión de rutina.” Era difícil para él imaginar cómo se veía su propio rostro en este momento. Incluso su voz era ronca.
—Sí. Realmente no lo sé.
Carynne miró aturdida el rostro de su padre y luego tartamudeó.
—Um, ah, bien. Lo siento. Estoy siendo terriblemente inapropiada. Todo esto me resulta tan familiar que no sé cómo les suena a los demás… Ummm, sí… Correcto.
Ella realmente parecía arrepentida. Se disculpó por el carácter inhóspito de la carta cuando lo que pedía era su muerte. El señor del feudo trató de eliminar el pensamiento perdido que le vino a la mente, luego luchó por responder.
—Hice todas esas cosas por ti hasta ahora. ¿Cómo te las vas a arreglar sin mí?
—Tengo algunas razones, pero… En primer lugar, padre, no necesito tu protección. Como te dije antes, lo que quiero no es una burbuja segura.
Carynne estaba un poco decepcionada de que el señor del feudo no pareciera entender. Si ella fuera a matar a alguien más y él lo encubriría, ¿no pensó que la hoja se daría la vuelta y regresaría directamente hacia ella? ¿No era así como era la gente?
Lo que Carynne quería era un cambio en su entorno aún mayor que antes. ¿Y no había cambiado tanto matar a Nancy? Después de sufrir una enfermedad prolongada, el señor del feudo moriría. Estaba listo para morir de todos modos, por lo que no era tan irrazonable hacerlo morir antes.
Aún así, dado que el momento de su muerte se adelantaría, seguramente habría cambios en respuesta a esto. En muchos sentidos, era un sujeto seguro para observar.
Y esa no es la única razón.
—Más que nada, lo que quiero ver es una confirmación de amor.
El rostro de Carynne estaba lleno de inocencia. Parecía su edad en ese momento: era el rostro de una niña que le hacía una pregunta a su padre por curiosidad y luego escuchaba pacientemente la respuesta.
Entonces, el señor del feudo miró distraídamente esa expresión y volvió a preguntar.
—¿Amor?
—Sí.
—Eso, ahora mismo…
«¿Todavía no puedes entender?»
Sin embargo, en lugar de dar la respuesta directamente, Carynne se llevó un dedo a los labios.
Shh.
—Padre, la señora Elva ha entrado.
Carynne lo interrumpió. El señor del feudo mostró una expresión ansiosa e incómoda en ese momento, pero ¿qué había que hacer? En este momento, en comparación con explicar la razón por la que exigía la muerte de su padre, el trabajo era más importante.
La propia Carynne encontró la situación hilarante, por lo que se mordió el labio inferior y educó sus rasgos. Una risa burlona, una risa amarga, una risa explosiva. Cualquier tipo de risa.
«No hagas eso. No te rías. Concéntrate en el trabajo ahora mismo.»
La señora Elva Fitzgerald. Con un rostro que parecía como si estuviera tallado en mármol, hablaba con una voz llena y comandaba a su esposo, y también tenía una disposición muy impulsiva. Absorbió la ambición de una mujer noble, hasta el punto de que también empujó a su marido de voluntad débil a la política. Y, ella también era excesivamente aficionada a los juegos de azar.
—Ha pasado un tiempo, Verdic Evans.
—Gracias por aceptar mi pedido, señora Elva Fitzgerald.
Con un fuerte chasquido, abrió su abanico y bajó la mirada. Incluso si era cierto que el lugar de vacaciones en el que estuvo hasta hace poco estaba cerca, fue debido a la presión de Verdic que ella vino aquí.
Había perdido en una apuesta hace un tiempo, y debido a esto, le había pedido prestada una gran suma de dinero a Verdic. Esto también la llevó a verse obligada a organizar una reunión entre Verdic y el conde Fitzgerald.
—Será mejor que bajes a ese Verdic un poco más tarde.
El señor del feudo susurró en voz baja.
La posición de Verdic era más baja que la del señor feudal, Carynne y Raymond en conjunto. Sin embargo, Verdic fue la primera persona que saludó la condesa, mientras que Verdic le respondió con solo un asentimiento. Esto no pareció complacer al señor feudal.
—¿Eso significa algo para ti, padre?
Una vez que estés muerto, todo no importaría, pero Carynne no lo dijo en voz alta.
Raymond estaba demasiado cerca.
—…Qué resuelto.
El señor del feudo sonrió amargamente.
—Hablemos más sobre eso más tarde. Acerca de por qué… tengo que hacer eso.
La señora Elva se dirigió al señor feudal.
Carynne sonrió porque tan pronto como la señora Elva pasó junto a Verdic, su expresión se endureció.
«¿No es fácil la posición de un deudor, señora?»
Es la primera vez que Carynne se encontraba con la señora tan temprano.
La pequeña hija de la señora Elva, Lianne, siguió a su madre y luego miró el rostro de Carynne. Los ojos de la chica se abrieron.
—…Guau.
Los niños eran fáciles. Les gustaban las cosas bonitas y sus pensamientos podrían revelarse fácilmente a través de esto. Tom era un niño que ya se había vuelto demasiado callado y menos interesante.
Ante la idea, Carynne sonrió. La señorita Lianne también sonrió.
El señor del feudo besó el dorso de la mano de la condesa Elva y le dio un simple saludo.
—Es tan encantador que haya venido hasta aquí, señora Elva.
—El festival es bastante espectacular. Lianne también lo encontró divertido, así que yo también lo disfruté.
—Me alegro de que lo haya hecho.
En este punto, el dueño de esta tierra era la familia Hare, no Verdic. La condesa se giró lentamente y se acercó a Carynne, que estaba al lado de su padre.
—…Te ves como tu madre.
Carynne escuchaba esto todo el tiempo, pero eea como si lo estuviera escuchando de nuevo esta vez. Saludó a la condesa con una sonrisa ligeramente melancólica.
—Estoy muy encantada de conocerla, señora Elva.
La condesa debía haber visto a Catherine una vez antes. ¿Cuánto sabía ella? Carynne se dio cuenta de que había estado demasiado emocional cuando mató a Deere, y se sintió un poco arrepentida. En este momento, esperaba que la señora Elva pudiera ser de ayuda para ella en lugar de la señora Deere.
—Ella también era tan encantadora. Ven a mi salón más tarde si harás tu debut en la capital.
—Gracias.
Hasta el momento, Carynne había regresado al pasado muchas veces, pero nunca se había interesado por su madre muerta. ¿Nancy también fue responsable de eso? Seguiría siendo un misterio para esta iteración. Carynne simplemente le preguntaría a Nancy en la próxima vida.
Carynne se sentó y sacó su abanico, mirando a Isella echar humo de ira porque la señora Elva ni siquiera había escuchado el saludo de Isella. Cautivada por la impresionante belleza de Carynne, la pequeña hija de la señora Elva parloteaba mientras sostenía la mano de su madre.
Isella y Verdic estaban absolutamente indignados. Esa reacción de ellos era más preciosa que el oro.
Carynne realmente apreciaba a su madre. Ella dio su vida, este rostro y también la muerte, por lo que era seguro decir que su madre le había dado casi todo.
Después de observar a esos dos, Carynne se dio la vuelta y encontró a su padre a su lado.
—Entonces, ¿no es hora de que escuche tu razón?
Cuando se sentó en la silla junto a Carynne, el señor feudal miró a la condesa y a Raymond mientras conversaban.
—La razón.
—Sí. ¿Es porque tienes curiosidad acerca de cuánto cambiará tu vida?
—Ya te lo dije antes.
—...Explícalo con más amabilidad esta vez.
Carynne se sorprendió al escuchar su respuesta, que sonó como el lloriqueo de un niño.
El hecho de que ella había estado repitiendo su vida y que el mundo era una mera novela, para que alguien creyera estas dos cosas, esa persona estaba destinada a ser infantil. Como una hija lloriqueando a su padre.
Por supuesto, la persona que lo hacía ahora no se veía linda en absoluto.
—Sería bueno experimentar una nueva vida. Una que no está bajo tu protección, padre.
—Lo que deseo para ti es felicidad.
—Um… Padre, no tengo predilección por “esa cosa”. Quiero ver diferentes variables, diferentes verdades, un final diferente. Ya sea la muerte, o incluso la vida.
La expresión del señor del feudo se volvió extremadamente agitada.
—Sé que suena como un sueño tonto y elevado, pero... Es así, padre.
Carynne llamó a un sirviente que pasaba, quien luego le entregó dos copas de champán.
—Estoy sedienta. ¿Tú, padre?
—Sí.
Líquido dorado goteaba en los vasos. Mientras el sirviente se alejaba, Carynne bajó la voz a un susurro, mucho más bajo que la música que fluía a su alrededor.
—Padre, dijiste que creías en madre.
—Lo hago.
—Y dijiste que madre se liberó de este hechizo gracias a tu amor.
Incluso la propia Carynne se sintió nerviosa por lo frívola que sonaba la palabra, pero el señor del feudo asintió sombríamente.
—Así es.
—Pero padre, quiero decir. Para serte sincera, todo es muy... Me siento escéptica con todo esto. Por una emoción temporal como esa para hacer mi vida… por cien años…
Carynne no pudo evitar tragar el alcohol de su vaso. Se estaba volviendo más emocional en esta vida.
—Es tan abstracto y vago, padre.
—¿Cómo puede el amor ser vago? Lo que te salvará es la fe absoluta y el amor verdadero.
«Cállate.»
—Padre, tú no eres yo. Si también tienes un agujero en la cabeza durante cien años, si también te han matado todo tipo de cosas, entonces estoy seguro de que te resultará difícil decir eso. Es difícil. Cien años, padre. Hay un límite para las personas que solo una persona puede conocer. Dime, ¿hay alguien que pueda salir, construir una relación e incluso casarse en menos de un año? He terminado con Sir Raymond un par de veces, y si él no es mi supuesta pareja, ¿qué se supone que debo hacer ahora?
—Encontrar el verdadero amor.
—¿Qué pasa si mi verdadero amor está más allá de la Cordillera Blanca, muriendo por una bala perdida? Si no es eso, ¿qué pasa si mi verdadero amor es un vagabundo callejero que está en la acera, enfermo y moribundo? Ni siquiera estoy segura de haber leído la novela.
¿Quién era el hombre destinado para ella? Si la causa aquí era la falta de amor, ¿a quién más debería conocer? Pero los hombres que había conocido antes eran muy inferiores a Raymond.
—¿Es la intensidad del amor el problema? Esas personas que conocí antes, ¿no me amaron como tú amabas a madre? …Tengo curiosidad, de verdad.
Se preguntó por qué el amor de su madre era el de padre. ¿Y cuánto amaba padre a madre?
El señor del feudo observó los dedos de Carynne mientras se apretaban sobre la copa de champán, sus nudillos se pusieron blancos. Luego, abrió los labios de nuevo.
—Entonces la única forma en que puedo ayudarte es…
Carynne levantó la vista para mirar al señor feudal mientras hablaba. Ella estaba inexpresiva.
—Por favor, muéstrame una prueba de tu amor —dijo.
—¿Cómo?
—Si crees de verdad, si amas de verdad, entonces no tendrás miedo de la muerte. Una vez que muera de nuevo, volverás a la vida, padre. E incluso si realmente mueres, no deberías tener miedo de nada. Después de todo, podrás verla.
—…Ah.
—Por supuesto, el alcance de esto… Es por el bien de la confirmación. Si te niegas a hacer esto, entonces no hay nada que pueda hacer.
Carynne se encogió de hombros.
—Con todos los sirvientes en la mansión junto con Dullan, no podré forzarte si titubeas.
Miró los ojos grises del señor feudal, y en esos ojos estaba el reflejo del rostro de su hija, la imagen exacta de su esposa.
—Pero elijas lo que elijas, podré confirmarlo. El alcance de tu amor, padre.
Carynne levantó el vaso vacío. A cierta distancia, un sirviente se adelantó y volvió a llenar el vaso. El señor también levantó su propia copa. En esa esquina del salón, padre e hija levantaron sus copas para brindar.
—Ah, lo sabía. Todo sabe mucho mejor sin las drogas. Dullan, ese terrible idiota.
—No seas tan duro con él. Todo fue por tu bien.
—Pero lo que hizo fue demasiado. Debe haber habido un par de veces que morí por sobredosis. Y no me gusta porque he probado la comida gourmet en otros lugares.
—¿Qué lugar te gusta más?
—Fuera de la novela... ¿Qué, respuesta incorrecta?
Parecía preocupado.
—¿Por qué no eliges uno de aquí?
—El jefe de cocina de Sir Raymond es magnífico. Se llama señor Cray, y es calvo, ya sabes. Oh, pero aún no ha sido contratado, vendrá dentro de tres meses.
—Es eso así…
Mientras continuaba parloteando, Carynne notó que el señor feudal miraba fijamente los cubiertos sobre la mesa.
—Um, esta es una advertencia trivial, pero… Es difícil usar un cuchillo como ese. Lo he probado antes.
—Eso, no estaba pensando en usar esto.
El señor del feudo desvió la mirada, tal vez un poco avergonzado.
—Puede dar un poco de miedo al principio. Yo tampoco estaba acostumbrada y fallé varias veces. Nunca intentes cortarte las venas. Vas a tener que cortarte la muñeca hasta que estés a la mitad para que funcione, y cuando realmente estás a punto de morir, se siente tan frío… hasta que mueres.
Carynne volvió la cabeza. No pudo contener la carcajada que burbujeaba dentro de ella.
El señor del feudo acababa de levantar su copa de nuevo. No sabía si debía sonreír o no.
—¿He muerto antes?
—Sí.
—Mm… ya veo. ¿Cómo?
—Creo que es porque te enojaste tanto por sufrir bajo el señor Verdic.
Carynne trató de rastrear sus recuerdos. El señor feudal no moría todas las veces. Hubo momentos en que vivió y se quedó con Carynne hasta el día antes de que ella muriera. Pero en la mayoría de los casos, no vivió.
Como el señor del feudo había sido completamente golpeado por Verdic, a menudo entraba en estado de shock y se quedaba postrado en cama, y después de un largo período de esta enfermedad, fallecía.
—Creo que lo pasaste mal después de que el negocio fracasara.
Carynne bajó la voz a un susurro. Afortunadamente, la atención de Verdic y Raymond estaba en Isella en lugar de este lado.
—...No pensé que me importaría tanto.
Después de la muerte de su esposa, consideró que todo lo demás era efímero. Ya fuera la tierra o su gente. ¿Sentía alguna pasión? El señor del feudo se sintió un poco perturbado.
Carynne consoló a su padre dándole palmaditas en el brazo.
—Los humanos son más polifacéticos de lo que creen. Pero en la próxima vida, me aseguraré de observar tu muerte más de cerca, padre.
—Gracias.
—No es nada.
Allí, la condesa ridiculizaba a Isella en su cara. Y efectivamente, Isella estaba completamente roja. Cada vez que Isella estaba avergonzada, sus movimientos se volvían más rígidos y su voz se hacía más fuerte, haciéndola aún más difícil de tratar.
Carynne miró con cariño a su adorable rival. Mientras tanto, Verdic no podía soportar mirar e incluso se tapó los ojos con las manos.
—La cara de Verdic se ve graciosa.
—Isella también se ve interesante.
Un par de padre e hija bebieron champán mientras observaban a otro par de padre e hija avergonzarse. El señor feudal dejó su vaso y se levantó de su asiento. A esto, preguntó Carynne:
—¿A dónde vas?
—Para hacerle un favor al señor Verdic.
—Agh.
Carynne podía sentir un dolor de cabeza al pensar en lo que estaba a punto de pasar como dama de honor de Isella. Esta vez sucedieron muchas cosas, por lo que se estaba poniendo aún más molesta.
«Debería haber matado a Isella primero.»
Sin embargo, ya había llegado a esto, entonces, ¿qué podría hacer ella con los arrepentimientos? Aún así, era bueno que Nancy, la persona más cercana a Carynne, hubiera muerto así.
Decidida a no dejarse enredar por asuntos tan triviales, Carynne sonrió al ver que Isella se acercaba.
—Señorita Isella.
—Ca... rynne.
—Siéntate y bebe un poco de brandy para calmarte.
—Gracias.
Sin embargo, contrariamente a sus palabras corteses, Isella bebió su alcohol con una expresión asesina. Carynne pensó que, si los dos estuvieran en la escena de un asesinato en este momento, los dedos señalarían a Isella tan pronto como la gente viera su rostro.
Isella miró a la señora Elva al otro lado del salón. El error que cometió contra la condesa fue pequeño, pero no desdeñable. En lugar de llamar a la condesa “señora Elva”, Isella la había llamado por su apellido: Señora Orphen.
—Uuugh…
—Es señora Elva, no señora Orphen. Tienes que llamarla por su nombre, no por el apellido. Ella no solo es la esposa del conde Orphen, sino también la hija del barón Ronoix, ¿sabes?
—¿Dónde está mi error?
—Porque llamarla por su apellido es como despreciarla.
—Sí, pero ¿por qué demonios?
—…Baja la voz, Isella. La señora Elva es la hija del barón Ronoix, pero la nobleza noble del barón se había perdido, pero fue restituida hace más de una década. Llamarla señora Orphen en lugar de señora Elva es un recordatorio persistente de ese pasado vergonzoso.
—¿Está bien? Pero, ¿qué hay de eso que es vergonzoso?
«Mira esto, ella es originalmente así.»
Mientras miraba la cara estupefacta de Isella, Carynne sintió ganas de llorar.
«Si, vale. No es necesario que pienses en nada. Esa señora Elva le pidió dinero prestado a Verdic Evans, y tú eres la hija de ese hombre, entonces, ¿cuál podría ser el problema aquí? Realmente no tienes que pensar en nada, sí, sí.»
«Independientemente del nombre, la reputación, la etiqueta y el decoro insignificantes, está bien que ignores todo eso, seguro. El dinero de Verdic cubrirá toda esa desgracia, ¿no? No tienes que preocuparte por cada pequeña cosa. Todo está bien.»
—Ese nombre se remonta a la época anterior a que ella se convirtiera en una dama, cuando era una plebeya porque su padre no era un aristócrata en ese momento. Cuando hizo su debut, ingresó a la alta sociedad como dama de honor de la madre del conde Orphen. Lo peor era que ella ni siquiera tenía el título de dama en ese entonces. E incluso después de casarse, no era señora Elva, sino señora Orphen. Fue solo después de que el barón Ronoix fue reintegrado que se convirtió en señora Elva. Eso es a lo que debes prestar especial atención.
—Ah…
Pero Carynne no contó la situación real detrás de esto. Incluso si Isella cometiera un error, cualquier mujer noble bien educada no se enojaría con alguien que cometiera un error como ese. Cuando Carynne cometió este error hace mucho tiempo, solo sonrió torpemente y, contemplando, su dama de honor se acercó para contárselo.
«Incluso si cometes el mismo error, el costo a pagar por el personaje principal y por el personaje secundario es diferente.»
Carynne sonrió.
La ira de la condesa estaba más enfocada hacia Verdic. La posición de Carynne e Isella aquí era diferente porque Isella estaba ligada a la riqueza de Verdic. En otras palabras, Isella era alguien con quien la condesa no quería ser cordial desde el principio.
—¿Pero no te llamas señorita Carynne?
Esto era algo que Carynne ya había explicado docenas de veces antes sin fallar. Hace unos sesenta años, se enojó con Isella por no entenderlo incluso después de haberlo explicado muchas veces, por lo que Carynne recibió una bofetada en la cara por eso.
Su reacción fue diferente esta vez, y en su lugar recitó las líneas una tras otra.
—Mi familia es propietaria de un feudo, pero no tenemos un título de nobleza. Aunque me llamo señorita Hare, es solo como una “hija estimada”, no como una “Dama” como la señora Elva.
Isella estaba estupefacta.
—¿Tampoco puedes usar el título de señorita como ella?
—Sí, incluso si soy de un feudo, tendría que ser de las cinco clases superiores de la nobleza para usar ese título de la forma en que lo hace la condesa. El feudo de Hare solía ser un estado independiente, pero después de la ocupación, el feudo ahora está bajo el condado de Orphen.
Por eso era importante verse bien. Suponiendo que la historia continuaría.
—Si me caso con el hijo de una familia noble, entonces señorita Hare… Más bien, usaré el apellido de mi esposo. Lo mismo te pasa a ti, Isella. Una vez que estés casada, no serás señorita Isella, sino que usarás el apellido de Sir Raymond y serás conocida como señora Saytes.
—Prefiero señorita Isella… Si no es eso, entonces Evans es mejor. Qué pena.
—Seguro…
Una sonrisa cruzó el rostro de Carynne.
—¿Por qué respondiste así?
La voz de Isella era aguda.
—No, es posible que no lo sepas.
—¿Te estás burlando de mí por no ser la hija de un señor feudal como tú?
—No exageres, Isella. Eres la única que piensa eso.
—¡Pero sonreíste!
—Como si no lo supieras, pero ¿no se me permite sonreír? Si te hizo sentir mal, te pido disculpas.
—T-Tú…
—Lo siento, Isella.
—¿Te estás burlando de mí en este momento?
«Sí.»
Como Isella estaba perdida, Carynne pensó que Isella estaba siendo bastante adorable al mostrar una variedad de expresiones como esta.
Ahora que lo pensaba, ¿por qué Verdic no le enseñó esto a Isella? Se preguntó si esto se debía a que eran de una clase de comerciantes. La mayoría de las lecciones sobre etiqueta deberían haberse dado antes del debut en sociedad. Si había alguien por ahí que quisiera hablar mal de otra persona, un error menor como este podría salirse de proporción y convertirse en alta traición.
«Entonces, la persona que me enseñó... Debe haber sido la señora Deere, no Nancy.»
Si esta vida repetida era cierta, ¿era también cierto que se trataba de una novela? Qué difícil. Cuando la racionalidad y la locura estaban tan entrelazadas así, la verdad, la ilusión, la falsedad y la alucinación estaban todas mezcladas, la mareaba tanto.
El mayor problema era que, hasta el momento, estaba disfrutando de su vida como “Carynne” durante tanto tiempo solo porque tenía la ligera presunción de que era una ajena a la novela. Que ella no era Carynne.
«¿Hay alguna manera de probarlo?»
Carynne frunció el ceño. Escuchó que Catherine lo dijo, pero Carynne no estaba segura porque su madre también dijo que el mundo era como una novela. Y más allá de Carynne, Catherine podría haberse engañado a sí misma, entonces también podría haber alimentado ese mismo engaño a su hija.
—¡Carynne!
—Dame un segundo.
No sabía cuál de ellas era más patética, dado que Carynne ya le había explicado lo mismo a Isella unas treinta veces.
Carynne se sintió sombría al recordar que tenía que enseñarle a Isella sobre la alta sociedad uno por uno, ya que era su dama de honor. En el fondo, la personalidad de Isella hizo que no siguiera muy bien las instrucciones de los demás.
Claro, ella era buena procesando números, pero cuando se trataba de etiqueta y relaciones interpersonales, sabía casi nada sobre eso. Ella no tenía curiosidad por ello, ni tampoco interés.
—Es porque los padres arruinaron a la chica.
—¿Qué?
Ah, las palabras salieron de sus labios. Carynne chasqueó la lengua ante las palabras que pronunció inconscientemente.
Y en la palma de la mano que ya podía ver, Carynne apretó los dientes.
—¡Cómo… cómo se atreve… alguien como tú…!
A Carynne le escocía la mejilla tras la bofetada. Esta vida era realmente difícil, Dios mío. Carynne suspiró mientras se frotaba la mejilla.
—Tengo un puesto más alto que tú, Isella Evans.
—Tú... Alguien como tú... ¿Qué hay de bueno en ti?
Si no fuera por su posición social, entonces.
—¿Mi cara?
—¿Q-Qué?
Ah, sería mejor contenerse. Sin embargo, Carynne en realidad estaba molesta con Isella esta vez porque interrumpió su línea de pensamiento con un asunto tan trivial.
—No es bueno ser tan ruidosa, señorita Isella. ¿Estás tratando de manchar la reputación de tu padre?
—Esta mendiga como…
—Detente ahora, Isella.
Raymond tomó la mano de Isella.
—¡Cómo se atreve esa chica a decir eso...!
—Isella Evans.
El tono de voz de Raymond era helado.
—Por favor, sé racional.
El chasquido resonante que provocó la enérgica mano de Isella fue tan fuerte que la mayoría de las personas dentro del salón miraron hacia allí, todos asombrados y curiosos. Carynne se preguntó si era algo digno de elogio tener este tipo de talento, un temperamento bufonesco que no dejaba de llamar la atención de todos con un solo gesto.
—Está bien.
«Porque es muy divertido.»
Isella gritó.
—¡Lord Raymond!
Carynne le sonrió a Isella, a quien ni siquiera le importó cuando Carynne dijo que estaba bien.
—Está bien, señorita Isella.
Isella, nuevamente, no escuchó y en su lugar se apoyó en Raymond mientras lloraba. Aun así, qué pena que no salieran lágrimas. Como mínimo, Isella se derrumbó con el sonido de los lamentos que la acompañaban.
Raymond la atrapó torpemente.
—¡Me siento tan agraviada, Lord Raymond...!
—Señorita Isella Evans. Hay muchos ojos sobre ti en este momento, por lo que no sería bueno llorar así.
Raymond le entregó un pañuelo.
Con una expresión sombría, Verdic se acercó a ellos. Saludó a Raymond y Carynne con un movimiento de cabeza y luego agarró a su hija por el hombro.
—Pido disculpas, señorita Hare, sir Raymond.
—Está bien, señor Verdic.
Verdic remolcó a Isella. Siguió aferrándose a Raymond, pero Verdic era más fuerte que ella. Mientras se defendía, siguió llorando solo con la boca, pero finalmente lo soltó.
—…Ahí van.
—Eso parece.
Mientras Verdic e Isella se alejaban, Raymond miró a Carynne y aplaudió.
—Estuviste increíble.
—Cuida mejor a tu prometida.
Carynne refunfuñó a Raymond.
—Su personalidad es algo sobre lo que actúa por sí misma. ¿Por qué me pides que la supervise?
—Así es, también. Pero ya sabes, mientras me mirabas antes, Sir Raymond, si no hubieras perdido la oportunidad de detener a Isella en ese momento, entonces no me habrían abofeteado.
Por supuesto que no lo haría. Pero incluso si él supiera esto, ¿y qué? Entonces sería así. Era un asunto insignificante de todos modos. Lo importante aquí era que Carynne fue golpeada por Isella. Y a Raymond no le gustó ese hecho.
Raymond vaciló por un momento, pero pronto inclinó la cabeza.
—Me disculpo, señorita Carynne Hare.
Y a Carynne le molestaba que él se acercara a ella de esa manera.
—Por favor, deja de entrometerte en mis asuntos a partir de ahora. Ya es... bastante difícil para mí.
«Así que no te acerques más. No te necesito en esta vida.»
Mientras esperaba revelar la verdad a través de un cadáver más, Carynne le dio la espalda a Raymond.
Y Raymond no fue tras ella.
En la oscuridad de la noche, Carynne estaba construyendo una montaña. Sacó prácticamente todos los libros del estudio.
—Sería bueno encontrar algo especial, como el diario de madre.
¿Cómo vivió su vida? ¿Cómo escapó de los grilletes de su vida? Carynne estaba terriblemente curiosa.
El estudio del señor feudal, que era como una biblioteca personal, solo tenía una puerta que daba al pasillo, pero el amplio espacio interior estaba dividido. Carynne usó la escalera dentro del estudio para poder revisar más materiales de referencia. El olor de los libros viejos entró en sus sentidos.
—¿Cómo podía la gente de los viejos tiempos aguantar las plumas?
Mientras hojeaba los escritos del siglo pasado, Carynne buscó un registro más personal.
—¿Madre no dejó un diario o algo así?
El señor del feudo entró en el estudio en ese momento, luciendo demacrado. Tuvo que quedarse en el comedor mucho más tarde que Carynne. Hizo un gesto a Tom, diciéndole sin palabras que cerrara la puerta.
—No sé.
«¿Realmente la amabas?»
Carynne apartó la mirada. No sabía qué tipo de cara tenía si tuviera que mirar al señor feudal.
Pero, efectivamente, eso no fue de mucha ayuda.
—Padre, dijiste que le creías a madre, pero parece que ni siquiera sabes mucho sobre ella.
—Incluso si no lo hago, la amaba mucho"
En las manos del señor del feudo había un largo trozo de cuerda, y lo estaba atando en una soga.
—¿Te gustaría un poco de ayuda? Lo he hecho varias veces, así que confío en mis habilidades.
Carynne se ofreció mientras recordaba sus intentos de suicidio del pasado. Sin embargo, el señor del feudo solo continuó atando el nudo firmemente por sí mismo, luego miró a su hija.
—No hay necesidad. …No debería haber indicios de que alguien más lo ató.
—Ah.
Aunque en realidad no importaba si estaría implicada en un crimen o no. Carynne se preguntó si debería estar impresionada por el cuidado que estaba mostrando aquí.
—Pero fuiste demasiado lejos con lo que dijiste en la cena anterior, ¿sabes? —señaló Carynne—. Es como si estuvieras publicitando que estás a punto de suicidarte.
Se refería a cómo el señor del feudo básicamente le pidió a Verdic y la señora Elva que cuidaran de Carynne. Ella quería ir a la capital, pero él no se sentía bien, así que le gustaría pedirles un favor, eso fue lo que dijo. Verdic dijo que sí a regañadientes, y la señora Elva con gusto se convirtió en testigo de esto.
—¿No sería eso mejor?
—Supongo que sí.
—Cierto.
—Bueno, entonces... Um... ¿Debería salir?
—…Sí.
Carynne salió junto con Tom, luego apoyó una oreja en la puerta para escuchar.
—Oye Tom.
El chico miró hacia arriba.
—Tal vez tu deseo se haga realidad. Si pierdo a mi padre y soy víctima de la adversidad además de quedar huérfana, ¿no se consideraría eso una venganza por ti?
Tom abrió la boca, pero no salió ninguna palabra. Carynne dejó de intentar leer su mente a través de sus expresiones faciales.
—Si no es eso.
Entonces, Carynne esperó.
Por ese sonido de traqueteo.
Desde hace un tiempo.
Incluso cuando el ángulo de la luz de la luna había cambiado, todavía no había indicios de ese sonido.
Quizás…
Ella abrió la puerta. Allí, se vio que el señor del feudo estaba derramando lágrimas mientras se ataba la soga alrededor del cuello. Sin embargo, sus pies todavía estaban en la silla.
«Ah. Entonces es así.»
—Tienes miedo, ¿verdad?
—...No, no, no tengo.
Pero eso no era lo que decía su rostro.
—Tienes miedo de morir.
Carynne se acercó al señor del feudo. Ella lo entendía bastante bien. Incluso cuando ya estaba acostumbrada, todavía temía ese mismo sentimiento cuando estaba cerca: la anticipación del dolor, la creciente desesperación, el pensamiento final.
Ella pensaría, ¿y si este fuera realmente el final?
Cuando su respiración se detenía, llegaba a la conclusión de que todo el valor y el significado que había construido durante su vida no tenían sentido. Que ella no era más que un guijarro al costado de la calle. Que, incluso si ella no existiera, el mundo seguiría girando, y después de un millón de años, una sola persona no valdría nada. Como si fuera vencida por una gran ola, sería aplastada por este miedo.
Sin embargo, Carynne venció ese miedo.
Si fueras a morir cien veces, te verías obligado a superarlo. No tendrías más remedio que aceptarlo.
Ahora mismo, lo que Carynne temía durante los momentos previos a su inminente final no era el miedo a la muerte. Era el miedo a la vida. Era un miedo que invadiría sus sentidos hasta su último aliento.
Si volviera a vivir esta vez, ¿qué haría?
Entonces, ella se sentía sola. Después de todo, el señor del feudo nunca podría entenderla. La única persona que podría haber simpatizado con ella ya había muerto hace mucho tiempo. Ni siquiera tenía un solo recuerdo de ella. Carynne no podía recordar a Catherine.
—Está bien.
Y, sin embargo, incluso cuando el señor del feudo no podía entenderla, Carynne podía entenderlo. Él no lo sabía, pero ella lo recordaba. Podía recordar ese pasado aterrador.
Había pasado tanto tiempo, pero ella todavía lo recordaba.
Su primera muerte. Ese miedo.
—Ah…
Es por eso que ella podía entender lo que el señor del feudo estaba sintiendo mientras derramaba esas lágrimas, era esa sensación de vergüenza.
Aunque frente a una desesperación tan dolorosa que parecía que el mundo entero se derrumbaba, aún mayor era el dolor del anhelo de vivir.
Además del duelo por la separación de la vida, estaría la innegable sensación de no querer morir.
Miedo instintivo y negación.
—Y yo solo...
Se había perdido por completo en la indulgencia del amor incondicional. Y al pesar ese amor en la balanza, el resultado fue la destrucción de uno mismo. Hizo que la mente de su hija estuviera vacía, e incluso cuando ella se había adelantado a asesinar personas, racionalizó sus acciones de acuerdo con esto con amor.
El amor por su hija, el amor por su esposa, porque las amaba a ambas . Sin embargo, este amor finalmente no pesó más que su propia vida. Se podría decir que esto fue intrascendente, pero ese no fue el caso del señor feudal. El amor de Catherine no era lo único que importaba. El señor feudal se desesperó por el hecho de que el amor que sentía pesaba menos que su propia vida.
—Está bien. Entiendo.
Aun así, otra emoción estaba por encima de ese entendimiento. Era la sensación de inevitabilidad.
—Ja ja…
Carynne dejó escapar una risa desanimada.
«Jaja, mira esto, madre. Tu amor. Mira a tu protagonista masculino. Está llorando porque está asustado.»
—Entonces ese es el límite tanto de tu amor como de tu creencia. Ah, no te estoy acusando. Padre, así son todos. Ves tu propia muerte de la forma en que lo harían otras personas. No existe tal cosa como el amor que trasciende la muerte. Así que esa tampoco es la respuesta. Debe ser otra cosa. ¡Porque no eres tú, padre! Tanto amor está bien. Tanta creencia está bien. Efectivamente, encontraré la respuesta. Pero tu suposición fue incorrecta. Ja, algo así como “amor eterno” que puede superarlo todo, Dios mío.
—Y-Yo... yo...
La expresión del señor del feudo era un desastre. Carynne habló con amargura.
—No lo necesito. Padre, está bien. No estoy negando tu amor.
Carynne sonrió.
—Si es posible superar esto con el amor ordinario, ¿no debería haber una solución diferente, algo más que una emoción ambigua?
Quería consolar al señor del feudo. Lo hizo con mucha sinceridad.
—Está bien, padre. ¡Realmente lo está!
Carynne sonrió ampliamente al decir esto. Y ella se rio tan deliciosamente.
—No soy una persona tan inmoral como para querer desesperadamente ver el cadáver de mi padre. Ah, ¿no es así? De todos modos, es así. No importa, solo así. ¡Tú elegiste tu vida!
Luego, ella aplaudió.
—¡La vida es genial! ¡Ninguna cantidad de odio, amor o poder significa nada frente a la muerte! Y entre todos ellos, ¡hasta el amor! Sí, padre. ¡Así que elegiste la vida! ¡Si dejaras de respirar con solo una palabra mía, entonces ese tipo de vida sería un acto de blasfemia! ¡Sí!
Carynne aplaudió y rio. ¡Ay que alegría!
—Hablo en serio, si hubieras muerto, padre, habría hecho que sir Raymond se drogara y lo hipnotizara para que se enamorara de mí. Mm, ajá. Sólo quería ver hasta dónde podía llegar. Pero no tenemos que llegar a ese punto.
A diferencia de Carynne, que ahora se sentía más cómoda, el señor del feudo se sentía miserable.
—Yo… Catherine…
—Fufu, me alegro. En serio… Es terrible saber que los cien años que pasé están conectados a una emoción tan fugaz. ¡Pero estoy tan feliz, padre!
Carynne se acercó a su padre.
Estaba temblando. Llevó su cuello a la soga, pero no pudo patear la silla bajo sus pies. Antes de esto, escondió algunos cadáveres, mató personas, le lavó el cerebro a su hija y le dio drogas, todo en nombre del amor. Estaba ciego hasta ese punto.
—Yo…
El señor feudal creía a su esposa, y también creía a su hija. Él hizo. Les creyó. Eso es lo que pensó. Su esposa era de otro mundo, al igual que su hija. Repitieron sus vidas hasta que encontraron a su verdadero amor. Catherine se enamoró de él y se liberó del hechizo, y Carynne aún no había encontrado a su verdadero amor, por lo que estaba haciendo todo tipo de cosas.
—Mi querido.
Recordó las últimas palabras de Catherine.
—No me crees, ¿verdad? También piensas que es absurdo.
—No es así, Catherine. Mi esposa, mi querida amada. Mi diosa. Me creo todo lo que dices, todo lo que se trata de ti. Soy tu dios, así como tú eres mi diosa. Más aún, ¿cómo podría no creer en tu último oráculo?
—Entonces, por favor, cree en Carynne. Esa niña también encontrará el amor al final. No importa cómo se comporte, confía en ella.
El cuerpo entero de Catherine estaba atormentado por una enfermedad que no podía ser nombrada. Se desvaneció, como si su existencia se negara a estar atada a este mundo. Su cuerpo era lo suficientemente delgado como para que sus huesos sobresalieran, y la piel que alguna vez fue lechosa se había vuelto cenicienta, cercana al color gris. El señor del feudo corría de un lado a otro, pero Catherine lo tomó todo con calma.
—Finalmente, la muerte me da la bienvenida.
Se aferró a su esposa, quien dijo que la muerte era su vieja amiga, pero todo carecía de sentido. Incluso si el período en el que floreció su amor, el tiempo no podía retroceder. El señor del feudo no era Catherine. Incluso cuando él la creía, incluso cuando la amaba, el tiempo que tuvo Catherine no fue el tiempo que tuvo él. Catherine lo consoló, diciendo que había retrocedido en el tiempo, por lo que había estado con él durante mucho, mucho tiempo ahora, que, incluso cuando la muerte vino a abrazarla, ya no tenía miedo.
—Espero que la medicina de Nancy la ayude.
—Te daré toda la medicina que necesites.
—No me des más. Ni siquiera sabe bien.
Catherine se rio entre dientes. Incluso la risa se había vuelto difícil para ella. Mientras tosía, también salió sangre.
—¿Me crees?
—Sí.
—No me crees.
Carynne se rio.
—Eso me hace feliz.
Verdic arrastró a Isella bruscamente a una habitación vacía, y aquí, Isella empujó la mano de Verdic.
—¿Te has vuelto loca?
—No voy a dejar pasar algo así. —Isella rechinó los dientes con ira—. Aplastaré esa cara suya. Voy a cortarle el pelo primero, echarle alquitrán por toda la cabeza y luego la cara…
Verdic se quedó boquiabierto, desconcertado. ¿Esta niña perdió toda racionalidad por sus celos? Mientras su hija murmuraba y decía cosas duras, él la reprendió.
—¿Estás loca? ¿Qué tipo de desgracia acabas de mostrarle a la señora Elva? ¿Eh? ¡Aunque nos deba dinero, es una condesa, por el amor de Dios! ¡Y esa chica no es tu doncella! ¡No puedo creer que abofetearas a Catherine Hare durante la cena!
—Padre, también la llamas señora Elva.
—¿Qué?
—Si lo sabías, ¿por qué no me lo dijiste? ¿Qué clase de padre eres que no me dijiste? En ese momento... hace un rato, yo, ¿sabes cuánto me humilló Carynne?
Verdic se golpeó el pecho por la frustración. No podía creer lo celosa y enojada que estaba su hija en este momento porque ni siquiera estaba pensando en qué tipo de error había cometido, y por un asunto trivial.
—¿No entiendes lo que acaba de pasar? ¡¿No te das cuenta de cómo debes haberte comportado frente a esos nobles?!
Le gritó a su hija. En su indignación, Isella replicó enojada.
—¡¿Entonces no deberías haber nacido como un gran noble?! Padre, ¿sabes cuánto me han humillado solo porque no eres un noble?
—¡Isella!
Superado por la furia, Verdic finalmente levantó la mano. Isella se encogió por un momento, pero pronto recuperó su ira mientras respondía.
—¡Adelante, golpéame! ¡Al final, solo eres un advenedizo que tiene un poco de dinero! ¡AHHH!
Verdic recogió la olla que tenía a su lado y la arrojó a sus pies. Luego, mientras ignoraba lo asustada que estaba su hija, dio un paso sobre los pedazos rotos de la olla, respirando profundamente.
—No te golpearé… Tu compromiso está a la vuelta de la esquina, tenlo en cuenta.
Sentir demasiada ira también podría calmar a alguien. La mente de Verdic en este momento parecía haberse vuelto completamente blanca de rabia. Sin embargo, en comparación con su furia, las palabras que dijo ahora sonaban normales.
—Ten en cuenta cuántos contratos y personas están involucradas en tu matrimonio. Si haces más rabietas, debes saber esto: te castigaré de una manera que no dejará rastros.
—Hic…
—Ve a tu habitación en este instante. ¡Y discúlpate apropiadamente con la señorita Carynne Hare y la condesa Elva!
Isella sollozó de ira y frustración, pero cuando se dio cuenta de que Verdic estaba realmente enfadado con ella, dejó de hablar. Por mucho que complaciera a su hija con cosas materiales, también le exigía que se moviera como él quería. Era así ahora, y era así en el pasado también.
Isella salió al pasillo. Ella solo quería dejar esta mansión ya.
—…Hace frío.
Caminó por el pasillo con los brazos cruzados sobre el torso. Hacía mucho frío aquí. A pesar de que era verano, el aire helado impregnaba todo su cuerpo.
—…Quiero ir a casa.
El pensamiento cruzó por su mente que esta mansión no le convenía. Hace frío, es duro. Solo cosas extrañas sucedían en este lugar. Quería volver al calor de su propio hogar. Una vez pensó que este lugar era refinado, pero eso era solo una ilusión. Su padre creía que esta mansión tenía historia, pero para Isella, no es más que un lugar desagradable y de mal gusto.
—¿Disculpa? ¡Quién se disculpa con quién!
La expresión de Isella estaba teñida de un profundo resentimiento e irritación al recordar las palabras de Carynne hace un rato. Fingió ser educada y gentil, pero evidentemente, nunca fue ese tipo de persona por dentro.
—Es porque los padres arruinaron a la chica.
—Como te atreves…
«¡Cómo se atreve una chica como tú!» Isella se prometió a sí misma que echaría alquitrán en el cabello de Carynne. Aunque estaba un poco sorprendida por lo violenta que era su propia imaginación, en su mente, Isella ya había mutilado a Carynne en más de un sentido. Mientras hacía esto, se sintió un poco mejor.
—¿Eso te satisface?
—…No.
¿Eh?
Con la naturalidad con la que llegó la respuesta, Isella supo que la voz lejana era la de Carynne. Isella había llegado frente a la voz del señor feudal. Era una habitación que no le interesaba, pero escuchar la voz de Carynne adentro la atrajo.
«¿Abro la puerta, verdad?»
¿Esta chica también estaba siendo regañada por su padre? O tal vez... Isella podía sentir los latidos de su corazón. A medida que su curiosidad fue provocada... todo tipo de oscuras sospechas florecieron. Una doncella muerta. Un cadáver desaparecido. Alucinaciones. Un triste sacerdote. Una mujer adicta a las drogas.
La puerta se abrió en silencio. Y.
—A... ¿Ah?
Un cadáver colgaba de una soga.
Y Carynne estaba mirando ese cadáver.
Luego, con esos mismos ojos, miró directamente a Isella.
Mirar el rostro sollozante del señor feudal provocó una agitación sutil pero extraña dentro de ella. No fue una nueva oleada de afecto. Más bien, fue una pizca de desagrado y una pizca de alegría al ver a otra persona en su peor momento. Y también hubo un suspiro de alivio, como diciendo, ah, tú tampoco puedes hacer nada.
Carynne se sintió un poco más tranquila por el hecho de que su suposición de que el amor era la condición, que el amor era la respuesta, que la creencia absoluta era la respuesta, en última instancia estaba equivocada, tal como ella pensaba. Aun así, había un ligero sabor amargo en su boca que no podía eliminarse con esa tranquilidad.
—¿Por qué estás llorando? Sonríe, padre.
Carynne sonrió en lugar de él.
«¿Estás triste? ¿Estás frustrado contigo mismo? Pero tienes que sonreír. Yo también estoy sonriendo, ¿ves? Y luego tendrás que sonreír frente a mi antecesor que ya se adelantó a la siguiente frontera. Este es el alcance de la respuesta del amor, tal como dijo madre.»
—Padre, no crees en madre. Acabas de usar a madre como excusa. Si realmente la creyeras, no habrías dudado. Sabes, en serio, si creíste incluso una palabra, ¿entonces por qué no has muerto? No hay razón para que no mueras, ¿verdad? ¿No es este mundo sin tu amor todo blanco y negro ya? ¿No es todo un sinsentido?
«¿Verdad? ¿No es así como se supone que es el amor? Si no, entonces es tan injusto.»
—Por lo menos, si yo, si madre, si incluso muchas más mujeres están destinadas a sentir amor hasta el punto de morir por él, ¿entonces no debería ser correspondido tanto? ¿No deberías amarla tanto también?
—Catherine… yo…
Ya no podía decir las palabras “Te amo”.
—Es lo que pensaba.
Carynne le tocó la mano con suavidad y cerró los ojos.
—Dijiste que es incondicional, ese tipo de emoción. Mmh. Bien. Te diré lo que pienso. Padre, padre, escúchame.
Dio vueltas en un baile y señaló suavemente el retrato.
—En primer lugar, me gustaría expresar mi agradecimiento tanto a padre como a madre por darme esperanza. Gracias. Madre también pasó por ese extraño fenómeno de morir y volver a la vida en la misma novela, pero al final lo resolvió. Me habéis dado esperanza. Maravilloso. Qué prometedor.
Luego, ella continuó.
—Parece que no necesito ningún amor.
Incluso con el ceño fruncido, era posible sonreír.
El señor del feudo todavía tenía esa soga alrededor de su cuello. Continuó aferrándose a la cuerda con manos temblorosas. Carynne suspiró y luego se lo dijo.
—Si ni siquiera puedes suicidarte, solo baja de allí. Debe dolerte el cuello.
—N… No, no. Yo creo.
El señor del feudo respondió con urgencia. Sin embargo, al final, todavía no pudo patear la silla debajo de él. Carynne solo frunció el ceño y suspiró, luego continuó.
—Es demasiado tarde.
—No es... no, demasiado tarde.
—Lo es. En el mismo momento en que dudaste, ya es demasiado tarde para ti, padre.
«Si tanto quieres morir, entonces te ayudaré.»
Carynne apretó los dientes y luego respondió.
—Incluso si te ahorcas ahora con prisa, eso no absuelve tu vacilación. Has dado tu respuesta. Por lo menos, ese es tu amor, seguro. No es tan grandioso.
Carynne se acercó al lado del tembloroso señor feudal y lo palmeó como para consolarlo. Quería darle una palmada en el hombro, pero él estaba demasiado alto, así que le dio una palmadita en la pierna. El señor del feudo reaccionó agarrando la cuerda aún más fuerte, pero a pesar de su nuevo intento, todavía no pudo ahorcarse.
—Padre. Si realmente te ahorcaste aquí, ¿qué crees que haré después?
Esperó a que él respondiera solo por un momento rápido mientras respondía su propia pregunta de inmediato.
—Lo primero que habré hecho será buscar la droga. Entonces también pensé que debería aprender sobre la hipnosis de Nancy más tarde.
No hubo respuesta.
De todos modos, a Carynne no le importaba.
—Si una medida de emoción es la respuesta, entonces me pregunto cuánto debería haber. ¿No debería mi protagonista masculino morir tantas veces como yo? O al menos tal vez alguien que con mucho gusto se suicidaría. De esa manera, al menos…
Carynne sopló la vela del escritorio del señor feudal.
Y la llama se apagó.
—Al menos valdría lo mismo.
Ella tomó el candelabro de plata. Era pesado y afilado. Leyó sobre un escenario similar en una novela que había leído antes. No, ¿ya lo había leído? Carynne inclinó la cabeza hacia un lado y luchó con sus recuerdos, pero seguía confundida.
«Ah, bueno, lo que sea. Colgarse. O apuñalar. Fuera lo que fuera, mientras tanto le permitiera matar a otro.»
—Si rodar en la cama puede llamarse amor físico, y si los santos pueden brindar ayuda a los necesitados con su misericordia y bondad y llamar a eso también amor, ¿qué clase de valor tiene el amor de una pareja casada? Nunca he experimentado estar casada tanto tiempo, así que tengo curiosidad. Fufu, si te hubieras suicidado, padre, esto es lo que habría hecho: aplaudir a tu verdadero amor, drogar a mi protagonista masculino, lavarle el cerebro y hacer que solo me mire a mí. Y mientras digo sólo la verdad y nada más que la verdad, haré que mis palabras sean consideradas como revelación de Dios. Al igual que tú, padre, como te convertiste en cómplice de asesinato solo porque escuchaste las palabras de madre, si Raymond me cree y comienza una rebelión por mí, entonces eso también podría ser divertido. Si algo así sucede, entonces creo que estaré bien en esta vida. Después de todo, he decidido matar por mi propio placer.
Su cara ya se había vuelto gris.
—Padre, no quieres morir, ¿verdad?
—No.
El señor del feudo parecía como si no pudiera soportar cuánto se despreciaba a sí mismo. Al mirar el rostro del señor feudal, Carynne sugirió algo.
—Deja que te ayude.
Y con eso, sus palabras sonaron como salvación para él. Incluso cuando el señor del feudo no podía quitarse la vida, no quería rechazar la mano que le tendía: la mano de Carynne, que tenía el mismo rostro que Catherine.
Los humanos eran complejos, al igual que insondables.
Encontrando gracioso cómo su rostro ahora mostraba un poco de satisfacción, Carynne se rio del señor del feudo. No tuvo el coraje de suicidarse al final, pero tuvo el descaro suficiente para hacer que su hija cometiera un parricidio.
—Pero antes de eso, hay algunas otras cosas sobre las que tengo curiosidad. Antes de que tú y madre comenzaran a verse, ¿conocías a los otros hombres que cortejaban a madre? ¿O por casualidad, has dejado algo así como un recuerdo peculiar?
—Yo…
En ese momento, los ojos del señor del feudo se desorbitaron. Sus piernas temblaban. Su rostro estaba distorsionado. Sus gemidos resonaron en la habitación, pero ese sonido tampoco duró mucho. Tom fue más rápido que Carynne. Lo cierto era que había estado esperando su momento hasta que pudiera entrar corriendo. En el momento en que Carynne levantó el candelabro de plata y se volvió hacia él, el niño salió corriendo.
—K… eugh…
Tom había estado parado junto a la puerta, pero corrió hacia adelante rápidamente y tiró de la pierna del señor feudal. Incluso cuando lo pateaban, Tom usó todo su cuerpo para agarrarse y tirar hacia abajo. La plataforma donde el señor del feudo había estado parado fue empujada hacia afuera, y en la lucha, la soga lo atrapó por la garganta y lo estranguló por completo. Era más rápido de lo que crees: quedarse sin aliento.
Entonces, dejó de moverse.
Estaba muerto.
Pero más importante.
—¿Por qué?
Carynne estaba completamente desconcertada.
«¿Por qué? ¿Por qué demonios? Tan nervioso ahora, ¿por qué diablos estás aquí?»
—¿Qué acaba de suceder?
El acto de asesinato se había realizado en un abrir y cerrar de ojos que no podía creer que sucediera.
En ese mismo momento, Carynne realmente no podía pensar en nada en absoluto.
Por algo que nunca sucedió antes, por algo que no pudo haber previsto, fue un shock demasiado grande que no pudiera sentirse entretenida adecuadamente.
—Qué acaba de suceder.
Carynne recogió con retraso el candelabro de plata, pero su padre ya estaba muerto. Apuñalarlo aquí no sería más que un acto de arañar un trozo de carne. Carynne parpadeó. ¿Qué fue lo que ella sintió? ¿Vacío? ¿Enfado? Ella no lo sabía
Ella rumió.
—¡Tomas!
Sin embargo, ella no podía entenderlo.
¿Por qué resultó así?
Sucedió en un instante.
Tom mató al señor del feudo.
—…Que demonios.
Carynne miró la cara de Tom una vez más.
Tom también miró fijamente a Carynne. Tom no estaba enojado, ni estaba encantado. Mostró una apariencia que era diferente de la acción audaz que mostró hace un momento.
En el momento en que Carynne vio esa expresión, se desanimó.
«¿Por qué? ¿Por qué pones esa cara? Entonces, ¿por qué hiciste eso?»
—Yo no…
—…comprendo.
Carynne no podía comprender lo que acababa de ocurrir.
—Eh, eh, sí. no lo entiendo No eres el personaje principal y... Realmente no lo entiendo. Tú, quiero decir, Tom no deberías haber hecho algo como esto aquí. Hasta ahora, es solo que te he colmado de mi favor, te he dado mi admiración, fuiste el peldaño de mi amor.
Por disgusto por sí misma, Carynne se encerró.
Cierto.
Al final del día, Carynne no consideraba que Tom fuera importante. ¿No estaba simplemente actuando bajo la impresión de cómo pensaba que haría un personaje principal en una novela, por eso salvó a Tom?
—¿No está bien?
Su asquerosamente extrema obsesión por la vida. Tan pronto como vio cómo se quemaba la boca, Carynne tuvo una corazonada.
Esta vez otra vez, por sus pecados, Tom moriría. Y como esta era una conclusión plausible... Carynne también estaba convencida.
Carynne estaba dispuesta a quitarse la vida.
—No solo estoy decidida…
Ella estaba deseando que llegara.
¿No sería esto también una buena progresión? Una trama cliché. Una historia sobre el bien y el mal. Una historia llena de venganza por el bien de los padres. La historia de matar al asesino loco y finalmente lograr la felicidad.
Viviendo laboriosamente una vida llena de amenazas y burlas, el niño cometió una mala acción que lo llevaría a estar gradualmente saludable... Pero solo un año era demasiado corto. Si la historia fuera más larga, ¿aparecería otro villano en el futuro?
Carynne se preguntó.
—Si tú... ibas a matar a alguien, pensé que sería a mí.
Debido a su lengua cortada, solo podía gemir y hacer ruidos, pero esto fue suficiente para que el niño expresara su ira. Tom usó todo su cuerpo para mostrar su rabia. Como Tom había observado todas las fechorías de Carynne, llegó a conocerla. Se dio cuenta de su locura y su creencia.
—...Descubriste cómo joderme.
Carynne desvió la mirada de Tom al cadáver de su padre. El rostro del otrora apuesto hombre estaba grotescamente distorsionado. Debía haberse preparado mucho para su propia muerte, pero no se preparó para este tipo de muerte.
—Con esto, ¿estás satisfecho?
Ella tenía curiosidad. ¿Estaba satisfecho con esto?
Las experiencias pasadas de Carynne fueron, al final, extremadamente limitadas. Carynne recordó a Tom como era en el pasado. Tom era una rata callejera cuyo padre era un violador. Como tenía el papel de la protagonista femenina, Carynne adoptó a Tom. El niño murió eventualmente, pero su muerte fue escrita con tanto detalle en la novela.
—¿Está bien usar este tipo de dispositivo de trama? ¿Estás buscando el modificador de “la revuelta de un personaje secundario”, algo así? ¿Prefieres ese tipo de progresión? Tomas. Tomas. Dime. ¿Qué piensas? Esto, lo que acabas de hacer, ¿es un acto de traición del personaje secundario rebelde en la “historia”?
Pero no hubo respuesta. Tom era mudo. Porque sacrificó su propia voz por el bien de su vida. Y en este mismo momento, el silencio de Tom fue su venganza contra Carynne.
—Dime…
Aun así, Tom se negó a responder, ni siquiera asintió ni reaccionó ni nada.
Luego, miró directamente a los ojos de Carynne y levantó las comisuras de sus labios.
Carynne dejó escapar una risa abatida.
Se sentía como si le hubieran dado un puñetazo en la cara. Carynne no podía pensar en otra analogía con lo que estaba sintiendo en ese momento.
—Esta vida no va como yo esperaba.
Carynne esperaba cambiar su carácter.
Entonces, para comprender la historia por completo, también tendría que tratar de comprender a ese chico que la miraba con tanto miedo en los ojos y, sin embargo, mató al señor feudal de esa manera. Si pudiera hacer eso, entonces sería capaz de aliviar esta pesadez que estaba presionando su estómago.
—Pero honestamente, no importa.
En ese momento, sintió una presencia.
«Mierda.»
Carynne notó que cuando Tom salió corriendo, dejó la puerta abierta. Él la estaba jodiendo hasta la médula.
Entrecerró los ojos ante la puerta abierta.
Allí, vio una cabeza de cabello rubio desteñido. Solo había una persona que tenía ese color de cabello dentro de toda esta mansión. Ante esto, Carynne suspiró y se acercó a la puerta, pensando que quizás era una suerte que solo fuera Isella.
Este escenario había sucedido una y otra vez. Esta fue la primera vez que la muerte del señor del feudo fue obra de Tom, pero no era la primera vez que el señor del feudo moría. Además, no era la primera vez que Isella era testigo de la muerte del señor feudal.
Esto todavía estaba escrito en la historia. Esto era manejable. Esta era una historia que todavía estaba dentro de los límites de su control.
Carynne caminó hacia la puerta.
Tendría que trabajar una vez más. Carynne visualizó en su mente una expresión normal. Una cara que sería adecuada para esta escena.
«No te rías. No te enfades.»
Dio un paso más.
Ahora, tenía el rostro de una hija sorprendida que había visto la muerte de su padre. Ella hizo su cabello desordenado. Se frotó alrededor de los ojos para difuminar su maquillaje. Las lágrimas corrían naturalmente por sus mejillas.
Un paso más.
A Isella, Carynne le recitó las habituales líneas de diálogo.
—I-Isella… ¿Qué debo hacer? Mi padre, m-mi padre…
Entonces, el último paso la llevó al umbral.
Carynne abrió más la puerta y allí estaba Isella. Las lágrimas de Carynne cayeron profusamente. e Isella…
—Ah.
Un suspiro fue suficiente.
Con ese suspiro,
Carynne se dio cuenta de que Isella no le creía.
E Isella también se dio cuenta de que Carynne lo había notado.
Suspirando, Verdic sacó su pipa del bolsillo de su abrigo. Lo llenó y lo encendió. El humo se elevó mientras su estado de ánimo se humedecía.
—Es tan difícil criar a una hija.
Le habría resultado más fácil si hubiera tenido una hija tan educada como Carynne Hare. Verdic amaba de todo corazón a Isella, pero su comportamiento esta noche fue un paso demasiado lejos.
—…Maldición.
Fue a través del matrimonio de su hija y Raymond que recibiría los derechos de extracción de diamantes de la mina Helaion, garantizados. Solo pensar en los numerosos contratos y horarios que acababa de pisar su hija ya le estaba dando dolor de cabeza. La ya complicada transacción se había torcido aún más.
No, ¿no estaba ya jodido? La condesa intentaría profundizar en cualquiera de las deficiencias de Verdic aquí. En primer lugar, ¿no estaba siendo amable con Carynne Hare incluso cuando no se conocían ni estaban afiliadas? Verdic se sintió abatido por el hecho de que Isella hubiera abofeteado a Carynne justo en frente de la condesa.
—¿Por qué estar tan preocupado con tantas cosas inútiles? Esa niña debe saber cuándo debe dar un paso atrás. Incluso en ese lugar…
Después de que su ira se calmó, fue la amargura lo que se asentó. Quería darle a Isella solo cosas buenas. Isella preguntaba por qué no le daban su parte y se quejaba, pero, sinceramente, Verdic no quería darle eso. Isella no tenía ninguna apariencia de moderación.
¿Era tal vez el privilegio de una hija? El trabajo sucio y la violencia era cosa de hombres. Isella no necesitaba sumergir los dedos de los pies en eso.
Verdic lo creía y no tenía ninguna duda al respecto.
Una mujer solo tendría que usar ropa fina, escuchar música, admirar a los hombres guapos, llorar y criar a sus propios hijos una vez que llegara el momento.
—¿Cómo diablos Selena crio a Isella?
Culpando a su esposa, Verdic bajó la pipa. Él y su esposa, de un modo u otro, se las habían arreglado para vivir juntos bastante bien durante muchos años. Ella dio a luz a un hijo y una hija y pasó por alto a las amantes de su marido. Siempre fue conocida como una esposa sabia.
Pero Isella era diferente. Era propensa a los celos y se quejaba mucho. ¿A quién diablos tomó Isella?
—Ah…
Verdic cerró los ojos y se apretó la frente palpitante. Planeando comprar una nueva mujer tan pronto como regresara, cerró las ventanas y puertas, luego cerró los ojos una vez más.
Isella se obligó desesperadamente a pensar.
«Ahora qué. ¿Qué debo hacer? Me atraparon. Me atraparon.»
—…Isella.
—C-Carynne. El… s-señor feudal ha f-fallecido...
«Expresa tus disculpas. Piensa que es una pobre chica. Vamos, piensa que es una pobrecita. ¡Si no pienso eso desde el fondo de mi corazón, entonces seré atrapada!»
—O-Oh, Carynne... Es una cosa tan... terrible.
«Esto no puede ser. Mi voz está temblando.»
Isella trató de obligar a su rostro a convertirse en una sonrisa, pero su cuerpo no se movía como quería.
Carynne en cambio fue quien le sonrió. Su sonrisa era tan natural. Carynne respondió.
—¿Qué es esto, señorita Isella?
—¿Q-Qué?
—Zorro astuto, tú.
Carynne no dudó. El candelabro de plata que había escondido detrás de su gruesa manga fue sacado, apuntando precisamente a la sien de Isella.
—¡AHHHH!
—¿Desde cuándo has estado mirando?
Con una sonrisa irónica, Carynne se acercó más.
—Shh... Eres demasiado ruidosa.
—¡AH! AAAAHHH! AAAAAAAHHHH!
—Dije que eres demasiado ruidosa.
Los dientes blancos de Carynne brillaron en la oscuridad. Se oyó una risa repugnante y detestable. Esa risa sonaba como el ruido que haría un insecto volteado. Debajo de la hermosa apariencia de esa chica, la locura se escurrió.
Isella necesitaba retroceder. Se las arregló para evitar un golpe en un punto vital en ese momento debido a su nerviosismo. Fue debido a esa energía nerviosa que no pudo actuar correctamente, pero también fue por eso que su vida se salvó. Isella se escapó de inmediato.
—¡Ayuda! ¡Cualquiera! ¡AAHH!
Carynne corrió tras Isella.
—¡Isella! ¡Sólo un momento!
—¡AHHHHH!
Isella desapareció en un instante.
—Sin embargo, solo tomará un momento...
«Se hará en un segundo rápido. Ja, qué desperdicio. Todo esto en medio de la noche, y para qué.»
No pensó que la perdería. Carynne chasqueó la lengua. Todavía no estaba acostumbrada a esto.
Sin embargo, afortunadamente para Carynne, Isella corrió directamente hacia el corredor norte, que la gente no solía usar. Luego, al final había una escalera. Carynne imaginó la disposición interior de la mansión en su mente.
—Tengo que retroceder.
Incluso si no hubiera mucha gente en este lugar, era solo cuestión de tiempo antes de que la gente viniera aquí ya que Isella había gritado así. Por ahora, Carynne debería atraerla a un lugar por el que era menos probable que pasaran otras personas.
Carynne agarró el candelabro y corrió tras Isella.
—¡Asesino! ¡Asesino! AAAAHHHHH!
—¡Señorita Isella! Hablo en serio... ¡Por favor, espera, tengo algo que decir! ¡Señorita Isella!
El terror moderado estaba presente.
En realidad, no tenía que correr tan fuerte y, en cambio, podía tomárselo con calma. Aún así, tendría que asustar a Isella un poco para ir a donde tenía que ir. Entonces, Carynne la esperaría allí.
Carynne era consciente de la sonrisa inconscientemente amplia en sus labios. Esta sonrisa era mucho más natural en comparación con la que le dio al señor del feudo antes. Había muchas cosas que la deleitaba en esta vida. Y cuando vio las manchas de sangre de Isella, se lamentó por un momento. Se compadecía de la chica, así que tendría que matarla de una vez.
—Señorita Isella... Está sangrando mucho.
La sangre goteaba tras cada uno de los pasos de Isella. Estos eran los rastros de la presa de Carynne.
¿Cuántas veces necesitaría apuñalarla, golpearla o estrangularla?
—Isella Evans. Ya sabes… Los pecados de los padres son heredados por el hijo. Voy a confesar, entonces. Para ser honesta, mentí en ese entonces. Estoy de acuerdo con lo que dijiste. No me mataste, pero el señor Verdic me mató varias veces. Es por eso. Tengo muchas ganas de ver morir al señor Verdic. Pero sabes, pensé en algo más interesante que envenenarlo. ¿No sufriría mucho el señor Verdic si murieras? Por eso, el padre puede expiar sus pecados a través de su hija. Mm… ¿Suena bien? Tal vez no lo sea. Honestamente, solo solté lo primero que se me pasó por la cabeza. Ja, ja. ¿Puedes oírme, Isella?
Por alguna razón, estaba emocionada.
Carynne balanceó el candelabro. Le gustaba sentir su peso. ¿Estaba experimentando el placer de cazar? La caza era un entretenimiento de hombres. Durante cualquier cacería, Carynne siempre se quedaba atrás, preparando algunas comidas, animando cuando Raymond traía un zorro.
Esto era mucho más divertido que eso. Ella prometió que la próxima vez intentaría empuñar un arma más grande en los cotos de caza. Carynne sintió que era una pena que la única arma que podía manejar fuera una pistola. Tal vez sería divertido dispararle a algo desde muy, muy lejos usando una mira telescópica. En eso era bueno Raymond.
—El pasatiempo de la caza es bastante... emocionante también, Isella.
Incluso si ella no muriera, esta era todavía una situación en la que no sabía si moriría a manos de Carynne o no.
¿El partido de tu vida? Ah, qué divertido. Como era de esperar, esta era una forma de entretenimiento mucho más simple en comparación con la oscilación entre la fantasía y la realidad. Esta fue una buena decisión. ¿Tal vez sería una buena idea volver a matar en la próxima vida?
—Ah… no debería volverme adicta. Dios mío.
El latido urgente de su corazón la llenó de placer. Carynne se quitó los zapatos de tacón para ocultar el sonido de sus pasos.
Aunque intentó cazar algunas veces antes, no sentía afinidad con los animales. Pero ¿qué pasaba con la gente? Los latidos de su corazón la hicieron querer soltar una carcajada. En la medida en que ella también deseaba tararear.
Isella pensó que ya había corrido durante mucho tiempo, pero el pasillo parecía interminable.
«¿Dónde estoy? Este lugar es una mansión. ¿Cómo salgo? No sé. Las escaleras. Tengo que volver a las escaleras. No sé el diseño de la mansión. Necesito salir de aquí ahora mismo.»
Pero después de que Isella corriera por las escaleras, que estaban al final del pasillo, no tuvo más remedio que maldecir.
—¡Maldición!
Isella bajó corriendo, pero cuando llegó al final de la planta baja, descubrió que estaba cerrada con llave.
—Isella…
Podía escuchar pasos desde la distancia. Debía ser Carynne. Por extraño que pareciera, Isella no se encontró con nadie más a pesar de que estaba gritando mientras huía. Sin embargo, debería haber sirvientas y asistentes aquí.
—Tomé el camino equivocado…
Fue a un pasillo sin usar. No estaba familiarizada con esta vieja mansión, por lo que ni siquiera sabía a dónde debía o no debía correr. ¿Era este lugar realmente tan grande?
Isella se tapó la cara y apretó los dientes. El sonido de esos pasos se acercó.
Al final, tuvo que correr al otro pasillo.
—Lo sabía... sabía que era ella.
Cuando Isella vio su rostro, lo supo.
Carynne mató al señor del feudo.
Incluso si no hubiera visto el asesinato con sus propios ojos, Isella se dio cuenta en ese momento. Carynne era responsable de todo. Ella no veía a las personas como personas. Ella engañó a la gente con ese hermoso rostro y comportamiento gentil solo para clavarles un cuchillo en el cuello.
Estaba segura de que Carynne también fue quien mató a esa criada.
—Huuk, huuk... huuk.
Isella corrió.
Incluso si su locura fuera despojada de ella, y a pesar de lo aterradora que era, Carynne era solo una chica de diecisiete años. Y ella no tenía un arma con ella. Todo lo que tenía era un candelabro de plata.
Cualquiera que fuera la fuerza que Carynne tenía en ella, no había manera de que pudiera igualar la de un monstruo o la de un hombre. Incluso parecía más frágil que Isella. Ella era tan delgada.
—Me aseguraré de que te pudras en la cárcel.
Isella se prometió a sí misma. No, ella se aseguraría de que Carynne fuera ejecutada. Pensando en esto, ella se rio. Isella podría incluso convertirse en una heroína. Carynne fue una asesina que mató a su propio padre y también podría haber matado a algunas personas más. Después de atrapar a esa chica, Raymond seguramente haría una reverencia de admiración por Isella y lamentaría sus acciones anteriores.
—Uh.
Pero antes de eso, necesitaba vivir.
Mirando a su alrededor, Isella empujó la primera puerta que vio frente a ella.
—Maldita sea.
Estaba cerrada. ¿Estaba cerrado porque era un pasillo sin usar? Empujó la lengua hacia arriba y contuvo la respiración. Afortunadamente, Carynne se movía más despacio que Isella y ya no podía oír los pasos de la otra chica.
—Ta-da.
—¿Eh?
Alguien puso una mano en su hombro. Mientras Isella contenía la respiración, escuchó una risa entrelazada con el susurro que fluía hacia sus oídos.
—¿Cómo podría perderte dentro de mi propia casa?
Como una pesadilla, Carynne se rio.
—¡A… Ah, AHHH!
Isella se sacudió el hombro de Carynne y pisoteó el pie de Carynne con todas sus fuerzas. Crujido. Cuando escuchó el espantoso sonido, Isella vitoreó interiormente.
—Tus habilidades de actuación no son una broma.
Incluso cuando le sangraba el pie, Carynne sonrió. Como si no sintiera dolor en absoluto. Y luego, se acercó a Isella una vez más.
—¡Ah, AAAHHH!”
Completamente asustada, Isella gritó a todo pulmón. Esa chica era un monstruo.
Carynne se acercó y sonrió. Como si estuviera en el jardín o en la sala de música. Parecía una jovencita bien educada, pero le seguía sangrando el pie y caminaba con ese candelabro en una mano.
Con una brillante sonrisa en su rostro, Carynne habló.
—Isella… Nosotras dos. ¿Seremos amigas en la próxima vida?
—¿Qué?
Isella nunca podría haber esperado que estas palabras salieran de sus labios, y la confundieron aún más en la situación actual.
—Verdaderamente como se esperaba, escuchar gritos es algo tan maravilloso.
Y solo había una cosa que Isella podía responder.
—…Lunática.
Ella disparó el comentario e inmediatamente se escapó. Si su vida no estuviera en peligro en este momento, incluso le habría señalado con el dedo.
—Eso es muy malo… Pero tal vez podamos ser amigas la próxima vez. Tú…
—¡Déjame en paz!
Carynne expresó su decepción mientras se encogía de hombros, pero siguió persiguiendo a Isella desde lejos. Solo verla caminar así, con un pie arrastrando detrás, era algo tan espantoso de ver. Isella apretó los dientes.
Entonces, una vez más continuaron la persecución en ese pasillo oscuro.
—Ja, ja, ja.
Estaba sin aliento. Su corazón latía como loco. Su cuerpo tampoco estaba tan en forma. Isella maldijo este interminable pasillo.
Tal vez todo esto fue solo un sueño. Si se desmayara aquí, tal vez todo se arreglaría y despertaría en su cama.
No. Improbable. Isella se burló de sí misma mientras continuaba corriendo.
—Haa... huk...
Ya estaba en su límite. Sin embargo, justo antes de colapsar, Isella encontró a alguien.
—Ah.
Al otro lado de la oscuridad, encontró gente allí.
—Quizás…
No. Esa no era una mujer. Isella entrecerró los ojos y comprobó con certeza, luego dejó escapar un pequeño suspiro de alivio.
«Allí, seguramente es un hombre. No es Carynne en absoluto. ¡Finalmente!» Isella vitoreó.
—¡Ayuda! ¡Por favor sálvame!
Isella corrió con todas sus fuerzas hacia esa figura.
—¡Huuk, huk, huk… As… Asesino, un asesino…!”
Isella corrió hacia esas personas con toda la fuerza que le quedaba y luego se derrumbó. Calor. Otra gente.
—¿Qué ocurre?
Uno de ellos sostuvo a Isella y preguntó. Gente. Eran reales. Finalmente encontró a otras personas.
—Allí... hubo un asesinato... Carynne Hare... Ella es la asesina. Ella mató a alguien… Ella mató a su propio padre…
—Qué vas a…
El otro hombre jadeó como si él tampoco pudiera creerlo, luego gimió. Debía ser difícil de creer para ellos. Pero lo que fuera, finalmente se acabó.
«Estoy a salvo.»
—¿El Señor del Feudo?
—Todo... Todo es su culpa...
Junto con el alivio que se apoderó de ella cuando encontró a otras personas, sintió que las piernas le fallaban.
«Esa loca. Estás acabada ahora.»
Isella estuvo a punto de estirar el cuello para mirar hacia arriba. Pero no pudo.
—...Urk.
Dedos pálidos envueltos alrededor de su cuello. Isella luchó mientras esa mano la levantaba lentamente del suelo.
¿Por qué?
—…Sabes.
La oscuridad cubrió la visión de Isella.
—Te lo advertí muchas veces.
Una voz de barítono se hundió en sus oídos.
—No prestes atención a las cosas inútiles.
Carynne agarró el candelabro de plata y se apoyó contra la pared. Ella quería llorar. Así lo hizo.
Cálidos chorros corrían por sus mejillas. No había nadie aquí. ¿Por qué? ¿Dónde desapareció ese personaje secundario que se le escapó entre los dedos? No podría haber escapado de este pasillo.
—Isella... ¿Dónde estás?
Isella había desaparecido. Desapareció cuando se suponía que debía estar aquí. Al igual que Nancy. Como ella ese día.
—Isella. Isella. Señorita Isella Evans…
«Puedo llamarte una y otra vez así, como un amante cariñoso. Por favor, sal. Por favor, no desaparezcas. Muere en mis manos. Por favor, sal y grita. Esto es demasiado. Estoy volviendo en espiral al mundo de la locura otra vez y lo odio. Debería ser Carynne quien mate a Isella.»
Pero no importa cuántas veces caminó de un lado a otro del pasillo, no pudo encontrar a la chica.
—¡ISELLA EVANS!
A pesar de que gritó tan fuerte, Isella no salió.
Carynne se derrumbó en el suelo. No podía dejar de llorar.
«Por favor, sal. Quiero que mueras en mis manos. O puedes matarme. No me importa lo que sea. Odio este mundo sin sentido. Nada está claro, la verdad es ambigua, este lugar es demasiado.»
—Por favor sal…
Carynne esperó, moviéndose lentamente.
«Está bien. Esto todavía está bien. Vamos a pensarlo. Pongamos en duda al respecto. La duda es lo que me salvará. Pensemos de nuevo, adónde fue Isella.»
Pero no. No estaba bien.
—…Duele.
El dolor se disparaba desde su pie. Carynne se acurrucó en ese pasillo.
—Duele mucho…
«Creo que me estoy muriendo.»
A Carynne no le gustaba el dolor.
Pero lo que odiaba más que el dolor era el hecho de que Isella se había ido. Una vez más, Isella había desaparecido. Si hubiera logrado escapar, no se habría quedado tan callada.
Esta situación era tan pesada y desagradable.
—...No seas así.
En serio lo odio, algo como esto. ¿Era demasiado desear que una persona muriera, enterrarla seis pies bajo tierra, esperar a que ese cuerpo se pudriera, con la esperanza de que el tiempo pasara?
Carynne se secó las lágrimas y volvió cojeando al estudio del señor del feudo. Cada paso le traía dolor. En el mejor de los casos, sus huesos estaban fracturados. Pero fue este dolor lo que, al menos, consoló a Carynne.
Isella desapareció y dejó a Carynne en pánico, pero el dolor que Isella infligió también fue lo único que pudo salvar a Carynne.
—…Regresaré.
Ella ya ha ido y venido muchas veces. Era una pérdida de tiempo dar una vuelta más aquí. Carynne decidió confirmar algo más que era importante.
—De ninguna manera. No creo que sea eso.
Durante todo el tiempo que estuvo de regreso al estudio, Carynne murmuró:
—De ninguna manera, de ninguna manera. Ha llegado a esto ahora, pero es demasiado malo.
Algo estaba a punto de suceder como ella deseaba, pero luego, ¡esto de nuevo! La historia se arruinó de nuevo, ¡esto era demasiado!
Carynne reprimió el impulso de gritar y se obligó a moverse. Moverse con un pie hinchado le estaba tomando demasiado tiempo y le estaba dando mucho dolor. Le tomó al menos cinco veces más de lo habitual caminar de regreso al estudio.
Cerró los ojos y oró.
—Por favor…
«Por favor, no desaparezcas, padre. Odio esto. Odio tener delirios, también odio los misterios.»
Antes de abrir la puerta, Carynne respiró hondo. Agarró el pomo, lo giró.
Y abrió la puerta del estudio.
—Ah…
Qué suerte. El cuerpo del señor feudal todavía estaba allí, balanceándose ligeramente mientras estaba suspendido en el aire. Se veía igual que cuando lo había dejado antes. Carynne dejó escapar un suspiro de alivio después de asegurarse de que todavía estaba allí.
«Qué alivio. Padre, estás realmente muerto.»
—Padre.
El cuerpo fue colgado allí mismo. Aunque Isella había desaparecido, el cadáver de su padre aún colgaba de esa manera. Entonces, ¿fue que Isella realmente logró escapar?
—Tom… ¿Estás ahí?
Carynne sostuvo el candelabro con más fuerza mientras miraba alrededor de la habitación. Tal vez Isella también esté aquí. Como dicen, vuelves a donde empezaste. ¿Derecha? Quizás. Isella podría estar escondida aquí mientras pensaba que no la encontrarían.
Carynne miró debajo del escritorio y miró a través de las estanterías. Tropezó y se desplomó varias veces porque le dolía mucho el pie, pero siguió mirando entre los sofás y las estatuas, con la esperanza de ver también una cabecita que se agachaba por su vida…
Tom no estaba aquí.
—¿Te escapaste a otro lugar?
Ese podría ser el caso. Carynne no estaba sorprendida por esto. Como había hecho algo tan resueltamente hace un rato, seguramente ya se había ido hace mucho tiempo, aprovechando la situación actual.
—Si deseas venganza, entonces sal ahora... Yo también puedo matarte.
Aun así, solo había silencio en la habitación. En medio de la sensación de soledad que se instaló en silencio, el único aquí aparte de ella era el señor feudal, que ya se había convertido en nada más que un objeto, moviéndose levemente, lentamente, de un lado a otro como un péndulo.
Y entonces... un estallido de gritos.
Se podía escuchar a los sirvientes gritando y gritando. La voz más alta era la de Borwen. Estaba pidiendo a la gente que evacuara la mansión.
—Ah…
Se acabó.
Carynne se cubrió el rostro lloroso con ambas manos.
Ahora era imposible arreglar todo.
Cualquiera que fuera sorprendido por haber matado a alguien sería encarcelado.
«No, está bien.»
Este no fue el peor resultado. No. Esto era mucho mejor en comparación con la desaparición de su padre, la desaparición de Isella, la desaparición de todo lo demás: su sentido del tiempo, su vista, sus sentidos se estropearon.
La situación actual era esta: el asesino sería capturado y enviado a la cárcel.
Pero claro, esto era el mal menor. Carynne se rio abatida. Una vez que hubiera sido enviada a la cárcel, no obtendría más información después de esto. Si todo salía bien, sería considerada una loca... una loca que mató a su propio padre.
Isella ciertamente daría testimonio de esto. No tenía sentido tratar de decir que Tom fue en realidad quien mató al señor del feudo. Isella estaría en el estrado de los testigos y testificaría que Carynne fue quien lo mató y que Carynne también intentó matar a Isella. Ella no sería capaz de salir de esto.
Aún así, Carynne no se sintió particularmente perjudicada por este supuesto resultado. Era cierto que ella quería matar a su propio padre. Bueno, ¿no era que en realidad estaba enfurecida por el hecho de haber perdido a su presa?
—Si Isella tiene éxito, entonces ya no hay esperanza para mí.
Ahora era imposible arreglar todo.
«Debería haber matado a Isella allí mismo. No esperaba que Isella evitara el golpe. ¿Tal vez incluso el hecho de que Isella vio el cuerpo de Nancy estuvo mal, solo fue un truco para confundirme?» Carynne pensó que esto podría ser posible.
El señor del feudo ya había muerto unas cuantas veces, y cada vez que sucedía, Carynne tenía que exprimir algunas lágrimas de alguna manera.
Y, sin embargo, por otro lado, Isella podía derramar lágrimas de sus ojos sin esfuerzo. Para generar simpatía, para ridiculizar a Carynne. Asesina lamentable.
—Ahora qué…
Carynne se sentó en el suelo y se quitó los zapatos. Su pie se había hinchado tanto que incluso ponerse un zapato encima le dolía. Su cabeza también estaba caliente por alguna razón, no, se sentía como si todo su cuerpo tuviera fiebre.
—Con este tipo de situación, ¿no sería mejor simplemente golpearme la cabeza con un brasero y terminar de una vez?
Una vez que Isella lograra reunir a la gente a su lado, Carynne seguramente será arrojada a una prisión oscura y húmeda, y no tendrá más acceso a más información en esta vida. Si era así, lo mejor sería suicidarse rápidamente para pasar por alto esta complicada situación.
—Si eso también tiene éxito...
Cuando aún no era el momento adecuado, ¿no había fallado en todos los intentos de suicidio de antes? No, hubo un tiempo en que tuvo éxito.
—¿Pienso? ¿O… no? ¿No es esto confuso?
Carynne ya ni siquiera estaba segura de ello.
—Bueno, esto tampoco tiene sentido…
A Carynne no le gustaba la idea de ir a la cárcel. En retrospectiva, morir en ese lugar sería desagradable y sórdido. Más que nada, iba a ser un problema fisiológico.
Abrió la ventana. El viento era frío sobre sus ojos.
—Por favor, déjame suicidarme. Esto es mejor que eso.
El viento soplaba con fuerza hacia ella. Carynne se sentó junto a la ventana y miró hacia el suelo. Si había suficiente tiempo, los médicos aún podrían salvarla.
—Ah, pero todavía siento que voy a morir.
Serían el regalo de compromiso perfecto: los cadáveres del señor feudal y Carynne. Isella y Verdic estarían positivamente extasiados.
Mientras lloraba y decía lo asustada que estaba, Isella volvería a estar a la vista de Raymond. Sin ningún problema, el feudo estaría en manos de Verdic y se beneficiaría enormemente de esto. El tiempo pasaría así, y...
Carynne despertaría en ese jardín una vez más.
—Mi moneda…
Sostenía su moneda en una mano. Este fue su único consuelo a lo largo de estos años. Era lo primero en lo que pensaría durante cada comienzo. Era la única evidencia que podía devolverla a sus sentidos. Mientras todo su cuerpo se calentaba, solo esta moneda le abrió los ojos a la realidad.
Las lágrimas bloqueaban su vista.
Carynne se tiró por la ventana.
—¡¿Qué estás haciendo?!
Pero en ese mismo instante, alguien agarró el brazo de Carynne y le gritó con voz furiosa.
Sir Raymond.
Esta vez, una vez más, él vino a rescatarla.
—¡¿Por qué estás haciendo esto?!
«Sir Raymond, ¿por qué debe presentarse así? Es molesto. ¿No es obvio? Estoy tratando de suicidarme.»
Con este pensamiento en mente, Carynne se desplomó, con un brazo colgando así. Ella debía verse divertida en este momento.
—Por favor, suéltame... Sir Raymond, ya no quiero vivir.
Carynne fue totalmente sincera. No le quedaba ninguna fuerza en su cuerpo. Pero en el momento en que sintió el agarre de Raymond en su mano, ya supo que las cosas no saldrían según lo planeado.
«Me salvaste de nuevo. Esto no es divertido en absoluto.»
—Piénsalo de nuevo más tarde. No pierdas la esperanza todavía.
Tal como se esperaba, respondió de esa manera. Él no la dejaría morir. Al menos, hasta que llegaba ese día.
—Eres pesada, lo sabes.
Carynne ya ni siquiera tenía fuerzas para responder. Raymond también permaneció en silencio después de eso.
Sin embargo, al contrario de lo que dijo, Raymond levantó a Carynne con un brazo sin esfuerzo. Pero en este momento, no estaba caminando más adentro del estudio, solo estaba parado junto a la ventana. Ante esto, Carynne frunció el ceño un poco. Sus ojos estaban irritados.
Raymond se quedó mirando el interior del estudio. Luego, le preguntó a Carynne.
—¿Qué le pasó a Su Señoría?
—Se mató.
Carynne respondió rápidamente.
—¿Por qué él…? No, no importa. Primero tenemos que pensar en cómo salir vivos de aquí.
La respuesta de Raymond fue sucinta, pero Carynne podía adivinar la situación solo por eso.
No se encontró a Isella.
No era tan extraño que el señor del feudo se quitara la vida de esta manera. La mayoría de los derechos del territorio habían sido entregados a Verdic Evans, y prácticamente no quedaba ninguna esperanza para el señor feudal. Incluso si su hija hubiera sido abofeteada, no podría protestar contra eso.
La condesa, que presenció el acto, parecía estar del lado de Carynne. Sin embargo, incluso cuando la condesa expresó su enojo por esto, no fue por el bien de Carynne, sino solo por el bien de detectar las debilidades de Verdic.
¿No era esto simplemente normal? Cualquiera pensaría eso. Pensarían esto: que el cabeza de familia ni siquiera podría proteger a su propia hija. Que Carynne, como había pasado por tantas cosas en el pasado, ahora no podía soportar esta humillación, y naturalmente tomó este incidente como el último clavo en el ataúd y eligió lanzarse a su muerte.
—Su Señoría…
Raymond se quedó mirando el cuerpo del señor feudal, suspendido en el aire. Luego, miró el escritorio derrumbado y la habitación por la que Carynne se había arrastrado. Su expresión era rígida.
—Ya veo.
Raymond ahora aceptó la muerte del señor feudal. Y también sentía pena por Carynne. Esta muerte, como se percibía, era la misma una vez más esta vez. Es algo que podría aceptarse.
—Ah…
Lo que era diferente esta vez fue Isella. Hasta ahora, Carynne pensó que había perdido a Isella en la persecución.
«Aunque si hubieras visto a Isella, primero me habrías preguntado por qué hice eso.»
Raymond no estaba cuestionando a Carynne. Cuando preguntó sobre el suicidio del señor feudal y, a juzgar por cómo lo aceptó, entonces no debía haber conocido a Isella todavía.
¿Sería Carynne capaz de salir de esto?
Ella permaneció en silencio y no dijo nada. Después de esa pausa, fue Raymond quien habló y no ella.
—La mansión está en llamas.
—¿Eh?
Carynne miró hacia la puerta. Había un mar de llamas. ¿Y ella ni siquiera se dio cuenta? Solo ahora, al darse cuenta de cuánto tiempo había pasado mientras buscaba en la habitación, Carynne se quedó atónita.
¿Pero qué, un incendio? Este fue un giro de los acontecimientos aún más ridículo en comparación con ese elefante.
«¿No podemos acabar con todo conmigo matando a Isella?»
Raymond continuó.
—No sé si seremos atrapados en las llamas. Todo el mundo estaba gritando y corriendo, así que lo comprobé. Pero luego no te vi… ni a la señorita Isella…
¿Qué estaba pasando esta vez? Pero de cualquier manera, Carynne decidió hacer lo que pudiera.
Carynne se acercó a la mano de Raymond para acariciarla, con una sonrisa triste en los labios.
—Sir Raymond, por favor, adelántate solo. No deseo vivir más. Mi padre ya falleció y yo…
La expresión de Carynne se vio superada por la angustia mientras recitaba la súplica poco sincera. Sin embargo, Raymond apretó los dientes y respondió con firme determinación.
—Por lo menos, no ahora. Porque estoy aquí para salvarte.
«Qué conmovedor. Hace unos setenta años, habría llorado en su abrazo.» Mientras pensaba esto, Carynne respondió.
—En una situación como esta, ni tú ni yo tenemos otra opción.
Es así. Carynne pensó mientras bajaba la cabeza.
—Un incendio.
El fuego era lo que pesaba mucho en la mente de Carynne. Innumerables veces en el pasado, trató de prender fuego a la mansión.
«Pero nunca lo logré, ni siquiera una vez.»
Una extraña sensación de triunfo surgió dentro de ella. Incluso cuando trató de iniciar un incendio en ese entonces, se extinguió antes de que pudiera extenderse. Sin embargo, esta vez, el fuego se había extendido tanto. Las mismas personas estaban supervisando la residencia, pero ¿qué cambió?
«Me pregunto si Dullan tiene algo que ver en esto.»
En un momento como este, cuando el señor del feudo ya había muerto, ¿no era Dullan el único que tenía un medio para controlar y maniobrar a los sirvientes? Carynne estaba convencida.
Pero por otro lado, ella también tenía curiosidad. ¿Hasta qué punto estuvo involucrado Dullan en esto y qué le pasó a Isella? Al final, hasta que Isella apareciera, no tenía sentido este fuego ardiente. Si nadie había visto a Isella, ¿dónde estaba exactamente?
—Salgamos de aquí primero. No voy a aceptar un no por una respuesta... ¡Maldita sea!
Desde la puerta, el fuego se había infiltrado en el interior. El pasillo ya estaba en llamas. La habitación estaba ahora tan clara como el día.
—¡…Padre!
Y el cuerpo del señor feudal se incendió.
—¡Carynne!
La soga que sostenía al señor feudal se rompió y cayó. El fuego se había extendido tanto que las llamas ahora rodeaban el área donde estaba el cuerpo del señor del feudo.
—¡Padre!
«¡Realmente no eres de ninguna ayuda!»
Sin embargo, el cadáver ignoró el grito resentido de Carynne y en su lugar fue rápidamente devorado por las llamas. El padre no estaba haciendo lo que el niño deseaba.
—¡Es peligroso! ¡Ya es demasiado tarde!
Mientras sostenía a Carynne con fuerza en sus brazos, tiró de ella hacia atrás.
«Padre, por favor deja atrás tus huesos. Porque estaba planeando enterrarte junto a madre. Ahora no es un entierro, sino una cremación. Aún así, espero que te quemes en paz. Si puedo recuperar tus huesos más tarde, te enterraré como prometí.
No, además de eso. El fuego se había extendido hasta este punto, pero... ¿realmente me va a matar?»
Esta comprensión hirió un poco su orgullo. El hecho de que el fuego que ella no inició fuera el que amenazaba su vida de esta manera, no le gustaba ni un poco.
«Tendré que vivir por ahora.»
Carynne tomó esta decisión. Tal como dijo Raymond, dejó de lado sus planes de suicidio por el momento.
—Isella... Cómo.
Carynne abordó el tema con cautela. Tenía que andar con cuidado porque no sabía lo que estaba pasando ahora, y no sabía cómo iba a proceder a partir de aquí.
Raymond preguntó de nuevo.
—¿La señorita Evans no estaba contigo? El señor Verdic dijo que definitivamente debería haber estado contigo.
¿Qué la beneficiaría más, decir que sí vio a Isella o que no? Carynne estaba angustiada por el dilema que requería un juicio rápido. Era demasiado mayor para tomar una decisión tan importante de manera impulsiva. Al igual que cuando estaba lidiando con Isella, no sabía qué habría hecho si tuviera algo con lo que golpear a Raymond en la cabeza.
—Sobre eso…
Cuando no pudo responder correctamente, Raymond frunció el ceño.
—¿No la viste? … En cualquier caso, antes de eso, pensemos en salir de aquí primero.
Eso, dijo.
“Eso” era la chica que está a punto de ser su prometida.
Isella ya estaba clasificada debajo de Carynne ahora.
Ante esto, Carynne se sintió aliviada y deprimida al mismo tiempo. ¿Fue porque consideró que Carynne era más importante, o fue solo porque ella era la que podía salvar de inmediato? ¿Qué pensaba Raymond de Carynne?
Sin embargo, pensar en este asunto era un lujo en este momento.
Ella sacudió su cabeza.
—Carynne.
—Sí.
Raymond miró por la ventana mientras decía su nombre. Empezó a escuchar gritos y gritos de otras personas. El humo comenzó a espesarse junto a la ventana.
Observó cómo el rostro de Raymond brillaba en medio de la iluminación de las llamas. Sus ojos podrían estar engañándola, pero incluso su expresión parecía algo brillante.
Raymond se volvió hacia Carynne.
—Estamos en problemas.
—Eso parece.
—El fuego se ha extendido más de lo que pensaba. ¿Las tuberías llegan hasta el fondo?
—¿Las tuberías?
Ella no sabía mucho sobre eso. Cuando Carynne lo miró perpleja, Raymond la dejó en el suelo.
—Carynne Hare, prométemelo aquí. No te mates hoy. Hazlo en consideración a mí, ya que vine hasta aquí por ti. ¿Puedes hacer eso por mí?
—…Por supuesto.
—Ya que es así, entonces mañana también.
Eso es un poco...
Pero Carynne no lo dijo en voz alta. Tenía tanto sentido común como para guardárselo al menos para sí misma.
—¿Podremos ir al techo desde aquí?
—Es imposible desde esta habitación. Tenemos que salir al pasillo para eso.
Pero parecía imposible ir al pasillo ahora. Raymond chasqueó la lengua mientras miraba de nuevo por la ventana. Estaba lo suficientemente alto del suelo como para que el intento de suicidio de Carynne hubiera tenido éxito.
—Desde esta altura…
Raymond murmuró mientras miraba la altura. Y Carynne respondió:
—Creo que es posible.
Ella lo supo.
Solo Raymond sería capaz de saltar con seguridad desde esta altura. Ella lo vio hacer exactamente eso en el pasado.
—...Piensas demasiado en mis capacidades.
—Podrás hacerlo solo.
Sus hábiles gestos eran algo que ella no sería capaz de imitar. ¿Pero si él la cargaba con ella y saltaba? Eso va a ser imposible de lograr. Dos cadáveres se encontrarían con el suelo.
—Prometiste que no dirías eso. Por favor, mantén su palabra.
—Aún así, Sir Raymond.
Carynne solo estaba hablando consigo misma, pero apretó la mano en un puño por la vergüenza. Afortunadamente, solo se vería como una mujer de buen corazón con una determinación sombría.
Hiciera lo que hiciera Carynne, Raymond se paseaba por la habitación y lo pensaba mucho.
—No sé sobre el interior de la habitación, y… el fuego se está extendiendo demasiado rápido. Ojalá pudiéramos subir al techo y comprobarlo. ¿Dónde está la ventana más alta aquí?
—El estudio tiene dos pisos… ¡allá, esa pequeña ventana!
Con Carynne en brazos, Raymond corrió hacia la escalera.
El mar de llamas se enfureció aún más.
—Yo subiré primero.
Raymond subió rápidamente la escalera y abrió la ventana, pero como solo servía como tragaluz, no se abría. Cuando rompió el vidrio, Carynne giró la cabeza hacia un lado y observó con pesar cómo los libros se estropeaban.
«Todavía no he encontrado ninguna pista sobre madre...»
Pero no había nada más que pudiera hacer al respecto en esta vida.
«Ese maldito pirómano. ¿Realmente tuviste que iniciar un incendio que acabará con todo lo que es importante?» En el momento en que Carynne descubriera quién era, prometió dispararle una bala en la cabeza a esa persona.
«¿Qué es eso?»
Un poco más allá, había un cuaderno sin marcar pegado en una esquina del estudio. Carynne lo cogió.
—¡Carynne!
La escalera se rompió.
Antes de que Carynne cayera, Raymond apenas logró levantarla y sacarla por la ventana.
—Lo siento. Pero es el recuerdo de mi madre…
A decir verdad, era solo un cuaderno del que ni siquiera estaba segura de si era o no un recuerdo de su madre. Pero nunca se sabe. Raymond no lo verbalizó explícitamente, pero debía pensar que ella está siendo ridícula.
—Está bien, guardemos las palabras para más tarde y salgamos primero.
El fuego furioso y la brisa que pasaba se entrelazaron sobre la mansión Hare.
Mientras Raymond cargaba a Carynne en sus brazos, hizo rodar sus tobillos un par de veces mientras estaba parado en el techo, luego saltó al techo bajo de abajo.
—¡AH!
Carynne abrazó con fuerza el cuello de Raymond.
«Mierda, ¡hazlo bien!»
Maldijo para sus adentros, pero se contuvo y apretó los dientes.
—Estoy preguntando por si acaso, pero ¿serías capaz de mantener el equilibrio por ti misma y cruzar ese techo allí?
El techo hacia el que Raymond sacudió la cabeza era un techo que se estaba quemando y ya estaba un poco inclinado, aunque las paredes de piedra permanecían intactas. Aun así, el lugar por el que tendría que caminar tenía exactamente el ancho de sus pies.
«No todo el mundo es un monstruo como tú, ¿de acuerdo?»
Carynne negó con la cabeza.
—Incluso si mis dos pies estuvieran bien, no puedo hacer eso. Incluso si he muerto y despertado cien veces, no puedo.
No se trataba de si físicamente podría o no podría hacerlo. Como si no le importara lo que dijo, Raymond asintió sin cambiar su expresión.
—Entonces trata de no respirar y aguanta.
Y Carynne lo hizo.
Con ella en sus brazos, Raymond se encorvó.
El olor familiar de la pólvora emanaba del hombre. Raymond saltó, pero su figura en el aire parecía como si estuviera volando por el cielo. Entonces… Un fuerte sonido entró en los oídos de Carynne. La sensación fue horrible.
Caerse era algo por lo que ya había pasado muchas veces, pero ahora, el calor de otro ser humano estaba justo a su lado. Y ese era Raymond. Así que Carynne no estaba tan asustada esta vez.
Mientras él estuviera cerca, ella no morirá.
Al menos, no hasta ese día.
Mientras sus cuerpos se elevaban ligeramente por un momento, él bajó del techo. Luego, comenzó a correr por la pared, tan rápido que es posible escuchar el sonido del viento.
Carynne quiso taparse los oídos, pero no pudo porque estaba pegada a Raymond. Mientras corría, Carynne escuchó el sonido de las ventanas rompiéndose a su paso. Quienquiera que hubiera quedado allí, sería difícil sobrevivir ahora.
No fue hasta que finalmente llegaron al suelo que Raymond volvió a bajar a Carynne.
Carynne trató de ponerse de pie por sí misma, pero pronto titubeó una vez más debido al dolor que le subía por el pie.
—¡Milady!
Donna vino corriendo hacia ella. El rostro de la criada estaba cubierto de lágrimas.
—Oh , Dios mío, ¿qué hacemos? Justo lo que pasó aquí... ¿Dónde está Su Señoría? No lo vi salir... Hiic, uhk, hiic... Milady, ¿estás bien?
Carynne no pudo responder de inmediato. Ni siquiera tenía suficiente energía para sacar una broma en este momento. Ella estaba en su límite. Pasaron demasiadas cosas en una sola noche. Sintió que su fuerza abandonaba su cuerpo cuando se cayó mientras se apoyaba en Donna.
—Qué hacemos…
Donna abrazó a Carynne y lloró. Carynne le dio unas palmaditas a Donna, pero incluso esto se volvió demasiado problemático para ella.
—Isella…
Entonces, apareció.
—Hija mía, cómo…
Con una expresión terrible, Verdic caminó hacia Carynne. Ante esto, ella inclinó la cabeza.
«Tengo curiosidad por eso también. ¿Dónde está Isella? Me pregunto. Qué sucedió. Y, esta situación.»
—Por qué…
Sin embargo, era incómodo mirar la cara de Verdic. Todo lo que Carynne sabía era que nadie había visto a Isella desde entonces.
—Cómo.
Carynne misma no sabía lo que estaba sintiendo, si estaba feliz, triste o aliviada.
Verdic vio reír a Raymond.
Verdic vio a Raymond.
Parecía que se estaba riendo.
«Por favor, no me dejes abrir los ojos.» Solía rezar así cada vez que me dormía. «Ojalá todo pudiera terminar para que yo pudiera dejar de pensar para siempre.»
Pero esto no era más que un deseo inútil. Cuando abría los ojos, el día comenzaba de nuevo.
«Lo sé. Ya lo sé. Todos los días eran las mismas personas, las mismas sonrisas, las mismas lágrimas. Me desespero cuando recupero la conciencia en la oscuridad, y de nuevo, me desespero cuando me despierto una vez más.»
—Milady, ¿está bien?
Aún así, era reconfortante estar envuelto en una manta cálida en lugar del jardín donde siempre ocurría el comienzo.
El jardín siempre estaba frío. Esa frialdad que traía escalofríos no estaba aquí. No hacía frío esta vez.
«¿Quién me mató esta vez? No. Soy yo quien mató a alguien más esta vez. Maté a alguien. Nadie me va a matar. Tinta sobre papel, el débil sonido de un piano. No, no esta vez. No todavía.»
—Señorita.
¿De quién era esa voz? No era esa voz baja pero firme que tenía una pronunciación ligeramente confusa. Esta era la voz de una mujer que era un poco más joven.
«Ah bien. Yo maté a Nancy. Esta chica no es Nancy. Esta voz es de Donna. La voz de la chica un poco más joven y animada. Diferente a como siempre ha sido. Una voz propiedad de alguien que no tenía suficiente rencor como para matar a Carynne.»
—¿Está bien?
—...Ef.
Carynne intentó abrir los ojos, pero no pudo.
¿Estaba ciega ahora? Afortunadamente, ese no fue el caso. Cuando se llevó la mano a los ojos, encontró algo cubierto allí. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?
—…Oh.
Abrió los labios, pero la garganta y los labios secos le impedían hablar. Carynne abrió y cerró los labios varias veces y Donna se humedeció los labios y los ojos con una toalla mojada.
Ella volvió a la vida otra vez. Sus ojos estaban deslumbrados por el brillo. Carynne miró al techo por encima de la mano de Donna mientras se limpiaba la cara suavemente. El papel pintado de color crema brillante fue suficiente para decirle que esta no era su habitación.
—…Agua.
—Aquí estás.
—¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?
—Tres días. ¡Realmente pensé que Milady también iba a... a morir...! Ah…
Donna se echó a llorar.
—¿También? —preguntó Carynne. Donna hipó y dijo—: Ack...
Luego cerró los labios con fuerza.
—¿Muchas personas... resultaron heridas?
—S-Señorita… —Donna explicó nerviosamente—. Por favor, no se sorprenda… A decir verdad, Su Señoría… él está…
Eso no.
Carynne tuvo que inclinar la cabeza para ocultar la irritación que había aparecido en su rostro. Su cabello cayó en cascada sobre la cama. Algo más, algo que ella aún no sabía.
«¿No fue que justo antes de caer inconsciente, fui yo quien dijo que padre no podía salir de allí? ¿No te acuerdas? ¿Se te olvidó porque pasaron unos días, eh?»
El rostro de Carynne estaba desprovisto de cualquier emoción. Pero aun así, Donna lloró en su propio rostro y se lamentó por el señor del feudo muerto. Tal vez estaba dejando escapar esta emoción excesiva ante la posibilidad de que pronto se quedara sin trabajo. Al menos, así era a los ojos de Carynne.
¿Esta chica realmente estaba afligida por la muerte de un extraño?
«Contrataste a una gran sirvienta, padre. Aunque no es buena en su trabajo.»
Un breve momento mientras Carynne esperaba que Donna se calmara. Entonces, trató de preguntar de nuevo.
—…Habla despacio. ¿Dónde estamos ahora mismo?
El techo era de color crema, el papel tapiz estaba lleno de motivos florales. Los rayos del sol iluminaban suavemente toda la habitación y, a un lado, había una mesa llena de té y refrescos.
No hay necesidad de decirlo, honestamente. Es la primera vez que Carynne está aquí, pero no realmente.
—Estás en mi casa, señorita Hare.
—...Señor Verdic.
Apareció el hombre más incómodo. Carynne sintió que Donna se congelaba a su lado. Carynne se tocó furtivamente el cuello. Todavía estaba intacto.
¿Qué pasó con Isella?
En cualquier caso, dado que su cabeza todavía estaba unida a su cuerpo, y viendo que ese hombre de mediana edad no sostenía un hacha en sus manos, ¿quizás al final Isella no logró escapar de la mansión?
—Donna, sal.
Debajo de las sábanas, Carynne apretó una mano en un puño.
—…Sí.
Cuando Donna se fue, Verdic se acercó a la cama.
Por un momento, permaneció en silencio.
—...Estoy seguro de que estás al tanto de la situación.
—Mi padre falleció.
—Sí. Es realmente desafortunado.
Por supuesto. Carynne recordó la forma en que Verdic se rio en ese entonces. Él rio.
Se rio mientras decía esto.
—Señorita Hare. Su Señoría se ahorcó. Mis condolencias.
Mientras sus ojos estaban tan llenos de alegría.
—Ya que él te ha confiado a mí… ¿Por qué no ayudas a mi hija? Sería bueno tenerte como su compañero en quien pueda confiar.
Carynne recordó esto.
Pero esta vez, Verdic no se estaba riendo. Se quedó en silencio. Tenía las manos entrelazadas, la cabeza inclinada y su expresión permanecía en una mueca.
Algo debía haberle pasado a Isella.
Carynne sintió una pequeña oleada de júbilo. Si hubiera sucedido, ella hubiera querido arrojarle su cabeza decapitada en este momento.
El silencio en el aire continuaba extendiéndose entre ellos. Cuando Carynne no pudo soportarlo más, fue ella quien habló primero.
—¿Señor Verdic?
—Diré esto con franqueza.
—Dígame.
—¿Serás mi hija?
Dejó su mano temblorosa, que sostenía una pipa. Los bordes de sus ojos estaban rojos.
El mundo se estaba cayendo a pedazos. Incluso si gritara o le arrancara la cabeza, la realidad permanecería sin cambios.
—…Señor Verdic, a la condesa le gustaría hablar con usted sobre la ceremonia de compromiso y la asamblea.
—¡Sal! ¡Déjame en paz!
Verdic gritó mientras tiraba el tintero. Sin embargo, el sirviente permaneció apostado en la puerta. La tinta negra se derramó y se filtró en la alfombra. El sirviente de esa mujer continuó entregando el mensaje, nuevamente con esa voz indiferente junto a la puerta.
—La condesa dijo que debe verla..
Se secó sus propias lágrimas.
«Esa maldita mujer. Mi debilidad quedó atrapada, y ahora mira esto. La ceremonia de compromiso estaba a la vuelta de la esquina. y mi hija. En la última conversación que tuvimos, le grité.»
La expresión de Verdic se distorsionó cuando respiró hondo.
—...Por favor, dile que estaré allí en un momento.
El pecho de Verdic estaba destrozado. ¡Qué cosa tan terrible! Pero lo más terrible fue el hecho de que ni siquiera tuvo tiempo suficiente para llorar por su hija.
Los numerosos planes que había elaborado para asegurar el matrimonio de Isella y Raymond fueron en vano.
Se cubrió la cara con las manos.
Verdic necesitaba seguir trabajando. Sacó un pañuelo y limpió la tinta derramada. Sin embargo, la tinta ya se había filtrado en el material. Hasta el pañuelo se ensució.
Las lágrimas de Verdic cayeron sobre las manchas de tinta.
Era un lujo incluso llorar.
—¡Isella! ¡Isella! ¡Dónde estás!
—¡Señorita…!
Verdic agarró el hombro de la doncella que lloraba.
—¿No son ellos dos?
—¿Dónde está su habitación?
—¡Las llamas son demasiado fuertes, es imposible volver adentro!
—¡Fuera de mi camino!
En medio de las llamas rugientes, la mansión del señor feudal estaba siendo quemada hasta los cimientos, la mansión que Verdic quería tener en sus manos. Pero incluso si colapsara, no importaría. La hija de Verdic, Isella Evans, todavía estaba allí.
—Es peligroso, señor Verdic.
—Sir Raymond... Lord Raymond... Por favor salva a mi hija.
Verdic agarró el brazo de Raymond. Estaba dispuesto a hacer un trato con tanto oro como el otro hombre quisiera. Él ofrecería todos sus activos si se lo pidieran.
Sin embargo, la cara de Raymond…
—Señor Verdic. No soy alguien que pueda extinguir llamas.
Allí, en el rostro de Raymond, Verdic vio una leve sonrisa.
Podría haber sido sólo un truco de la luz. Él podría haberlo visto mal. Raymond no lo rechazó de plano. Pero siguió hablando.
—No conozco muy bien este lugar. Sería mejor arreglar la situación a través de los sirvientes.
Él estaba en lo correcto. Raymond era un caballero. Era un soldado, e incluso el propio señor del feudo no estaba aquí. La situación era así.
Pero, pero…
¿Qué pasó con el corazón de una persona?
Cuando Raymond salió de la mansión con esa chica en sus brazos, Verdic se derrumbó en el suelo, con los ojos muy abiertos.
Su hija anhelaba tanto a ese hombre, deseaba tanto tener para sí misma y, sin embargo, la que sacó a relucir fue Carynne Hare, no Isella. Esto era algo que Verdic no podía soportar.
—Inútil, bastardo simplista.
Lo que Verdic le había dado a Isella estaba defectuoso. Eso era lo que Verdic pensaba de Raymond, un caballero inútil que no salvó a su hija.
El que sacó a su hija fue Dullan.
Este hombre sombrío había sido tan humillado por Isella, pero no dudó en salvarla. Aunque Isella ahora estaba en coma después de inhalar demasiado humo, aunque tenía una gran quemadura en el cuello y moretones en todo el cuerpo, todavía estaba viva.
—Pero... No sería extraño que falleciera algún día.
Cuando Verdic trató de abrazar a su hija, que sobrevivió milagrosamente, Dullan lo detuvo y dijo que podría ser demasiado para ella. En cambio, Verdic confirmó que Isella respiraba acercando un dedo a su nariz.
Dullan luego le dijo a Verdic que se quedaría en su mansión para seguir cuidando de Isella. Verdic agradeció a Dullan. No estaban en buenos términos, pero él estaba dispuesto a quedarse en la mansión de su familia por el bien de Isella. A diferencia de su apariencia, era verdaderamente un santo que usaba sus habilidades médicas para el bien.
—No está permitido.
—Sería mejor que te hicieras a un lado. Esto concierne a la señorita Isella.
Escuchó una pelea afuera.
—¡Abre la puerta!
Al grito de Verdic, el sacerdote vestido de negro entró lentamente.
—Señor Dullan.
«Por favor, dime que ella está bien. Por favor, dime que mi hija puede sonreír de nuevo.»
Sin embargo, las noticias que Dullan vino a traer no tenían ninguna esperanza.
—La situación es muy mala, señor Verdic.
—Yo... es eso, entonces.
—Sigue viva. Esperemos que Dios le conceda Su gracia, Verdic Evans.
—Mientras esté viva, se despertará algún día. ¿No es así, reverendo?
Verdic miró al otro hombre con seriedad, sin embargo, la expresión de Dullan no era buena. Habló lentamente.
—No puedo darle… una respuesta definitiva. La atenderé mientras esté a su lado. Yo… también deseo lo mejor.
Pero era evidente que la situación de Isella era grave. La expresión de Dullan se arrugó ligeramente.
—Muchas gracias… de verdad. Gracias, reverendo. Ofreceré una donación a la parroquia. Y por favor, participe en cualquier cosa que pueda necesitar aquí en mi residencia…
—…Bien.
Dullan miró al suelo por un momento, luego le dijo a Verdic.
—Entonces, ¿me concedería un favor?
Verdic estaba dispuesto a pagar cualquier cosa, incluso si lo que pedía era una fortuna.
Sin embargo, lo que pidió no era nada de lo que podría haber esperado.
Bajo la ley de sucesión, el asiento del señor feudal recayó en Dullan.
En lugar del asiento del señor feudal, la propiedad se dejó originalmente para Carynne Hare, sin embargo, el fuego destruyó todas las posesiones que se suponía que eran suyas.
Esto no fue una sorpresa para Carynne. Sin embargo, podría haber sido un rayo inesperado para “Carynne”.
—Tampoco sería algo malo para ti. Ser mi hija adoptiva.
—…Supongo que sí.
Su padre volvió a morir esta vez y Dullan se convirtió en el señor feudal. La diferencia con respecto a antes era que “Carynne” no quería casarse con Dullan, por lo que entró en la casa de los Evans mientras decía que sería la dama de honor de Isella.
Pero ahora, ella estaba aquí como la hija adoptiva de la familia Evans.
Carynne miró los papeles que tenía delante. No había ninguna razón para que ella se negara. Tal como dijo Verdic, ella no perdería nada con esto. Pero si había una cosa sobre la que quería discutir.
—Ahora me he convertido en Carynne Evans.
No le importaba cómo sonaba ese nombre. Como si se hubiera dado cuenta de esto, las cejas de Verdic se torcieron.
Incluso si estuvieran en la indigencia, Hare era Hare y Evans era Evans. Había una diferencia en su posición social.
Carynne ya podía imaginar lo que la condesa Elva le diría a Verdic: que era un comerciante que intentaba comprar pedigrí con dinero.
—El apellido de una mujer no es tan importante de todos modos. Cuando te cases, tu nombre cambiará por el de tu esposo.
Pero a su hija tampoco le gustó mucho esa idea.
—…Ya veo.
Carynne tomó la pluma y firmó con su nombre.
Ahora, ya no era Carynne Hare, sino Carynne Evans. Era algo que no podía evitarse incluso si intentaba pensarlo. No había otra opción que ella podría considerar de todos modos.
—¿Cómo es el horario?
—Mañana. Llamaré al número mínimo de personas, así que no hay nada especial que preparar.
—Supongo que sí.
Carynne sintió como si se hubiera convertido en un loro. No había mucha diferencia entre ellos.
Verdic habló brevemente sobre el calendario de la ceremonia de compromiso. En ese momento, Carynne recordó la ceremonia de compromiso de Isella en el pasado: era a principios de otoño en ese entonces, pero esta vez, era a principios de verano.
¿La historia iba a continuar así? ¿Iba a volver a casarse con Raymond? ¿Había terminado su excitante diversión ahora?
Carynne pensó que esto era un poco aburrido. Después de todo eso, ¿se iba a casar con Raymond?
Esta vez, una vez más, la trama iba demasiado bien.
Para ella, casarse con Raymond como hija adoptiva de Verdic fue demasiado suave y resbaladizo.
Hasta el punto de la molestia.
—Puedes usar la ropa de mi hija, y de ahora en adelante, puedes aparecer en las funciones como mi hija. O tú o mi hija, es decir, mi verdadera hija... Dado que ninguna de las dos ha hecho oficialmente su debut social todavía.
«Y también me casaré con el prometido de tu hija.»
Verdic no parecía estar muy contento con este tipo de historia.
Carynne tampoco.
La situación en sí era incómoda, pero la comodidad del privilegio era algo que Carynne apreciaba. Primero, sus comidas. Comer mejor de lo que esperaba la hizo feliz más rápido de lo que pensaba.
—…Delicioso.
Se llevó una cucharada de sopa a la boca, cerró los ojos y saboreó los ricos sabores en su lengua. El aroma de las cebollas salteadas impregnaba el plato de puré de patatas finamente hecho. Y con la sopa, el caldo utilizado podría haber sido pollo, ya que se estaba llenando.
Le recordó las gachas de avena gruesa que solía comer en el pasado, esto se sentía tan nuevo. Esa papilla era lo que Isella alimentaba antes a sus doncellas. Luego, más tarde, comida podrida.
—...La comida puede ser deliciosa incluso en este tipo de situación, supongo.
—Uhk…
Interpretando las palabras de Carynne por sí misma, Donna se llevó una mano a la boca mientras sus hombros temblaban. Continuó murmurando cosas como: “Aún así, tenemos que vivir”, “Mantente fuerte, Milady”, y así sucesivamente.
¿Nancy sería más útil ahora? Carynne tenía curiosidad por esto.
Sí, Nancy debería salvarse la próxima vez. Y luego también estaba ese cuaderno curioso.
Sería genial que ese cuaderno resultara llevar todas las explicaciones que pudieran solucionar todo correctamente. Carynne sintió que era una vergüenza. Debería haber elegido mirar su contenido incluso si eso significaba que moriría quemada. ¿Qué tenía de importante vivir?
—No me importan las riquezas, quería salvar más las pertenencias de madre.
—¡Señorita!
La criada finalmente se echó a llorar. Carynne palmeó a Donna en la espalda. En realidad, quería despedir a la niña porque se interponía en el camino de la comida de Carynne.
¿Debería pedirle al señor Verdic una nueva doncella? Creo que hará mucho por mí.
—Hiic, hiic… Nuestra pobre Señora, ¿cómo puede…?
¿Salieron bien las cosas al final? Carynne inclinó la cabeza hacia un lado.
«Ah, padre murió. Eso es lo triste, supongo.»
Las lágrimas rodaron por los ojos de Carynne una vez más. Sin embargo, eso no parecía ser a lo que se refería Donna.
—Milady, fue revelado tardíamente… La verdad es…
Donna trató de leer cómo reaccionaría Carynne. Dudó antes de responder finalmente.
—Lady Isella está viva.
Carynne sintió que su corazón se aceleraba. Esto fue mucho más emocionante que su compromiso con Raymond.
«Isella está viva.»
—Ella no podía abrir los ojos ahora, pero... Lord Dullan está... Hacia el señor Verdic, hiic...
«Dímelo directamente, Donna.»
Carynne se lamió el labio inferior. Las cosas estaban progresando en una dirección divertida.
Ella trató de endurecer su expresión.
—Ya que tiene un gran conocimiento en cuidar a alguien, Milady… Tan pronto como se recupere, escuché que comenzará a cuidar a la señorita Isella…
—Qué…
—Algo como lavar el cuerpo de otra persona y darle medicina todos los días es algo que cualquiera puede hacer bien, pero… ¡Cómo se le puede descargar ese tipo de trabajo a la señorita! ¡Eso es demasiado, de verdad!
Era como el pasado.
Otra vez.
Convertirse en la dama de honor de Isella.
Como en los recuerdos de Carynne.
En realidad. Todo esto era como la trama dentro de un libro.
—Reverendo… Muy bien. Francamente, no tengo absolutamente nada que perder. Por eso no entiendo. ¿Por qué tienes que hacer esto de manera tan engorrosa?
Verdic estaba genuinamente curioso acerca de esto. Dullan levantó lentamente la cabeza y miró al otro hombre. Incluso cuando Verdic estaba agotado, en sus ojos, Dullan se veía terriblemente extraño.
—Porque yo, odio... a esa chica.
—Ah.
La boca de Verdic se abrió ante la inesperada respuesta.
—H-Haz que cuide de la s-señorita Isella en estado de coma. El destino de esa chica no es más que ser una sirvienta que limpia sangre y pus. Hazla sufrir tanto como sea posible.
La expresión del sacerdote le dijo a Verdic cuánto no podía soportarla debido a su odio por ella.
Verdic sabía muy bien qué tipo de cara era esa. Era el mismo rostro que vería en un espejo si pensara en Raymond.
—Eso es.
Las mejillas de Dullan enrojecieron. Continuó hablando con los dientes rechinando.
—Mi venganza hacia ella por tirarme.
Entonces, Verdic felizmente extendió su mano hacia Dullan.
Carynne usó el vestido de Isella. Era un vestido extremadamente colorido que le quedaba bien a Carynne. Como si hubiera encontrado a su legítimo dueño. Seguramente Isella era una talla más grande que Carynne, pero esta ropa parecía estar gritando que Carynne era su verdadera dueña, no Isella.
—Le extiendo mis felicitaciones… Pero la verdad, no sé si es correcto celebrar. Como mínimo, es un momento en el que es posible derramar lágrimas una vez y luego reír una vez también. Estoy segura de que esto también consolará a Lord Hare.
La condesa Elva se acercó y tomó la mano de Carynne. Su presencia en esta ceremonia hizo oficial el compromiso. Delia, la hija de la condesa, le ofreció un regalo a Carynne, quien luego expresó formalmente su gratitud. A diferencia de Isella, Carynne era verdaderamente natural en esto y tenía buenos modales.
La condesa Elva la miró complacida.
—Como era de esperar, eres más adecuada. Raymond es un joven bastante espléndido. Un novio como él no sería el hombre adecuado para una familia de comerciantes. Me alegro de que se comprometa con una joven espléndida como tú, señorita Carynne.
La condesa Elva dijo esto sin bajar la voz. Mientras hablaba en voz alta, obviamente con la intención de que otras personas la escucharan, Carynne se sintió incómoda a su alrededor.
Las miradas que la rodeaban bastante picaron en su rostro. La mitad de esa gente eran compañeros deudores que estaban de acuerdo con la condesa, y la otra mitad eran los del lado de Verdic, disgustados.
—…Gracias por venir.
La cortesía típica era conveniente en momentos como este. Ella se retiró de una manera que otros no encontrarían fallas, y allí, se acercó su protagonista masculino.
—Estás hermosa, Carynne.
—Gracias, señor Raymond.
Al igual que lo hizo en el pasado, al igual que un dios masculino mítico, al igual que el personaje principal de una novela, Raymond tomó la mano de Carynne.
—Es como si... Tú eres mi verdadero destino.
Carynne se encerró y en su lugar lo sostuvo del brazo. Carynne despreciaba el destino. ¿Se iba a repetir de nuevo esta vez? Ella mató gente así y cortó un cadáver en pedazos, pero ¿todo eso no significó nada?
—Y Carynne.
Raymond le susurró.
—¿No son los tacones de la señorita Isella demasiado altos?
—¿Perdón?
Envolvió suavemente un brazo alrededor de Carynne y la ayudó a levantarse.
—Parece que te duelen los pies. Puedes confiar más en mí. Parece que estás pasando por un momento difícil.
—¿Qué?
—No te muevas demasiado.
Carynne tuvo que sujetar a Raymond con más fuerza para no caer al suelo en ese momento.
—Ahora…
—Señor Verdic.
Obviamente obligado a sonreír, Verdic saludó a Carynne y Raymond. Ambos brazos estaban exageradamente extendidos mientras hablaba riendo.
—Qué espectáculo es usted para los ojos, sir Raymond. Sí, es justo sonreír en un día tan alegre.
—Por supuesto. Solo estoy cumpliendo mi promesa.
—Todo es gracias a Carynne Hare… no, mi hija ahora, Carynne Evans.
—Más importante aún, es gracias a su juicio, señor Verdic. Mi hermano mayor envió un telegrama, por lo que debe haber estado preocupado. En serio, todavía me trata como si fuera un niño de diez años.
—¿El barón sigue siendo así?
Carynne no oyó nada de este intercambio.
«¿Qué acaba de decir? ¿Qué sabía exactamente este hombre, este caballero, que dijo que debería confiar más en él? ¿Cómo supo que los zapatos de Isella me estaban lastimando? ¿Fue solo una suposición? ¿Pero por qué? ¿Qué sabe él? ¿Por qué?»
Se le puso la piel de gallina.
Sin embargo, Carynne no pudo abrir los labios aquí. Había demasiados ojos que verían. Verdic estaba de pie frente a ellos dos, y Raymond simplemente conversó con mucha cortesía hasta que terminó la ceremonia.
El cielo estaba despejado, la mansión era extravagante y el hombre y la mujer prometidos eran hermosos.
Fue una ceremonia de compromiso tan pintoresca.
Carynne sintió curiosidad.
—Carynne, estás pálida. ¿Estás bien?
—…Gracias. Estoy bien... Sir Raymond.
«Hagamos hipótesis.
Me dijeron que la respuesta era el amor, y Catherine fue liberada de esta terrible maldición por el amor de padre por ella.
En caso de que sea amor, si la respuesta era amor, si realmente fue esa emoción, que no era absolutamente necesaria y se basaba puramente en sentimientos fugaces, entonces, ¿qué tipo de sentimientos tiene Raymond por mí? ¿Y qué tipo de sentimientos albergo ahora?»
¿Era realmente como pensaba Carynne, que era amor?
Carynne contempló.
«El amor de padre hacia mí no fue suficiente. ¿Pero no debería ser suficiente ese amor solo? Ya que el amor era la respuesta. Pero quizás lo que recibí de él no fue amor.
¿Y si Raymond no me amaba lo suficiente? ¿Y si no me amaba en absoluto? Entonces, ¿qué pasaría si no pudiera liberarme de esta maldición? No solo Raymond, pero ¿y si ningún otro hombre me quiere?
¿Qué tipo de sentimientos tenía Raymond por mí hasta ahora? ¿Y qué tipo de sentimientos tiene ahora por mí?»
Carynne quería abrir la cabeza de Raymond y mirar dentro.
En la mansión Hare, que había sido incendiada hasta los cimientos, se encontraron dos cadáveres. Tom no pudo escapar de la mansión en llamas al final.
<Fin del Volumen 1>
Athena: Y este es… el primer volumen de esta historia. Muy emocionante este capítulo, ¿verdad? No tengo pruebas, pero tampoco dudas de que fue Raymond quien encontró a Isella. Y ahora todo se vuelve más y más interesante. Habrá que continuar.
Por cierto, me encantó la escena de Carynne persiguiendo a Isella. Toda una de terror de película.
Capítulo 6
La señorita del reinicio Capítulo 6
Negación, negación, negación
—No va a dispararme a mí también, ¿verdad? Gracias a usted, soy el único que tiene que cargar con tanto trabajo.
Por detrás, Borwen agarró el brazo de Carynne y le quitó la pistola. Luego, se puso un par de guantes y miró el cuerpo de Deere, que estaba tendido.
Lejos de sentir pánico, tocó el cadáver sin asomo de sorpresa. ¿Cuántas personas sabían de la locura de Carynne? ¿Cuántas personas sabían lo que había hecho?
—Yo me ocuparé de las cosas aquí. Larry trajo el carruaje al frente, así que por favor salga y espere allí.
—¿Qué estás haciendo?
Borwen se subió las gafas y suspiró.
—Déjeme resolver esto primero, y luego hablaremos.
—¿Necesitas ayuda?
—…No. No hay necesidad.
Borwen dijo eso, ya cansado de escuchar las palabras de Carynne.
«Ah, esa no es la respuesta.» Borwen tenía tanta incredulidad en su expresión. Carynne se arrepintió de haber dicho eso. Aún así, no estaba exactamente segura de cómo comportarse naturalmente.
Su amabilidad practicada y simulada no era apropiada para esta situación. Afortunadamente, a Borwen no parecía importarle la vacilante Carynne.
Empujó a Carynne por la puerta, y ella regresó al carruaje. Larry era el cochero del carruaje que el señor feudal usaba para asuntos oficiales. Aunque la falda de Carynne estaba salpicada de sangre, el hombre de mediana edad simplemente le abrió la puerta del carruaje. Donna no estaba por ningún lado.
—…Desde cuándo.
Ella estaba cansada. Carynne cerró los ojos. Estaba toda agotada por el cansancio. Su ropa estaba manchada de sangre. Cuando se sentó, pudo ver la puesta de sol. Su entorno se veía tan cálido y animado en comparación con la maldita habitación de la que acababa de salir. Podía escuchar la multitud ruidosa del festival alrededor.
—Oye Tom.
El niño le entregó una manta delgada para cubrir su ropa.
—Creo que me he vuelto loca.
Aterrorizado, Tom casi dejó caer la manta. Mientras la miraba, Carynne miró hacia abajo con impotencia. Hizo todo eso solo para confirmar si realmente estaba loca... ¿Fue todo en vano?
Dejó de sonreír y le disparó una bala directamente a la cara de esa mujer, pero la verdad era que era difícil refutar todo lo que Deere había dicho. ¿No era eso de lo que se trataba la locura? Algo que era difícil de probar por sí misma.
Si toda su vida fue, de hecho, producto de su propia psicosis y si sus acciones fueron meramente impulsadas por la locura…
Vacío. Fútil. Entonces, el experimento fue en vano. Entonces, todo ese esfuerzo fue inútil. Todo lo que había hecho y todos sus esfuerzos se reducían a la palabra “locura” y, supuestamente, todo podía resolverse convenientemente mediante algún tipo de lavado de cerebro. Toda la lógica y la racionalidad de este mundo se habían esfumado ayer por la noche.
Se cubrió la cara con una mano. Se sintió mal del estómago.
—Entonces ahora, después de tener grilletes en ambas muñecas, después de haberle confesado mis pecados a Dullan y después de haberme atado un trozo de cuerda alrededor del cuello, ¿podré ver a Nancy?
…Eso no sonaba tan mal.
Carynne sintió que la risa le subía a la garganta. Si eso sucediera, entonces toda esta tortura dentro de su cabeza finalmente terminaría, y el descanso finalmente la visitaría.
«Está bien. Ese no es un final tan malo. No, si realmente pudiera morir, ¿no sería un final feliz?»
Al menos, era el final apropiado para uno de esos lunáticos.
Sin embargo, retrasó su aceptación. Esto todavía era solo una posibilidad. Como le había dicho a Deere, tenía demasiados recuerdos, cien años de recuerdos acumulados hasta tal punto. Sabía todo lo que había que saber sobre lo que sucedería el próximo año, incluso sobre los hábitos de sueño de otras personas. A partir de ese momento, tendría que pensar en alguna forma de demostrar que no estaba loca.
Bueno, a ella no le importaba si estaba loca. Iba a ser ejecutada o la iban a enviar a un manicomio. Tanta determinación había terminado anoche.
«No hay necesidad de entrar en pánico.»
—Simplemente moriré.
—Su Señoría pasó por todos esos problemas, entonces, ¿por qué no muestra un poco más de tenacidad, por favor?
—Hola, señor asistente villano.
Mientras Carynne se reía, Borwen suspiró y cargó dos bolsas grandes en el carruaje. El cuerpo de la señora Deere era bastante voluminoso. Borwen se excusó.
—La criada todavía está arriba.
—¿Tienes que matarla?
—¿Es eso algo que pueda decir, Milady? Por favor, mueva las piernas. Este no es un carruaje de carga, por lo que es un poco estrecho.
—¿Y Donna?
—Por si acaso, la insté deliberadamente a ir al teatro.
—De acuerdo.
—¿Se arrepiente?
—¿Eh?
—¿Se arrepiente de no haber podido matar a Donna?
—Quién sabe.
Mientras estiraba las piernas sobre las bolsas que contenían el cadáver, se sintió cansada y aliviada. Sus zapatos hacían que sus pies se sintieran incómodos. Eso en sí mismo la estaba conectando a tierra con la realidad. Cuando Carynne hizo estallar las articulaciones de sus nudillos, miró a Borwen.
—¿No tiene nada más que decirme además de eso? En este momento, estoy listo para divulgar los secretos del nacimiento, los giros de la vida, etc., etc. Te dejo todas las preguntas, quién, cuándo, dónde, qué, cómo y por qué.
Borwen solo tenía una mirada curiosa en su rostro.
—Incluso si lo dice así de repente, bueno. Estoy en esta posición por dinero, pero... Milady, está bastante loca, ¿no es así?
—¿Fuiste tú quien cortó a Nancy?
—Tan de repente.
—Eres tú, ¿verdad?
Frunciendo el ceño, Borwen respondió de mala gana.
—…Sí.
—¿Por qué la cortaste?
—Hay demasiada gente alrededor. Necesitaba urgentemente llevarla a otro lugar para ocuparme.
—¿De qué te has ocupado?
Ante la repentina interrupción, Carynne estuvo a punto de soltar una maldición. Por puro shock.
Raymond estaba mirando dentro del carruaje desde fuera de la ventana. Borwen se quedó sin aliento cuando vio al caballero de pie justo allí.
—Sir Raymond, ¿qué lo trae por aquí?
—Vi un carruaje familiar, así que iba a preguntarte si podías unirte a mí.
—Como puedes ver, ya me he permitido suficientes lujos.
Raymond sonrió como un zorro mientras miraba las bolsas grandes dentro del carruaje. Carynne también miró a Borwen con una sonrisa. Afortunadamente, endureció su expresión y retrocedió, retomando su papel como asistente ordinario.
—Tú... tienes, ¿no es así?
—¿Verdad?
—Entonces, ¿de qué tenías que ocuparte?
—Oh, Dios... Lord Raymond, no puedes preguntar así.
Carynne lo miró con la misma sonrisa aún en los labios. No podía esperar que Borwen fuera capaz de responder a eso. Dependía de ella ahora. Borwen, naturalmente, fue expulsado de la conversación.
—Un asunto mantenido entre un hombre y una mujer podría considerarse vergonzoso, pero es solo algo que concierne al hogar. No hay necesidad de que se entrometa, señor.
—No le diré a nadie, así que ¿no puedes compartir este terrible secreto conmigo?
La sonrisa en los labios de Carynne pareció contraerse.
«Sería bueno si pudieras enojarte amablemente. Aún mejor si te pierdes permanentemente. Oh, qué bueno sería si hubiera una manera de callarte como la señora Deere fue silenciada con un tiro.»
—Está bien, esto es un secreto, ¿de acuerdo? Nancy y Borwen se han estado viendo. ¿Te diste cuenta?
—No tenía ni idea.
—Y esta vez, Nancy realmente desapareció para que pudiera dar a luz de manera segura, por eso se fue. De repente rompió con él y se escapó así.
—Qué terrible escuchar.
—¿Verdad?
La cara de Borwen se arrugó. Aún así, Carynne siguió hablando sin pausa. Si hablaba ahora, ambos estarían en un aprieto. No había ningún arma aquí en este momento. Incluso si lo hubiera, no hay seguridad de que la bala diera en el blanco.
—Si estás aquí, ¿qué pasa con la señorita Evans?
—La señorita Evans parecía tener dolor a causa de sus pies, por lo que tenía la intención de volver al carruaje. Por casualidad vi un escudo de armas familiar en este carruaje, así que…
Recordó a Isella moviéndose mientras usaba esos tacones altos que eran demasiado altos. Al ver a Raymond ser tan desvergonzado y sonreír así, Carynne sintió que le corría un sudor frío. En este momento, ya no era solo una mujer sospechosa hablando tonterías, sino una asesina sentada justo en frente de un caballero.
—Es eso así.
—El festival todavía está en pleno apogeo. ¿Vas a volver ya?
—En este momento, estoy a punto de ir y descubrir una terrible verdad.
—¿Asesinato, violación, robo, hurto, fraude o cena y carrera?
Carynne dio una respuesta seria a cambio.
—No es a ese grado, pero aún así es muy terrible.
—¿De verdad?
—Es el secreto del nacimiento.
—Hubo una vez en que me pregunté si había un secreto en mi propio nacimiento.
—No es algo así como ser el hijo ilegítimo del Emperador, ¿verdad?
—Te das cuenta rápido.
La broma poco interesante suavizó rápidamente el ambiente y fue una buena manera de dejar de lado el tema anterior de la conversación.
Raymond no era el único talentoso en ese aspecto. Carynne sonrió y mencionó el compromiso.
—Después de escuchar que viene la condesa, me siento un poco nerviosa.
—Sé lo que quieres decir.
Carynne contempló, golpeando su pie contra la maleta allí. No era solo su nacimiento. Raymond era guapo, descarado y molesto por la forma en que constantemente se entrometía en los negocios de Carynne, tan quieto como siempre.
Carynne reflexionó sobre esas palabras. Por lo que podía recordar, el compromiso nunca había progresado tan rápido. Este desarrollo había sido más lento antes. Y la presencia de la condesa en esta ceremonia de compromiso no fue diferente a un sello en ese matrimonio ya.
—Te estaba apuntando, Sir Raymond, pero qué vergüenza.
—Jaja, es una pena.
—Es el sueño de una niña, así que no tomes en serio lo que dije, ¿de acuerdo?
Los sueños estaban destinados a romperse. Al igual que el agua en un vaso estaba destinado a ser bebido.
Raymond no era una gran presencia en la vida de Carynne en este momento. Pero Carynne sintió un creciente disgusto.
Aquí estaba ella, flotando en un mar de caos en su propia cabeza, ya que acababa de matar a tiros a alguien, sin embargo, Raymond e Isella lo estaban teniendo fácil con las dulces preocupaciones de si este matrimonio era algo que realmente querían o si esto resultaría ser nada más que un matrimonio de conveniencia.
Entonces, ¿Raymond se casaría con Isella? De alguna manera, las entrañas de Carynne se sentían retorcidas. Claramente, no era porque estuviera celosa de cómo otra mujer había atrapado a un buen hombre para ella.
Si era cierto que todo esto al final era solo producto de su locura, entonces tendría que planear un futuro sombrío por delante, ya fuera que moriría o iría directamente a la cárcel.
Y, sin embargo, vivirían felices para siempre.
Esto era lo que ella no podía soportar envidiar. Carynne se mordió el interior de la mejilla. Viendo que detestaba bendecir genuinamente a la pareja, entonces ella debía ser la villana. Con un poco de tornillo suelto.
Inesperadamente, Borwen llevó a Carynne al estudio; pensó que la encarcelarían de inmediato. Sin embargo, el arma fue confiscada, pero eso no parecía un castigo suficiente.
—La única orden que se me ha dado es protegerla incondicionalmente.
—Entonces, ¿cuánto te pagan?
—Se sorprenderá cuando lo escuche. El dinero que se gasta para protegerla y apoyar sus esfuerzos no es una broma.
Y ella se preguntaba hacia dónde se dirigía la fuga de presupuesto, sin embargo, después de todo, era para esto. Carynne estaba desconcertada, pero pronto abrió los cajones del estudio y los revisó.
—Pero, ¿por qué estás haciendo cosas tan locas? —preguntó Carynne.
—…Eso es lo que me gustaría preguntarme. Aunque es por el dinero.
—Cuéntame qué pasó con Nancy. ¿Cómo fue posible que trataste brutalmente con el cuerpo? ¿Y por qué no cerraste la puerta?
Carynne revisó sus preguntas de cuando estaban en el carruaje antes. Después de que le preguntaran, Borwen miró a Carynne con una mirada agria en su rostro, rascándose la nuca por un momento. Entonces, respondió.
—Bueno, personalmente, me desagradaba un poco esa mujer.
Borwen miró alrededor del estudio por un momento, luego se dirigió de nuevo hacia la puerta.
—Esto de aquí está bien cerrado, ¿sí? Tenía prisa por limpiar en ese momento, pero esa habitación no tenía cerraduras.
Entonces eso es lo que era. Carynne recordó la historia que le contó la señora Deere, cuando Carynne encerró a Dullan en una habitación y los demás tuvieron que dejar salir a los sabuesos por eso. Por eso, desde entonces, esa habitación nunca había sido cerrada con llave. Como siempre, una vez que sabías la verdad, todo era muy insignificante.
—Esa habitación es la habitación de entonces, eh. Asegúrate de arreglarlo correctamente a partir de ahora. Ahora vete.
Borwen se asomó con nerviosismo, pero Carynne ya no se preocupaba por él. Un sirviente era un sirviente. No tenía sentido que una persona no conociera bien su lugar. Carynne entró en la habitación. Había una persona allí que sabía más, y era el padre de “Carynne”.
No había muchas cosas dentro de la habitación que parecieran muy útiles. Papel, papel y más papel. La mayoría de los documentos eran registros de juicios o asignaciones presupuestarias.
Carynne se volvió para mirar las viejas estanterías. Este estudio era el estudio privado del señor feudal, por lo que Carynne no tenía mucho acceso a él. En el pasado, cuando se coló, si es que el pasado de Carynne no era un simple engaño, no había podido leer mucho.
Y, entre los libros, se mostraba un retrato aparentemente enorme de Catherine.
La atmósfera que esto desprendía era similar a la de la casa de la señora Deere. Obsesión por un muerto. Catherine ya estaba muerta y, sin embargo, seguía afectando a muchas personas. Y durante todos esos años, verían el rostro de esa mujer como un espectro detrás del de Carynne.
—¿No es hermosa?
—…Sí.
Fue un poco espeluznante.
Carynne se volvió hacia un lado. Su padre, el señor del feudo, entró lentamente en la habitación.
—Así es. Sí, ella es hermosa.
El retrato de Catherine aquí era mucho más grande que el retrato en la casa de Deere. Colgado en lo alto de este estudio había un retrato más grande que una persona real, abrumando fácilmente a cualquiera que entrara en esta habitación. Pero a diferencia de Deere, el hombre que poseía este retrato era el marido, por lo que no era tan extraño de ver.
—Ella realmente era hermosa. Mi esposa.
Carryne estudió el rostro arrugado del señor feudal. Con sus rasgos, parecía bastante apuesto en su juventud. Pero ahora, no era más que un tonto hombre de mediana edad. Y, sin embargo, detrás de ese rostro había un hombre que usó su poder para ayudar y apoyar los asesinatos de su hija. Era un hombre difícil de juzgar para Carynne.
—Ella tampoco es otra que tu madre.
Aunque era su padre, Carynne sabía muy poco sobre el señor feudal que tenía delante. No era un personaje importante. Carynne se mordió el labio inferior. Un “personaje importante”, eh. Tal vez esta descripción encajaría con él ahora. Y aparte de eso, lo “mportante” en este momento era otra cosa.
—Ya has oído hablar de eso, pero en este momento, estoy terriblemente... confundida, padre.
Su voz tembló un poco. Ella se aclaró la garganta. A decir verdad, quería agarrar la garganta de su padre en este momento y gritarle que escupiera la verdad. Pero se contuvo. Había esperado mucho tiempo antes de esto. Si podía hacer tanto antes, entonces podría recomponerse y hacerlo de nuevo.
—Correcto… la señora Deere está muerta —dijo.
—Sí.
El corazón de Carynne estaba a punto de salirse de su pecho. El señor del feudo no parecía estar sorprendido por esto. ¿Qué estaba pensando?, se preguntó. Hasta dónde la toleraría. quien era ella.
—Cierto, sí, por supuesto. Tendré que contribuir a los gastos de su funeral.
El señor del feudo se frotó las arrugas alrededor de los ojos. Carynne vio el sudor brillando en sus manos. La temperatura a su alrededor era demasiado fría para que él comenzara a sudar así, por lo que podía adivinar cómo se sentía en este momento.
—Sé que ya has tenido noticias de Borwen. Deja de cambiar el tema. Yo soy la que la mató.
Por un momento, el desconcertado señor feudal abrió y cerró la boca.
—¿Por qué la mataste?
—Estaba de mal humor.
Aunque no fue sincera, respondió con sinceridad. Incluso si trataba de dar una razón prolongada, al final, la raíz del asunto era simple: mató a alguien porque esa persona le amargó el humor, y esa mujer ni siquiera era un buen oponente para matar.
Si Borwen no hubiera aparecido y ayudado en ese momento, habría sido realmente difícil lidiar con las consecuencias.
—Por eso la maté.
Y en este mismo instante, Deere no era más que un trampolín, un personaje clave.
Carynne se preguntó qué diría el señor del feudo después de esto. Al escuchar la respuesta de su hija, el señor del feudo respondió en voz baja.
—Era una persona tremendamente entrometida, sí. Debe haberte irritado mucho.
Qué pobre excusa para sus acciones.
Carynne no respondió. ¿Todavía estaba tratando de protegerla de alguna manera? Incluso ahora, justo en frente de sus propios ojos. Ella no esperaba este tipo de respuesta.
—Estará bien.
El señor del feudo colocó su mano sobre el hombro de su hija y lo agarró con fuerza. En lugar de alentar a Carynne, parecía como si estuviera tratando de consolarse a sí mismo.
—Hablemos mientras tomamos una taza de té. Ya que cenamos y disfrutamos del festival por separado, tengamos una conversación como esta, los dos.
—Sí. Necesitamos hablar. Mucho.
Carynne se sentó en una silla. Más allá de la ventana teñida por la puesta de sol, se podían escuchar los débiles ecos de un saludo de artillería. Era el comienzo oficial del festival en toda regla.
Después del período de abstinencia, cualquier repudio contra el compromiso de Raymond e Isella se encubría con una lujosa exhibición de cosas materiales. Los verdaderos amos de esta tierra estaban aquí teniendo una extraña conversación, pero para esos dos, la historia que fluiría en esta habitación sería irrelevante para ellos. Con solo una barrera de vidrio, esas otras historias se habían vuelto completamente separadas.
Carynne miró a su alrededor en esta habitación de la realidad. Qué sala de interrogatorios ridículamente inofensiva. El señor del feudo no parecía pensar mucho en los asesinatos que había cometido Carynne.
¿Estaba haciendo esto solo para poder tranquilizar a Carynne también? Dado que supuestamente sufría de una enfermedad mental, ¿hizo él todo eso, encubrirlo todo, ocultar la evidencia, crear un prometido, solo para calmarla?
—Creo que la cosecha de té de este año será buena. El clima está bien.
—Sin embargo, no será tan buena.
Ella respondió casualmente, pero pronto cerró la boca. Estaba tratando de no estar tan segura de nada nunca más. Este tipo de comentarios y nociones eran venenosos.
—Ah, no. No estoy tan segura de eso. No me creas, padre.
—Si tú lo dices, entonces debe ser así.
¿Qué significaba eso?
Necesitaba beber té caliente para humedecer su garganta seca. Carynne se sentó en su silla y, con manos temblorosas, tomó la taza que preparó Borwen. No sería capaz de continuar sin beber té.
—¿Te sientes bien?
—…Sí.
Después de beber el té de color rojo, sintió que se estaba calmando un poco. Carynne miró el rostro del señor feudal, pero fue difícil leer algo en su semblante. Una vez que los saludos sin sentido iban y venían, era difícil soportar lo que sucedió después.
La punta de su lengua comenzó a sentirse seca de nuevo. Entonces, tomó un sorbo de su té una vez más.
—Escuché algunas cosas de la señora Deere.
—¿Fueron esos los comentarios groseros?
Lo suficientemente grosero como para que la mataran, sí. Carynne asintió.
—Así es. Esa mujer refutó toda mi vida. Ella dijo que me había vuelto loca y perdí mis recuerdos.
—Qué mujer verdaderamente grosera que no conoce su lugar.
El señor del feudo negó con la cabeza como si realmente la despreciara. Parecía que realmente odiaba a la mujer. ¿Pero fue por la misma razón que Carynne?
—Por cierto.
Carynne no se molestó en dar otra razón para encubrir sus acciones. Deere quería ser la madre de Carynne. Eso significaba que ella pretendía ser la amante del señor del feudo. Expresó un sentido de responsabilidad por Catherine y Carynne, pero el señor feudal y la propia Carynne solo se sintieron molestos con ella. Se sintió un poco lamentable, y Carynne descubrió que este sentimiento era algo así como también se sentía hacia Isella Evans.
El señor del feudo estaba asqueado por esa mujer. Incluso cuando esa mujer había perdido la vida por su hija, no parecía que sintiera ningún remordimiento por ella.
—Para ser honesta, no estaba tan enojada —explicó Carynne—. Um… Bueno, fue así en el momento en que sucedió, pero no es que lo recuerde, no creo que odiara tanto lo que sucedió. Para ser honesta, me sentí un poco cómoda.
—¿Por qué es así?
—Porque se terminará en el momento en que alguien muera.
Un suspiro y una carcajada llenaron el aire al mismo tiempo.
—Sería muy feliz si esta vida tortuosa simplemente terminara.
«No es por la razón que piensas.»
Independientemente de quién era ella o cómo llamaba a este hombre su padre, a Carynne no le importaba. Nada en absoluto importaba. Si Carynne estaba loca. Si todo fuera verdaderamente un mero delirio.
Era por eso que Carynne solo quería que el señor del feudo le diera una respuesta definitiva.
—Solo quiero que termine.
El señor del feudo miró directamente a los ojos de Carynne.
—¿No lo odiarás o lo detestarás?
—Sí.
Esta era la verdad. Había sido testigo demasiado de la bondad y la maldad de la humanidad. Ella sólo quería una explicación.
—La muerte y la vida misma parecen ser demasiado ligeras para ti —comentó el señor del feudo.
—Más ligero que el papel, sí. Tiene que ser esa luz cuando el tiempo no avanza. Sin embargo, sinceramente, todavía quiero sentir pena, un poco.
El señor del feudo se quedó en silencio una vez más. Cuando el silencio se volvió abrumador, Carynne habló.
—Tengamos una conversación seria, padre.
«Hasta el punto de que vomitaríamos nuestras tripas.»
—Deere tiene una gran boca, así que ¿por qué la dejaste salir de la mansión? Ah, no tienes que responderme. Ella ya está muerta después de todo. Una historia sobre mí es mucho más interesante que la vida de esa mujer o su pasado. Entonces, déjame preguntarte: ¿soy Carynne?
—¿Por qué no haces solo una pregunta a la vez?
—…Bien.
Carynne respiró hondo. Había demasiadas cosas de las que sospechaba. Se sentía como si su cabeza estuviera a punto de explotar por la plétora de preguntas que la asaltaban. Pero, ella solo tenía una boca. Ella finalmente llegó a este punto. Ella podría hacer esto uno a la vez.
—¿Es cierto que he tenido problemas desde que era joven?
—…Así es.
—¿Es cierto que Nancy borró mis recuerdos y me dio otros nuevos?
—Ya te has enterado.
Carynne una vez más planteó la pregunta que más le intrigaba.
—¿Soy Carynne?
—Eres mi primera y única hija.
Eso no era lo que ella quiso decir. Carynne frunció el ceño. Era Carynne “Carynne”; esa es su pregunta. ¿Tenía un lugar al que volver? ¿O fue todo una mera ilusión?
—Eso es... No. Lo que quiero decir es, ¿es apropiado que te llame padre?
—Mm, si miras el retrato de aquí, puedes ver que te ves exactamente como tu madre.
Ella no debería preguntar de esta manera. Carynne miró el retrato.
«¿Esta conversación sería más fácil si estuvieras viva? ¿Por qué un extraño como él está frente a mí y no tú?»
—Cuando pienso en lo celosos que otras personas estaban de mí hasta que nos casamos, es al punto que me canso. Te lo digo, de hecho hubo muchos pretendientes.
«Sin embargo, tu historia de amor no importa en este momento.»
Carynne lo miró con un dejo de incredulidad en su mirada. Efectivamente, su esposa había muerto, y después de eso hubo rumores de que él se estaba volviendo loco, entonces, ¿hasta qué punto tenía razón al sentirse así?
Catherine, como Carynne, era una mujer increíblemente hermosa, tal como dijo Deere. Incluso cuando se había mudado a un campo apartado como este, se decía que las invitaciones volaban de muchos lugares cada invierno.
¿Pero quién dijo eso? Carynne trató de suprimir los recuerdos del pasado que seguían acumulándose en el frente de su mente. No sé. Ella no sabía nada y no estaba segura de nada.
«Ah, si tan solo tuviera un arma ahora.»
Lo habría apuntado a la cabeza del señor feudal ahora mismo. No, pero no podía terminarlo de inmediato. Necesitaba oír la verdad, así que empecemos con las amenazas.
—Padre.
—Así que no importa cuán intenso haya sido…
—Yo también maté a Nancy. Tú también sabes esto. ¿Por qué escondiste su cuerpo?
—Si la señorita Evans se entera, ¿no sería difícil para mí protegerte?
El señor del feudo respondió, y Carynne se sintió tanto aliviada como frustrada por la respuesta.
—Realmente me siento como una marioneta en un escenario. En este mundo, me convertí en un espectáculo. ¿Qué diablos pensaste cuando supiste que lo hice?
—Fue para protegerte.
—Entonces deberías haberme dicho al menos... Sabes, es gracioso que sea yo quien diga esto.
Golpeó con un dedo la mesa.
—Nancy está muerta, ¿correcto? ¿La señora Deere murió por mis manos? Mi padre delante de mí, ¿cómo puedes decir con seguridad que estás aquí?
Estaba tan insoportablemente cansada por este retorcido sentido de la realidad. Y Carynne se sintió amargada por el hecho de que le quitaron el arma. Si la causa de su dolor fuera su padre, este hombre frente a ella, entonces hubiera querido clavarle varias balas.
No importaba que no tuviera otro pariente consanguíneo en este mundo. ¿No era él un enemigo que debía ser asesinado por el bien de su curiosidad y entretenimiento? ¿No era él la fuente terrible que hizo que toda su vida fuera una mentira? Para encubrirlo con la negación, Carynne no estaba convencida.
—Tú mataste a Nancy.
El señor del feudo se lo reconoció a Carynne.
—Y ahora estoy frente a ti.
Tomó la mano de Carynne. Ella sintió su calor. Una sensación de alivio comenzó a extenderse dentro de ella. Fue la misma sensación que tuvo cuando Tom confirmó que el cuerpo de su padre no había desaparecido. Como era de esperar, fue así. Alguien fue asesinado, alguien murió. El tiempo fluyó de ayer a hoy. Si la única que estaba loca era ella, entonces el mundo era estable. Sin embargo, no había tal cosa como una verdad estable.
—¿Por qué limpiaste el cuerpo? ¿Por qué me robaste la verdad? ¿Sabes lo que esto significa para mí?
Las lágrimas brotaron de su ira. Este acto no fue diferente de quitarle la verdad de esta manera, dejando que su locura e irracionalidad la devoraran. Esto no era ni amor ni protección.
—¿No habría sido difícil para ti si las cosas se salieran de control? La felicidad del niño es también la felicidad de los padres. Todo lo que Catherine y yo deseamos para ti es felicidad.
—Si deseas mi… mi felicidad.
Su voz era ronca. Carynne odiaba al hombre de mediana edad que tenía delante. Esta postura suya de no decirle la pura verdad, esta conducta de limpiar su desorden sin decirle nada. Todo fue asquerosamente terrible.
—¿Por qué no me agarraste por los hombros y me dijiste esto? Estás loca.
—¿Qué debo hacer para satisfacerte?
—Si maté a alguien, deberías haberme dicho que se supone que no debo hacer eso, ¿verdad? Deberías haberme metido en la cárcel. Deberías haberme dejado ser juzgada en la corte y haberme dado la pena de muerte.
—¿Qué tipo de felicidad podrías alcanzar en prisión? Ni siquiera has comenzado tu vida todavía. Todavía tienes que conocer a un hombre, casarte y tener tus propios hijos.
Estaba tan completamente sin palabras que quería pisotear sus pies.
—Si mi locura es hereditaria, entonces debe haber sido de ti, padre.
Ante esas palabras, el señor del feudo se encogió de hombros avergonzado. Y entonces su respuesta fue simplemente absurda.
—Te pareces más a tu madre que a mí.
—¿Sabes lo que estás diciendo en este momento? Mi madre y mi padre arruinaron mi vida. Como mínimo, debería saber cómo pensar por mí misma, pero no. Ni siquiera puedo creer nada de lo que veo, escucho o siento en este momento. No se trata de confiar en ti o no, tampoco se trata de que me ames. Lo que estás haciendo es nada menos que un mazo directo a mi cabeza para borrar mis recuerdos solo para darme lo que dices que es una vida estable.
Matrimonio, amor. ¿Qué clase de sueño era ese? Entre poner a dormir a alguien con medicamentos y con esta llamada vida pacífica, ¿cuál era la diferencia?
—Esas cosas no tienen importancia para mí en este momento.
—Son importantes.
El señor feudal afirmó esto.
—Son muy importantes, Carynne.
—Mira aquí, señor feudal.
Si era así, entonces no había necesidad de continuar esta conversación. Carynne apretó con más fuerza la mano del señor feudal. Acababa de hacerse las uñas. Su mano ganó algunas marcas rojas, pero eso fue todo.
—¿Qué es?
—Debería estar enojada. Pero tampoco puedo hacer eso correctamente, estoy demasiado desconcertada. Ja... Bien, haz lo que quieras. Voy a seguir matando gente, así que si quieres detenerme, inténtalo. Y si me equivoco, simplemente iré a ver a Sir Raymond y me entregaré.
—No te dejaré.
—Enciérrame entonces. Detenme. Ata mis brazos y piernas, encuentra otro hipnotizador para reemplazar a Nancy. Esta vez, quiero que me cuentes una historia aún más hermosa que esta fantasía en la que he caído en un libro y he estado muriendo una y otra vez durante cien años. Puede ser divertido despertarme en la habitación del emperador y convertirme en una esclava sexual, o incluso ir más atrás en la historia donde puedo intentar cambiar el mundo.
Carynne trató de ser lo más sarcástica que pudo. Ella no sería capaz de ver ningún dolor de su padre. Y él no iba a pelear con ella por esto.
Si se había cometido un delito, era natural imponer un castigo. No empezó todo esto con esa determinación en mente.
Pero entonces, en lugar de su determinación, el señor del feudo centró su atención en dos palabras.
—¿Cien años?
—Tal vez más que eso, no lo sé. Si hay nuevos recuerdos, bórralos todos y conviérteme en una tonta.
Se sentía como si hubiera muerto por nada. Carynne quería quemarse todo el cuerpo. Para quemar a su padre hasta la muerte justo en frente de sus ojos. Para destrozarlo.
Pero incluso con más vehemencia que eso, sintió un odio hirviente. Todos esos esfuerzos, esos años, esos recuerdos, ¿todo eso no significó nada? ¿Todo fue solo una ilusión? ¿No valía nada para ellos? La conclusión de que todo esto era solo su propia locura era demasiado conveniente.
Ella preferiría matar.
—…Cien años. ¿Es ese el tiempo que has vivido?
Ya está hecho. Es demasiado largo. Acaba con todo.
A Carynne se le ocurrió un plan para quitarse la vida y poder escapar de la realidad.
¿Debería ahorcarse, beber veneno o pegarse un tiro en la cabeza? Cuál.
¿Veneno, como era de esperar?
—Lamento no poder darte una respuesta adecuada.
—¿Deberíamos dejar de hacer estas cosas inútiles y caminar juntos de la mano hacia el monasterio? ¿Qué opinas?
—Catherine me dijo que no interfiriera en tu vida tanto como fuera posible.
—No quiero oír hablar de una madre que ni siquiera recuerdo.
Ante eso, el señor del feudo se apartó de Carynne. Parecía sorprendido por lo que ella dijo.
«Todos aquí son unos locos. Es una guarida de psicópatas. ¿No era esta una familia que te haría suspirar?»
Sin embargo, el señor del feudo miró a Carynne con una mirada cabizbaja.
—Catherine te amaba. Mucho.
—¿Realmente tengo que recordar eso ahora? Mi propio padre borró mis recuerdos hasta el punto de que ni siquiera puedo sentir este amor del que hablas. ¿Qué estás tratando de hacer, en realidad? ¿Vas a seguir siendo cómplice de mis asesinatos, tal como lo has hecho hasta ahora? Suena divertido. Claro, genial. Eso es lo que quiero. Si me estás ayudando de todos modos, mata a ese tal Verdic de inmediato. Isella es una ventaja. Y sería tan espléndido si incluso Sir Raymond muere. Lo harás seguro, ¿sí?
—Carynne.
—¿Por qué, no lo harás? Entonces, ¿qué diablos quieres hacer?
Carynne miró al señor del feudo. Que frustrante. Sabía demasiado poco, y el señor del feudo le estaba ocultando algo. Y ahora ella la miraba con ese tipo de mirada.
«¿Quién eres tú para hacerme eso?»
—Yo también me he cansado ahora —dijo.
—Igualmente.
—No hables así de Catherine. Lo hizo por tu felicidad. Pero…
Las lágrimas brotaron de los ojos del señor feudal.
—Yo... estoy cansado ahora.
Y se cubrió los ojos con las manos.
—Catherine te quería mucho. Y ella era como tú.
—Entonces debo haber heredado esta locura de madre.
—No seas sarcástica cuando hables de Catherine. Ella, tu madre…
Al señor del feudo le resultó difícil seguir hablando. Sus emociones surgieron. Se tomó un momento para respirar, y luego habló una vez más.
—Ella solía hablar como tú. El mundo... es como una novela para ella. Y ella dijo que es mayor de lo que parecía.
Carynne dejó de respirar.
—Y tú también... Ella dijo que vivirás la misma vida que ella vivió.
—Entonces, lo que estás diciendo es que Catherine, ¿mi madre tiene los mismos síntomas que yo tengo?
—Sí.
—¿Estás… seguro?
Al escuchar la sospecha en la voz de Carynne, una mirada ofendida recorrió la expresión del señor del feudo sin contenerse.
—Eso es lo que dijo mi esposa. ¿Cómo puedes dudar de sus palabras?
«No me digas. Mi padre no es un imbécil, ¿verdad?»
Carynne hizo girar una imaginación astuta en su interior. Si fuera como la vida que Carynne había experimentado hasta ahora, su madre, Catherine, no habría aparecido muerta si no hubiera habido ningún conflicto causado por su padre. Siempre tuvieron esa relevancia.
Pero lo que dijo hace un momento, que no era solo Carynne. Eso era algo que nunca podría ignorar.
—No conozco exactamente los detalles. Y al final, es algo de lo que tiendes a dudar. Preferiría que solo fuera... Pero tienes razón. Empezar desde el principio y olvidarse de todo.
—Señora Catherine.
—Madre.
En medio de todo, el señor del feudo todavía corrigió sus palabras. Tuvo que contenerse porque estaba a punto de escupir palabras que ni siquiera podía describir. Se preguntó si el señor del feudo siempre había sido este tipo de persona.
—Sí, mi madre.
Miró de reojo y miró el retrato. Qué bueno hubiera sido si la persona que estaba aquí antes que ella no fuera el señor feudal, sino ella. Carynne no pudo evitar suspirar.
¿Por qué el que quedó vivo fue este señor feudal que era un extraño en todo esto? Si lo que estaba diciendo era correcto, ¿no era que la única persona en todo este mundo que podía entender a Carynne era su madre muerta?
—¿Tienes alguna prueba de que ella vivió una vida repetida... como yo?
—Entonces, al final, todavía lo estás dudando. ¿No eres la prueba viviente de ello?
Como él, si tan solo pudiera creer tan inocente e ingenuamente, entonces sería tan maravilloso.
Sin embargo, a Carynne le resultó difícil calmar su palpitante pecho.
—Lo dudaría si se trata de otra persona —dijo su padre—. Pero si eres tú, ella me dijo que no se podía dudar.
—Entonces eso es todo.
—Porque es un fenómeno que no necesita explicación. Y es imposible para mí explicarlo también.
Al final, tenía razón. Era difícil comprender algo que se suponía que era imposible.
Carynne misma era la evidencia para demostrarlo. Como había estado viviendo una vida repetitiva todo este tiempo, por supuesto que lo sabía por sí misma, entonces, ¿cómo podría dudarlo? Solo para entender la angustia que estaba sintiendo, la otra persona tendría que buscar el mismo significado durante 100 años, no, tal vez 10.000 años.
Carynne dejó caer la cabeza sobre su mano apretada. Su cabeza estaba caliente.
—Lo que dijiste es correcto —respondió ella.
No importa cuál fuera la respuesta, sería difícil de asimilar.
Incluso si escuchara a su padre decir que él era Dios, o si el cielo se abriera y disparara un relámpago en este mismo momento y Dios descendiera de los cielos, Carynne no se habría sorprendido. Sin embargo, todavía se preguntaría si se trataba de alucinaciones inducidas por las drogas que tomó anoche.
Todos estos años la habían hecho así, sin duda ser su mejor amiga.
—Sí.
—Si es algo que se puede resolver con lógica…
Si fuera así... Carynne se calmó al sentir el ataque de la hiperventilación.
—¿Por qué lo escondiste? Si hubieras dicho algo, entonces... yo, más... ¿No habría vivido más cómodamente?
Durante mucho tiempo, había pasado tantos días pensando en la idea de que estaba viviendo dentro de una novela. Si al menos hubiera sabido que había una persona más que estaba pasando por las mismas pruebas que ella, entonces no se habría sentido tan miserable. Mejor aún, tal vez habría tenido esperanza.
Sin embargo, el señor feudal negó su suposición.
—Escuchaste sobre este asunto cuando tenías diez años, pero no pudiste aceptarlo. Dijiste que la vida no tenía sentido.
—Entonces, si, desde el principio, me hubieras dejado en la oscuridad acerca de esto...
—¿No es este el resultado de eso?
El silencio una vez más cayó sobre la habitación.
—Si mi madre estaba en la misma situación, ¿entonces mi abuela también tuvo que pasar por esto? ¿Es esto algo que se transmite de generación en generación?
—No sé mucho al respecto.
—…Ya veo.
¿La pareja no habló mucho entre ellos? Carynne se estaba frustrando porque no podía obtener tantas respuestas como quería. Fue reconfortante ver que el señor feudal, al igual que ella, parecía estar inquieto. Si solo estuviera sentado allí, observándola casualmente, entonces no habría habido nada más perturbador que eso.
Sin embargo, la conversación no siguió bien porque ambos se dieron cuenta de la incomodidad que sentían por el otro. Era como si estuvieran en diferentes longitudes de onda a lo largo de esta conversación cuando trataron de hablar sobre la angustia que sintieron cuando experimentaron diferentes lados de la historia.
Esta conversación que había sido aplazada durante cien años, era extraña. Incómoda. Dolorosa.
—Así que mi madre comparó su vida con una novela.
—Sí.
—¿Era una novela romántica?
—¿Mmm?
—¿Qué género dijo que era? Mi vida, quiero decir.
Un mundo lleno de racionalidad la había abandonado, y lo que la recibió de vuelta fue un mundo lleno de fantasía. Si ese era el caso, entonces ella jugaría con esas reglas.
Carynne empujó sus dudas a una esquina de la página, la dobló y dibujó un signo de interrogación sobre ella. Por supuesto, la pregunta era cómo podría salir de esto.
—¿Cómo termino la historia?
El señor del feudo se señaló a sí mismo con un dedo.
—Encuentra a alguien como yo.
—¿Perdón?
—Eso es lo que hizo Catalina. Ella me conoció y pasó a vivir su verdadera vida.
Aunque decidió aceptar cualquier palabra que escuchara, no fue fácil. Tratando de ordenar sus propios pensamientos y sentimientos con respecto al señor feudal, Carynne eligió una pregunta para hacer.
—¿Termina con el matrimonio?
—Con amor, por supuesto.
Fue bastante desconcertante escuchar que la vida de uno no era más que una novela. Era poco realista, extraño, una historia que escucharías de algún loco que delirantemente creía en sus propias fantasías. Sin embargo, no había otra opción más que aceptarlo como la verdad.
No era el amor lo que tenía la mayor influencia en la vida de una persona. Era la muerte
Y, sin embargo, aquí estaba de nuevo: amor. Una vez más controlaba la vida de Carynne.
Carynne estaba a punto de hartarse. Este tropo tedioso, fastidioso y molesto estaba volviendo a surgir.
—Deberías amar. Vas por el camino equivocado ahora mismo. ¡Enamórate!
«¡Cállate la boca!»
Carynne se tragó las palabras. La sangre se acumulaba en sus ojos. Lo que se formó en los ojos del señor del feudo fueron lágrimas, pero con Carynne, no, era sangre. Sea como fuere, el señor feudal continuó hablando.
—Me conoció y me dijo que aunque no tuviera que dejar la novela, estaba bien. Más que eso, dijo que ya no necesitaba “leer” la novela una y otra vez.
—¿Eso es lo que ella dijo?
El señor del feudo volvió a darse golpecitos con un dedo.
—Sí. Ella dijo que yo soy su protagonista masculino. Ningún otro hombre era el adecuado para ella. Ni el conde Landon, ni el príncipe heredero Gueuze, ni tampoco el marqués Pencier. Solo yo era su verdadero amor.
El señor del feudo recitó los nombres de hombres poderosos, uno tras otro. Como una persona que se entromete en los asuntos de otras personas, Carynne investigó sus recuerdos y trató de recordar quiénes eran estos hombres que habían estado escandalosamente involucrados con Catherine.
Como eran de una generación diferente, no había tenido la oportunidad de conocerlos. Solo el príncipe heredero Gueuze era un nombre familiar para ella; en particular, sabía que era conocido por ser lujurioso.
—Comparado con ellos, yo era mejor…
El rostro del señor feudal estaba lleno de orgullo. Esa expresión suya se parecía bastante a la que tenía Deere, y ella era alguien a quien el señor feudal odiaba irónicamente.
Esta era una obsesión para una persona muerta. No se trataba solo de recordar a la persona que realmente amaban, sino de recordar cómo los había mirado el difunto, y era un sentimiento de orgullo que protegían.
La expresión que tenía el señor del feudo cuando dijo que Catherine eligió casarse con él en lugar de esos otros pretendientes era la misma expresión que tenía Deere mientras miraba el retrato de Catherine en su casa.
—Al final, yo era su amor, después de todo.
La forma en que dijo que ganó después de casarse con Catherine fue mucho más justificada y convincente que la forma en que lo hizo Deere. Sin embargo, Carynne era demasiado mayor para dejarse impresionar por lo que decía y por su aspecto.
—En las novelas que he leído, el protagonista masculino suele ser el hombre más guapo que tiene una edad cercana al personaje principal.
Lord Hare no era tan malo, pero no es como si estuviera abrumadoramente muy por encima de los otros pretendientes de Catherine.
Ahora que había llegado a esto, parecía que el amor verdadero estaba bastante lejos. ¿Qué pasaría si uno de los hombres moribundos que ahora luchaban en el campo de batalla fuera el protagonista masculino de Carynne? Que conclusión más estúpida.
—Así que es… amor.
—Sí, es amor. No creo que lo hayas encontrado todavía. Pero, como tu madre… Es amor verdadero.
Al ver cómo el señor del feudo asentía para sí mismo, Carynne apretó el puño. Una historia tan empalagosa, ¿no era demasiado poco realista, tan terriblemente frustrante hasta el punto de la repugnancia? Era como si le estuvieran golpeando la cabeza con un mazo, solo que el arma en cuestión estaba hecha completamente de caramelo.
—Era algo que yo mismo no creía, ya que solo era un bribón terrible —dijo el señor del feudo—. Pero en comparación con las emociones que podrían haberse dicho, estos son sentimientos verdaderamente puros y galantes.
—Si bien eso es lo que sabes, entonces así es como te sientes.
Carynne obligó a las comisuras de sus labios a curvarse en una sonrisa. Las personas que creías que estaban debajo de ti lo sabían todo al final.
—¿Sigues vagando porque no has encontrado a tu protagonista masculino?
No debería ser tan fácil sentirse ofendida por palabras que eran tan increíbles, tan parecidas a un cuento de hadas. Sin embargo, el señor del feudo miró los finos pómulos de Carynne, sus heridas, su ropa manchada de sangre. Él la miró con tanto lamento, oh, qué hermosa. Ay, qué lamentable.
Sus ojos estaban desprovistos de angustia por el hecho de que su hija acababa de matar a una persona. En ellos sólo se evidenciaba el deseo de ver a su difunta esposa.
Entonces, Carynne sintió más náuseas mientras continuaba examinando el rostro de su padre.
Amor. Amor, dijo.
Hacia la Carynne del presente, era algo que era incluso peor que el asesinato.
Había llegado hasta aquí, pero ¿qué era esto?
—Padre, este mundo... Incluso cuando escuchaste que es una “novela”, ¿no te importó?
—Cuando tienes dolor, por supuesto que yo también estoy triste.
—No. No estoy hablando de eso. Padre, no es eso.
Su hija. Su esposa. No se trataba de eso. No sobre otras personas. No cualquier cosa menor, insignificante. Lo que estaban hablando aquí era más cercano y más relevante para él.
«¿Qué opinión tienes de ti mismo?» Carynne tenía curiosidad por eso. Ella agonizaba por eso. Había un mundo al que podía volver. Ahora era un vago recuerdo, pero podía recordar una familia diferente a esta, un mundo más amable, una comida más fascinante, una cultura comparativamente exótica, animales distintos, sueños diferentes. ese mundo
Carynne rebuscó entre las imágenes borrosas.
Una vida verdadera. Un mundo verdadero.
Si realmente pudiera regresar, si todo esto fuera un sueño momentáneo…
Abrió los labios y luego los cerró una vez más.
Al final, todavía estaba atrapada en la misma angustia en la que estaba atrapada cuando era una niña de diez años. Si nada había cambiado, entonces era mejor no pensar más.
—Amor verdadero... dices.
Qué extraño fue para ella decirlo con su propia boca.
—Durante toda mi vida... Por todos esos cien años... Si te digo que viví con solo dudas y miedo dentro de mí todo ese tiempo, ¿qué dirías?
De su propia existencia, de todo lo que había en el mundo, de lo que sentía mientras vagaba sin rumbo como flotando en el aire. Sobre cómo no había nadie como ella en ninguna parte, ninguna evidencia de que su existencia fuera como era, ninguna convicción que se mantuviera mientras se desvanecía. ¿Qué diría él de todo esto? ¿Qué diría él de los días de tortura que ella vivió, esos días en los que sólo existía el dolor?
Entonces, el señor feudal respondió con lástima.
—Mi querida hija. Has vivido tu vida en vanidad.
En ese momento, Carynne tomó una decisión.
—Pareces creerle a mamá.
—Por supuesto. Te creo tal como le creí a ella.
Y, sin embargo, la dejó sola durante un siglo entero. Carynne quería hacer pedazos ese retrato y descargar su ira. ¿Amor? Una vehemente sensación de celos surgió dentro de ella. Estaba celosa de su madre muerta.
«Me alegro de que estés muerta, madre. ¿Volviste a tu mundo original? ¿Dejaste este lugar para regresar con tu verdadera familia? Ah, desearía poder morir pronto también.»
Carynne estaba tan consumida por los celos que sus dedos comenzaron a temblar. No sabía qué hacer con ellos, así que juntó las manos.
—…Soy mucho mayor que tú. Pero en este momento... parece que lo he hecho, para encontrar mi propio amor en serio.
Su voz temblaba torpemente. Pero el señor del feudo no prestó atención a esto.
—¿Quién es? Tu protagonista masculino.
Carynne dudó un momento antes de responder.
—...Es Sir Raymond.
—Mm, lo sabía. Eso es plausible. Hm... Entonces Verdic debe haber estado bastante molesto. Está bien.
Estaba tan molesto que incluso cortó el cuello de Carynne con un hacha. Ni siquiera tenía la energía para responderle al señor feudal que parecía estar encontrando diversión en esto. ¿Por qué siquiera preocuparse por Verdic? Lo que importaba aquí era su protagonista masculino.
—Realmente le crees a mamá.
—Sí. La creo con todo mi corazón.
Como deberías. Si no creíste, entonces todo lo que eres ahora es un cómplice de los asesinatos de una lunática. Su padre era un fanático devoto. La muerta Catherine era su dios, y Carynne era una reliquia sagrada. Ella era simplemente evidencia de la gloria y divinidad de su dios. Así que este era el tipo de persona que él era, él, quien le dio este cuerpo que ella habitaba.
—Ah, ya está oscuro.
—Voy a saltarme la cena. No creo que pueda comer… nada.
No parecía que pudiera obtener más información de su padre. Desde el principio, fue un extraño. Ni siquiera sabía si lo que estaba diciendo era correcto. Incluso si Carynne le atara las extremidades y le arrancara las uñas, nunca podría divulgar lo que no sabía en primer lugar.
Él no tenía ningún valor para ella ahora. No había necesidad de hablar con él. Carynne deseaba descansar. Si iba a cenar, tendría que volver a verle la cara.
—Ven a cenar juntos. La condesa y su hija vienen de visita.
—…Sí.
Carynne hizo una mueca. Deseaba un poco de tiempo para descansar. Era muy difícil digerirlo todo porque la realidad y la fantasía estaban entrelazadas al azar. Se sentía acosada por la indigestión, pero en lugar de su estómago, era su mente.
Sin embargo, la pregunta tenía que hacerse.
—Dado que madre es alguien fuera de la novela, ¿qué pensaste sobre esto, padre?
El señor del feudo se rio entre dientes después de escuchar esto. En ese mismo momento, parecía un hombre joven. Sonrió con tanta inocencia, tanta pasión, tanta convicción. Hacia Carynne, a quien consideraba una reliquia sagrada, respondió:
—Es verdaderamente romántico.
—¿Carynne no está aquí?
Isella estaba de muy buen humor. El hecho de que Carynne Hare no estuviera en su línea de visión hizo que su mente se sintiera tranquila y su cuerpo relajado. Mientras monopolizaba a Raymond todo el día sin tropezar nunca con Carynne, Isella estaba completamente satisfecha. Se sentía como si estuviera llena cuando aún no había comido. Además de eso, Raymond cumplió con todas las diversas demandas de Isella a lo largo del día.
—Lord Raymond, hablemos de lo que sucede después de nuestra ceremonia de compromiso.
Cuando Isella habló con entusiasmo sobre el calendario después de la ceremonia de compromiso, Raymond preguntó de inmediato.
—¿El señor Verdic mencionó mi situación?
Quería que él saciara más su deseo. Ante esto, Isella no ocultó su leve malestar.
—…Síiii . Ya no tendrás que sufrir más en el ejército.
—¿Es eso así? Ha pasado un tiempo desde que me alejé del frente.
—No, es normal que te alejes de ahí. Asumirás un papel mucho más importante en este país en comparación con ser parte del ejército.
Para ser exactos, era un papel que beneficiaría más a la familia Evans.
El padre de Isella tenía razón.
Raymond fue vendido a ella.
Las flores simplemente estaban en temporada y, de la misma manera, no había forma de evitar que los ojos de un hombre se desviaran por un momento. Incluso cuando Verdic ocasionalmente se entregaba a otras mujeres e incluso cuando la madre de Isella le sonreía a otro hombre, al final, ambos volvían a la misma cama y discutían juntos los asuntos de su familia.
El aspecto más importante de un matrimonio era el hecho de que es un contrato.
—He pasado toda mi vida en la orden de los caballeros.
—Vaya, oh vaya. ¿Aún no eres joven? Tienes una novia para casarte, pero ¿de qué estás hablando?
Isella se burló con nerviosismo y luego se rio. Deseaba no dejarse influir por Raymond nunca más. Era tan miserable anhelar el afecto de un hombre cuando ese hombre no se preocupaba por ella en absoluto. Este era su ideal: mientras cuidaba y apoyaba a Raymond por completo, lo mantendría atado para poder verlo halagarla y felicitarla.
—De repente estoy dejando el lugar en el que siempre había estado, así que es un poco preocupante. Y también es un poco incómodo para mí. Pensé que era algo que haría por el resto de mi vida.
Con una sonrisa, Raymond se encogió de hombros.
—Padre y yo te apoyaremos en cualquier cosa, así que no tienes nada de qué preocuparte.
Isella tomó la mano de Raymond. Luego miró la mano de Isella y asintió, luego dijo:
—¿Es así?
Tal como lo había hecho hasta ahora, su padre continuaría estando allí para ayudarla. No tenía ninguna duda de que podría comprarle a Raymond todo lo que quisiera. Incluso después de que ya era su marido. Y, de nuevo, Isella deseaba que no hubiera más incertidumbre con su prometido.
—Lord Raymond, si la condesa Elva asiste, ¿seguirás sintiendo lo mismo por nuestro matrimonio?
—...Por supuesto, señorita Isella.
—¿Eres feliz también?
Entrecerrando los ojos, miró al apuesto hombre dorado. Respondió con una pintoresca sonrisa en los labios.
—Sí. Es una ocasión alegre.
Su respuesta positiva salió sin una pizca de vacilación, pero sonaba bastante falsa. Aun así, esto ya no era importante. Lo que importaba aquí era que ya no estaba en condiciones de mostrar ningún descontento.
Desde el fondo de su corazón, Isella pensó que no tenía ninguna importancia para ella. Siempre que mirara a Isella y le sonriera, mientras entraran juntos en el pasillo, mientras estuvieran en la misma cama, uno al lado del otro.
—Fufu.
«Sonríe, mi caballero. Mi novio caro.»
Sin embargo, Isella no dejaría que Raymond viviera libremente como lo hizo su padre. No deseaba vivir como su madre. Si era ese tipo de relación, entonces todo lo que estaba programado para ella era adaptarse en consecuencia, tener un hijo juntos para cumplir el contrato, y luego ir en busca de lujuria y afecto a otra parte, por separado.
No importaba cuán guapo y cuán alta fuera la calidad de su linaje, no era más que un semental que finalmente fue vendido. Y su dueño no era otro que la familia Evans.
Incluso si era de ascendencia noble, no era el siguiente en la línea de nobleza de su hogar, y no era como si el hijo mayor compartiera su fortuna heredada con su cada vez más famoso hermano menor.
Después de la ceremonia, tres días después, al final, Raymond tendría que volver a la casa de los Evans y compartir risas juntos. Incluso si sus sonrisas no vinieran de su corazón, al menos, no se le permitiría hacer lo que quisiera.
—Lord Raymond. Escuché que has hecho numerosos méritos en el campo de batalla.
—…Sí.
—Tengo curiosidad acerca de cuántos has derribado.
Si Carynne tenía las riendas a través de su belleza, entonces Isella tomaría las riendas a través de su riqueza. A lo sumo, la hija del señor feudal de este pequeño dominio simplemente continuaría viviendo aquí y se casaría con su tartamudo prometido. Eso sería todo lo que había en su pequeña e insignificante vida.
—…Regresaste de una sola pieza, afortunadamente. Y eso es suficiente.
Como tenía a Raymond solo para ella todo el día, Isella parecía absolutamente cautivada durante la cena de esta noche. No se cansó en absoluto, y no parecía que su boca estuviera agotada por aletear.
Ya que él era padre, ¿cómo no podía Verdic saber lo que su hija estaba sintiendo cuando vio lo brillante que era la mirada en sus ojos? Verdic sonrió a su única hija.
—Querida, ¿qué es esta vez?
—¿Eh?
Estaba de tan buen humor que está fuera de sí. Cuando Verdic soltó una carcajada, Isella se puso roja y le tendió el brazalete en la muñeca a su padre.
—¿Sir Raymond te dio esto?
—Huh. Bonito, ¿verdad?
En realidad, una baratija como esta no podría compararse con las cosas que ya tenía. Pero lo importante era que Raymond le dio esto. Fue una buena idea por parte de Verdic enviar un asistente a Raymond con anticipación para recomendarle las joyas más adecuadas.
Verdic dio un paso atrás, guardándose este pequeño secreto para sí mismo que no le revelaría a su hija.
Junto a él, el señor del feudo habló en voz baja.
—Señor Evans, es un alivio ver que su hija está de muy buen humor.
—Su Señoría no tendrá que preocuparse por algo así de nuevo.
El señor del feudo había estado soltando golpes pasivo-agresivos para señalar lo grosera que había sido la hija de Verdic durante los últimos días. Ignorando al señor del feudo por completo, Verdic tenía una mirada complacida en su rostro mientras observaba a su hija y su prometido sentados juntos. Isella estaba siendo demasiado sensible.
Con Carynne, que era demasiado hermosa para una joven de su edad, fuera de la vista, Isella Evans volvió a su comportamiento vivaz con su prometido.
Al mismo tiempo, Raymond se comportaba como el noble bien educado que era mientras dirigía suavemente la atmósfera y compartía una conversación agradable que Isella encontraba interesante. El nivel de su ingenio era digno de un hombre de su habilidad.
Verdic no quería que el joven tratara a Isella como una mera aventura. Sin embargo, también quería proteger la fantasía de su querida hija aunque fuera un poco.
Cuando le gritó por última vez, había sido necesario romper esa falsa ilusión de que ella vio, pero después de todo, era su esperanza ver a su hija, que era propensa al llanto, reír al máximo. Incluso si lo que estaba haciendo era nada menos que golpear a sangre fría una calculadora para lograrlo.
Como cualquier padre, clasificó sus emociones para su hija. Luego, Verdic se volvió hacia el señor feudal cuando planteó una pregunta.
—¿Tu hija se parece a su madre?
—Se parece más a mí que a su madre.
—Mi hija se parece exactamente a su madre. ¿Has escuchado sobre eso?
—El renombre de la señora Catherine es muy conocido, ¿no es así? En un momento, quisimos patrocinarla con algo de ropa.
Sin embargo, se retiró solo un año después de haber debutado en la alta sociedad y, a partir de entonces, se quedó atrapada en este campo apartado. Permaneció recluida, y luego falleció así.
Verdic no tenía sentimientos especiales por Catherine, pero sentía pena por Carynne debido a su gran parecido.
—Entonces, estaría agradecido si pudieras ayudar a mi hija con su ropa cuando haga su debut.
—…Lo tendré en cuenta.
Verdic apretó los dientes.
«¡Este estatus!»
Aunque Verdic tenía todos los derechos sobre el feudo, la posición de la familia Evans aún recaía en la familia Hare. Todo por esta diferencia de estatus. Este país estaba gobernado por la nobleza y la realeza, por lo que no había más remedio que inclinarse y mostrar respeto.
—Sería maravilloso ver a la hija de Su Señoría y a mi hija debutar juntas.
Sería todo un espectáculo ver cómo la hija de esta familia Hare se convertiría en una mera sirvienta de la familia Evans.
Riendo, Verdic levantó una copa hacia el señor del feudo.
Completamente diferente de la propia hija de Verdic, todo lo que la hija del señor feudal tenía a su favor era su belleza. Tanto su silencio como su sonrisa eran sus adornos. ¿Fue la madurez más allá de su edad en la que se llevó a sí misma un producto de su educación ruda? Si era así, entonces gran parte de las adversidades que experimentó debían haber sido creadas por el mismo Verdic.
Al igual que Isella, estaba seguro de que había influido mucho en la personalidad actual de Carynne. Verdic creía que todos los jóvenes eran infantiles. Era normal incluso con adolescentes de la edad de Isella. Así que una adolescente como Carynne, que era excesivamente reservada y bien educada, en realidad no era madura de pensamiento. Ella acaba de ser derribada hasta ese punto.
—La hija de Su Señoría no debe sentirse bien.
Siendo así de débil, Carynne era claramente inferior a Isella. Con la cabeza gacha, el señor del feudo murmuró su respuesta.
—Mm, su condición física se ha debilitado un poco. Después de todo, muchos eventos y sucesos diferentes se superponen.
«Quédate así y nunca salgas.»
Verdic suplicó para sus adentros. Le complacía ver a una camarera bonita o a una sirvienta encantadora en casa, pero le molestaba mucho ver que la rival de su hija era hermosa.
¿No era tan pacífico cuando Carynne se había ido? A Verdic no le gustaba cómo esa joven dominaba la atmósfera entre la gente. Debido a esa cara que era deslumbrante sin ningún mérito en particular, su hija comenzó a sentirse deprimida y el trato se tambaleó.
Verdic quería proceder con el trato sin problemas.
—¿Puedo preguntar, está enferma la señorita Hare?
Antes de que Verdic se diera cuenta, Raymond se acercó al señor del feudo y le preguntó.
—Lord Raymond, en lugar de eso...
Cuando Raymond se acercó para preguntarle al señor feudal, Isella inmediatamente se aferró a él. Los dos hombres de mediana edad, en el mismo momento, se pusieron azules en la cara.
Un hombre quería calmar a su hija porque estaba herida, y el otro hombre se sintió menospreciado por el comportamiento pegajoso de la joven.
Verdic miró de soslayo al señor feudal y luego se dirigió a Isella.
—Isella, ¿por qué no visitas a la señorita Hare en su habitación más tarde?
—¿Huuuh?
Su hija lo miró como si no pudiera entender por qué estaba haciendo esto. Sin embargo, instó a Isella nuevamente.
—Parece que está muy enferma. Incluso se ha saltado la cena esta noche.
—Uh... Um... Está bien, la visitaré.
Había una mirada amarga en su rostro mientras se aferraba con más fuerza al brazo de Raymond. Miró a su padre con nerviosismo en los ojos, esos grandes ojos que parecían inocentes.
—Ve y mira si está bien. Y dile que se asegure de asistir a la ceremonia de compromiso que tendrá lugar tres días después.
Era una demanda, no una petición.
Era como si Verdic fuera el señor cuidando al invitado. Aun así, era la señorita Hare la que estaba cometiendo un error más grande.
Todavía estaba bajo la ilusión de que su familia era la dueña de esta tierra.
—¿Hay necesidad de obligar a una persona enferma a asistir?
Incapaz de ver cómo se desarrollaba esta escena, Raymond dio un paso adelante.
—Jo, jo, señor Raymond. Es bueno que seas muy popular.
—Señor Verdic.
—No es nada.
Verdic admiró alegremente la expresión endurecida del señor feudal. No importaba si Carynne estaba realmente enferma, y tampoco importaba si Raymond estaba haciendo esto porque no estaba completamente comprometido con este compromiso. Sin embargo, si Raymond dijera algo más aquí, entonces solo estaría confirmando lo último.
—La condesa asistirá a la ceremonia de matrimonio, ah, no, a la ceremonia de compromiso, ¿no sería una pena? Isella también estará en deuda con esta tierra durante bastante tiempo. De varias maneras, sería bueno que me mostraran los alrededores, ¿no? —dijo Verdic.
—Mm, esa es una forma entretenida de expresarlo.
—Sí, sí.
Parecía que el señor del feudo quería decir algo más, pero pronto volvió a sonreír. Dio un paso atrás para indicarle a Dullan que hiciera algo.
La música se había ralentizado porque los músicos se habían vuelto cautelosos ante la breve guerra de nervios. En nombre del señor del feudo, Verdic les dijo a los músicos que tocaran un vals.
Luego, la música comenzó de nuevo, seguida de una comida incómoda llena de risas vacías.
Realmente fue la decisión correcta adelantar la ceremonia de compromiso. Verdic vio que el cutis de su hija mejoraba notablemente y ella volvió a recoger sus cubiertos. Como si los mejores ingredientes hubieran sido traídos para celebrar las festividades, cada plato puesto ante ellos mostraba sabores exóticos.
«Mm... Aunque no es tan bueno como el plato de ese día.»
Pero eso no importaba. Tener una ceremonia de compromiso era lo mismo que tener la boda en sí. Los negocios iban bien y el asiento de la condesa en la asamblea era tan bueno como el suyo. La mayor parte de todo fue viento en popa.
Pero todavía faltaba algo.
Sólo una cosa.
¿Qué podría ser?
Su lengua anhelaba el sabor del éxtasis que había tenido ese día. Verdic chasqueó los labios con pesar. Verdic deseaba probar el nivel de comida que podía disfrutar en esta casa, hasta sus límites. Una vez que llegara la condesa, ¿recrearían ese festín gourmet y lo servirían de nuevo?
Con el señor feudal de un lado, Raymond del otro y la inminente negociación con la condesa, Verdic se sentía satisfecho solo de pensar en todo aquello. Sus ojos se curvaron levemente mientras miraba el rostro sonriente de su hija.
«Es todo tan suave.»
El señor del feudo miró fijamente la carta que el niño mudo le había entregado. Era de su única hija. Lo había mirado durante mucho tiempo, pero incluso entonces, el contenido de la carta no cambió.
Dejó escapar un suspiro. Ya estaba lo suficientemente angustiado en un momento como este. Desde el día en que murió su esposa, el mundo alrededor de Lord Hare se había vuelto gris. Sus deberes como señor feudal tenían poca importancia para él, e incluso su hija, que se parecía mucho a su esposa, no era una fuente de consuelo para él.
Desde ese momento en que estaba mirando por todo el bosque a donde se había escapado Catherine, los años habían pasado en un instante. Cuando recuperó sus sentidos, ya fue después de que Verdic, en algún momento, le quitara muchos de sus derechos como señor feudal. Sin embargo, no sintió ningún resentimiento hacia Verdic. No quedaba nada en este mundo que lo hiciera sentir.
Sin embargo, esta carta lo sorprendió un poco.
Se frotó ambas palmas contra los ojos. Estaba exhausto.
Dejó escapar una serie de largos y prolongados suspiros y juntó las manos, entrelazando los dedos. Luego, levantó la cabeza para mirar el retrato de su esposa.
—…Te creo.
Por eso hizo todo eso.
Levantándose de su asiento, luego prendió fuego a la carta. El papel se distorsionó por el calor y pronto se desmoronó en las llamas. Sin embargo, el contenido quedó profundamente grabado en la mente del señor feudal, como si estuviera marcado permanentemente.
—¿Cuánta medicina pusiste en esto?
Cuando Carynne se negó a comer, Dullan eventualmente le trajo comida personalmente. Al verlo cambiar sus ojos de esa manera, le recordaron los ojos de un pez muerto en la tabla de cortar. Solo con esa mirada, Carynne supuso que Dullan ya había escuchado toda la historia de Borwen y el señor del feudo.
Después de un rato, habló tímidamente.
—…Mucho.
—Eres un médico de familia terriblemente magnífico. Es un cumplido, así que agradece.
Dullán permaneció en silencio.
Acostada en su cama, Carynne se incorporó y miró fijamente la comida drogada. Eso era todo. La razón por la que Dullan era su prometido. Se le asignó el papel del próximo señor feudal no por política familiar, sino por las drogas que podía administrar.
Su trabajo consistía en ser carnicero y cocinero. Carynne se preguntó cuántas drogas introduciría junto con las especias en los platos que preparaba. Ahora sabía por qué las comidas en la mansión Hare eran excepcionalmente terribles en comparación con la comida que comía en casa de Raymond. Solo pensar en la cantidad de drogas que había recibido a través de estas comidas la enfurecía. Comparado con cualquier otra cosa, esto era con lo que estaba más furiosa. Ya era una vida corta, entonces, ¿por qué debían quitarle la alegría de comer?
—Bien, si lo pienso de esa manera, todo encaja.
Por sus propios recuerdos y el conocimiento de los pretendientes de su madre, Carynne sabía que tenía muchas oportunidades por delante. Ella era la única heredera de esta propiedad. Y su apariencia exterior era verdaderamente notable.
Con más tiempo, podría haber elegido entre muchos más hombres. Tenía muchas opciones, considerando cuántos segundos hijos de familias nobles había que no tenían los derechos sobre la herencia y el título de su familia. Además de ellos, también estaban los nuevos ricos que querían ganar la nobleza.
—Si mi madre se hubiera casado con alguien de la familia real, habría sido posible ir al extranjero. Qué vergüenza. ¿Qué opina, señor médico de familia?
—Yo… creo que podrías haber sido normal… normal. Si naciste en… en un hogar diferente.
Qué manera con las palabras. Carynne apartó la comida que Dullan le trajo. No tenía ganas de comer en absoluto.
Mirando las mejillas demacradas de su flaco pariente, pensó: Como era de esperar, él estaba lejos de la palabra “guapo” incluso si ella trató de mirarlo favorablemente.
—Ahora que lo mencionas, si hubiera nacido en otro país, podría haber pasado por las mismas repeticiones, o mi madre podría haber continuado con las suyas.
Incluso como una mujer que no estaba en condiciones de conocer gente mega rica o nobles de mayor estatura, de ninguna manera era imposible para ella. Esto ya lo había probado su madre. Más bien, fue un matrimonio morganático. Era hija de un hombre noble y una mujer que una vez había sido cortejada por un miembro de la familia real. Desde la antigüedad y aún hasta el presente, la belleza de una mujer se tenía en alta estima.
Desde una perspectiva contractual, era un matrimonio normal donde cada parte podía obtener lo que necesitaba. Carynne misma, si tuviera que ir a la capital, no sería la mujer más hermosa allí. Ella era incluso la que tenía los antecedentes más humildes. Más bien, si la otra persona no fuera de una estatura tan alta como la familia real, entonces él sería una mejor pareja para ella. Sin embargo, el señor del feudo ya había comprometido a Carynne con Dullan.
Entonces, ¿ocho años en la abadía?
—…Así es.
—Has estado estudiando medicina durante los últimos ocho años, ¿pero eres el próximo señor feudal? Que broma. Jaja, increíble.
Carynne resopló.
No podía creer que tomaron a este pobre pariente lejano, que había estado estudiando medicina todo este tiempo, y lo obligaron a ocupar el asiento del próximo señor feudal. Su padre había movido los hilos para colocar a un hombre como Dullan en esta posición no solo para curar la locura de Carynne, sino también para que pudiera ser expulsado en cualquier momento.
Desde el principio, el señor del feudo había colocado deliberadamente a Dullan en esa posición para prepararse para cuando Carynne se encontraría con el verdadero “protagonista masculino”.
—Parece que padre y madre tuvieron tratos bastante divertidos.
Carynne podía adivinar lo que estaba en la mente del señor del feudo.
Catherine, que tenía numerosos pretendientes, se había comprometido con uno de ellos, pero terminó ese compromiso y se casó con Lord Hare. En este momento, el señor del feudo estaba esperando que apareciera el verdadero protagonista masculino e incluso creó un obstáculo llamado Dullan, como había sido su caso en el pasado.
Fue una reiteración de la “trama”.
—¿Crees algo de eso? Lo que decimos mis padres y yo.
—L-Lo que piense no… no importará.
—Después de escuchar una historia tan deliciosa, ¿por qué mantienes la boca cerrada?
Mirándolo bajo otra luz, Dullan no estaba perdiendo nada exactamente aquí. Aunque no se convirtiera en el próximo señor feudal, a Dullan se le daría la oportunidad de hacerse cargo de la parroquia.
Además de eso, si no se convertía en clérigo y luego quedaba fuera del grupo, tenía algo a lo que recurrir porque había aprendido la práctica de la medicina. En realidad, su influencia se fortaleció aún más porque podía cuidar de Carynne mientras estaba junto a ella.
No era un mal negocio para ambas partes si se considera de esta manera.
—¿Qué piensas, sin embargo? ¿Lo crees como mi padre? ¿Me crees a mí y a mi madre?
Dullan parpadeó y consiguió tartamudear una respuesta.
—…Lo hago.
—¿Por qué no sacas tu licencia de médico y la arrojas a los pies del elefante en el circo, hm? Estoy segura de que lo pisoteará a fondo para ti. Asegúrate de enviar ese elefante a la parroquia mientras estás en eso.
A pesar de la réplica de Carynne, Dullan continuó.
—S-Si no te creo, ¿cambiará algo?
—¿Y qué cambiaría si me crees?
El silencio se produjo una vez más. Justo cuando estaba a punto de enojarse por la espera, la respuesta salió en ese momento.
—…Comodidad.
—¿Qué? No, no pude oírlo correctamente, pero no voy a decir esas tonterías de vuelta. Me quedo sin palabras, por eso. Entonces, la comodidad es buena, sí.
Carynne se quedó estupefacta ante la inesperada respuesta de Dullan.
«Así que crees… ¿Estás diciendo que me crees aquí?»
Es cierto que Carynne hizo la pregunta, pero esperaba que la respuesta opuesta le llegara.
—Sería más razonable para ti decir que toda esta familia está loca... Pero es aún más divertido que yo sea la que diga esto.
Aún así, Carynne tenía la idea de que tanto ella como su madre estaban locas al mismo tiempo. Al menos, quizás estuviera al nivel que nadie más en el mundo podría probar.
Bastaba preguntarse, ¿no es que este mundo parece la sombra de una idea? Era una historia que no tenía nada que ver con la realidad y ya no causaba ondas que la afectaran.
Pero como Dullan era médico, sacerdote, debería haber negado sus regresiones. A diferencia de su padre, él debería estar pensando que Carynne simplemente estaba delirando, que esta era su única vida y que no la estaba repitiendo.
Quería escuchar palabras tan dulces.
—Tú también tienes tu propia vida, después de todo. Por supuesto.
«Si no lo hicieras, entonces tu vida no sería más que la vida de un semental criado. Debe ser terrible confirmar que tienes el tipo de vida que tenía solo una cantidad moderada de emoción.»
Carynne podría adivinar. Tales celos eran universales, incluso si donde estaba ahora era diferente. Qué articulación egocéntrica y egoísta sería para un personaje secundario decir.
Cualquiera que reconociera que, en su propia vida, era el personaje principal, en realidad habría hecho que tanto el señor como la señora de este feudo fueran los personajes secundarios.
—Dullan, ¿necesitas consuelo?
«Entonces, si tuviera que elegir a Dullan sobre Raymond aquí, ¿se convertiría en mi verdadero amor? ¿No es esa una historia bastante plausible, padre? Rechazar al apuesto y atractivo pretendiente y encontrar el verdadero amor en otra parte. O, para que un simple tipo de amor se haga real, como un pájaro azul en el corazón.»
—¿Eh?
Carynne alargó la mano y acarició la mejilla de Dullan.
Hablando racionalmente, esto tampoco sería un mal negocio para Dullan. Sin embargo, emocionalmente hablando, esto no fue diferente de perder lo que una vez recibiste. Carynne sabía cómo funcionaba la mente de cualquier persona corriente.
Toda esa codicia. Aunque originalmente no era suyo y solo se lo habían prestado, era natural que una persona luchara con una sensación de pérdida, esa era la codicia de un ser humano.
Es más, si se trata de un hombre y una mujer que hayan tenido relaciones anteriormente.
Carynne quería que Dullan peleara contra Raymond.
—Demuéstrame tu amor. Por el bien de terminar con esto.
—La que necesita c-confort eres tú.
—…Sí. Es cierto.
Sin embargo, Carynne conocía el final de Dullan.
—Pero no lo necesito en este momento.
Ella recordó.
Él tampoco era la respuesta. Su matrimonio con Dullan fue así: no proporcionó ninguna respuesta. Carynne ya había pasado por muchas opciones antes. Al menos, Carynne ahora podía adivinar por qué Dullan se volvió tan ansiosamente hacia Dios después de casarse.
Era una violación del contrato, por supuesto. Era un hombre que no tenía derecho a llevársela y decir que era suya.
Ella bajó la mano.
—Dullan. Voy a romper nuestro compromiso.
La expresión de Dullan se distorsionó en ese momento. Pero eso fue todo.
—…Bien.
Una vez más, no era divertido. Si sentía alguna codicia por lo que le habían dado y le habían quitado, entonces debería ponerse de pie y gritar por ello. Y, sin embargo, no tuvo el coraje de hacerlo y, en cambio, solo se enfurruñó.
Esta era la actitud del personaje secundario que no podía ganar contra el personaje principal. Querer quejarse, pero, no estar dispuesto a rebelarse: eso era lo que haría un criminal mientras se adaptaba al papel que se le había asignado.
Carynne tomó los dedos largos y pálidos de Dullan. Agarrando su mano, que trató de apartarse, miró a Dullan y murmuró.
—Ya sabes, Dullan. ¿Por qué no te moriste en ese entonces?
Miró a los ojos de Dullan. Su propio rostro se reflejaba en sus ojos negros.
Carynne no podía leer nada de esos ojos excepto sus propios rasgos.
—Entonces habría podido vivir una vida real.
Tú también. Yo también.
La boca de Dullan ya no estaba abierta.
El aire frío del amanecer cortaba contra su mejilla. Carynne caminó por el prado helado de verano. El aire frío le aclaró la cabeza. Era el momento de la temporada que podía disfrutar. Aquí, un paseo matutino al amanecer, mientras evitaba la mirada ajena, era algo que la deleitaba. A Carynne le gustó bastante esta vez.
—Hace un poco de frío.
La ropa de Tom era más delgada que la de ella, por lo que Carynne ya no se quejó. Más adentro en el prado, yacían las tumbas de la familia Hare. Incluso mientras estaban bajo el sol, se sentía más frío.
—¿Hace más frío debido a las tumbas, o en realidad se siente más frío de lo habitual?
Tom inclinó la cabeza hacia un lado. Carynne no estaba esperando una respuesta de todos modos, así que siguió adelante.
Encima de la tumba que estaba buscando había una estatua, por lo que se destacaba. Una vez más, leyó el nombre en la lápida.
—Aquí yace Catherine, “Carynne” es... no, tal vez mi madre.
Carynne se sintió sentimental por un momento mientras contemplaba la tumba de su madre. Nunca la había visitado en todos estos años. El cabello de la estatua estaba hecho de bronce, había una arruga en una sonrisa y, en general, estaba esculpido de manera bastante elaborada, pero era blanco y frío.
No importaba cuán bien el artista pudiera distinguir la semejanza de una persona, el color de la piel se había desvanecido, estaban quietos e inmóviles, y la persona se veía diferente de los recuerdos de quienes la conocían.
En la mente del señor del feudo, ¿cómo era Catherine?
Carynne tocó la mejilla de la estatua. Hacía tanto frío como esperaba. La estatua transmitía el toque de la muerte.
—Quiero abrir el ataúd.
Tom se acercó, sin embargo, la tumba de piedra que solo podían mover muchos hombres fuertes apenas se movía de las manos de un niño y una niña.
—…Olvídalo.
Ella se acostó en la tumba. El cielo de verano estaba despejado y las estrellas que todavía estaban allí parecían haber sido derramadas sobre la extensión. Si se quedara quieta y mirara a los cielos arriba, esos cientos de millones de estrellas borrosas en medio de las pocas brillantes podrían verse una vez más.
Un mar de estrellas. El viento frío en el suelo no era más que algo para hacer que la luz de las estrellas brillara aún más. Era un amanecer estrellado.
Estaba embelesada por la permanencia de esas estrellas. Eran tan hermosos. El cielo y el paisaje no cambiaron. Había sido así durante el último siglo. Tal vez este mundo también permanecería igual en el futuro, este mundo que era como cualquier otro mundo atrapado dentro de un libro, tan vasto y aterradoramente antiguo.
—Madre, parece que realmente has fallecido.
Por alguna razón, Carynne quería llorar.
—Estoy celosa de la muerte.
Señora Nora Catherine Hare.
Athena: Claramente, un capítulo lleno de revelaciones. ¿Os esperabais esto? A mí me causa cada vez mayor curiosidad y sorpresa. Y… pena, por la pobre Carynne.
Capítulo 5
La señorita del reinicio Capítulo 5
Temporada de caza
Tres días de ceniza para expiación.
Cuatro días de agua para la prosperidad.
Primer día, penitencia.
Segundo día, transgresiones.
Tercer día, clemencia.
El pecado del subconsciente. El pecado de los vulnerables. El pecado de la ignorancia. Todo esto era lo que necesitaba ser expiado, pero la escala del ritual variaba según los ingresos y el estatus de cada uno.
Aquellos que habían codiciado las pertenencias de su prójimo, aquellos que habían profanado sus ofrendas, aquellos que habían hecho falsos juramentos, debían confesar sus pecados, pagar diez veces los daños, ofrecer sacrificios de sangre durante los ritos ancestrales en el día de la ceniza. Esto estaba de acuerdo con la ley divina, que estaba separada de la ley gobernante de cada dominio.
A los que han robado, ofréceles cordero.
Para los que han cometido adulterio, ofrece tres vacas jóvenes.
Para aquellos que han asaltado a otro, ofrécele una yegua joven.
Por los que han asesinado…
—El resto de la página se ha roto.
Era necesario solicitar una nueva copia de las directrices reglamentarias.
El verano estaba aquí. Aunque la temperatura cambió mucho en el Feudo Hare, el clima seguía siendo generalmente fresco, por lo que a Carynne le gustaba el verano. Follaje fresco de verano y brisa de verano. El sol brillaba con pasión y, a veces, las nubes también traían fuertes lluvias, así que era divertido.
A lo largo de su vida, las relaciones humanas habían irritado y torturado a Carynne, por lo que solo estos paisajes le proporcionaron consuelo con el tiempo. Por eso se consideraba afortunada de que ese fuera el lugar donde estaba. No era ni un terreno cubierto de nieve del norte, ni era la tierra ardiente del sur.
Sin embargo, hubiera sido mejor si no hubiera tanta gente que irrumpiera aquí para promover y traer el ambiente bullicioso de la ciudad al campo. Carynne ya estaba enferma y cansada de Isella, y hoy tenía que volver a encontrarse con esta chica de ciudad.
—¿No puedes montar a caballo?
—Siempre iba a los cotos de caza en carruaje. En realidad, no soy tan buena montando a caballo.
—Así que hay algo que no puedes hacer, Carynne. Escuché que los cotos de caza no están tan lejos. Y en estos días, es fundamental que una dama sepa montar a caballo.
—Gracias por el consejo. Aprenderé la próxima vez, pero no puedo hacerlo hoy, Isella. Confío más en un jinete habilidoso que en las habilidades de equitación de una principiante como yo.
Carynne no quería lidiar con esto. Pero ella tenía que hacerlo.
Se acercaba la cuaresma.
Con Verdic incitando al señor feudal, la Cuaresma de este año iba a ser un gran festival sin precedentes. Aun así, a Carynne le era indiferente porque le habían dicho repetidamente que no tenía precedentes en los últimos cien años. Después de escuchar los números específicos y el presupuesto total, eso era lo que haría que alguien se asustara.
Debía realizar un servicio conmemorativo más grande, insistió Verdic. Dijo que había varias cosas superpuestas por las que se necesitaba orar, como el trato comercial que tenían y el incidente que enfrentó Carynne.
Treinta y siete ovejas, setenta pavos, setenta palomas.
No era suficiente.
Incluso sugirió que tal vez sería mejor hacer coincidir los tipos de holocaustos con el número sagrado de siete, y el señor feudal aceptó esta recomendación.
El que necesitaba matar al menos una criatura de cada tipo de ofrenda y arrojar los cadáveres al fuego era Dullan, y podría caer en una crisis de identidad sobre si era un sacerdote o un carnicero.
Realmente, ¿por qué se debían hacer cosas tan inútiles?
Se reveló que Dullan, el supuesto próximo señor del dominio, realmente era un inútil y, lo que era peor, su debilidad estaba ahí. Entonces, después de esto, Verdic miraría a Dullan como si fuera a devorar al joven y descartarlo en ese mismo momento.
Molesto, Dullan tendía a irse primero porque no podía soportar esa mirada, sin embargo, un acto de rebelión tan pequeño no pudo detener la tenacidad de Verdic.
Si bien insistió en que esto no iba a ser un sacrificio normal, pidió que se capturaran más aves silvestres y ciervos. Y así, Carynne tuvo que prepararse para una cacería en toda regla en lugar de un picnic tranquilo.
No es que Carynne se uniría personalmente a la caza, era solo que estaría presente en los cotos de caza. Aún así, era tan molesto. Carynne era la dama de la casa en funciones, por lo que este evento estaba en la misma línea de responsabilidad que controlar el trabajo de una criada. Ella no tenía que limpiar las superficies ella misma, pero aun así necesitaba supervisar.
No tenía ninguna voluntad para hacer esto, pero quería ver a su padre. Carynne estaba tan absolutamente molesta por esta situación. Maldito estatus social. Maldita autoridad. Que le dieran a las responsabilidades.
Los aristócratas tenían tanto trabajo que hacer y tan poco tiempo para ellos mismos. Carynne tuvo que despertarse a horas intempestivas para llamar a Donna y vestirse, ocuparse de Isella más tarde en la mañana, organizar el almuerzo al mediodía, trabajar duro junto con la doncella principal y el mayordomo para servir al séquito de Evans por la tarde, luego tuvo que revisar su propia rutina diaria.
Teniendo en cuenta todo esto, esta fue la carga de trabajo de Carynne durante los días más lentos. Si el feudo estaba en un estado mucho peor, entonces solo podía ir cuesta abajo desde aquí.
Después de que Carynne comenzó a tener dudas recientemente, quería ver a su padre a solas, pero su ira la había distraído. Era tan difícil despertarse al amanecer que golpeaba sus almohadas y rompía documentos.
¿Por qué su padre no se volvió a casar? ¿Por qué ya tenía tantas cosas que hacer cuando solo tenía diecisiete años?
No tenía salida para estas frustraciones. Ella solo quería encontrar una razón o una forma de morir o vivir. Su vida diaria era tan tediosa.
Cuando Carynne se acercó al carruaje, Tom bajó del asiento del cochero. Llevaba un uniforme de cochero, que se acortó para que le quedara bien. Como si fuera una muñeca, le quedaba bien.
Nada mal. Tom tenía la edad adecuada para ser lacayo de un carruaje. Sin embargo, la adorable cara de Tom ofendió bastante a Isella Evans.
—Carynne, ¿vas a tomar eso?
—Sí. Este es su trabajo.
—Entonces montaré a caballo en lugar de subirme al carruaje.
—Isella.
El carruaje estaba cargado.
Huu. Carynne suspiró cuando vio que Tom se inclinaba para ocultar su rostro. Aun así, no sería correcto que ella se pusiera del lado de Tom aquí.
Carynne guio a Isella al establo. Tom todavía no podía levantar la cabeza.
—Oh, Dios mío... Los caballos son maravillosos.
Con los caballos blancos alineados en fila, los ojos de Isella de repente brillaron. Sin embargo, ese hedor animal único todavía estaba allí. No importa lo bien que se manejaron, impregnaba el aire.
«El olor se va a pegar a mi ropa.»
Era desagradable, pero a Isella no parecía importarle. Era como si su nariz no funcionara.
Al verla así, Carynne pensó que él estaba en algún lugar. Entonces, siguió la mirada de Isella y, tal como esperaba, Raymond estaba allí.
—¿Cómo es posible que él pueda ser tan guapo?
—Sí, sí, ya veo.
Carynne volvió la mirada hacia Raymond. La luz del sol que entraba por la ventana del establo hacía brillar su cabello rubio. Y mientras hablaba con el mozo de cuadra sobre los caballos, su voz se podía escuchar claramente incluso cuando los caballos hacían varios sonidos. Relinchar, pisotear, comer.
Mira este. Tal vez estaba mejor preparado que Dullan para predicar. Con su rostro, altura, físico y voz tan perfectos, como si fuera un actor muy disciplinado, la gente podría incluso confundirlo con un dios mítico que caminaba sobre la tierra.
Por eso Carynne sintió un poco de pena por Isella. Esta pasión y anhelo incontrolables parecían más una veneración que un amor. Y aparte de eso, recordó cómo, en todos los cien años, Isella nunca se había convertido en el objeto de su afecto.
—En realidad…
Carynne vio que la otra joven no podía apartar los ojos de él. Sí, Raymond era guapo. Sin embargo, era más divertido ver el rostro de una doncella que lo miraba fijamente.
Ya se había cansado de mirarlo a la cara durante décadas.
«Y me pregunto. ¿Cómo cambiará esa cara?»
—Ah.
«Lord Raymond me está mirando.»
Se volvió hacia las damas. Todavía había cierta distancia entre ellos, pero sus ojos verdes eran vívidos. Esa mirada era una carga. Isella codiciaba esa mirada, pero Carynne solo se sintió incómoda.
Recordó lo que pasó la última vez. Y la actitud que Carynne le mostró en ese entonces... Las comisuras de sus labios se elevaron. Sonrió, se rio entre dientes, hizo una expresión extraña, se inclinó levemente y luego se concentró en la conversación una vez más.
—¿Está siendo... tímido?
—Sí.
Carynne no pensó que eso fuera todo, pero aun así respondió pacientemente.
Isella aún no había dirigido ninguna hostilidad hacia ella en serio. Sin embargo, la desesperación y la frustración que brotaban a veces eran más fuertes que los celos que la incomodaban.
Aunque en el caso de Carynne, esta incomodidad era un sentimiento nuevo para ella, por lo que no necesariamente consolaba a Isella. Por estos celos.
Pero incluso esta desesperación fue un nuevo estímulo para Carynne, por lo que no necesariamente calmó a Isella. Debido a esa envidia, Isella mantenía una amistad cercana con Carynne y esto conduciría a una intimidación que al menos no sería similar a la tortura, pero al mismo tiempo, no era una amistad tan cercana como para llevar a cabo una boda cercana juntos. Solo una amistad sin más.
Esta tensión se fue sintiendo poco a poco por todos en la mansión. Los problemas entre hombres y mujeres también eran agradables de presenciar. Riendo para sí misma, Carynne miró a los caballos. Los caballos adultos eran todos blancos y lustrosos.
—¿A cuánto los venderías?
—Los caballos no están a la venta. Se presentan como regalos de vez en cuando.
—Ciertamente… Si los caballos son de esta variedad, el costo de criarlos solo sería considerable. Ni siquiera los sacaría afuera. Tengo mucha envidia.
La mayoría de los caballos de la familia Hare se volvieron blancos puros una vez que se convirtieron en adultos, por lo que a Isella le gustaban bastante. Sus pelajes eran blancos y eran elegantes, y se podría decir que estos caballos solo se podían ver en los cuentos de hadas.
—Son bonitos y tienen buen físico. Si es así, de verdad, deberías ponerlos en una casa de subastas. Las ganancias… realmente serían…
La mirada de Isella siguió revoloteando hacia Raymond. Como si el tema de sus palabras no fueran los caballos sino ese hombre mismo. Carynne respondió rápidamente a Isella, quien parecía estar babeando en cualquier momento.
—Es increíble que sepas tanto, Isella.
Salvo el problema con Raymond, ¿Isella sería capaz de tener una relación adecuada con él? Carynne tenía curiosidad por eso. El mayor inconveniente de Isella para su personaje era su falta de tacto, que a veces molestaba incluso a Carynne.
—Señorita Evans, estás bastante interesada en los caballos, ¿no es así? ¿También te interesa montar a caballo?
Isella había fingido mirar a los caballos solo mientras se acercaba poco a poco a Raymond. Allí, Raymond habló con Isella y le preguntó así. Mientras su atención estaba enfocada en él, Carynne se escabulló.
—¿Hmm? Oh, sí. Confío en mis habilidades para montar a caballo. He escuchado de otros desde que era joven que tengo talento para eso…
Tanta autoestima no sonaba bien de escuchar. Isella no tenía mucha idea de cómo funcionaban las relaciones. Carynne chasqueó la lengua.
De todos modos, mientras presenciaba esto por centésima repetición, Carynne esperó dentro del carruaje mientras Isella seguía sonrojándose mientras fanfarroneaba con Raymond.
En este punto de la trama, Carynne no estaba destinada a saber montar a caballo todavía. Además de eso, Isella se jactaba de sus habilidades para montar a caballo, por lo que no podía entender cómo Carynne prefería montar cómodamente en un carruaje en lugar de montar a caballo sola. Si había algo de lo que ella pudiera presumir...
Bueno, desde el interior del carruaje, el paisaje fuera de la ventana mientras pasaban por el camino hacia los cotos de caza era hermoso de ver.
Mientras Isella retenía a Raymond, Carynne hizo su trabajo y supervisó a los sirvientes que transportaban todo el equipaje. Pasarían todo el día cazando, tal vez incluso algunos días para cazar. Tendrían que volver a la mansión y volver a los cotos de caza unas cuantas veces. Por otro lado, los cazadores tendrían que permanecer allí, por eso Carynne también tenía que comprobar el número de balas y trampas.
En realidad, la persona que más necesitaba trabajar aquí era Xenon, pero solo estaba sentado al lado del cochero, no del caballo, fumando y charlando cómodamente. En lugar de animales para el ritual del sacrificio, Carynne miró la trampa y deseó atrapar algunos zorros. El final del otoño en la ciudad era bastante frío, por lo que iba a ser una tendencia usar pieles sobre la ropa relativamente delgada.
—¿Tenemos suficientes trampas?
—Oh, eh, sí. Mas que suficiente.
—Entonces eso no es bueno.
—Ah... No, solo hay suficiente.
—Entonces eso es un alivio.
Cuando Carynne le preguntó a Xenon sobre las trampas, entró en pánico al responder. Revisó las balas y los almuerzos empacados, luego dio la señal de partida. El cochero le hizo una seña a Tom, quien a su vez se acercó al hombre. Afortunadamente para él, el cochero pensó que era lindo. Lo mismo con Xenon.
Era un cariño puro por los niños. Cuando Carynne dijo que tomaría a Tom bajo su custodia, recordó lo disgustada que parecía una criada, aunque la criada trató de ocultarlo. Carynne sintió que tal reacción era extraña. ¿La gente se sentía diferente si era del mismo género? Pero no había tal sentimiento entre ella e Isella.
—Ah... El peldaño del carruaje está roto.
—¿Así que no lo cuidaste adecuadamente?
No era un hecho sorprendente para Carynne, pero el cochero se rascó la cabeza y siguió diciendo:
—Eso no puede ser cierto... —murmuró una excusa tras otra. Carynne no escuchó.
—…Ah.
Carynne miró el espacio vacío frente a ella. No había mano esperando allí. Originalmente, Raymond habría venido a ayudarla a subir al carruaje. Incluso si él no era su prometido, se sentía extraño. Nunca la habían ayudado a subir al carruaje. Era un poco desagradable.
«¿Pero por qué?»
Estaba segura de que disfrutaría este cambio. Carynne se sintió disgustada por el hecho de que Raymond no estaba a su lado. Y no fue por su propia elección.
Carynne hizo señas y llamó a Tom, que estaba parado a cierta distancia. Dado que Raymond no estaba aquí, al menos debería usar a su pequeño lacayo de carruaje en un momento como este. Aun así, Carynne suspiró mientras miraba al chico que era más pequeño que ella. Debería conseguir ayuda del cochero.
—Tom, ve a buscar a Larry. —El chico se quedó en silencio—. ¿Tom?
—¿Debería simplemente acostarse frente a ti?
Una voz fría habló desde atrás.
¿Sir Raymond?
No estaba mirando a Carynne. La mirada gélida estaba dirigida a Tom, no a ella.
«¿Qué le pasa?» Ni siquiera habló con el chico antes de esto. Tom se estremeció e inclinó la cabeza.
—Estás siendo lento.
Y aquí, Tom entendió más rápido que Carynne. Tardíamente se dio cuenta de lo que Raymond acababa de decir.
Tom se acostó sobre sus manos y rodillas en la base de la entrada del carruaje. Sus hombros temblaban minuciosamente debido a la tensión.
Por qué. Sin embargo. Carynne miró al caballero porque no podía entender lo que estaba pasando en ese momento. Raymond luego se giró para encontrarse con su mirada. Ambas miradas no vacilaron.
—Adelante, Catherine Hare.
Le ofreció su mano para sostenerla. Este caballero la estaba instando a pisar a un niño de nueve años.
—Sube ahora.
Carynne tomó la mano de Raymond. Intentó pisar a Tom, pero en lugar de eso, levantó el pie y pisó directamente el suelo del carruaje. Incluso si Raymond estaba haciendo algo en este momento que nunca antes había hecho, Carynne también tenía que adaptarse tanto como fuera posible. Él ya debía estar enamorado de ella.
Cuando Carynne intentó dar un paso adelante, tropezó levemente. Raymond la sostuvo de nuevo y la levantó.
—Gracias.
—Un placer.
Al recibir su agradecimiento, Raymond sonrió y cerró la puerta del carruaje.
Después de subir a Carynne al carruaje, siguió adelante y subió también. Esto era algo que no debería estar haciendo, especialmente cuando su prometida estaba afuera.
«Todavía no es hora de que tengamos este tipo de relación, ¿verdad?»
Sin palabras, preguntó Carynne.
—¿Qué pasa con la señorita Isella?
—Dijo que le gusta montar a caballo. Como a ella le gusta tanto, pensé que sería considerado dejar que lo disfrutara.
«Jajajajaja.»
Podía imaginarse fácilmente qué tipo de rostro pondría Isella: definitivamente se había puesto de color rojo brillante. Carynne estaba demasiado asustada para mirar por la ventana.
Olvida el alquitrán que le habrían echado en la cabeza más tarde. Debería esperar comida podrida ahora.
—Hay mucho espacio aquí, así que espero que no me eches.
—…Sir Raymond. ¿No sería mejor para ti montar a caballo en su lugar?
—No sé montar a caballo.
«¿Pero eres un caballero?» Carynne se quedó sin habla por su sonrisa.
—...Los militares en estos días... ¿Está bien que los soldados no sepan montar a caballo?
«Intenta lamerte los labios antes de mentir así.» Raymond sonrió cómodamente de todos modos.
—Soy un poco tímido, así que no puedo montar caballos que no haya visto antes.
—…Seguro.
—Soy un introvertido, ya ves.
—…Aparentemente sí. Llámame Carynne. Rara vez uso el nombre de Catherine, es incómodo. Ese es el segundo nombre de mi madre.
—De acuerdo.
Al verlo actuar con más familiaridad con ella, Carynne sonrió de mala gana y miró por la ventana.
Raymond era el tipo de persona que trataría a alguien con indiferencia de inmediato. Mientras pensaba en cómo se había enamorado tan tontamente de él antes, se puso rígida. Era Raymond, este tipo notablemente hablador. Era alguien que no estaba en tal posición para ser así, alguien que no tenía necesidad de hacer bromas a su costa.
—Hace buen tiempo —señaló Raymond.
Carynne dejó a un lado el visor que cubría sus ojos mientras miraba a Raymond, el que estaba contaminado con sus recuerdos anteriores de él. El tema que mencionó hace un momento, 7 puntos.
Al mirar la ropa de Raymond, vio que vestía un traje de caza azul marino, la camiseta y los pantalones combinaban muy bien. Se preguntó quién eligió eso para él.
—Así parece. ¿Te gusta el verano, señor caballero?
—Me gustan todas las estaciones menos el invierno.
—Creo que el invierno en las Montañas Blancas es bastante duro.
—Hacía un frío terrible.
Recordó un pasado lejano, ambos acostados juntos en la cama, cuando Raymond una vez le confió en voz baja.
—En un momento, quise cortarme los dedos. Dondequiera que miraba, solo podía ver la extensión blanca. Pensé que sería mejor si sangraba —dijo eso mientras levantaba un mechón del brillante cabello rojo de Carynne, dándole un beso—. Realmente amo el color de tu cabello.
—Lo sabes muy bien, señorita.
—Las mujeres deberían tener otro lugar al que pudieran ir. Simplemente nos sentamos dentro de la casa y escuchamos a otros con oídos forzados o leemos libros.
Carynne se encogió de hombros.
—Estos son tiempos peligrosos. Es mejor quedarse encerrada en un lugar seguro.
Era una época peligrosa para vivir. Incluso ahora, todavía se estaban librando guerras en los países más allá de las Montañas Blancas, pero este país en el que vivían no tenía nada que ver con esa guerra. Más bien, Carynne se preguntó si podría calmar más su aburrimiento si se involucrara en la guerra a pesar de estar lejos de ella. Si ella dijera estos pensamientos en voz alta, seguramente Raymond se enfadaría.
Al final, era asunto de otra persona. No tenía nada que ver con ella ya que estaba muy lejos.
Durante una tarde como esta, se suponía que debía estar bordando, observando el polvo bailando en el aire que parecían motas doradas bajo la luz del sol. A ella no le importaba la gente que sufría más allá de esa cordillera. Cualesquiera que fueran los nombres de esas personas o el aspecto de sus rostros, en este momento, no eran más que entretenimiento para ella. Si este entretenimiento vino en forma de comedia o tragedia, ambos pesaron lo mismo al final.
Incluso si ella no le hubiera verbalizado estas reflexiones, así era como pensaba Carynne. De hecho, los susurros de opiniones que se escuchaban en el salón de la condesa eran algo que pesaba más para ella. La guerra en la que había participado Raymond no era honorable, y tampoco era una guerra que afectara a la mayoría de este país.
Cuando los países del otro lado de la cordillera se arrinconaron, pidieron apoyo y los soldados fueron empujados al frente de batalla. El ejército del que Raymond había sido parte era uno que a la gente no le importaba, ya sea que vivieran o terminaran muriendo.
El ejército estaba compuesto por estas personas en su mayor parte: hijos terceros o cuartos de familias aristocráticas, hijos de la nobleza caída que ahora formaban parte de la clase media, hombres jóvenes que querían usar esta guerra como una oportunidad para ascender en las filas, hombres de la clase baja que necesitaban ayuda porque no tenían otros medios para ganar dinero. Este país envió tropas así, lo mínimo indispensable para salvar las apariencias y decir que sí enviaron ayuda a esa guerra extranjera.
Verdic se benefició enormemente de esta guerra. La condesa Lawton obtuvo en secreto derechos mineros exclusivos, y el barón Norring había establecido un garito a gran escala donde la gente podía apostar en las batallas que se libraban. Este país sostuvo esa guerra con solo esta consideración, solo con este peso. La tragedia fue solo en esa medida para ellos.
Sin embargo, Raymond, alguien que estuvo directamente involucrado en esto, se negó a pensar de la misma manera. No quería que le dijeran que la guerra en la que estaba luchando era en beneficio y para salvar la cara de unos pocos. Carynne decidió darle apoyo por lo menos por eso.
Ella inclinó la cabeza.
—Es a través del arduo trabajo de los caballeros que la gente de esta tierra puede continuar viviendo en paz. Gracias.
Si no lo pensara así, entonces sería insoportable.
—Solo espero que la muerte de la gente no sea en vano.
Insoportable para este hombre que era demasiado el epítome de un caballero.
—Es por eso…
Manteniendo la cabeza gacha, Carynne organizó sus pensamientos.
¿Cuánto sospechaba de ella?
Hasta dónde dijo ella esa noche. ¿Qué vio? ¿En qué momento comenzó a observarla? ¿Dijo algo inútil? No debería haber dejado que se viera su cara. ¿Fue una buena decisión contratar a Tom? ¿Por qué no se quedó quieta ese día?
La duda se enconó aún más en el momento en que comenzó a echar raíces. Como tinta vertida en agua. Si bien Carynne no podía estar segura de que Raymond realmente se hubiera enamorado de ella como lo había hecho en el pasado, era lo mismo para Raymond: él tampoco podría pensar que ella realmente se había enamorado de él. Cuál era esa duda, cuándo exactamente comenzó esta sospecha. Ella no lo sabía
—Realmente me conoces bien.
—Esta expresión tuya, también. Lo conozco bien.
—¿Por qué hiciste eso?
—¿Hacer qué?
—¿Por qué me dijiste que pisara a Tom?
Carynne levantó la cabeza para mirar a Raymond. Sin embargo, lo que se podía ver en su rostro era solo la sonrisa bien fabricada de una dama noble cuya cordura aparentemente estaba intacta.
—Eso no estaba dirigido a ti.
—Entonces, ¿a Tom?
—Ese niño parece estar albergando algún tipo de ilusión. Carynne, estoy de acuerdo con la opinión de Verdic sobre el asunto. Es mejor no mantener una relación en la que se puedan formar rencores.
—Si eso es lo que te preocupa, entonces creo que ya se ha formado. Pero puedo superarlo con amor. El rencor por la buena voluntad, la malicia por el perdón.
Carynne repitió sus palabras.
—La mirada en tus ojos parece transmitir lo poco impresionada que estás por la buena voluntad. Si quieres ser amable, ¿por qué no lo envías a la cocina?
—¿No será la cocina más peligrosa para él?
Cuando Carynne soltó una risita, Raymond desvió la mirada ligeramente hacia un lado. Al final de su mirada estaba ese chico.
Mirando por la ventana del carruaje, Raymond habló una vez más.
—No sé qué tipo de trabajo hará en tu hogar, pero los niños se fortalecerán a un ritmo acelerado. Será más fuerte que tú en solo cuatro años.
«Aunque morirá en un mes. No importa.»
—Si alguien está destinado a morir, ¿no debería haber una causa para esa muerte? Gracias por la buena voluntad que ha expresado, sin embargo, no deseo revertir una decisión que ya tomé, y tan rápido, además. Dejemos de hablar de esto, Sir Raymond.
Carynne cortó la conversación allí mismo, mirando de reojo para medir la reacción de Raymond. Afortunadamente, no parecía ofendido. Mientras interpretaba con seguridad el papel de una joven bondadosa, Carynne dejó escapar un pequeño suspiro.
Esto le recordó una conversación similar. Tom trabajó como chico de trabajos ocasionales o lavaplatos varias veces antes en iteraciones pasadas. Cada vez que eso sucedía, Raymond siempre le decía que no hiciera nada innecesario, pero a diferencia de las palabras que decía, admiraba a Carynne por su bondad.
—Es porque, en el campo de batalla, no hay nadie en quien pueda confiar.
—Es por eso que tienes que esperarlo aún más.
Ella recordó la leve melancolía que se podía ver en su rostro.
—La buena voluntad de la gente, su perdón y todo lo que se le parezca. Debes esperarlos aún más. Si es posible perdonar al enemigo, ¿no debería ser lo mismo con los compañeros? Incluso el amor es posible, tal vez.
Era lo que anhelaba desesperadamente. Y Carynne era suficiente para el papel que anhelaba. Una hermosa niña que siempre perdonaba, siempre amaba, siempre lo enfrentaba con calidez. Sin embargo, una mujer que tenía un rango decente, pero aún en una posición que necesitaba su ayuda.
—Te recordaré en la próxima vida.
«No puedes. Ya es la… enésima vez contigo.»
—¿Hay algo en mi cara?
—Solo te miro porque eres guapo.
—…Ya veo.
Fue inútil.
Aunque ella coincidió como él quería, él nunca le dio la respuesta que deseaba escuchar. Ni en vida, ni en muerte. En el pasado, pensó que este hombre la salvaría, como si él fuera el mismo sol que se elevaba sobre las profundidades del océano, miró a Raymond de esa manera.
Pero el que salvará a Carynne no fue Raymond. El sol era solo eso. El sol. El tiempo avanzó. El sol saldría, el sol se pondría. Ni siquiera se movió con la ayuda del carruaje de un dios, y tampoco era el ojo de una deidad.
El sol solo producía luz y calor, y esa misma luz estaba demasiado lejos para alcanzar a una criatura que vivía en las partes más profundas del mar.
Sin embargo, esta vez Carynne interpretaría el papel que él quería de ella. Y para darle el regalo de la muerte.
—Casi estamos allí.
—Así parece.
Al bajarse del carruaje, Carynne casi se cae esta vez al tratar de no pisar a Tom. Sintiendo la mirada de Raymond sobre ella, esperó que sus acciones de alguna manera pudieran cubrir esas dudas que él tenía sobre ella. Y, con años de experiencia, estaba convencida de que él ya se sentía atraído por ella.
Después de eso, fue un asunto trivial recibir la mirada penetrante de Isella, quien llegó a caballo con los ojos hinchados. En este punto, a Raymond le importaba poco.
Verdic organizó los documentos en sus manos y calculó.
«El presupuesto superó mucho más de lo que pensaba.»
No sabía que tenía un lado tan apasionado. Se puso tan nervioso que gastó más de lo que se suponía que era el presupuesto. Como las cosas resultaron así, el único que se beneficiaría sería el Señor Feudal Hare.
Verdic chasqueó la lengua y miró los fondos que podría sacar de inmediato.
—Esto es un poco demasiado.
El mismo señor del feudo lamentó el hecho, sus arrugas se hicieron más profundas.
—Los residentes de nuestro dominio no necesitan hacer tanto. No podremos recuperar el capital principal que gastará.
Incluso ese señor feudal tonto notó que se dejó llevar. Verdic interiormente se sintió tonto por sus propias acciones. Aún así, había una alternativa.
Aunque todavía no se lo había dicho a Isella, esta era una buena oportunidad para atraer la atención de la condesa. Estaría de vacaciones en un lugar a un día de distancia en carruaje del feudo. Y si vendría una mujer noble de su nivel, entonces no sería diferente de respaldar el compromiso de Isella y Raymond.
—¿Que debemos hacer sobre esto?
—Bueno... ¿No es demasiado pronto para decirlo?
—Qué sería demasiado pronto para decir cuando tengo su permiso, Su Señoría. Sería infinitamente delicioso. Con una ocasión tan oportuna como esta, ¿no sería genial hacerlo junto a ti?
Aunque estaba claro quién actúa como invitado y anfitrión aquí en esta situación, Verdic trató de preguntar al menos con cortesía. Afortunadamente, el señor del feudo negó con la cabeza.
—No, todavía es demasiado pronto para decirlo. Pero le deseo lo mejor a su hija.
—Gracias.
Mientras el señor del feudo se acariciaba la barbilla, miró el documento de propuesta. No tuvo mucho que ver con eso. Ah, no, tuvo un papel simbólico en eso. El problema aquí era mantenerse al día con su estado de ánimo.
Aun así, el señor feudal ya sabía que no estaba en posición de oponerse. Verdic también lo sabía.
Verdic colocó una mano sobre el hombro del señor feudal. Fue una acción bastante impertinente considerando la diferencia en su estatus social, pero el señor feudal no lo señaló. No, no sería capaz de reprender al otro hombre.
En este punto, Verdic ya tenía una mayor autoridad en comparación con el señor feudal. Ambos hombres eran conscientes de esto. Entonces, Verdic encontró esta situación interesante.
—Todo estará bien.
En el último día del festival, con la bendición del señor feudal, los residentes de este territorio llegarían a saber quién era el verdadero gobernante.
Verdic recordó la cara de llanto de su hija. Luego, también recordó su rostro sonriente.
Raymond tendría que estar comprometido con Isella.
Isella se agazapó detrás de un árbol donde la gente no la viera, sollozando para sí misma. Le escocía la nariz, tal vez porque había dirigido el caballo demasiado rápido mientras lo montaba. Tomando una respiración profunda, trató de calmarse.
—Ah…
Todavía se sentía como si estuviera a punto de llorar, pero tenía que mantenerse unida.
Sin embargo, además de sentirse así, también estaba muy enojada porque Raymond no fue a caballo al lado de Isella, sino que montó en un carruaje con Carynne.
—Esa perra.
Isella se mordió el labio inferior. Esa perra que coqueteaba con el hombre de otra mujer. Raymond era el prometido de Isella. A pesar de que todavía tenían que celebrar una ceremonia de compromiso oficial, Raymond estaba listo para comprometerse con Isella, tal como se habían prometido.
¿Cuánto de la deuda de su familia canceló el padre de Isella para Raymond? Incluso si su unión fue decidida por ellos por los adultos cuando aún eran niños, ella sabía que incluso si él no se expresaba, ya se había acostumbrado a ella hasta el momento. Trató a Isella con respeto y le envió regalos durante sus cumpleaños y cuando había un día especial.
Era un hombre popular entre otras personas sin importar el género o la edad, pero no dejó escándalos. Este solo hecho fue un gran consuelo para Isella.
«Soy la única que está destinada a casarse con él.»
Estaba bien para Isella si él no la tomaba de la mano cuando no había nadie alrededor, y si él estaba en casa del trabajo, no tendría que buscarla especialmente. Reiteró que no tendría problemas con nada de lo que él hiciera mientras se casara con ella y que la única mujer que se quedaría a su lado sería ella misma.
Pero, ¿por qué Raymond actuaba tan abiertamente cerca de esa mujer y frente a Isella?
—…No puede ser.
Isella estaba en agonía. Carynne Hare era evidentemente hermosa, incluso para Isella, una compañera. Después de escuchar que Raymond salvó a Carynne mientras ella enfrentaba algún peligro, Isella no pudo evitar seguir mirando entre ellos con ojos ansiosos.
Raymond siempre sonreía tan ampliamente frente a Carynne, y también lo hacía muy a menudo. Y curiosamente, pasaba más tiempo con Carynne que con Isella.
Hoy, Isella se puso su traje ecuestre y montó a caballo solo para poder viajar junto con Raymond en lugar de un carruaje. Pero después de llegar a esta mansión, le molestaba tanto que Raymond estuviera pasando más tiempo con Carynne que con Isella. Y más que eso, Raymond fue en carruaje con Carynne en lugar de ir a caballo junto a Isella.
Carynne lo sedujo, estaba segura.
«¿De qué hablaron en el carruaje? ¿Qué hicieron?»
Isella estaba tan preocupada. Varios escenarios que no quería imaginar seguían rondando en su cabeza.
—Todo terminará dentro de hoy.
—No estés tan seguro de eso. Por lo general, se tarda una semana en atraparlos. Estás fanfarroneando ahora, pero ¿no estás siendo tímido?
Isella escuchó sus voces desde lejos.
Quería saltar entre ellos de inmediato, pero en su lugar se escondió detrás del árbol porque sabía lo hinchados que estaban sus ojos. Luego, ella respiró hondo.
«¡Ve a abrazar a tu prometido tartamudo!»
Isella quería gritarle esto. ¿No era el mejor chico para alguien como Carynne? ¿Por qué ese hombre no vino con Carynne hoy?
Isella estalló en indignación por todo lo que estaba pasando.
—Estas trampas no son suficientes, ¿verdad?
—Por favor, no te acerques. Es peligroso.
Carynne miró las trampas mientras hablaba con Xenon, no con Raymond. Isella siguió escuchando a escondidas detrás del mismo árbol porque todavía le resultaba difícil salir de inmediato.
—Esta trampa parece demasiado pequeña... ¿Será esto realmente suficiente? Me pregunto.
—Esto es suficiente. Siempre que la pata quede atrapada, podemos derribarlo después de eso. Si el juego es demasiado grande, los demás se darán cuenta y no se dejarán atrapar.
—No olvides que serán para el ritual. Tienes que atraparlos sin lastimarlos tanto como sea posible.
—Diablos… me olvidé de eso. Lo haré lo mejor que pueda.
Carynne parecía estar completamente absorta en las trampas. Isella no estaba tan interesada en la caza, por lo que era extraño para ella ver a Carynne revisar cada trampa o arma que había.
Cazar no era algo que hicieran las mujeres. Isella misma era una mujer relativamente activa y también disfrutaba montando a caballo y cazando zorros, pero no participaba plenamente en una cacería a gran escala.
Los hombres salían y cazaban algo, y si les regalaban a las mujeres la piel de su juego, sería considerado como un gran cumplido. O bien, también fue suficiente para que las sirvientas prepararan una comida con la carne. Sin embargo, parecía que Carynne estaba interesada en la caza en sí.
«Una vez que el territorio ha sido entregado, ¿también debería prestar atención a eso?»
Isella miró a Carynne, que seguía preguntando sobre esto y aquello. En este momento, Carynne estaba actuando como la hija del señor feudal, pero tarde o temprano, esa responsabilidad sería de Isella. Parecía que, una vez que compraron el territorio del señor feudal, Verdic se contentó con darle a Isella el asiento de una señora para el espectáculo. Pero Isella pensaba diferente.
Necesitaban ser expulsados poco a poco.
Cuanto más veía a Carynne, más firme se volvía esta decisión en su mente. No se debía permitir que Carynne Hare permaneciera en este lugar. Si una mujer así continuaba al lado de Isella, entonces la posibilidad de perder a Raymond era alta.
Incluso si Raymond fuera un hombre sincero, ¿qué clase de hombre no se enamoraría de Carynne si ella se hubiera propuesto seducirlo activamente?
Isella le tenía miedo a Carynne, y esa mujer incluso seguía apareciendo en sus sueños. ¿Era porque la habían vencido los celos?
Lento pero seguro, Carynne invadió sus pensamientos.
Que desagradable.
—Isella, ¿qué estás haciendo ahí?
—...N-Nada.
Isella se sobresaltó cuando Carynne la llamó, pero al mismo tiempo, recobró el sentido y rápidamente saltó de detrás del árbol. Había estado tan inmersa en sus pensamientos que no se dio cuenta de que pasaban otras personas.
—¿Adónde fue Sir Raymond?
—Se fue al bosque junto con los otros hombres para la caza. Ha pasado un tiempo desde que se fue. ¿Has estado allí todo este tiempo? Te estábamos buscando antes.
—…Algo como eso.
«Mentiras.»
No importaba cuánto hubiera estado Isella lejos de ellos, no había forma de que no la escuchara si la llamaban. Era obvio que Carynne dejó sola a Isella para aumentar el tiempo que podía mover la cola a Raymond.
Cuando Isella miró a Carynne, caminó hacia adelante para pararse a su lado.
«¿Crees que no sé lo que estás tramando?»
Sin darse cuenta de que Isella miraba un agujero en la parte posterior de su cabeza, Carynne estaba inspeccionando las trampas a su alrededor mientras revisaba la mesa de las criadas. Isella se acercó a Carynne.
—Así que parece que está interesada en la caza, señorita Carynne.
—Sí, aunque no tanto… La región montañosa aquí es densa, por lo que hay muchos animales que podrían ser cazados. Incluso si hacemos todos los preparativos que podemos cada año, siempre hay algunas personas que resultan heridas en la cacería a gran escala del festival.
—¿Qué tipo de animales hay?
—De todo tipo. Osos, lobos, zorros… En esta época del año, los osos están muy irritables, por lo que hay que ser experto en cazarlos. Mucha gente ha sido víctima de ataques de osos.
—Entonces, ¿no es este lugar un área peligrosa también?
Isella de repente sintió un escalofrío mientras miraba a su alrededor. El bosque era espeso y estaba oscuro a su alrededor como si ya fuera de noche. Los árboles eran numerosos y no había ningún camino visible.
Donde estaban Carynne e Isella, los árboles habían sido cortados para crear un claro, pero Isella de repente estaba tan preocupada de que un oso pudiera salir de la oscuridad y atacarlos.
—Está bien. Hemos puesto suficientes trampas y hay mucha gente aquí para protegernos. No es tan peligroso. Incluso los animales no salen cuando pueden sentir el peligro.
Los animales no eran motivo de preocupación, ya que también tendían a evitar a las personas. Carynne le aseguró a Isella así, pero no pudo ocultar su aprensión cuando Raymond no estaba a su lado.
Todos los asistentes y doncellas aquí eran gente de Carynne, no de Isella.
Aun así, Isella se obligó a ser más valiente. Sabía que estar ansiosa solo alimentaría su imaginación desenfrenada.
—Si vienen los animales, serán atrapados en las trampas de inmediato. No tienes nada de qué asustarte.
Carynne le sonrió a Isella. Y a Isella no le gustó ver esto. Parecía que Carynne la miraba desde un lugar más alto.
Pronto, Isella se dio la vuelta y caminó entre los arbustos. Quería arreglar su ropa. Se sentía sofocada porque el corsé que tenía debajo de su atuendo ecuestre le quedaba demasiado apretado. Necesitaba al menos aflojar el nudo al final.
—No tengo miedo.
—Ya veo. Aun así, no te alejes demasiado.
—¡Carynne, deja de intentar meter la nariz en los asuntos de otras personas! —Isella gritó de frustración.
—Si vas más lejos, te cortarán el tobillo de inmediato.
Isella se detuvo en seco. Una trampa estaba justo frente a ella en el suelo.
—¿Por qué no me dijiste eso primero? ¡Qué... qué peligroso!
—¿Te lo dije hace un momento?
Carynne se encogió de hombros. Pero Isella ni siquiera pudo reírse. Las cuchillas de la trampa estaban tan afiladas que su tobillo realmente podría haberse roto. Ciertamente, podría haber perdido el pie.
«¿Cómo puede Carynne estar tan indiferente al respecto?» Pero a Isella le resultaba difícil hablar con las demás personas que la rodeaban. Todas las sirvientas miraron a las dos jóvenes una al lado de la otra, una mirada lastimosa dirigida a ella.
—…Arreglaré mi ropa en el carruaje.
—Bien. Te ayudaré.
Carynne siguió a Isella al carruaje. A Isella no le gustó, pero no había otra opción.
La puerta del carruaje se cerró detrás de ellas, y ahora Carynne estaba detrás de Isella. Los dedos de Carynne desabrocharon el broche detrás del traje ecuestre de Isella. Mientras la desvestían lentamente, un dedo tocó su espalda.
Se sintió terrible.
Dedos fríos tocaron su espalda. Extrañamente, Isella sintió que el toque de Carynne era desagradable a pesar de lo cuidadoso que era. Se sentía como si los gusanos se arrastraran por su piel.
¿Por qué despreciaba tanto a Carynne? ¿Era porque Raymond mostró tanto interés en ella? Por supuesto, eso sería natural. Pero eso no explicaba la piel de gallina que se le erizaba en este momento.
—Isella, ¿debería rehacer los lazos de tu corsé?
—...Sí, por favor hazlo.
Isella lo soportó.
Tal vez fuera porque era esa época del mes. Isella tenía un caso particularmente severo de dolores menstruales. Justo ayer, ella sufrió de dolores de cabeza y algo de dolor en la espalda baja. Por supuesto, ella también sufría de calambres abdominales durante su período. Ahora también era así.
—...Por favor, un poco más... suavemente.
—Siii.
Era extraño.
Isella tenía piel de gallina por todas partes.
Isella tenía un ciclo menstrual regular. Y ese tiempo fue pronto. Era natural que ella sufriera del síndrome premenstrual y ella estaba familiarizada con los síntomas.
Pero cuando pensó en ese día, recordó la sangre que no debería haber estado allí todavía.
—¿Hay sangre en tu cama y en tu falda?
«Espera.»
Isella no pensó mucho en eso porque esto fue lo que dijo Carynne. Parecía que Isella cometió un error. Ocurrió tan repentinamente que no pudo preguntar al respecto. ¿Carynne realmente vio sangre en su falda? Pero…
—Todo listo.
La falda de Isella tenía sangre, la cama tenía sangre, pero su ropa interior de alguna manera no la tenía. Fue durante esa noche cuando Isella vio el cadáver de la doncella negra, no, cuando creyó ver el cadáver. Había tratado de no pensar profundamente en eso mientras miraba su falda limpiamente lavada.
Pero aun así, Isella no podía deshacerse de este sentimiento persistente. En ese momento, Isella también pensó que estaba teniendo cólicos menstruales, pero al día siguiente, no había rastro de ellos en su ropa. Ese tiempo tampoco se alineó con su ciclo menstrual. Se había convencido a sí misma de que era sangre menstrual, pero en realidad no lo era.
Esa sangre no era su propia sangre. Era de otra persona, y había empapado su ropa y su cama por completo.
Ni siquiera podía decir que era solo de otra persona, solo podía haber una persona. Esa mujer llamada Nancy, la que siempre había estado con Carynne antes.
—…Carynne, um… ¿Cómo está Donna? La nueva criada que te está atendiendo.
—¿Donna?
Carynne inclinó la cabeza hacia un lado, pareciendo genuinamente perpleja. Pero pronto, una sonrisa adornó sus rasgos.
—Ella es una buena chica.
«¿Por qué?»
Isella no podía entender. Esa mujer era la sirvienta que antes estaba a cargo de ella y estuvo con ella todo el día. Cuando se despertara por la mañana, ese hecho estaría allí para ayudarla a vestirse y personalizarse. La criada ayudaría con cada pequeña cosa mientras estaba al lado de su amo, hasta que era hora de acostarse.
Pero supuestamente, en esa cena incómoda, Carynne transmitió lo triste que estaba porque Nancy se fue repentinamente así. Esa fue la primera vez que Isella escuchó oficialmente que Nancy había desaparecido.
¿Por qué Carynne estaba bien?
La mujer permaneció a su lado todo el día, a lo largo de los años desapareció repentinamente sin decir nada. ¿Pero entonces Carynne cambió de doncella así sin armar un escándalo? Isella levantó tal conmoción cuando solo había desaparecido un collar. Por supuesto, habría hecho más si una de sus doncellas hubiera desaparecido. Porque esa criada pertenecía a Isella. La criada era de su propiedad.
—Donna es bastante agradable y linda.
Mientras sonreía, Carynne abrió la puerta del carruaje. El asistente que estaba parado afuera la ayudó a salir. Aturdida, Isella miró fijamente la espalda de Carynne.
La doncella, que no había hecho nada más que cuidar de Carynne durante tanto tiempo, desapareció de repente y no le importó.
Carynne era amable incluso con esa torpe nueva doncella suya, así que no tenía sentido que pudiera ser tan fría. Era amable con todos, incluso con los sirvientes. Pero por qué... ¿Por qué parecía que a ella no le importaba en absoluto la desaparición de Nancy?
Las entrañas de Isella se sentían retorcidas.
—Hueles a sangre.
Dullan estaba recostado en una silla mientras miraba con el ceño fruncido a Carynne. Durante los siete días relacionados con el festival, recogía una ofrenda de sacrificio por día, le cortaba la garganta, la dejaba desangrarse y luego le prendía fuego frente al público.
A diferencia de él, que tenía una mezcla de olor a sangre y medicina flotando a su alrededor, Carynne parecía radiante. Con una mirada de disgusto dirigida a Carynne, Dullan habló.
—...P-Pareces estar libre.
—Porque sir Raymond es un hombre muy capaz.
Carynne se encogió de hombros al ver el conejo destripado frente a Dullan.
Durante la temporada de festivales, un sacerdote debía asumir el papel de carnicero. Qué irónico fue que un creyente devoto se manchara las manos de sangre en nombre de mostrar gratitud hacia Dios.
Los preparativos para el ritual del sacrificio, que parecían interminables, terminaron antes de lo esperado. Se esperaba que el período de preparación fuera de unas dos semanas, pero terminó en tres días debido a los esfuerzos combinados de Raymond y Xenon.
Carynne había planeado encontrarse con su padre durante este período de preparación y encontrar algunos rastros de Nancy, pero tuvo que renunciar a esto debido al cambio inesperado en el horario.
En el cuarto día de agua, se llevaría a cabo la ceremonia de compromiso de Isella y Raymond.
Esta nueva agenda en el calendario puso patas arriba a toda la mansión. El trabajo había volado varias veces, y los trabajadores contratados y las sirvientas prácticamente corrían de aquí para allá. Se iba a celebrar una ceremonia de compromiso junto con el festival, aunque incluso sin la ceremonia, el festival ya estaba surgiendo para ser más grandioso que el de los últimos años.
El compromiso fue algo que Carynne no esperaba. No podía creer que Isella y Raymond se comprometieran tan pronto. Ni una sola vez sucedió esto antes.
Tal vez fue el lloriqueo de Isella hacia Verdic lo que lo hizo, tal vez no, pero fue emocionante para Carynne pensar que ella de alguna manera causó que esto sucediera.
La muerte de Nancy hizo que Isella se aterrorizara y la frialdad de Raymond exacerbó su ansiedad, por lo que Verdic recibió la tarea de emprender un esfuerzo centenario para calmar a su hija. Pero más que eso, había algo más que es más emocionante.
—¿S…Sientes que es una pena que se vaya a casar?
—Un tanto.
Carynne se rio mientras frotaba el hombro de Dullan por un momento, luego envolvió sus brazos alrededor de su cuello en un abrazo.
—¿No es guapo? Él es talentoso, también. Y rico.
Ella apretó su agarre sobre él. Se preguntó si podría estrangularlo hasta la muerte de esta manera.
Aunque, por supuesto, sus expectativas improvisadas se desvanecieron lo suficientemente pronto, y Dullan ni siquiera necesitó ejercer mucha fuerza para hacerlo.
Para vergüenza de los esfuerzos de Carynne, Dullan soltó fácilmente el agarre de Carynne. Le puso mucho poder, pero en realidad, había una gran diferencia de fuerza entre un hombre y una mujer.
—No puedo creer que rechazaras mi abrazo. Estoy triste.
—…Loca.
Dullan dijo esto, aunque no parecía que estuviera totalmente disgustado. Dullan parecía extrañamente más relajado ahora en comparación con cómo estaba en iteraciones pasadas, incluso cuando se habían casado. A Carynne no le gustó mucho esto.
Era ridículo lo complacientes que se volvían los hombres en el momento en que lograban acostarse con mujeres.
Carynne quería que mostrara un poco más de celos. ¿O tal vez la razón por la que estaba así era por el compromiso de Raymond e Isella? Si era así, entonces este cambio de horario fue aún más desagradable para Carynne.
—…En el cuarto… cuarto día de cenizas, el cuerpo debe ser m-mantenido limpio.
«Disculpa, ¿qué estás esperando?» Carynne estranguló a Dullan con fuerza. Un débil gemido salió de sus labios.
—Urk.
—No pareces tener canas.
—T-Tú, de verdad.
Quería que él se aferrara más a ella. Pero aun así, en comparación con los celos de Dullan, Carynne tenía algo más programado que era más interesante. Raymond estaba terminando su trabajo en silencio, así que mientras eso sucedía, ella podría buscar en el estudio de su padre cualquier rastro de Nancy.
Esto era aún más emocionante que el compromiso de Raymond.
—¿No eres tú el que está haciendo novillos? De todos modos, padre está tan ocupado que su agenda no le permite ni siquiera una reunión breve. Pídele que me dé algo de tiempo. Él tampoco sale durante las comidas, entonces, ¿de qué otra manera puedo verlo?
—...Su Señoría está ocupado.
—Entonces dame la llave de su estudio.
—¿Por qué?
—Helen dijo que no lo tiene. ¿Cómo es posible que el ama de llaves no lo tenga, hm?
—E-El estudio debería estar abierto ahora mismo.
—No ese estudio. El estudio privado de mi padre. No el que está abierto, escuché que tiene otro.
Tocándose la frente, Dullan frunció el ceño.
—¿Por qué vas allí?
Carynne tenía una respuesta preparada, así que respondió sin dudarlo.
—Quiero ver un retrato de mi madre. Toda la mansión está desprovista de cualquiera de sus retratos.
—...Si las cosas se pierden...
«¿Qué tipo de engaño estás pensando cuando esta es mi casa?»
Dullan miró hacia otro lado, pero pronto sacó una llave del cajón de su escritorio y se la dio. Mirándolo, Carynne pensó que podría ser difícil de replicar debido a lo complicada que era su estructura. Mientras Dullan la miraba fijamente, Carynne inmediatamente bajó la llave y le preguntó.
—¿Tú también vas a ir a una matanza mañana?
—Eso… No hables así de la ceremonia. Que insincero, absurdo…
—Lo siento.
Carynne lo interrumpió con una breve disculpa. Dullan trató de continuar, pero pronto renunció a su sermón y siguió adelante.
—…P-Para ser exactos, será mañana en adelante. Hoy, se llevarán a cabo los ritos de sacrificio del grano.
—Entonces, ¿qué es eso?
—…Práctica.
—El hedor no es broma. En serio, ve y lávate ahora mismo. Voy a salir mañana. Eso es lo que vine a decir aquí. Voy con Raymond y la señorita Isella. Ah, me refiero a Sir Raymond. No utilices el carruaje de madera de cerezo. Lo usaremos mañana.
—Estás bastante familiarizada con él.
—¿Estás celoso?
«Vamos.»
Pero contra las expectativas de Carynne, Dullan simplemente frunció el ceño y criticó a Carynne.
—…M-Me gustaría que no trataras este asunto tan simplemente. Ten algo de sentido, Carynne Hare. La señorita Evans también se está preparando para su compromiso…
—Sin embargo, ella es quien me pidió que abriera mi agenda para ella.
Por supuesto, esto era una mentira. Isella le preguntó a Carynne sobre algunos buenos lugares para ir durante el festival, pero nunca le pidió a Carynne que la acompañara. Planearon ir allí juntas, pero también acordaron volver por separado.
Entonces, esto le daría a Carynne la oportunidad de escabullirse y regresar sola a la mansión, y sería fácil para ella deambular. Decirle a Dullan que estaría fuera era más conveniente para Carynne.
—¿Hacia ti? ¿Un favor?
Dullan se dio la vuelta y la miró como si no pudiera entender la petición de Isella. Había una mirada perpleja en su rostro.
—Sir Raymond no parece gustarle en absoluto, ¿sabes?
—¿Es… eso así?
—No es en la medida en que es evidente para otras personas. Pero son las personas directamente involucradas, entonces, ¿qué se podría hacer? De todos modos, vamos al festival con Sir Raymond. ¿No es mi deber cuidar de nuestros huéspedes con problemas? Acercar a esos dos también sería útil para nuestro feudo.
—…Esto también encendería las brasas del pecado.
—Entonces eso es aún mejor. —Encogiéndose de hombros, Carynne sonrió y Dullan ya no puso objeciones. Estaba demasiado exhausto para hacer eso.
—No, pero, ¿por qué me siguen de nuevo?
—¿Eh? Milady, Lord Dullan dijo que debería acompañarla ya que estará sola mientras Lord Raymond y la señorita Isella pasarán tiempo juntos…
«Tan malditamente molesto hasta el punto de la muerte.»
Cuando Carynne frunció el ceño, Donna hizo una expresión llorosa. Borwen desvió la mirada y miró a lo lejos. Ya que era así, iba a ser imposible que Carynne se escabullera y regresara sola a la mansión para buscar en el estudio.
—Ese pequeño quisquilloso…
—El Señor dio bastante dinero de bolsillo, Milady.
Carynne golpeó la pierna de Borwen con su sombrilla doblada.
—Cuántas veces te lo he dicho. Dullan aún no es el Señor del Feudo, ¿verdad?
Donna dio un paso atrás, mirando alrededor.
—Y yo soy la señora de la casa. No hagas que parezca que Dullan es el que me da dinero.
—Me disculpo.
Los asistentes eran diferentes en comparación con las criadas, tal vez porque no estaban bajo el mando directo de la señora de la casa, Carynne.
Su tiempo se acortó, y ahora estaba siendo vigilada para empezar. Esto no podía continuar.
Después de reprender a Borwen, Carynne se volvió hacia Donna con una sonrisa en los labios.
—Entonces, ¿vamos a hacerle una visita a la señora Deere?
Este nuevo cochero estaba decidido a no repetir los errores de su predecesor. Carynne no tenía intención de causar un alboroto de todos modos, por lo que estaba sentada en silencio en el asiento del carruaje mientras se dirigían a la casa de la señora Deere. Esto pareció hacer que los sirvientes se sintieran aún más incómodos.
—No me voy a escapar.
—No la creo, milady.
—Dios mío.
Sacudió la cabeza con resignación, al igual que Donna, pero con determinación y con los labios cerrados.
—Háblame de la señora Deere.
—Milady debería conocerla mejor que yo.
«Sí, ese debería ser el caso.» Carynne hizo girar un mechón de su cabello con un dedo.
—¿Que me puedes decir?
Demasiado pronto, el carruaje llegó a su destino. Ahora estaban en la residencia de la señora Deere. Tuvo que sufrir mucho solo por tratar de llegar aquí la última vez.
Era una casita pintoresca, pero demasiado modesta para ser la casa de una institutriz que una vez se hizo cargo de la hija del señor del feudo.
—¿Por qué este lugar es tan viejo?
—…Señorita. Aun así, es una casa bastante bonita, ya sabe... Y está cerca del centro de la ciudad.
—Pero solo será ruidoso estar en un lugar como este.
—Es una ubicación conveniente. No necesitarías montar un carruaje para ir a ninguna parte, y la seguridad es mejor aquí.
—Es eso así... Pero ya que hay tanta gente viviendo aquí, ¿cómo es eso más seguro?
—La gente se vigila entre sí, por eso.
—¿En qué se diferencia eso de simplemente contratar a muchos sirvientes?
—Um… Es… El dinero que…
Incapaz de seguir escuchando a las dos chicas que se susurraban entre sí, Borwen habló.
—Entremos.
—E-Espera.
Borwen se adelantó y llamó a la puerta sin siquiera esperar el visto bueno de Carynne. Una criada de aspecto exhausto salió y preguntó quién era, luego sus ojos se abrieron antes de apresurarse a entrar en la casa. Después de un rato. Una mujer de mediana edad llamó a la puerta.
Donna fue la primera en saludarla.
—Hola, señora.
¿Esta mujer era la señora Deere? Carynne dobló su sombrilla y levantó el dobladillo de su falda ligeramente para hacer una reverencia. Después del breve saludo, Carynne miró a la mujer de pies a cabeza. Era alguien a quien nunca había visto en ninguna de las líneas de tiempo pasadas.
Ella no era un personaje importante, así que ¿de qué servía aquí? Fue un poco desalentador que incluso la apariencia de la mujer fuera ordinaria. Era bueno que se rompieran las expectativas, pero encontrarse con lo inesperado no siempre la satisfaría con lo que vería.
La señora Deere era una mujer regordeta de mediana edad que tenía cabello castaño, mejillas sonrojadas y algunas mechas grises. El hecho de que ella fuera tan ordinaria fue lo que fue tan sorprendente. Su impresión parecía estar más alejada de algo como un secreto o una conspiración.
—¿Carynne?
—Sí…
—Oh, Dios mío...
Era una mujer de mediana edad con un comportamiento amable. Para una institutriz, se veía bien.
La señora Deere corrió hacia Carynne, corriendo casi tan rápido como podía. Luego, sin tiempo siquiera para hablar, abrazó a Carynne.
—¿Carynne? Oh, realmente eres tú.
Carynne estaba tan sorprendida que levantó una mano para tratar de alejar a la mujer y hacer que se detuviera. La mujer la abrazó con tanta fuerza que no podía respirar, pero cuando finalmente soltó a Carynne, miró a la mujer más joven con tanta emoción en los ojos. Tomó las manos de Carynne y las apretó con fuerza.
—Ha pasado un tiempo, ¿no?
Carynne nunca había conocido a esta mujer antes, así que todo lo que pudo hacer fue sonreír.
—¿Me recuerdas?
Era una pregunta difícil. Esta vez, realmente no había nada que hacer más que sonreír, así que lo hizo.
—Es porque no nos hemos visto en mucho tiempo.
—Aunque no ha pasado tanto tiempo.
Donna definitivamente también dijo que no había pasado mucho tiempo.
—Carynne.
—Sí, señora Deere.
—No me recuerdas.
La señora habló con una cara seria. El comportamiento de dulzura de la mujer se congeló rápidamente. Esta mirada en su rostro ciertamente tenía un significado detrás de ella. Carynne no pudo responder.
—¿Todavía no puedes recordar?
Luego, con una vocecita que Donna y Borwen no podrían oír, continuó:
—Has perdido tus recuerdos, ¿verdad?
La simple frase resonó en sus oídos. Recuerdos perdidos. La mujer parecía saberlo ya. ¿Qué estaba diciendo? “Has perdido tus recuerdos”. Todos los recuerdos que tenía hasta ahora se volvieron del revés.
Quién era esta mujer. ¿Por qué estaba diciendo algo de lo que Carynne nunca había oído hablar antes? ¿Sabía esta mujer cuánto había afectado a Carynne con solo esas palabras?
—Adelante. Ha pasado un tiempo. Verdaderamente un tiempo.
Carynne siguió a la mujer al interior de la casa a oscuras. El exterior se veía viejo, pero por dentro, todo se veía limpio. Sin embargo, la limpieza solo podía ir tan lejos.
Si uno mirara más de cerca, el papel tapiz evidentemente estaba descolorido y el piso de madera crujía con cada paso. El sonido inquietó aún más a Carynne. Este era un lugar en el que nunca había estado antes. Era la primera vez que veía esto. Todo era incómodo. Su boca estaba seca. Estaba sedienta de té.
—¡Trae un poco de té y las mejores tazas de té!
Cuando la señora gritó esta instrucción, la criada desapareció rápidamente en la cocina. Carynne se volvió hacia Borwen y Donna, que estaban junto a la puerta.
—Donna, Borwen. ¿Por qué no salís y disfrutáis del festival?
—Milady, ¿cómo podemos confiar en usted?
Donna respondió en un tono áspero.
Pero la expresión de Carynne se endureció. Ella no quería tratar con los dos en este momento. Ella no podía permitírselo.
—Tenemos mucho que ponernos al día, en privado. Ha pasado mucho tiempo. Entonces puedes quedarte en la habitación de invitados por un tiempo.
—…Lo siento, Carynne, pero no hay cuarto de invitados. ¿Qué tal si se quedan juntos en la habitación de la criada en su lugar...?
Mirando a la criada de la señora, cuya ropa estaba sucia, Donna estaba horrorizada.
—A-Absolutamente no. Prefiero ir al mercado.
Donna se negó rotundamente. Afortunadamente, Borwen agarró a Donna por los hombros y tiró de ella hacia atrás antes de que pudiera decir nada más. Carynne tomó nota mental de contarle a Helen sobre el comportamiento de Donna una vez que regresaran a la mansión.
Frunciendo el ceño, Carynne señaló hacia la puerta para que Borwen la viera. La salida.
—Nos aseguraremos de volver a la hora del té de la tarde. Donna, vámonos.
—Ugh…
—Vamos.
Cuando los dos finalmente se fueron, la doncella de la señora salió con un poco de té y refrescos, su expresión se había deshecho. Y la razón fue evidente de inmediato: las tazas de té eran de baja calidad.
La señora Deere, todavía con las manos de Carynne, la condujo a los asientos y se sentaron juntas. Carynne ahora finalmente podía concentrarse en la tarea que tenía entre manos.
—¿No recuerdas quién soy?
Carynne pensó, ¿cuánto podría decirle a esta mujer? Carynne cerró la boca y parpadeó. Se sintió inquieta.
—Lo sabía. Te volviste así después de que la señora Hare falleciera. Su Señoría…
«¿De qué está hablando esta mujer ahora?» Los ojos de Carynne permanecieron fijos en la señora Deere. Ella tuvo que preguntar.
—¿Por qué has mencionado a mi madre?
Su voz sonó mucho más aguda de lo que pretendía.
—¿Cuánto sabes?
Odiaba que su pregunta fuera respondida con otra pregunta, pero fue dirigida solo con lástima. Carynne tomó la iniciativa y cambió la forma en que lo redactó.
—Señora, estoy inmensamente... perdida en este momento.
Carynne bajó la mirada. Teniendo en cuenta la posición de la mujer y cómo se veía su casa aquí, la señora Deere no parecía haber recibido una pensión adecuada del señor feudal.
En general, si una institutriz todavía era soltera y aún no se había casado, sería remitida a otra casa si la hubieran despedido. Más aún si su puesto hubiera sido permanente. Si no había un lugar adecuado, entonces era natural que le dieran una pensión. Si no era eso, también hubo algunos casos en los que ella continuaría viviendo juntos en el hogar.
Sin embargo, al observar el estado de esta casa, se podría inferir que la señora no salía de esta casa con normalidad. Era obvio que algunas circunstancias habían llevado a esta ex institutriz, que solía enseñar a la única hija de un señor feudal, a vivir una vida como esta ahora, completamente fuera de la vista del señor.
—Me gustaría que me ahorraras el esfuerzo de tratar de sacártelo y me dijeras lo que sabes.
—Te lo contaré todo, siempre y cuando me digas el alcance de lo que sabes.
—Señora.
Incluso si Carynne estaba nerviosa en este momento, había vivido cien años y tenía experiencia en el manejo de docenas de sirvientas. Entonces, Carynne abrió mucho los ojos y miró directamente a los ojos de la señora Deere.
—He perdido mis recuerdos. Ahora, dime lo que sabes. Estoy terriblemente angustiada. Si me ayudas aquí, seguramente te lo pagaré.
—…Sigues siendo la misma.
La señora Deere bajó la taza de té y jugueteó con los dedos. Ella también estaba nerviosa.
—Has sido así desde que eras joven.
Luego, habló de un pasado que Carynne desconocía.
—Eras una niña muy brillante. Eras inteligente, pero... No hasta el punto de ser un erudito. Solo que eras un poco diferente de otros niños nobles de tu edad. ¿Quizás es porque Catherine fue quien te crio?
—¿Conoces a mi madre?
—¿Recuerdas a Catherine?
—No del todo... No, no la recuerdo en absoluto.
La señora Deere miró a Carynne con una mirada perdida. Era desagradable cómo la mujer mayor seguía mirándola pensando en su madre.
El señor del feudo a veces también la miraba con la misma mirada.
—La señora Nora Catherine Hare. Su apellido de soltera era Enide. Sinceramente, Catherine... Correcto, me disculpo, señorita Hare. Fue realmente extraño que se convirtiera en la señora Hare. Hablando con franqueza, nunca imaginé que ella se instalaría aquí en el campo.
Carynne se llevó la taza de té a los labios para ocultar el escalofrío que le recorrió el cuerpo. Este té no sabía familiar. Al final, la mujer mayor tomó un tono amargo.
—Ella siempre había estado rodeada de hombres. Pensé que se casaría y entraría en un hogar mejor. Es decir, comparativamente, en el sentido materialista, quiero decir.
Carynne miró de soslayo a la señora Deere, cuyo rostro se puso rojo como una remolacha.
—Era una mujer extraña, y nunca parecía escuchar a los demás. La primera impresión que uno podría tener de ella es que era débil, pero era muy terca.
Estas palabras que no le interesaban a Carynne se estaban volviendo más tediosas de escuchar. Se impacientó poco a poco. Lo que le preocupaba aquí no era la historia de amor de los padres de “Carynne”. Pero aún así, la señora Deere continuó hablando de Catherine, quien era la madre de “Carynne”.
Oh, qué hermosa había sido Catherine, qué popular era antes, qué numerosos pretendientes tenía. La mujer mayor contaba historias como estas, su expresión transmitía tanto orgullo por el hecho de haber estado allí junto a Catherine para haber sido testigo de todo.
Carynne pronto se dio cuenta de que esta mujer, en lugar de darle las respuestas que quería escuchar, no era la persona parecida a un profeta que esperaba.
Ella era simplemente una mujer de mediana edad a la que le encantaba hablarle a alguien sobre los días de gloria.
—Realmente, realmente te pareces a Catherine. Todavía tengo un retrato de ella. Allá, en esa pared, ¿puedes ver?
En esa pared colgaba un retrato de una hermosa mujer que se parecía mucho a Carynne.
«Incluso si muero, Nancy nunca me dejaría colgar un retrato de mi madre en la pared de esa manera… Ah, espera. Si muero, la novela habrá terminado. Así que eso no es posible.»
Qué vista. Esta mujer de mediana edad se jactaba de los días de gloria que no eran suyos, y se estaba volviendo cada vez más agobiante.
—Escucho eso mucho.
La educada sonrisa de Carynne se contrajo.
—Además de eso, quiero hablar más sobre mis recuerdos.
—Oh, sí.
La señora Deere dejó de hablar torpemente sobre el tema actual.
—Has sido muy precoz desde que eras una niña. Eras bonita e inteligente... y aparte de eso, la única hija de la familia más noble de esta región. Entonces, un día, te pusiste muy... enferma, ¿sí?
«Deere. No interfieras más. No es de tu incumbencia.»
Ante el recuerdo que le vino a la mente, la mirada en los ojos de la señora Deere se oscureció.
—Entonces, sobre la cultura de oriente… ¿Carryne, Carynne?
Deere sintió ganas de llorar. La niña a la que estaba enseñando estaba temblando de nuevo. La personalidad inteligente, astuta y burbujeante de la niña que Deere había visto antes se desvaneció una vez que el niño cumplió siete años.
Ahora, la niña estaba tan llena de tanto terror que derramó lágrimas todo el día.
Criadas que tenían buen físico vinieron corriendo y reprimieron a la niña que se retorcía. Pronto, con algo de ayuda, Catherine, evidentemente enferma, se acercó a Carynne.
La lección de hoy se derrumbó así. Mucho más allá de dar una clase, Deere solo podía quedarse quieta, incapaz de calmar a la niña. Una sensación de vergüenza la invadió.
—Señora, no puede hacer esto.
Catherine abrazó a Carynne con mucha fuerza. La niña forcejeaba en los brazos de su madre.
—Está bien, Carynne. Mamá está aquí. Está bien... Shh... Todo va a estar bien, ¿de acuerdo? ¿Te gustaría tomar unos bocadillos conmigo?
Mirando al frente, la niña se aferró a su madre y dejó escapar un largo y áspero grito mientras hablaba.
—Mamá, mi, mi vida… ¿Cuál es el punto de esto? Si mi vida es así, entonces…
Era su décimo cumpleaños. Carynne y su pariente, Dullan, se comprometieron.
Fue un compromiso que nadie acogió con beneplácito. Catherine se había enfermado cada vez más, por lo que ya no podía concebir otro hijo.
Frente a familiares y conocidos, esto fue lo que dijo, que se sentía cada día más débil y que no creía que viviría mucho, por lo que deseaba ver a su hija comprometida.
Todos pensaron que era un poco extraño que ella dijera esto. Aun así, nadie objetó a los padres que arreglaron el compromiso. Con la aprobación de los adultos, el compromiso se llevó a cabo de manera informal.
Cuando se vieron, Carynne parecía como si acabara de masticar un insecto y, de manera similar, Dullan tenía una expresión podrida en su rostro.
Dullan tenía dieciocho años.
Carynne tenía diez años.
—E-Estás… muerta, de verdad…
—Claro, vamos a ver.
Carynne trató de resistir este destino. Empujó a Dullan a una habitación vacía y le cerró la puerta. Luego, arrastró una silla frente a la perilla y se sentó en ella para evitar que Dullan saliera.
Era extraño pensar que, si no hubieran sacado a Carynne del lugar, si no hubieran roto la cerradura y si un sirviente no hubiera abierto la puerta, Dullan habría muerto allí mismo.
—¡Carynne, discúlpate con Dullan apropiadamente!
El incidente fue lo suficientemente grave como para descartarlo como una simple broma infantil. Sin embargo, los padres de Dullan eran extremadamente pobres y no querían perder la oportunidad de ocupar el puesto de señor feudal, donde no solo se pagaría la matrícula escolar de Dullan, sino que incluso se proporcionaría todo lo demás.
A partir de entonces, los padres de Dullan prestaron más atención a Carynne, que parecía haber perdido la cabeza, que a Dullan, que era su propia carne y hueso.
En una familia como esta, el único que podía desempeñar el papel correcto como adulto aquí era nada menos que Deere.
Infló el pecho y presionó estrictamente a Carynne. Pero antes de que Deere pudiera arrastrarla lejos de la cama de Dullan, estas fueron las primeras palabras que salieron de los labios de Carynne.
—Oye, ¿no podrías simplemente morir en ese momento? Tu vida tampoco vale nada.
—¡Carynne!
Asombrada, Deere tapó la boca de Carynne, pero ya era demasiado tarde.
Dullan le devolvió la mirada al ceño fruncido de Carynne y él respondió.
—... S-Si no puedo matarte yo mismo, al menos prenderé fuego a tus intestinos.
No estaba claro si fue por la conmoción de este incidente o no, pero desde entonces, Dullan tartamudeaba cada vez que veía a Carynne. Y al año siguiente, Dullan nunca visitó la mansión del señor feudal.
Deere se esforzó aún más por cambiar a Carynne. Amplió sus lecciones y contó historias que podrían interesar a la niña. Pero fue sólo por un momento.
Las convulsiones de Carynne aumentaron, el estado de Catherine empeoró y el señor del feudo permaneció en silencio.
Lo que sea que hizo Deere, no importa cuánto lo intentara, todos solo evitaron el asunto en cuestión.
No había nada más que se pudiera hacer. La mayoría de las veces, en lugar de un maestro, era un médico quien estaba al lado de Carynne. Hubo muchos días en que Deere simplemente se sentaba en el estudio, completamente sola.
El ama de llaves Helen redujo el salario de Deere mientras decía que no se podía evitar, que no había trabajo para ella aquí. Ante esto, Deere agachó la cabeza.
Entonces, fue ese día.
El día que esa gitana negra asumió el papel de Deere y la reemplazó.
Sucedió cuando Carynne tenía catorce años.
—Eres de gran ayuda. Gracias.
—Solo estoy agradecida de que me hayan dado una buena oportunidad como esta.
—...Si no he hablado contigo, no me hables primero.
A pesar de las palabras de la niña, Nancy sonrió y tomó la mano de Carynne. Al ser la primera vez que conocía a una mujer negra y que le tocaran la mano de esta manera, la expresión de Carynne se arrugó por un momento, pero cuando su madre la reprendió, solo se obligó a mirar hacia otro lado. Sin embargo, el resplandor en sus ojos no parecía agradable.
Catherine fue quien le presentó a Nancy a Carynne, por lo que habló con severidad.
—Carynne. Nancy es alguien que mamá trajo aquí. No deberías tener ese tipo de mirada.
—Esa sucia…
—¡Deere! Usted también, por favor, respete a Nancy como me respetaría a mí. Ella es la persona que ayudará a Carynne.
Sin embargo, con Nancy siendo traída así a pesar de que Deere todavía estaba allí, esto implicaba que Deere solo no era suficiente, y su influencia se reduciría debido a eso.
Era natural que a Deere no le gustara Nancy. Y, afortunadamente, a Carynne tampoco le gustaba Nancy.
La niña siguió yendo a Deere para evitar a Nancy. Cada vez que esto sucedía, Deere se sentía aliviada.
Mientras estaban solas, Deere acariciaba el cabello de Carynne. Cuanto más rechazaba Carynne a Nancy, más beneficiaba a Deere.
—¿Nancy cantó una canción de cuna? Absurdo. Lo hiciste bien, Carynne. Estoy segura de que una gitana como esa mujer solo cantaría canciones extrañas.
—¿Es así?
—Por supuesto. Ahora bien, vamos a llevarte a la cama.
Una persona de piel oscura, una mujer errante para colmo, que ni siquiera había sido presentada por otra señora de buena reputación. Deere estaba extremadamente disgustada de que una sirvienta así fuera asignada a su estudiante.
El puesto de sirvienta exclusiva no era un trabajo para cualquier mujer. Así como la señora de la casa nunca debía humillarse mostrando una apariencia descuidada, le correspondía a una criada exclusiva asegurarse de que la dama a la que serviría estuviera siempre impecable. También debía tener una actitud virtuosa y una boca pesada que se mantuviera callada.
Carynne debería haber tenido al menos una dama educada de clase media como sirvienta exclusiva, no una adivina negra.
Deere estaba indignada.
Pero el señor del feudo no escuchó ninguno de sus consejos.
—Deere, no estoy menospreciando tus métodos de enseñanza, pero lo que Carynne necesita en este momento no es educación. ¿Por qué no se lo dejas a Nancy?
—Señor Hare, no debe hacer eso. ¿Cómo puede dejar que una mujer así entre en la casa? Sigue diciéndole cosas extrañas a Carynne.
Frotándose las sienes con una mano, respondió el señor del feudo.
—Deere. Carynne no es tu hija. Juzgar lo que es bueno para la niña depende de nosotros. Por el momento, ¿por qué no te tomas un descanso en otro lugar?
Entonces, Deere preguntó enojada:
—Su Señoría, soy la única que realmente se ha dedicado a Carynne estos días. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que habló con Carynne en lugar de solo hablar de ella?
—Suficiente. Estás sobrepasando tus límites. Ahora mismo, además de la niña… tengo muchas cosas importantes que hacer. Vete y déjame hacerlas.
—Cuando la señora fallezca, Carynne…
Deere se compadeció del señor del feudo. No pudo tomar la decisión correcta debido a su esposa enferma. Lo mismo sucedió con la enferma Catherine. Deere era realmente el único que solo podía pensar en Carynne por separado de Catherine.
Era una niña que creció a manos de los sirvientes, sin que sus padres se preocuparan. Y, así como los padres no le mostraron ningún afecto, los empleados tampoco le dieron ningún cariño.
Deere había visto esto con demasiada frecuencia. Y su desconfianza estaba bien fundada.
—¿Qué estás haciendo en este momento?
—Qué quieres decir. Es la medicina de la señorita, la que la ayudará.
—¿Qué le diste de comer a Carynne? ¿El doctor permitió esto?
En el interrogatorio de Deere, Nancy resopló:
—Si lo hiciera, ¿qué sabrían? No me compare con esos tontos, maestra. Ellos tienen sus propios métodos, nosotros tenemos los nuestros. Esto es mejor para Milady.
El señor del feudo y la señora estaban locos de alguna manera extraña. Era normal que los niños adolescentes soñaran despiertos y crearan sus propios mundos dentro de sus cabezas.
Aunque era comparativamente peor, las convulsiones y los delirios de Carynne no eran infrecuentes en los niños de su edad. Los adultos que rodeaban a un niño así debían disciplinarlo apropiadamente.
En tal situación, Deere se enfureció enormemente por el hecho de que trajeron a una gitana y se adelantó para contarle historias extrañas a la niña y darle una medicina sospechosa.
Aun así, desde que llegó Nancy, las convulsiones de Carynne evidentemente habían disminuido. La gente de la mansión, que estaba muy ocupada solo con Catherine, agradeció el silencio que siguió a Carynne.
Pero en ese silencio, Carynne se volvió extraña poco a poco.
—No puedo beber eso.
—¿Señorita?
—Nancy, tiene un sabor extraño.
Deere se sorprendió mucho.
—No seas tan cortés con las personas que te atienden, Carynne.
—¿Sí? Ah.
Comenzó con la forma en que hablaba. Carynne se volvió más y más extraña. Una vez se había avergonzado de tener a una mujer negra como sirvienta exclusiva, pero ahora, mostraba signos de sentirse incómoda por ser la maestra de esa sirvienta. La posición de Nancy también se elevó poco a poco.
Carynne se calmó claramente. Pero a los ojos de Deere, esto era nada menos que poner a alguien a dormir a través de las drogas.
Las emociones de Carynne se apagaron gradualmente y sus recuerdos también se desvanecieron progresivamente. Lo peor de esto era cómo miraba a la gente.
Durante los días en que Catherine estaba en mejores condiciones, llamaría a Carynne, sin embargo, estas reuniones disminuirían lentamente de una vez a la semana, a una vez cada dos semanas, luego una vez al mes.
Por otro lado, Nancy pasó más tiempo cuidando a la niña, de sol a sol, y su influencia se hizo aún más fuerte.
—Carynne… ¿Cómo estás estos días? —preguntó Catherine.
—No es bueno. Nancy sigue leyéndome extraños cuentos de hadas que no entiendo y sigue haciéndome beber medicinas extrañas.
—Pero ya no te haces daño ni tienes convulsiones, ¿verdad?
—…Ya no.
—Entonces eso es suficiente.
Catherine miró hacia Deere con una mirada nublada. Sus ojos ya habían perdido la capacidad de ver, y estaban abiertos casi solo por cortesía.
—Mientras haya vida…
En su reunión final, Carynne no reconoció a su madre.
Como si mirara algo sucio, su madre la horrorizó por completo. Dio un paso atrás y se aferró a la mano de Nancy.
—Señora, en estos días, Carynne ha estado siguiendo a Nancy casi como si fuera usted, su madre.
—¿En… serio?
—Ella debe ser expulsada de inmediato.
—Deere.
Catherine estaba tan delgada como un esqueleto, y la belleza que tenía en su juventud ya se había perdido. El camisón blanco que llevaba puesto parecía como si estuviera colgando de simples ramitas, y la voz de la mujer no era diferente del crujido de un mueble de madera.
—Deere. Ha pasado... bastante tiempo desde que estuvimos juntas.
— Señora Hare.
—Cuando muera, Carynne estará bien. Nancy la cuidará muy bien por mí.
—Ella es solo... una sirvienta. —Deere estaba ahogada—. No hay forma de que una sirvienta pueda reemplazarla.
—Di mi nombre, por favor.
—Señora Hare.
—Ese no.
—…Enide.
La expresión de Catherine cambió. Pero no está claro si se trataba de una sonrisa o no.
Catherine murió.
Hasta que falleció, solo tenía en sus manos el retrato de su hija, acariciándolo cariñosamente. Catherine deseaba mucho ver a su hija, pero no pidió verla. Pensó que lo mejor sería que Carynne se olvidara de ella.
El señor del feudo también estuvo de acuerdo en que sería mejor para la niña olvidarse de alguien que moriría poco después de todos modos. Aún así, no salió de la habitación de Catherine durante un mes después de que ella muriera. Y evitó encontrarse con Carynne.
—¿Carynne?
—Ah, sí. Hola.
—Catherine falleció.
—¿Perdón?
Carynne miró inexpresivamente a Deere por un momento, luego desvió la mirada hacia Nancy.
Y lo que la niña diría a continuación era algo que Deere nunca podría olvidar.
Carynne se volvió hacia Nancy y preguntó.
—¿Quién es Catherine?
Esas palabras se sintieron como si fueran de una pesadilla.
Lo que tranquilizó a Carynne fue lo mismo que convertirla en una tonta.
Deere se quedó boquiabierta. Pero, después de esto, cuando llamó a la puerta del señor feudal, él no salió.
La locura de su hija no era nada nuevo. Incluso esto era trivial comparado con la muerte de su esposa.
La última vez que Deere vio al señor feudal fue cuando la echaron de la casa. No era que la expulsaran, pero si deseaba recibir incluso una pequeña pensión, no sería diferente a eso.
—Así que realmente no te acuerdas.
—...Sí, señora Deere.
Lo primero que sintió fue incomodidad. Desde la forma en que la señora Deere la miró y el tipo de expresión que tenía la mujer mayor, a Carynne no le gustó nada. Y tampoco le gustó nada de lo que dijo la mujer.
—¿Estás bien?
—Sí.
Incluso cuando se sentía horrible, esto estaba bien. Lo que Deere le dijo ya era algo que Carynne esperaba, hasta el punto de que Carynne ya pensaba que toda su vida era su propia ilusión. Ya había estado pensando en esto una y otra vez.
—¿Por qué?
Con una expresión perpleja, la señora Deere dirigió una pregunta a Carynne.
—¿Pero estás bien? No debe estar todo bien.
Ante esa respuesta altiva, Carynne sintió un sabor amargo en la boca.
—Para resumir todo lo que dijiste, el estado de confusión que experimento se debe a algún tipo de misticismo.
—Puede ser desagradable escucharlo, pero es verdad. Los gitanos conocen muchas clases de brujería.
Carynne resopló.
—¿Por qué se moverían de un lugar a otro si son tan capaces? Simplemente conquistarían el mundo.
El rostro de la señora Deere enrojeció ligeramente. Pero pronto abrió los labios para hablar una vez más.
—Tu mente es frágil, ¿no es así?
Hasta cierto punto, no fue tan agradable escuchar esto de otra persona. Pero Carynne hizo caso omiso de este sentimiento y simplemente se encogió de hombros.
Cien años no era tan fácil de vivir. Ya tenía grabado en su mente que todo aquí podría ser una ilusión provocada por su propia locura. Por lo tanto, no sorprendía escuchar esta verdad de la señora Deere.
La aceptación indiferente de “Sí, esa es una posibilidad”, fue algo que escuchó primero. Antes de cumplir su promesa a Nancy de que moriría a manos de la niñera, Carynne decidió repartir primero el castigo adecuado.
—Gracias a ti, he confirmado una cosa: que mi padre sabe que no estoy en mis cabales.
Y que, en el señorío, fue él quien echó una mano y escondió el cadáver. Carynne se quedó mirando el cabello seco de la mujer.
—Tú no eres yo.
Debido a que todos los recuerdos en su propia cabeza eran demasiado largos y específicos, no podía descartarlos a todos como simples delirios. Carynne no podía imaginarse hasta qué punto podía creer las palabras de Deere. No, incluso si ella fuera a creer todo, ¿no era la información que le dieron demasiado limitada? Después de todo, esta mujer era una extraña. Ella no lo sabía todo.
—Mi padre y mi madre tampoco son yo. Especialmente Nancy…
«…no debería haber sido asesinada.»
—Ahora que ella está lejos, lo que dijiste no se pudo probar.
Estas palabras hicieron que Deere se viera notablemente feliz.
—¿Ella se ha ido? ¿Qué sucedió?
—Ella renunció.
—Esas son buenas noticias. Así que por eso viniste hasta aquí. Si ella todavía estuviera a tu lado, no podrías haber venido hasta aquí.
«Así es. La maté después de todo. Le di algunas drogas y la estrangulé hasta la muerte. Y traté de usar su cadáver para sorprender a Isella. Pero ni siquiera puedo encontrar ese cadáver ahora.»
—Entonces… ahora puedo volver a ser tu institutriz, ¿verdad? Seguiste bien mis lecciones. No lo recuerdas, pero créeme, lo hiciste.
Era repugnante ver cómo la mujer actuaba como si fuera cercana a Carynne al usar recuerdos que ni siquiera tenía. Si un hombre rico estuviera a punto de morir, todo tipo de mujeres se aferrarían a él. Una mujer como Helen, el ama de llaves.
Pero Carynne no tenía planes de expulsar a la señora Deere mientras decía que la mujer debería conocer su lugar. Ya la habían echado una vez. Además de eso, Carynne también había conocido a una buena cantidad de mujeres que querían meterse en su vida para tratar de ser su madre.
—Todavía hay muchas cosas que no me has dicho.
—No he dicho ni una sola mentira.
—Entonces dime, ¿por qué te despidieron?
Cuando Carynne le preguntó a Deere, la tez de la mujer mayor cambió.
—Eso es porque me opuse a que Nancy siguiera alimentándote con esas ideas inútiles.
—Señora Deere, mencionaste que estabas en contra de Nancy desde el principio. Y aunque ha pasado un tiempo desde que fuiste mi institutriz, también es cierto que te quedaste en la mansión durante bastante tiempo. De repente te pidieron que te fueras y…
Carynne miró alrededor de la casa vieja y en ruinas, luego sacudió la cabeza con exageración.
—Solo me pregunto si hay alguna otra razón por la que tuviste que mudarte. ¿Por qué debes eludir el problema cuando se trata de ese tema?
Carynne no confiaba en nadie. Si ni siquiera podía confiar en sí misma, ¿en quién podría confiar? Lo mismo era cierto para esta mujer frente a ella. Este era un hecho con el que ya había llegado a un acuerdo durante el tiempo que había estado sufriendo esta locura.
Pero esta mujer, ¿quería que Carynne negara los cien años que había vivido? Carynne no podía aceptarlo. Después de solo una historia miserable sobre un pasado abstracto, ¿le pedían que admitiera que ese era el final?
—¿Querías convertirte en mi madre?
—Todos en esa casa están locos. ¡Para ti…!
—Oh, protestaste tan galantemente en nombre de esta niña loca que tomaste bajo tu ala, pero debido a eso, te echaron. No creo nada de eso.
Al principio, el tono de voz de Carynne era alegre, como si todo le divirtiera mucho, pero luego bajó repentinamente hacia el final.
Deere estaba a punto de acercarse a Carynne, pero al oír la voz de la mujer más joven, se estremeció.
Y, poco a poco, el miedo se fue instalando.
—¿Carynne?
—Dije que no te creo. Solo por verificar mi capacidad cognitiva, descuarticé un cuerpo, traje al hijo de ese cadáver y lo confirmé a través de él, ¿pero sales de repente y dices: “Estás loca, no debes creer nada”? Como protagonista de mi propia vida, rechazo tal giro en la trama.
—Carynne, qué... Ahora mismo, qué diablos estás diciendo.
—¡He hecho una cosa hasta ahora! ¡Ahora te pregunto qué es esto! Le di drogas, la corté en pedazos y le prendí fuego, ¡te lo digo! ¿Crees que estaré satisfecha con sólo escuchar algo como esto? ¿De alguien tan insignificante como tú... cuando apareciste de repente?
—Yo... no sé de qué estás hablando.
—No finjas que no sabes.
Carynne apretó los dientes. Le resultaba difícil aceptar que todo se debía a que estaba "confundida". Esto necesitaba ser resuelto. Tenía que ser manejado. Dirigirse a sí misma. Tomar acción. La moneda ya había sido lanzada. No había razón para dudar.
—Y si al menos tuvieras un cerebro, lo sabrías. Debes entender que no tengo intención de mantenerte con vida ahora. ¿Cierto?
—¡Carynne! ¡Cálmate…! Nancy te ha estado atormentando, el hecho de que hayas venido hasta aquí ahora, ¿no lo ves? El tiempo desde que eras un bebé y hasta el día de hoy que has venido aquí, ¿no puedes decirlo con solo mirar hacia atrás las cosas que no puedes recordar? Pero ahora que has venido a mí, estará bien. ¿Sí? Ahora que Su Señoría echó a esa mujer, puedo ver que él también lo sabe. Que fui agraviada. Si me llevas contigo ahora, estará bien. Todo…
Deere dejó escapar todo lo que quería decir a toda prisa. Algo había salido mal.
—¡AH!
Carynne apuntó a la cabeza de la mujer, pero no dio en el blanco. No obstante, la sangre goteaba de la cabeza de Deere. Su rostro estaba cubierto de sangre. Carynne recargó y se acercó a la mujer. La bala le rozó el cuero cabelludo y golpeó la superficie.
—Raymond lo terminó de una sola vez, pero supongo que el cráneo de un ser humano es más resbaladizo de lo que pensaba.
—Carynne, contrólate ahora, por favor.
Carynne dio un paso más cerca de Deere. Qué vista. Esta mujer de mediana edad había estado tratando de controlar a Carynne en este momento, dejando a un lado su pasado con orgullo. Pero ahora, ella estaba allí en una esquina, temblando.
«Ya he matado a Nancy.»
Carynne se rio. Sus dientes brillaban bajo el sol de la tarde. Deere dio un paso atrás, pero no había otro lugar a donde ir.
La chica con una cara sonriente se acercó más y más.
«Está bien. Está bien. Todas las cosas tristes son solo parte de la novela. La joven está soñando ahora mismo. Para ti, este mundo no es más que un sueño. Pronto, tú y el caballero os enamoraréis. Y todo el sufrimiento llegará a su fin.»
—¿No dije que la recogería en un rato, Milady?
—Borwen.
—Por favor, manténgase dócil. El que será regañado por Lord Dullan es una persona humilde como yo.
Athena: Madre mía, no deja de sorprenderme cada capítulo. Aquí hay mucho más detrás de lo que parece, y ese pasado habrá que ver cuánta de verdad hay detrás. Cada vez más preguntas y aún sin respuestas.
Capítulo 4
La señorita del reinicio Capítulo 4
Un funeral en el que nadie llora
—...Por último, yo, como juez, me gustaría agradecer a Su Señoría, el Señor Feudal, no, al padre de la joven que había sufrido tanto por una situación desagradable.
El juez se quitó la gorra negra e hizo una reverencia al señor feudal.
Tom, que acababa de observar las hormigas que se arrastraban por el suelo, se dio cuenta de que el aburrido procedimiento finalmente había terminado. Una estruendosa ronda de aplausos llenó la sala del tribunal. Tom también aplaudió sin pensar, pero volvió en sí y se dio cuenta de que no era el momento para eso, así que se detuvo.
No se le permitió ser influenciado por esta atmósfera. Aunque era solo una pequeña sala del tribunal del juez presidente, todavía había unas treinta personas que asistieron a este juicio. Era como si hubiera un festival dentro de este lugar. Todos sonreían emocionados.
El fallo fue claro. Dos hombres intentaron robar y asesinar a la hija del señor feudal que se perdió. Un joven noble vio esto al pasar por casualidad, y así exigió justicia a esos ladrones. Aquí, el juez era el señor feudal y el acusado era el joven noble.
El juicio por los crímenes de Hans y Thomas, ambos fallecidos, terminó en menos de diez minutos, y posteriormente, el juicio por Sir Raymond, el hombre que mató a esos dos, había terminado con el juez inclinando la cabeza hacia él.
La audiencia estaba satisfecha porque se había hecho justicia, susurrando también sobre el atractivo semblante del joven noble. El juicio terminó antes de la hora del almuerzo, por lo que continuarían discutiendo lo que vieron aquí durante sus comidas.
—Mira eso, a pesar de que su padre murió, ni siquiera está derramando una sola lágrima.
Excepto Tom.
Thomas, el hombre que intentó agredir sexualmente a la hija del señor feudal y que había sido asesinado por el caballero, era el padre de Tom.
—También es un problema si llora. ¿Cómo puede él, a la hija de Su Señoría...? Dios mío.
—Bien hecho, morir así.
Inclinó la cabeza al escuchar esas palabras en voz baja. Fue apodado Tom porque tenía el mismo nombre que su padre.
Era el hijo de un hombre que hizo bien en morir.
Para él, estas palabras sonaron como: “¿Por qué no te mueres pronto también?” Quizás los pensamientos más íntimos de esas personas no estaban tan lejos.
—Él no dijo nada hasta el final, realmente un gran trabajo. Qué valiente.
¿Fue valiente no decir nada? Tom quería saber la respuesta, pero lo que era más importante para él ahora era lo que el caballero podía darle. Lo que recibió antes del juicio no fue suficiente, solo un dulce. El caballero actuó como si fuera algo precioso, pero no era nada para Tom, quien trabajaba todas las semanas para Dale, el dueño de la panadería.
Tom sabía a ciencia cierta que era demasiado mayor para estar tan feliz con un solo caramelo. Cuando el mazo sonó tres veces y la audiencia salió de la sala del tribunal del juez presidente, Tom se metió el caramelo en la boca. Era bastante dulce. Sabía diferente a los duros terrones de azúcar que Dale a veces se llevaba a la boca.
El caballero dijo que Tom debería quedarse quieto durante todo el juicio. Le dijo al niño que se comiera los dulces si se aburría, luego dijo que le daría una recompensa a Tom si se portaba bien. Entonces, se comportó debido a estas palabras. Él sería capaz de recibir su recompensa ahora.
Tom confiaba en contenerse mientras hubiera una recompensa.
—¿Ya terminó, señor?
—Sí. Aquí.
Una moneda de oro brillante cayó en las manos de Tom. Tom jugueteó con la moneda de oro, que nunca antes había visto. Con una mano enguantada, el caballero cubrió las manos de Tom para cerrar sus dedos sobre la moneda.
—No se lo muestres a los demás.
Y con la otra mano, agarró a Tom con fuerza.
—Tienes que vivir solo de ahora en adelante.
—Tom, Tom, ¿estás ahí?
Era una voz familiar. Tom rápidamente terminó su trabajo y miró hacia arriba. El dueño de la panadería resopló y empujó a Tom bruscamente para que se vistiera.
—¿Qué está pasando? —preguntó Tom.
La que entró fue Rona, la esposa de Hans. Viviendo con moretones en la cara todo el tiempo, a veces llamaba a Tom para quejarse o para darle una sopa aguada y aguada. Cada vez que Tom la veía, se preguntaba si era similar a su madre que se escapó. Rona estaba prácticamente en la misma situación que la esposa de Thomas, así que ese pensamiento no estaba mal.
—¿Se te cayó el pan?
No quería compartir nada de lo suyo hoy porque no había suficiente. Tom escondió furtivamente su pan debajo de la mesa. El dueño de la panadería desapareció por la puerta trasera. Aún así, Tom había recibido el pago por su trabajo, así que fue un alivio.
—No, Tom. Algo grande sucedió.
Su padre murió.
Rona no asistió al juicio. Se suponía que Thomas y Hans estarían aquí como los acusados, pero no pudieron. Sus cabezas tenían agujeros después de todo.
Así que un caballero que llevaba un sombrero de fieltro vino a recoger a Tom y le dijo que alguien tenía que ir a juicio.
—Él es tu padre, ¿verdad?
Tom salió de la sala del tribunal. El cielo estaba claro y azul. Nueve años no era una mala edad para empezar a trabajar.
Si uno fuera a la ciudad, todos allí estaban trabajando. Y realmente, no era solo en las ciudades sino también en los pueblos. Larry de la casa de abajo e incluso Carey, el hijo del herrero, también estaban trabajando. Tom era el único que no lo estaba.
«Pero estoy demasiado débil.»
Su padre, Thomas, era un inútil, por lo que nadie le pagaba a Tom para que trabajara. Si Tom cometiera un error, sería difícil obtener una compensación de Thomas.
Aun así, no podía simplemente jugar. En el callejón trasero, solo jugaban niños menores de cinco años. Nueve años era demasiado mayor para seguir jugando. Era por eso que Tom eventualmente comenzó a trabajar haciendo lo que fuera que estaba haciendo Rona.
Ahora que su padre había muerto, se preguntaba si Rona lo acogería, pero cuando ella anunció que Thomas y su esposo habían muerto, estaba muy emocionada. Incluso dijo que ahora viviría con el viejo herrero.
—No actúes como si me conocieras, por favor.
—De acuerdo. Felicidades, Rona.
Felicitó a Rona. Lo que aprendió de Rona fue que, aunque era débil, al menos captaba rápidamente la realidad. No había mucho que el niño pudiera hacer, dados sus brazos delgados y un padre terrible.
Si bien ahora podía trabajar así porque aún era joven, una vez que creció, una vez que su voz se hizo más profunda y una vez que su barba comenzó a crecer, estaba claro que no sería lo mismo.
Rona trabajaba en el pub y dijo que el pago que recibía no bajaba de cinco monedas de plata, sin embargo, nadie le daría esa cantidad de dinero a un niño pequeño.
En lugar de dinero, la gente le pagaba a Tom con pan, un poco de sal, o dirían que es tan bueno como el pago de la cuenta de bebidas alcohólicas de Thomas y Hans.
Por primera vez en su vida, no era pan, ni sal, ni licor lo que tenía en la mano: era dinero. Este peso en su mano levantó su espíritu. Si esta era la recompensa por estar callado por un rato, entonces podría estar callado todo el tiempo que se le exigiera.
Pero, ¿cuántas oportunidades como esta tendría en el futuro?
Thomas estaba muerto ahora.
—Disculpe, señor.
—¿Hm?
—¿Qué hago ahora?
Tom se estiró para sostener la mano del caballero. Su padre estaba muerto. Trató de violar a la hija del señor del feudo. Tom tendría que tratar desesperadamente de sobrevivir como un niño en las calles.
—¿Qué quieres decir con que tienes que vivir solo, por supuesto? ¿No te lo dije hace un momento?
El caballero hizo una mueca y trató de apartar la mano de Tom. Pero Tom se aferró más fuerte.
Estaría en problemas a partir de esta noche. Sin su padre, ya había visto a innumerables personas que ni siquiera darían el pago mínimo. Thomas era un bueno para nada, pero cuando Tom se había debilitado, iba frente a las casas y gritaba mientras rompía cosas.
Dado que la muerte de su padre había sido revelada a tanta gente, Tom se puso nervioso. No sabía quién iba a venir esta noche. Debía contener la respiración en secreto mientras se escondía en el armario o en el brasero.
—Yo… no tengo adónde ir, señor. También estoy enfermo.
—Oh, señor Whedor, el juicio ha terminado. ¿Todavía no vas a almorzar?
La sirvienta que hacía trabajos ocasionales para el juez vio al abogado y expresó su preocupación.
—Ah, este chico… Gracias. ¿Es esto de Su Señoría?
—Sí, se les dio a todos en el jardín. Oye, tú, también tienes uno.
—Ah… No, señor abogado. Por favor, solo por favor…
El abogado gruñó, arreglándose el sombrero mientras apartaba a Tom de un empujón.
—Vende la casa en la que vives y ve a leer los anuncios clasificados en el periódico. Así es como todos viven.
—¿Vender la casa? ¿Cómo puedo hacer eso?
—Trae los documentos necesarios y… No, este no es mi trabajo. Dirígete al escribano principal del vecindario para esto.
—¡Señor!
El caballero caminó hacia el jardín.
¿Vender la casa? ¿Oficial Mayor? ¿Estaba diciendo que tenía que vender la casa en la que vivía? Entonces, ¿qué seguía? ¿Dónde viviría? ¿Qué comería? ¿Sería capaz de comprar otra casa después de vender la que tenía?
Su visión se volvió oscura. El mundo real era demasiado complicado para un niño de nueve años.
—¿No vas a comer?
—¿Eh?
—Escuché que Su Señoría está proporcionando comidas gratis. ¿No irás por un poco?
Una chica guapa. Sin embargo, parecía mayor que Tom. Apartando la vista, miró al suelo. ¿Era alguien que vino a ver el juicio? Como ella no conocía su rostro, probablemente sea una comerciante que había viajado desde lejos.
—Si voy, se pondrá raro.
—¿Porque tu padre es un asesino?
—¡Mi papá no es un asesino!
Él gritó. Sin embargo, por no hablar de sobresaltarse, la chica siguió sonriendo.
—Sí. No un asesino, sino un violador, ¿verdad? No, supongo que un intento de agresor sexual.
—…Esa mujer no murió.
Parecía que estaba a punto de llorar. Tom abrió mucho los ojos para que las lágrimas no cayeran.
—E-Ella no murió. Y-Y al final, ella no fue violada.
—¿Es así como te sientes realmente, o estás haciendo una protesta por tu padre?
—¿R-Rem...?
Al escuchar una palabra que no sabía de la chica, Tom hizo un sonido idiota. Ante esto, la chica frunció el ceño.
—Más bien, dame una respuesta nueva y fresca.
—¿Eh?
—Si me gusta tu respuesta, te daré cinco monedas de oro.
Cinco monedas de oro. Por una respuesta escurrida de la cabeza de Tom. ¿Qué quiso decir con cinco monedas de oro? Debía ser bastante rica. Esta oportunidad no volvería a presentarse. Tom se devanó la cabeza sobre qué responder para obtener esas monedas.
—U-Uh… ¿Ambos? La joven no murió al final, y tampoco fue violada. No sé por qué mi padre tuvo que morir. Y... Uh, ¿por qué la violación es mala?
—Tu respuesta es un desastre, ¿por dónde empiezo?
—No, mi padre… Claro, al final, todo lo que quedó de mi padre y mi tío fueron sus cadáveres. La señorita incluso podría haber querido hacerlo en la calle.
—No me parece. Honestamente, tu padre es sucio y feo. ¿Por qué una mujer joven y rica querría hacer eso con un hombre como tu…? Mmh.
Tom trató de pensar en las fortalezas de Thomas, luego recordó lo que su padre solía decir como un hábito: su orgullo.
—Él es grande ahí abajo.
—Ah.
Cuando la expresión de la niña cambió como si escuchara algo inesperado, Tom continuó emocionado.
—Y no lo sabemos al final. Sólo quedaron sus cadáveres. ¿Por qué la violación es peor que el asesinato? Al final, es porque no es un noble. Todos los nobles comerán bien y vivirán bien de todos modos.
—Respuesta incorrecta. No hay forma de que una chica rica entienda su perspectiva sobre esto o aquello.
Tom sabía que había perdido su oportunidad con esas monedas de oro. Aún así, no podía soportar la ira que brotaba dentro de él. Era así todos los días. Solo para poder comer, lo hacía todos los días. ¿No terminaría después de haber contado hasta cien? Pero Tom estaba tan enojado por esto.
«¿Qué está mal con eso? Había varias prostitutas y gigolós en la calle, y terminaría en poco tiempo después de que abrieran las piernas o la boca. Si se castigaba con la muerte, entonces unos cincuenta aldeanos merecían morir.»
—...Quería una nueva respuesta.
—¿Crees que es divertido verme así?
—Un tanto.
La chica se cubrió los labios y se rió entre dientes.
En ese momento, Tom quería derribarla. Para atacarla.
—¿Por qué está aquí, señorita Hare?
—Oh. Hola, señor Raymond. Gracias por participar en el ensayo. Se acabó, ¿verdad? No tenía absolutamente nada que hacer en mi habitación.
Ese pensamiento terminó ante la incredulidad. El caballero rubio, que Tom vio en la sala del tribunal, hizo tropezar las piernas de Tom antes de darse cuenta. Y cuando Tom cayó, su línea de visión solo vio el cuerpo de la chica pelirroja, y ella se quedó allí sin mirarlo.
—U-Uh…
Mientras caía, su rostro estaba dolorido. La desesperación se apresuró.
—…No salgas sin razón. Por favor regresa a casa.
—No me sorprendió nada de eso, sir Raymond. Estoy bien.
La chica respondió con una sonrisa. Luego, levantó a Tom para que se pusiera de pie y le susurró.
—Al amanecer, entra por la puerta trasera de la mansión del Señor del Feudo. Te daré las monedas de oro. Y tengo algo que decirte sobre tu padre.
Tom no pudo rechazar la oferta.
Le dolía la cabeza. Podía sentir la sangre corriendo por su cabello. Era espinoso, este dolor.
Después del juicio, se dirigió a la entrada trasera de la mansión del señor del feudo. Pero de repente recibió un golpe en la nuca y perdió el conocimiento. Cuando abrió los ojos, tenía las manos y las piernas atadas. Mientras su boca estaba amordazada con un trozo de tela, todo lo que pudo decir fue Mmph , mmph . No podía moverse porque estaba atado muy fuerte. Y aquí, Tom no tuvo más remedio que mirar a Carynne Hare.
Frente a él, Carynne agitó la mano a modo de saludo al ver que Tom se había despertado.
—¿Estás despierto?
No pudo responder. Se apartó de Tom y continuó con lo que había estado haciendo. Estaba sudando por todo el trabajo duro. Carynne continuó hablando en voz baja mientras cortaba. Tom finalmente se dio cuenta. Lo habían engañado.
—Necesito confiar en mis sentidos, ¿verdad?
Mientras cortaban la carne y los huesos con una sierra de alambre, el sonido le provocó escalofríos en la columna.
Ahora Tom lo sabía: cuando se cortaba a los humanos, el sonido era el mismo que cuando se cortaba la carne de un animal. Los humanos eran lo mismo que la carne animal.
Tom quería gritar en voz alta, pero su boca estaba amordazada. Quería taparse los oídos, pero sus extremidades estaban firmemente atadas. Todo lo que Tom podía hacer era retorcerse. Y esa carne, el humano que ahora se había convertido en carne, era alguien que una vez conoció. Tom se dio cuenta de por qué lo llamaron a este lugar. Fue por esa carne.
—Entonces, necesito un testigo.
Tom sabía que era él quien necesitaba presenciar algo. Carynne tiró la sierra que tenía carne y luego sacó una nueva. El sudor goteaba. Parecía que estaba abrumada con el trabajo, pero no mostró signos de detenerse. Había un brillo en sus ojos, el sentimiento de satisfacción por el duro trabajo.
—Uh, personalmente no vi a Nancy, así que no sé cuántas partes debería haber. Usualmente, um… Los brazos, piernas, cabeza. ¿Seis partes, entonces? ¿Cierto? No, tal vez no seis partes. No creo que sea así.
Si tan solo pudiera abrir la boca, Tom ya habría gritado. Cualquiera lo haría. Y cuando Tom revisó la cabeza del cadáver, se ensució. Carynne tomó la cabeza cortada y la colocó junto a Tom.
—Así que hoy, quiero que veas esto por un rato. No puedes dormir, ¿de acuerdo?
No sería capaz de dormir.
La textura del cabello castaño y rizado del niño se sentía bien en su mano mientras la acariciaba. Carynne corrigió la postura de Tom para que pudiera sentarse derecho. Tendría que aguantar un día entero, así que ella misma preparó esto. Atando sus manos y pies y cubriendo su boca mientras estaba desmayado, ella le dio un poco de agua y medicina.
—El clima afuera ya no es frío, así que no necesito encender la chimenea.
Con los ojos temblando de miedo, Tom luchó bruscamente cuando vio el rostro del cadáver.
—Shh, shh. Quédate quieto. Él ya estaba muerto de todos modos, ya sabes. Él no te tocará. Es seguro.
«Oh, Tom. Es de mí de quien tienes que tener cuidado, no del cadáver.» Sin embargo, como si estuviera teniendo un ataque, Tom trató de alejarse del cadáver, por lo que Carynne tuvo que sostener el bloque de madera en sus manos amenazadoramente nuevamente.
«¿Necesitaría darle morfina?», se preguntó, refunfuñando. Pero el cuerpo de un niño de nueve años era demasiado pequeño y Carynne no sabía cuál era la dosis adecuada para él. Si él muriera prematuramente a causa de la droga, entonces solo Carynne sufriría las consecuencias. No era que no entendiera la confusión de Tom, pero tenía sus propias razones. Inicialmente, tenía otro cadáver en mente para esto.
Realmente no quería molestarlo así. Carynne palmeó la pequeña espalda del niño y habló.
—Incluso si me dices que sea fuerte, esta será mi única oportunidad… La diferencia entre la fuerza física de un hombre y una mujer es solo… Incluso si trato de matar más, todos están ocupados y nunca puedo estar sola. Y yo también soy débil... Al final, la única persona a la que podría matar es a un niño como tú. Desearía ser más fuerte. ¿Mmm? Lo siento, no llores. No puedes vivir mucho de todos modos.
«Por eso eres la presa más fácil.» Carynne cubrió a Tom con una manta.
«Todo es cuestión de tiempo, ya sabes. En realidad, tienes demasiadas enfermedades. No sabes que tu cabello rizado pronto se caerá. Y tienes ampollas en las manos y los pies, luego llagas en la boca y... Trabajaste demasiado, ¿no?»
El valor de mercado de su cuerpo no era tan alto como se esperaba. Carynne habló mientras lo desinfectaba. Este trato podría ser en vano, pero el débil sentimiento de camaradería la obligó a hacerlo de todos modos. El niño estaba severamente ampollado o hinchado aquí y allá, y las partes frágiles de su cuerpo ahora tenían apariencias extrañas causadas por la inflamación.
Iba a ser imposible para él crecer normalmente. No, Carynne luchó con sus recuerdos. Al final, aunque Carynne lo trajera aquí, Tom moriría dentro de un mes. No tenía sentido pensar en él creciendo.
Entonces, al final, esta fue una elección demasiado fácil. Para llevar a cabo su experimento, necesitaba un cadáver y un huérfano que no le importara a nadie. Hirió un poco su orgullo, pero eso es todo.
—Si tengo que elegir puntos fuertes... Ya que él es tu padre, el hijo será el mejor candidato para verlo, ¿verdad?
Thomas estaba afortunadamente completamente intacto y humedecido. Los cuerpos de los delincuentes habían sido preparados por el fiscal antes del juicio, y sus interiores estaban vacíos debido a un simple tratamiento preservativo de los cadáveres.
Después del juicio, Carynne recogió el cuerpo que fue desechado y esencialmente tratado como estiércol de montaña. Ella eligió a Hans para esto al principio por enojo, él fue quien la apuñaló, pero pronto pensó que el padre de Tom, Thomas, sería mejor para que el niño pudiera concentrarse más mientras observaba el cuerpo. Aparte de eso, Thomas era más liviano que Hans.
—Aún así, me alegro de que no haya comenzado a pudrirse todavía.
La puerta se cerró detrás de ella.
Tom se vio obligado a hacer contacto visual con la cabeza desmembrada de Thomas y luego cerró sus propios ojos. Preferiría morir. Los ojos de Thomas no eran diferentes a los ojos de un animal muerto. La mirada vacía era tan repugnante que Tom oró para que Carynne regresara y realizara el experimento que estaba haciendo.
Todo su cuerpo estaba atado, pero era libre de abrir o cerrar los ojos. Iba a dormir hasta que ella regresara. Rezó para que, mientras dormía, nunca volviera a despertarse. Preferiría morir mientras dormía.
Sin embargo, cuando la escarcha se filtró en su cuerpo desde el suelo helado, recordó su fría realidad. Incluso cuando estaba cubierto con estas mantas, el frío no desaparecía.
—Es raro, padre.
Verdic se fue agravando poco a poco. ¿Por qué insistía en aferrarse a cosas inútiles cuando su trabajo aquí estaba llegando a su fin? El señor del feudo se sintió muy ofendido por los comentarios beligerantes de Isella. Incluso cuando estaba así, obtuvo la respuesta que quería. Entonces, ¿cuál era su problema ahora?
—¿Qué ocurre? ¿Lord Hare ya no te dio una respuesta definitiva?
—¿No fue solo él quien lo vio? El Señor podría estar mintiendo para encubrir la verdad, ¿verdad?
—Para. ¿Por qué actúas así? Incluso antes de esto, ya estaba en círculos pensando en qué hacer con su compromiso, y luego esto.
—Mmmm… Si el Señor fue quien asesinó a la sirvienta, o si es otro sirviente quien lo hizo, es posible. Si ese es el caso, ¿no podrías usar esto contra ellos, padre? Realmente creo que es raro. Ese día, definitivamente…
Isella se estremeció y retrocedió. Verdic hizo una mueca sombría.
—No importa qué, incluso si obtengo todos los derechos, es imposible echar al señor feudal de esta casa. Es necesario un espantapájaros con la boca cerrada para que la fusión se produzca de forma natural. Isella, tenemos que vivir sin molestarnos demasiado. Especialmente con cosas tan triviales.
—Pero que…
—Isella, te estoy pidiendo que dejes de hacerlo ya. No importa si una doncella gitana negra murió o no. Su Señoría ya le respondió al respecto, y no tenemos derecho a volver a tocar el tema. Detenlo ahora. Por casualidad…
Inhaló.
—Incluso si Su Señoría mató a esa doncella, no es una gran preocupación.
Sintió algo de lástima por su ingenua hija, pero, por otro lado, también sintió decepción y enojo al mismo tiempo. Isella se estaba preocupando demasiado por cosas tan triviales ahora, y no podía entender nada. ¿Qué tenía que ver ella con eso? Verdic tenía muchas otras cosas que hacer, y no importaba si una doncella había desaparecido o no.
—En lugar de eso, concéntrate en lucir mejor para Sir Raymond. Deja de actuar como una moza que finge saberlo todo. A nadie le gusta ese tipo de mujer.
—Padre, te ayudaré, así que...
—Para. Hablas demasiado. A veces me arrepiento de haberte dado demasiada educación. No tienes que enfadarte cuando Sir Raymond mira a Carynne Hare. Sir Raymond no es tonto. Un compromiso roto sería un escándalo para él, así que eventualmente se casará contigo. ¿Lo entiendes?
—…Sí.
—No, todavía no pareces entender. Tolerarlo, eso es lo que estoy diciendo. No debes mostrar tu cola solo para que te la agarren. Una experiencia moderada en artes liberales te convierte en un buen compañero de conversación, sin embargo, el conocimiento inútil que has acumulado te vuelve arrogante.
—Que yo… estudiara, ¿no te gusta?
—No, eso no es a lo que me refiero. No es eso. Tú…
Verdic no podía sentir la necesidad de decirle más a su hija, que ahora estaba a solo unos segundos de derramar lágrimas. En lugar de tomar cualquiera de sus palabras como un consejo, simplemente lo descartaría como un matón.
Isella salió al pasillo para volver a su habitación. El ala este del cuarto piso de la mansión estaba alineada con habitaciones de invitados que se parecían. La serie de habitaciones era indistinta y similar, y no se ajustaba a sus gustos. Dondequiera que mirara, había telas blancas o blanqueadas cubriendo las paredes, y las habitaciones también tenían alfombras similares y gran parte de los mismos muebles. Entonces, Isella tuvo que contar las puertas para saber cuál era su habitación.
Uno, dos, tres. Entró en la tercera habitación, la suya. Abriendo su armario, sus treinta y siete lujosos vestidos le dieron la bienvenida como si la reconfortaran. A Isella le gustaba su textura suave que parecía calmarla.
—Hola…
Aún así, era difícil contener los sollozos. Incluso escuchó sonidos extraños en la habitación anoche. No podía creer que sufría de alucinaciones.
Isella tuvo que taparse los oídos toda la noche. Tenía miedo, pero no sabía de qué estaba asustada. Y no había nada que ella pudiera hacer al respecto.
Si los muertos se movieron o no. Isella tenía que atraer al menos a Raymond o, como su pareja, mantener su interés hasta el punto de que no rompiera el compromiso.
Pero incluso eso era difícil.
Mientras abrazaba sus vestidos uno por uno, finalmente se calmó, pero abrió los ojos cuando sintió que algo andaba mal.
—¿Qué es esto?
Era la textura de una tela áspera que no debería estar en su armario. Isella frunció el ceño mientras lo sacaba y lo tiraba.
—Quién incluso usaría... Ah.
Al buscar su collar ese día, ordenó a alguien que sacara ropa vieja. Parecía que la ropa que usaba en ese entonces fue lavada y puesta aquí por error. Isella frunció el ceño y tiró esa ropa a la basura.
—Dios, qué repugnante.
Le dio a Carynne su ropa sucia en ese entonces porque estaba manchada con sangre menstrual, pero no podía creer que esta ropa se metiera en su armario. Incluso las sirvientas aquí no serían atrapadas usando esto.
Una vez que se convirtiera en la señora de este lugar, lo primero que haría sería cambiar a las sirvientas de lavandería.
Pero entonces, Isella frunció el ceño al pensar en algo.
«¿Qué?»
La ropa de la criada, en ese momento, debería haberse ensuciado con su período. El cuerpo de Isella se puso rígido... Espera.
—En ese entonces... era sangre menstrual, ¿verdad?
Al día siguiente de eso, Isella estuvo acostada todo el día debido a los cólicos menstruales. Pero no importaba cuánto lo pensara, era extraño: Isella se había cambiado la falda en ese entonces, pero no su ropa interior.
«Espera, ¿eh? ¿Eso no tiene sentido?»
Su falda obviamente estaba empapada de sangre. Fue en la medida en que Carynne frunció el ceño y le preguntó acerca de cambiarse de ropa antes de irse. Pero no importaba cuánto intentara recordar Isella, no recordaba haber tomado prestada ropa interior ese día.
Esto significaba que... la sangre que estaba sobre ella ese día no era su propia sangre.
«Ah.»
Isella desplegó la falda. Ya había sido lavada, así que no había nada sobre ella. Y el tiempo ya había pasado.
Este hecho no era importante en absoluto. Así es, estaba aquí. Isella se quedó mirando la tela.
«No es de mi incumbencia si esa doncella murió o no.»
Ella apretó los dientes con fuerza.
«Sí. No es de tu incumbencia. Solo olvídalo. Olvidar. No pienses.»
Pero esa noche, Isella no pudo volver a dormir.
Allí estaba de nuevo, esos débiles gritos que había estado escuchando.
—Perdóneme.
Isella se maldijo por dentro mientras llamaba a la puerta de Dullan. Dullan se estaba preparando para un servicio matutino al amanecer en ese momento, y cuando abrió la puerta, su expresión se distorsionó sin piedad.
Bueno, ella tampoco quería venir aquí, ¿de acuerdo? Isella reprimió el inminente impulso de vomitar. Si este hombre fuera atractivo, Carynne se habría casado con él de inmediato. Si eso sucediera, no habría habido un gran obstáculo entre Isella y Raymond en este momento.
—Es solo que, yo, en estos días... Um, no puedo dormir bien.
—…Bien.
Mientras se sentaba, Dullan escribió algunas notas con el ceño fruncido. Incluso su letra era fea.
—Es como si pudiera escuchar a alguien llorar todas las noches… Vi algo extraño, no estoy loca.
Resistiendo el deseo de apuñalar los ojos del hombre que parecía como si la estuviera menospreciando, Isella continuó.
—Y extrañamente sigo poniéndome más irritable en estos días.
—L-La oración y la meditación serán más útiles. Especialmente para alguien como tú.
«¿Qué acaba de decir?» Isella se abstuvo de maldecir. «Sé como una dama.» Isella repitió.
—Solo dame un medicamento para ayudar a estabilizar mi estado de ánimo.
Dullan se lamió los labios por un momento, pero finalmente abrió un cajón. Después de sacar algo, le entregó un bulto.
—Si tomas una dosis de esto antes de dormir, ayudará.
Cuando escuchó que esto ayudaría a estabilizar su estado de ánimo, Isella miró fijamente la medicina desde la distancia. Era un manojo de flores secas de color púrpura. Esos eran los que Carynne ponía en su té cada vez.
—Carynne bebe esto todos los días.
—…Sí. Tiene un efecto calmante.
«Aunque siempre está tranquila. ¿Por qué está bebiendo algo como esto?»
Isella no podía entender. Carynne siempre fue amable y ni siquiera hablaba en voz alta. Incluso cuando la apuñalaron y la llevaron de regreso, incluso hizo bromas al respecto.
—¿Eh?
Al ver la expresión endurecida de Dullan, Isella sintió que algo estaba extraño.
—…Más, para calmarla, por eso.
—Sé que no puedes hablar bien, pero ¿por qué no intentas hablar de una manera que se pueda entender más?
El rostro de Dullan se puso rojo. Pronto dejó la pluma y se puso de pie. Al ver que era mucho más alto de lo que esperaba, Isella se puso nerviosa.
Señalando la puerta, Dullan habló.
—Señorita Evans. Por favor, no prestes atención a cosas inútiles.
Su voz era firme. Sin ningún temblor.
Cuando Carynne vio que el cuerpo no desaparecía, sintió que era como se esperaba.
Empezó a oler poco a poco. El reloj que había dejado allí no había desaparecido, y la hora que marcaba no iba en contra del reloj que había traído consigo.
Incluso si cosas insignificantes como las emociones cambiaran, las leyes de la física no podrían ignorarse. Cuando Nancy desapareció, el cadáver no desapareció hasta unas doce horas después.
Esta fue la conclusión de Carynne: el señor feudal había mentido por ella. Se preguntó si esto era una negación evidente de su parte.
Lo que apareció ante los ojos de Carynne ahora fue el comportamiento excéntrico que quería ver. Aun así, estaba estropeando su diversión.
—Buen trabajo. Debes haber tenido un momento difícil.
Incluso el tembloroso Tom no desapareció. Y, su hinchazón había disminuido mucho. Carynne tocó la piel del niño, sintiendo que estaba realmente vivo, que realmente estaba viviendo en la realidad, ya que podía tocar su piel. No podía creer sus propios sentidos, por lo que necesitaba a alguien con quien pudiera mirar, y para esta tarea, Tom era la persona adecuada.
—Gracias. Tenía miedo de que tú también desaparecieras. Estaba asustada.
Carynne había traído consigo una medicina para ayudar a Tom. Sintió cierta simpatía por el niño. Nueve años de edad. Qué edad tan terriblemente joven. Fue hace tanto tiempo para ella que ni siquiera podía recordar.
Mientras Carynne vivía cómodamente en la casa de un señor feudal, mientras conversaba cómodamente con Isella y Dullan, mientras se reunía con Raymond y la condesa, este niño vivía una vida pisoteada en la base de la pirámide en el pueblo. Además de eso, este niño pequeño moriría de todo tipo de enfermedades aproximadamente un mes después.
Por eso Carynne tenía que matarlo aún más. Para deshacerse de esta simpatía.
Si ella no lo matara por simpatía, entonces no sería capaz de hacer nada. Nancy no murió porque había pecado. Esas personas en la carpa del circo no murieron simplemente por mala suerte. Incluso Hans y Thomas, el padre del niño, eran personas que no habrían muerto si Carynne no hubiera interactuado con ellos.
Entonces, Carynne tenía que ser justa e imparcial. Ella debería moverse de acuerdo con el azar y el interés. Aquí, Carynne se había definido a sí misma como una asesina autoindulgente obligatoria.
Su deber era el placer. En esta vida, sin placer, Carynne no tendría nada que sostener en sus manos.
«Te voy a matar porque puedo matarte.»
Y Tom era un buen objetivo para matar.
Carynne tenía un cuchillo, algo de cuerda y una pistola. El arma fue una elección polémica desde el principio: el sonido sonaría. Carynne intentó acabar con Tom a través de las drogas, pero pronto se dio cuenta de su error.
—Ah... Dios, olvidé traer una jeringa.
Si ella abriera la boca, él gritaría, por lo que no habría tenido más remedio que usar una jeringa. Sin embargo, la jeringa que usó la primera vez ya se había oxidado.
Después de contemplar por un momento, Carynne tocó el cuello de Tom. Sintió sus venas palpitar con un pulso acelerado en el esbelto cuello del niño pequeño.
La gente no moría fácilmente. El funerario ya había extraído toda la sangre de Thomas y lo había cosido. Para que algo así sucediera en este sótano, tendría que cortarle las venas y dejar que la sangre goteara durante todo el día.
—Ah, vas a morir de todos modos, así que ¿por qué debería hacerlo yo?
Carynne chasqueó la lengua. ¿Qué importaba si era una jeringa oxidada? Le dio unos golpecitos en el cuello y puso morfina en la jeringa oxidada. Si quisiera una dosis letal, tendría que inyectar una dosis a la vez.
—Uf, cálmate... Quédate quieto.
Al escuchar lo que se decía a sí misma, Tom se estremeció. El frasco de morfina se cayó. Suspirando, Carynne volvió a tomar la jeringa. Todavía podía inyectárselo. Después de que ella sacó una botella nueva e insertó la jeringa oxidada, Tom se agitó de nuevo y trató de que la botella se cayera una vez más.
Carynne agarró el cuerpo que luchaba de Tom. Y se angustió más cuando sintió lo delgados que estaban los hombros de Tom en sus manos. El cuerpo del niño de nueve años era demasiado pequeño.
La sensación de aplastar completamente a los débiles se apoderó de ella. Esto también era diferente de cuando había matado a Nancy. Este niño era demasiado pequeño. Sintiendo una débil sensación de conflicto, Carynne sintió que se le erizaba la piel.
—Es… tan angustioso.
¿Por qué diablos la mató así? Carynne reprimió la creciente urgencia de llorar.
Era tan repugnante sentir simpatía por sí misma mientras mataba. Ya era una asesina. La violencia unilateral y el asesinato eran demasiado dolorosos.
Aun así, cuanto más dudara aquí, más doloroso sería.
Cogió la jeringa a toda prisa.
La movilidad del niño disminuyó. Carynne acarició a Tom. Ella no pudo salvarlo porque ya ha visto demasiado. Y Carynne sabía que después de matar a este chico, no importaría a quién mataría a continuación.
Nueve años de edad. Un chico de la calle que era más débil que ella, un chico que no sería buscado. Un niño con demasiados lados para ser comprensivo.
—Será más fácil si hace más calor aquí. El efecto sería más rápido.
Los temblores del niño se debilitaron. Rodeada de mantas, Carynne se acercó a la chimenea para encenderla. El verano ya había llegado, pero sin embargo, un sótano con pisos de piedra y paredes de piedra hacía bastante frío.
Era un sótano mal utilizado, pero todavía había montones de madera almacenada en una esquina. Carynne eligió dos leños grandes y caminó hacia la chimenea.
Intentó prenderles fuego, pero no se encendió correctamente. Tendría que avivar el fuego primero con un poco de papel o unas ramitas. Carynne arrojó el leño de costado mientras todavía tenía esa pequeña llama que estaba a punto de extinguirse, mirando a su alrededor para ver si quedaban ramitas dentro de la chimenea.
Pero entonces, vio algo extraño.
—¿Eh?
Había un cadáver negro y quemado dentro de la chimenea.
Carynne frunció el ceño.
«¿Quién es éste?»
Buscó a través de los huesos chamuscados que estaban completamente negros, y la ceniza voló hacia su rostro.
—¡A-chú!
Ella no tenía tiempo para esto. Carynne tendría que lavarse la cara y volver a su habitación antes de que entrara Donna. Pero las cosas seguían pasando así. Alguien usó esta chimenea. Estaba segura de que este era un lugar que nadie usaba. ¿Quién lo hizo? ¿De quién era este cuerpo? ¿Cuándo murió esta persona?
Surgieron preguntas. Carynne se acercó a los huesos quemados.
—¡Puaj!
Pero el fuego estalló tardíamente. Carynne dio un paso atrás. Tendría que comprobarlo de nuevo más tarde.
—…Lo siento… lo siento.
—Dios mío, la mordaza se soltó. ¿Tienes algo más que decir?
Fingió estar tranquila, pero estuvo nerviosa por un momento. Afortunadamente, parecía que las drogas estaban funcionando porque su voz era débil.
Los ecos no sonarían bien en este sótano, pero si él fuera a gritar, no estaba segura. Sintiéndose un poco aliviada, Carynne caminó hacia el niño para taparle la boca nuevamente.
—P-Perdóname, por favor… Lo siento. Estaba equivocado.
Tom jadeó mientras miraba a Carynne. Las lágrimas cayeron.
—¿Hmm? ¿Qué hiciste mal?
—Ah…
—¿Hubo algo que me hiciste mal?
—Hablé descuidadamente de Su Señoría.
Al escuchar la conjetura de Tom, Carynne se rio a carcajadas.
—¿Eso es un crimen?
—S-Sí… Y-Yo estaba equivocado.
—No. Eso no fue un crimen. No hiciste nada malo.
—¿Eh?
Los ojos de Carynne ardían. Sin embargo, aunque sus ojos estaban puestos en él, no estaba mirando a Tom.
—No hay pecado en el mundo que te haga merecer morir. La muerte ocurre cuando alguien es asesinado. Si un niño roba, si un hombre deseando busca en otra parte, si el negocio de una persona quiebra, ¿es alguna de estas razones suficientes para que alguien muera? No poder dormir bien, haberse caído, haber terminado de alguna manera en este lugar, ¿es este un crimen punible con la muerte?
Carynne murmuró. Era más un monólogo. Luego, siguió un murmullo enojado.
—Así… Cómodamente… Si hay algo a lo que culpar… Si hice algo mal, si dije algo mal, si ese fue el caso.
Carynne se mordió los labios cuando sus ojos se encontraron con los de Tom.
—No. Eso no es cierto. No importa lo que hayas dicho, no es por eso que vas a morir. Está bien, Tom. No estoy enfadada. Ah... Tu padre definitivamente no era bueno. Y definitivamente no creo que sea correcto hacer eso en las calles, pero no fue por eso que murió. Es solo mala suerte. Soy la chica más desafortunada del mundo. Sí, y esta chica desafortunada se ha convertido en una chica asesina. Voy a seguir siendo así.
—Entonces, por favor, sálvame... No se lo diré a nadie.
La pequeña chispa de fuego estalló.
—Sálvame por favor.
—No lo haré.
Carynne acarició la cabeza de Tom mientras decía esto. Su toque fue suave.
—De todos modos, no puedes vivir mucho, Tom. Sería mejor que murieras ahora. La medicina es bastante cara, ya sabes. No hubieras podido tocar ninguno con tus manos. Así que sería mejor morir ahora.
Tom tuvo que esforzarse más para abrir sus labios resecos. Su lengua estaba cada vez más entumecida. Pero tenía que hablar. En el momento en que dejara de hablar, ese sería el momento en que moriría.
—Quiero vivir más tiempo.
El fuego siguió ardiendo. Carynne negó con la cabeza, recogió la cabeza desmembrada de Thomas y la arrojó a la chimenea. Las llamas crecieron salvajemente cuando la carne del cadáver se derritió.
Chasqueó la lengua y giró la cabeza boca abajo. Afortunadamente, este fuego no crecería tanto como el de una cocina. Después de todo, el fuego era difícil de manejar.
—Ah, Tom. ¿Qué hay de morir a través del fuego? Lo he experimentado antes. El dolor es insoportable, pero termina más rápido que ser apuñalado por un cuchillo.
—¡Yo… yo no diré nada! ¡En serio! ¡Por favor!
—¿Sigues hablando de eso?
Carynne suspiró mientras sacaba a Tom a través de su ropa. El niño trató de rebelarse, pero su cuerpo entumecido no lo escuchaba.
—¿No tienes nada más que decir?
—Realmente no diré... ¿Eh?
Carynne cerró los ojos. Ella también era así. Pero al final, era todo lo mismo. Y era obvio que sería más difícil mantener vivo a este niño ahora.
«Serás salvado la próxima vez. Pero no ahora.»
—Si no puedo decir nada, ¿no está bien?
Al oír el terrible sonido, Carynne le quitó la mano de encima.
—P- Por favor, sálvame , no voy a huir.
Tom puso un trozo de madera en llamas en su boca. Mostró cómo no hablaría. El fuego quemó su boca en un instante, y ahora, Tom ya no podía hacer uso de su lengua.
Carynne golpeó a Tom con fuerza en la nuca. El trozo de madera negra saltó. Sin embargo, el olor a carne quemada ya era fuerte.
Ella frunció. Que fútil.
«Vas a morir de todas formas. En un mes. Como un insecto, peor que tu padre. Por eso tengo que matarte ahora. Matarte es un acto de bondad. Y puedo hacer eso por ti.»
Carynne recogió la jeringa. Tom no pudo hablar más, solo continuaron los gemidos jadeantes.
—Si te dejo vivir, estoy segura de que algo molesto va a pasar.
Ella lo sabía. Era la verdad. Carynne no confiaba en nadie. Este chico podría aprovechar cualquier oportunidad para matar a Carynne en cualquier momento. Incluso los perros en la calle podrían matar a Carynne.
Sin embargo, Carynne se dio cuenta de que solo estaba tratando de encontrar una justificación suficiente para matar a este niño. Ella no debería ser la que emitiera un juicio. Pero ella estaba tratando de racionalizar su decisión diciendo que sería mejor matarlo ahora, que era su obligación matarlo ahora, que sería más inconveniente si no lo mataba ahora.
Y ella se dio cuenta de ese hecho. Ese molesto inconveniente. Incómodo. Porque ella no podía entenderse a sí misma.
Carynne retrasó su juicio.
—Bien. Al final, lo harás.
Morir.
O guardar rencor hacia ella por esto.
Carynne estaba tan convencida de la muerte de Tom como de la suya propia. Iba a morir de todos modos. Tal como ella.
Cerró los ojos. Había un ligero impulso de derramar lágrimas.
Esta vez otra vez, ella moriría.
—Um, señorita Carynne Hare. No entiendo muy bien.
En medio de ese prolongado silencio, fue Raymond quien primero encontró su voz. Incluso si el desayuno se hubiera detenido debido a la proclamación de Carynne. Isella miró la apariencia confiada de Carynne. Todos los demás se habían quedado sin palabras.
Carynne cerró los ojos y siguió hablando.
—Como señor de este territorio, tienes un deber con los huérfanos, padre.
—Ese chico... No puedes.
El señor del feudo respondió como si luchara con sus palabras. Su hija había arrojado una bomba aquí en esta mesa de desayuno, y el señor feudal parecía querer arrojar su cuchara. De hecho, considerando cómo prácticamente golpeó la cuchara contra la mesa, parecía como si realmente la hubiera arrojado si no hubiera otros ojos mirando.
—Por favor, cumple con tu deber, padre. Eres el señor del feudo.
—No empieces conmigo, Carynne.
—…Esto es una locura.
Incluso Dullan habló. Vedic también negó con la cabeza.
Carynne acababa de declarar que le gustaría acoger al hijo de ese violador.
—Su rostro es lindo, así que creo que está bien convertirlo en un lacayo de carruaje. También he pensado en hacerle un lavaplatos o…
—Carynne, diré esto como una compañera. ¿Estás loca?
Incluso Isella no pudo contenerlo. Las emociones de Isella estaban cerca de la ira en este momento. No había mucho que ella pudiera tolerar. Todo esto era tan ridículo que quería agarrarla por el cuello y gritarle que se despertara. No es un criminal, pero era el hijo del hombre que la apuñaló e intentó violarla.
—Este niño no es culpable.
—Dios mío, este niño también es culpable, Carynne. Todos son influenciados por sus padres. Le dan a su hijo un nombre, un legado, entonces ¿por qué crees que no es culpable? Es obvio cuando piensas que ha sido criado por una persona así. Este chico también va a ser un criminal.
Mientras se acariciaba la mandíbula, Verdic apoyó las declaraciones de su hija.
—Y, señorita Hare. Perseguir una relación en la que se podría formar un rencor... no sería prudente. Este es mi consejo como anciano. Esta no es una buena idea.
Carynne levantó la barbilla con firmeza.
—Lo que creo es esto: puedo superarlo todo a través de mi amor.
—¿Qué opinas?
—Sobre… qué.
—Sobre mí tomando a este niño.
—Es una locura.
—Oh, qué respuesta tan segura.
—Esto yo... no es una broma.
—Mmm.
La boca de Tom estaba gravemente herida. Había un límite en los primeros auxilios que podía darle cuando no sabía mucho. Eventualmente, tuvo que llevar a Tom a Dullan.
Dullan se negó y dijo que estaba ocupado, pero, al final, comenzó a examinar al niño debido a la persistente coerción de Carynne.
Con el ceño fruncido, miró dentro de la boca de Tom. Puso algunas inyecciones, dio algunos medicamentos y cortó algunas de las áreas afectadas. El niño no sintió ningún dolor incluso cuando le cortaron la carne ennegrecida. Más bien, había algo más de lo que Tom tenía más miedo.
—Entonces, ¿cuál es el veredicto?
—…Yo, yo no puedo decir… todavía. Y de ahora en adelante, ve a Milton por esto.
Milton era un médico que asistía regularmente a Dullan. Era mayor que Dullan, pero definitivamente sus habilidades eran deficientes en comparación con las del joven. Ante el evidente rechazo, Carynne se sintió ligeramente ofendida.
—¿Por qué no tu?
—Estoy ocupado.
«¿Quién es el que pospuso una misa solo por un rasguño?»
Ella no señaló esto en voz alta. Aunque Dullan era incompetente en lo que respecta a la gestión territorial, seguía siendo el próximo señor feudal, sacerdote y médico. Incluso si solo hizo uno de esos, eso va a ser mucho trabajo. Realmente, no sólo el trabajo, sino que ese noble orgullo en él no le permitiría cuidar a un solo lacayo.
Dullan no era el único que se sentía incómodo al ver a Tom. Carynne tuvo que contener la risa al recordar los rostros de esas otras personas del día anterior.
Las expresiones de todos cambiaron en el momento en que lo vieron, como si hubieran mordido algo asqueroso dentro de sus bocas. Luego, las siguientes reacciones fueron una mezcla de un poco de simpatía y cierto odio evidente. Aun así, estaba claro por sus expresiones que estaban manteniendo la boca cerrada, por lo que lo único que sucedió fue que la atmósfera se enfrió.
Al final, fue Carynne quien levantó el ambiente una vez más.
Carynne se divirtió montando una escena mostrando las graves heridas de Tom. Al recordar los eventos del día anterior, interiormente se sintió un poco mejor.
—Mira esto.
—Bleurgh.
Isella vomitó.
Resistiendo el impulso de reírse, Carynne continuó con su pequeña obra de teatro, abriendo la boca de Tom a la fuerza.
—...Esto fue hecho por los aldeanos.
—Eso es un poco…
—Duro.
—Esto no es nada. De pies a cabeza, no queda nada ileso.
Carynne mostró las llagas en su boca y sus palmas, luego las heridas en su espalda. Tom quería gritar, pero no tuvo más remedio que soportarlo todo porque sabía que nadie aquí estaba de su lado. Incluso si Carynne llegara a quitarle la ropa, nadie aquí simpatizaría con él.
—Ah.
No había nadie aquí que lo protegiera.
Fue rápido en darse cuenta de cosas como estas, y al darse cuenta de este hecho, Tom se llenó de desesperación. Nadie sentía pena por él. Los sentimientos dirigidos hacia él se limitaban a una ligera repugnancia, ira y curiosidad. En una posición como esta, ni siquiera podía obtener piedad.
Presionando con fuerza contra la boca abierta y crispada de Tom, Carynne miró al señor del feudo.
—Padre, deseo mostrar generosidad no como la hija del Señor del Feudo, sino como la víctima del incidente. Espero un futuro mejor con perdón.
Ante la súplica de Carynne, el señor feudal resopló.
—Para. Solo deja que lo traten y envíalo de vuelta.
—Este niño es huérfano. Al final, es la parroquia quien se llevará al niño o el padre debería hacerlo. ¿Por qué no tomas medidas?
Verdic se puso del lado del señor.
—Señorita Hare, no se recibieron documentos. Deja que la parroquia lo acoja. Una vez más, debo decirte que no sería un buen augurio mantener a tus enemigos tan cerca de ti.
—¿Un enemigo? ¿Un niño que no sabe ni llenar los papeles? ¿Quién más ayudaría a este niño de nueve años que se ha quedado solo? Mira su condición. Solo han pasado unos días, pero ya se ha vuelto así.
—Cállate. Quédate quieta.
Carynne sostuvo el hombro tembloroso de Tom. Tom abrió la boca un par de veces, pero lo único que pudo pronunciar fueron gemidos y 'hah'.
—¿Podrá volver a hablar?
Ante la pregunta de Carynne, Tom miró hacia Dullan con una mirada suplicante.
«Reverendo, por favor averigüe. Por favor, eche un vistazo. Por favor, al menos diga que puedo hablar de nuevo.»
Pero Dullan ni siquiera miró a Tom.
—…Imposible. No por … el resto de su vida.
—Gracias.
Tom estaba angustiado.
Carynne estaba satisfecha.
Era bastante encantador tener un compañero que no podía hablar. Era analfabeto por lo que no podía escribir. Tampoco podía hablar y tenía una vida corta. Este era el mejor.
A Carynne le gustó porque parecía que había hecho una muy buena elección. Incluso cuando su cuerpo estaba en ese estado, un niño era un niño, por lo que no podía desempeñar el papel de sirvienta. Sin embargo, como aún era joven, era fácil que la acompañara a todas partes, y también era fácil manejarlo porque estaba enfermo.
Luego, unos días después, el cuerpo desapareció. Carynne no se sorprendió. Esta vez, el papel de Tom era sorprenderse.
—Bueno, mira esto. Como era de esperar, ¿verdad?
El cadáver volvió a desaparecer. Carynne señaló la chimenea vacía.
—Ciertamente, Thomas y la señorita o el señor A, cuyo nombre no sabemos, estuvieron aquí. Ah, puedo adivinar quién es.
Solo había pasado un día. Dos cadáveres que habían estado aquí todo el día de ayer habían desaparecido. Carynne dejó la puerta entreabierta a propósito para esto. Sin embargo, no había nadie hablando de ningún cadáver. Quienquiera que lo hubiera hecho, lo estaba manteniendo todo en secreto.
—¡Oh, Dios mío!
Clack, ella aplaudió una vez.
—¡El cadáver se ha ido!
«¿Me estás diciendo que me ría?» Tom trató de levantar las comisuras de sus labios en contra de su voluntad.
—Ah…
Tom abrió la boca pero su expresión pronto se distorsionó por el dolor. Tenía agujeros en el techo de la boca y en la lengua. La más grave de sus lesiones fue la inflamación de la garganta a causa de una infección. Su aliento era horrible debido al pus, así que cuando Tom abrió la boca, Carynne se tapó la nariz para bloquear el hedor.
—No hables. Solo asiente o sacude la cabeza.
Tom asintió. El cadáver de su padre muerto, que ya había desaparecido, no era importante para él. Todo lo que Tom podía hacer era mover la cabeza, pero incluso una reacción tan pequeña fue suficiente para que Carynne se deleitara. Solo para que su “yo” no colapsara, necesitaba a alguien con quien hablar.
Mientras seguía pensando en sus planes de asesinato, lentamente sintió que estaba llegando a su límite. Solo había tanto que podía pensar mientras solo se repetía sus pensamientos a sí misma. Hablaba demasiado consigo misma. Había muchas cosas que organizar mientras hablaba de eso, y para eso necesitaba un oyente.
Incluso esto todavía estaba cerca de hablar sola, pero tener a alguien respondiendo activamente frente a ella la estaba ayudando mucho a ordenar sus pensamientos.
A Carynne le gustaba bastante este chico que la escuchaba.
—Esto es lo que pienso.
Carynne cogió un trozo de madera carbonizada y dibujó en el suelo.
—Bueno, es sólo una suposición. Mmh ... Puede que me equivoque.
Sintió que sus orejas se volvían de un rojo brillante. ¿Y si lo entendió todo mal? Tener a alguien que la escuchara la hizo sentir cohibida y tensa. Pero aún así, era divertido jugar al detective.
—Mira aquí. La casa tiene forma de L, por lo que el lado más largo que da al sur es el ala principal, ya partir del cuarto piso, se compone enteramente de dormitorios. Las habitaciones de invitados están por aquí. La habitación de Isella también está aquí.
Aunque su propia habitación estaba en el mismo piso, su habitación estaba separada así. Carynne desvió la mirada y se concentró en algo que estaba muy lejos. Una gran mansión llena de habitaciones similares ya era bastante aterradora, pero desde el incidente con Nancy, Isella nunca había experimentado nada horrendo antes. Por eso es poco probable que alucinara esa noche. Su testimonio sobre ver a Nancy debía ser cierto.
—Mi habitación está un poco lejos de aquí, y luego los cuartos de las criadas están en el ala oeste… La tercera habitación en el ala oeste es la de los sirvientes, y tu habitación probablemente estará ahí. El señor Dane, el jinete, también vive allí. De todos modos, está bastante lejos. Entonces, después de que maté a Nancy... ¿De qué estás tan sorprendido?
Con los ojos bien abiertos, Tom volvió a emitir sonidos extraños. Para hacerlo callar, Carynne tuvo que levantar el atizador de madera.
—Tengo un poco de experiencia matando gente. Mm, de todos modos, la traje a esta habitación para sorprender a Isella. Después de darle un medicamento paralizante, la estrangulé.
El cuerpo de Tom tembló. Si su boca no hubiera estado plagada de quemaduras, si hubiera podido comunicarse con alguien, Carynne podría haberlo matado ya despreocupadamente. Al principio, Tom pensó que Carynne no lo mató por simpatía, pero a los pocos días de conocerla, se dio cuenta de lo ingenuo que era.
Esta noble dama estaba loca. Completamente.
Carynne contó amablemente el asesinato que había cometido paso a paso. Tom trató de recuperarse para poder concentrarse en sus palabras.
—Dejé a Nancy en esa habitación alrededor de las cuatro de la tarde. Eran como las diez de la noche, en punto, cuando Isella descubrió el cadáver. Hay tiempo de sobra para que alguien entre y corte la cabeza de su cuerpo... Pero la persona que podría haber hecho eso debería saber a qué hora es el descanso de las sirvientas. La única vez que ese pasillo está completamente vacío es alrededor de media hora. Ya usé ese tiempo. Eso significa que, después de ese tiempo, los sirvientes estarían yendo y viniendo continuamente por ese pasillo.
Cogió otro trozo de madera y con él atrajo una hilera de personas. Luego, dibujó una línea sobre el diagrama del pasillo.
—Alrededor de la medianoche, escuché a Isella corriendo por el pasillo, así que la estaba esperando y salí. ¿Y no fuimos juntas a la habitación? Aunque primero se cambió la ropa manchada. Fueron unos diez minutos, en total. Es imposible que alguien limpie el cadáver y evite los ojos de los sirvientes que pasan.
Carynne se estaba divirtiendo.
Tom observó los ojos chispeantes de Carynne. Parecía tan emocionada y encantada. Una sonrisa permaneció en sus labios y su voz era ligera, por lo que pensó que también debería sonreír. Por eso lo hizo. Porque pensó que sería menos aterrador.
Su sonrisa no parecía natural, pero eso no importaba. Cualquiera que fuera la expresión que Tom tenía en su rostro, Carynne seguía sonriendo tal como lo hacía.
La brillante voz continuó hablando.
—Entonces, alguien encontró el cuerpo dentro de esas cinco horas y lo cortó. Isella dijo que vio que estaba cortado del cuello. Entonces, Isella volvió allí conmigo para mirarlo. Sin embargo, la habitación estaba inusualmente limpia.
Caminó hacia la chimenea.
—El verano ya casi está aquí, pero ¿por qué el sótano está tan frío? ¿Tu habitación está bien?
Tom asintió.
—He muerto y vuelto a vivir muchas veces, pero esto me sorprende un poco. Realmente se siente como si la realidad de repente se convirtiera en un sueño. Estaba tan sorprendida y estaba tan asustada. Pero cuando volví a pensar en ello lentamente, la respuesta que me llegó se volvió más simple.
Carynne hizo un dibujo de una mujer. Uno con el pelo largo.
—Mi situación es un poco única, ¿no? No… No me mires así. Como dije, sigo muriendo y viviendo de nuevo. Y te digo que estaba tan nerviosa porque el cadáver desapareció de repente. Pero cuando lo pensé lentamente, se volvió demasiado simple.
Carynne continuó hablando mientras miraba el grafiti que dibujó. De hecho, la respuesta era completamente de sentido común que no necesitaba explicarlo así.
Isella había estado exhausta de buscar su collar todo el día. Y su habitación estaba en medio del pasillo donde estaban situadas todas las habitaciones de invitados.
—Debería haber entrado en la quinta habitación, pero entró en la sexta. Pensé que esa habitación estaba cerrada porque nadie la estaba usando.
Carynne señaló el diagrama del corredor con puertas, todas con la misma forma. Este pasillo donde se alojaban los invitados era completamente uniforme y sin características únicas en las puertas o en las habitaciones. Tom asintió con la cabeza.
—Así que en esa habitación, la sexta habitación, que se suponía que estaba vacía, ahí es donde encontró esta cabeza. ¿Qué opinas?
Tom inclinó la cabeza cuando Carynne mencionó la cabeza. Oh, él no conocía a Nancy. Esta cabeza que dibujó era la cabeza de Nancy. Nancy era la única persona que tenía cabello negro y rizado dentro de la mansión.
—Es de Nancy... Es la cabeza desmembrada de la sirvienta que maté.
Ella era la única persona de color en esta mansión.
Carynne movió el dibujo de la cabeza. Pensó que Nancy había estado en la habitación de Isella, la quinta habitación, cuando en realidad, la cabeza estaba en la sexta habitación.
—Entonces, el cadáver debe haber estado en la sexta habitación. Alguien lo movió a la habitación contigua a la de Isella. Pero Isella entró accidentalmente en esa habitación en lugar de la de ella, y ocurrió este incidente.
Tom volvió a asentir, aunque en sus ojos era evidente que estaba confundido acerca del pasillo. Todas las puertas de la mansión eran difíciles de diferenciar porque no estaban numeradas.
—Isella entró accidentalmente en la sexta habitación la primera vez, y luego, cuando volvió allí conmigo, entramos en su habitación, por lo que el cadáver no estaba allí. Ese día… Es comprensible ya que estaba cansada. Qué, entonces después de resolver el misterio, resultó ser nada. Qué aburrido.
Carynne miró hacia la chimenea, donde el fuego ya se había extinguido, y levantó la vista. Tom imaginó que, como en ese cuento de hadas, podría liberarse si tan solo pudiera empujarla hacia esa chimenea. El niño mató a la bruja malvada y escapó.
Sin embargo, Carynne se retiró de inmediato.
—Entonces, el número de sospechosos ha disminuido significativamente. Alguien lo suficientemente fuerte como para cortar en pedazos a Nancy en tan poco tiempo, y también alguien que no sabía que la sexta habitación no estaba cerrada con llave. No una de las sirvientas, sino alguien de los sirvientes que llegó recientemente.
Carynne pensó en solo tres hombres que eran posibles candidatos. Pero, ¿por qué hicieron esto por ella? Carynne solo podía pensar en una razón: era por el hombre que era el propietario de este dominio y que podría haberles dado dinero. El padre de Carynne, Lord Hare.
—La razón, bueno… estoy segura de que padre mintió. ¿No es porque mi padre lo hizo por mí? Ya que soy su hija… En realidad, no lo sé. ¿Hasta dónde llegarían los padres por sus hijos? Dado que Verdic me mató una vez por Isella, ¿supongo que es natural que padre se ocupe de esto por mí?
Pero, ¿por qué esta vez, nuevamente, el cadáver desapareció? Es extraño. Thomas se había ido. Junto con el cadáver que estaba aquí, presumiblemente Nancy. Cuando Tom señaló la chimenea vacía, Carynne se encogió de hombros.
—Quién sabe. ¿No es posible que cualquiera mueva un cadáver por segunda vez? Pero la persona que entró en este sótano sin usar, sacó el primer cadáver y luego sacó en silencio el otro cadáver que encontró aquí. Estoy segura de que es la misma persona. Tal vez mi padre lo planeó y algunos otros actuaron de acuerdo con el plan.
Siguió el silencio. Incluso si creció en las duras calles, todavía era joven. En realidad, Tom no podía entender ni la mitad de lo que decía Carynne. Lo que vagamente podía entender era que no solo había dañado un cadáver antes y matado a otra persona, sino que había alguien protegiéndola. Y ella no estaba siendo castigada por matar a alguien.
Para poder dejar de pensar, Tom se concentró en las palabras de Carynne.
Carynne se apartó del niño y tocó la pared con las palmas de las manos. ¿Podría atacar a Carynne ahora mismo? Tom apuntó a la espalda de Carynne. Él era más pequeño y más joven que ella, pero tal vez era posible lograrlo si se precipitaba. Contó para sus adentros. Una…
Pero pronto se dio la vuelta. Tom se sentó torpemente de nuevo. Afortunadamente, Carynne no pareció darse cuenta de que algo andaba mal con Tom.
—El humo que sube de aquí definitivamente pasará por la cocina… Cuando encendí un fuego hace unos días, también salió humo de esa chimenea. Significa que las chimeneas están conectadas, ¿verdad? Este agujero y ese agujero son similares. Oye tú, necesitas aplicarte la pomada antes de acostarte. Las quemaduras son difíciles de curar.
¿Quién fue exactamente lo que lo dejó así en primer lugar? Sin embargo, Carynne realmente parecía preocupada. Esto hizo que Tom se sintiera aún más extraño.
Pero independientemente de lo que Tom sintiera, Carynne le hizo señas al niño mientras todavía buscaba a tientas entre los huecos de la pared. Parecía emocionada, como si fuera una buena joven noble que había sacado bocadillos para que comieran los mendigos. Él la miró con expectación.
—Sí creo en la magia, pero… En este caso, en lugar de ser obra de la magia o de Dios, tiene más sentido que lo haya hecho un humano. Personalmente experimenté algo peculiar, así que me confundí aún más. Esa era solo otra forma de pensar al respecto, pero mira esto.
Carynne sacó algo del hueco en la pared y se lo mostró.
Tom lo miró por un momento, pero tan pronto como se dio cuenta de que era una parte del cuerpo de una persona, retrocedió con un gemido.
—Dos cadáveres desaparecieron, pero las partes del cuerpo que escondí aún permanecen.
Así que estaba segura de que alguien lo había limpiado.
Tom miró frenéticamente entre la parte del cuerpo de su padre muerto y los dientes blancos expuestos de Carynne mientras ella sonreía.
—¿Y sabes?
Carynne usó sus dedos para sacar algo de los huesos. Salió carne podrida.
—La casa de tu padre ahí abajo no es grande. Está podrido, pero estoy seguro de ello. La única razón por la que es grande ahora es porque está podrido.
Tenía un tono muy seguro.
—¿Entiendes?
Fue solo después de mucho tiempo que Tom se dio cuenta de que lo que ella estaba diciendo ahora era una refutación de lo que él le dijo el día del juicio.
Era una broma de la que ni siquiera podía reírse.
Tom se vio obligado a despertarse al amanecer por la mano fría que le tocó la mejilla. Carynne estaba sentada al borde de su cama.
—No puedo evitarlo porque tengo curiosidad.
«Acerca de qué.»
Había un destello en los ojos de Carynne. Esos ojos brillaban intensamente en la oscuridad como si fueran los de una bestia.
—Como pensé, parece que el cadáver en la chimenea es el de Nancy, ¿eh?
Tom se animó a sí mismo a abrir sus pesados párpados.
—Pero incluso a primera vista, no parecía que se hubiera caído allí, ¿verdad? Ni siquiera se rompió en pedazos.
El cadáver de una persona que se había convertido en un trozo de carbón había sido cuidadosamente colocado allí. Eso estaba claro. Tom asintió.
—Es como si le hubieran hecho un funeral… ¿Alguien llamó a un funerario para coserla de nuevo? Como viste, los huesos estaban perfectamente juntos a pesar de que el cuerpo estaba quemado hasta quedar crujiente. Si se hubiera manejado así, entonces es muy probable que tu padre también haya sido tratado así. Oye, eso es algo bueno. ¿No es bueno que alguien se encargue de esto e incluso haya celebrado un funeral?
Originalmente se suponía que el cadáver de su padre se dejaría como estiércol. Carynne felicitó sinceramente a Tom y, con un escalofrío, asintió.
—De todos modos, los cadáveres se han ido… Digamos que mi padre ordenó a alguien que limpiara esto. Pero tú sabes.
En un instante, la sonrisa de Carynne se desvaneció. Tom se sintió nervioso. El estado de ánimo de Carynne cambiaba tantas veces al día, pero nunca lo mostraba externamente a otras personas. Sin embargo, frente a este niño mudo, expresó abiertamente su maldad, su locura.
El tono de voz de Carynne se hizo más agudo.
—Maté a alguien, pero ¿no fue demasiado bueno?
Miró fijamente al aire.
—Su hija mató a alguien. Entonces, como padre y como individuo que tenía poder, se encargó de ello. Es posible. Puedo entender cómo es así. Pero sabes.
Se escuchaba el fuerte rechinar de sus dientes.
—Sin siquiera decirme, sin siquiera rumores entre los sirvientes, ¿cómo lo hizo? Es demasiado limpio. Como si ya lo estuviera esperando.
Carynne estaba enfadada. Trató de contener su ira. Las uñas se clavaron en sus palmas. La sangre goteaba. Las gotas se filtraron en la cama.
—¿Qué sabe mi padre?
Athena: Qué miedo. Esta mujer me da miedo. Pobre Tom, qué final tan terrible tiene originalmente. ¿Qué pasará ahora? Quiero creer que Carynne tiene algo de… bondad todavía por no matarlo. Pero… bueno, poco se puede hacer. Por otro lado, ¿será de verdad su padre el que está detrás de todo?
Capítulo 3
La señorita del reinicio Capítulo 3
Una cena incómoda
Las molestias repetidas durante unos 100 años eran simplemente aburridas.
De pie junto a Donna, Helen, el ama de llaves, estaba enfadada esta mañana y regañaba con voz severa. Alrededor de esta hora, ya era hora de reunir a las sirvientas y delegar sus tareas para el día. Parecía muy enfadada. Era obvio por qué, considerando lo que pasó anoche y la cara pálida y los ojos hinchados de Donna.
—Milady no puede salir como quiera de nuevo.
—Sí.
—Ya está claro que Donna no es lo suficientemente buena para servir a Milady, así que tendré que pensar en quién podría reemplazarla.
—Oh...
Cuando se trataba de Nancy, solo se regañó a Carynne. Carynne se frotó el costado, preguntándose si sería por la diferencia de edad, como era de esperar. No era tan agradable escuchar la voz de una mujer de mediana edad en lugar de la voz de una niña tan temprano en la mañana.
Mientras miraba su costado palpitante, Carynne sintió que era una suerte que esta vez recibiera el tratamiento adecuado. Tuvo un pensamiento perdido de que sería mejor mantener una buena relación con Dullan hasta que la lastimaran otra vez en el futuro.
Después de quitarse el negligé y revisar el área herida, tal como dijo Raymond, no fue apuñalada profundamente. Aun así, todavía tuvo que recibir dos puntos de sutura. Su frente ya estaba desgarrada y su costado estaba cosido. Se preguntó cómo estaría dentro de un año.
—Ese corsé era definitivamente un corsé de hueso de ballena. Me alegro de haberlo comprado.
—Señorita.
—No me culpes demasiado. Ni siquiera me lastimé así.
—Hubo muchas bajas en el circo. Si no fuera por Sir Raymond, podría haber muerto. No, estoy segura de que habría muerto.
Le resultaba difícil poner excusas. Helen era la persona de más alto rango entre las empleadas porque era el ama de llaves, lo que significa que estaba a cargo de los asuntos internos de la casa en lugar de la joven Carynne.
Bowen era un hombre, por lo que no estaba aquí para escuchar todo esto ya que no estaba bajo la jurisdicción de Helen. Pero aquí, Helen dijo que debido al comportamiento inmaduro de Donna, el salario de la criada se reduciría a la mitad durante un mes y ella volvería a ser una criada de lavandería.
—No quiero eso.
Por encima de todo, había pocas criadas que tuvieran los labios sueltos, vivaces y propensas a los accidentes como Donna. Era tan atractiva para Carynne que no quería renunciar a la criada.
—Fue mi culpa, así que deja que Donna siga trabajando.
—Señorita.
Helen respondió con firmeza. Los ojos de Donna brillaron.
—Sé que está apegada a ella porque no tiene tantos compañeros en este momento, pero esto no es sabio.
«¿Qué eres, la señora de la casa?» Carynne ni siquiera podía beber su té de la mañana debido a todas las molestias. A Carynne le gustaba tener un buen equilibrio entre el bien y el mal en un personaje, pero no le gustaba mucho Helen.
Helen actuaba como si fuera la dueña de la mansión, al igual que otras amas de casa en otras casas donde la señora de la casa no tenía poder. Y así, trató de controlar a Carynne como si fuera una niña.
No era una experiencia agradable para Carynne ver cómo Helen estaba confundiendo esto con algo así como un derecho moral o su deber. Las personas buenas eran encantadoras, las personas malvadas eran interesantes; sin embargo, los humanos que pensaban que tenían razón solo la aburrían e irritaban. Por eso había estado evitando en la medida de lo posible encontrarse a Helen.
—Helen.
Carynne quiso morder a la mujer y decirle que estaba siendo descarada, pero se estaba conteniendo. Las amas de casa como Helen tenían autoridad. ¿Cuántos sirvientes escucharían a una dama noble de diecisiete años que decía lo que quería decir? Carynne recordó un pasado lejano.
Hubo un tiempo en que intentó actuar como la señora de la casa. Ayunó, aunque fue un inconveniente, e hizo que echaran a la mujer. Pero Carynne pronto se arrepintió. Había tantos sirvientes que administrar y tantas tareas que completar. Era solo en los cuentos de hadas que todo funcionaba solo porque eras la hija del señor del territorio.
Para administrar un hogar, todos los sirvientes debían reunirse todos los días al amanecer para revisar qué tareas había que hacer, y más tarde en la noche, debían revisarse. Carynne tenía que hacer todo: contabilidad, dar la bienvenida a los invitados y la gestión general.
Helen fue reemplazada por Nancy, pero Nancy era de mente débil y apenas se las arreglaba porque era analfabeta, por lo que no les era posible manejar ese tipo de trabajo.
—Eso no es posible —respondió Helen.
—Por favor.
La gente útil necesitaba ser pacificada, engatusada y acosada.
—Pero es un inconveniente que de repente alguien la reemplace... ¿Vendrás a jugar conmigo, Helen?
—Tengo mucho trabajo que hacer.
«Eso es exactamente. Porque ni siquiera eres mi asistente, Helen.»
Era solitario. Ella expresó intimidad y lo pateó un poco más. Cada vez que Carynne fingía estar alterada, la resolución de Helen se debilitaba. Tal como se esperaba, Helen realmente se consideraba a sí misma como la madre biológica de Carynne.
—No puede hacer eso de nuevo.
—Sí, sí. No lo haré.
—Aun así, cuántas cosas empezaron a salir mal debido a Nancy...
—¿Cuándo regresa Nancy?
—¿No… sabe? Nancy había renunciado. Dijo que no podía soportarlo. Lo sabía, esto no podía evitarse porque ella nació como una vagabunda.
¿Así se trató? Nancy se fue de vacaciones, pero finalmente renunció porque el trabajo era demasiado difícil.
Carynne bajó su taza de té. Helen trajo un cepillo. Cepillar el cabello de Carynne no era algo que Helen, un ama de llaves, haría, pero la mujer más joven preguntó de todos modos.
—¿Vas a hacerlo, Helen?
—Cuando era más joven, era una dama de honor a cargo de la ropa de las jóvenes nobles. No puedo dejarle esto a Donna en un día como este. Hubiera sido mejor si Nancy estuviera aquí.
—¿Qué día es hoy?
—Es el primer día de Sir Raymond aquí. Tiene que estar tranquila, milady. Milord y el señor Evans estarán allí.
—Ah.
—Debería lucir bonita, ¿verdad?
Eso significaba que le llevaría una hora maquillarse y tres horas peinarse. Por lo general, todos los haría Nancy, o si Nancy no estuviera allí, sería Sera.
Tener la mano de otro peluquero sobre ella también era agradable. Carynne era demasiado mayor para quejarse y decir: “¡No quiero hacer este tipo de cosas!”
—Aún así, esto es demasiado excesivo.
—¿El qué?
—¿El aceite de rosa, o incluso este atuendo?
—Todavía no es tan lujoso en comparación con la señorita Evans. Tiene que lucir bien para que no se avergüencen, ¿verdad?
¿Qué era más vergonzoso aquí, esforzarse demasiado mientras se vestía demasiado con ropa de alta calidad o usar ropa barata entre personas que usarían ropa de alta calidad? El consenso general sería que esto último era más vergonzoso, pero esto era entre personas que no querían perder la cara.
Mientras pensaba que existía algo como la cortesía básica, entre aquellos con estándares más altos que otros, las líneas entre cortesía, frugalidad y lujo comenzarían a desdibujarse. Y Carynne simplemente se centró en otras cosas en lugar de sopesar la balanza entre ellas.
Lo más importante era el final de la novela y el gusto del protagonista masculino.
El gusto de Raymond era importante. El juicio de valor de Carynne no era muy importante.
—¿Padre te está obligando a hacer esto?
—No.
Cuando los ojos de Helen se arrugaron, entró una masajista. Le quitó la ropa a Carynne con manos diestras y la tumbó en la cama de madera. Le limpiaron todo el cuerpo con un paño empapado en agua de rosas.
—Ugh.
La herida aún dolía, por lo que Carynne gimió. Finalmente, Helen impidió que la masajista limpiara el cuerpo de Carynne y habló.
—Tomar un baño puede ser demasiado para usted.
—¿Sí?
—Entonces debería ser suficiente simplemente aplicar aceite perfumado.
La herida probablemente se abriría de nuevo.
Con el cabello de Carynne recogido hacia atrás, Donna le lavó el cuero cabelludo y el cabello con agua y volvió a aplicar aceites perfumados mientras tenía el cabello recogido.
—Ya que eres bueno en el manejo de la ropa, también eres bueno para lavar el cabello, ¿eh?
—Jeje.
—¿Hay realmente una razón para que me vea bien frente a Sir Raymond?
—¡Ah! Primero, en comparación con Isella… con la señorita Evans, Milady es mucho más hermosa, por lo que será un momento de orgullo. Segundo… qué más…
—¿Qué otra cosa?
—Eh...
Para ganar dinero. Carynne pudo oír la risa de Helen y la masajista. Donna no respondió al final, pero considerando las risas entre ese silencio, Carynne ya lo sabía.
Dullan era un señor feudal titular no bienvenido. Era alguien que no encajaba con la hermosa “dama”. Helen quería que Carynne se viera bien frente a Raymond tan abiertamente.
No era que no pensara en Dullan como el esposo de Carynne, era solo que lo consideraba un repuesto que no era lo suficientemente bueno para Carynne.
Carynne no se ofendió por esta arrogancia. No se sintió obligada a defender o fomentar la animosidad hacia Dullan.
Más bien, tenía la necesidad de estropear el estado de ánimo.
Carynne quería decirles a las personas que socavaron a Dullan: “Aunque ese tipo es así, de alguna manera es lo suficientemente bueno en la noche. El tamaño está bien, y su resistencia, bueno... El movimiento del océano no está ahí, pero su túnica de sacerdote es bastante excitante, ¿supongo?”
Si realmente iba a decir esto, se preguntó cómo reaccionarían. Pero tuvo que soportar el impulso. Quería revolver la olla, pero tenía que aguantar.
Este impulso era similar a querer tocar un nido de avispas. Aunque sabía que era peligroso, Carynne sintió la innegable necesidad de hablar.
—Dullan es…
—¿N-No sería mejor enjabonar esto encima?
—¡AH! ¿Lord Dullan?
Hubo una pequeña conmoción.
«¿No puede al menos ser un caballero?» Sorprendida por la repentina visita de Dullan, Donna casi se cae mientras Helen ocultaba su sorpresa manteniendo la expresión en blanco. La masajista, por otro lado, cubrió rápidamente a Carynne con un paño y dio un paso atrás.
Carynne se sintió un poco aliviada. Antes de que la alcanzara el impulso de abrir los labios, el invitado no invitado entró y cortó sus pensamientos perdidos. Si él no hubiera entrado, ¿lo habría dicho ella? Si lo hubiera hecho, ¿qué habría pasado?
—¿Por qué estás aquí?
—Tu l-lesión…
—Ya me trataron.
—N-No puedes aplicarle aceite o agua.
—¿Viniste aquí solo para decir eso?
No, el “conflicto de emociones” aquí era como de costumbre. Sin embargo, esta vez, Dullan parecía querer que Carynne estuviera más obsesionada con él, por lo que debería ser moderadamente persuadido, de lo contrario se volvería retorcido.
—No te estoy culpando. Realmente solo estoy preguntando.
—Estoy aquí para verificar si está infectado hasta cierto punto.
Al menos cada vez que hablaba de trabajo, tartamudeaba menos. Mientras apartaban el negligé de Carynne, le desinfectaron la herida con una bola de algodón empapada. Cuando el aroma del alcohol se mezcló con la fragancia de rosas, Carynne tuvo un intenso deseo de beber.
—¿Puedo beber un poco de whisky esta noche?
—Loca.
Sabía que hoy se sacaría el mejor licor. Con este pensamiento, Carynne se sintió abatida. El whisky que tenía en mente se elaboró hace más de sesenta años y se hizo en el territorio Hare. Solo había unas setenta botellas.
¿Podría ella disfrutar su sabor esta vez?
«Maldito Hans, te cortaré la cabeza y la ahogaré en alcohol.»
—Incluso una copa de vino rosado debería estar bien, ¿verdad?
—Ni siquiera la cerveza diluida en agua.
—Maldita sea.
Estaba siendo innecesariamente cuidadoso. Carynne chasqueó la lengua, decidiendo robar un poco y beberlo en secreto por la noche.
—Entonces, ¿puedes irte ahora?
—¿Q-Qué?
—¿Mmm? Estoy en medio de un masaje.
—Este... Este es un caro... aceite perfumado... No te importa en absoluto... tu carácter interior, solo te preocupan otras cosas.
—Hay muchos invitados importantes. Son solo modales.
—H-Hasta este punto… Si solo soy yo de visita, n-no hagas esto. Tu cabello…
A Dullan no parecía gustarle ver a Carynne así. Lo que dijo era cierto, aunque no con el propósito que estaba pensando. Aun así, Carynne sintió que era un poco absurdo que Dullan actuara de esa manera.
Estaba siendo particularmente más molesto en esta vida. ¿Fue un error que se acostara con él?
—Sir Raymond Saytes proviene de una baronía y es cercano a Verdic Evans. Sobre todo, es el hombre que me salvó. ¿No sería natural tratar de lucir bien?
—Hasta este punto… N-Nunca has hecho eso. Tú ya…
Con los labios crispados, siguió criticando a Carynne.
—Tu moral…
—Oye, tú... ah.
Mientras estaba así, ¿tal vez él estaba tratando de agarrarla por el tobillo? Carynne miró a Dullan.
Sintió que era injusto. ¿Por qué cuando los hombres perdían la virginidad, no era un defecto para ellos? Sería más justo que los hombres se lastimaran en ese lugar cada vez que lo hicieran.
Carynne miró a Dullan como si fuera a regañarlo. Ante esto, Helen rápidamente se puso de pie e imploró a Dullan.
—Lord Dullan, no hay suficiente tiempo. Tenemos que terminar los preparativos de la señorita Carynne.
—Bien... ahora, ¿es de mañana?
—Las mujeres son diferentes a los hombres.
—Ah, pierdes tu tiempo con cosas inútiles, eso no es más que vanidad.
Con esas palabras, las expresiones de todas las mujeres en la sala se volvieron amenazantes.
«¿Qué sabes? Como te atreves.»
—Ese tipo de vanidad, ¿te gustaría probarlo?
—I-Inútil… Estaré orando hasta la noche…
—Cállate.
Carynne hizo un gesto de pellizcarse los labios para hacerlo callar y luego llamó a la masajista.
Seguramente Raymond iba a estar absolutamente guapo hoy, pero si fuera una mera piedra junto a un diamante, ¿no debería al menos quitarse la tierra? Helen, Donna y la masajista estaban nerviosas cuando se acercaron a Dullan.
Después de bastante tiempo, las tres mujeres quedaron exhaustas cuando dieron un paso atrás.
«Dullan, realmente no superas las expectativas, eh.»
—Por lo general, ya te habrías convertido en un hombre guapo, pero... um... no sé, ¿algo así?
Helen, Donna y la masajista solo podían sentirse frustradas, y Carynne se sentía amargada. Bastaba con que se cepillara la tierra. Eso es todo lo que podía esperar de Dullan.
—El valor de una persona no se juzga por su apariencia externa.
«Entonces, ¿vales más de lo que pareces?» Nada en él podría compararse con Raymond, ya fuera personalidad, poder y conocimiento.
Pero en lugar de hablar al respecto, Carynne sonrió con los ojos y dijo:
—Ahora es mi turno, por favor, apartaos.
Y dejó su cuerpo a las tres mujeres.
Y allí, Dullan observó cómo la niña, que ya era bonita, se convertía en una belleza asombrosa.
Isella apretó los dientes audiblemente.
—¡A mí tampoco me gusta eso! ¡Trae algo más! ¡Necesito un vestido que haga que mi cutis se vea más brillante!
—¿Qué pasa con esta tela de marfil, señorita?
—¡Es demasiado aburrido! ¿Es esto una broma?
—…No.
Viniendo de la habitación contigua, Verdic llamó a la puerta, aunque no se oyó. Isella insistía en quedarse al lado de Verdic porque tenía pesadillas, pero su padre también se sentía muy torturado por esto.
—Isella, detén esto ahora.
—¿Incluso tú me estás haciendo esto, padre?
—¿Qué hice...?
—Ah…
Ante el suspiro de Verdic, Isella se echó a llorar. Al ver esto, Verdic ya podía sentir su fatiga corriendo de inmediato.
—Ugh…
Incluso la dama de honor de los Evans, que había estado con ellos durante mucho tiempo, tampoco fue de ayuda. Originalmente era así de egoísta desde que fue criada como una niña preciosa, pero por lo general no era así. Después de venir a este lugar, parecía que no podía controlar sus emociones.
La idea de que su hija dependiera por completo del caballero le provocó un dolor de cabeza. Antes de que el caballero cambiara de opinión, Verdic tendría que acelerar su compromiso.
Ya era demasiado para manejar al caballero porque tenía mucho talento, pero era un dolor de cabeza aún peor cuando su hija actuaba como si tuviera melancolía por encima de todo.
—Isella.
—Sí.
—¿Cuál es el problema?
—Raymond salvó a la señorita Hare.
—Cierto, él es un caballero ejemplar.
—Ella... ella es... nngh... ella es más bonita que yo.
—¿Y qué hay de eso?
—¿Qué hago si Sir Raymond se enamora de esa chica?
—Si lo pones de esa manera, entonces Sir Raymond ya habría creado un harén de mujeres. Ah, y los hombres también.
—¡Padre!
—¿Recuerdas cuando te comprometiste?
—…Cuando tenía cinco años.
—¿Crees que un niño a esa edad podría hablar de sentimientos serios?
—¿Qué quieres decir?
—Te digo que dejes de pensar que la vida es un cuento de hadas. Conmigo y tu madre también, solo la conocí una vez antes de casarnos. Carynne Hare también estaba comprometida con Dullan Roid a esa edad. Tú también, también Sir Raymond, yo y lord Hare. Casarse por amor es lo que cantan los ociosos en las calles. Para gente como nosotros, el amor viene después del matrimonio.
—¡Me enamoré de Sir Raymond a primera vista!
—También te enamoraste a primera vista del collar de diamantes azules que recibiste durante tu último cumpleaños.
—Padre.
—Sé razonable. Estás siendo demasiado emocional en este momento. Es difícil imaginar que de repente rompiera su compromiso contigo y se casara con la prometida de otra persona.
Su padre pensó que todos los demás también se moverían de acuerdo con su propio interés y por el curso de la racionalidad. ¿Pero fue ese el caso? ¿Era cierto?
¿Raymond se casaría con ella de acuerdo con sus mejores intereses y engendraría hijos con ella porque era una obligación? ¿Necesitaría casarse con él para presentarle su hijo a su padre, un nieto suyo que tendría el apellido de un noble?
—El vestido azul es el mejor.
—Señorita, por favor levante los brazos.
Isella se quedó sin habla. Ella tenía una obligación. Como nació con el nombre de Evans, debía cumplir con sus deberes y debía pagarle a su padre por alimentarla, darle un lugar para dormir y proporcionarle la ropa que lleva puesta. Isella usó el vestido azul que más le desagradaba.
—¿Todavía tienes pesadillas?
—Algunas veces.
—¿Qué tipo de pesadillas tienes?
Isella sintió el chorro de luz que entraba por la ventana.
—Una pesadilla con un cadáver.
—¿Por qué, es un sueño con tu madre o incluso yo muriendo? Sabes que la gente está obligada a…
—No, no es eso.
—Entonces dime.
Tenía que seguir hablando. Mientras su padre seguía escuchando.
—Aquí, la… doncella de la casa Hare. Es una pesadilla en la que sigo viendo el cadáver de esa doncella negra.
—¿Había una criada así aquí?
—Se fue de vacaciones el segundo día que llegamos. Su cadáver sigue apareciendo en mis sueños.
—Entonces, ¿qué es lo que te preocupa? ¿No terminaría esa ridícula pesadilla en el momento en que llamen a la criada y la veas viva frente a ti? No me digas que eres un profeta.
—No, no estoy…
Ella tragó saliva.
—Ella ha estado de vacaciones desde ese día.
Mientras fruncía el ceño mientras miraba el atuendo de su hija, Verdic levantó la cabeza por primera vez y expresó su asombro.
—¿Qué? Ha pasado un tiempo desde que vinimos aquí…
—Padre. No la he visto desde que comencé a tener estas pesadillas.
¿Por qué desapareció la doncella negra después de eso? Si ver ese cadáver era una mera alucinación, ¿no debería haberse mostrado la doncella al día siguiente? Isella no podía dejar de temblar.
Esa noche, le vino a la mente la escena que vio en esa habitación. El rostro de la sirvienta que tenía la cabeza separada de su cuerpo. Era una imagen demasiado clara.
Era tan aterrador.
La cena formal fue incómoda desde el principio.
—Lord Raymond, la comida gourmet también es definitivamente otra fuente de disfrute. ¿Qué te parece este espléndido vino de la abadía?
Isella dijo esto mientras miraba el foie gras rosa brillante y el hermoso color del vino rosado.
—El reverendo Dullan debe saber mejor que yo sobre eso.
Raymond la dejó pasar sin problemas.
—…No estoy seguro.
Mientras sostenía una copa de vino, Dullan apenas tragó un sorbo y respondió.
Esto casi se sintió como una tortura para Dullan. Incluso antes de intercambiar algunas palabras, se sintió tan intimidado que sus hombros se encogieron.
Mientras Dullan continuaba tartamudeando, la expresión de Raymond se volvió extraña. En ese momento, Raymond ya no pasó la conversación a Dullan porque el tartamudeo de Dullan era tan malo hoy que todos los que lo escuchaban hablar se sentían incómodos.
Comenzó un breve silencio, pero el señor del feudo rompió este silencio y habló con Carynne.
—Carynne, ¿estás bien con tu herida?
—Sí. Gracias por preguntar, padre. No es una gran herida.
—Todo gracias a sir Raymond.
Raymond respondió, sus ojos se curvaron.
—Aun así, me avergüenza no haber podido detenerlo a tiempo, Su Señoría.
—Expreso mi profunda gratitud, señor caballero.
Brillando como una violeta en flor, los ojos de Carynne también sonrieron cuando miró a Raymond, y él le devolvió la sonrisa. Al ver esto, Isella apretó los dientes y habló.
—Entonces, ¿qué piensa, reverendo Dullan?
—¿ A qué te refieres?
«Oh, esa confianza. Esa desvergüenza.»
Mientras Carynne admiraba la obstinación de Isella una vez más, pidió un vaso de agua en lugar de un aperitivo.
«¿No pueden callar para que se siviera el próximo plato? ¿Por qué la comida de hoy tuvo que durar tres horas?» Era sorprendente cómo Isella estaba usando esos tacones altos debajo de la mesa y aguantando todo en lugar de tomar esos zapatos y usarlos para golpear algo.
Aparte de eso, mientras probaba la ambición de Verdic, tal vez Isella estaba triste después de notar el favor de Raymond. Y durante todo esto, Carynne ni siquiera pudo beber licor.
Carynne masticó un bocado de hígado de ganso y esperó a que la conversación continuara. En todo caso, el olor a champiñones en la salsa fue bastante bueno.
—Tenía curiosidad por tu opinión sobre la comida gourmet y qué relación tiene con los vicios.
En lugar de Dullan, el señor feudal bajó su cuchillo y respondió.
—No poder controlarse es un pecado, sin embargo es difícil justificar la comida gourmet en sí misma como tal. Joven señorita Evans, si es así como lo expresa, ¿supone que cometemos este pecado todos los días?
Al escuchar la respuesta del señor, que habló en lugar de Dullan, Isella se detuvo un momento, pero pronto respondió.
—¿No es el exceso de comida gourmet en sí mismo un pecado? Solo tengo curiosidad. La comida gourmet nos da un gran placer, pero ¿no es necesaria la moderación?
—Entonces el asunto radica en lo que podría considerarse como un “exceso”. Parece que estás diciendo que la comida que estamos teniendo es excesiva, pero ¿por qué dices eso?
—Lo más cierto es, ¿no debería ser que el soberano siempre debe pensar en sus súbditos?
Las cejas del anciano lord se torcieron levemente ante el obvio golpe de la joven, pero eso fue todo. Sería difícil regañar a la chica frente a su padre. Mientras tanto, incluso dicho padre estaba sonriendo ante el comportamiento de su hija.
—Hm, entonces señorita Isella, ¿estás diciendo que después de ver la comida de hoy, crees que no pienso en mi gente?
Esta cena fue algo a lo que prestó bastante atención. Era una comida aún más lujosa en comparación con lo que tuvieron durante la fiesta de cumpleaños de su única hija.
Para conmemorar el trato con Verdic, esta era definitivamente una comida extravagante. Aunque desde entonces solo se habían servido aperitivos y sopa, estaba claro que así era.
Hubo varios aperitivos. Además del foie gras, también hubo ravioles con cebollino y cebolleta, que estuvo acompañado de una salsa con toques de menta y ajo, y además hubo un poco de caviar con sal marina.
La guarnición era una mezcla de puré de huevos, perejil y cebolla, luego hubo un plato dulce de calabaza espolvoreado con un poco de azúcar y sal. Todos con excelente textura, además se presentaban magníficamente.
Al pensar en cómo la familia Evans le habría dado la bienvenida a Raymond, esto fue comparativamente simple. Pero considerando lo que normalmente comían en la casa Hare, esta era una comida lujosa sin igual. Eso era lo que Isella estaba señalando.
—Sí.
—Ah.
Incluso con la forma en que el señor no podía ocultar su disgusto con su reacción, Isella continuó hablando con resolución.
—Al visitar el área comercial que estamos tratando de mejorar a través de este proyecto, vi cuán miserable era la condición. No solo con la higiene sino también con la nutrición de las personas. Por eso, pensé que hay una necesidad de una reforma sistemática.
—Eh. ¿Tienes alguna base para lo que está diciendo?
—Por supuesto. Investigué un poco mientras revisaba los documentos porque no había podido salir porque no me encontraba bien. Estoy presentando las conclusiones que he obtenido al hacerlo.
La expresión de Lord Hare se endureció un poco, pero pronto desvió sus palabras de la chica audaz hacia su padre.
—Verdic, tu hija es otra cosa.
—Jaja , Su Señoría, por favor déjelo pasar. Mi hija menor no solo es bonita, sino que también es una persona conocedora y curiosa.
¿Pero quién aquí no lo sabía?
Esa insolencia suya.
Carynne levantó en silencio su vaso y lo volvió a llenar con agua. Isella generalmente disfrutaba de la vida mientras fingía tener una mente vacía, con la esperanza de ser solo una niña brillante y alegre.
Sin embargo, como quería verse bien frente a Raymond, esta actitud se convertiría en un ciento ochenta.
La máscara de una chica pura no serviría ya que la hermosa Carynne estaba justo aquí. Ella y Raymond incluso tuvieron una casualidad romántica, por lo que compararían a Isella con la otra chica. Si ese era el caso, entonces sería mejor mostrar la virtud de una esposa.
Dado que Raymond era un soldado, estaría fuera a menudo, por lo que quería mostrar cuán adecuada era para el papel de la señora de la casa. Incluso si parecía grosera aquí, tenía la intención de demostrar que al menos su competencia era suficiente, incluso si no sería lo suficientemente buena para ser su querida amante.
Pero eso no era lo que convenía a Raymond.
Carynne podía sentir la mirada de reojo de Raymond hacia ella.
«Ah, esta vez también.»
Si bien Verdic e Isella estaban acostumbrados a sopesar la balanza en lo que respecta al matrimonio, Carynne también sabía, hasta cierto punto, que esto era algo normal. Entre innumerables personas, ¿quién se burlaría de la idea de vivir la vida de acuerdo con los estándares de uno? Incluso los cuentos de hadas en estos días no representarían a una princesa enamorándose de un mozo de cuadra.
La familia Evans necesitaba pensar en estas cosas de manera un poco más simple.
Raymond era, en primer lugar, un noble, y era muy capaz y hablaba bien, y, por otro lado, Verdic no lo era. Raymond no era un comerciante como él, que era bueno sopesando ganancias y pérdidas. Era difícil imaginar, con solo mirar su hermoso semblante, que este joven que todavía tiene veinte años se había enfrentado a algún horror en su vida.
Mientras tanto, Carynne ni siquiera era hija de un simple mozo de cuadra sino de una casi noble, y era más del doble de hermosa que Isella. Además, estaba previsto que Raymond tuviera éxito como próximo barón. Entonces, si lo mirabas de esta manera, en realidad, todo lo que Isella podía ofrecer era dinero.
—Ah…
Carynne dejó escapar un pequeño suspiro y dejó sus utensilios.
[Al ver a su padre sometido a esta vergüenza, Carynne se molestó.]
Miró a Isella y le dijo.
—No sabía que consideras que el autocontrol es una virtud.
[Con una expresión ligeramente horrorizada mientras miraba los accesorios de Isella, Carynne lo dijo. Ante esto, Isella sonrió y golpeó el brazo de Carynne.]
—Ay, Carryne, no seas así. No digo que debas vivir como sacerdotes, por ejemplo, o que te contengas incondicionalmente. También es necesario un gasto moderado y la adhesión a la cultura. Mis vestidos y accesorios nunca podrían considerarse excesivos. ¿No lo crees, Lord Raymond?
—Señorita Isella. Mi hermano mayor no me ha enseñado mucho, pero he aprendido una cosa con certeza: no interferir con los gastos de una mujer.
Isella se rio a carcajadas.
—Por supuesto, si eres el esposo, tienes derecho a interferir.
Y pronto dejó de reír.
—No la culpo, señorita Evans. El señor Verdic Evans es un caballero generoso con su familia.
—…Sí.
—Por supuesto, sir Raymond. Siempre soy generoso con mi familia.
Verdic dijo esto con los brazos exageradamente abiertos, dando a entender tácitamente que una vez que Raymond se convirtió en parte de su familia, todo esto no era nada.
—Aun así, me alegro.
intervino Carynne.
—Entiendo de dónde vienes ahora, señorita Isella. Es probable que hayas dicho eso porque la comida de nuestra casa es demasiado buena para que la veas. Me alegro de que lo estés disfrutando.
[Isella levantó un vaso de agua. Sus pupilas temblaban con un toque de ira.]
—¿Isella?
—Borwen.
—Ah, yo me... Me disculpo, Dios mío.
Isella dejó caer su vaso de agua. Le dieron otro vaso lleno una vez más y, después de tomarlo, se volvió hacia Carynne.
—No estoy diciendo que debas contenerte incondicionalmente. Ya lo mencioné, pero aún es necesario un gasto moderado. Es solo... Es solo que me preocupa que esta comida pueda considerarse un pecado porque es tan buena... Um, Lord Raymond, ¿qué le parece?
Su bravuconería de repente disminuyó. Raymond respondió sin problemas, como se esperaba.
—Me estoy divirtiendo, de verdad. Debido a la naturaleza de mi trabajo, todo tipo de comida me parece un lujo. Después de temblar entre rocas durante dos días pensando que las balas volarían hacia mí, estoy lo suficientemente agradecido por todo.
Carynne sintió que una mirada penetrante la apuñalaba. Miró a Isella. Sus pupilas temblaban.
Isella levantó su vaso y tomó un sorbo.
Después de todo, el agua dentro de un vaso debía tragarse.
Cuando llegó el plato principal, hubo un cambio sutil en la atmósfera sensible.
En el momento en que el aroma de la comida flotó en el aire, las personas sentadas a la mesa no escucharon nada más que el tintineo de los cubiertos cuando se cortaba la carne. Cuando los lacayos abrieron las tapas de los platos frente a cada persona, se pudo ver un ave cocida, que era demasiado pequeña en comparación con la tapa.
Las aves habían sido alimentadas solo con higos y uvas durante un par de meses, por lo que su piel estaba fragante. Era unas cinco o seis veces más regordete que un pájaro normal que vivía en la naturaleza. Con sus plumas arrancadas y su carne ganando tanto peso, no parecía que pudieran volar.
—Ahora que lo pienso, escuché que existe la costumbre de usar un pañuelo en la cabeza cada vez que se come algo de Ortolan. ¿Este tipo de comida no se considera un manjar? ¿Qué opina, señorita Evans?
—¿S-Sí?
Esta fue la primera vez que Raymond le habló. Sin embargo, Isella no podía estar complacida por este hecho. Hace un momento dio un discurso sobre la voracidad. De entre todas las cosas, ¿por qué el siguiente plato fue el plato representativo de la voracidad?
—¿Necesitarás usar una bufanda? Para que Dios no viera tu apetito.
Dijo esto con una sonrisa, pero sus palabras no tenían ni una pizca de amabilidad. Al ver a su hija en un aprieto, Verdic intervino por su hija.
—Jaja, Sir Raymond, por favor, no la molestes tanto. ¿No es todavía joven?
—La señorita Evans ya tiene suficiente perspicacia y juicio como para respetarla por ello.
—Mm, de hecho. —Después de aclararse la garganta, Verdic continuó hablando—. Sabes, de hecho, mi hija está preocupada por muchas cosas últimamente.
—Huh, ella realmente es tu hija, incluso con la mentalidad de ese hombre de negocios. En lugar de hacer esas cosas, mi Carynne lee las Escrituras u otras obras literarias que quiere leer. ¿No es eso suficiente para una chica de su edad?
—Qué, no, no fue algo así.
Cuando el señor del feudo habló de repente, Verdic aprovechó esta oportunidad para plantearle algo al señor del feudo.
—¿Entonces que es eso?
—Um, escuché que había una sirvienta que cometió un error con mi hija.
—¿Estás hablando de Nancy?
Verdic asintió de inmediato.
—Su señoría, ¿también ha oído hablar de eso?
—Hubo tal conmoción después de todo.
Ante la reprimenda del señor feudal, Verdic le dirigió a su hija una mirada mordaz. Sin embargo, a Isella apenas le importaba la mirada de su padre porque estaba mirando de cerca la boca del señor del feudo.
—Ella renunció no hace mucho tiempo. Dijo que todavía le faltaban muchas cosas, por lo que renunció por esa razón.
—¿Es… eso así? Pensé que solo estaba disfrutando de sus vacaciones.
—Fue después de sus vacaciones.
Y el señor del feudo se encogió de hombros y apuñaló al ave con un tenedor.
—Regresó hace unos días y dijo que no podía seguir trabajando, luego se fue.
Mientras masticaba un trozo de ave, se oía un sonido audible de huesos aplastados.
«Padre, ¿a quién viste? ¿Con quién hablaste? Esa persona que viste, con la que hablaste y la despediste, es mi doncella muerta. Y fue una doncella la que maté con mis propias manos.»
Carynne tenía tantas preguntas. Sin embargo, Carynne se abstuvo de formular las preguntas que se quedaron en la punta de su lengua. No había nada malo. La experiencia construía la compostura. Carynne siguió hablando con su padre como lo haría normalmente.
—Nancy simplemente se puso así… Estoy un poco decepcionada.
Después de tragar, el señor del feudo se palmeó los labios con una servilleta y respondió.
—¿Qué podemos hacer? Esa es la naturaleza de un nómada errante.
Con una leve sonrisa como si preguntara si la comida estaba bien, el señor del feudo miró a Verdic.
—¿Qué opina, señor Evans? ¿Mi respuesta fue satisfactoria?
—Por supuesto, Su Señoría. Más que eso, estoy emocionado de probar la comida.
—Como jefe de esta casa, puedo recomendarlo con orgullo.
La comida continuó. El paradero de una gitana valía menos que la comida que tenían delante.
Verdic luego tomó una rebanada del ave en su boca. El sensato chef precortó secciones alrededor del cuello, por lo que era fácil de comer. A Verdic le encantó el plato principal de aves salvajes, tanto que cerró los ojos solo para concentrarse en su sabor.
Lo que su lengua probó primero fue la mantequilla y el puré de papas untados sobre la carne, y en el momento en que tomó la rebanada en su boca, pareció derretirse suavemente. Mientras masticaba el bocado aterciopelado, exudaba un dulce aroma a fruta mientras el aceite que se filtraba humedecía su garganta.
Había un toque del rico sabor del vino que marinaba la carne en su lengua. Al placer de masticar se sumaba la sensación de aplastar huesos pequeños, que se ablandaron porque el ave se había cocinado a altas temperaturas. Y cuando los pequeños pulmones y el corazón del ave estallaron cuando sus dientes los aplastaron, dulces jugos inundaron su boca.
«Ohhh, este sabor.»
En la casa de sus padres en ese entonces, solía comer dos o tres de estos, riéndose de la supuesta tradición de comer solo uno al día. Era importante ser meticuloso con este plato que le apasionaba y que a Evans le encantaba.
Todos en cualquier lugar considerarían que las aves silvestres asadas eran un plato lujoso y de alta calidad que está elevado. Entonces, aunque conocía la variedad de especias y guarniciones que irían bien con este plato, Verdic estaba seguro de que era un fanático que sabía todo al respecto.
«¿Qué diablos se usó aquí?»
La combinación de la carne, la guarnición y el vino era más dulce que cualquier otra cosa, pero el manjar también tenía una mezcla de amargura y acidez en su sabor. Había experimentado agregar un sabor agrio sobre un sabor refrescante, pero era la primera vez que encontraba una sutil amargura en la punta de la lengua con este plato. Aunque estaba pensando mucho sobre qué ingredientes se usaron, Verdic se sorprendió por la armonía que siguió después.
Era como un sabor que provocaría su lengua. El impacto de este sabor fue suficiente para que lo detuviera. No era desagradable ya que usaba otros sabores, pero la combinación en sí lo hacía aún más misterioso.
«No puedo poner mi dedo en eso. ¿Qué es, qué encaja?»
—Vuelva a nosotros ahora, señor Evans.
Los ojos de Verdic se agrandaron y las lágrimas parecieron llenarlos un poco. Fue tan dulce. Era un placer mayor que acostarse con cualquier mujer hermosa. Verdic entonces sintió el sentido del deber de apoderarse del territorio Hare. Comparado con la investigación de un erudito, esto fue aún mayor.
—Esto es solo… En serio, cuál fue la razón por la que esto no salió a la luz hasta ahora… Ah, en serio, no, incluso puedo imaginar que nací solo para probar este plato hoy.
Ante la admiración de Verdic, el señor feudal se acarició la barba con satisfacción. Raymond e Isella también dieron un mordisco y, como era de esperar, sus expresiones también cambiaron. Sin embargo, las personas más jóvenes no estaban familiarizadas con las sutilezas del sabor, por lo que solo podían hacer cumplidos clichés.
Verdic estaba decepcionado por esto, ya que estaba orgulloso de ser un verdadero conocedor. No era razonable que se hubiera dado la misma porción a aquellos que ni siquiera pudieron disfrutar el plato correctamente.
—¿Puedo probar este plato de nuevo durante nuestra estadía aquí?
—Jojo, no queda nada ahora, así que tendrás que esperar mucho tiempo para volver a probarlo.
—Es una pena que no haya probado este plato antes de este día.
—No te decepciones demasiado. Es solo que no hay un buen cazador viviendo en nuestro territorio, por lo que las aves capturadas fueron limitadas.
—Entonces, por favor, dame la oportunidad de contratar mejores cazadores. Pagaré tanto como ellos quieran. En serio, esto es... ¿Se puede llamar al chef? Realmente no puedo dejar de felicitar esto.
Un momento después, un hombre regordete de mediana edad se paró frente a Verdic. Se estaba limpiando el sudor.
Eres verdaderamente un hombre digno de elogio. No había tenido la oportunidad de admirar el verdadero valor de tus otros platos hasta ahora, pero puedo decirte ahora mismo que tus manos son genuinamente dignas de platos aún más exquisitos.
—Muchas gracias, señor.
—¿Cómo hiciste que supiera así?
—Derretí sal y mantequilla con una ración de uno a uno sobre las patatas y...
—No, no. En lugar de eso, tengo curiosidad acerca de cómo cocinaste las aves.
—Fue en un horno a alta temperatura. Las aves salvajes fueron alimentadas únicamente con higos y manzanas durante un mes, y luego fueron marinadas en vino...
—No, en lugar de eso, um... me disculpo.
Tosiendo por un momento, Verdic se dio cuenta de su impaciencia, por lo que refinó su tono.
—No puedo identificar qué tipo de especias se usaron, así que tengo curiosidad sobre la mezcla de los condimentos. No creo que sea ninguna de las hierbas que conozco.
—Oh…
El chef dudó en hablar.
—Por favor dime. ¿Es una receta secreta? Su Señoría, pagaré un precio razonable. No creo que pueda olvidar este sabor.
—Mm, es justo como dijiste. En realidad, las hierbas…
—...Fui yo quien hizo que los pusieran.
Dullan respondió con voz tranquila.
Entonces, se vino un silencio en toda la sala.
—Eso estuvo delicioso. Gracias, reverendo.
En medio del silencio, solo Raymond habló.
Para que el próximo señor del territorio se hubiera involucrado en la cocina, no era nada de lo que enorgullecerse.
Todo lo que necesitaba hacer era ayudar al actual señor feudal en los deberes administrativos, o aparte de eso, debía estar a cargo de saludar o enviar condolencias a las residencias de los territorios como un sacerdote. Felicitarlo en esto también era un asunto delicado.
—Oh, deberías habernos avisado antes —bromeó Isella.
—Quería escuchar acerca de varias perspectivas. No tengo la misma opinión, pero la señorita Isella cree que el ayuno sería suficiente para proporcionar sustento a los que están por debajo de su posición.
—Así es.
—No parece estar de acuerdo, señor Verdic.
El rostro de Isella se puso rojo brillante. Había criticado a la familia Hare con tanto entusiasmo, pero con la avaricia de Verdic lado a lado, su postura no tenía sentido.
—Yo también lo disfruté mucho, reverendo. Si no me equivoco, creo que estas son hierbas medicinales encima del plato. ¿Está bien?
—…Estás en lo cierto. No siempre interfiero con la cocina, pero... a veces lo hago cuando es necesario.
—Debido a esto, pude probar algo no solo delicioso, sino también saludable. Gracias.
De hecho, era una pena ser el títere del señor feudal. Verdic miró a Dullan de forma diferente: no era más que un obstáculo. Si Dullan y Carynne se casaran, sin importar cuánto llegara Verdic a monopolizar el poder real en este territorio, la familia Hare persistiría en tener la última palabra en todo.
Afortunadamente, no necesitaba preocuparse tanto por el sacerdote. Además de incompetente, era tartamudo. Sin embargo, al ver las habilidades que mostró aquí, con su participación en la cocina y la salud, Verdic lamió el aceite de sus labios con la lengua.
Carynne ni siquiera había probado aún un bocado de las aves salvajes. Verdic miró furtivamente su plato, preguntándose si se abstendría de comer y le cedería la porción.
Sus ojos se encontraron.
Carynne sonrió levemente.
Avergonzado, trató de apartar la mirada, pero Carynne siguió mirándolo mientras tomaba un trozo de ave y se lo llevaba a los labios. Mientras masticaba, bajó la mirada.
«Desagradable.»
Y se volvió aún más desagradable cuando Carynne vio que Raymond la miraba fijamente.
«Este maldito caballero. ¡Cuánto crees que lo dejé pasar hasta ahora!»
Al darse cuenta de la dirección de la mirada de Raymond, Isella inmediatamente se puso irritable.
—Hmm, pero ¿hay alguien aquí enfermo? Sabe bien, pero no es algo que un sacerdote deba...
Verdic pisó suavemente el pie de su hija.
«Para.»
—Yo soy el que no se siente bien.
El señor del feudo respondió con una sonrisa forzada.
—Entonces, si puedes dejar de atormentar a Dullan, eso sería genial, señorita Evans.
En ese ambiente desolado, el chef salió en silencio y dijo que prepararía algunos refrescos. Luego, cuando el señor del feudo se aclaró la garganta mientras mencionaba que todos debían ocuparse de sus propios asuntos ahora. Y así fue la declaración hasta el final de su reunión.
Dado que la cena formal duró más de tres horas, el señor feudal se dirigió al salón de fumadores. Verdic lo siguió apresuradamente.
Isella se secó las lágrimas y se arregló el maquillaje.
La mujer en el espejo era un desastre.
Sus palabras, su maquillaje, todo.
—Eres solo un villano barato a este ritmo...
Esa chica, ¿por qué tenía que ser tan bonita?
Lo que Isella vio frente a ella fue un color rubio sin vida. Su pelo no era dorado. Aunque la textura era suave, sus raíces eran marrones. Su cabello parecía una escoba en comparación con el cabello de Carynne. Isella maldijo a su madre por no darle cualidades más hermosas cuando la dio a luz, pero pronto negó con la cabeza.
Tenía suficiente confianza en lo que respecta al dinero o los negocios, ya que había desarrollado una perspicacia comercial a través de la práctica de distinguir entre documentos y números cruciales, convirtiéndose así en experta en encontrar lagunas legales para el éxito.
Pero cuando se enfrentó a todas las cualidades innatas que la familia de Carynne Hare le había otorgado, Isella sintió que todas sus propias fortalezas simplemente se desvanecieron.
«¿Cuántas personas crees que se casan realmente por amor?»
«Pero padre. Tienes una amante. Cuando tenía cinco años, te vi besando a mi tutora. Siempre te esfuerzas por respetar a madre, pero nunca la tratas como la única mujer para ti. Por supuesto, madre también se enteró y cambió de tutora. Pero lo más triste para mí fue cuando vi a madre siendo tan cariñosa con el mayordomo. ¿Qué hay de malo en soñar con el amor? ¿Qué está mal con eso?
Tonta.»
Ella golpeó el espejo. Sin embargo, el espejo permaneció intacto. Sólo su mano estaba herida.
El reflejo turbio en el espejo quedó manchado por la huella de la mano, volviéndose aún más borroso.
—Ah…
Mientras analizaba documentos comerciales sin fin, siempre admiraba los cuentos de hadas que había leído, que a menudo presentaban príncipes y princesas que tenían las historias de amor perfectas. Su amor mutuo nunca cambió. El príncipe siempre amaría a la princesa, siempre la protegería y vivieron felices para siempre.
Isella no podía olvidar el día que conoció a Raymond. Era como un príncipe en un cuento de hadas. Él era el sueño de toda chica. Él no se enamoró de ella a primera vista, pero estaba bien. Incluso si su primer encuentro fue así, también hubo muchas otras historias que tuvieron finales felices. Con el tiempo, él llegaría a ver sus fortalezas, y...
—Eso no va a suceder…
Ella se rio en vano.
Su comportamiento cambió, ¿así que ahora fingía ser lamentable? Ja, Isella se rio de su propia debilidad. Carynne debía sentirse relajada. Qué cómodo era lucir bonita y patética cuando no tenía dinero. ¿Isella intentaría imitar ese aspecto de ella? Para alguien tan rica como ella, sería repugnante incluso hacer un intento de imitación.
En lugar de la apariencia de una mujer, lo más importante era su habla y su habilidad. Una mujer talentosa como ella podía ganar mucho dinero a través de sus capacidades, y este rasgo no tenía precio comparado con la sonrisa de una mujer hermosa.
Para los comerciantes o para aquellos que querían que una mujer talentosa fuera su nuera, existía la preferencia detestablemente baja por un amante. Isella había visto demasiados casos así. Ya estaba tan harta y cansada de eso.
Pero… Ella pensó que Raymond sería diferente… Su padre así lo dijo. En un momento, Isella notó que las amantes de su padre siempre eran más jóvenes y hermosas que su madre.
Llegó a saber la verdad, pero ya era demasiado tarde. No, incluso si lo supiera, era algo que no podría evitar. Eso es solo una excusa.
Más bien, habría sido más miserable ahora si no hubiera estudiado tanto en el pasado. Y no solo Isella invirtió mucho dinero para sus estudios, sino que fue lo mismo para su apariencia exterior. Se aplicó varios productos cosméticos en la cara y el cabello y, al mismo tiempo, se cubrió el cuerpo con ropa elegante para que se viera mejor.
Sin embargo, ¿había alguna manera de cambiar sus proporciones? ¿Había alguna manera de cambiar la forma natural de su rostro y cuerpo? ¿Había alguna manera de cambiar su tez y el color de su cabello?
El valor de un ser humano no residía en su apariencia, y por eso cultivaban su belleza interior para que Dios les extendiera su gracia… bla, bla, bla. Mierda.
Si ella fuera como Carynne, simplemente sentada allí y mirando alrededor, sin poder decir nada más que una o dos palabras, Isella podría ver lo miserable que sería. Era obvio que simplemente se marchitaría y se convertiría en mala hierba, y nadie se preocuparía más por ella.
Isella se arregló el maquillaje. Ella apretó los dientes.
«Lord Raymond, todavía tendrá que casarse conmigo. Te vendieron a mi familia. Un Evans nunca dejaría de lado ninguna deuda.»
—...Jaja.
Más allá de la terraza, podía escuchar claramente la risa de Raymond. Ella vio su brillante cabello rubio a primera vista. Así que él también podía reírse así, como si viniera del fondo de su corazón.
Poco a poco, Isella también pudo escuchar la voz de Carynne. Parecía alegre.
Isella reprimió el impulso de apresurarse y agarrar el cabello de esa chica.
Ella escuchó atentamente. El débil volumen de sus voces formaba una conversación.
—¿No me crees?
—Wow... Sir caballero, qué terriblemente seguro de ti.
Mientras sonreía a Carynne, Raymond encontró a Isella. Isella sabía que definitivamente la vio allí. Pero siguió hablando con Carynne sin siquiera preocuparse por su presencia.
—Soy un candidato a novio muy popular.
Cruel, como si su compromiso con Isella no tuviera nada que ver con él.
—...No puedo creer que estés diciendo eso sobre ti, Dios mío... Eres increíble.
—¿No lo soy?
—¿Cómo puedo saber? Te conocí por primera vez esa noche.
Raymond se inclinó ligeramente y miró a Carynne a los ojos.
—Estás mintiendo, ¿no?
—¿Perdón?
—Ya sabes cómo soy.
Isella contuvo la respiración.
Durante el breve descanso, Carynne arrancó las flores decorativas que la cubrían una por una. Mientras lo hacía, luchó por desenredar sus complicados pensamientos y pensó en ello.
¿A quién dijo su padre que conoció?
Obviamente, Carynne estranguló a Nancy. ¿Pero dejó de respirar con seguridad? De ninguna manera de ninguna manera. En caso de que no hubiera muerta por eso, Carynne habría hecho algo al respecto. Entonces, ya que era así, ¿desde cuándo se detuvo la ilusión y comenzó la realidad? Carynne sospechaba del incidente, pero más bien estaba más angustiada por sí misma.
—Ah…
Respiró el aire fresco de la noche. Quizás su mente se estaba aclarando un poco debido a esto. Apoyada en la barandilla del balcón, miró hacia la luna. Le palpitaba la cabeza. Necesitaba algo de tiempo para pensar.
¿Hasta qué punto podía confiar en sus propios sentidos?
Carynne se miró las manos. ¿Hasta qué punto podía una lunática estar segura de sus propios sentidos cuando sabía a ciencia cierta que se había vuelto loca?
Al final, Carynne no tuvo más remedio que adivinar a través de los demás, no a través de ella misma. Más que nadie, no podía confiar en sí misma.
Contempló las palabras de otras personas en lugar de su propia perspectiva y experiencias. Primero, tuvo que excluir la suposición de que incluso esto era solo un sueño.
«Pensemos en esto racionalmente, Carynne.»
Isella vio el cadáver de Nancy. La muerte de Nancy era segura hasta cierto punto, ya que Carynne también vio personalmente el mismo cadáver. Y el cochero al que le gustaba la criada ahora estaba interesado en Donna.
«Pero dejemos esto a un lado por ahora.» No había certeza en las emociones. Diálogo, testimonios, estos eran los que importaban.
Hubo una cierta ventana de tiempo entre Carynne e Isella viendo el cadáver. Carynne no tenía intención de esconder el cadáver en primer lugar, así que lo dejó como estaba. También dejó el collar en el cuerpo. Entre esos plazos, hubo mucho tiempo para que alguien viniera y descuartizara el cadáver.
Cualquiera que sea el proceso que usaron, solo había una cosa que ella debía confirmar en este momento.
¿Dijo el señor feudal la verdad sobre esto?
—¿En qué estás pensando tanto?
Raymond entró de repente en el balcón oscuro.
Malditamente molesto.
Carynne tuvo que luchar consigo misma para educar sus rasgos mientras miraba a Raymond. Él se metió en sus pensamientos.
—No en mucho.
Aplastó los pétalos en sus manos y los tiró. Irritante. Si esta vida podía considerarse una buena fantasía, entre todo lo que había aquí, Raymond era una pesadilla de primera clase. Su apariencia exterior era luminosa, pero nunca fue la respuesta.
Su amor no tenía sentido.
Su rostro, sus capacidades, su riqueza, todo era inútil cuando Carynne tenía tantas preguntas.
—Si no es mucho, entonces me gustaría pasar este tiempo reservado para nada contigo.
—Por favor, no te burles de mí.
—Me disculpo. ¿Te gustaría tomar algo? Esto tiene un alto contenido de azúcar, por lo que es un buen refresco.
«Me estás tomando el pelo apropiadamente, ¿no es así?»
Frustrada, Carynne miró fijamente el vaso mientras respondía.
—No puedo beber licor debido a mi lesión.
—Tendré que beber dos vasos entonces.
—¿Por qué no bebes de la botella?
«Adelante, muere de intoxicación por alcohol. Eso está perfectamente bien.»
—¡Jaja!
Los ojos de Raymond se abrieron como platos y luego se echó a reír.
—¿Parece que estás de mal humor?
—¿De qué debería estar feliz? Me apuñalaron con un cuchillo…
«Porque llegaste tarde.»
El rostro de Raymond se iluminó con una sonrisa refrescante cuando incluso sus ojos se curvaron.
—¿No crees que verme es algo bueno?
—¿Perdón?
—También había una joven noble que solicitó ser enfermera en el campo de batalla solo para mirarme.
—Ah, sí... ¿Es así?
Con una sonrisa juguetona, hizo contacto visual con ella. Era una cara de niño.
—¿No me crees?
—Wow... Sir caballero, qué terriblemente seguro de ti mismo.
Presumir. Carynne soltó una risita, aunque no le pareció muy gracioso. Raymond siempre había estado lleno de confianza. Un hombre como él era adorado dondequiera que iba. Más bien, sería una mentira que un hombre guapo fuera humilde.
—Pero esta actitud no es muy buena.
—¿Estás sugiriendo que sea más reservado?
—No, no exactamente así, pero... algo como esto.
De repente, Raymond estaba sosteniendo la mano de Carynne. Ella buscó. Trató de apartarse, pero Raymond la sujetó con fuerza y no la soltó.
—¿Qué quieres decir con “así”? ¿Cómo qué?
—La señorita Evans... Ella está aquí, ya sabes.
Carynne notó la presencia de Isella.
—Parece que tu mano podría haberse lastimado.
—Déjame ir.
—Por favor dame un momento.
Mierda. Gracias a Raymond, a quien no le importaba si Isella estaba escuchando o no, Isella iba a intimidar a Carynne con seguridad más tarde. Isella estaba cerca. Esto no era una buena señal.
Hubo una vez en que Isella estaba tan abrumada por los celos que le echó alquitrán a Carynne. Ah, ella odiaba cada vez que su cabello se desordenaba. Carynne prefirió un método de intimidación más encubierto.
—Es una cara que realmente no me gusta.
Sí. Gracias a él, el futuro era seguro: la longitud de su cabello cambiaría. Carynne se frustró con Raymond. No importaba cómo se sintiera por dentro, Raymond continuó mirándola con una mirada amable.
—Ya anticipé que no te gustaría.
—Si imaginaste tanto, entonces creo que estás un poco enfermo. ¿Por qué habría de hacer eso?
—Soy un candidato a novio muy popular.
Susurrando a Carynne, dijo esto con tanta sinceridad, como si realmente se estuviera divirtiendo.
—Esta negociación es bastante favorable para la familia Evans —continuó Raymond.
—¿Y qué?
Sin prisa, los ojos de Raymond se dirigieron hacia la punta de sus uñas, a su muñeca, a sus hombros, luego hacia abajo; su mirada se detuvo en su costado por un momento, antes de mirar una vez más a los ojos de Carynne. Su voz profunda y empalagosa resonó en sus oídos. La garganta de Carynne se estremeció por un minuto.
—Si me alejas de la señorita Evans, entonces será la venganza perfecta. Así que lo pensé. Creo que estás apuntando a mi cuerpo. Y creo que me conoces desde hace mucho tiempo.
—Ah, ¿cómo podría conocerte? Te conocí por primera vez esa noche.
Raymond se inclinó ligeramente y miró a Carynne a los ojos.
—Estás mintiendo, ¿no?
—¿Perdón?
—Ya sabes como soy.
«Basura.
No hay forma.
Por supuesto que no.»
—Qué... Tú, sé que eres famoso porque eres un héroe de guerra.
—Así no.
«Realmente no hay manera.
En el pasado, hace décadas, hace casi 100 años, desde la primera reunión.
He intentado decírtelo varias veces. He intentado preguntarte varias veces.
¿No me conoces? ¿De verdad no me recuerdas? ¿Cómo pudiste olvidarme?»
—¿Estás… diciendo que te estoy seduciendo a propósito?
«Y no lo hiciste.
No me recordabas.»
—Esa noche, te vi decir mi nombre. Estabas bastante lejos, pero vi que dijiste mi nombre con seguridad.
Ah, lo sabía.
Carynne no podía soportar la decepción que la invadía. Pero aún así, esperaba que fuera así.
«Por si acaso. Tal vez recordarías tu vida anterior. Entonces no viviré sola esta vida repetitiva. Esperaba solo un momento. Pero, ¿qué puedo esperar? Ya he intentado verificar eso en el pasado.»
—Ah… Cierto, así lo viste. La señorita Isella se jactaba mucho de que eras un francotirador…
Ella se apartó de él.
«Que decepcionante. Cierto, tengo que hacer el papel de una chica inocente, una marimacho tímida a la que le gustas en secreto.»
—Escuché un rumor de que estás aquí... Eres famoso incluso en estos lugares, así que tal vez viniste...
Su rostro se puso rojo.
—Eso es todo.
También pasó algo de tiempo antes de que él corriera tras ella. La distancia debería haber sido bastante grande, y dado que era de noche, Raymond no podría haber leído sus labios con claridad. Aun así, la acorraló y le preguntó si realmente dijo su nombre, por lo que debía pensar que sí.
Carynne sintió que el calor de su anticipación se apagaba. El aire de la noche era frío.
—Bien, de acuerdo.
El espacio entre ellos se había ensanchado. Pero Raymond tomó su mano de nuevo.
—Realmente no te sorprendes en absoluto.
—¿Qué quieres decir?
—Esa noche, dije que había leído tus labios… ¿Pero por qué no te sorprendes?
—¿Disculpa? Porque tienes buenos ojos…
¿No había sido siempre el amado caballero?
Pero la mirada amable en sus ojos desapareció y surgieron extrañas dudas. Sus labios estaban torcidos ahora.
—La gente suele admirar mis habilidades de tiro.
Agarró su mano un poco más fuerte antes de soltarla de nuevo.
—No estabas asombrada, ni sospechabas de mí. Es como si ya me conocieras tan bien. Pero cuando me miras a la cara, parece estar lejos de ser algo parecido al afecto.
—Qué… Lord Raymond, está yendo demasiado lejos con tus acusaciones. Bien. Pensé que sería más cómodo para mí, por el bien de mi familia, si te enamoraras de mí. Pero no trates de leer más que eso.
—¿Así que planeabas seducirme? ¿Con esa expresión en tu cara?
Mientras Raymond hablaba todavía con la misma expresión que hace un rato, Carynne se sintió un poco nerviosa e incómoda. Trató de dar un paso atrás, pero no había más espacio detrás de ella.
Evitando su mirada agobiante, Carynne continuó hablando.
—Lo estaba intentando hasta hace un tiempo. Ahora que me han atrapado, me siento terriblemente avergonzada. ¿Feliz ahora?
Empujó a Raymond lejos. Sin embargo, en lugar de moverse, su cuerpo entrenado estaba atrapado allí como si fuera él quien la empujaba. Todavía había una sonrisa en sus labios.
—Señor Raymond. Por favor, absténgase de prestar demasiada atención a mi prometida.
Dullan estaba aquí y agarró el brazo de Raymond.
—Perdóneme.
Le quitó la mano a Raymond.
—V-Volvamos.
Carynne se frotó la muñeca. Por lo general, Dullan no venía a esta hora, pero era una buena señal de que Dullan se le acercaba con tanta frecuencia. Sería más fácil matarlo. Por otro lado, parecía que iba a ser un desafío matar a Raymond.
«Pero valdrá la pena. Te mataré. Tú. Definitivamente. En el momento en que ruegues por mi amor, te entregaré un cáliz envenenado. Raymond, mi caballero. No puedo creer que te estés resistiendo así. No puedo creer que estés retorciendo una daga de duda como esta. Cada vez es más difícil matarte.»
Carynne recordó interiormente su voto.
Carynne deseaba matar a Raymond. Porque era el protagonista masculino. ¿No era injusto seguir muriendo sola? Si la historia cambiaba cuando un personaje era asesinado, se le ponía la piel de gallina solo de pensar en el tipo de final que habría después de la muerte de Raymond. Sería divertido, sin duda.
Carynne seguiría matando. Sería el plato principal de Carynne. Podía cocinarlo, masticarlo y tragárselo entero.
Incluso en este momento, había algo que le intrigaba. Él siempre fue así. Independientemente de qué final. Entonces se preguntó si volvería a ser el mismo esta vez.
Ella quería saber.
«¿Me amarás de nuevo esta vez?»
—Ahora bien. Es hora de un experimento.
En poco tiempo, podría averiguar si su padre mintió. Mientras sostenía un reloj, miró el cadáver descuartizado. Ella lo sabría con certeza esta vez. A ver si el cuerpo desaparecía después de un día.
—¿Lo observarás de cerca sin apartar la mirada?
El chico sacudió la cabeza con lágrimas en los ojos. Él no quería hacerlo. A Carynne no le gustó esto. Ella agarró el hombro del niño con fuerza y sonrió cerca de su rostro.
—¿Entender? Míralo de cerca.
Carynne miró al chico que había secuestrado.
Athena: Mmmm en realidad me gustaría también que matara a Raymond por ver qué pasa. Ya sé que la pobre está mal de la cabeza, aunque en su situación ¿quién no lo estaría? Pero antes que mate a Isella. O que mate a Raymond delante de Isella, por ver su cara jajajaj. En cualquier caso, cada vez se me hace más interesante esta historia.
Capítulo 2
La Señorita del Reinicio Capítulo 2
El Freischütz: El tirador con balas mágicas
—N-No puedes.
El cochero estaba asombrado.
—¿Desde cuándo te has convertido en mi maestro?
—Si Milord, su padre, o Lord Dullan llegan a saber esto, solo yo moriré, señorita...
—Eso no es de tu incumbencia. —Carynne se inclinó ligeramente.
De hecho, Carynne tampoco quería causar una conmoción. Todo esto era un trabajo duro para ella: los eventos de la novela, lo que tenía que suceder.
Carynne tuvo que ir al pueblo. Había muchas razones para que “Carynne” saliera. El circo había venido de visita, había una banda musical famosa y también había comerciantes que habían venido a vender artículos peculiares.
“Carynne” iba persuadir al cochero de la familia para que la llevara allí porque quería ir sola al pueblo y echar un vistazo. Debido a que el Gremio de Evans estaba aquí, los carruajes habían estado yendo y viniendo con frecuencia en estos días, por lo que no sería obvio si planeaba su salida ahora.
Su padre y su prometido estaban ocupados e Isella no quería tratar con ella, diciendo que estaba de mal humor. En este momento, mientras los sirvientes estaban ocupados, “Carynne” no tenía intención de quedarse por aquí.
Carynne en realidad solo quería holgazanear, pero como protagonista femenina, tenía trabajo que hacer. La situación más tarde se volvería más fácil de esta manera. Entonces, Carynne estaba interpretando el papel de una joven que no soportaba estar aburrida y eventualmente se escapaba de casa por un momento.
Llevaba el pelo hábilmente trenzado y vestía un vestido viejo pero pulcro con un estampado de flores. También tenía una capa sobre ella, que estaba hecha de tela áspera. No se veía excesivamente andrajosa, pero al mismo tiempo, esta no era la ropa que usaría una joven dama de clase alta.
A medida que crecía, tampoco le gustaban las cosas viejas. Rechazando sus quejas, mientras usaba esta ropa que no se ajustaba a sus gustos, Carynne dijo que iría al centro sin compañía.
Por supuesto, el cochero hizo una mueca que parecía como si le hubieran metido algo sucio en la boca. Cuando dijo que saldría a escondidas, le resultó divertido jugar con los sirvientes. Pero teniendo en cuenta que el camino era accidentado y la pendiente era tan severa, realmente era una tarea imposible salir a escondidas.
Durante una aventura en el bosque, recordó el recuerdo de un jabalí que tenía un agujero en las tripas y acosó al cochero. De todos modos, en estos días, ¿no tenías que seguir yendo y viniendo porque había mucho trabajo?
Ella trató de convencerlo diciéndole que simplemente usaría un carruaje del pueblo para su viaje de regreso a casa, pero fue inútil. Con dos taconazos en el suelo, Carynne amenazó al cochero.
—¿De quién recibes tu salario?
—De Milord. No de usted, señorita.
Ahora, ella movió una mano. Las comisuras de los labios de Carynne se estiraron cuando extendió la mano.
—¿Qué tal esto?
Lo que ella estaba reteniendo era dinero. Los ojos del cochero se abrieron como platos por un momento, pero luego volvió a cerrarlos. Quería tomarlo, pero parecía pensar que el riesgo aún era alto.
—Me pueden despedir…
De hablar así significaba que él aceptaría la oferta siempre y cuando le diera más dinero, pero Carynne ignoró esta señal porque realmente quería salir y gastar el dinero ella misma.
—Ey, ¿cuál es la probabilidad de que eso suceda?
—Pero si la señorita sale sola y pasa algo, definitivamente me despedirán.
¿Cuánto tiempo había sido adulta? Al ver al cochero negar con la cabeza, con las cejas fruncidas, Carynne frunció el ceño y volvió a pisar fuerte. ¡Quiero jugar afuera! Las acciones de su cuerpo transmitieron claramente que estaba gimiendo.
Sacudiendo la cabeza de nuevo como si estuviera cansado de eso, el cochero habló.
—Pero, ¿y si vuelvo en silencio sin causar ningún problema? Solo quiero un cambio de ritmo, y con esto también puedes obtener ingresos extra. Sinceramente, aquí… es el campo. ¿Cuándo volverá a presentarse esta oportunidad?
—Incluso si es un pueblo, es un lugar donde la señorita ha crecido maravillosamente, por lo que hay muchas cosas que no se pueden hacer.
—¿Qué, como una mujer que va a un pub?
—No, no es… No es necesariamente así, pero…
—Y aunque es el campo, todos han estado mencionando cosas interesantes últimamente, así que quiero ver.
—Entonces, por favor, vaya con Lord Dullan.
—¡No quiero!
Al ver a Carynne rechazar la sugerencia con tanto fervor, el cochero chasqueó la lengua.
—Es peligroso para una mujer estar sola. Entonces... um, si a la señorita realmente le gustaría ir, por favor vaya con sus sirvientes.
—Todo el mundo está demasiado ocupado.
El cochero y Carynne se miraron brevemente. Una mirada decía: “¡Y te vas a ir incluso sabiendo esto!” Pero mientras levantaba descaradamente un mentón, la otra mirada decía: “¡Es exactamente por eso que estoy saliendo en secreto!”
—Es solo que todos están tan ocupados, bueno… No es que esté mal descansar a veces. Um, si es la sirvienta personal de la señorita, ella no tendrá que estar a cargo de limpiar la mansión o cocinar en la cocina, así que incluso si esa sirvienta sale un rato con la señorita…
Ajá.
Había pasado por este diálogo docenas de veces antes, pero se sentía como si algo estuviera mal. Algo la estaba molestando, ah, claro. El diálogo habitual debería haber continuado así.
Pero ella no estaba aquí ahora. Carynne se llevó una mano a su corazón tembloroso. ¿Cómo debería continuar? ¿Cuál era su próxima carta? Era una apuesta ¿Qué camino debería tomar?
—A ti... te gusta Donna, ¿verdad?
—¿Perdón?
El cochero estaba visiblemente nervioso. Su piel se estaba enrojeciendo.
—¡E-Eso no es todo! No, pero, por qué, tan de repente…
—¿Así que no te gusta?
—No, no es eso…
—Oh, oh. Tu cara es de color rojo brillante. Este chico.
—Soy… diez años mayor que la señorita.
—¡Y también eres diez años mayor que Donna!
Ante la cara hirviendo, Carynne sonrió. La expresión del cochero se deshizo. Nadie sería lo suficientemente fuerte como para ir en contra de alguien que era a la vez su superior y una belleza. El ambiente se suavizó rápidamente.
—Lo siento, lo siento. No te estoy tomando el pelo. Todo el mundo está tan ocupado estos días. Así que les voy a dar algunos regalos a esos niños. Escuché que se venden muchas cosas nuevas hoy en día, así que quiero echar un vistazo.
—… La señorita realmente no puede ir sola.
—Está bien, está bien, iré a buscar a Donna. Ella puede simplemente ir a jugar conmigo.
—Aun así, ambas son mujeres, por lo que todavía no pueden.
—Bien, ya lo tengo.
Ella levantó las manos en señal de rendición.
—También saldré con un sirviente. Es muy difícil vivir como mujer.
Dejó atrás al cochero de cara roja. Mientras evitaba los ojos de las sirvientas mayores, Carynne fue a llamar a Donna, que dormitaba en un rincón de las habitaciones de las sirvientas.
Diálogo moderado, humor corriente, el lloriqueo de siempre, un final sencillo.
Helen, el ama de llaves, envió a Donna con Carynne con un suspiro.
«Tengo mucho trabajo que hacer, ¡pero tú vas a salir a jugar!» Mientras tanto, Bowen miró la hora mientras usaba su sombrero, enfatizando que deberían regresar antes de la hora de la cena.
—¡Apresúrate!
Con voz emocionada, Carynne llamó a la criada y al asistente y se dirigió hacia el carruaje.
Era la enésima vez que iba a esta salida, y el viento refrescante acariciaba su cabello. El aire era limpio y fresco. La ayudaron a subir al carruaje y vio a Donna corriendo con una cara emocionada. Bowen caminaba a un ritmo más lento detrás de ella, luciendo más digno.
Junto con la sonrisa de la niña, su brillante voz se acercó al carruaje. Cuando escuchó esto, Carynne hizo el esfuerzo de levantar las comisuras de sus labios. El cambio era divertido. Ella sonrió.
Después de un poco de esfuerzo, apenas pudo mantener una sonrisa antes de que Donna subiera al carruaje. Hizo un alboroto mientras se sentaba y miraba por la ventana, diciendo que estaba deseando el viaje.
Carynne también miró por la ventana y murmuró que también estaba emocionada.
La historia había cambiado. Esto era algo por lo que ella podía estar feliz. En este viaje, siempre había salido con Nancy. ¿Qué tan diferente sería el diálogo simplemente cambiando a la criada que la acompañaba? Habría nuevas líneas. Tal vez ella podría ir a un lugar nuevo. Incluso el océano que anhelaba ver.
Este viaje fue importante. El “incidente incitador” y la “primera reunión” tendrían lugar durante esta salida. Después de eso, el hecho de que el cochero fuera regañado y despedido era muy trivial.
«¿Cuál es el nombre del cochero otra vez?» Carynne no se molestó en pensar más, de todos modos no recordaba el nombre. Después de este breve diálogo, era un personaje que ya no aparecería en la historia.
Pero ella sabía una cosa.
Carynne cerró los ojos. Y después de un conteo, dejó escapar un largo suspiro.
El cochero originalmente se sonrojó mientras miraba a Nancy.
Siempre. Durante más de cien años.
El negocio era próspero.
Donna nació y se crio en esta área, y cuando llegaron, sus ojos se abrieron como platos, diciendo que no era así hasta hace un rato. No había ningún camino como ese allí antes, más bien, era un basurero.
Dondequiera que fueran, estallaría en exclamaciones. Las mejoras se estaban volviendo locas rápidamente. Efectivamente, la familia Evans, que no había estado aquí por mucho tiempo, continuó su cacería diligente.
—Mira allí, Dios... Un circo tan grande vino a esta ciudad.
—Cierto.
En lugar de elegir la casa Hare, la familia Evans estaba tratando de tomar el territorio por sí mismos. Era por eso que el feudo se estaba desarrollando a un ritmo tan loco gracias a la enorme riqueza y las habilidades que Evans estaba derramando.
Los residentes del feudo estaban desconcertados, pero no podían apartar la vista del entretenimiento y la riqueza que se les brindaba, y en secreto comenzaron a favorecer a la familia Evans.
Incluso Donna, que no podía ocultar su hostilidad hacia la familia Evans, mostró tanta emoción por el espectáculo que estaba viendo. Ella le rogó a Borwen.
—Disculpe... Señor Borwen...
—…Sí.
Cuando las dos chicas miraron a Borwen con ojos brillantes, se vio obligado a comprobar la hora una vez más y compró un boleto, recordándoles una vez más que no deberían retrasarse en regresar.
—Todavía falta un poco de tiempo, así que miremos un poco más alrededor de la ciudad —dijo Carynne.
—Sí.
El número de personas aumentó, y el anciano padre de Carynne, que no era bueno en los negocios, y su torpe prometido estaban siendo devorados por los furtivos comerciantes de la ciudad. Ella ya sabía sobre esos hechos, pero no estaba pensando en interferir en esta vida.
Muy suavemente, la casa Hare se estaba arruinando. Eso era solo una cosa menor para Carynne esta vez. La familia quebraría, todo sería incautado, sus comidas serían miserables, Dullan regresaría al monasterio en las montañas y el desolado señor del feudo moriría en agonía.
Fue una tragedia lo suficientemente buena que se sumaría a la lamentable belleza de la protagonista femenina.
—¡Las calles están muy llenas!
Borwen siguió apresuradamente a las jóvenes, que corrían entre la gente en la calle. Cuando Carynne y Donna eligieron esto y aquello, Borwen fue quien pagó y llevó las cosas. Luego, cuando volvió a levantar la vista, de repente ya estaban en otra tienda a lo lejos.
El asistente fue rápidamente drenado de su energía.
—Tsk, tsk. Seguramente, los hombres que solo hacen cosas convenientes solo tienen esa cantidad de energía.
Donna sonrió cuando entró primero en la tienda del sombrerero, seguida por Carynne. Sin entrar a la tienda, Borwen esperó afuera; era incómodo para él entrar porque la tienda vendía solo artículos para mujeres.
Lleno de telas ondeantes, decoraciones armoniosas y varios sombreros, era un lugar que inducía a la emoción. Además de los sombreros, también vendían accesorios económicos y herramientas de costura.
Carynne era la hija del señor feudal, por lo que no "compraba" cosas exactamente. Los mejores artículos eran entregados primero al señor. En lugar de abrir sus propias tiendas de esta manera, las mejores costureras y los trabajadores más calificados debían ser empleados por la mansión.
Sin embargo, a excepción de la calidad real de los artículos, descubrió que había un encanto único en andar así. Era un tipo diferente de diversión. En lugar de comprar cosas para sí misma, cuidaba a sus sirvientes o les compraba cosas.
Entre pliegues de tela, susurró Donna mientras miraba por la ventana de la tienda:
—Los asistentes masculinos no hacen mucho, y solo son molestos porque solo intentan verse geniales.
—¿En serio?
—Sí.
—Pero todos los asistentes hacen trabajo físico, ¿verdad?
—¿Traer té, llevar equipaje o abrir las puertas cuando hay invitados?
—¿Por qué estás tan molesta?
—Hay montones de trabajo, pero mira. Vinimos a esta salida gracias a la señorita.
Se puso un sombrero y se dio la vuelta.
—Eso no.
Donna se puso hosca y cogió otro sombrero. El sombrero azul cielo de ala grande se veía bastante bien en el cabello castaño de Donna. Mientras se miraba en el espejo, sonrió como si lo supiera, pero Carynne negó con la cabeza.
—Este próximo verano será bastante caluroso, por lo que un sombrero canotier sería mejor que un gorro hecho de tela. El ala del gorro cubriría tu rostro, pero la tela lo humedecería, por lo que tu cabello se pegaría al sudor.
—¿Este próximo verano?
Para ser exactos, no podía compararlo con “otro verano” porque no conocía ningún otro. Sin embargo, ella sabía que los sirvientes, los comerciantes y todos los demás rodarían a escondidas por el calor mientras se arremangaban y salían sin usar ropa interior.
—Sí, eso es lo que dije. De todos modos, ¿qué piensas de Borwen?
—No es que no me guste el señor Borwen.
Comparando el sombrero azul cielo con el sombrero canotier hecho de paja, Donna miró al asistente.
—Es solo que… creo que hay demasiados sirvientes en la mansión en comparación con el número de sirvientas. En realidad, los asistentes hacen menos que las sirvientas, ¿verdad? Las mucamas tienen mucho que hacer durante el día, como lavar platos, preparar comidas, limpiar y cambiar las sábanas. Mientras tanto, todo lo que los asistentes tienen que hacer es vestirse, abrir la puerta y, a veces, llevar equipaje, pero, meh. Incluso les pagan más.
—Es eso así.
¿Se debía a la vanidad de su padre? O tal vez era producto de la construcción del mundo de una novela romántica. En su mente, lo que quedaba de las palabras que describían la vida de Carynne fue un recuerdo tan antiguo que quedó reducido a cenizas.
Los recuerdos estaban grabados a fuego en su cerebro como si hubieran sido quemados por las llamas, e incluso después de cien años, latían mientras revelaban su existencia.
No parecía haber nada como el número de sirvientas escrito en el guion. Cuando soltó una risita, agitó una mano cuando Donna la miró extrañada.
¿Debería llamarse a esto un error? Pero era demasiado grandioso etiquetar la mala gestión de su padre como un error divino.
—No hace mucho tiempo, Sera dijo que la señorita Isella la regañó mientras entregaba un telegrama. ¡No es como si nos estuviera pagando ni nada!
«Dentro de unos meses, te dará tu sueldo.» Carynne volvió a reírse. Para ser una doncella, Donna tenía una boca un tanto temeraria. ¿Era porque todavía era joven y porque originalmente estaba a cargo de la lavandería?
Sin embargo, era más satisfactorio tener nuevos diálogos para eliminar el aburrimiento. Traer a Donna a este viaje también tuvo una recompensa como su parloteo.
—¿Qué sucedió?
—Mientras entregaba la carta, Sera fue regañada por darla con las manos en lugar de ponerla en una bandeja.
—Oh.
—Es como si ella detestara incluso tocarnos, Dios mío.
—Oh cierto, no tenemos bandejas para cartas.
—Uh… N-No es eso… Oh… Me disculpo.
Habiendo conocido a la condesa, Carynne sabía cuántos nobles pensaban que era una falta de respeto tocar sus cuerpos, pero no quería contárselo a Donna.
En lugar de informarle amablemente sobre cómo funcionaban las diferencias de clase, Carynne culpó a su propia pobreza. En un campo como estos, había leyes y costumbres insulares, por lo que no tenía sentido dar tal consejo.
—Bromeo.
—Oh…
—Jajaja.
—...Oh.
Aunque fue incómodo, los dos se echaron a reír.
Al final, las personas del mismo género pasaban la mayor parte del tiempo cerca. Incluso comparando el tiempo dedicado al diálogo, Carynne pasaría más de la mitad de la novela con Isella en lugar de con Raymond.
Sin embargo, la importancia de Raymond como personaje era naturalmente mayor en comparación con Nancy, Donna e Isella. Incluso la importancia de Dullan era mayor que la de las sirvientas, ya que se trataba de una novela romántica.
—En su lugar, agreguemos un poco de tela decorativa en el sombrero canotier. No flores, cintas.
Pero esta vez, Nancy como personaje se había vuelto más prominente. “Ahora mismo”, en lugar de Raymond, Nancy cautivó más intensamente el día a día de Carynne.
Cada vez que abría los ojos por la mañana, veía el rostro de Donna, no el de Nancy, y sentía una sensación de logro.
Anteriormente pensó que era un cambio sin sentido porque todas las sirvientas eran iguales, pero como Donna era solo una sirvienta de lavandería que nunca había sido una sirvienta personal, las puntas de sus dedos no eran tan suaves como las de Nancy. También era un poco tonta, pero alegre, y a Carynne le gustaba la inocencia de la chica de dieciocho años.
Sobre todo, estaba orgullosa de haber logrado cambiar los personajes.
Entonces, mientras le daba tiempo y afecto a Nancy o Donna, Carynne disfrutaba pensando en cortar el estómago de la criada con un cuchillo en un momento dado.
Aunque podría ser considerada como alguien malvada, su hermoso corazón no era una mentira, por lo que no había nada de qué preocuparse.
—Eso no.
—Bien…
Pero esta vez, la bufanda que Donna recogió realmente no le quedaba bien, así que Carynne simplemente la detuvo por esa razón. Parecía la bufanda de una anciana, pero aún así, Donna no la soltó.
—De ninguna manera, ¿realmente vas a elegir eso...?
—¿Eh? Ah, ¿no se ve bien?
—No es así. En absoluto.
—En realidad, ¿por qué no se lo damos a la señora Deere?
—¿Quién?
—¿Eh?
—¿Odia a esa señora Deere?
—No, no es así... Señorita, es la señora Deere.
«Quién diablos.»
Carynne estaba confundida.
En el momento en que Donna preguntó por qué no sabía quién era, el rostro de Carynne se puso rojo. Repasó los personajes en su mente: los sirvientes de la mansión, la gente del pueblo que conocía, incluso la gente de la alta sociedad que Donna no conocía. Pero no había nadie llamado señora Deere.
Al ver que Carynne estaba nerviosa, Donna se rio como para burlarse de ella.
—Ay, señorita. Fue su tutora privada durante unos ocho años.
—¿Tutora privada?
Ella no podía recordar. Donna se sorprendió más al ver la expresión nerviosa de Carynne.
—La señora Deere… Eso, la tutora de etiqueta y baile que tenía la señorita… Realmente no sé mucho sobre eso, pero… Ella le enseñó a la señorita esto y aquello. ¿De verdad no se acuerda?
—Ah, ah. Ah... señora Deere.
—Sí, sí. Pensé que la señorita vino aquí a propósito porque la señora vive cerca.
No había forma de que simplemente no lo recordara. Carynne no tenía esa memoria. Estaba un poco desconcertada porque había vivido como “Carynne” durante más de cien años, pero solo era un año que se repitió sin fin.
Un tutor privado. Sabía que la habitación de un tutor estaba conectada con la habitación de un niño, pero estuvo vacía durante mucho tiempo, por lo que no tuvo necesidad de entrar.
Pero incluso hace más de cien años, no existía un tutor para “Carynne”. No, después de haberse convertido en Carynne.
No había forma de que la hija de un señor feudal solo viviera con una sirvienta y sin un tutor. Al igual que los hombres, a las mujeres se les enseñaban artes liberales, aunque no continuarían sus estudios en un monasterio o en una universidad. Estas eran cosas que Isella o doncellas como Donna no podían enseñar.
—No ha pasado tanto tiempo, pero se siente raro porque la persona que siempre ha estado allí ya no está. La señorita también la veía todos los días, ¿verdad?
—Sí, han pasado unos cien años.
—¿Disculpe?
Al ver cómo Donna se reía, Carynne dijo además que no era de extrañar que no recordara. Pero, por supuesto, Donna siguió riéndose y dijo:
—Ciertamente.
En cien años, Carynne nunca había oído el nombre de la señora Deere. Dejó la mansión Hare antes de cumplir los diecisiete y nunca entró en esta tienda con Nancy.
Para Donna, fue hace solo unos años, pero para Carynne, fue hace más de cien años. De hecho, ella nunca lo experimentó.
A pesar de que la tutora había estado en la mansión durante ocho años, no se la volvió a mencionar porque no era un personaje importante.
Carynne no pudo evitar admirar lo hermosa que era una vida impredecible.
Una novela era sólo una novela. Los numerosos encuentros y los innumerables eventos normalmente no eran importantes, pero tenían prioridad en la vida de Carynne.
Ella endureció su expresión para que su emoción no se filtrara.
—Bien, entonces, ¿qué sería bueno para darle?
—Todavía es joven, ¿no sería bueno el rosa?
—¿En serio?
Carynne preguntó por la señora Deere mientras elegía una cosa u otra, guardándose las palabras. Donna habló mucho sobre la tutora como debería, pero Carynne obtuvo menos información de la que pensaba.
La señora Deere era amiga de la madre de Carynne. Anteriormente era de clase media y trabajó como tutora de Carynne durante ocho años. Al igual que la mayoría de los tutores, ella era de una estatura diferente en comparación con las sirvientas, por lo que pasaba el tiempo principalmente con Carynne y el señor feudal y la señora.
Se dice que después de la muerte de la madre de Carynne, la tutora renunció a su trabajo y recibió una pensión para su sustento diario. Además, tenía una relación particularmente mala con Nancy.
—Señorita, ¿escuchó que Nancy era gitana antes de convertirse en sirvienta?
—Um… creo que lo hice…
—Entonces la señora trató de echarla porque pensó que Nancy era alguien sucio.
—Oh, Dios mío.
—Es por eso... Oh, ¿por qué no vamos a la puerta de al lado?
De todas las cosas, Carynne estaba rígida y se sentía un poco nerviosa. No sabía nada sobre esta persona que supuestamente veía todos los días durante ocho años, por lo que no podía prepararse para nada. Ella se vería extraña. Sin embargo…
Mientras dudaba porque no podía pensar en una buena excusa, afortunadamente, Borwen entró en la tienda en ese momento. Era hora del acto de circo.
—Es realmente feo.
—¿No es así?
—Donna, cállate.
Ignorando las palabras de Borwen, Carynne habló ansiosamente con Donna sobre el mono y comentó sobre su fealdad. No podía creer que existiera un animal tan feo.
Carynne nunca había estado en el circo durante esta escena de “salida”.
Cuando salía con Nancy, no era durante este día, así que en ese entonces veían presentaciones de bandas o músicos callejeros. No fue a la tienda de un sombrerero, ni fue al circo.
Todavía pensaba que era bueno matar a Nancy, pero en la siguiente iteración, decidió venir aquí nuevamente con Nancy porque era muy emocionante. ¿No era un espectáculo muy divertido de ver? Nancy también debería ver esto.
—Nancy... a Nancy también le gustaría este tipo de cosas, ¿verdad?
—¿Perdón?
—Estoy hablando de Nancy.
—¿Habría alguien que odiaría ver esto? Oh, pero no sé sobre Nancy. Ella es gitana por naturaleza, ¿así que tal vez ya haya hecho esto antes?
—¿Qué tal si disfrutamos mirando en silencio? —comentó Borwen .
—Terminé, tsk —respondió Donna.
Ahora que lo pensaba, Carynne no sabía mucho sobre Nancy. Cierto. ¿Había hecho alguna vez algo así?
Aun así, en lugar de un uniforme de sirvienta, a Carynne le resultaba difícil imaginarse a Nancy con ropa reveladora junto a las otras mujeres, haciendo trucos en el aire. Siempre había usado el mismo atuendo de sirvienta.
Una mujer con cabello rubio platino sonrió y agitó su mano. Su rostro brillaba con mucho maquillaje, pero Carynne desvió la mirada hacia los músculos firmes de la mujer. Trató de imaginar cómo se vería la cara de la mujer debajo del maquillaje.
Entonces la mujer se lanzó por los aires. La altura era quizás de tres pisos sobre el suelo, pero no se podía ver ninguna vacilación de ella.
Ella se tiró así antes. También era tan alto. Rezó por una muerte rápida. La mujer ahora estaba revoloteando. Su forma, mientras caía, era muy hermosa. Ella estaba sonriendo. Cuando la mujer cayó, Carynne lloró.
—¡Kyaaa!
Ruido sordo.
Poco después de una rotación, el hombre que esperaba en el fondo la atrapó y la arrojó hacia arriba. Ella brillaba, como un pájaro blanco. Una vez más, alguien desde arriba también la atrapó.
Carynne había estado cayendo sin parar. Lo que le esperaba en el fondo no era un avivamiento, sino el hedor a sangre sucia y la terrible expectativa de un libro que se cerraba. No había mano para sostener. Ella solo cayó sin cesar.
—Realmente pensé que se caería.
—Yo también.
En realidad, ella realmente lo esperaba.
«Que te rompan el cuello, que la tragedia comience de nuevo.»
El “incidente incitador” ocurriría hoy de todos modos. Entonces, ¿no estaría bien si se cayera? Carynne estaba decepcionada. Y sintió la emoción desconocida de los celos hacia el circo: que la gente viera la muerte ante sus ojos, que escuchara su risa mezclada con la de ella.
—Ugh…
«No lo pienses. Simplemente disfruta de la vista frente a ti.»
Era la primera vez que veía esto, así que sería una pena que no se deleitara con la vista. A diferencia del bucle anterior, Carynne pudo sentarse aquí en el mejor asiento, disfrutando del espectáculo con bebidas porque esta vez estaba de excursión con los sirvientes. Ella no se escapó.
—No se puede beber algo tan fuerte durante el día. Y especialmente tú, Donna, todavía tienes más trabajo por hacer una vez que regresemos —regañó Borwen .
—Uwah… esto… es demasiado…
—Entonces me conformaré con una cerveza —dijo Carynne.
—Bien.
Borwen llamó a un empleado que pasaba, de quien obtuvo un vaso lleno de cerveza.
—¿Qué hay de mí? —Donna le preguntó a Borwen.
—No.
—Jaja…
—¡A continuación, el orgullo de nuestro circo! ¡Por favor den una cálida ronda de aplausos!
—Guau…
—¿Qué es eso?
Los vítores rugieron a su alrededor, y los acompañó un sonido sordo y pesado.
Entró un extraño animal.
Era un animal gris gigante. Era una bestia sobre la que solo había leído en novelas, por lo que su boca se abrió automáticamente.
Había una parte lujosa que estaba hecha de marfil, pero estaba sobre un animal vivo. Su color gris en todo su cuerpo grande no parecía coincidir en absoluto con el marfil de color claro. La imagen de un animal enorme y elegante en la mente de Carynne, que vagamente imaginaba, se rompió.
—Este animal es una bestia llamada elefante, y usa su nariz como si fuera una mano. ¡También bebe agua con la nariz! No encontrarías ningún otro animal que beba agua con la nariz. ¿A quién le gustaría probar?
—Pero morí por el agua que me entraba por la nariz en ese entonces.
—¿Disculpe? ¿Qué tonto moriría así?
—...Cállate y solo observa.
Era un animal extraordinario que era completamente diferente de los animales habituales que aparecían en el feudo, como ciervos, pájaros y jabalíes. No tenía pelaje y sus orejas eran más grandes que un tambor gigante.
No tenía el color elegante que ella imaginaba, pero aun así tenía un encanto peculiar.
El elefante realizó varios trucos para demostrar cuán inteligente era, y mientras movía la nariz, era un movimiento completamente diferente que se podía ver en comparación con otros animales. Como si fuera una mano, la nariz se usaba para recoger y dar cosas.
Entre la audiencia que vitoreaba, Carynne también extendió su mano. Quería tocar su larga trompa.
—Es peligroso. Por favor, no hagas eso.
Borwen retiró la mano de Carynne.
Irritante. Las escenas estaban destinadas a suceder y la gente estaba destinada a morir. Por supuesto que era peligroso para Carynne. Pero la muerte era algo trivial para ella. Aquellos que interferían en las cosas que ella hacía no eran más que obstáculos para su entretenimiento. Retiró la mano y se acercó al animal una vez más.
Hizo contacto visual con el elefante. A Carynne le pareció interesante que los ojos de la gigantesca bestia fueran tan pequeños. Y por un breve momento, ella sonrió.
El gran elefante entonces se acercó a ella. Carynne extendió la mano. ¿Iba a estrecharle la mano con la nariz?
—¡Este bastardo!
Sus pasos no se detuvieron.
El entrenador notó el comportamiento inusual del animal. Apuñaló al elefante en el costado con una pequeña lanza. Luego, mientras brotaba la sangre, una mujer gritó al verlo.
Sin embargo, a pesar de que su gruesa piel fue perforada, el elefante no dejó de dar un paso adelante. El entrenador lo apuñaló con la lanza de nuevo, pero el arma se cayó en poco tiempo.
Los estruendosos pasos continuaron por el escenario. La bestia se acercó a los asientos del público y se acercó a ella. Carynne se llenó de alegría. Alguien más en la audiencia finalmente se puso de pie, gritando, pero ya era demasiado tarde.
El entrenador gritó y bloqueó su camino, desviando su atención, pero no tenía sentido. Ya no podía detener al elefante.
—¡No puedes!
—¡AAAAH!
Sonidos horribles. Salpicaduras de sangre. El hombre que empuñaba la lanza, aplastado.
Por unos segundos, la impactante vista paralizó a la multitud en un silencio ensordecedor.
Nadie se movió. Hasta que el cabecilla gritó.
—¡Salid de ahí ahora mismo! ¡Rápido!
Entonces, los gritos llenaron el aire rápidamente. La gente corría hacia la pequeña salida. Sin embargo, aquellos que estaban abrumados por el miedo se atascaron y colapsaron.
En un abrir y cerrar de ojos, se estaban agarrando por el tobillo. Las sillas cayeron al suelo y quedaron abandonadas.
Un pandemonium se desató en esa carpa de circo. Era un infierno viviente.
—¡Señorita! ¡Por aquí!
Borwen se puso de pie y quitó las sillas que bloqueaban el camino frente a Carynne y Donna. Sin embargo, los buenos asientos que tenían estaban demasiado lejos de la salida.
Cualquier silla o cualquier persona era demasiado pequeña en comparación con el elefante, por lo que la bestia gigante continuó hacia Carynne sin ninguna interferencia. Había un miembro del personal del circo bloqueando su camino, pero el elefante simplemente lo barrió con la trompa y siguió avanzando.
Nada podía detenerlo. Carynne se quedó mirando al elefante. Esa trompa era bastante fuerte. Ella se maravilló.
—Ah…
—¡KYAAAAA!
Un niño había estado señalando al elefante con entusiasmo, pero los huesos del niño pronto se aplastaron cuando el elefante se acercó. Su pie pesado también aterrizó en una mujer, que había tratado de sacar al niño del camino. Se rompieron más sillas.
El elefante se acercaba rápidamente todavía. Carynne levantó la cabeza. Borwen estaba bloqueando a Carynne y Donna. Su corpulento cuerpo avanzó lentamente, y el animal y Carynne se miraron a los ojos una vez más.
El elefante se arrodilló. Carynne aún no se había acercado.
Ella sonrió.
Alguien le tapó los ojos.
Sucedió junto con un tremendo rugido, y Carynne quiso clavar sus uñas en la mano que estaba sobre sus ojos.
«¡Cúbreme los oídos, idiota!» Sin embargo, en lugar de soportar el fuerte sonido, tuvo que taparse los oídos de inmediato.
Aun así, el zumbido en sus oídos la molestaba. Hubo un '”beeeeep” agudo sacudiendo su cerebro. Entonces, escuchó otro disparo.
«Es ruidoso, basta, ¡dije que es demasiado ruidoso! Para. ¡Déjalo!»
Los gritos de su corazón no se podían escuchar.
El olor a pólvora asomaba por la punta de su nariz, y cuando abrió los ojos, tosió.
—Ah…
Como se esperaba. El elefante estaba justo frente a ella, la sombra de su enorme cuerpo la cubría. Su cuerpo gris tenía agujeros y sangre esparcida por todas partes. Como era de esperar, tampoco se pudo evitar. Carynne se acercó a él.
Incluso un animal grande como este, incluso si tuviera una fuerza tan grande. Su vida terminó levantando cosas y aplastando personas. Docenas de balas estaban incrustadas en su piel, pero cuando se detuvo después de dar el primer paso, vio el disparo preciso en el medio de su cabeza.
Era obvio quién lo hizo. Este tipo de papel no se le dio a cualquiera.
Carynne se acercó al elefante. Su aliento aún no se había detenido. Pero incluso con tratamiento, no parecía que pudiera sobrevivir. En lugar de una cuestión de tratamiento, a un animal que había dañado a los humanos no se le permitiría vivir.
Su piel era gruesa. Así que las balas también podrían perforar este tipo de piel. Incluso si no lo hubiera tocado, podía sentir su calor. Carynne extendió la mano. Quería tocar su larga nariz.
—¡Un paso atrás!
Alguien... no, Carynne sabía quién era.
Él la agarró del brazo bruscamente y ella tropezó al caer hacia atrás. Los nobles también arruinaban la diversión en un lugar como este. Este hombre era el escudero de Raymond, Xenon. Estaba aquí, así que, por supuesto, este tipo también. Una vez más, esta vez, él estaba aquí. Simplemente no era divertido…
Carynne miró hacia donde provenía el sonido inicial de un disparo.
Él estaba aquí. El diablo dorado. El tirador con balas mágicas.
Raymond.
Su amante durante más de cien años. Su protagonista masculino. Su caballero.
El hombre que ni siquiera conocía su rostro en este momento.
La distancia entre ellos era bastante grande, pero no había forma de que ella no pudiera reconocerlo.
No había forma de que él tampoco se fijara en Carynne.
Ella se alejó. “Ahora” no era el momento de prestarle atención. Si él hubiera estado lo suficientemente cerca cuando la ayudó, Carynne le habría expresado su gratitud, pero como la ayudó desde lejos, ella "no lo sabía" y dejó de importarle.
Así fue el primer encuentro. Pero más que Raymond, Carynne quería ver al animal que tenía delante, ver cómo se movía el morro antes de morir.
Xenon agarró bruscamente el hombro de Carynne. Al ver su mano sobre ella, ella habló.
—Déjame ir.
—Jod… Quítate del camino, mujer.
—Perdonaré tu insolencia. Pero tú eres el que necesita salir del camino.
Borwen luego se apresuró y se paró entre Xenon y Carynne.
—Gracias por solucionarlo. La señorita todavía es joven, así que…
—¡Maldita sea, entonces edúcala mejor! ¡Fuera de mi camino!
Cuando Xenon le respondió bruscamente al sirviente, sabía que era la chica la que se molestaría, así que simplemente cargó su arma sin decir nada más. Carynne volvió a taparse los oídos. Y Xenon lo remató.
—Soy un lacayo de la mansión Hare, Borwen Lewis.
—Xenon.
—Ah…
—Solo soy un cazador, así que puedes estar tranquilo.
—Por favor, no digas eso. En nombre de Milord, me gustaría expresarle mi profunda gratitud por salvar a la joven y por encargarse de la situación. Permítame extenderle el honor de invitarlo a la residencia. Se le dará la recompensa que le corresponde.
—¿No debería ser tu señora la que diga eso?
Ante los siguientes comentarios sarcásticos, Borwen se volvió rápidamente hacia Carynne.
Sin embargo, no se pudo encontrar a Carynne en ningún lugar dentro de la carpa del circo.
—¡Donna! ¡DONNA! ¡¿Dónde está la señorita?!
—Ah, en serio. Ahora es un niño desaparecido el que hay que buscar… Esa joven está haciendo todo tipo de cosas molestas.
Xenon se encogió de hombros y en su lugar miró hacia el lugar donde estaba parado su maestro. Xenon no podía verlo bien, pero su maestro, a su vez, lo vería claramente.
Era un francotirador con excelentes ojos.
—Ah…
Carynne escapó y corrió a un callejón que parecía un laberinto. Cuántas veces había dado la vuelta a estos complicados caminos. Si no fuera ahora, sería difícil tener otra oportunidad de moverse por su cuenta, por lo que tenía que alejarse de allí rápidamente. Su respiración entrecortada se calmó mientras caminaba por el callejón oscuro.
Se alejó mucho de Raymond, y Borwen estaba distraído y la multitud de personas que estaban allí lo detendrían, por lo que no estaría tras su rastro. Ella no podía perder esta oportunidad. No habría otra oportunidad de moverse de forma independiente en el futuro cercano. ¿Sería capaz de encontrarse a solas con esta persona llamada señora Deere?
—Tal vez hoy sea diferente.
Después de todo, también vio un animal que no había visto en cien años hoy.
Pensó en la muerte del enorme animal. Era una bestia misteriosa que solo aparecería en cuentos antiguos. Después de vivir en un país más cálido desde muy lejos, el misterioso animal aplastó a todas esas personas solo con sus patas, como si fueran insectos que mueren aplastados entre las páginas de un libro. Muy parecido a ella.
—Urk .
Tenía náuseas. No era culpa, pero extrañamente se sentía mal. ¿Camaradería? ¿Empatía? Carynne trató de ponerle una palabra, pero nada realmente encajaba.
Aún así, este día le hizo estar segura de que muchas cosas habían cambiado. Ver cosas que nunca había visto, personas muriendo cuando aún no deberían hacerlo. Si la ausencia de Nancy había cambiado tanto, tal vez esta era una oportunidad para saber más sobre la situación en la que se encontraba.
La casa de la tutora estaba al lado de la tienda del sombrerero. Cuando se abriera un nuevo camino como hoy, ella podría ir a la casa de la señorita Deere antes de que la siguiente secuencia de eventos se grabara en piedra.
—Ah.
Ella dejó de caminar.
Si fuera más lejos, este era un callejón donde estaría “en peligro de agresión sexual”. Pero aún no era el momento, ¿verdad? Miró a la luna. No, aún no. Era difícil llamar a esto una vida, pero debido a que ella había vivido eventos similares, podía predecir el futuro de la novela hasta cierto punto.
Incluso si la trama se mezclaba aquí y allá, si Carynne estuviera en peligro durante esta salida, Raymond vendría y la salvaría. Era lo mismo que cuando regresaba después de morir.
La progresión de la trama más ligera y común era que Carynne mirara actuaciones callejeras con Borwen y Nancy. Luego, alguien tocaría el trasero de Carynne, pero Raymond lo atrapaba y lo detenía. Si fuera más serio, entonces en este callejón...
—¿No eres bonita? ¿Cuántos años tienes?
Comenzaría con coquetear así. Carynne observó al hombre recitar frases cliché de las que ya estaba cansada. Había pasado un tiempo desde que vino a este callejón. ¿Hace doce años? No, ¿trece años?
—No hagas esto.
—¿No hacer qué? ¿Qué hice?
Carynne estaba presionada contra una pared. Había una mano agarrando su cabello. Su aliento olía asqueroso. La pierna derecha del hombre presionaba contra su muslo.
—Oh, estás en muy buenas condiciones, ¿eh? Tienes buena dentadura y piel clara. Estoy seguro de que la mitad inferior es lo misma, ¿verdad?
—Como bien, duermo bien y también me baño bien.
—Mira a esta chica respondiendo.
Mientras se reía, otro hombre bloqueó el callejón para que Carynne no pudiera escapar.
—Oye, ¿no parece una hija de una familia rica?
—Déjame probar a mí también.
La parte inferior del cuerpo del hombre estaba bastante hinchada. Por alguna razón, recordó al elefante de antes.
—No.
—¿Porque te gusta?
—¿No sabes en qué tipo de situación estás?
¡Un elefante, un elefante! Carynne no pudo contener su alegría.
—Él… jejeje…
—Parece que está loca.
—A quién le importa, no es que tu esposa no lo esté.
Su ropa estaba rota. A Carynne le pareció bien teniendo en cuenta que vestía su ropa más barata.
Hubo una iteración en el pasado cuando ella fue al bosque. Fue una época en la que tenía miedo incluso de conocer a Raymond. Entró en el bosque con la esperanza de una vida sin amor, sin conocer a nadie, sin morir.
Y después de eso, nunca más fue al bosque. Los peligros del bosque eran diferentes a los peligros que enfrentaba en la ciudad. Carynne había sido apuñalada por un colmillo de jabalí. Y Raymond la salvó.
En ese momento, Carynne estaba internamente molesta mientras pensaba: “¿Por qué esta persona está aquí y no en la ciudad?” Independientemente de lo que sintiera, Carynne finalmente tuvo que tomar muchos analgésicos y otros medicamentos, y se acercó a Raymond para morir. Finalmente, sufrió una recaída con la herida de arma blanca y murió.
—Ah, es molesto incluso pensar en eso. No puedo creer que esto esté sucediendo. La próxima vez, no iré por este camino y simplemente iré a otro lugar.
—¿La próxima vez? Es demasiado tarde para eso, su señoría.
El hombre se rio al escuchar las palabras de Carynne. ¿A qué se refería con la próxima vez? El hombre no tenía intención de darle tal oportunidad. Pero Carynne lo negó. Parecía que estaba hablando consigo misma porque su tono era muy casual.
—¿Eh? Oh, no, no lo es. No es demasiado tarde.
Ante el desarrollo impredecible de la conversación, la expresión del hombre se distorsionó mientras se golpeaba la cabeza con un dedo.
—¿Qué está diciendo esta perra loca?
—Oye, deja de hacer cosas inútiles y sigue adelante. Yo también intentaré con ella.
Cuando pensó en la vez que tuvo esa herida, la ira de Carynne aumentó.
—Piénsalo, Hans. ¿No te enfadarías si fueras tú?
—¿Q-Qué? ¿Por qué sabes mi nombre…?
—No, no. No le hagas caso a eso. Eso no es importante.
—Qué diablos, Hans, tú...
—Tienes una esposa. ¿Creo que a ella no le importó cuando te dispararon y moriste? Se volvió a casar al cabo de un mes.
—¿Qué?
—Yo sé, verdad. Estás enfadado también, ¿no? Ahora que lo pienso, también me enoja. Dullan rompió conmigo después de verme besar a otro chico. Claro, eso es todo, pero si aprendiste algunas prácticas médicas, ¿no deberías ser justo con todos? Pero estaba molesto porque no me casé con él, así que ni siquiera me trató apropiadamente, no sé. Habría muerto al final de todos modos, pero... No, eso no es importante, de todos modos. Es mejor si hay menos pus en la herida. Los primeros auxilios son importantes, entonces, ¿de qué sirve que Raymond traiga al mejor personal médico? Ahí es cuando ya es demasiado tarde. Ese tipo se rindió conmigo de inmediato solo porque me convertí en la mujer de otro hombre, ah.
—H-Hans, esta perra está realmente loca…
—¡Cierra el pico!
El puño del hombre chocó contra la cabeza de Carynne.
«Duele.» Pero Carynne sacudió la cabeza una vez y luego volvió a levantar la vista. No pudo reprimir el impulso de hablar.
—Ah, Thomas, tu hijo será un lavaplatos en nuestra casa. Pero es muy malo en eso. La última vez, ah, de lo que estoy hablando ahora es de la vida anterior en esta novela. En este momento, tu hijo está ocupado ayudando al dueño de la panadería. Que lamentable. Así que estoy pendiente de ese chico. Muy pronto, morirás de una ETS.
—¿Q-Qué? Esta hija de puta…
Su cabello fue agarrado.
—Hans, ¿sabes lo difícil que es mantener este cabello? Es la obra maestra de Nancy.
—¡Muere!
Mira cuidadosamente.
Carynne se tapó los oídos. Porque esta vez, anticipó que estallarían disparos.
—...Keuf.
—Ja, ja.
—Tú eres él…
«¿Qué es esto?»
Ella no escuchó ningún disparo. La cabeza de Carynne fue golpeada contra una pared y vio a Thomas sacar un cuchillo. ¿Estimó mal el tiempo? Por lo general, después de escabullirse de Nancy, Carynne se perdería y terminaría aquí, pero...
Como era de esperar, era difícil estimar el momento adecuado porque Nancy fue sustituida por Donna. Nancy siempre estaba a su lado, por lo que era más fácil recordar el momento si solo evaluaba las acciones de Nancy. Carynne gimió.
—...Uf.
Sintió un dolor terrible atravesando su costado. Un cuchillo estaba alojado allí. Carynne estuvo a punto de gritar, pero Hans le tapó la boca.
«¡Duele! ¡Dije que duele! ¿Moriré? ¿Realmente voy a morir? ¿Tan temprano? ¿En serio?»
—Ja... ahh...
Retorció el cuchillo.
Solo entonces escuchó el sonido de un disparo. Era demasiado tarde. Ya estaba así. Carynne se sintió un poco aliviada.
«Me habían violado antes, pero nunca me torturaron.» Era así si sus familias fueran tocadas, y es sorprendente cómo las personas que habían matado y violado a otras personas todavía se sentían apegadas a sus familias. Ni siquiera amaban tanto a sus familias.
—Oye, ¿qué te hizo enojar…? Ah, ya estás muerto.
Carynne observó cómo se aflojaba la mirada detrás de los ojos de Hans. Fue una muerte insignificante para un personaje insignificante. Murió tal como vivió, como un insecto.
«Hans, golpeaste a tu esposa todos los días y la violaste así. Aun así, ¿te sentiste traicionado cuando supiste que se volvería a casar? ¿Es por eso que estabas enojado? ¿Odias escuchar sobre la vida de tu esposa después de tu muerte? ¿Este futuro que no puedes ver? O no, ¿solo estabas ofendido? Pero no quería hacerlo contigo. Tienes mal aliento.»
Y cuando Carynne vio la comida atascada en los dientes de Hans, cerró los ojos con disgusto. Carynne cerró los ojos y trató de recordar cosas agradables. ¿Qué sería bueno? Ella vio un elefante esta vez. Era la primera vez que veía uno en persona.
«Oye, tal vez tengo talento como entrenador de animales. Eso sería divertido.»
Carynne pensó en el elefante que se le acercaba. Al final, no sabía si el elefante la habría lastimado o no. En esta vida, no podía predecir cómo afectaría el elefante a esta vida.
Sin embargo, de lo que estaba segura era que la propia Carynne sería vulnerable al peligro esta vez. Isella le habría pedido, en una carta a Raymond, que la conociera, pero él se negaría al principio. Aunque, como era de esperar, vendría aquí en secreto porque estaba preocupado.
Ahora que esta serie de eventos se había llevado a cabo fielmente, era posible que Carynne esperara peligro hoy después de pelear con el cochero y mirar a su alrededor con Borwen y Nancy. Pero esta vez fue con Donna y no con Nancy.
A diferencia de Nancy, a quien le gustaba la música, la muy curiosa Donna insistía en ver el circo. Así que ahora, se esperaba que el peligro ocurriera durante o después del circo.
Y el resultado fue que tanto durante como después estuvieron llenos de peligro. Carynne no esperaba que fuera tanto.
Mayor en comparación con conocer a Raymond, efectos secundarios como estos ocurrieron cada vez que Carynne tomó medidas. Después de ser rescatada por primera vez en el circo, se preguntó si debería haber terminado allí el programa de hoy. Se apresuró demasiado. Aun así, hizo lo que tenía que hacer, y eso fue tener un encuentro cara a cara con Raymond.
—…Ay.
«Mi costado está dolorido. Debería evitar elegir la ruta del circo la próxima vez.» Aún así, quería tocar la trompa, por lo que, como era de esperar, tenía remordimientos persistentes. Y como era de esperar, la codicia excesiva se lastimaría a sí misma.
Ella también quería echar un vistazo en secreto a la persona llamada señora Deere, pero no sabía que la trama sería tan retorcida. Aún así, qué vista tan maravillosa era esta. Si pudiera seguir viendo cosas como esta, pensó que estaría bien morir más de unas cuantas veces. Sentía que podía aguantar más.
—¿Estás bien?
Carynne cerró los ojos. No quería verlo ahora, a este hombre que le era tan familiar.
—No creo haber visto a alguien como tú en la policía nocturna. Ni siquiera pareces un cazador.
—... El escepticismo razonable es responsabilidad de un aristócrata, pero no deseo recomendarlo en esta situación.
Cerrando su ropa rota, Carynne trató de abrir los ojos y mirarlo con sospecha. Como si realmente sospechara de él, trató de mirarlo como si no fuera un hombre al que conocía desde hace cien años. Pero como la apuñalaron infantilmente en el costado con un cuchillo, quiso aferrarse a él y quejarse como si fueran una pareja de ancianos.
«Llegas muy tarde. Eres demasiado.»
Sin darse cuenta, las lágrimas brotaron de sus ojos incluso si no estaba actuando.
«Ser apuñalada duele. Es difícil respirar.»
—Como puedes ver, mi sangre no es lo suficientemente azul para que me llamen aristócrata. Gracias por salvarme. Pero por más que viste lo que pasó en mi situación… huk, huuk, ugh… no estoy en buenas condiciones… ugh…
Raymond presionó una mano contra su costado para detener el sangrado. Extendiendo la mano, palmeó la espalda de Carynne para calmar su respiración jadeante.
Odiaba a las mujeres que lloraban, pero para él era natural cuidar de alguien herido porque era un soldado. Presionó hacia abajo mientras la calmaba. Mientras lo hacía, fue sorprendente que estuviera consolando a una mujer joven y no a un soldado bajo su mando, pero no podía quitarle las manos de encima.
—Mi subordinado estará aquí pronto y tiene un medicamento hemostático. El carruaje de la familia Hare también ha sido llamado.
—Tú… sabes quién soy.
—Iba a visitar extraoficialmente. Pero no se pudo evitar. Soy Raymond Saytes. Si bien soy el oficial al mando de la Orden de Caballería del Cuervo, mi visita a este lugar es puramente por interés personal.
Ser un noble era realmente problemático. Ella estaba llorando de dolor, y mientras preguntaba si estaba bien, se debería llamar a un médico, pero al final, aquí estaba, incluso en su situación, se inició una consulta sobre la posición, el nombre y el propósito de la visita del otro. Esta molestia, esta angustia, este tedio. Carynne quería dejarlo todo.
—Señorita Hare, ¿se divirtió en su salida de hoy?
—¿Cuando me apuñalaron con un cuchillo?
—…Me disculpo. Eso no es lo que quise decir. Es difícil para mí consolar a alguien más porque no soy bueno con las palabras.
Raymond, un caballero, se volvió como un tonto solo frente a Carynne Hare. Por supuesto, esto era natural. Carynne suspiró. Las líneas repetitivas no eran nada divertidas. Sabía que él solo estaba tratando de consolarla y calmarla, pero si podía, quería agarrar bien ese cabello rubio suyo y simplemente tirar.
—Si bien fue una salida sin propósito, estuve atrapado dentro durante unos diez años sin emprender una aventura.
Y Carynne no tuvo más remedio que pronunciar palabras tan terribles.
—Pero es bueno que salí.
—Cierto. ¿Qué disfrutaste más?
—Vi un elefante.
—Bien.
—...Fue maravilloso, así que me gustó.
—Eso es un alivio.
Vio un animal que nunca antes había visto. Si solo fuera por esa experiencia, podría morir innumerables veces de nuevo. ¿Qué era una vida comparada con cosas interesantes?
—Tu familia está muy preocupada. Regresemos.
—…De acuerdo. Es una virtud compartir risas, pero está fuera de lugar compartir preocupaciones.
Raymond deslizó su otro brazo debajo de sus piernas para levantarla, todavía presionando su costado con una mano. Dentro del vestido hecho de tela áspera, los cordones ricos y caros cayeron maravillosamente en forma.
Como Carynne estaba envuelta en una belleza tan pintoresca, Raymond la levantó y se dirigió al carruaje. Como un novio que llevaba a su amada novia, la condujo por el camino, como si prometiera un nuevo y brillante futuro por delante.
—Ah…
Aunque nunca hubo un futuro con él en todos estos cien años, seguro que lo parecía de todos modos.
Era inútil confiar en él. Aun así, hubo un momento en que quiso seguir confiando en él.
Sus ojos se encontraron.
Bajo la luz de la luna, su cabello rubio parecía brillar como oro puro fundido, y sus dos iris también brillaban con un brillo peculiar.
Su paso era digno y no se tambaleaba ni siquiera con Carynne en sus brazos, como si fuera tan ligera como una botella de agua en la mano. Mirándolo con una expresión extraña, Carynne cerró los ojos como si se hubiera desmayado.
En este momento, él se había enamorado de ella.
Y también en este momento, todo lo que Carynne quería era que su encaje favorito no se rompiera.
—Dios, ¿finalmente volverá a pasar algún tiempo con esa llorona prometida suya, señor?
—Resultó de esa manera.
Raymond respondió con una expresión ilegible. En primer lugar, no tenía muchas ganas de venir aquí y no veía muy bien la conducta de Verdic Evans, por lo que Xenon no podía entender por qué había ido hasta aquí.
Independientemente del colapso a la ruina de su familia, Raymond nació como un noble, por lo que nunca reveló su lado débil a sus subordinados. Ese lado de él hizo que Xenon se sintiera un poco consternado por un tiempo.
Pero poco después, se preguntaría si este joven caballero tenía tales debilidades, y en lugar de albergar sentimientos como celos hacia él, decidió considerar a Raymond como alguien innatamente bendecido por los dioses. Si Xenon dejara de lado su propia opinión personal, Raymond era bastante bueno, no, era un maldito buen jefe.
Las habilidades de Raymond eran estelares. Y también era generoso en dar y justo en su juicio. Era un caballero que no practicaba la caballería como la definía la aristocracia, sino que absorbía los valores ideales que la gente común quería.
Él era un francotirador.
Xenon era el escudero de Raymond, pero era raro que un escudero como Xenon trabajara tan de cerca con un caballero, y cuando Raymond le traía agua a corta distancia, todavía se sentía reacio. Cada vez que Raymond iba a casa, distribuía directamente agua y algo de comida para los cansados caballeros, y solía desempeñar sus funciones solo.
La ocupación de un francotirador no era exactamente el trabajo de un noble. Matar a otros mientras uno mismo se escondía era considerado vergonzoso no solo por el enemigo sino también por los aristócratas en su país de origen.
Trabajo sucio. En lo que se involucraron los aristócratas durante la guerra fue en una batalla de ingenio y estrategias, y con solo palabras para usar, podían matar a numerosos soldados y apoderarse de innumerables activos.
Por otro lado, Raymond actuó solo durante la guerra, tirado en el suelo. El segundo día, cuando se arrastró hacia el campamento enemigo y le disparó al primer hijo del conde Githdin en el cuello, todos lo criticaron. Ese tipo era una celebridad. Era un compositor famoso y, por supuesto, aunque no fue por su esposa, fue a la guerra por una dama.
Al día siguiente, todos quedaron en silencio cuando le dispararon en la cabeza al conde enfurecido. Un mes después, 300 soldados enemigos se encontraron con su desaparición y todos se volvieron locos de emoción.
Seis barones e innumerables caballeros fueron asesinados. Se corrió la voz de que claramente había firmado un contrato con un demonio, y el apodo que se le atribuía se mezclaba con leyenda y envidia.
El tirador con balas mágicas.
En la primera guerra que peleó, este fue el apodo que recibió.
Tenía buenos ojos. Su carácter, su paciencia y su resistencia también fueron geniales, pero su vista fue especialmente fenomenal para Xenon, siendo el antiguo cazador que era. La vista de Raymond era comparable a la de un halcón en el cielo.
Ni siquiera usó un alcance, diciendo que había riesgo de ser atrapado si la luz se reflejaba en él. Cuando escuchó que había un problema en el circo, incluso mientras la gente salía de la carpa, inmediatamente corrió adentro para resolver la situación.
Xenon se sintió orgulloso de que la persona que era el pináculo de la nobleza fuera a quien estaba sirviendo.
—Hicc... Señorita, por favor abre los ojos.
Era por eso que Xenon estaba nervioso al verlo hacer algo bastante terrible a la jovencita infantil de la familia Hare. Xenon estaba seguro de haberlo visto, pero no podía creer que ella estuviera en este estado.
—Hnngh... Fue mi culpa.
—...Donna, cállate.
La chica que yacía dentro del carruaje traqueteante estaba tremendamente pálida. Y con una expresión que Xenon nunca antes había visto en Raymond, el caballero estaba a su lado mientras bloqueaba la hemorragia en su costado.
Al otro lado del carruaje, un asistente rezaba ansiosamente con las manos juntas. La doncella sostenía la mano de la señorita Hare con el rostro lloroso.
Ahora que la noble joven se había vuelto así, debían estar preocupados por el castigo que les sobrevendría. Xenon chasqueó la lengua y se compadeció de ellos. Debido a la niña inmadura, incluso Sir Raymond estaría involucrado en esto.
El hecho de que fueran bastante inquietos parecía significar que tenían una relación cercana, pero a Xenon no le gustaba eso porque las relaciones entre superiores y subordinados eran complicadas. En lo que estaba enfocado y en lo que debería preocuparse era, al igual que los otros sirvientes, en Raymond, el caballero al que estaba sirviendo.
—…Discúlpeme señor. ¿No dijo que no iba a ver a la señorita Isella?
—Sí, así es.
Después de esto, Xenon ni siquiera pudo seguir con la pregunta: “Entonces, ¿por qué vas allí?” Podría ser que realmente solo quería venir. Tal vez vino a calmar la ansiedad de su prometida. O tal vez estaba interesado en el país donde se desarrollaba la guerra, aquí sobre la cordillera.
O tal vez también podría ser para satisfacer las demandas de Verdic, después de todo, él era una gran fuente de fondos. O, para ver el rostro de la hija de Enid, que era famosa por su belleza.
Xenon se sorprendió al ver que era más joven de lo que imaginaba, pero en realidad era la hija de Enid. Se veía aún más hermosa que eso. Ya que era así, el superior de Xenon era un hombre como cualquier otro, por lo que tendería a gustarle. Su predilección por la belleza era natural.
Era incómodo estar con una persona herida dentro de un carruaje. Xenon quería preguntarle algo a Raymond, pero no pudo sacar el tema. Tenía muchas otras preguntas, pero incluso si estuvieran solos, Xenon aún no sería capaz de hacerlas.
— Ugh…
—Señorita, ¿está bien? —preguntó la criada.
—No.
—Uh… hng…
—No fue profundo por el corsé, así que estarás bien —dijo Raymond—. Entonces, ¿no deberíamos desatarlo primero? —sugirió Raymond.
Y Carynne respondió:
—... Oh, qué astuto.
—¡S-Señorita! —exclamó la doncella.
—Es una broma. Como ya casi llegamos, solo ve y... uugh.
El rostro del asistente se puso blanco.
—¿N-No dijo que la señorita estaría bien?
—Lo que quise decir es que la lesión no pone en peligro la vida. Incluso un corte de papel escuece.
Al ver a Raymond tratando de calmar a Borwen, Carynne se quedó sin habla.
—Wow, como era de esperar, eres un caballero. Si eres tú, una puñalada como esta no es nada… ja, ja.
—…No quiero ser sarcástico. Solo quiero decir que fuera de una condición crítica, el dolor sería fuerte.
—Yo tampoco estaba siendo sarcástica…. Perdóname por no tener ningún sentido porque estoy e.… dolorida…
—Por favor, quédate quieta.
Xenon no podía soportar la conversación ligera que fluía entre ellos. No tenía ninguna duda sobre su deber como escudero. Sin embargo, su juicio y comprensión como cazador no pudieron ser retenidos. Incluso si trató de mencionar a la prometida de su superior, el superior en cuestión no respondió.
Raymond bloqueó el costado sangrante de la joven y la consoló moderadamente. A su vez, la chica consoló a sus sirvientes y le dio las gracias y bromeó con el caballero después de que un asaltante la apuñalara.
El comportamiento encantador y flexible de los dos parecía sacado de una obra de teatro, y exudaban una atmósfera sutilmente pacífica a pesar de estar en medio de una emergencia.
Eran como la mujer noble y el caballero de los que Xenon había oído hablar cuando era joven. Incluso la criada a su lado los admiraba, como si esta escena fuera una historia de amor bien escrita en un escenario.
Pero Xenon estaba seguro de que Raymond debía haberla estado observando desde que la chica se escapó. Cuando dijo que tenía que encontrar a una chica, subió a un edificio alto, miró a su alrededor en todas las direcciones y revisó cada ubicación. Incluso dentro de una distancia que Xenon podía ver, la señorita Hare fue encontrada acorralada por dos hombres.
Dios, qué escena era esa. Xenon ya estaba a punto de echar a correr, maldiciendo por lo bajo, pero cuando vio la silueta de su amo, pensó que no necesitaría correr hacia abajo después de todo. Parecía que no necesitaba salvarla. Levantó su arma y contuvo la respiración.
Sonaron dos disparos.
Sir Raymond tampoco tuvo más remedio que priorizar la vida de la hija de una casa noble en lugar de la vida de dos asaltantes en un callejón. Si Xenon lo detenía él mismo, terminaría con su muerte, pero cuando vio que Raymond lo resolvía, su boca sabía amargamente.
Esa actitud era tan propia de un aristócrata. Mucha gente pensaría que era un verdadero caballero. Si alguien se atreviera a hacer eso, le dirían que merecía morir.
Como era de esperar, debería seguir a su amo, que corrió primero. Aunque Xenon tenía un sentimiento de hundimiento, la situación ya estaba resuelta.
Raymond no le ordenó a Xenon que disparara su arma, sino que hizo que Xenon se acercara a la chica para traerla de vuelta.
—Eh… qué. Mi posición es así. Vosotros tampoco deberíais guardar rencor, así que... ¿eh?
Xenon se quejó de que no se podía evitar mientras trataba de recoger los cadáveres, pero mientras lo hacía, se asustó cuando vio el estado en el que se encontraba la dama, a quien Raymond le ordenó que buscara.
Su amo había dejado deliberadamente que la chica resultara herida.
Athena: Qué interesante. ¿Por qué dejó que la hirieran? ¿Cuántas cosas están cambiando aquí? ¿Qué ocurre realmente? Todo se me hace más interesante.
Capítulo 1
La Señorita del Reinicio Capítulo 1
El collar de Isella
—Mmm…
La mansión del feudo de Lord Hare era famosa por sus impresionantes flores rojas, pero el camino cuesta arriba desde la entrada solo hizo que los pies de Isella sufrieran. Desde el principio, ella no tuvo una buena impresión.
Incluso en su camino hacia esta mansión, el carruaje se sacudió tan bruscamente como para dejar que se pronunciara que los caminos no estaban pavimentados, y el cochero se cayó de su asiento, lo que los descarriló. Y más que eso, la pata de un caballo se lesionó.
El resultado inevitable era que el carruaje no sería capaz de subir la empinada pendiente, por lo que Isella misma tuvo que subir con las piernas ardiendo por el esfuerzo.
—¿Qué tiene de bueno el campo?
Isella estaba tan disgustada de seguir a su padre a este pequeño territorio rural.
Se decía que la tierra propiedad de los Hare estaba llena de flores durante la primavera, tanto que se rumoreaba que estaba bendecida por Dios, y en el otoño los frutos eran abundantes. Aunque estaba cerrado por una zona montañosa, el territorio tenía una economía considerable porque abundaban los árboles preciosos mientras que los residentes eran pocos y distantes entre sí, por lo que los costos de administración no se requerían tanto. En resumen, era un territorio con excelente eficiencia.
Por supuesto, el padre de Isella fue quien vio esta tierra como algo que valía la pena, pero en este momento, Isella solo podía ver esta tierra como algo por lo que maldecir.
—Esta será nuestra tierra.
Verdic sonrió mientras sostenía la mano de su hija. Estaba lejos de las principales ciudades, por lo que estaba lejos del radar de otros nobles, y la casa en sí solo tenía una hija. Esta tierra era la presa perfecta a la que apuntaría Verdic Evans. Aún más, el feudo Hare también tenía pocos vínculos con otros hogares debido a su larga reclusión.
—No te preocupes, Isella. Nos convertiremos en aristócratas ahora. Los días de los reyes que pasaban por las tierras hace mucho tiempo que pasaron. Ahora, incluso los territorios se pueden comprar con dinero.
Y para tener un territorio más conveniente, su padre incluso tuvo que vender algunas de las joyas de Isella para comprar las vastas e inútiles tierras que rodeaban el territorio Hare. Solo pensar en esto hizo que Isella frunciera los labios.
Entre las joyas vendidas, había una que heredó de su abuela materna. Era un hermoso accesorio que se decía que se recibió para pagar las deudas de la familia real de otro país.
En lugar de las joyas en sí, a Isella Evans le gustaba más porque era como un artículo extorsionado. Los Evans despreciaban, pero adoraban a la nobleza, la realeza y el clero.
De esos aristócratas parecidos a cerdos, que solo nacieron en esa posición, era el orgullo de la familia Evans aprovechar sus tierras, su riqueza y su honor a través de todo tipo de medios.
Arrancaban todo esto. Y podrían manejarlos mejor de todos modos una vez que estuvieran en sus manos. Ellos eran los que verdaderamente merecían estar en lo más alto de la escalera.
—Correcto, escuché que conociste a la heredera de la familia Hare en la capilla la última vez. ¿Qué piensas de ella?
—Mmmph. Ella no es todo eso. Ella es simplemente hortera.
—Entonces me alegro de que nos hayan invitado esta vez.
—Voy a vomitar.
Las entrañas de Isella se retorcieron cuando recordó el rostro de Carynne. Efectivamente, mientras vivía en las montañas, todos los rumores sobre su belleza estaban bien fundados.
No. Los rumores en realidad no eran suficientes.
Era terriblemente hermosa.
—Si padre ve al hombre que prometió casarse con ella, será obvio que el señor del feudo habría entrado en pánico.
—Ja, ja, en comparación con Lord Raymond, ¿hay algún otro hombre bueno por ahí?
—Ese hombre es más como un idiota.
Isella recordó haberlos conocido. Había sentido algo en el estómago en el momento en que vio el rostro de Carynne, pero eso desapareció cuando vio a su prometido, Dullan.
«¡Solo míralo! ¿Cómo podrías casarte con un hombre así, incluso si es para mantener el territorio de tu familia?»
—Si se casan dentro de la familia, deben estar desesperados por mantener el territorio. Pero ya sabes, cuanto más desesperada está la gente, más fácil es hacer negocios con ellos.
—Eso es genial entonces.
Isella Evans se rio al recordar el modesto vestido y los accesorios baratos de Carynne, y la consoló ver a Dullan a su lado. E Isella vio la forma en que Carynne miró el collar que le dio Raymond. Quizás envidiosa, Carynne no podía apartar los ojos del cuello de Isella. Esto hizo que Isella sonriera.
A Isella le gustó la luz detrás de los ojos de Carynne.
Esos ojos que brillaban con anticipación.
Athena: Esto… ¿cómo te digo que te miraba el cuello porque está planeando matarte y le pareces una buena presa? Por dios, creo que la gente de esta historia… en fin. Por ahora no puedo empatizar con esta cría mimada.
—Me alegro de que me hayas invitado, señorita Hare.
—Es un placer, señorita Evans. Disfruta de tu estadía mientras nuestros padres hablan de cosas complicadas. No hay otras damas de nuestra edad aquí, así que estoy muy complacida de poder pasar tiempo contigo, señorita Evans.
En comparación con la sonrisa relajada en el rostro de Carynne, Isella estaba tratando de ocultar que le faltaba el aire. Entonces, un portero le entregó un regalo a Isella, y aunque estaba cubierto por una tela que se quitaría de inmediato, estaba bordado meticulosamente.
—Entonces estos —dijo Isella.
—Bowen —llamó Carynne.
El siguiente asistente tomó el equipaje de Isella.
—Traje un poco de té para que lo disfrutemos. Es bastante popular en la capital en estos días.
El té estaba en una pequeña caja de madera que estaba grabada con motivos ornamentales. Tales patrones y artesanía eran algo que una dama de campo podría no haber visto en su vida. Por un tiempo, Carynne admiró su belleza, pero pronto se sintió avergonzada porque no podía abrirlo.
Disfrutando de cómo se tambaleaba Carynne, Isella abrió la caja como si presumiera diciendo que esa era la forma correcta de abrirla. Se abrió con un estrépito y el sonido del patrón de dientes de sierra girando fue hermoso. Entonces, se pudo ver la verdadera belleza del carrito de té.
—El disfrute de los refrescos, por supuesto, a través de los ojos, la nariz y los oídos.
No estaba hablando de la alegría del carrito de té sino del té en sí mismo, pero Carynne sonrió y miró el recipiente. Isella lo abrió y se lo entregó a Carynne.
—En un lugar como este, creo que solo se disfruta directamente, así que preparé una variedad de cosas.
También había todo tipo de especias. Las botellas llenas de especias se organizaron en categorías y exquisitamente por su color. Grabados en letras doradas en las tapas estaban los nombres de cada especia y su receta de mezcla recomendada.
En lugar del carrito de té, estos productos estaban más allá de los joyeros, y ninguna de las posesiones de Carynne alcanzaría ese valor.
—Sí, es difícil disfrutar de varios sabores en este lugar apartado.
—Oh, me disculpo si te ofendiste.
Por supuesto, Isella dijo esto deliberadamente para que Carynne se sintiera terrible. Esperó a que Carynne hablara más, pero la otra joven no dijo nada más y solo sonrió.
Cuando no hubo más respuesta, Isella pronto se relajó mientras se recostaba contra el respaldo de su asiento. Cuando colocaron agua hirviendo junto a ellos en la mesa silenciosa, volvió a tomar impulso.
—Es muy fragante.
—Beberlo solo es bueno ya que el aroma de cada té cobraría vida, pero también me gusta disfrutar de otros sabores. Si solo disfrutas de una cosa, ¿no sería demasiado aburrida la hora del té ¿
—Estoy de acuerdo, señorita Isella. Sería demasiado aburrido disfrutar de un solo sabor. Incluso si no es perfecto, creo que buscar la diversidad es lo que las personas deben hacer.
Ante la respuesta de Carynne, la expresión de Isella tembló.
—Ahora no es eso demasiado grandioso, señorita Hare.
—Después de todo, la vida comienza con la hora del té.
Carynne puso algunos pétalos de flores en el té, sonriendo mientras percibía el aroma de la primavera.
—Isella, no sabes lo feliz que estoy de que hayas venido a cambiar mi aburrida vida diaria.
Desde el fondo de su corazón.
—Mmm...
Isella abrió los ojos. Tenía dolor de cabeza. ¿Dónde estaba? La reunión de anoche se prolongó demasiado, luego, la guiaron a una habitación de invitados donde se quedaría mientras estuviera en la mansión Hare.
—Incluso la habitación de invitados aquí es barata.
Le dolía la espalda. A diferencia de la cama suave que tenía Isella antes, esta cama estaba llena de paja que solo hacía que le doliera todo el cuerpo. El cielo aún estaba oscuro como si fuera el amanecer, y cuando abrió la ventana, el aire frío refrescó su cabeza. Las flores del jardín, que acababan de empezar a florecer, tenían rocío sobre ellas.
Todas estas cosas algún día pertenecerían a su familia. Cuando pensó esto, Isella sintió un afecto creciente por el territorio Hare. Se convertiría en una buena señora. Y sería una novia que le sentaría bien a Raymond.
—¿Eh?
Su cuello se sentía vacío.
—¿Huuuh?
El collar de Raymond.
«No. Mi regalo. Lord Raymond podría decepcionarse. Mi collar. No ha pasado tanto tiempo desde que me lo compró.»
Isella rápidamente miró a través de sus almohadas. Nada. Su visión se volvió blanca.
«No. ¿Y si esa chica Hare se lleva mi collar? Pero eso no puede ser. ¿O tal vez fue una criada o un asistente quien lo tomó? Voy a atraparte y matarte. Pero, ¿y si fingen inocencia? ¿Qué pasa si el culpable ya se escapó? Es un artículo precioso que los plebeyos no pueden tocar incluso si intentan ganar mucho en toda su vida. Oh, oh mi collar.»
Isella yacía boca abajo, agachada en el suelo.
«¿Lo dejé caer? ¿Qué tengo que hacer? No, quien va a...»
Alguien golpeó la puerta.
—¡Quién es!
—...Traje agua para que se lave la cara, señorita.
La puerta se abrió. Una criada negra trajo agua caliente. Isella no estaba de humor para lavarse, pero agarró a la criada e inmediatamente preguntó.
—¿Quién me trajo de vuelta ayer?
—…Fui yo. No podía moverse porque estaba demasiado borracha y somnolienta, así que...
—¿Quién se llevó mi collar?
—¿Disculpe?
—¡Mi collar se ha ido!
—Vuelvo a poner su ropa en el armario, señorita.
Isella buscó apresuradamente dentro del armario, pero no había ningún collar. La ira hirvió dentro de ella, y golpeó a la criada en la mejilla.
Las uñas de Isella arañaron la piel negra.
—¡Encuéntralo en este instante! ¡No importa qué!
Isella gritó con voz enojada. La criada levantó la cabeza, sosteniendo su propia mejilla mientras miraba a Isella. Ante esto, Isella se quedó sin palabras. La criada... se burló. Mientras Isella estaba toda azul con los ojos bien abiertos, la criada se rio de la niña con los labios apretados. Ella se rio. Una criada se estaba riendo de Isella.
—Si no se puede encontrar, no hay nada que se pueda hacer.
Isella agarró el cabello de la criada, pero en ese momento, la puerta se abrió. Carynne, todavía en camisón, miró a Isella ya la criada con cara de sorpresa.
—¿Qué… está pasando? —Carynne le preguntó a Isella.
—¡Mi collar ha desaparecido!
—¿Qué? Señorita Isella, explícalo de nuevo lentamente. ¿Qué quieres decir con collar?
—Es solo que… mi collar ha desaparecido. Lo dejé en mi armario, pero desapareció. Tu doncella es sospechosa.
Isella dijo esto mientras escondía las uñas que habían arañado a la criada.
—Bien. Entonces tendré que movilizar a todas las sirvientas y asistentes para encontrar al culpable. Todavía es el amanecer, así que asegúrate de vestirte primero, Isella.
—Eso no es lo que estoy diciendo ahora...
Isella se encerró. Carynne no fue la única que llegó después de escuchar la conmoción. Los sirvientes y asistentes de la mansión Hare la miraban con desprecio, mientras que las personas que trabajaban para su padre la miraban con lástima.
Mientras trataba de contener las emociones que amenazaban con estallar, Isella derramó lágrimas.
—Y me gustaría hacerte saber que Nancy ha estado a mi lado durante mucho tiempo.
Ante las palabras que obviamente tenían como objetivo irritar sus nervios, pero incluso cuando Isella estaba indignada, solo bajó la cabeza.
Aunque registraron la mansión todo el día, el collar no apareció. Isella se mordió las uñas. Desde el jardín y todo el camino hasta las habitaciones de los sirvientes y la habitación de Carynne, incluso debajo de las alfombras, debajo de los árboles y en todos los rincones y grietas, el collar no se veía por ninguna parte.
Isella insistió en que también se debía registrar la habitación del Lord, pero Verdic se apresuró a impedir que lo hiciera. En esto, ella lloró.
—Padre, ¿qué hago...?
—¿Por qué venir a mí cuando ni siquiera puedes quedarte con un collar a este ritmo?
Verdic amaba a su hija, pero no pudo evitar fruncir el ceño ante la perturbación que había causado tan temprano en la mañana. Debido a que estaba en medio de un acuerdo comercial complicado, no estaba contento con esto.
¿Cómo podía armar un escándalo por un collar que no significaba mucho cuando cada palabra que se decía aquí tenía que ser cuidadosamente elegida? ¿No era ese solo uno de muchos regalos y ni siquiera un anillo? Verdic podía imaginar fácilmente a Raymond pidiendo el “artículo más caro” en la tienda con una expresión pétrea.
—Pero es de Lord Raymond…
Verdic se compadeció de Isella, pero al mismo tiempo lamentó su inmadurez. Ella era una hija que engendró laboriosamente a una edad avanzada, por lo que quería criarla adecuadamente y casarla con un buen hombre. Miró a su hija cabizbaja, reprimiendo sus reproches hacia ella.
Era fácil de regañar, pero difícil de enderezar. A esta niña no se le dio ni reproche ni abandono. Verdic repitió lo que le había dicho al Lord, que los padres querían dar sólo cosas buenas a sus hijos.
Un buen cónyuge era lo que un padre quería dar más a su hijo y, en este sentido, el mejor activo que Verdic podía darle a Isella era Raymond, en la medida en que este activo podría ser demasiado bueno para ella.
El compromiso entre ellos, que podría haber sido un buen equilibrio entre un intercambio de riqueza y honor, comenzó a inclinarse hacia el lado de Raymond debido a sus repetidos éxitos.
Además, cuando Raymond fue nombrado sucesor de la baronía después de que el hijo mayor del barón actual se enfermara, Raymond se convirtió en uno de los solteros más codiciados de la alta sociedad a pesar de ser el segundo hijo de un barón caído.
Los espléndidos éxitos que obtuvo el prometido en realidad afectaron negativamente su relación con Isella. Un compromiso era simplemente eso: un compromiso. Era diferente al matrimonio. Si el compromiso estuviera demasiado inclinado hacia un lado, estaría en juego.
El patriarca Evans desconfiaba de Raymond. Al final, estaba tratando de comprar esta tierra en exceso para igualar la clasificación del otro lado, pero esta inmadura hija suya estaba haciendo mucho ruido sobre un collar.
—El regalo de Lord Raymond es muy elegante, lo sé, pero si estás tan molesta por eso, puedo conseguirte el mismo. No deberías molestar a Lord Hare o cometer un error aquí sin razón.
—Incluso si se ve igual, no es de él.
—Pero en última instancia, es tu error.
Isella se puso hosca y volvió a su habitación.
Mientras se alejaba, se escuchó un sonido de pelea desde la vieja mansión de piedra, como si los ratones estuvieran corriendo. Isella estaba tan enferma y cansada de este lugar.
Al final, ella no pudo encontrarlo.
Había pasado tanto tiempo desde que su ropa y sus manos se habían ensuciado así. Había estado buscando su collar todo el día, y en medio de eso, se había cambiado a zapatos de trabajo de baja calidad que usaban los sirvientes, pero incluso esos se habían convertido en un desastre. Qué vista.
—Lord Raymond... Estará tan decepcionado.
Quería ver a Raymond mientras usaba ese collar. Aquí. En esta mansión que sería suya, esperando a que Raymond descansara aquí cuando estuviera cansado. En ese momento, demostraría que estaba calificada para ser una mujer noble que administraría un territorio.
Entonces, ella abrió la puerta.
Isella encontró el collar.
«Es por allá. Mi collar. Como era de esperar, esa mujer lo tomó.»
El collar colgaba del cuello de la criada. La doncella, como un puesto de maniquí barato, no se ajustaba al lujoso collar.
Sin embargo, Isella ya no podía dirigir su ira hacia la sirvienta.
Porque no había ningún cuerpo debajo del cuello de la criada.
Isella se tapó la boca. Un grito amenazó con estallar.
«Padre, ayúdame. Por favor, Dios, no hice nada malo. Esto no puede ser.»
Después de agarrar su cabello desordenado, huyó de la habitación como si estuviera loca, corriendo por el pasillo. Sus ojos no podían enfocarse en nada, simplemente corrió.
«¡Un cadáver, un muerto, la cabeza cortada, alguien murió en su cama!»
—¡Aack!
Isella resbaló y cayó al suelo. El dolor se apoderó de ella y sintió el aire frío clavándose en su cuerpo. Mientras temblaba, Isella se agachó mientras se apoyaba contra una pared, gimiendo.
La noche era sombría, el cielo sin luna. Estaba demasiado oscuro dentro de la mansión donde ni siquiera una sola luz iluminaba el pasillo. El shock inicial pasó. El miedo inundó.
—Uuh… ah, hah, ung… huu…
El frío muro de piedra obligó a Isella a volver a la racionalidad. ¿Era un sueño? Una tragedia como esa ni siquiera se vería en el escenario de una obra de teatro. ¿Qué acababa de ver? ¿Fue real?
«Vamos a calmarnos. Cálmate. Pensemos en lo que pasó hasta ahora.» Después de llegar aquí ayer, pasó un tiempo con la señorita Hare, luego, en medio de eso, se quedó dormida. A la mañana siguiente, perdió su collar y se enfadó con la criada de esta casa. Y ahora, la criada estaba en su cama, con el cuello cortado.
¿Por qué?
Esas dos últimas oraciones no tenían conexión con el resto.
—Puaj…
No sabía. Su mente ya estaba bloqueada. No podía organizar sus pensamientos. La criada muerta era la criada con la que Isella se enojó esta mañana. Esa criada muerta estaba en la cama de Isella.
Isella no podía entender qué pasó antes de eso. Por lo menos el collar, no, era un collar importante. Ella era una víctima aquí. Y solo había pasado un día desde que vino a esta mansión.
No sabía por qué había una criada cuya cabeza fue cortada en su habitación. Era una sirvienta que conoció por primera vez hoy. Ni siquiera sabía el nombre de la criada.
Esta situación no era una obra de teatro. No había nada que la condujera, pero era demasiado sospechoso para llamarlo un simple accidente. Pero no había nada a lo que pudiera aferrarse.
Era como si estuviera viendo una comedia desde hace algún tiempo, pero al final, apareció de repente un asesino. Ni siquiera podría llamarse una tragedia. Las actuaciones callejeras podrían funcionar mejor que una progresión como esta.
«¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?»
¿Por qué se dejó la cabeza en su habitación? ¿Por qué diablos se hizo? ¿Cuál era la conexión con ella? Ella nunca había conocido a ninguna de las personas aquí. Ella llegó ayer, perdió su collar y registró la mansión con ira; ese era el final de su conexión con ellos.
Lo único que le hizo a la humilde criada fue decir palabras duras, pero luego la criada de repente se volvió fría y se convirtió en un trozo de carne. ¿Quién en el mundo la mató y por qué diablos le estaban haciendo esto a Isella?
—Por qué yo…
Un grito quejumbroso brotó de sus labios.
—No es mi culpa…
Isella estaba enfadada por el hecho de tener que sufrir este dolor psicológico. Ella era una víctima. Era injusto que tuviera que sufrir. Ella era inocente, pero fue acusada falsamente, por lo que debería recibir una compensación por los daños sufridos. El investigador y Lord Hare debían descubrir la verdad. Ella no tuvo nada que ver con esto.
Sin embargo, Isella no era tan ingenua como para creer que todo saldría bien sin hacer nada. Isella Evans era la hija menor de una familia que engañaba, robaba y se salía con la suya. Incluso si no hubo intervención, ella ya había visto muchas facetas absurdas en la sociedad.
Tenía que darse prisa y contárselo a alguien, contárselo a su padre. En primer lugar, tendría que confesar todos los hechos que tenía a su padre, luego discutirían qué hacer a continuación. Su padre era alguien que creía en ella más de lo que ella creía en sí misma.
Isella cerró la puerta. La mansión estaba oscura, húmeda. No había luces en el pasillo, incluso si es la mitad de la noche. Tropezando en el camino, Isella se dirigió a la habitación de su padre.
—…Oh. ¿Isella?
«Por qué.»
«De todas las personas.»
«Tú.»
«Ahora.»
—Tu rostro está tan pálido como un cadáver. ¿Te sientes enferma?
—S-Señorita Hare...
—¿Qué está pasando tan tarde en la noche? Quizás…
No. No todavía. No sabía qué decir, aún no había preparado nada. Su mente se quedó en blanco. En ese momento, Isella misma quería morir. Sentía que iba a morir de estrés excesivo. Carynne levantó la lámpara que tenía en la mano.
En la mente de Isella, vio la escena en la que Carynne encontraba la cabeza y luego le gritaba. Carynne estaba señalando con el dedo a Isella, diciendo que ella era la asesina. Isella jadeó.
Eso no podría pasar. Incluso si la atrapaban. Todo el mundo sabría que no era posible. Una mujer débil como ella no tenía la fuerza para hacer algo así.
—Oh no, tienes sangre en la cara.
Escalofríos recorrieron la espalda de Isella por la forma en que Carynne dijo eso, como si realmente sintiera pena por la otra mujer.
«No, no puede ser.» Carynne miró la falda de Isella. «No puede ser Es imposible, no debería ser posible.»
—¿Qué… quieres decir con que solo estoy...?
—¿Realmente debería decirlo con mis labios? Conozco mis modales.
¿De qué estaba hablando ella?
La mano pálida de Carynne tomó la mano temblorosa de Isella, guiándola suavemente.
—Ven a mi cuarto. Vamos. Guardaré tu secreto.
Carynne sonrió suavemente mientras conducía a Isella a su habitación.
—La campana al lado de la cama está conectada directamente con el cuarto de las criadas, pero debes haber estado muy nerviosa.
Carynne abrazó a Isella, que no podía hablar correctamente y solo se movía rígidamente, y la abrazó con delicadeza como si fuera una mamá pájaro abrazando un huevo. La ropa de Isella fue cambiada, luego le dieron té con brandy mezclado.
—Realmente, no tienes que ser sensible por nuestros padres. Todavía estamos en una edad en la que podemos tener intercambios casuales. ¿Verdad, Isella?
—S-Señorita Hare... Eso… no es así.
Isella pensó por un momento. ¿Sería mejor ser honesta? Pensó que la mejor ruta a seguir era decírselo a su padre, pero en el camino, Carynne ya la había atrapado. Y estaba claro que sin importar la conclusión que pudiera haber, esta reunión con Carynne afectaría las consecuencias.
¿Cuánto debería decir? ¿Con qué luz vería Carynne a Isella?
Dado que la sirvienta que había estado con ella durante mucho tiempo fue asesinada, ¿no desataría su resentimiento contra Isella? Y también estaba el trato con Lord Hare y su padre: aún no se había completado, y no tenía idea de cómo este incidente afectaría la delicada relación entre ellos.
—¿Viste algo aterrador?
—¡S-Sí!
Vio un cadáver. La cabeza fue cortada. Su habitación era un mar de sangre, los ojos de la criada estaban abiertos y su collar colgaba de su cuello.
—Es una mansión tan antigua que a veces salen fantasmas.
Carynne se rio. Fue bastante divertido ver a Isella temblar mientras sostenía su taza de té con los ojos bien abiertos.
—También hay mucha gente que ha sufrido alucinaciones. Y así vieron muchas cosas aterradoras.
Alucinaciones.
Isella parecía haber brillado cuando escuchó la palabra. Cierto, debía haberlo visto mal porque estaba muy cansada. Era una vista tan absurda. Ni siquiera era un truco del diablo. Efectivamente, la doncella podría haberse sentido vengativa contra Isella, por lo que jugó algo así con ella. Y también con la forma en que la doncella habló con Isella, una invitada del Lord, la personalidad de la doncella no era ordinaria.
—Señorita Hare. Vi algo aterrador en mi habitación…
—Oh, pobrecita.
Carynne consoló a Isella como si realmente sintiera pena por ella.
—L-Lamento preguntarte esto, pero ¿puedes venir conmigo?
Con las cejas ligeramente caídas en un ceño fruncido, Carynne levantó a Isella para que se pusiera de pie.
—Por supuesto, pero…
Había tanta sangre en su falda.
—Sería mejor cambiar tu falda antes de eso.
Al ver la boca abierta de Isella, Carynne agregó:
—Tu menstruación debe haber comenzado.
—Lo sabía. Es bueno que seas la primera.
Carynne se rio mientras observaba a Nancy inconsciente. Su boca estaba amordazada con un paño y su cuerpo estaba amarrado.
—Tengo muchos secretos, pero quiero que escuches. Me cuidaste como una madre, ¿verdad? Nancy, me cepillabas el cabello todas las mañanas y me contabas viejas historias todas las noches durante muchos años. Lo sabía. Es bueno que seas la primera. En realidad, no planeé esto, pero en este momento, me alegro de que seas el monumental primer caso. Quiero confesarte mis secretos, pero la gente tiende a ser así, ¿verdad? Incluso si quiero confesar, es difícil decirlo en voz alta. No hay garantía de que los secretos se mantengan... Por eso me gustas.
Fufu. Mientras estaba sentada en una silla, se sirvió té regalado por Isella y disfrutó de su fragancia. Era un regalo de bastante calidad.
—Mm… ¿Por dónde deberíamos empezar? En realidad, para mí, no importaba quién fuera. ¿Por qué tuviste que tentarme así en mi propia habitación?
«¿Cierto? Querías que me tentara, ¿verdad?»
Carynne acarició el cabello de Nancy mientras se reía. El cabello negro y lacio de la criada estaba suelto, luego se hizo contacto visual con iris azul oscuro. Como era de esperar, el asesinato fue la elección correcta. ¿No sería capaz de disfrutar viendo todos los lados diferentes de una persona?
—Mencionaste que estás exhausta de trabajar y que quieres unas vacaciones, y gracias a eso, los otros sirvientes piensan que te has ido. Y luego comiste todo lo que te di... y te quedaste dormida de inmediato. Así que es tu culpa.
Ella abrazó el rostro de la criada. Qué cálido.
—Ya sabes, Nancy. He estado soñando Durante cien años.
Era difícil ver la expresión de Nancy porque tenía la boca amordazada y era difícil medir sus emociones con solo mirarla a los ojos. Los globos oculares solo capturarían la luz, y la expresión de una persona eventualmente se expresaría a través de sus músculos faciales.
Sin embargo, la boca de Nancy estaba amordazada, por lo que era difícil adivinar lo que estaba pensando con solo juzgar las arrugas alrededor de sus ojos. Carynne tenía curiosidad por lo que diría Nancy, pero contuvo ese impulso. Si la criada gritaba, Carynne estaría en problemas.
—Sí… Durante cien años, morí una y otra vez. Todo el mundo ha estado tratando de matarme y matarme de nuevo. Así que ya sabes, lo intentaré esta vez. Es la primera vez que mato, así que no creo que lo haga bien, pero creo que puedo hacerlo lo suficientemente bien ya que he sufrido lo mismo muchas veces.
Empujó a Nancy al suelo. La gruesa alfombra anuló el ruido. La criada luchó. Carynne sacó una de sus propias bufandas. Esta oportunidad era demasiado buena. Esta tarde, Nancy se había quejado de la mala educación de Isella y le pidió a Carynne un tiempo libre.
Y parecía que ella salió y compró alcohol en la ciudad hoy. Olía ligeramente a alcohol. Mientras regresaba por un momento para tomar algo que dejó atrás, y cuando le preguntaron si quería algo, Nancy preguntó si podía tomarse una semana libre. Eso fue lo único.
Era tan... un sentimiento tan bueno para matar.
—Me mataste hace unas décadas. ¿Por qué hiciste eso? Ah, no te estoy culpando.
Para animarla, Carynne le dio una mezcla de algunas de las drogas de Dullan en la comida. Sin defender la violencia de Isella más temprano durante el día, otra sirvienta lo había puesto en la comida de Isella, y con el hábito de Nancy de comer las sobras a menudo, ella también comió lo mismo sin dudarlo mucho.
—Tengo curiosidad. Me dolió bastante… Pero después de eso, solo sentí mucha curiosidad.
Pero Carynne no podía exactamente escuchar la razón ahora...
—¿Puedes decirme la próxima vez?
Carynne se subió encima de Nancy. Podía sentir los latidos del corazón de la criada. Era un cuerpo resistente. Carynne estaba emocionada por cómo Nancy se retorcía entre sus muslos. Una sensación de euforia se disparó.
—Moriré por tus manos la próxima vez que regrese.
Y Carynne estranguló a Nancy.
Al recordar ese momento, Carynne se estremeció de emoción. Ese momento solo podía describirse como una cosa, y era amor. Sus manos temblorosas sobre la tela, una sensación de dominación sobre otro. Quizás el destino la mató porque este sentimiento era tan adictivo.
Y aquí, otra mujer estaba entreteniendo a Carynne. Incluso quería besar a Isella por la anticipación que sentía. Todos estos personajes eran tan encantadores.
«¿Qué vas a hacer, mm? ¿Gritarás? ¿Buscarás a tu oh tan gran padre? ¿Llorarás y buscarás a Raymond cuando ni siquiera esté aquí?»
—No tengas miedo.
—…Sí.
Isella sostenía la mano de Carynne y confiaba en ella mientras caminaban.
«¡Jaja! ¡No hay nada que temer! ¡No voy a matarte ahora! Porque iré a tu mansión y mataré a más, ¡así que más gente! Hay muy poca gente en esta casa...»
Apenas pudo contener la risa que amenazaba con salir de sus labios.
—De… De verdad. No me gustan las cosas raras…
—Sí, sí.
Carynne respondió a Isella con voz amable, sonriendo.
Era una sonrisa que la hacía parecer una hermana mayor cariñosa cuidando a un niño asustado. Isella la había atacado infantilmente y ya odiaba a la joven con la que estaba tratando de tener ventaja, pero en este momento, estaba cautivada por la sonrisa de Carynne. Realmente parecía que Carynne era una diosa que le prometía a Isella que no había nada de qué preocuparse.
—No hay nada que temer.
Entonces ese miedo fue olvidado.
La puerta se abrió.
—De verdad, no sé qué ilusión fue la que vi.
Fueron sus ropas y sábanas manchadas con sangre menstrual las que crearon esa ilusión. La combinación de su cuerpo sensible sobre sus almohadas debido a su menstruación, el collar y la sirvienta cometiendo el error de dejar un sombrero solo para engañar a Isella. Ella se sintió aliviada. Si hubiera ido con su padre y la hubieran regañado, la habrían humillado frente a los demás con todos los gritos que él podría haber hecho.
Suspirando, Isella se sentó en la cama.
Parecía haberse puesto nerviosa con solo ver la sangre. Y el collar y el sombrero. Isella recogió su collar, que había estado buscando por todas partes. Ella lo vio mal porque se había cansado mucho después de este largo día. Era obvio. Isella agarró su collar y se volvió hacia Carynne.
Ella lo vio mal. Todo. Isella se sintió aliviada.
—Me disculpo, señorita Hare. Deseo dormir en otra habitación. ¿Puedo retirarme en la habitación de al lado?
Pero Carynne no dijo nada, en cambio tenía una expresión ligeramente aterradora. Isella llamó a Carynne una vez más.
—¿Hare?
—Eso es un alivio. Sí, por supuesto. La siguiente habitación está vacía, así que puedes descansar allí. Haré que las sirvientas limpien esta habitación mañana.
Carynne abrió la puerta de la habitación contigua y guio a Isella.
—Por favor, usa esta habitación.
—Gracias.
El alivio se apoderó de ella después de que su miedo se fue, Isella sintió que estaba más cerca de Carynne. Quería hablar más con ella, pero Carynne cerró la puerta diciendo que ya era tarde.
Isella sostuvo preciosamente su collar en sus manos y cerró los ojos. Ella no lo perdería de nuevo.
«Lord Raymond. ¿Qué tan pronto puedo verte de nuevo? Estoy nerviosa, estoy cansada, así que por favor. Te echo de menos.»
Ella lo sabía, a la criada no le cortaron la cabeza. ¿Tanto se molestó la sirvienta cuando la arañó con las uñas? Isella se durmió con el pensamiento persistente de: “Debería pedirle a esa criada que me sirva algo con manzanas”.
Fue un día tan agotador y laborioso.
Carynne cerró la puerta y se desplomó en el suelo, como hizo Isella hace un rato.
El cadáver desapareció.
Carynne siempre fue consciente de que estaba loca.
Así que este hecho no podía ser nada sorprendente. Después de vivir estancada durante los últimos cien años, era natural pensar que no podría estar cuerda. Incluso tuvo en cuenta que simplemente podría estar engañándose a sí misma.
Si la epistemología anticuada afirmaba que las almas se irían, debería haber sido imposible. Entonces, cuando el cadáver desapareció, lo que Carynne sintió no fue ni miedo ni conmoción.
—…Como te atreves.
Era ira.
«¡Ella es mía! ¡Quién se atrevió a hacer esto! ¡¿Cómo puedes ser tan cruel?! ¿Por qué lo haces tan aburrido?»
Carynne quería ver a Isella desmayarse de horror. En el mejor de los casos, Carynne quería ver a Isella temblar no por un hombre, sino por estar tan aterrorizada por un miedo primario.
«Con una expresión horriblemente distorsionada, ve a orar, sorpréndete, suplica. ¡Como yo! Pero, ¿quién… quién fue el que interfirió? ¡No había pruebas ni pistas ni nada!»
Su ira se dirigió primero a lo desconocido, y luego se volvió hacia ella misma.
Si no era Dios u otros factores externos, debería castigarse a sí misma por descarrilarse y fantasear con todo. Debería culpar a su mente. Carynne derramó toda esa ira hacia sí misma.
Se golpeó la cabeza contra una pared.
La sangre goteaba. Podía sentir dolor. Sabía que estaba loca, pero al menos deseaba ver la fantasía que deseaba ver. Si esto era una alucinación o un delirio, al final, el único castigo que podía infligir era hacia sí misma.
Sintió que la piel de su frente se desgarraba. Ella quería terminar voluntariamente así. Aun así, eventualmente regresaría al mismo jardín. No, en cualquier caso, hacérselo a sí misma voluntariamente nunca había tenido éxito, y simplemente terminaría quedándose en la cama durante un año entero antes de volver al pasado.
Había estado sumergida en este mar negro como boca de lobo durante más de cien años. Era un sueño donde Carynne se hundía sin cesar, con una cuerda alrededor de su cuello, el otro extremo atado a una roca. Así como el aire que ella podía respirar había desaparecido bajo la superficie, su propia sensibilidad a las emociones, la filosofía, la racionalidad, todo había disminuido. Tal era el espacio ilusorio en el que se quedó.
Aun así, esto era bueno. Bajo esta suposición, significaba que ya nada le importaba.
Si todo comenzó con una idea o no, si el gato en la caja estaba muerto o no, si había una sombra o un gorrión en la cueva o no, ¡nada importaba!
La eterna inquietud de un momento, su asfixiante desesperación. La posibilidad de una realidad de que los cien años de recuerdos podrían ser solo delirios, era una soga apretada sobre su cuello.
Tonta.
A medida que la sangre seguía fluyendo, su cabeza se aclaró y su agitación disminuyó.
—Hic… hic… joder…
La sangre goteaba por su frente. Salieron lágrimas. Mientras caminaba penosamente por el pasillo, derramó lágrimas y sangre.
«Todo el mundo. Solo morid.
Por favor.
Mataré a todos los que puedan matarme.
Entonces nadie podrá matarme esta vez.
Encendamos un fuego. Vamos a quemarlos a todos. En todo caso, a ver si sigue como siempre, si es un delirio, si es algo natural. ¿Qué pasa si mato a toda la familia? ¿Vendrán los detectives y las fuerzas del orden para una investigación? Quiero ver eso, pero podría haber alguien que me interrumpa. La próxima vez, mataré a Nancy y me quedaré en la habitación de Isella. Eso es lo que debería haber hecho. Ah, pero si eso va a pasar, no puedo cumplir mi promesa de “morir por la mano de Nancy” la próxima vez.»
—¿Señorita? ¿Está herida?
—…Tropecé.
Bowen, un asistente, se sorprendió. Pasó algún tiempo mientras Carynne se había infligido daño a sí misma. No debería haber nadie pasando por este pasillo, pero debido a que Carynne se encontró a Bowen ahora, el tiempo debía haber pasado.
Sobre el horizonte fuera de la ventana, el amanecer se podía ver tenuemente. Había pasado bastante tiempo. Los sirvientes estaban ahora fuera de casa. Irritante. Bowen la agarró, pero ella golpeó la mano que la sostenía. Ella solo quería dormir.
—Hay sangre, señorita.
—Lo sé.
—…Su rostro está herido.
¡Molesto, tratando de anotar incluso así!
Con una cara sonrojada, Bowen agarró la muñeca de Carynne. Qué descarado. Sus cejas se fruncieron. Él también albergaba este tipo de interés por ella. Sin embargo, “en este momento” no podría importarle menos la lujuria o el amor de estas personas.
—… Ja… qué torpe.
Escuchó un tartamudeo familiar.
«Mira, mira esto. Irritante.» Carynne se sacudió al rígido Bowen. Dullan se dirigía a prepararse para la misa del amanecer. Bowen se inclinó rápidamente.
—La señorita Isella no podrá salir a desayunar, así que llévale la comida a su habitación. Me gustaría practicar tocar el clavicémbalo por mi cuenta esta mañana. Una vez que la señorita Isella se despierte, llévala a la sala de música.
Carynne le dio estas instrucciones sucintamente a Bowen y lo despidió. Cuanto más se quedara, más largo sería el tiempo de ocio de Dullan. Era agotador. Carynne se apretó la frente palpitante con una mano.
—E-Estás encubriéndolo, ¿no?
—¿Quieres que lo haga?
Carynne le tocó el hombro una vez. Si quería estar celoso, debería hacerlo correctamente, pero en cambio, era un hombre que solo suspiraba. En última instancia, sabía que el asistente simplemente agarró la muñeca de Carynne por preocupación, sin embargo, ni siquiera pudo decir: “¿Cómo te atreves con mi prometida?” por celos
Al final, Dullan apuntaría erróneamente la flecha hacia Carynne. En lugar de dirigirse al asistente, se quejó con su prometida.
—Date prisa y vete. Buscaré un bálsamo en tu habitación y luego dormiré. ¿Tu puerta está cerrada?
—N-No.
—Bien.
Cuando Carynne estaba a punto de dirigirse a la habitación de Dullan, él la detuvo.
—Yo sé dónde está.
—…Nunca te lo dije.
Sabía mucho más de lo que él pensaba que sabía. Aun así, Carynne no habló porque no podía probarlo.
Dulland tomó la muñeca de Carynne y se dirigió a su habitación. Mirándolo, ella no podía simplemente decir, “¿Por qué no vas a tu misa de la mañana?” ya que decidió cuidar así a su prometida herida.
Carynne dejó escapar un pequeño suspiro. ¿Qué hacer? Parecía que quería anotar puntos con ella. Irritante.
—…No lo haré conti…
—C-Cállate.
«Está nervioso.»
Carynne palmeó al avergonzado Dullan. Qué lamentable era que ella no planeara tener una relación con él en esta iteración, pero no podía decir eso.
—…Duele.
¿Por qué no preguntaba dónde estaba herida o si estaba bien? Tsk. Dullan estaba aplicando el ungüento y algunas hierbas medicinales en la frente de Carynne. Parecía que iba a usar un paquete completo.
Con sentimientos románticos tan torpes, Carynne pensó que las cosas podrían resultar bastante divertidas. Ya había salido con muchas personas durante tanto tiempo. No era algo que planeara hacer, pero fomentar una relación con Dullan podría animar las cosas. No afectaría su viejo corazón, pero estos torpes sentimientos fueron suficientes para despertar su cerebro.
—Puedes tener una cicatriz... tal vez.
¿En serio?
¿Sería un problema cuando iba a seducir a Raymond? Carynne inclinó la cabeza hacia un lado y se miró en el espejo. No quería abandonar su gran sueño de “¡cortarle el cuello a Raymond!” Él era bastante particular con la cara, por lo que no se juntaron cuando ella aumentó de peso o se quemó. Como era de esperar, un hombre era un hombre.
—Aún así, sigo siendo bonita, ¿verdad?
—¿Q-Qué?
—¿No?
—…Ah.
No había necesidad de palabras.
Carynne tiró de la ropa de Dullan. Sus labios se superpusieron con los delgados labios de él. Hacía bastante frío.
—¿P-Por qué demonios...?
Dullan todavía parecía confundido. Ella lo besó de nuevo. Lo lamió ligeramente con su lengua. Mientras lo besaba, lo imaginó convirtiéndose en un cadáver.
«¿No estás obsesionado? Si es así, entonces róbame. Llévame lejos del protagonista masculino, de Raymond.
…Y muere por mí.»
—¿No?
«Que lindo seria que te enamoraras de mí.»
Tan terriblemente enamorado.
—Oh, Dios mío, Hare, ¿estás bien?
—Sí, no es tan malo como parece.
—Es porque regresaste demasiado tarde en la noche... Dios mío.
Isella la mimó.
Sin embargo, debido a su naturaleza, en lugar de seguir prestando atención a los demás, pronto pasó a presumir de sí misma. En el clavicémbalo, Carynne cambió la pieza que estaba tocando por una que no requería mucha técnica para que fuera música de fondo.
Isella se sentó al lado de Carynne y habló hasta la saciedad. Sobre el collar con el que se reencontró, sobre el prometido que le regaló el accesorio. El aire de la mañana era refrescante, e Isella felizmente ladraba de alivio después de encontrar su collar.
Raymond le dio esto. Él le dio este también. La voz de la chica parlanchina sonaba como un pájaro cantando hoy.
«Cierto. Que agradable. También me gustaba Raymond. Hace unos cien años, dije las mismas palabras.»
Carynne cerró los ojos. Hubo una vez en que se compadeció de Isella. Pero ella tampoco importaba. Ella era completamente diferente a Dullan, en cuanto a su forma, su forma de hablar, sus historias de fondo. Sin embargo, también se parecía a Dullan. Inquietante.
—Debes estar muy feliz.
—Por supuesto. Mi padre tampoco pudo evitar admirarlos a todos, y no podía creer cuán alta era la calidad que tenían.
Era un cumplido de comerciante. Tal vez no quería que su hija se diera cuenta, aunque la propia Isella tampoco sería capaz de darse cuenta del significado de estos regalos. Collares, vestidos, telas. Todos ellos eran valiosos, sin embargo, no había ningún anillo que significara la promesa de matrimonio.
La conexión entre Raymond e Isella era débil. Verdic, que tenía bastante perspicacia en el campo, ofreció un compromiso con el hermano mayor de Raymond, que tenía problemas financieros, y el segundo hijo de la familia barón siguió obedientemente la orden.
Para ser más precisos, sería correcto decir que no se dijeron nada entre ellos, no se hizo ningún pacto ni se intercambiaron anillos en presencia de testigos. Aun así, Isella y Verdic no corregirían a nadie que supusiera que estaban comprometidos.
Era ese tipo de relación.
Por supuesto, era algo que Carynne no debería saber en este momento. En este momento, todo lo que tenía que hacer era mirar a Isella como si tuviera envidia de la joven. Sonriendo o luciendo patética o ambos.
Independientemente de lo que sintiera, cada vez que sus ojos se encontraran, cada vez que mirara la ropa y los accesorios de Isella, cada vez que parpadeara, cada vez que abriera los labios para hablar. Todas eran expresiones de envidia cuidadosamente calculadas.
—Como era de esperar, una baronía es otra cosa. Me gusta el artículo nuevo que mi padre me dio, pero…
Lamentable Isella. Nada más que una tonta que buscaba afecto en los regalos, nada más que una mujer que se excitaba con la vanidad. Era joven, era ignorante, y eso se reflejaba en la forma en que hacía la vista gorda ante la corrupción de su propio padre, su crueldad.
—Carynne, ¿puedo llamarte Carynne?
Ella ya lo era. Abriendo su abanico, Carynne sonrió con los ojos.
—Por supuesto, Isella.
Y recordó el recuerdo de Isella siendo humillada por preguntarle lo mismo a la hija de un conde más tarde. Carynne esperaba con ansias ese evento.
Al no poder adivinar nada de la sonrisa de Carynne, Isella estaba encantada, tratando a la otra joven con la misma franqueza.
—Ahora que lo pienso, ¿por qué todavía tocas un clavicémbalo? Todo el mundo toca el piano en estos días.
—Por la diferencia en su timbre. Y este ha estado conmigo desde que era joven, así que sigo jugando con él.
En realidad, ella no estaba tocando el clavicémbalo por su timbre. La simple verdad era que no podían comprar un piano. Aunque a su familia no le faltaba nada, no podían comprar fácilmente artículos de lujo.
Para decirlo de manera más directa y vulgar, “no podríamos comprar esas cosas porque no tenemos dinero”.
Para mantener la clase y el decoro, lo mejor era no decirlo. Por supuesto, Isella tenía buen ojo para darse cuenta de esto, sin embargo, no tenía ningún sentido de consideración. No, ni siquiera sintió la necesidad de hacerlo. Pase lo que pase, quería la confirmación de que era mejor que Carynne.
Mientras tocaba las teclas del clavicémbalo, que se veían diferentes a las de un piano, preguntó Isella.
—Mmmm, ¿debería darte un regalo? ¿Es difícil para un afinador de clavicémbalo venir hasta aquí en las montañas? Cuando escucho su timbre, el tono general es un poco…
—Está bien. Me siento cómoda con esto.
Es increíble cómo pronunciaba cosas groseras tan casualmente. Carynne sonrió mientras miraba el rostro de Isella. Gastar dinero y comprar algo para alguien a quien odiaba, qué tranquilamente hacía cosas que no se suponía que fueran nada fáciles.
Sin embargo, los sentimientos de esta anciana que tenía más de cien años no cambiarían solo por los errores menores que cometería una niña. Si ella iba a hacer algo más peligroso en el futuro, aumentar la escala. Este enorme mentiroso tenía una tez suave.
—Señorita Evans, si te sientes aburrida, caminemos por el feudo.
Isella accedió sin reparos.
Bowen, el asistente, llevó su equipaje y los siguió desde la distancia. A Isella no le gustó mucho que fuera él quien los estuviera esperando, un hombre. Para ser exactos, estaba consciente del hecho de que no fue a la sirvienta a quien golpeó, sino a Bowen.
—Ya sabes, sobre ayer.
—¿Sí?
—Vi algo aterrador.
—Ya veo.
—Esa criada, ya sabes, ¿dónde está? La doncella negra.
—Mmmm... Isella, creo que está reflexionando completamente sobre sus acciones.
—No, no, eso no es todo.
Ella golpeteó con nerviosismo sus zapatos. Carynne respondió con voz preocupada.
—Ella pidió vacaciones. Dijo que necesitaba tomarse un descanso por un tiempo.
—Ah… Eso es un alivio.
Carynne reflexionó un momento. ¿Sería mejor preguntarle ahora o sería mejor fingir ignorancia? Hablando racionalmente, la elección correcta era enterrar el tema.
Carynne eligió a Nancy para su primer asesinato porque el momento era el adecuado, e incluso sin la criada, podía continuar con su vida diaria sin afectar significativamente los eventos futuros de la novela. Incluso si Nancy desapareciera, la trama general de su viaje a la villa de Isella o su encuentro con Raymond permanecería sin cambios.
Entonces, si no le preguntaba a Isella, podría continuar con su próximo asesinato sin ninguna dificultad.
—¿Qué viste?
Carynne, en cambio, optó por actuar con curiosidad.
—Vi a tu doncella con la cabeza cortada en el cuello.
—¿Perdón?
—Así que de la nada, ¿verdad…? Pero como viste, la cama estaba limpia y el collar estaba allí.
—¿El collar?
—Sí. Ahora que lo pienso, es ridículo.
Como esto. Shh, fingió cortarse en el cuello.
—Debes haberlo visto mal.
—Es realmente...
Eso es raro. Carynne nunca le cortó el cuello.
—¿Está bien, esa doncella?
Que divertido.
—Agh.
—Yo… me disculpo.
Mientras Nancy estaba de vacaciones, Donna, una joven sirvienta, estaba trenzando el cabello de Carynne. Como solo era un año menor que Carynne, generalmente estaba en condiciones de aprender sobre su trabajo mientras hacía pequeños mandados.
Carynne estuvo a punto de preguntar cuándo regresaría Nancy, pero pronto suspiró ante su propio olvido y cerró los labios. Se estaba confundiendo, el tiempo.
—Está bien. Moja el cepillo primero.
No podía creer que Donna, que tenía manos torpes, fuera enviada aquí. Gracias a ese dúo parásito de padre e hija, los sirvientes parecían tener mucho más trabajo que hacer. Ya echaba de menos a Nancy.
¿Las negociaciones con la familia Evans fueron tan largas? Era un período tan engorroso para Carynne ya que ella ya sabía el final de todos modos. Si Evans pavimentara las carreteras como quisiera, muchos se precipitarían y la finca Hare no sería capaz de manejar a toda esa gente.
Evans completó proyectos que generalmente demoraban una década en completarse en solo unos meses, y como ya había comprado el área que rodea el feudo, trató de recaudar impuestos en exceso. Sin embargo, fracasó en ese departamento, por lo que quebró y todos los derechos sobre el territorio fueron devueltos a la familia Hare.
Uno podría suponer que era por su maldad. Carynne cerró los ojos.
Realmente no sentía ningún resentimiento hacia Verdic Evans, solo una sensación de admiración por lo rápido que movían sus manos.
Carynne Hare, de diecisiete años. Así la veían todos, pero en realidad era una anciana que ya había vivido cien años. Aun así, no podía afirmar que sabía todo sobre el secreto de cómo funcionaba el mundo.
Repetir el mismo período de tiempo a la edad de diecisiete años, incluso cien veces, no significaba que obtuviera un conocimiento que rivalizaría con el de los eruditos que habían hecho descubrimientos fantásticos. Y el problema residía en la habilidad innata, en el medio, en el esfuerzo.
Sabía lo suficiente sobre asuntos entre hombres y mujeres, sin embargo, los negocios eran algo completamente diferente. Después de décadas de repetir los mismos hechos, intentó detener a su padre e intentó sabotear el trato.
Pero al final, descubrió que el mejor método era regalar esta área y esperar más tarde a que Raymond pudiera presionar a Evans. Hasta el momento, Carynne se había estado vengando de esa manera. Hubo una vez en que Evans trató de proteger el territorio Hare después de recibir esa presión. No valía la pena hacer eso en esta vida, pero aún no era tan agradable pensar que lo que una vez se poseyó se perderá para otro.
—¿Cuántas personas han venido de la casa Evans?
—Um… Están Verdic Evans y su hija, Isella Evans. Luego hay tres especialistas, dos sirvientes, una criada. Cada uno de los tres especialistas también tiene uno de sus propios sirvientes, y luego hay dos cocheros exclusivos.
—Parece que tu boca ha mejorado.
—Sí.
—Debe ser difícil para ti.
—…Sí.
Donna no ocultó su hostilidad. En ese momento, Carynne se sintió un poco incómoda. Era incómodo cómo Donna no era una sirvienta de la mansión de Raymond, ni Nancy, quien la cuidaba como lo haría una madre.
Incluso si la familia Evans fuera la que ocuparía esta casa, sí, esta criada y los otros sirvientes eran personas de la familia Hare. Y por supuesto, ella nació y se crio en esta tierra.
—Hay cinco personas que tenemos que atender como invitados de la familia, por lo que el trabajo se ha triplicado. El sueño llega solo menos de tres horas en estos días. ¿Sabe cuándo diablos se van a ir, señorita?
—No estoy segura. Yo también, espero que se vayan pronto.
Aunque no desaparecerían hasta que se hicieran cargo de esta casa.
Mientras remojaba su cara en agua fría en un recipiente, se dio cuenta de que había comenzado otro día. Todavía estaba oscuro afuera. Carynne, que se quedó despierta toda la noche, sufría el peso de la fatiga.
La idea cruzó por su mente que se sentía tan atormentada que quería morir, pero pronto consideró que esta idea era divertida. Qué extravagante era que una asesina se quejara de estar tan cansada que quería morir.
—¿Quién fue llamado para ser el asistente de Isella?
—Sera.
Donna respondió con una expresión muy negativa. Era divertido verla así.
—¿Como es ella? —Donna se quedó callada—. ¿Qué pasa? Dime honestamente.
Cuando Carynne habló con una pequeña sonrisa, la criada murmuró con una cara pálida.
—Se quejó de que sus comidas no se ajustaban a su gusto.
—Mmm.
De hecho, eso era un hecho, y Carynne estaba de acuerdo con ella en eso. Debido a que los caminos eran engorrosos, los ingredientes de alta calidad no podían ingresar al feudo, y la vegetación que crecía en la tierra era en su mayoría árboles ornamentales, por lo que no eran buenas para comer.
Aparte de eso, dado que el principal sustento de la gente del territorio era la artesanía en lugar de la agricultura, no solo los plebeyos sino incluso la familia del señor feudal, tenían un estilo de vida firme de una dieta simple. Para la hija menor de un millonario que estaba acostumbrada a todo tipo de delicias lujosas, este lugar era sin duda una tortura.
—Y abofeteó a alguien por no cuidar bien su ropa.
—Qué barbaridad.
—¿No es arrogante? Después de todo, ella también es de la clase trabajadora como nosotros.
Al final, estaba diciendo que Isella era como ella, pero no le gustaba cómo se estaba luciendo la joven.
Carynne solo sonrió. Evans quería tener la casa Hare y no podrían detenerlo. ¿Qué importaría que se rieran de ellos? Al ver cómo Carynne permanecía en silencio, Donna se dio cuenta de lo presuntuosa que estaba siendo.
—…Me disculpo. Me fui por la borda.
—Para qué. Frente a Dios, los humanos, después de todo, no son iguales.
Quizás.
—Eyy, por supuesto que todos son diferentes incluso frente a Dios. A diferencia de mí o de Isella, la señorita tiene un estatus precioso.
Al final, se trataba de estatus. Su familia ni siquiera tenía grandes territorios como duques, condes, barones y demás. A juzgar por los estándares de este mundo, la familia Evans tenía más influencia que un número considerable de aristócratas, por lo que era absurdo que compararan a Isella con una doncella como Donna. En términos de riqueza, la familia Evans estaba unos niveles por encima de la familia Hare.
Mientras miraba la expresión apática de Carynne, siguió adelante y enfatizó la diferencia entre Isella y Carynne.
—¡Aún así! Es diferente. La señorita ha recibido la bendición de Dios.
¿Fue porque alguien dijo “Serás la mujer más bendecida del mundo” cuando nació? Carynne resopló. Por qué haría cualquiera tomar tal palabras en serio.
Donna miró a Carynne con una mirada envidiosa.
—La belleza de la señorita es evidencia suficiente de ser bendecida.
—Por supuesto…
Había sido criada desde muy joven recibiendo una lluvia de elogios hasta el punto de que era vergonzoso, por lo que podría ser que lo aceptara de forma natural. Los pensamientos de Carynne empezaban a mezclarse con “Carynne en la historia”.
Estaba segura de que creció con ojos brillantes y expectativas a su alrededor. Entonces, sería natural que ella también soñara así.
Una bendición era algo que hasta los gitanos de la calle podían dar, y la bendición que recibió al nacer no significó nada grande en la ciudad. Aun así, en el caso de Carynne, su extraordinaria belleza fue suficiente para que la gente del campo hablara de ella como algo sagrado.
Como una mujer joven que solo había escuchado elogios toda su vida, Dullan simplemente no podía compararse... Carynne ni siquiera podía reírse de “Carynne”.
Al final, era solo fantasía. Al final, ella era como un personaje en una obra de teatro. El guion era un guion, y un papel era un papel. Sin embargo, si uno repitiera la misma mímica una y otra vez, el resultado inevitable sería reírse a carcajadas con cinismo.
Al igual que “Carynne”, cuántas protagonistas femeninas soñaban con un futuro brillante que trascendía la realidad. Incluso cuando querían leer una trama tan común que no se podía desenterrar ningún valor literario, aquellos que se reían de tales cosas también habían visto o leído las mismas cosas innumerables veces. Había gente que ridiculizaba a una mujer que no podía controlar su vanidad e ingenuidad, y fingiendo simpatizar con ella, se consolaban.
Al final, a pesar de que Carynne encontró el amor, fue lo mismo que “Carynne” huir o “Dullan” reírse de ella. Sin embargo, aunque esas eran solo sus emociones personales, era una especie de aprecio por los personajes principales. Con un suspiro prolongado, a veces también lamentaba sus roles asignados.
A veces, cuando veía a personas con roles sin importancia mientras usaban la máscara de la gente de la sociedad, por ejemplo, Donna, que estaba bajo tales ilusiones, el corazón de Carynne parecía apretarse.
Sus ropas eran diferentes, pero los papeles que representaban y las frases que decían eran muy parecidas. Nancy, Donna. No había diferencia.
Entonces, si lo mirabas de esa manera... Al final, se dio cuenta de que ella también era una mera muñeca actuando en un papel determinado... Eso es demasiado...
—¿Señorita?
—Mm, no es nada. Me quedé dormida por un segundo.
—Me disculpo por no poder hablar bien. Las vacaciones de Nancy se extendieron…
¿Fue así como se encubrió? Se preguntó cuánto tiempo cambiaría la etiqueta de “vacaciones”. El cadáver desapareció. De una manera que no tenía sentido.
Isella había mencionado que el cadáver fue mutilado de una manera que Carynne no hizo, por lo que la conclusión clara fue que había un tercero. ¿Quién lo tocó?, se preguntó.
—¿S-Señorita?
—Solo tengo sueño.
—¡No puede hacer eso! Su cara… su cara, qué debería…
—Tengo sueño.
«No nos dejemos atrapar por un torbellino de pensamientos, Carynne. Lo que no sabes es lo que no sabes. Lo descubrirás si continúas experimentando.»
—Donna.
—¿Sí?
—Si estás pasando por un momento difícil, ¿por qué no te tomas unas vacaciones?
—Jeje, está bien. Todo el mundo tiene una gran carga de trabajo en estos días, por lo que será muy difícil si yo también me voy.
Mientras fruncía los labios con pesar, recordó la fecha.
—El tiempo vuela tan rápido.
Ya casi era hora de que él apareciera.
Carynne renunció a su breve descanso y comenzó a prepararse para su encuentro con el protagonista masculino.
Tendría que adelgazar la cintura, cuidar su piel, arreglarse el cabello. Al conocerlo, no tenía que preocuparse por acumular riqueza o poder. Sólo había un requisito.
Tenía que estar bonita sin importar qué.
—Que. ¿Cuándo dijiste que regresaría?
—N-No estoy seguro... Son al menos dos semanas...
—¿Cómo se le puede conceder a una criada dos semanas de vacaciones?
Isella sostuvo a Sera mientras se enojaba. Pero era la verdad, gritó la sirvienta mientras Isella la sacudía, pero la joven pronto se derrumbó en su asiento, exhausta. ¿Era por su período? Su bajo abdomen estaba tenso. Se sostuvo el estómago y se acostó.
Estremecimiento. Se le puso la piel de gallina.
—Lo vi allí.
Ese extraño engaño. La mujer a la que le cortaron el cuello. Quería estar segura, por lo que necesitaba confirmarlo ella misma: que era un sueño, que era una ilusión.
Deseaba ver a la doncella vivir y respirar con sus propios ojos. Pero entonces todo lo que escuchó fue que la criada se había tomado unas vacaciones que comenzaron ese mismo día. Nadie la vio, y así mientras repetía, “No puede ser. No puede ser”, se puso nerviosa sin razón.
¿Una sirvienta que se estaba tomando unas vacaciones tan largas solo porque se sentía terrible? Extraño. No era una dama de honor de alta alcurnia, sino una mera doncella personal de la hija de un feudo rural. Ella también era una mujer de piel oscura, por lo que las posibilidades eran aún menores.
Además de cuidar de Carynne, había todo tipo de tareas programadas para una sirvienta como ella porque invitados como Isella estaban aquí para una visita prolongada, por lo que no podía ser que a la sirvienta se le permitiera unas vacaciones tan largas cuando había mucho trabajo por hacer.
Isella no podía comprenderlo.
Quería ignorarlo, pero las dudas seguían arremolinándose en su mente. Así como sus cólicos menstruales no podían aliviarse en ese momento, esa sensación desagradable se quedó atrapada en ella. Aparte de la incredulidad y la vergüenza que sentía al mostrarle una apariencia tan vergonzosa a Carynne, todavía dudaba mucho de si sucedió o no.
Tal vez todo fue una alucinación. Pero Isella nunca había sufrido algo así antes. Su menstruación fluctuaba su estado de ánimo y le daba calambres, pero nunca fue tan severo como para ver cosas como esta. Antes de las alucinaciones, rara vez tenía pesadillas en primer lugar.
Incluso si estaba en la oscuridad, siempre había sirvientas a su lado que la hacían olvidar sus miedos. El incienso flotaba a través de su habitación, que estaba llena de adornos y velos, y allí se le prometió una cama agradable.
Después de un buen día, vendrían días mejores, y las empresas comerciales de su padre nunca habían fracasado. Lo que le quedaba en el futuro era convertirse en una mujer noble digna.
Entonces por qué.
—No…
Isella no quería admitir que se sentía ansiosa.
No. No debería dudar del futuro feliz que le esperaba. Ella era la preciosa hija de la familia Evans. Siempre habrá felicidad por delante de ella.
—El collar…
El colorido collar estaba limpio y sin imperfecciones. ¿Hubo realmente sangre en esto? Isella rodó el collar en sus manos. Este collar no tenía cabida en semejante pesadilla.
Las joyas sin cambios parecían prometer una paz eterna y tranquila. Sin embargo, como el recuerdo del cadáver se quedó con Isella, se asustó aún más cuanto más miraba el collar.
Incluso si las gemas duraban para siempre, se dio cuenta de que podía morir en cualquier momento.
—Hay algo extraño en este feudo.
—¿En serio?
—¿No lo sientes?
¿Qué debería decirle a la criada aquí?
Al ver la expresión de Sera, que estaba llena de sospecha e irritación, Isella se detuvo allí. Algo era extraño, pero las sirvientas en este lugar no lo sabían porque solo servían como manos y pies. Incluso ese “algo” era difícil por de ver.
Chasqueando su lengua, cerró los ojos.
¿Qué pasaba con este lugar? Eventualmente iba a ser dueña de esto. ¿Estaría bien? ¿Era esto algo que ella podía ignorar? Para aclarar esto, ¿por dónde diablos debería empezar?
—Señorita Isella Evans.
—¿Sí?
—Ha llegado un telegrama de Lord Raymond.
Sus pensamientos sobre la criada pronto fueron apartados hacia el abismo, e Isella volvió a estar encantada cuando arrebató el telegrama para leerlo.
Y rápidamente, parecía como si estuviera a punto de llorar.
Athena: Desde el principio me he declarado fan de esta novela. Nuestra desequilibrada protagonista simplemente me encanta. Y no puedo juzgarla, porque cualquiera podría acabar de esa manera después de 117 años y 117 asesinatos. Por otro lado, ¿quién será el que mutiló el cadáver?
Prólogo
La Señorita del Reinicio Prólogo
Una chica de 17 años
El comienzo siempre era el mismo.
El cielo gris, la llovizna, el jardín fangoso y estéril. El frío en el aire, el camisón manchado de barro. El corte en su garganta que le dolía. Si no regresaba pronto a la mansión, el jardinero la encontraría. Pateó la cuerda cerca de sus pies y se dirigió al pasadizo utilizado por las sirvientas; esta vez falló de nuevo. Hacía frío. Esta vez, una vez más. Ella apretó los dientes. ¿Qué salió mal esta vez?
A diferencia del pasillo húmedo, el interior de la habitación era cálido. La temperatura era mejor debido a las gruesas colchas de piel que bloqueaban el frío y el fuego que ardía en la chimenea.
Se quitó la ropa sucia y la arrojó a la chimenea, en la cual el fuego se apagó porque su ropa estaba mojada.
Maldiciendo para sí misma mientras encendía la lámpara al pie de su cama, vertió aceite en la chimenea para que el fuego volviera a arder. Ella miró a la mujer en el espejo. Ella falló de nuevo esta vez.
Se sentó en una silla de madera y sobre la mesa había un trozo de papel y un pequeño bote de tinta. Después de mirarlos durante mucho tiempo, tomó una pluma. Sumergiéndola en el tintero, escribió en la hoja de papel.
«117. Mi nombre es...»
Perdió el control de la pluma y dejó de escribir. ¿Cuál era el punto? Incluso su nombre no tenía sentido. Se sentía vacía.
«¡Esta vez, esta vez…!» Ella pensó lo mismo durante diez años. Durante los siguientes treinta años, intentó adaptarse. Los siguientes veinte años, solo pensó en cómo podía hacerse morir. Luego, los siguientes cinco años se pasaron sin hacer nada. Y…
Carynne Hare.
Cayó en un libro.
Y durante 117 años, no pudo salir.
El libro en el que transmigró era una típica novela romántica. Carynne, la hija de un señor feudal menor, se casaría con su pariente, Dullan Roid, para que su familia pudiera quedarse con el territorio. Pero al igual que cualquier otra protagonista femenina, Carynne era una chica que soñaba con el amor verdadero, por lo que rompió su compromiso.
No podía amar a un hombre maloliente, flaco y de aspecto odioso. Después de eso, la familia de Carynne se arruinó, por lo que comenzó a trabajar como dama de honor para una joven noble, y allí se enamoró de Raymond, el prometido de la joven noble. Después de muchas pruebas y adversidades, Carynne y Raymond se casaron.
La cronología de la novela era de aproximadamente un año y también logró casarse con Raymond utilizando el mismo método. Final feliz. Un final feliz.
Después de que terminó este capítulo, Carynne fue asesinada en la página siguiente. Fue a través del veneno. Después de colapsar por el dolor ardiente, se despertó al amanecer, en medio del jardín. Ella había temblado de miedo.
Luego, se enamoró de Raymond una vez más. Ella se durmió en su abrazo. Sin embargo, cuando abrió los ojos, estaba de vuelta en el mismo jardín. Esta fue la segunda vez que murió y ni siquiera sabía por qué.
El tercer ciclo lo pasó alejándose de Raymond, quien luego se casó con otra mujer, y Carynne aplaudió mientras asistía a la boda como invitada. Tras la ceremonia, murió tras ser pisoteada por un caballo durante la procesión nupcial. Todo su cuerpo estaba destrozado.
Lo mismo sucedió después de esta ronda. La razón era diferente cada vez, pero el final siempre era el mismo: su muerte.
En caso de que funcionara, siguió adelante con su compromiso hace unos años. Su compromiso con Dullan no se había roto y se había casado con él sin ningún problema. Pero cuando se despertó una vez más, estaba de vuelta en el mismo jardín. No sabía qué fue lo que la envió de regreso, si fue cuando murió o cuando pasó un año.
No fue hasta una considerable cantidad de tiempo que descubrió la mecánica del bucle.
1. La duración era de un año. Siempre comenzaba en el jardín mientras llovía.
2. Después de un año, Carynne moría por cualquier motivo y volverá a la misma hora y lugar.
3. Comenzaría de nuevo mientras traía consigo las cosas que tenía en las manos mientras moría.
Gracias a la tercera ley, pudo tener fe en que no estaba soñando. El número 116 estaba grabado en la moneda de oro plana que tenía en la mano. Después de cambiar el número 6 por 7, miró hacia el techo. Ya ni siquiera podía recordar su rostro original.
Había vivido como Carynne durante más de un siglo. A medida que su mente envejecía más del doble que su cuerpo, había perdido toda esperanza de poder dejar esta novela.
—Preferiría morir, de verdad.
—Se supone que no debe decir eso, señorita. No puedo imaginar un mundo sin usted aquí.
Nancy, una doncella de piel oscura, reprendió a Carynne levemente mientras le cepillaba el cabello. Todavía podía recordar una época en la que la mujer más importante del mundo era una mujer que tenía la misma piel oscura. Fue hace más de cien años. Era un recuerdo demasiado vago para siquiera llamarlo recuerdo.
Cada vez que veía a la doncella más cercana a ella, Carynne recordaba de nuevo que ella no era de este mundo. Cuando vio por primera vez cómo la doncella se inclinaba hacia ella, Carynne se estremeció de desgana.
Pero, de nuevo, si esta criada no agachaba la cabeza al salir de la habitación, sería castigada y golpeada. Así era como se trataba aquí a las personas de color, incluso a los ancianos. Lo había presenciado durante 117 años. Solo el tiempo podría cambiar esos valores de la humanidad.
—¿No le agrada tanto Lord Dullan a la señorita?
—No hay forma de que le guste. Toda la gente aquí era para ella como tinta sobre papel.
Todo fue sin sentido, fugaz y, sin embargo, la tinta inherentemente no era inofensiva. Cualquiera podría morir si bebiera tinta. ¿Debería decir que la tinta era veneno? Lo que quedaba no sería más que un efímero momento de alegría. Fue un placer corto que se extendió incluso por menos de una página.
Ella se rio por dentro. A pesar de lo desfigurado que parecía Dullan, era peor en la cama. La última vez que se acostó con él fue hace unos años. Y siempre había sido un joven tartamudo, torpe y feo que carecía de vigor.
—Él es feo.
—…Oh Dios mío.
—Si intercambiamos sus partes inferiores con las de tu amante, lo consideraré de nuevo.
—¿Dónde escuchó la señorita esas palabras? ¿Qué sirvienta dijo eso?
—No estés tan tensa. Es solo una broma inofensiva de una niña de diecisiete años que ni siquiera sabe cómo son los genitales de un hombre.
—La cuido desde que era un bebé, pero ¿de qué está hablando ahora? No la crie así... En cualquier caso, después de diez años de matrimonio, algo así no sería nada.
«No es eso.»
—¿Crees que duraría diez años con Dullan?
—Entonces, ¿terminará después de solo un año? Tendrá más tiempo. Démonos prisa y ajustemos su corsé primero. Debería ver si puede hacerlo con un hombre mejor que Dullan con una cintura delgada.
—¡Mmh!
Si no fuera por este corsé ensangrentado, podría haberse divertido más. El corsé de ballena, que la exprimía hasta dejarla seca incluso de sus palabrotas, era más probable que masticara y mordiera su cintura que simplemente adelgazarla. Era asfixiante. Odiaba esta era.
—Nancy, vengo de una época en la que las mujeres voluptuosas son populares.
—Si vive en ese período de tiempo, entonces sería la más delgada de todas, siendo tan quisquillosa con la comida.
«No, Nancy. A decir verdad, era bastante glotona.»
Carne grasosa, bocadillos dulces, todo tipo de comida que se derretiría en su boca. A ella le gustaban todas estas cosas, pero la comida de este mundo no se adaptaba a su paladar. El pan estaba demasiado duro y la carne olía y sabía a pescado. La sal era tan cara que solo podía comer alimentos salados una vez a la semana antes de casarse con Raymond.
Ésa era la razón principal por la que le agradaba Raymond. Le proporcionaba buena comida. Era un hombre que podía dar buena comida y buen sexo. Carynne se tragó las palabras que no pudo pronunciar.
—¿No va a asistir hoy también al servicio de adoración?
—Escucharé esas oraciones cinco veces al día después de casarme de todos modos, entonces, ¿cuál es el punto?
Dullan era sacerdote. Junto con la parroquia local, también recibiría la tierra de la familia Hare. Mientras pensaba en Dullan, quien recitó el nombre de Dios desde su primera noche como pareja y durante todos los días por venir, Carynne sintió ganas de vomitar.
—Qué indiferente. He estado con la señorita desde que era joven, pero hoy eres un poco diferente. Todo el mundo dice que es así antes de casarse, pero estará bien.
«No, no estoy bien, Nancy.»
No había estado bien durante 117 años.
Era el cumpleaños número diecisiete de una joven, pero estaban lejos de la capital, por lo que no era un gran evento. Más aún para Carynne, cuyo matrimonio ya estaba a medio confirmado.
Los caminos que rodeaban el feudo tampoco estaban en buenas condiciones, y la finca más cercana al feudo estaba a una distancia que tomaría un día entero de paseo en carruaje. Y así, el salón estaba inevitablemente silencioso.
Los familiares y personas que estaban relacionadas con el feudo en términos de negocios, que solo intercambiaron cartas vagamente con la familia, deambulaban por el pasillo. Y los músicos torpes, que se vieron obligados a tocar para este evento, no estaban sincronizados. Todos tenían la expresión “Quiero terminar con esto y que me paguen ya” estampada en sus rostros.
Incluso en un lugar así, Carynne era el centro de atención. No fue solo porque ella fuera la estrella de este evento, sino porque su belleza la hizo brillar.
Su cabello rojo, que fue hábilmente peinado por Nancy, era naturalmente ondulado, y el corsé ajustado que llevaba enfatizaba tanto su busto como la delgada cintura que lo rodeaba.
A pesar de que solo tenía diecisiete años, era increíblemente atractiva. Aquellos que mataban el tiempo mientras charlaban con una conversación superficial se animaban al conversar con ella.
Carynne podía decir lo que estaban pensando incluso si no lo decían en voz alta. Ella era una mujer que estaba en un compromiso tentativo, por lo que no podían acercarse a ella abiertamente.
Pero en el momento en que Carynne decía: “No quiero casarme así”, gritaban de alegría. Estarían tan emocionados de rasgar su ropa y abalanzarse sobre ella.
Pasó unos siete años rodando las sábanas con los hombres, pero se cansó de eso más rápido de lo que pensaba. La mayoría olía fatal y ni siquiera se controlaba el vello púbico correctamente, por lo que la experiencia era bastante repugnante.
Esta vez, Carynne estaba decidida a hacer algo. Era demasiado perezosa para casarse con Raymond, demasiado perezosa para dedicar tiempo a cuidar el feudo. Ya leyó casi todos los libros que pudo conseguir, y la comida aquí no era deliciosa en absoluto.
—C-Carynne Hare. ¿T-Tu... e-esposo ha venido a verte, pero tú pones esa cara?
—Todavía no.
—...Prometido.
—De cualquier manera, todavía no.
Dullan, el prometido de Carynne.
Era extraño cómo vestía su túnica negra de sacerdote mientras asistía al banquete de cumpleaños de su prometida. Ella ya estaba acostumbrada, pero sus cejas aún se fruncían ante la desagradable imagen de él siendo insoportablemente consciente de sí mismo. Lo que no podía soportar no era realmente cómo susurraban mientras estaban juntos, sino más bien su actitud de ser tan consciente de los ojos puestos en él.
Era embarazoso. Llegó hace un tiempo, pero ni siquiera se cambió de ropa. Lo que vestía ahora no coincidía con la ocasión, y había manchas de barro pegadas a los bordes de sus pantalones.
Olía desagradablemente a medicina, vino y lluvia acre. Sus ojos muy abiertos parecían los de un pez muerto, y las sombras negras debajo de ellos hacían que los niños lloraran con solo verlo. Incluso las criadas a veces se sorprendían después de verlo. Y esos ojos estaban mirando a Carynne en este momento.
Por supuesto, Carynne se había acostumbrado a ellos durante más de cien años, por lo que esa mirada espantosa no la afectaba particularmente.
—¿Q-Qué estás... pensando?
—Poco.
Era muy alto, pero delgado, no tenía dinero y no sabía cómo usar su polla. Era un hombre que no amaba a Carynne y, en cambio, la codiciaba. Aparte de eso, era arrogante y grosero.
Carynne lo odiaba, pero al mismo tiempo, se odiaba a sí misma por sentir tanta fuerza hacia la mera tinta en el papel.
Si fuera un poquito atractivo, ¡ninguno de los conflictos de la novela habría ocurrido!
Era un pensamiento risible. ¿Qué diablos era este hombre? Ella había intentado casarse con él, pero no funcionó. Cuando regresó después de pasar un año con Dullan, su frustración había llegado a su punto máximo.
Todo carecía de sentido. En ese entonces había vivido con compasión, como una monja, pero todo fue en vano.
—La vida no tiene sentido.
—P-Pero... después de casarme...
—Todas las mujeres que están a punto de casarse sienten lo mismo y la misma frustración, pero la mayoría de estas preocupaciones desaparecen después de casarse. Deja de pensar que eres una especie de princesa de cuento de hadas, señorita Hare, es lo que estabas a punto de decir, ¿verdad?
—S-Similar.
Sí, era exactamente lo mismo, quería responder así, pero se quejó para sus adentros. Lo que le dijo varias veces en ese entonces mientras tartamudeaba fue “Te casarás conmigo de todos modos, así que despierta”.
—No es así.
Si sus quejas fueran solo eso.
Ella solo quería envejecer. O morir. No... simplemente ya no quería estar en este lugar. Estaba cansada de todo. ¡Las mismas conversaciones, las mismas respuestas incluso después de cien veces! Incluso el tartamudeo.
Tragando un grito desesperado, Carynne imitó a una chica de diecisiete años que estaba moderadamente enojada. Mientras admiraba un poco su belleza, Dullan, de veinticinco años, dejó de ser sarcástico. Dullan pensó que Carynne estaba siendo inmadura y tenía razón.
Hace como un siglo. Quizás incluso ahora. Carynne ya tenía 117 años, pero no había nadie que la tratara como tal, por lo que tampoco encontró la necesidad de actuar acorde a su edad.
Carynne, la belleza pelirroja de ojos morados que vivió para siempre.
La orquesta empezó a tocar.
Con un puchero todavía en los labios, Carynne tomó la mano de Dullan. Este era un comienzo normal. Dullan tenía dos pies izquierdos, pero como Carynne no quería volver a caerse a causa de él, agarró la mano de Dullan y tomó la delantera hábilmente. Puede que no sea exacto, pero quizás era la decimonovena vez que bailaba con Dullan. En ese momento, ella lo sujetó por la cintura e hizo un giro con él.
¿Quién la mataría esta vez?
De alguna manera, su muerte se había convertido en el evento más interesante y emocionante que esperaba. Carynne incluso dirigió su propia muerte hasta cierto punto. Las muertes repetidas y los recuerdos mezclados confundirían a cualquiera, desde inconvenientes menores, como tratar de recordar si había tenido esta conversación antes, o algo importante, como que la mataran y que pudiera generar resentimiento.
No importaba cuán cierto fuera que ella aún sobreviviría al final y volvería atrás en el tiempo, ella aún murió antes de comenzar de nuevo. Aun así, estaba enferma y cansada de esta repetida vida monótona con las mismas conversaciones aburridas. Carynne quería ver nuevas reacciones tanto como fuera posible, y en esta región apartada donde no había guerra, nunca sucedió nada.
«Todo está bien, así que haz algo que me haga reír. ¿Qué debería hacer esta vez?»
Era su cumpleaños número diecisiete y, al mismo tiempo, era el número ciento diecisiete.
Tendría que esperar un mes antes de poder conocer a Raymond. Este período en el que no sucedió nada importante solo se describió en unos pocos párrafos cortos, y ella ya estaba tan cansada de eso. Todo lo que importaba en estas escenas era resaltar lo poco atractivo y grosero que era Dullan y, al mismo tiempo, lo indigno que era de casarse con la hermosa, ingeniosa y preciosa Carynne.
Se acabó la canción.
—No te voy a pedir que me quieras, Carynne Hare. Somos ... parientes... Pero si no nos casamos, la tierra sería revocada por el estado... Entonces, para evitar eso... el matrimonio d-dentro de la familia es necesario...
—No tienes que explicármelo tan diligentemente. Es algo que tanto tú como yo sabemos.
—Entonces al menos s-sonríe. Todos en esta man... sion se están riendo de mí.
Su agarre se apretó sobre la muñeca de Carynne.
«La estás agarrando demasiado, idiota». Ella sintió que iba a tener un moretón. Carynne odiaba el dolor. Había pasado por muchas cosas, pero odiaba tanto el dolor, hasta el punto de que incluso quería posponer su muerte. Para moderar la irritación entrante que ya podía sentir, Carynne colocó la otra mano sobre el pecho de Dullan.
—No es así, Dullan.
—No puedo soportar que me traten como un t-tonto.
Este hombre quejumbroso era ridículo. Incluso la palabra “lindo” no le quedaba bien. Su orgullo se disparó, pero su confianza en sí mismo estaba por los suelos. Carynne había visto mucho esto, la estrechez de miras de este joven que no cambiaría incluso si se casara con Carynne. Esta era su naturaleza.
Podría ser porque él no era el protagonista masculino de Carynne en la novela que leyó, pero tal vez se volvería más maduro décadas más tarde después de convertirse en padre y criar a un hijo.
Sin embargo, Carynne sabía muy bien que el joven frente a ella sufría de un severo complejo de inferioridad, y era una pérdida de tiempo esperar que cambiara. Él nunca dejaría de hacerlo. Por lo que Carynne había presenciado, no tenía la capacidad de cambiar.
Carynne recordó un momento en el que pensó que su apresurado matrimonio con su prometido original, Dullan Roid, era la clave para romper el ciclo del tiempo. Ella era joven en ese entonces. ¿Espera no? Tal vez no. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado.
Habiendo vivido como una adolescente durante más de cien años, su mente era como una estantería desordenada con todos sus libros metidos al azar.
Incluso si Carynne le susurrara cosas dulces al oído, él dudaría de ella. Fue bastante refrescante al principio, cuando apuntó a Dullan en lugar de Raymond, que era todo lo contrario del tartamudo. Raymond era alguien que se acercaría a Carynne primero y juraría su dedicación incondicional y amor por ella, incluso si no fuera correspondido.
¿Cómo debería hacerlo entonces? Carynne reflexionó sobre cómo debería vivir esta vida. Había un libro que aún no había terminado de leer, pero lo volvió a leer en la mansión de Raymond. En este punto, aún no se había publicado. Debería terminar de leer ese libro. Sin embargo, todavía faltaba mucho para su primer encuentro con Raymond.
Lo más destacado de esta parte de la novela fue cómo rompería con Dullan. Carynne conocía más de treinta formas de humillarlo en su arsenal. Si dejaba pasar esto y no hacía nada, se casaría con él. Pero eso no sería divertido ya que ella ya lo hizo antes.
¿Qué no había hecho ella hasta ahora?
Como aún no era el momento para el incidente incitador, Carynne pasó la mayor parte de este tiempo de manera relajada. Todavía hacía frío en esta época del año, por lo que sería difícil ir al jardín. No era momento de que vinieran personas divertidas y emocionantes, y solo estaban su doncella, los otros sirvientes y su feo prometido a su alrededor en este momento.
Al principio, ella siempre se sintió deprimida. Pero después de pasar por esto cien años después de cumplir los diecisiete, tal vez llegó el momento de una celebración. Una especie de conmemoración. Quería hacer algo diferente.
—Ven a mi habitación esta noche.
Ahora que lo pensaba, todavía tenía que jugar con Dullan hoy. De todos modos, no sucedería nada significativo en el corto plazo.
Después de cansarse y sentir molestias por el largo viaje, esta era una época decepcionante para Dullan. Y para Dullan, que era aún más feo ahora en comparación con cuando era más joven, este era un momento verdaderamente lamentable. En esta iteración, tal vez debería atarlo y golpearlo con un látigo.
Sin embargo, después de escuchar las palabras de Carynne, Dullan frunció el ceño. Su ira fue incitada, y trató de insultarla y llamarla mujer obscena. Pero más que eso, lo que le dijo a Carynne, cuyo pecho latía con fuerza, fue bastante inesperado.
—¿Cerrarás la puerta y andarás a cuatro patas como un perro?
—¿Oh?
—Suplicando, hiciste eso durante tu décimo cumpleaños.
¿Había tal historia de fondo? Ahora se sentía mejor gracias a la nueva y refrescante respuesta. No sabía que Carynne tenía un pasado así. Hubo casos en los que una pareja ni siquiera hablaba una vez que se habían casado, pero él estaba siendo así. Muy bien. Esto le dio un poco de placer. Carynne se rio con sinceridad esta vez porque estaba realmente encantada.
—Entonces vayamos después de este baile.
—¿Por qué?
—¿A qué te refieres con por qué? Celebremos nuestra boda un poco antes.
—No sigo...
Ella le pellizcó el pecho sobre la ropa y lo que siguió fue un débil gemido.
Incluso si no hubiera amor entre ellos, la lujuria podría existir. Ella lo conocía bien.
—¿Odias a una esposa que es así?
Por supuesto no.
Riendo, se acomodó la falda de su vestido para cubrir la parte inferior de su cuerpo. Era correcto que una dama lo hiciera.
¿Por qué el sexo y la muerte parecían estar irrevocablemente conectados? Después de estremecerse de miedo al principio, gradualmente se acostumbró a acostarse con alguien. La sensación de eso dentro de ella era bastante agradable, y la ilusión de que el calor la envolvía cuando un cuerpo la abrazaba también era bastante agradable. Incluso durante el momento más intenso de su vida, aunque fuera por un momento, podía consolarla y darle la sensación de que no había nada de deprimente en ello.
Después de experimentar la muerte más de una vez, descubrió que la experiencia era similar. Ella sería empujada al punto más alto, como si hubiera ascendido a los cielos, pero al mismo tiempo, se sentía como si estuviera atrapada en el suelo.
Por supuesto, se había acostado con hombres que no podían transmitir ni una fracción de este sentimiento y solo hacían movimientos sin sentido, como si remaran en un bote en el aire. Dullan no era mejor.
A diferencia de Carynne, que era brillante y hermosa, él era delgado y pálido, y tenía una personalidad sombría. Al mismo tiempo, tenía la habilidad de sentirse ofendido por las cosas más triviales que Carynne diría.
Tenía la desagradable costumbre de despreciar a las personas, pero al mismo tiempo, era objeto de burlas. No podía administrar bien el territorio, por lo que confiaba principalmente en el padre de Carynne. Con su postura eternamente pobre, sus hombros estaban encorvados y su espalda estaba inclinada hacia adelante.
Mientras retrocedía una y otra vez durante un período de tiempo fijo, tal vez pensó que esto era parte de su encanto. Fue solo después de muchos años que ella lo encontró lindo. Sin embargo, para ese momento, casi todos se habían vuelto similares a sus ojos.
Después de volverse mentalmente mayor que Dullan, su melancolía y su irritabilidad llamaron su atención, y se preguntó en qué tipo de entorno creció él para que se volviera así. Ahora, se había vuelto lo suficientemente soportable como para que ella lo viera tan lindo a su manera.
—¿Te duele?
No parecía estar preocupado por ella a pesar de que le preguntó esto. Más bien, lo disfrutaría más si ella tuviera dolor. Los movimientos de Dullan se volvieron notablemente intensos en el momento en que vio la sangre de Carynne, y ante esto, ella resistió el impulso de resoplar.
Era ridículo. Los hombres impopulares estaban tristes por no ser populares entre las mujeres, pero no querían admitirlo. Cuanto más se sintiera un hombre así, más obsesionado estaría con la virginidad de una mujer. Este tipo de hombre no querría que se revelara su incompetencia.
Carynne se preguntó si Dullan era virgen. Aunque acababa de regresar de estudiar en un monasterio, ella sabía bastante bien que todavía era un lugar donde una persona podía reventar la cereza. Además, no era como si Dullan fuera un sacerdote obediente. A diferencia de Raymond.
¿Dullan la compararía con otra persona? Carynne recordó su primera vez. Fue hace tanto tiempo. ¿Fue Raymond? Pero este hilo de pensamiento se cortó debido a un ruido del exterior. Se podía escuchar a los sirvientes pasar más allá de la puerta. Debían estar buscándola. Después de todo, el banquete aún no había terminado.
Carynne se preguntó qué pasaría si la atrapaban en el acto. Aunque ya estaban comprometidos, la mayoría de la gente todavía tenía dudas sobre Dullan. ¿Debería hacer que la vieran en esta habitación con él?
Quería ver a un asistente admirar a Carynne así, y luego colapsar en estado de shock. En este punto, miró a la persona que estaba sobre ella. También quería ver a Dullan nervioso.
Carynne odiaba sus caricias arbitrarias y sus burlas ineficaces, pero le gustaba cuando la abrazaba con tanta fuerza como si no quisiera soltarla, cuando gemía y mostraba una mirada desesperada.
Debido a esto, sus movimientos estaban restringidos, la sensación no era mucha y la fricción abajo era nada menos que el aleteo de las alas de una libélula. Incluso si el propósito de dormir con él era ser abrazado, Carynne se quedó sin palabras.
Lo consideró por un tiempo, si esto era suficiente para enfadarla. Pero no fue así, por lo que no actuó en consecuencia. Esto era estimulante a su manera. También era algo que no sucedió en un ciclo anterior.
Desde el primer día de este ciclo, rodó las sábanas con Dullan. Se acostó con él inmediatamente antes de la boda. Hace un tiempo, tartamudeó tremendamente y suplicó a Dios. Teniendo en cuenta cómo estaba ahora, estaba claro que era pervertido.
Quizás más tarde, sería bueno hacer un juego de cera. Dullan no sabía si Carynne estaba sorprendida o algo por el hecho de que estaba tan callada, pero buscó a tientas y trató de excusarse.
—T-Tú eres quien me sedujo.
¿Estaba tratando de decirle que ella se aprovechó de él? Todo lo que estaba pensando en este momento era que no le gustaba que su ropa interior se ensuciara. El banquete aún no había terminado. ¿Debería lavarse de nuevo?
Su cuerpo, que se calentó brevemente debido a la lujuria, se enfrió rápidamente cuando su deseo se extinguió. Mientras Carynne miraba al ansioso Dullan, frunció el ceño cuando captó su hedor.
Ni siquiera se lavó el cabello después de empaparse con la lluvia. Quizás había perdido su fuerza, pero Carynne lo apartó fácilmente cuando él se retiró de ella.
—Lávate. Hueles horrible.
—¿Eh? ¿H-Horrible?
«¿Qué debo hacer esta vez?»
Carynne estaba acostada en la cama, mirando fijamente al aire.
Ella ya había intentado dar toda su riqueza a los residentes del territorio, leer libros, disfrutar de una vida resplandeciente con los hombres, oh, pero fue apuñalada hasta la muerte en ese entonces. También vio a Raymond e Isella casarse mientras ella se casaba con Dullan sin ningún reparo.
Sin embargo, la mayoría de los lugares a los que fue a lo largo de los años estaban restringidos al territorio Hare, la villa de Isella y la mansión de Raymond. E incluso la mansión de Raymond era un lugar donde solo se quedaba por un corto período de tiempo porque para entonces, la novela ya estaba a punto de terminar. Incluso durante más de cien años, el tiempo que pasó tranquilamente acostada en una cómoda cama no fue demasiado largo.
Había tan pocos lugares donde podían ir las mujeres de esta época, así que era aburrido. Carynne pensó brevemente en engatusar a Isella para que viajara lejos con ella esta vez, pero descartó la idea.
Dos mujeres de viaje. Cinco sirvientes sería el mínimo, y era obvio que los hombres adultos que los escoltarían serían Raymond y Dullan. Esto era preocupante. ¿Quién sería responsable de quién?
Carynne arregló toscamente la ropa enrojecida de Dullan y luego habló.
—Escóltame apropiadamente.
Tenían que bailar tres canciones más. Luego, iba a tropezar con el pie de un sirviente, se enojaría con él, le echaría vino en la cabeza y luego se reiría de él. Y ella se iba a sorprender por su violencia.
—…Oh.
—Pon algo de fuerza en tus piernas.
Más bien, Carynne fue quien lo acompañó ya que sus piernas todavía estaban como gelatina, y ella lo ayudó mientras chasqueaba la lengua. Entonces, Dullan tropezó con el pie del sirviente como estaba programado, se cayó, se enojó con el sirviente, pero no pudo verter vino en su cabeza.
—¿Qué está haciendo, señorita?
—Nada, solo preocupándome por mi futuro.
Nancy suspiró mientras miraba a Carynne, que no podía concentrarse en el desayuno que tenía ante ella. Nancy odiaba cómo Carynne se perdía tanto en sus pensamientos.
—No lo piense mucho. ¿No es solo una pérdida de tiempo? Todo irá bien con el tiempo, por lo que deberías disfrutarlo. ¿Hm?
«Han pasado unos cien años y todavía no está bien.»
—Seguro…
—¿Qué tiene en la mano?
—¿Esto?
Carynne escondió la moneda con la que estaba jugando, pero, de nuevo, no tenía que esconderla, así que la sacó de nuevo. Después de todo, solo Carynne sabía el significado detrás de eso. No valía nada para los demás.
—Es simplemente algo que llevo conmigo. Algo parecido a un amuleto.
—Si es demasiado complicado de tener, simplemente tire la moneda. ¿No ocurre lo mismo con los pensamientos que reflexiona durante mucho tiempo? Ahora, termine de preocuparse y coma. Pero tenemos que apretar tu corsé de nuevo, así que no coma demasiado.
¿Está bien, quizás? Carynne agarró la moneda. Solo habían estado juntas, oh, 117 años. Era difícil decidir qué hacer esta vez, por lo que puede que no fuera malo decidir así. Si el número aparecía boca arriba, Carynne simplemente rodaría con Dullan esta vez. ¿Debería estudiar teología?
Si saliera al revés... Nancy agarró la moneda y la lanzó.
—Ahora, la parte trasera está levantada. Adelante, coma.
Entonces, tendría que hacer algo malo esta vez.
Cuando Carynne decidió tomar el camino tortuoso en esta vida, soñó con una gran ambición mientras veía cómo se llenaba la taza de té con agua caliente.
Carynne se estaba volviendo loca porque estaba muy aburrida de vivir. Después de docenas de intentos, cuando todavía estaba convencida de que casarse con Raymond era la respuesta, probó varios métodos. Hacer buenas obras fue una de las cosas que intentó. Vendió sus activos e hizo campañas de recaudación de fondos.
Sin embargo, los resultados fueron los mismos. No, ni siquiera eran mejores. También fue asesinada una vez por un vagabundo al que ayudó en ese entonces.
Sin embargo, las buenas acciones eran bastante adictivas. Finalmente se rindió porque no era la respuesta, pero por un tiempo, Carynne pensó que ayudar a los demás podría hacerla feliz. No dormía, deambulaba y era tan gratificante como inútil.
Si las buenas acciones fueran divertidas, las malas acciones definitivamente también lo serían.
Quería hacer algo increíblemente malo para que se la considerara malvada. ¿Qué sería ideal? Carynne se rio mientras se imaginaba conquistando el mundo. Sin embargo, considerando los lugares a los que podía ir y el dinero que podía gastar, tuvo que renunciar a esta ambición.
Necesitaría unos veinte sirvientes, pero escuchaban más las órdenes de su padre. No eran lo bastante leales a Carynne como para cometer un asesinato por ella. Y tendría que esforzarse mucho para que alguien más se moviera.
Carynne chasqueó la lengua pensando en las innumerables doncellas, sirvientes y caballeros de la historia, que estaban acostumbrados a dar sus vidas incluso si no hacían nada malo.
Su fecha límite era de solo un año. Al final, incluso si intentaba causar problemas, lo más grande que podía hacer era la infidelidad y lo más pequeño era intimidar a los sirvientes. Ambos eran triviales.
Quería hacer algo a gran escala. Ella había intentado provocar un incendio antes, pero los jardineros se apresuraron a apagar el fuego. Gracias a esto, varios de sus intentos de incendio provocado, con la intención de quitarse la vida, siempre habían fracasado.
No servía de nada hacerse daño. Hasta el día en que llegara al último capítulo del libro, no moriría. Hubo un momento en que se arrojó por un tramo de escaleras y eso dejó todo su cuerpo paralizado. A pesar de las llagas, se sintió aliviada cuando murió mientras estaba acostada sin decir una palabra.
Al pensar en ese momento, sintió un sabor amargo en la boca. No había nadie que se encargaría de buena gana de alguien que se encontraba en un estado vegetativo con un corazón puro. Cuando volvió a abrir los ojos al año siguiente, pensó que se vengaría de las personas que la mataron, pero renunció a la idea porque incluso eso no tenía sentido.
No había justificación para castigar a las personas que no lo hicieron en esa línea de tiempo, e incluso si ella intentaba vengarse, habría demasiados objetivos. Nancy una vez le había torcido el cuello.
Pero en ese momento, Carynne se detuvo en ese hilo de pensamientos.
¿Venganza? Venganza, venganza.
—Ah.
Por un tiempo, pensó que ya había hecho todo lo que podía. Esa suposición estaba equivocada. Había innumerables opciones que aún tenía que considerar, al igual que no lo había hecho con Dullan el primer día.
Mientras elogiaba la incertidumbre de la vida, se preguntó por qué nunca intentó vengarse. Quizás pensó que era el amor lo que cambiaba a las personas y al mundo.
Al principio, hizo lo que había leído en el libro, conoció a otra persona, se enjuagó y repitió. El requisito era amar. Vagó en busca del amor durante cien años. Fueron días aburridos, días sin sentido.
El amor no fue la respuesta.
Estaba harta y cansada de aguantar personajes tan molestos.
Era hora de vengarse.
Personajes poco interesantes, personajes que no fueron la respuesta a su difícil situación, debían recibir la venganza del lector.
—¡Ah!
¡Algo que nunca había hecho antes!
A Carynne se le ocurrió algo nuevo que hacer. Y en eso, ella estaba envuelta en alegría.
¿Por qué no había pensado en esto antes?
No era el amor lo que tenía la mayor influencia en las personas.
Era la muerte.
Al darle la bienvenida a su cumpleaños 117, Carynne Hare decidió convertirse en una asesina.
El nuevo plan le dio a Carynne un impulso de celo.
Estaba tan emocionada que no podía entender por qué no había decidido matar antes. ¿Por qué debería correr primero cuando había estado en el extremo receptor de la muerte durante un siglo? Siempre la había golpeado primero.
Pero mientras reflexionaba sobre la tarea, no iba a ser fácil.
«Aun así, estoy feliz por eso. Dicen que las dificultades hacen que la gente brille más.»
Sus delgados brazos podrían no ser suficientes para torcer el cuello de un pollo. Nunca había levantado nada más pesado que un libro. Cuando iba a la iglesia, siempre iba en carruaje. Y cuando tenía que subir muchos escalones, los sirvientes estaban allí para ayudarla.
El plazo era de un año. Si usara ese tiempo solo para desarrollar músculo, terminaría sin hacer nada.
Si empezaba con un bebé, entonces sería fácil. Sin embargo, no había ningún bebé en la mansión. A las sirvientas embarazadas no se les permitía seguir trabajando, por lo que no había niños pequeños aquí. El más joven de la mansión era el hijo del jardinero, pero ese chico ya era mucho más fuerte que Carynne.
La biblioteca de la mansión era amplia, pero ninguno de esos libros la ayudaría a cometer un asesinato. Y el último asesinato que ocurrió en esta área fue en un pequeño pueblo, que ocurrió antes de que Carynne naciera.
Al final, Carynne se sintió desanimada por un tiempo porque se dio cuenta de que matar a alguien con sus propias manos sería difícil. Pero pronto, comenzó a disfrutar de la situación.
Había infinitas formas. El número de muertes que sufrió ya alcanzó los tres dígitos. Ella era el libro de texto. Ella era la testigo viviente. La respuesta era ella.
Carynne no temía a nada más que el aburrimiento. Como mujer que vivió para siempre, incluso si la atrapaban, todo lo que tenía que hacer era comenzar de nuevo. Había visto a través de todo tipo de hábitos y preferencias pasadas, ya que había vivido con ellos durante un tiempo horriblemente largo.
Tenía muchas oportunidades. ¿Con quién debería ir primero? Carynne contempló con el corazón palpitante.
La primera persona en la que pensó fue en Isella. Como prometida de Raymond, era la rival de Carynne y recordó las veces que Isella trató de humillarla en el pasado.
Preocupada por perder a Raymond, Isella atormentaba mucho a Carynne. E Isella en realidad tenía muchos puntos débiles. Sobre todo, sería una víctima relativamente fácil ya que Carynne podría acercarse a ella como su sirvienta más tarde.
—Pero me atraparán de todos modos.
Además de ser su rival en el amor, Carynne también era la criada de Isella. ¿Quién más sería el principal sospechoso si no fuera ella? Sería mejor si pudiera aguantar mucho tiempo sin que la atraparan.
No le tenía miedo a la pena de muerte. Si muriera, podría empezar de nuevo. ¿Y si realmente moría sin volver? Eso era lo que ella quería al final.
Sin embargo, si iba a fallar desde el principio, su entusiasmo se desvanecería. Quería matar a tantas personas como fuera posible y hacerlo aún más divertido.
Había pasado por todo tipo de dificultades en esas repeticiones, pero si podía lograrlo, se sentiría abrumada por tanto orgullo.
Pensó en la persona más fácil de matar. Quizás Raymond sería el más desafiante. Raymond era un hombre al que, después de todo, se le otorgó el título de “Señor”.
Carynne lo había visto una vez tratar fácilmente con seis jóvenes fuertes. Sin embargo, si estaba enamorado de Carynne, podría estar dispuesto a beber lo que fuera que ella le diera.
Con este hilo de pensamientos, perdió un poco de fuerza.
Realmente quería divertirse durante mucho tiempo. Quizás durante una cita para montar a caballo en medio del verano, ella podría llevarlo a un lugar apartado y empujarlo fuera de su caballo. Si tenía suerte, le rompería el cuello.
Carynne conocía bien a Raymond.
No, conocía bien a todos los personajes.
Era por eso que su propio cuerpo débil podría contribuir a que fuera más divertido este desafío. Carynne apretó su mano en un puño mientras pensaba esto, pero lo abrió de nuevo con una sonrisa mientras colocaba un accesorio en su cabello.
Ella guardaría a Raymond para más tarde. Antes de conocer a Raymond, Carynne tendría que conocer a su prometida actual, Isella Evans.
Tenía el nombre de "Carynne Hare". Y si Carynne corría algún peligro, Raymond estaría allí para ella. Como había sido hasta ahora, este era el desarrollo natural de la trama: era una historia de amor tan cliché.
Pero esta vez, sería un poco diferente. Carynne se miró al espejo con el corazón palpitante. Con sus mejillas enrojecidas y sus ojos brillando con anticipación, el reflejo que la miraba parecía una chica locamente enamorada.
Después de tantas décadas, finalmente se embarcó en una nueva aventura. Carynne recordó el día en que conoció a Raymond hace más de un siglo.
El sueño de una niña.
Un caballero cuyo cabello era de un delicioso tono dorado. Rico, guapo, perfecto, pero frío con otras mujeres. Carynne sonrió mientras se cepillaba el cabello. Lo que todas las chicas soñaban era, de hecho, no un hombre que fuera amable con todas las mujeres, sino un hombre que solo era dulce con ella. Por eso era perfecto.
Era un caballero que existía solo para Carynne.
Carynne siempre había querido ver qué iba más allá de este año, pero un futuro que deseaba especialmente ver era cómo actuaría Raymond después de su muerte.
—¿Qué hiciste después de mi muerte? Caballero mío, ¿te vengaste de los que me mataron? ¿Derramaste lágrimas, caíste en la desesperación? ¿O te olvidaste de mí y seguiste adelante con otra persona?
Carynne estaba convencida de que la posibilidad más clara y plausible era su primera suposición. Incluso antes de su muerte, no lo toleraría si Carynne estuviera involucrada. Y si Carynne murió, ¿entonces qué? Era una pena. Quería verlo, pero no podía.
Carynne había muerto varias veces a manos de Verdic en la habitación de Raymond. Verdic era el padre de Isella y, bajo ciertas condiciones, había logrado matar a Carynne el día de su boda con Raymond.
Al pensar en Verdic, Carynne sintió que la garganta le dolía un poco. De los pocos casos en que Carynne perdió el aliento a través de él, debía haber habido momentos en los que Raymond atrapó a Verdic. ¿Qué le había hecho Raymond a Verdic? O, ¿qué pensó ella que hizo? Carynne quería ver la reacción de Raymond.
Durante sus primeros bucles, Carynne pensó que la respuesta era tener un “Final feliz” con Raymond. Estaba terriblemente asustada en ese entonces, pero ahora mismo, era bastante fácil que pudiera pensar tranquilamente en matar gente.
Verdic una vez había cortado el cuello de Carynne con un hacha de mano, y la hoja del hacha estaba desafilada. Ja, ja... Jadear fue lo único que pudo hacer en respuesta, y le tomó mucho tiempo morir, no fue hasta que su garganta fue aplastada y su cuello roto.
Cuando Carynne más tarde predeciría las acciones de Verdic, ella personalmente se encargó de que su hacha se cambiara por una afilada. También inclinó la cabeza de forma proactiva, esperando morir de un solo golpe.
—Realmente me han matado a través de varios métodos, eh.
Pero ella no era la única que moriría esta vez.
Carynne se rio. Como una flor fragante, una sonrisa radiante se extendió por sus rasgos.
—Por eso nunca debes pecar. Aquellos que cometen pecados serían arrojados a los pozos del infierno eterno sin posibilidad de escapar. Sed puros como el espíritu santo...
Carynne trató de no cerrar los ojos, reprimiendo el bostezo que amenazaba con estallar. No había mejor pastilla para dormir que un tedioso sermón. Esta era una homilía que había escuchado una y otra vez.
Trató de ofrecer una oración. Y ella esperó. La voz de una deidad, una ilusión, la misteriosa aparición de un oráculo, cualquier cosa.
Pero no hubo respuesta. No podía oír la voz que tanto deseaba oír. Ella solo quería entender por qué estaba pasando esto.
Pero a medida que pasó por más bucles, finalmente se rindió. ¿Cuándo sería restaurada su vida? ¿Cuándo terminaría este sueño? ¿Cuándo saldría de este infierno?
«Por favor. Muestra una señal. Dime por qué estoy sufriendo así. ¿Por qué debo sufrir así?»
—N-No in... sultes esta hora sagrada, Carynne Hare.
¿No era más insultante que él fuera el que está parado en esa plataforma? Que pensara en las personas que debían soportar el sermón de un tartamudo. Carynne trató de reprender a Dullan, pero lo pensó mejor cuando vio a una mujer que se acercaba por detrás. Carynne hizo una leve reverencia e Isella también hizo una reverencia a cambio.
«Hola. Sí, lo he estado haciendo bien. Ohoho.» Saludos y risas insinceros iban y venían. Carynne sonrió al ver el colorido vestido plateado de Isella que no le sentaba en absoluto a la sien.
«Tampoco estás haciendo ningún progreso, ¿eh?» Como Carynne había decidido hacer todo lo posible para pasar este año cometiendo un asesinato, pensó en Isella, con este vestido plateado escotado.
Parecía el mango de una campana. Si la sostuvieran por las piernas y la sacudieran en el aire, ¿gritaría como una campana? Carynne tenía curiosidad.
—Señorita Hare, ¿te gusta mi collar?
—Sí. Tu padre debe habértelo comprado. Qué hermoso…
Era como si estuviera colgando de una cuerda.
—Fufu, no fue mi padre quien me dio esto. Este es un regalo de mi prometido. Escuché que tú también te casarás pronto, señorita Hare. ¿Recibiste también un regalo?
«Oye, no nos desanimemos.» Carynne suspiró mientras veía cómo el rostro de Dullan se ponía cada vez más rojo. ¿Cómo podría el yerno de un señor del feudo del campo, que se casaría con alguien de la familia, por cierto, posiblemente preparar un regalo caro a la par con los estándares de un aristócrata o un millonario?
Pero como esto era algo de lo que todo el mundo ya era consciente, la atmósfera se enfrió cada vez más.
—Oh cielos, me disculpo. No tuve tacto. Por favor perdóname.
—¿Qué estás diciendo? No es nada de lo que lamentar. Después de todo, es un hermoso collar. Muéstramelo más tarde.
Ese tipo le daría un anillo a Carynne más tarde de todos modos.
—Entonces estoy feliz.
«Oh, Isella, Isella. Por eso no puedes ser tú. Incluso si intentas intimidarme, realmente no puedes ser tú. Eres rica, seguro, pero no estás al mismo nivel que yo. Mira a tu alrededor, todo el mundo se compadece de mí en lugar de ponerse de tu lado.»
Carynne siguió la corriente y derramó algunas lágrimas.
—P-Prestar tanta atención... a los deseos materiales... no es correcto.
«Ah, ¿por qué debes echar agua fría sobre mis esfuerzos?»
Dullan luchó por seguir hablando, tratando de criticar a Isella, pero cuanto más hacía esto, más fría se volvía la atmósfera.
Carynne frunció el ceño. ¿Por qué la estaba molestando tanto? No quería que se frustraran sus oportunidades de entrar en la mansión de Isella y encontrarse con Raymond allí.
—Me iré ahora.
Mientras Carynne miraba fijamente la figura de la enfurruñada Isella que se retiraba, Dullan intentó coquetear con Carynne, pero fue en vano.
Se preguntó si sería más fácil seducir a Raymond si fuera viudo.
Aquellos que vieron a Carynne por primera vez pensarían esto: que era impresionante. Todos se afligieron cuando falleció la bondadosa señora Hare, pero sintieron aún más pena por Carynne, que se estaba volviendo más y más hermosa cada día, mientras lloraba por ella. Y aunque se comprometió a una edad temprana, la gente que sentía curiosidad por ella siguió viniendo.
Sin embargo, el señor del feudo Hare protegería a Carynne de sus miradas indiscretas en todo momento. Incluso cuando todos pensaban que esos dos no encajaban entre sí, el compromiso aún estaba en camino. Un resentimiento sutil se erizó dentro del feudo.
Y todos los que vieron a Carynne, en medio de las brillantes flores primaverales, sonriéndole a Dullan, sintieron cómo les hervía la sangre.
Su cabello rojo brillante recordaba a un ramo de rosas en plena floración. Mientras corría emocionada, la carcajada que estalló en sus labios no fue por cortesía, sino por sinceridad.
Sus ágiles pasos la hacían parecer una diosa de la primavera, que estaba bailando, esa primavera misma había llegado. Tenía los pies tan ligeros que parecía que no podía aplastar ni un solo pétalo.
Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo, sin aliento. Era como una vista alegre y reluciente del cielo del próximo verano. ¿Cuántos años habían pasado desde que se rio así?
Este era un día digno de celebrar. La primavera había llegado. La fragancia de las flores estaba en el aire.
El cielo estaba claro y azul, y la chica más hermosa sonreía con tanta alegría.
El primer asesinato de Carynne fue un éxito.
Athena: Y con esto, empezamos esta historia, tan interesante y distinta al resto de transmigradas o reencarnadas. ¿Quién no podría llegar a enloquecer en esa situación? Tal vez tenga razón y la muerte es la solución… quién sabe. Descubrámoslo juntos. Desde luego, y como amante del drama, la apoyo incondicionalmente.