Capítulo 142
—Primero, debes regresar a la residencia del archiduque y recibir tratamiento, Killian.
Mikhail intentó disuadirlo de encontrarse imprudentemente con Sophie.
Aunque él no parecía darse cuenta, su cuerpo estaba febril debido a sus heridas.
Por ahora, necesitaba regresar y descansar…
—Necesito ir a Fraus.
—¡Killian…! No podrás hacer nada en Fraus en estas condiciones.
Mikhail señaló su estado.
Estaba destrozado por la tortura y la investigación que duró toda la noche.
Mostrarle esta apariencia a Sophie no le traería ninguna alegría.
Pero Killian parecía incapaz de un juicio racional. Simplemente se movía según sus emociones, impulsado por su anhelo.
—Escoltad al archiduque hasta su residencia.
Mikhail, que había apoyado a Killian hasta el frente del palacio, ordenó a sus subordinados que se aseguraran de que Killian no se desviara.
Se preparó un carruaje para transportarlo cómodamente a la residencia del archiduque.
Mikhail intentó ayudar a Killian a subir al carruaje.
La residencia no estaba lejos, por lo que estaría bien viajar en carruaje.
Sin embargo, Killian ordenó obstinadamente al cochero.
—Llévame con Fraus.
Cuando el cochero miró a Mikhail con expresión preocupada, Mikhail asintió.
Pensó que podrían simplemente fingir que iban a ver a Fraus y llevarlo a la residencia del archiduque.
En ese momento, escucharon el sonido de un carruaje que se acercaba desde la distancia.
Pronto un carruaje blanco se detuvo frente al que Killian estaba a punto de abordar.
Cuando Mikhail y Killian reconocieron el emblema del carruaje, la puerta se abrió.
Sophie salió corriendo del carruaje.
Llevaba un vestido interior sencillo y fino, probablemente había acudido allí tan pronto como escuchó la noticia de la inocencia de Killian.
Los ojos de Killian se abrieron tan pronto como la vio.
—¡Sophi…!
De alguna manera encontró la fuerza, se quitó de encima a Mikhail y al sirviente que lo sostenía y cojeó hacia ella.
Al ver a Killian, Sophie también corrió hacia él.
Mientras ella dudaba en abrazar su cuerpo herido, Killian la atrajo hacia sus brazos.
—¡Killian…!
Su abrazo era febrilmente caliente.
Sophie intentó apartarse para comprobar su estado, pero Killian la abrazó más fuerte, negándose a soltarla.
Sólo después de sostener a Sophie en sus brazos sintió que realmente había recuperado su libertad y que podía volver a respirar.
El olor a sangre seca y el acre olor a quemado fueron reemplazados por su cálido y dulce aroma que llenó sus pulmones.
Él inhaló profundamente su fragancia.
—Killian, tus heridas…
Sophie volvió a expresar su preocupación, pero él negó con la cabeza.
Sintió a Sophie temblando en sus brazos.
Killian le ahuecó las mejillas con ambas manos y le levantó la cara. La miró fijamente para demostrarle que estaba vivo.
Al ver su mirada, la tensión de Sophie se disolvió y finalmente estalló en lágrimas.
Había estado tan preocupada, asustada y lo extrañaba muchísimo. Tenía tantas cosas que decir, pero no podía hablar entre las lágrimas.
Mientras Sophie lloraba como una niña, Killian le secó las lágrimas de las mejillas con las yemas de los dedos.
Entonces, como para protegerse de sus lágrimas, presionó sus labios contra los de ella, respirando caliente.
La calidez de Killian era abrumadora e hizo que el corazón de Sophie ardiera aún más.
Había una mezcla de sabores metálicos y salados en sus lenguas.
Pero los dos saborearon el sabor metálico y salado que llenaba sus bocas.
—Te extrañé, Sophie…
Killian susurró entre sus labios unidos.
Killian regresó a la residencia del archiduque con Sophie.
La gente de la residencia del archiduque recibió a Killian con más alegría que nadie.
Lo atendieron con mimos, preparándole un lugar para que se acostara, y vino un médico a realizarle algunos exámenes y tratamientos antes de partir.
Las heridas mayores ya habían sido tratadas en el palacio real, por lo que el médico se concentró en atender con cuidado las heridas más pequeñas, recetando medicamentos y recordándoles las precauciones.
—Eso no significa que esté bien. —El médico advirtió con expresión seria.
Le dijo a Killian que se considerara afortunado de estar vivo.
Aunque no había mucho más que el doctor pudiera hacer en ese momento, esforzarse demasiado podría poner a Killian en estado crítico.
Ya tenía más de 38 grados de fiebre, y podía subir aún más por la noche, por lo que era necesario tener precaución.
—Descansa, Killian.
Sophie le acarició suavemente la frente mientras él yacía en la cama.
Su suave voz consoló a Killian.
Killian miró fijamente a Sophie, sentada a su lado. Tenía los párpados pesados, pero no quería cerrar los ojos.
Tenía miedo de que, si cerraba los ojos, Sophie se marcharía.
Deseaba que Sophie se quedara allí y nunca se fuera. Permanecer en la residencia del archiduque para siempre.
—Sophie —llamó Killian, tomándole la mano.
Sus dedos ásperos, irritados por la tortura, se entrelazaron con los de Sophie.
Se sentía como un niño que quería quejarse ante una madre cariñosa.
—No te preocupes. Me quedaré aquí —susurró Sophie, comprendiendo su corazón.
El agradable calor de su pequeña mano lo tranquilizó.
—…Lo siento, Sophie.
—¿Por qué?
—Por las cosas que te he dicho.
Killian se disculpó por las duras palabras que había pronunciado en la prisión subterránea, incluso si fueron tardías.
Le había dicho las peores cosas posibles a la persona que más amaba.
Desde entonces su corazón se sintió pesado.
Aunque Sophie dijo que entendía, no debía haber sido fácil para ella escuchar esas palabras.
—Siempre eres lo mejor para mí, pero siento que siempre soy el peor para ti… —murmuró Killian, cubriéndose los ojos con el brazo.
Sophie dejó escapar una pequeña risa ante sus palabras autodespectivas.
—Estás siendo demasiado duro contigo mismo. Si no fuera por ti, probablemente estaría encerrada en un ático.
—…Eso podría haber sido más seguro para ti.
Ella no se habría visto envuelta en todo esto.
—Pero yo habría sido infeliz. Su Gracia, a veces siento que conocerte es como conocer al fantástico protagonista masculino de una novela maravillosa.
Sophie le acarició suavemente la mano.
Sus palabras parecieron un poco divertidas y una sonrisa tocó los labios de Killian.
¿Un protagonista masculino? ¿Hubo algún protagonista masculino que hiciera sufrir tanto a la protagonista femenina como él?
Pero Sophie continuó sinceramente.
—Cuando te vi por primera vez, pensé exactamente eso. Al verte caminar por el jardín de Fraus, con tu apariencia y físico perfectos, pensé: "¡Guau! ¡Ese es el protagonista masculino!"
—Sophie —dijo Killian, intentando reprimir una sonrisa mientras bajaba el brazo y la miraba, avergonzado por sus palabras.
—Pero. —Tan pronto como sus miradas se encontraron, Sophie cambió su tono abruptamente—. También creo que debes sentir vergüenza por lo que me hiciste. —Sophie habló con severidad—. ¡Decirle a tu prometida que se vaya! ¡Hay cosas que puedes decir y cosas que no!
Ella fingió poner una expresión austera.
Killian no tenía palabras que decir, incluso teniendo diez bocas.
Al ver que su rostro se oscurecía, la expresión de Sophie se suavizó nuevamente.
A pesar de que había estado molesta por ese día, ver a Killian ahora hizo que fuera imposible seguir enojada.
—Así que, si lo sientes, no lo vuelvas a hacer. Está bien confiar un poco en quienes están a tu lado.
La intención de Sophie al decir esto era que esperaba que Killian fuera honesto con Mikhail si alguna vez se encontraba en verdaderos problemas.
Ella no quería que él terminara como en la historia original, donde asumió el papel de villano.
No todos en el mundo eran como Nicholas, quien lo traicionaría.
—Sin la ayuda de Su Alteza Mikhail y el mayordomo Garfield, esta vez habría sido difícil.
—¿Te refieres a Su Alteza y Garfield?
—¿Cómo pude haber entrado en la prisión subterránea sin Su Alteza Mikhail?
Sophie explicó lo mucho que Mikhail se había preocupado por él.
Fue gracias a Mikhail que pudo ingresar a la prisión subterránea, detener la tortura y trasladarlo a una sala de interrogatorio más cómoda.
—Si no fuera por Su Alteza, no habría podido hacer nada por ti.
Sophie esperaba que Killian confiara en la sinceridad de Mikhail.
Deseaba que no se hiciera el duro delante de Mikhail y que compartiera sus verdaderos sentimientos con él. Tal como lo hacía con ella, sin rechazarlo con palabras duras.
Después de un momento de silencio, Killian habló.
—…A veces me da miedo.
—¿El qué?
—Llegará el día en que tendré que contarle todo a Su Alteza.
Killian ocultó sus labios amargos.
Cada vez que pensaba en el día en el que tendría que contarle todo a Mikhail, sentía como si una pesada piedra le presionara el pecho.
El día que revelara la verdad, perdería a su familiar más cercano, a su amigo y a su mentor.
Incluso si Mikhail aceptara sus decisiones, su relación nunca sería la misma.
—Debería haberme distanciado antes, pero no pude.
Desde el momento en que se dio cuenta de que todo estaba ligado a la familia real, debería haberse mantenido alejado de Mikhail.
Si hubiera hecho eso, su relación podría haber sido diferente ahora.
¿Qué hubiera pasado si antes hubiera sido más duro con Mikhail, si hubiera sido un hermano menor menos digno?
Killian pensaba en esto cada vez que veía a Mikhail. Pero nunca tuvo el valor de actuar en consecuencia.
No tenía la fuerza para cortar una de sus pocas y preciosas conexiones.
Lo había pospuesto una y otra vez hasta ahora, y la herida que enfrentaría en el futuro solo se había profundizado.
Entonces la suave voz de Sophie llegó hasta él.
—Por supuesto que será difícil, pero ¿no crees que Su Alteza lo entenderá si eres honesto con él?
Athena: Ay… Sophie es que siempre sabe decir las palabras correctas.