Capítulo 176

Killian había experimentado la desesperación, la traición, la culpa y la sensación de pérdida que sentía Mikhail.

Él también pensó en Beatrice como una madre, y descubrir su verdadera naturaleza había sido una agonía.

Sintió una profunda traición al descubrir que Nicholas era parte de los Rosario.

La culpa era asfixiante cuando perdió a quienes lo habían ayudado a perseguir al niño ilegítimo.

Además, había presenciado la muerte de sus padres ante sus propios ojos.

No podía decir que entendía completamente a Mikhail, pero al menos sabía lo dolorosas que eran las emociones que sentía Mikhail.

Los labios de Mikhail temblaron cuando encontró la mirada de Killian.

Mikhail se sintió culpable incluso por recibir el consuelo de Killian.

Cuando Killian perdió a sus padres, descubrió la verdad sobre Beatrice y fue traicionado, herido y atormentado por la culpa, Mikhail no se dio cuenta.

Él había pensado que estaban juntos, pero en realidad, había dejado a Killian solo.

Todo el dolor que sentía ahora, Killian lo había soportado solo a una edad más temprana, sin nadie que lo reconociera o lo comprendiera.

Sólo ahora comprendió las expresiones distantes que a veces mostraba Killian.

—…Lo siento. Lo siento mucho, Killian.

Mikhail volvió a inclinar la cabeza y sus hombros temblaron.

En el pasado, Killian le habría dado una palmadita en el hombro y le habría ofrecido palabras de consuelo, pero ahora sentía una distancia entre ellos.

Killian lo observó por un momento antes de ofrecerle silenciosamente un pañuelo.

Finalmente, Mikhail rompió a llorar.

Incapaz de siquiera aceptar el pañuelo, siguió repitiendo sus disculpas.

Unos días después, Sophie y Killian se dirigieron al palacio imperial.

Sophie debía ser reconocida formalmente como hija ilegítima del emperador.

—Hace tiempo que no uso un vestido; me siento incómoda.

Como solo había usado vestidos cómodos mientras estaba postrada en cama, el vestido formal le parecía restrictivo.

Killian, sensible a las quejas de Sophie, respondió rápidamente.

—¿Es incómodo...?

Le preocupaba que sus heridas pudieran agravarse.

Sophie se rio de la atención de Killian.

—Los vestidos siempre han sido así. No te preocupes.

—Entonces tal vez no deberías usarlo.

—¡No es así, Killian!

Sophie le impidió considerar seriamente cambiarse de atuendo.

El vestido no estaba muy ajustado y no era perjudicial para sus heridas; simplemente no era tan cómodo como la ropa informal.

—Es solo que no te has visto muy feliz desde antes.

—¿Yo? ¿En serio?

—Pensé que estarías feliz. ¿No es así? —Killian preguntó al ver la expresión poco entusiasta de Sophie.

—Oh, estoy un poco abrumada; no parece real.

Sophie sonrió.

Pero Killian tenía razón. Por lo que había leído en su rostro, no estaba del todo contenta.

Sophie tenía muchas preocupaciones acerca de conocer al emperador.

¿Qué cambiaría ahora que se revelara su linaje?

Ya no se sentía como la hija del emperador ni como la hija del conde Fraus.

Ella simplemente quería casarse con Killian y disfrutar tranquilamente de su vida.

«Además, ¿no es en gran medida culpa del emperador que las cosas resultaran así...?»

La disculpa que ella quería no era de Mikhail sino del emperador.

¿Cómo fue que no supervisó adecuadamente a Beatrice y permitió que ocurriera esta catástrofe?

Enfrentarse a Beatrice, descubrir la verdad y resolver el incidente eran responsabilidades del emperador.

«Pero una disculpa del emperador es algo muy importante...»

Sophie pensaba que su padre biológico era realmente incompetente.

Killian observó a Sophie, perdida en sus pensamientos.

Al ver que ella tenía muchas preocupaciones, pero parecía querer resolverlas por sí misma, no insistió más.

El jardín central en el camino al palacio imperial todavía estaba desordenado, incapaz de recuperarse por completo del reciente alboroto.

Los jardineros estaban ocupados nivelando el terreno y plantando tierra nueva.

Finalmente llegaron al palacio imperial después de pasar por el jardín, aún con las cicatrices de aquel día.

—Archiduque Killian Viprons Rivelon y Lady Sophie Fraus.

Al anuncio del asistente, se abrieron las puertas de la sala de audiencias.

Dentro de la gran sala de audiencias, la gente ya estaba reunida.

Al final de la larga alfombra roja que conducía a la entrada, se sentaba el emperador.

Sophie y Killian caminaron uno al lado del otro por la alfombra.

Junto al Emperador estaban sus asistentes y Mikhail, con los funcionarios del Imperio alineados a ambos lados abajo.

Entre ellos se encontraba el conde Fraus.

El conde Fraus se estremeció visiblemente al hacer contacto visual con Sophie.

Habiendo estado en la residencia del archiduque para su tratamiento, era la primera vez que la veía desde aquel día.

Aunque había expresado varias veces su deseo de visitarla en la residencia del archiduque, cada vez le habían negado su petición.

—¿Sophie es una hija ilegítima?

—Así parece.

—¡Imposible! ¡Esa chica es hija de la ex condesa!

—Bueno la verdad es que...

Se puede imaginar el alboroto que se armó en la residencia del conde cuando se difundieron los rumores sobre el niño ilegítimo.

Las especulaciones sobre la identidad del niño ilegítimo corrieron como la pólvora, pero el conde Fraus ya había sido convocado al palacio e interrogado sobre el nacimiento de Sophie.

Al enterarse de la verdad, Rubisella se puso furiosa y se preguntó cómo manejar la situación.

El conde también se sentía incómodo.

La habían despreciado como a una muchacha desconocida, sin imaginarse nunca que era la hija del emperador.

«Aun así, debería estar agradecida...»

Pensándolo bien, Sophie le debe su vida actual a la familia Fraus.

¡No sería una exageración decir que su vida se construyó sobre el poder de la familia Fraus!

Mientras el conde racionalizaba todo, Sophie y Killian se detuvieron frente al emperador.

A pesar de sus respetuosas reverencias, el emperador permaneció en silencio durante mucho tiempo.

Los funcionarios intercambiaron miradas inquietas.

Normalmente, el emperador procedería con las formalidades para declarar el estatus real de Sophie, pero él simplemente la miró fijamente.

—...Eres la hija de Gwendolyn.

Las inesperadas palabras del emperador hicieron que Sophie sonriera torpemente.

La hija ilegítima del emperador. La hija de Gwendolyn.

Ninguno de los dos títulos le parecía propio.

Pero notó una mirada diferente en los ojos del emperador.

No podía decir si era culpa o remordimiento, pero no era una mirada insolente.

Tal vez se sentía responsable del incidente de Beatrice, pensó.

El emperador finalmente se levantó en silencio, apoyándose en su bastón.

Su asistente le entregó un decreto de oro.

—Sophie, da un paso adelante.

El emperador ordenó a Sophie, que estaba junto a Killian, que diera un paso adelante.

Dio un paso adelante, sintiendo las miradas de los oficiales sobre ella.

El emperador abrió el decreto y miró alrededor de la habitación.

—A los funcionarios reunidos, a todos los súbditos del Imperio y ante Dios, yo, Orhel III, por la presente reconozco a Sophie como mi hija y miembro de la Familia Imperial Orhel, otorgándole el nombre de Sophie Orhel.

Leyó lentamente el decreto.

El decreto no sólo reconocía a Sophie como miembro de la familia real, sino que también detallaba la riqueza que recibiría.

Además de la riqueza que heredaría como princesa, también incluía recompensas por su papel en la resolución del reciente incidente.

A pesar de la enorme riqueza de la familia Fraus y del archiducado de Rivelon, Sophie quedó asombrada por la inmensa fortuna y las recompensas que recibió.

«¿Realmente puedo recibir todo esto?»

Sophie se sintió mareada al leer la lista de su nueva riqueza.

Había tanto que no podía recordarlo todo, pero era suficiente para asegurarse de poder apoyar a Killian incluso si se convertía en pobre.

—Por tanto, ordeno que Sophie Orhel sea tratada con el respeto debido a un miembro de la familia real.

Al final del largo decreto, el emperador levantó la cabeza.

Los funcionarios se inclinaron ante Sophie.

—Felicidades, Princesa Sophie Orhel.

La sala de audiencias resonó con voces de felicitación para Sophie.

Sintiéndose incómoda, Sophie miró a Killian, quien sonrió e inclinó la cabeza.

—Felicidades, princesa Sophie Orhel. Y mi prometida.

Esa noche se celebró un gran banquete para celebrar a Sophie.

Aunque Beatrice, que solía organizar estos eventos, estaba ausente, los experimentados sirvientes del palacio gestionaron todo impecablemente.

Entre los invitados, el conde Fraus y su esposa avanzaron hacia el centro, mostrando con orgullo su conexión con Sophie.

—¡Sophie...!

Se quedaron en el centro, actuando como si fueran los personajes principales.

—¡Este es un evento maravilloso!

Rubisella juntó sus manos sobre su pecho, felicitando a Sophie.

Se presentaron con confianza como los padres adoptivos de la princesa.

Pero.

—Por favor, cuida tus modales.

Sophie habló sin sonreír.

—Eh, ¿qué?

—Nunca te di permiso para llamarme Sophie tan casualmente.

Las frías palabras de Sophie dejaron al conde Fraus y a su esposa desconcertados.

Honestamente, a Sophie no le importaba mucho si la gente la llamaba Sophie o princesa.

Si Estelle la hubiera felicitado, incluso llamándola “Sophie”, ella habría sonreído y lo habría aceptado.

Pero no el conde Fraus y su esposa.

«Qué descarada...»

La habían despreciado y humillado, para ahora actuar de manera amistosa.

—¿Viniste aquí sin saber quién soy?

 

Athena: Eso, humíllalos.

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