Capítulo 244
¡Ding!
[La constelación “Question Mark Killer” ha patrocinado 1.000.000 de monedas.]
[Pensándolo bien, Euges no cuestiona cómo Theresa paró la regresión. ¿No es sospechoso?]
Como también me intrigaba, pedí cambiar de tema.
—¿Por qué no me preguntáis cómo logré detener la regresión, Su Majestad?
—Ah, eso —reaccionó Euges con indiferencia—. No me da mucha curiosidad.
—¿Por qué no? Me gustaría saber cómo se hizo.
—¿Saberlo me permitiría utilizar el mismo método para detener la regresión?
—…No.
—Entonces no hay necesidad de saberlo.
Parecía razonable, pero emocionalmente no podía estar de acuerdo.
—Lo que me da curiosidad no es eso.
—¿Entonces qué es?
—Tu respuesta a mi propuesta.
Hmm. No debería haber preguntado.
—Si te molesta, cállate otra vez. —Euges me pellizcó los labios ligeramente, como si estuviera molesto—. Pareces un patito. —Luego se rio para sí mismo.
¡Ding!
[La Constelación “All In On Euges” ha patrocinado 1.000.000 de monedas.]
[Parece que Theresa está encantada ㅋㅋ. Si tanto te gusta, ¡vive con él para siempre!]
Euges soltó mis labios y ahuecó mi mejilla.
Durante el tiempo que estuvimos en la mazmorra, me besó sin parar. ¿Se había vuelto una costumbre? Sin darme cuenta, giré la cabeza para que me besara con más facilidad.
Esto no estaba bien. Intenté recuperar la compostura y alejarme, pero ya era demasiado tarde.
Euges, con expresión satisfecha y arrogante, se inclinó y me besó sin darme la oportunidad de escapar. El beso fue lento y suave, como la primera vez. El roce y la separación de nuestros labios me hicieron cosquillas, haciéndome mover los labios, lo que profundizó el beso.
Sin darme cuenta, me estaba recostando. Euges se recostó en el sofá, llevándome consigo. Acabé encima de él. Me tambaleé torpemente, como una persona atrapada en arenas movedizas. Necesitaba escapar de su abrazo, pero no me atreví a rechazarlo con dureza.
Si Euges me hubiera deseado por pura lujuria, habría sido fácil alejarlo. Pero Euges no era así. La tierna fricción de nuestros labios, el suave roce de nuestras narices, su respiración caliente y contenida, y sus gestos cariñosos me hicieron dudar.
Tomó mi mano errante y me guio, mostrándome cómo abrazarlo. Con la otra mano, me instó suavemente a acariciarle la mejilla y el cabello. Luego, la bajó gradualmente. A través de su pecho firme y expandido, pude sentir el latido salvaje y caótico de su corazón.
—Ah…
Estaba reaccionando a mí con tanta intensidad. Su latido era una prueba vívida que me hizo curvar los dedos involuntariamente.
Sabía bien que me amaba. Su cariño ya llenaba cinco corazones rojos. Además, me había propuesto matrimonio. Pero esto era diferente. Expuso sus sentimientos sinceros y sin reservas hasta el punto de hacerme sonrojar. Sus emociones puras se habían revelado sin ocultarse.
—Theresa —me llamó Euges con voz angustiada—. Por favor, quédate en el palacio imperial unos días. —Su sinceridad casi me abruma.
Recuerdo vagamente cómo respondí. Lo que sé con certeza es que asentí. Por eso la cara de Euges se iluminó con picardía, como la de un niño pequeño, y cambió nuestras posiciones.
—¡Su Majestad! —grité sorprendida mientras de repente me encontraba acostada, mirando al techo.
Euges respondió con un "Sí" sin sentido y me llenó de besos vergonzosos. Luego, levantó el torso y dijo:
—Vamos al dormitorio.
Probablemente pensó que era una sugerencia razonable, pero era una locura.
—Esto no es la mazmorra. ¡Ya se acabó el juego de las casitas!
—No he terminado.
—Deja de ser irracional.
Mientras discutíamos, llamaron a la puerta del salón. Bein, el mayordomo jefe, llamó desde afuera.
—Su Majestad, Damian de la familia Karpento solicita una audiencia.
Euges, irritado por la interrupción y el nombre inoportuno, estuvo a punto de decirle que se fuera, pero se contuvo.
—La puerta de la mazmorra por donde entró la duquesa Karpento acaba de abrirse.
Significaba que la duquesa había muerto.
—¿La duquesa fue absorbida por la mazmorra? Nadie me lo dijo.
Miré a Euges confundida. Suspiró profundamente, molesto, y ordenó con irritación:
—Dile que espere.
—Sí, Su Majestad.
Después de que Bein se fue, me levanté rápidamente y le pregunté a Euges:
—Su Majestad, ¿de qué se trata todo esto?
—Es como lo oíste. Ni más ni menos.
No. Esto era serio.
—Necesito ver a Damian, Su Majestad. Considerando los acuerdos que hemos firmado hasta ahora, creo que está bien reunirme con alguien de fuera ahora.
Cuando hice una petición seria con tono severo, Euges respondió enojado:
—No.
—Su Majestad. Por favor, reconsiderad.
—Ja. ¿Por qué? ¿Te vas a arrodillar si no te lo permito?
Si arrodillarme me permitía ver a Damian, era un pequeño precio a pagar.
¡Esto podría llevar a un mal final y abrir un nuevo mundo! La muerte de la duquesa reducía la simpatía de Damian a cuatro corazones negros.
No lo entendía. La simpatía de Damian se basaba claramente en cuatro corazones rojos. ¿Por qué ocurrían incidentes con cuatro corazones negros?
¿Era un error del sistema? Confiar solo en la simpatía que se mostraba en la ventana de estado conduciría a un final catastrófico donde desaparecerían los límites de todas las dimensiones y la especie más débil, los humanos, se extinguiría.
Decidí confiar en mi instinto. Era claramente una situación de cuatro corazones negros. Con eso en mente, decidí actuar en consecuencia.
Euges me regañó cuando intenté arrodillarme de verdad.
—¡Para! —Luego me agarró la mano y se dirigió al dormitorio a grandes zancadas—. ¡Su Majestad!
—Cállate. Si no quieres quedarte encerrada en mi habitación para siempre por desobedecer la orden imperial.
¡Ding!
[La Constelación “Sabor Podrido” ha patrocinado 1.000.000 de monedas.]
[¡¿Qué?! Me gusta.]
Euges me llevó al dormitorio y, sujetándose la frente, respiró hondo y furioso para calmarse.
—Te lo ruego, no me provoques.
—Nunca quise hacerlo.
—¡Entonces no deberías haber intentado arrodillarte para recibir a Damian!
—No es por sentimientos personales. Solo necesito confirmar algo con Damian.
—Hazlo más tarde. Al menos no ahora.
¡Ding!
[La constelación “Over Immersed Otaku” ha patrocinado 1.000.000 de monedas.]
[Oh, están peleando de nuevo ㅠ _ ㅠ]
Euges, todavía furioso, me regañó con dureza.
—Me estabas besando hace un momento. ¿Cómo me sentiría si te arrodillaras para recibir a otro hombre, Theresa Squire?
—Os sentiríais mal. Lo entiendo. Pero Su Majestad, ya me conocéis.
—¿Qué?
—Cuando os pido algo con tanta seguridad, hay una razón. Lo sabéis, y solo estáis enfadado por celos.
Cuando toqué la fibra sensible, Euges se burló con frialdad. Parecía que iba a tergiversar mis palabras otra vez. Esto solo prolongaría la discusión.
Antes de eso, lo agarré del cuello. Sus ojos se abrieron de par en par. Su expresión de sorpresa era vívida, como una escena a cámara lenta.
Lo empujé sobre la cama y me senté a horcajadas sobre él como si fuera a golpearlo. Entonces lo besé ferozmente, como regañándolo.
¡Ding!
[La constelación “Adicción a la dopamina” ha patrocinado 1.000.000 de monedas.]
[GUAU.]
Cuando terminé el corto beso y me aparté, Euges me miró aturdido.
—Dejad de quejaros e id a ver a Damian, Su Majestad. Luego me reuniré con él para averiguar los detalles. ¿Entendéis?
Él asintió sin comprender.
Después de enderezar su apariencia desaliñada, Euges se dirigió a la sala de audiencias con una expresión ambigua, sin saber si estaba sonriendo o enojado.
—Esperaré en el dormitorio de Su Majestad.
«¡Qué criatura más astuta!»
Perdió. Había recibido un duro golpe de esta jovencita. Euges había planeado retenerla en palacio e impedir que viera a Damian. Pero en cuanto ella lo agarró del cuello y lo besó con fuerza, todos sus planes se desvanecieron. Para cuando recuperó el sentido, ya había cedido a sus exigencias.
—Es absurdo.
Euges no podía parar de reír. Aunque sentía que los cortesanos se estremecían cada vez, él no podía parar de reír.
«Fue divertido. No me sentí mal por seguir los caprichos de una niña pequeña, con aspecto de cachorrita. Y podría ser divertido quedar cautivado para siempre por esta chica atrevida».
Athena: Ay… solo espero que tú no te vuelvas loquito. A ver… hay cierta incomodidad por mi parte. Por mi parte, no quiero que Ilya o Euges lo pasen mal. Ya están enamorados y dudo que esta historia opte realmente por el final del harén. Damian ya enloqueció y no creo que vaya hacia un buen final con él. Y Clyde está desaparecido, pero volverá, o eso creo. Entonces si ha de elegir a uno… uff, no quiero que los que me gustan lo pasen mal, la verdad. Creo que su historia ya es lo suficientemente triste.