Capítulo 57
—¿Os vais ya? ¿A las montañas Mabel?
—Tan pronto como se completen los preparativos.
Leo acababa de salir del baño, con una toalla alrededor del cuello, y se sentó frente a Lyle.
Los caballos y las armaduras que habían pedido aún no habían llegado, ni tampoco las armas que usarían los caballeros. Les habían informado que tardaría aproximadamente un mes en estar listo, y Leo se golpeó el pecho con frustración.
—Nunca he participado en una cacería de monstruos, pero probablemente sea similar a cazar bestias salvajes. Cuanto más peligrosa sea la misión, más importante es que toda la orden de caballeros actúe al unísono.
¿Un mes? Era un tiempo absurdamente corto. Decir que se iban "pronto" no cambiaría mucho la urgencia de la situación.
Individualmente, sus habilidades de combate eran indiscutibles. Nadie sobrevivía a una guerra solo por suerte. Los caballeros de la Orden Grant eran probablemente más fuertes, individualmente, que los caballeros de cualquier otra orden.
Pero cuando se trataba de funcionar como grupo, las cosas eran diferentes.
—¿Habéis establecido un sistema de señales? Incluso con solo veinte caballeros, tendrán que dividirse en parejas para explorar el terreno montañoso. Necesita una forma de que se comuniquen cuando estén separados.
—Tiene razón. —Lyle asintió, tomando nota de lo que decía Leo—. Es algo que no había considerado.
—Bueno, eso es porque no es algo de lo que un archiduque normalmente deba preocuparse. Este tipo de cosas suelen ser manejadas por el capitán...
Leo se quedó en silencio. ¿Cómo podían conocer los métodos tradicionales de una orden de caballeros cuando apenas habían logrado reunir caballeros?
—Os ayudaré con las señales manuales. Podéis adaptar las que usamos en la guardia imperial. Los animales salvajes y los monstruos tienen un oído muy sensible, por lo que es esencial establecer un sistema de comunicación sin sonido.
Lo mismo ocurría con las armaduras. Si los caballeros usaban armaduras de placas pesadas, se agotarían rápidamente en el terreno montañoso.
Leo exprimió al máximo todo el conocimiento que pudo compartir con Lyle. Aun así, había muchas preocupaciones.
Antes de que se dieran cuenta, habían pasado más de dos horas. Al darse cuenta de que la discusión podría durar una eternidad, Leo negó con la cabeza.
—La próxima vez volveré con una lista más organizada de las cosas que necesitaréis. He ido aportando ideas según se me ocurrían, así que probablemente se me hayan pasado algunas.
Leo sabía que su sugerencia nunca se haría realidad, pero aún así le propuso a Lyle la solución más simple.
—Recomiendo encarecidamente reclutar al menos a un caballero experimentado. Cuando se forma una nueva orden, es habitual que un veterano se una y ayude a sentar las bases.
—Lo tendré en cuenta.
—Supongo que debería irme ya.
En algún momento, el cabello de Leo se secó por completo. Aunque esta situación no lo involucraba directamente, Leo no podía quitarse de encima la opresión en el pecho. Si tan solo una persona pudiera guiar la Orden de los Caballeros Grant, podría convertirse en una orden excelente. Solo necesitaban a una persona.
—Entonces ¿por qué no vas?
—¿Qué? ¿Qué dice, comandante?
Al día siguiente, Leo le contó la conversación del día anterior al comandante de la guardia imperial. El comandante encontró una solución sencilla.
El comandante desvió fácilmente la espada de Leo y respondió:
—¿Por qué no? No me parece imposible. —Continuó—: Nuestra guardia tendrá bastante tiempo libre por un tiempo, y si tanto te molesta, podrías ir con ellos. Sería beneficioso en muchos sentidos que surgiera otra orden de caballeros de primer nivel en el imperio.
Leo miró al comandante con incredulidad.
—¿No habrás olvidado que soy el subcomandante?
—Creo que eres tú el que ha olvidado que yo soy el comandante.
De alguna manera, el estoque del comandante ya había alcanzado la garganta de Leo.
—Digo que nuestra guardia se mantendrá firme incluso si te tomas una breve licencia. Aún no eres un viejo atascado en un trabajo de oficina.
—Agh.
—Has mejorado mucho. Eso significa que entrenar con el archiduque Grant te ha sentado bien, y lo sabes.
Leo apretó los labios con frustración ante las suaves palabras del comandante.
El comandante rio entre dientes mientras bajaba la espada.
—Si dejas de entrenar durante unos meses, todo tu progreso se desvanecerá. Encontrar un oponente digno es más difícil de lo que crees.
Leo no respondió. El comandante, que lo había cuidado desde pequeño, le alborotó el pelo con cariño.
—¿Qué estás haciendo?
—No te preocupes tanto. Un caballero no puede ignorar a alguien en apuros, sobre todo con tu personalidad. La Orden de Caballeros Grant saldrá de cacería, pero no podrás concentrarte en ellos, pensando en ellos. Será mejor que vayas con ellos.
El mensaje del comandante era claro: ofrecía a Leo a la Orden de los Caballeros Grant por un tiempo. Leo refunfuñó, sintiéndose tratado como un objeto.
—¿Entonces te vas o no? Necesito una respuesta para informar a Su Majestad.
—Deja de bromear.
—Hablo en serio. Quiero que mi ayudante se fortalezca aún más. Una cacería de monstruos será una experiencia valiosa. Yo también participé en una de joven.
—¿De verdad?
—Sí, con la Orden de Caballeros Grant durante la época del anterior archiduque. Fue una experiencia que me benefició enormemente. Esta es una buena oportunidad para ti, Leo. Ya tienes una conexión con el archiduque Grant y también podrás ayudar a su orden de caballeros. Ve con tranquilidad.
Aunque Leo no era muy abierto con sus sentimientos, el comandante lo conocía bien. En lugar de dejarlo distraído por preocupaciones sobre la Orden de los Caballeros Grant, era mejor dejarlo fuera temporalmente y que regresara centrado.
—Además, personalmente, espero que la Orden de los Caballeros Grant prospere.
—¿Qué quieres decir con eso?
El comandante se limitó a sonreír en respuesta a la pregunta de Leo.
—Pensé que tardaría más en volver. Es más pronto de lo que esperaba.
Lyle arqueó una ceja mientras le hacía un gesto a Leo para que tomara asiento. Leo parecía preocupado, como si tuviera algo que decir pero le costara pronunciar las palabras. Lyle esperó pacientemente.
Tras un largo momento, Leo dejó escapar un pequeño suspiro y finalmente dijo:
—Se trata de la Orden de Caballeros. Creo que puedo ayudar.
Lyle lo miró en silencio, esperando a que explicara más. Leo resumió rápidamente su conversación con el comandante.
—El comandante dio su permiso. Dijo que puedo ayudar a la Orden de los Caballeros Grant hasta que se estabilice.
Aunque Leo repitió la explicación varias veces, solo había una razón real: estaba preocupado por la desorganizada Orden de Caballeros de Grant y por Lyle.
Antes de conocerlo, Leo había descartado a Lyle como alguien con la suerte de sobrevivir a la guerra a pesar de ser heredero de una familia deshonrada. Lyle había recuperado su título, pero el apellido Grant ya había desaparecido de la nobleza. De no ser por Elaina, a Leo no le habría importado en absoluto la familia Grant. Para la estimada familia Bonaparte, el apellido Grant era como un caramelo caído al suelo, pisoteado, sucio y agrietado.
Pero después de cruzar espadas con Lyle, Leo se dio cuenta de que sobrevivir en el campo de batalla no era sólo una cuestión de suerte.
Lyle poseía una habilidad excepcional con la espada. Incluso podría estar a la altura del comandante. Si hubiera recibido un entrenamiento adecuado desde joven, se habría convertido en un guerrero terriblemente fuerte.
—No es sólo por vuestro bien.
Para sorpresa de Leo, Lyle no parecía muy entusiasmado con la oferta. Leo, impaciente, intentó explicarse rápidamente, pero Lyle se adelantó.
—Aprecio la idea, pero debo declinar.
—¿Qué?
—He notado sus frecuentes visitas a la finca Grant, usando el entrenamiento como excusa. Creo que sería mejor que dejara de venir tan a menudo.
—¿De qué estáis hablando de repente?
Lyle miró a Leo con calma.
—Pensé que era más listo, pero parece que me equivoqué.
—¿Qué insinuáis? No entiendo nada de lo que decís.
—Le digo que no se pase de la raya. No ganará nada acercándose demasiado a mí. —Con esas palabras, Lyle se puso de pie—. Ya le he transmitido su consejo a Colin. Dijo que adaptará las señales manuales que usábamos durante la guerra. También hemos pedido armaduras más ligeras para los caballeros.
—¿Qué significa esto…?
—Vuelva, Lord Bonaparte. Agradezco su amabilidad, pero no puedo aceptarla.
Leo se quedó paralizado, boquiabierto. Había pasado tanto tiempo dándole vueltas a esta decisión, y ahora lo despedían sin siquiera recibir la hospitalidad adecuada.
Athena: Mmmm… la verdad es que Leo me cae bien. Se ve que de verdad es amigo de Elaina y no hay ningún otro sentimiento detrás. Y parece que de verdad se interesa por el combate. Pero a Lyle creo que le cuesta aceptar ayuda o no pensar mal de otros dada su situación.