Capítulo 87

Toc, toc. Era el quinto golpe. La expresión de la criada se tornó seria.

Sin saber qué hacer, la criada captó la atención de Sarah desde lejos. Sarah se acercó con calma.

—¿Qué está sucediendo?

—¡Ah, Jefa de Criadas!

La cara de la criada se arrugó mientras miraba a Sarah.

—He llamado varias veces, pero la señora no responde.

La criada ya había decidido que, si seguía sin obtener respuesta, iría a buscar a Sarah. Visiblemente ansiosa, la criada se inquietó, preguntándose si algo andaba mal. Pateaba nerviosamente.

—Ella estaba muy molesta ayer.

Aunque Lyle y Elaina eran buenas personas, la criada era lo suficientemente astuta como para saber que ninguno de los dos tenía una personalidad simple. Después de que Lyle se fuera furioso al bosque solo y Elaina fuera a confrontarlo en su habitación, el ambiente en la mansión había sido caótico todo el día de ayer.

—¿Crees que podrían haber peleado?

Al ver a la joven doncella al borde de las lágrimas, Sarah suspiró y le dio una palmadita en el hombro.

—Es improbable. Puedes regresar ahora; yo me encargo.

—¡Sí, Jefa de Criadas!

Tras confirmar que la criada había ido lo suficientemente lejos, Sarah respiró hondo. Hacía un momento, la había tranquilizado, pero ni siquiera Sarah estaba del todo segura.

Todo había ido demasiado bien por un tiempo. Le pareció inusual, ya que nada parecía salir tan fácilmente.

Negó con la cabeza. Elaina era bondadosa, pero no lo suficientemente generosa como para tolerar que alguien pisoteara su orgullo. El verdadero problema era que la otra parte tampoco era de las que se rendía fácilmente.

No importaba lo bien que se hubieran llevado hasta ahora, si dos personas con temperamentos tan fogosos se enfrentaban frontalmente, la tensión estaba destinada a persistir por un tiempo.

«Bueno, no hay nada que pueda hacer al respecto».

Involucrarse no resolvería las cosas entre ellas. Lo único que Sarah podía hacer era apoyar a Elaina y ofrecerle consejos.

Sarah tocó la puerta, pero no recibió respuesta, tal como había dicho la criada.

—Señora, voy a entrar.

Sarah abrió la puerta con cautela y entró. Sus ojos se abrieron de par en par al verla.

Por supuesto, no hubo respuesta.

La habitación estaba completamente vacía. Se veía igual que después de que Sarah la ordenara ayer, como si nadie hubiera entrado desde entonces.

Sarah corrió por el pasillo. Desde que Elaina se casó con la cabeza principal de la familia Grant, era raro que perdiera la compostura de esa manera, pero las circunstancias no le dejaban otra opción.

Presa del pánico, Sarah se dirigió directamente a la habitación de Lyle. El arrepentimiento la invadió mientras golpeaba la puerta apresuradamente. No fue un golpe suave, sino frenético. Desde adentro, el sonido de alguien acercándose fue seguido por el de la puerta abriéndose. Lyle se quedó allí con expresión cansada.

—¿Sarah? ¿Qué te pasa?

—¡Su Gracia...! Es una emergencia. ¡Su Gracia ha desaparecido!

Sarah, pálida como un fantasma, apretó los puños y gritó.

—La criada fue a despertarla, pero no hubo respuesta, así que abrí la puerta. Parece que Su Gracia no regresó a su habitación anoche. Debió de estar muy alterada y salió de la mansión. ¡Tenemos que enviar gente a buscarla de inmediato!

Sarah se reprochaba profundamente. No debería haberse quedado dormida tan descuidadamente la noche anterior. Aunque no esperaba que Elaina llegara tan lejos, aún sentía una inmensa culpa por no haber cumplido con sus deberes como criada personal de Elaina.

—Nadie parece saber que salió, así que debió ser tarde anoche. Iré primero al pueblo y preguntaré por su paradero...

—Sarah, cálmate.

Lyle colocó su mano sobre el hombro de Sarah.

—Tu voz está demasiado alta. La vas a despertar. Por favor, baja un poco la voz.

¿Despertarla? ¿Bajarle la voz? ¿Significaba eso que seguía pensando en dormir en esta situación?

La frustración de Sarah se desbordó ante la actitud tranquila de Lyle y su voz se hizo más fuerte.

—¡Su Gracia podrá mantener la calma, pero yo no! ¿No os dais cuenta de cuánto reflejan sus sentimientos las acciones de Su Gracia? ¿No os dais cuenta de lo herida que se sintió ayer por vos?

Las lágrimas brotaron de los ojos de Sarah, pero se mordió el labio y continuó hablando.

—Claro, debéis estar cansado de haber llegado tan tarde anoche. ¡Pero no esperaba que fuerais tan indiferente como para volver a dormir en esta situación! Probablemente no os deis cuenta, pero Su Gracia os esperó todo el día de ayer sin siquiera comer. Ahora que se ha ido, ¿y cómo puedes...?

Lyle frunció el ceño ante el arrebato de Sarah. Le quedó claro que la fiel criada personal de Elaina había malinterpretado algo.

—Creo que hubo un malentendido. Con “despertarla”, me refería a Elaina. Está dormida.

Sarah se quedó congelada y lo miró fijamente.

—¿Qué?

—Se quedó dormida hace poco. Si oye tus gritos, podría despertarse, aunque esté agotada. Creo que necesitará descansar un día entero.

—¿Eh?

Los ojos de Sarah se abrieron de par en par. Un momento después, se tapó la boca con ambas manos para no gritar.

Al darse cuenta de que Sarah había captado su significado, Lyle rio perezosamente.

—Si no es mucha molestia, ¿podrías traerme agua? Debe tener la garganta seca.

Sarah asintió rígidamente, con las manos aún sobre la boca. Una mezcla de culpa y vergüenza se reflejó en sus ojos abiertos.

—Lo... lo siento. No tenía ni idea...

—No, debería habértelo dicho antes. No quería preocuparte.

—Dejaré el agua junto a la puerta. También les diré a las criadas que no llamen a vuestra puerta ni se acerquen a esta zona.

Lyle se rio suavemente ante la respuesta de Sarah.

Normalmente habría dicho que no era necesario, pero hoy fue diferente.

—Eso se agradecería.

Oh Dios mío.

Al oír una respuesta tan inusual de Lyle, Sarah apretó los puños con fuerza. Hizo una rápida reverencia y se marchó, con pasos tan apresurados como al llegar.

—¡Si el mayordomo supiera esto, estaría encantado…!

Sarah pensó en escribirle al mayordomo inmediatamente y aceleró el paso, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro a pesar de sí misma.

Tras despedir a Sarah, Lyle cerró la puerta con cuidado. Sarah era competente, así que se encargaría de todo de ahora en adelante.

La habitación, normalmente ordenada, estaba hecha un desastre. Lyle recogió la ropa tirada en el suelo y la colocó en el sofá. Aunque podría haberles dejado esta tarea a las criadas, quería evitarle a Elaina cualquier vergüenza.

—Mmm.

A pesar de todo, Elaina seguía profundamente dormida. Era natural. No se había dormido hasta el amanecer, y con su frágil resistencia, necesitaría dormir todo el día para recuperarse del todo.

La fina manta que cubría a Elaina se deslizó al moverse mientras dormía. Su piel expuesta mostraba las marcas que él le había dejado, contrastando marcadamente con su tez pálida.

Por suerte, había llegado el otoño. Si fuera verano, los vestidos finos y reveladores habrían dificultado disimular esas marcas.

La idea de que alguien viera esas marcas le llenó el corazón de celos posesivos. Al mismo tiempo, sentía una retorcida satisfacción al dejar constancia de su derecho sobre ella.

Lyle la cubrió con suavidad. La envolvió con fuerza desde el cuello hasta los pies, envolviéndola como un bebé envuelto en pañales.

En lugar de acostarse a su lado, se sentó en una silla y la observó dormir. Le preocupaba que subirse a la cama perturbara su descanso.

Aunque solo había pasado un día, la luz del sol parecía inusualmente brillante. Lo único que había cambiado era su relación con Elaina.

Ese pequeño cambio hizo que todo su mundo se sintiera diferente. ¿Era así como se sentía la salvación?

De repente, un miedo profundo se apoderó de Lyle.

Fue la comprensión de que ya no podía imaginar un mundo sin Elaina.

Ayer había aceptado que su tiempo juntos era finito. Pero ahora, no soportaba la idea de perderla.

Para Lyle, un mundo sin Elaina era tan sombrío como un apocalipsis sin Dios. Ella se había vuelto irremplazable: una debilidad tan profunda que podría destruirlo.

 

Athena: Ooooh, una consumación de matrimonio tardía, pero por todo lo alto jaja. ¡Vivan los esposooooooos!

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