Capítulo 90

El hombre, que parecía rondar los cincuenta años, tenía el cabello con mechones grises que le cubrían casi la mitad de la cabeza. Según lo que Elaina había sabido de antemano, Shawd era uno de los ayudantes de mayor confianza del difunto archiduque, una figura similar a la de Drane para Lyle.

Confiar el cargo de señor de Pendita, en realidad la capital del Norte, a un burócrata que aún no tenía treinta años decía mucho acerca de cuánta confianza depositaba en él el difunto Archiduque.

Sin embargo, la apariencia de Shawd era muy diferente a la de Drane.

«En su juventud soñó con convertirse en caballero.»

Se decía que Shawd tenía un temperamento tan fogoso que protestó ante el difunto archiduque, declarando que regresaría a su ciudad natal si no podía convertirse en caballero, incluso después de haber sido elegido como burócrata.

Como resultado, Shawd ostentaba la singular distinción de ser a la vez señor de Pendita y miembro de los Caballeros Grant. Incluso a pesar de su avanzada edad, como había mencionado Lyle, la presencia de Shawd irradiaba un vigor poderoso.

Los ojos de Elaina, abiertos por el asombro, se encontraron con los de Shawd.

—Saludo a Su Gracia, la archiduquesa.

Los ojos de Shawd se llenaron de lágrimas. Al inclinarse a modo de saludo, se arrodilló rápidamente. El ruido metálico de la armadura resonó al chocar las juntas de su viejo traje.

Llevaba una armadura que claramente había sufrido el paso del tiempo. Aunque estaba engrasada, los años no la habían borrado por completo. Lyle la reconoció al instante.

La armadura de hierro negro, adornada con decoraciones de plumas similares a las de un cuervo en ambos hombros, era de la generación anterior de los Caballeros Grant.

Por un momento, Lyle se quedó sin palabras mientras miraba al anciano.

—Levántese, por favor, conde Shawd. El suelo está muy frío.

Elaina se acercó y le ofreció la mano. A pesar de sus palabras, Shawd, con la cabeza profundamente gacha, no pudo levantarse. Gotas de tierra húmeda formaban marcas redondas en el suelo bajo donde se arrodillaba.

Estaba llorando. No pudo evitarlo. En cuanto vio a Lyle bajar del carruaje, Shawd olvidó por completo su edad.

—Permitidme presentaros. Este es mi hijo, Lucin. Y este es Shawd.

Originalmente, Shawd provenía de una familia de barones insignificante. De no ser por su íntimo amigo Fleang, Shawd jamás habría soñado con unirse a los caballeros.

Gracias a la recomendación de Fleang, Shawd fue llevado a Pendita, pero, por alguna razón, en lugar de unirse a los caballeros, comenzó a tomar lecciones para convertirse en burócrata.

—¿Por qué yo? ¿No sería Fleang más adecuado para este tipo de papel? Si me permite decirlo, no creo que mi habilidad con la espada sea peor que la suya.

—Es exactamente por eso.

—¿Disculpe?

—Fleang es un tipo muy capaz. Como dijiste, no es un experto en esgrima, pero si se dedicara a la política, probablemente destacaría. Lo mismo te digo. Quienes buscan la gloria a través de la espada inevitablemente invocan sangre. Por eso le doy a Fleang la espada y a ti la pluma.

El archiduque se rio de buena gana y añadió que Fleang era tan inteligente que podría volverse demasiado ambicioso si le concedieran un señorío.

—En tiempos de paz, se necesitan individuos moderados. Fleang será el próximo caballero comandante, y tú, como señor interino de Pendita, serás de gran ayuda para Lucin.

El hijo del archiduque, que compartía algunos de los rasgos de su padre pero exudaba un comportamiento más amable, tenía un profundo afecto por el Norte, que estaba destinado a gobernar.

Cuando Shawd conoció a Lucin, de 25 años, hizo la promesa de dedicar su vida al Norte y a la familia Grant.

Pero los planes que el difunto archiduque había elaborado cuidadosamente para su hijo fracasaron por completo.

El amigo íntimo que había jurado convertirse en el escudo de la familia atravesó el corazón de su señor para ganarse el favor y se convirtió en un noble clave. El futuro señor, a quien Shawd había jurado proteger con su vida, fue arrastrado al campo de batalla y asesinado de una manera indigna incluso de un perro.

Tras la muerte de Lucin, Shawd sintió que su vida ya no tenía sentido. Los sueños que había compartido con Lucin sobre el futuro del Norte se desvanecieron sin sentido.

Dejado a cargo de gobernar el Norte en ausencia de Lucin, Shawd tuvo que gobernar en lugar de alguien a quien no le importaba nada más que los impuestos de la tierra.

La única razón por la que Shawd soportó, incluso mientras deseaba la muerte, fue su incapacidad de perdonarse a sí mismo por no haber podido detener al difunto archiduque.

Impulsado por la culpa, conservó con esmero los territorios del Norte asolados por la hambruna. Cada día parecía sobrevivir gracias a su pura fuerza de voluntad.

Al final de estos años de penitencia, la noticia finalmente llegó a Shawd.

Lyle Grant, el hijo de Lucin Grant.

El joven maestro, que una vez fue un simple niño, había regresado como un héroe de guerra, después de haber cortado la cabeza del comandante enemigo en el campo de batalla.

Shawd golpeó el suelo con los puños. Aunque sus guantes se empaparon rápidamente de sangre, no pudo calmar sus emociones.

—Lo siento… ¡Lo siento mucho!

Sintió como si Lucin hubiera vuelto a la vida. Las lágrimas fluían sin control.

Durante diez años, Shawd contuvo las lágrimas, pensando que no tenía derecho a llorar. Aunque Elaina intentó consolarlo, las lágrimas se resistieron.

El sollozo de Shawd creó una atmósfera solemne entre todos los presentes. El dolor de un caballero anciano llenó el cielo de Pendita.

Solo después de un buen rato, Shawd finalmente dejó de llorar. Aun así, no pudo sostener la mirada de Lyle directamente.

Sintiéndose culpable, Shawd se estremeció cuando Lyle habló con voz firme.

—Shawd Dewiran. Si vas a incomodar a los demás con este comportamiento, será mejor que te vayas a otro territorio de inmediato.

—¡Lyle!

Elaina, sorprendida por las duras palabras de Lyle, no pudo evitar mirar nerviosamente a Shawd. La imagen del hombre mayor llorando había permanecido en su mente, oprimiendo su corazón.

Pero incluso cuando Elaina le envió a Lyle una mirada pidiendo clemencia, él permaneció impasible.

—Si eso no es lo que quieres, entonces tranquilízate ahora.

Ante las palabras de Lyle, Shawd sólo pudo asentir débilmente, incapaz de responder.

Lyle no podía recordar a Shawd de su encuentro de hacía tantos años. Haber causado una primera impresión tan terrible... ¡Qué patético!

Obligando a sus pesadas piernas a moverse, Shawd condujo a Lyle y Elaina hacia el Castillo Archiducal. Mientras Shawd caminaba delante, la voz de Lyle sonó a sus espaldas.

—En tu juventud, eras un hombre más decidido. Dicen que la gente se vuelve más sentimental con la edad; parece que tú no eres la excepción. Gran parte del hombre que vi al principio se ha desvanecido.

Sobresaltado, Shawd se giró para mirar a Lyle. Por primera vez, Lyle sostuvo la mirada de Shawd y habló.

—Te recuerdo. Hace mucho tiempo, cuando visité el Castillo Archiducal con mi padre, te conocí allí.

—¿Vos… os acordáis de mí?

—No todo, pero recuerdo vagamente haberte visto entrenar con mi padre.

Ante esas palabras, el rostro de Shawd se iluminó.

—¡Así es! Una vez acompañé a Su Gracia al campo de entrenamiento detrás del Castillo Archiducal. Vuestro padre presumía sin cesar de haber construido un campo de entrenamiento idéntico en la mansión de la capital, afirmando que esta vez, sin duda, me derrotaría.

—¿Y lo logró?

—…Sí, lo hizo.

Habiendo pasado gran parte de su vida en la capital, la esgrima del archiduque no era especialmente avanzada. A menudo comentaba que tal nivel era perfectamente adecuado para tiempos de paz. Lucin imaginaba un Norte pacífico, sencillo y un lugar donde todos pudieran vivir bien.

La voz de Shawd volvió a cargarse de emoción.

—Si tan solo le hubiera ofrecido al archiduque un consejo más serio sobre el entrenamiento con la espada de Lucin en aquel entonces, ¿podrían haber resultado las cosas de manera diferente?

Apenas logró contener la oleada de emociones. Era el primer día que conocía al sucesor de la familia Grant, que creía extinta, y lo veía en tan espléndido estado. Ya no podía permitirse parecer indigno.

—Ejem. Este es el Castillo Archiducal. Sus puertas han permanecido cerradas durante los últimos diez años.

—¿Las puertas llevan diez años cerradas? Pero…

—Lo que sea que Fleang haya dicho, todo eran mentiras. Como señor de Pendita, arriesgué mi vida ante las acusaciones de insubordinación y me negué a abrir las puertas.

Aunque Shawd comprendió que Fleang podría haber actuado en nombre de la estabilidad del Imperio, no pudo reprimir su resentimiento persistente.

Fue un desastre.

El carruaje en el que viajaba Fleang, que ostentaba su ascenso a marqués con el estandarte de la familia Redwood, fue atacado con huevos podridos arrojados por los ciudadanos de Pendita.

—¿Te has convertido en marqués? ¡Entonces será mejor que no regreses hasta que hayas ascendido aún más y te hayas convertido en archiduque! Tenlo bien presente: ¡no entrarás en el Castillo Archiducal mientras yo viva, Fleang!

Fleang.

Una vez su viejo amigo, Fleang Redwood.

La siniestra mirada de odio de Fleang, mientras apretaba los dientes y miraba fijamente a Shawd, quedó grabada vívidamente en su memoria. Shawd se esforzó por borrar de su mente la imagen de su viejo amigo partiendo en un carruaje cubierto de mugre. Finalmente, Shawd abrió las enormes puertas del Castillo Archiducal.

 

Athena: Maldito tipo de mierda traidor. Yo creo que en esta historia deberemos ver la caída del marqués porque si no habrá que entrar a la historia y hacer justicia con sangre. Aunque el emperador claramente tampoco es un buen tipo precisamente.

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