Capítulo 72
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 72
Los días lluviosos eran los peores.
Todo su cuerpo estaba empapado y su visión estaba nublada.
En verdad, cuando Tuvio y algunos de sus subordinados entraron en la mansión, su primer pensamiento fue buscar refugio de la lluvia en lugar de buscar a Dietrich.
Pero había alguien allí.
Una mujer con cabello rubio platino y ojos azules.
Ella era la mujer más hermosa que Tuvio había visto jamás.
Se encontró mirando fijamente, como hechizado, cuando la mujer preguntó:
—¿Conocéis a Dietrich?
Hasta ese momento, él pensaba que tenía suerte.
Él pensaba que todo iba bien, pero luego…
—¡Aaaargh! ¡Aaaah!
Uno de sus subordinados, golpeado por el repentino golpe de la espada de Dietrich, agarró su brazo cortado y rodó por el suelo.
¿Qué cojones había hecho este loco?
Tuvio se quedó mirando a Dietrich, congelado por la sorpresa.
Conocía a Dietrich desde hacía mucho tiempo, lo suficiente como para guardarle rencor, y lo conocía bien.
Ese tonto débil y sin carácter que, a pesar de sus abrumadoras habilidades, nunca pudo asegurar su propia posición.
Fue por eso que Tuvio tomó el lugar de Dietrich.
Había visto a Dietrich realizando tontamente trabajos de socorro frente al templo.
Un hombre que era irritantemente amable. Tanto que rozaba la estupidez.
Un debilucho que una vez había agarrado su espada con tormento, incapaz de golpear a nadie.
Éste era el Dietrich que Tuvio conocía.
Pero ahora…
—¿Qué… qué demonios estás haciendo?
Tuvio gritó en estado de shock.
Dietrich se volvió hacia él con una expresión fría, sin emociones, carente de cualquier calidez.
Los ojos, que una vez fueron de color violeta claro, ahora estaban completamente desprovistos de luz.
Mientras Tuvio miraba fijamente ese abismo, su cuerpo se tensó de miedo.
—¡Dietrich!
La mujer detrás de ellos parecía igualmente alarmada.
Ella agarró a Dietrich en pánico.
—De-detente, Dietrich.
Su voz tembló mientras llamaba su nombre, claramente conmocionada por lo que acababa de presenciar.
En ese momento, una cálida sonrisa apareció en el rostro sin emociones de Dietrich.
Tuvio lo miró con incredulidad. Dietrich siempre había sido amable, pero sus expresiones siempre habían sido neutrales.
Un hombre que rara vez sonreía, que rara vez se enojaba y que era rígido en su comportamiento.
Aún así, siempre había una gentileza en sus acciones.
—Charlotte, ¿te asusté?
La forma en que Dietrich trató a la mujer fue nada menos que impactante.
Este maníaco no sólo había mostrado brevemente un atisbo de su antiguo yo, sino que también sonrió, una sonrisa que incluso sus compañeros más cercanos nunca habían visto.
—Baja la espada, Dietrich.
—Pero, Charlotte…
—¡Ahora!
—…Está bien.
Dietrich dejó caer la espada al suelo casualmente.
¿Quién era esta mujer para que él entregara su arma tan fácilmente?
Tuvio apretó los dientes.
—¡Dietrich, cabrón! ¿Te das cuenta de lo que has hecho?
Tuvio señaló a su subordinado, que yacía en el suelo, agarrándose la herida.
—¡No solo desertaste de la orden sagrada, sino que también atacaste al grupo de búsqueda que fue enviado a buscarte! ¡Esto es una traición y un insulto al templo! ¡Has cometido un grave delito! —Tuvio gritó, levantando su espada.
Él no podía perdonar esto.
¿Cómo se atrevía Dietrich a faltarle el respeto hasta tal punto?
Ya no era nada.
Un tonto que había perdido su posición y autoridad originales ante Tuvio.
—¡Patético bastardo! ¡Ni siquiera pudiste completar una sola misión, y ahora te acuestas con una mujer!
Tuvio miró a la mujer.
Se aferró aún más al brazo de Dietrich. A Tuvio le pareció que estaba asustada, pero era todo lo contrario.
Él no se dio cuenta de que ella era la que estaba frenando a Dietrich.
—¡Si el templo se entera de esto, ni tú ni esa mujer os salvaréis!
—Tuvio.
Dietrich llamó su nombre en voz baja.
Su voz tranquila contenía una sutil advertencia.
Los ojos violetas de Dietrich miraron a Tuvio. Y en esos ojos había una mirada escalofriante.
Le recordó a Tuvio al niño que una vez lo había derribado sin esfuerzo frente a los otros niños.
—¡Maldito bastardo! ¡Siempre buscas tu propia ruina! ¡Tú y esa mujer seréis destrozados! ¡Moriréis los dos!
Lleno de rabia, Tuvio apretó los dientes y se abalanzó sobre Dietrich.
Pero cuando recobró el sentido, su espada había sido arrojada muy lejos y él estaba tendido en el suelo.
Dietrich había dominado sin esfuerzo a Tuvio, que empuñaba la espada, con sus propias manos.
—Charlotte.
Fue exasperante escuchar a Dietrich gritar tranquilamente el nombre de la mujer mientras aún sujetaba a Tuvio.
—Lo siento. Parece que ya no puedo contenerme más.
Dietrich volvió a tomar su espada. Intenté detenerlo, pero la hoja cayó más rápido de lo que podía moverme.
—¡AAAUGH!
El hombre en el suelo, llamado Tuvio, gritó de dolor.
—¡Dietrich, para!
Entonces me di cuenta de que las cosas entre ellos estaban lejos de ser normales. Dietrich y estos hombres no eran amigos.
Aún así, intenté detenerlo.
No quería verlo perder el control de su mente y volverse violento.
—Te insultó. ¿Cómo podría contenerme?
¿Por qué decía esas cosas?
Esto no era propio de Dietrich en absoluto.
«¿Tiene sentido matar a alguien sólo porque no puede controlarse? ¿Podría ser que él piensa que son no-muertos? ¿Es por eso que actúa tan imprudentemente?»
—Dietrich, no son no-muertos. Son humanos. Entraron por la puerta.
Sólo entonces Dietrich miró a Tuvio con un toque de sorpresa.
Después de hablar, comencé a preocuparme de que Dietrich pudiera sentirse herido.
Aunque sabía que no eran amigos, siempre le había atormentado matar no muertos.
—¿No son no-muertos?
—No, entonces detente.
—Ya veo.
Pero, contrariamente a mis expectativas, su reacción fue indiferente. Mientras lo miraba desconcertada, Dietrich sonrió como si la situación le pareciera divertida.
—Tuvio, respóndeme. ¿El templo envió un grupo de búsqueda para encontrarme?
—Ugh…
—No te apuñalé la boca, ¿verdad?
Dietrich agarró la empuñadura de su espada y la hizo girar en la herida de Tuvio.
—¡AAAAAAH!
—Tranquilo. Es problemático si asustas a Charlotte.
¿Qué… estaba haciendo?
No podía entender lo que estaba pasando.
—Sí. ¡El templo ha organizado varios escuadrones para capturarte! ¡Incluso tu amigo Elías viene! Pronto estará aquí. No importa lo fuerte que seas, enfrentarlos a todos... ¡Uf!
—Te estás volviendo demasiado sentimental.
—¡Sir Dietrich! ¿Qué le está haciendo a Sir Tuvio?
Mis pies se sentían pegados al suelo.
¿Era este hombre ante mí realmente el Dietrich que conocí? Parecía una persona completamente diferente.
—¡¿Te has vuelto loco de repente?! ¡¿Por qué te comportas así?!
No fui el único que notó el cambio: Tuvio también gritó.
Pero Dietrich desvió la mirada con fría indiferencia.
Sabía que Dietrich había cambiado.
Pero nunca imaginé que pudiera llegar a ser tan cruel.
Ya no quería mirar más.
Di un paso atrás.
No sólo no quería involucrarme en sus problemas, sino que ver al Dietrich cambiado me hizo perder toda mi determinación.
—Charlotte, la expresión de tu cara es extraña. Parece como si hubieras visto algo horrible.
Dietrich aparentemente perdió interés en Tuvio y se levantó lentamente.
—No hay por qué tener miedo. Nunca te haría nada.
Ante sus palabras llegué a una conclusión.
La razón por la que no me había dado cuenta de su condición hasta ahora.
Dietrich ya había perdido la cordura.
Pero nunca me lo había mostrado.
Me di cuenta de que no sabía nada de él.
[Mentalidad de acero: ACTIVADA]
A medida que mis emociones caóticas se fueron calmando poco a poco, recuperé la compostura.
Dietrich estaba loco.
Él no era la persona que yo quería que fuera.
«Tengo que arreglar esto».
Hace apenas unos momentos, tenía miedo y estaba lista para huir, pero ahora me encontraba firmemente frente a él.
—Hazte a un lado, Dietrich.
Una de sus cejas se arqueó.
—Dije que te muevas. Si me oíste, hazte a un lado.
Miré al Tuvio caído.
—¿Me estás diciendo que deje a Tuvio en paz?
—Sí.
En ese instante, sus ojos violetas se oscurecieron amenazantemente.
Athena: Pues… esto es lo que me da miedo de verdad. Ver cómo Dietrich cayó en la locura; ver cómo una persona buena y vista por todos como ejemplar es capaz de hacer estas cosas sin remordimiento y aumentando cada vez más esa vorágine de locura y violencia. Y encima sin poder escapar jajaja.
Capítulo 71
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 71
Maldita sea.
Dietrich todavía no mostraba ninguna intención de escapar.
—¿Cuánto tiempo vas a seguir así?
Intenté persuadirlo para que escapara, pero Dietrich respondió con indiferencia.
—Tú fuiste quien me atrapó aquí, entonces ¿por qué estás tan desesperado por que escape?
Preguntó como si no pudiera entender. Él agarró suavemente mis dedos y dijo:
—Más bien, disfruto pasar tiempo contigo.
—… Yo no.
—Debes estar más interesado en algo que en mí. Me estás poniendo celoso.
—Deja de ser tan atrevido. Antes no eras así.
—¿Ni siquiera puedo expresar afecto?
—Eso es lo que te hace tan hábil.
Ah, me duele la cabeza.
Él no estaba haciendo las cosas como yo quería, y el contrato que con tanto esfuerzo hice empezaba a parecerme inútil.
—¿Por qué no quieres irte? ¿Cuál es tu razón?
—Charlotte.
Entrelazó sus dedos con los míos como si los estuviera uniendo.
—No tengo intención de irme.
—¿Qué?
—He perdido las ganas de irme. —Dietrich, con nuestros dedos entrelazados, me atrajo más cerca—. Estás aquí, ¿por qué querría irme? El mundo exterior es ruidoso. Hay quienes me tratan como a un perro bien entrenado y quienes lloran pidiendo ayuda en cuanto me ven. Eso es lo que el mundo exterior es para mí.
¿Entonces… por eso no quiere irse?
—La persona que amo está aquí, ¿por qué debería irme?
Sus ojos, que una vez fueron de color púrpura claro, se habían apagado.
Era como si hubiera estado sumergido en agua oscura durante tanto tiempo que nunca pudiera volver a su color original.
[Charlotte se asimila con “…”]
Los hombres siempre fueron los que tenían el poder.
Nací de la semilla de un hombre, pero no heredé ni siquiera una fracción de su autoridad.
—¿Qué haces saltándote clases por algo tan inútil?
El clima era demasiado agradable así que pinté el paisaje.
Si no lo hacía, sentía que el día perfecto y soleado me reduciría a cenizas. No podía respirar.
Preferí pintar a las infructuosas lecciones de costura.
Pero eso no era algo que le gustara a mi padre.
Quemó todos mis materiales de arte.
—Te dejé pintar un par de veces porque parecía que lo disfrutabas, pero después de que ese pintor inútil me avergonzara, ¿solo pintas? ¡¿Acaso tienes sentido común?!
Sus gritos furiosos resonaron por toda la mansión, pero el crepitar de mis materiales de arte ardiendo sonó aún más fuerte.
Quise sacarlos del fuego, pero me quedé quieta, sin hacer nada.
Nunca aquel hombre había escuchado mis súplicas.
Lo intenté todo: llorar, suplicar, arrodillarme, morirme de hambre. Nada funcionó.
Sólo cuando estaba al borde del colapso me concedía algo, e incluso entonces, nunca era exactamente lo que quería.
Aunque nací hija de un hombre poderoso, tuve que humillarme sólo para recibir migajas.
Desprecié al hombre que tenía delante.
Odiaba que él fuera mi padre.
Mi madre, que había pasado su vida sirviendo a ese hombre, murió de neumonía.
Mientras su esposa agonizaba, él estaba con otra mujer.
Quería hacerle sufrir de la misma manera.
Pero lo único que pude hacer fue hacer berrinches en público y humillarlo.
Viviría así toda mi vida, enfadándome hasta que un día me casarían por él.
Quería venganza.
No quería vivir así, sólo para ser aplastado y morir.
Justo cuando me estaba secando el dolor de no poder hacer nada, lo conocí.
Estaba en el corazón de la capital, en el Templo Mayor Carlino.
Envuelto en un manto dorado, símbolo del poder, se movía con paso tranquilo, atrayendo la atención de todos a su alrededor.
Cuando pasaba, la gente inclinaba la cabeza ante él.
Era un hombre con un rostro sorprendentemente hermoso.
Había visto muchos hombres atractivos y con estándares altos, pero nunca había visto a nadie más guapo que Johannes.
No quería admitirlo, pero ni siquiera Johannes podía compararse con este hombre.
Ver a alguien mucho más guapo que Johannes me hizo mirarlo sin darme cuenta.
A él y a la capa que llevaba puesta.
Todo en él parecía perfecto.
Sentía que tenía todo lo que quería y que fácilmente podría aplastar a mi padre bajo sus pies.
Pensé mientras lo miraba.
Si alguna vez tuviera la oportunidad de elegir a mi marido en un futuro lejano, querría que fuera él.
Ese día me enamoré de una concha perfecta.
[Charlotte escapa del sueño.]
Pasó de nuevo. Otro sueño extraño.
Desperté empapada en sudor. Aunque el tercer piso estaba frío, el calor me consumía todo el cuerpo.
[La Mentalidad de Acero ha sido desactivada temporalmente.]
[Mentalidad de acero: APAGADA]
[No se sabe cuándo volverá a funcionar.]
…Por favor, detente.
Una vez más el miedo me invadió.
Una habitación completamente oscura. En la oscuridad, donde no se veía nada, grité.
—¡Dietrich!
Grité nada menos que su nombre.
—¡Dietrich!
Lo necesitaba.
Desde que mi mentalidad de acero se apagó, necesitaba a Dietrich a mi lado.
Alguien tenía que tocarme.
Tenían que susurrarme constantemente palabras dulces al oído.
¡BAM!
La puerta se abrió de golpe con urgencia.
Ahora familiarizado con la situación, el hombre corrió y me abrazó.
Me aferré a él, derramando todas mis emociones reprimidas como un monstruo.
Me aferré a él, lo atormenté, actué como una loca, como si estuviera a punto de devorarlo.
Entonces comencé a preocuparme de nuevo.
¿Y si se le agotaba la paciencia? ¿Y si se iba de esta habitación? ¿Y si me abandonaba?
…Eso no podría pasar.
La ansiedad se apoderó de mí. Pensé que debía parar allí, pero, paradójicamente, sentí curiosidad.
¿Cuánto tiempo tardaría en agotarse su paciencia?
Atormenté a Dietrich aún más sin descanso, diciéndole todo tipo de cosas miserables y deprimentes, con la esperanza de cansarlo.
Pero por más que me porté mal, él permaneció a mi lado.
Una vez que me sentí tranquila, lo recompensé con un beso.
Repetí esto unas cuantas veces y una vez que me tranquilicé, Dietrich finalmente habló.
—No puedo vivir sin ti. Y tú también me necesitas, ¿verdad? ¿De verdad quieres que me vaya?
Sus palabras reavivaron la ira que había estado reprimiendo.
¿No fue la razón por la que mi mentalidad de acero se apagó en primer lugar porque había estado tratando de ayudarlo a escapar?
Pero ahora ni siquiera estaba pensando en irse, así que ¿para qué sirvió todo mi esfuerzo?
En mi enojo, le di una bofetada sin darme cuenta.
—No puedes decirme esas cosas.
A pesar de que fui yo quien le dio la bofetada, terminé rompiendo a llorar nuevamente, como si yo hubiera sido el herido.
En ese momento me sentí más patética que nadie.
Dietrich, en silencio, me consoló una vez más. Me apoyé en su pecho, acostumbrándome a sus palmaditas en la espalda.
—Duerme conmigo, Dietrich.
—Si te ayuda a sentirte cómoda conmigo aquí.
Lo sostuve cerca mientras nos acostábamos.
El sonido de los latidos de su corazón desde su pecho me dio una sensación de consuelo.
De repente, se me ocurrió una idea.
El Dietrich que me gustaba era un hombre que aún no había sucumbido a la oscuridad: frustrantemente lento a veces, pero con ojos amables.
Y lo mismo le pasó a Dietrich.
La mujer de la que se había enamorado a primera vista no era alguien que perdía el control de sus emociones y actuaba de esa manera.
Sentí que las cosas iban por mal camino, pero no sabía cómo solucionarlas.
Cuando me desperté de nuevo, mi mentalidad de acero aún no había regresado y el espacio a mi lado estaba vacío.
En ese instante, la ansiedad se apoderó de mí.
¿Se fue porque estaba cansado de mí? ¿Mintió acerca de amarme?
A medida que mis emociones tomaron el control, un sinfín de pensamientos negativos comenzaron a inundar mi mente.
Salí de la habitación para buscarlo.
—¡Dietrich!
Grité su nombre frenéticamente, pero no importaba dónde fuera, no había respuesta.
Abrumada por la ansiedad, seguí gritando su nombre.
El trueno rugió como si fuera a partir la mansión en dos.
El sonido que venía del exterior me resultó familiar.
¿Pudo haber entrado alguien de nuevo?
Dudé, mi mentalidad de acero aún no regresaba, pero finalmente decidí bajar al primer piso.
—¡Maldita sea esta lluvia!
El patrón de la mansión siempre era el mismo.
Dietrich, los bandidos y ahora los recién llegados, todos habían entrado a la mansión empapados por la lluvia.
Me quedé en lo alto de las escaleras y miré a los hombres, empapados por el aguacero.
Vestían uniformes ornamentados y llevaban espadas al cinto. Había visto atuendos similares antes.
Los no muertos llevaban exactamente esas mismas ropas.
—¿Dónde diablos está Dietrich?
Uno de los hombres gritó mientras se sacudía la lluvia, luego se congeló cuando me vio parada en las escaleras.
—¿Q-Qué...? ¿Cómo es que no te percibimos...?
—¿Conoces a Dietrich?
—Oiga, señorita. No sé por qué está sola en este pueblo abandonado, pero ¿sabe dónde está Dietrich?
¿Eran éstos los verdaderos amigos de Dietrich?
—Sí. Pero ¿cuál es vuestra relación con Dietrich?
—Somos…
Los hombres intercambiaron miradas, como si conversaran en silencio. Al poco rato, el hombre que iba al frente dio un paso al frente y habló.
—Somos caballeros del templo. Y también somos amigos de Dietrich. Desapareció durante una misión, así que hemos estado buscando por la zona.
¿Eran realmente amigos de Dietrich?
Dietrich lo sabría con seguridad cuando viera sus caras.
—Dietrich es…
—¡Señor Tuvio! ¡Detrás de esa mujer!
¿Detrás de mí?
Me di la vuelta y allí estaba: Dietrich, con el rostro sin emociones e ilegible.
—Dietrich, estás aquí. Estaba...
—Da un paso atrás, Charlotte.
Dietrich me empujó suavemente el hombro y me tambaleé hacia atrás.
En ese momento, Dietrich sacó su espada.
—Dietrich, ¿qué estás...?
—Los no muertos han aparecido de nuevo.
La carnicería se desarrolló en un instante.
Justo cuando me estremecí ante el destello agudo de su espada, el aire se llenó con un rocío de sangre carmesí.
—¡Aaaargh!
La mansión resonó con los gritos agonizantes de aquellos que sufrían.
[Oscuridad: 85%]
Capítulo 70
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 70
Tuvio contempló la gran mansión que tenía delante.
Seguramente si fuera tan grandioso su presencia se habría notado desde lejos.
—¡Señor Tuvio!
En ese momento, un caballero se acercó corriendo y lo llamó.
—¿Encontraste algún rastro de Dietrich?
—…No, pero encontramos otra pista.
—¿Otra pista?
—Alguien vio recientemente a tres hombres entrando en Lindbergh.
—¿Y eso por qué importa?
—Cuando los localizamos, parecía que eran los bandidos que atacaron a Owen.
Ante el informe del caballero, Tuvio frunció el ceño.
—¿Y qué esperas que haga al respecto? ¿Tienen algún parentesco con Dietrich? ¿O estás insinuando que Dietrich andaba robando con esos hombres?
—No, no es eso, pero…
—¿O tal vez me estás diciendo que pierda mi tiempo en una tarea inútil como esa?
—Me disculpo.
—Aparta.
Tuvio miró alrededor de la mansión.
Dietrich había desaparecido mientras estaba en una misión para escoltar al archiduque Clarit.
Si había llegado hasta Lindbergh, era evidente que se dirigía hacia él para completar la tarea.
Pero por alguna razón desconocida, desapareció de repente.
—¡Qué tonto! No sé qué truco usó, pero cortar la marca es un delito grave.
El templo lo consideró un acto de traición contra los dioses.
—Registrad el área a fondo.
—¿Entonces estás diciendo que el cuarto piso se abrió solo?
Dietrich habló con incredulidad mientras subía las escaleras.
—…Sí.
—¿Pensé que solo podrías subir las escaleras después de completar los fragmentos?
—Eso pensé, pero las escaleras se abrieron de todos modos.
Dietrich frunció el ceño.
Cuando llegamos al cuarto piso, la escena no parecía muy diferente a la del tercer piso.
Dietrich miró a su alrededor con ojos indiferentes, mientras yo estaba un poco sorprendida.
«La última vez que vine aquí sólo había una habitación».
Cuando llegué solo al cuarto piso, solo había una puerta.
¿Pero cuándo se llenó tanto este lugar?
—Esto es sospechoso, Charlotte.
—¿Eh?
—El cuarto piso no se abriría tan fácilmente. ¿Qué me estás ocultando?
Él lo entendió rápidamente.
Hice como si no lo supiera y evité su mirada.
—Charlotte.
Dietrich me llamó.
—Las reglas de esta mansión no siempre son constantes. Quizás algo más haya cambiado.
Dietrich suspiró. Lo miré nervioso.
—Dietrich, revisemos primero nuestra habitación. Quedarnos aquí no va a cambiar nada. Deprisa
Tiré de él y lo llevé hacia la habitación.
—Sube al cuarto piso. Te trataré con generosidad.
Hace un tiempo, el administrador del cuarto piso me había hecho una oferta.
—Pero espera. Para recoger los fragmentos triturados del cuarto piso y subir al quinto, ¿no tengo que deshacerme de ti primero?
Fue una oferta muy sospechosa.
—Yo no hago ese tipo de cosas.
—¿Por qué?
—Solo puedo darte los fragmentos triturados. ¿Para qué luchar?
…No podía entender por qué estaba siendo tan agradable.
No me sentó bien.
—¿Me vas a dar los fragmentos triturados? Si es cierto, enséñamelos ahora.
—Pedir los fragmentos triturados ahora mismo es imposible. No puedo dártelos sin más. Pero te ayudaré, así que haz lo que te digo.
Así fue como se desarrolló la conversación.
Todavía no confiaba en el administrador del cuarto piso. Pero como él dijo, no podíamos perder el tiempo holgazaneando en el tercer piso, sin hacer nada.
El descenso de Dietrich hacia la oscuridad continuaría.
—Si estás dispuesta a aceptar mi oferta, me gustaría que cumplieras algunas condiciones.
—¿Qué tipo de condiciones?
—Nada extraño.
Pronto, una ventana del sistema apareció frente a mí.
[Contrato]
1- El administrador del cuarto piso permitirá que Charlotte y Dietrich suban al cuarto piso.
2- El administrador le revelará a Charlotte parte de la estrategia para el cuarto piso.
3- Si Dietrich completa con éxito la estrategia, el administrador proporcionará los fragmentos triturados.
4- A partir de este momento, el administrador del cuarto piso no podrá atacar a Charlotte ni a Dietrich.
5- Sin embargo, Charlotte no debe revelar este contrato a nadie.
6- A Charlotte se le prohíbe revelar la respuesta exacta que el administrador del cuarto piso le dio a Dietrich. Sin embargo, se permiten pistas.
*El incumplimiento del contrato dará lugar a sanciones.
Leí atentamente el contrato que apareció.
No me pareció que tuviera ninguna desventaja. Eso solo lo hizo sospechoso, así que lo leí detenidamente, pero solo pareció beneficiarme.
—Parece que no confías en mí. —Añadió el administrador del cuarto piso.
—¿Por qué eres tan generoso conmigo?
—Porque quiero que abras la puerta.
—¿Por qué?
—Estoy atrapado aquí, Charlotte.
Miré hacia la habitación de donde provenía la voz.
A diferencia de mí, que podía caminar libremente por la mansión, él estaba confinado a una sola habitación.
Me sentí extraña.
Recordé cómo, no hace mucho tiempo, había estado sollozando en los brazos de Dietrich, diciéndole que quería irme.
—Todo lo que quiero es una cosa: que me liberes.
—¿Por qué yo? Podrías haberle preguntado a Dietrich.
—Sólo tú puedes hacerlo.
Todavía tenía mis dudas, pero sin otras opciones, acepté el contrato.
Así quedó sellado el contrato y recibí la guía del administrador del cuarto piso.
Fue fascinante recibir la hoja de respuestas directamente del administrador.
De repente sentí curiosidad.
¿Qué tipo de juego se habría desarrollado en el cuarto piso si hubiera continuado el juego antes de transmigrar?
Me arrepentí una vez más de haberme dado por vencida a mitad del tercer piso.
Después de leer atentamente la guía, llevé a Dietrich al cuarto piso.
El administrador había dicho que cuando regresáramos, la estructura del cuarto piso habría cambiado.
En aquel momento acepté con naturalidad, pero ahora, mirando a mi alrededor, realmente fue sorprendente.
«¿Dónde está el administrador?»
Como el espacio había cambiado, no podía saber dónde estaba el administrador. Pero esa no era la prioridad en ese momento.
Por ahora, necesitábamos concentrarnos en limpiar el cuarto piso mientras permanecíamos en el tercer piso hasta que apareciera su administrador.
Entonces arrastré a Dietrich a la habitación.
Según el administrador, el cuarto piso era similar al tercero. Había un truco en la habitación, y al resolverlo se obtendrían los fragmentos triturados.
La habitación en la que entramos estaba dispuesta como un tablero de ajedrez gigante, con un juego de ajedrez colocado en el centro de un escritorio.
—Dietrich, la pista para esta habitación es…
Mencioné abiertamente la indirecta, pero nada pareció penalizarme.
Sintiéndome más relajada, continué explicando la pista.
—¿No es la disposición de las piezas en el tablero de ajedrez idéntica a la de los muebles en la habitación? ¡Guau, qué fascinante!
[El administrador del cuarto piso se queda estupefacto, preguntándose si básicamente le han dado la respuesta.]
Cuando apareció la ventana del sistema, me preocupé un poco de si habría alguna penalización.
[El administrador del cuarto piso dice que no tienes por qué tener miedo y te tranquiliza.]
La bendición del administrador era la mejor.
Si el administrador del cuarto piso no tuviera algún plan oculto, este piso podría pasar sin problemas.
—Míralo bien, Dietrich.
Este rompecabezas fue demasiado fácil.
Un mueble estaba colocado en un lugar diferente del tablero de ajedrez y, convenientemente, una pieza de ajedrez había caído justo al lado del tablero.
Todo lo que teníamos que hacer era colocar la pieza en el lugar correcto para resolver el rompecabezas.
—Bueno… no estoy seguro de la respuesta.
¿Eh?
—No, Dietrich. Mira con atención. Si miras con atención, seguro que lo encuentras.
—Todavía no estoy seguro. Es muy difícil.
¿Qué? Siempre había sido ingenioso.
Ya había resuelto con facilidad problemas mucho más complejos anteriormente.
—Charlotte, este cambio de espacio me incomoda. Estoy pensando en quedarme en el tercer piso una temporada.
—¿Qué?
¿De qué estaba hablando?
—Creo que volveré a bajar. Llevo demasiado tiempo en este espacio desconocido y me da ansiedad.
Su excusa era absolutamente absurda.
Dietrich miró casualmente alrededor de la habitación antes de tomar mi mano.
—Vienes conmigo, ¿verdad?
—¿Crees que estoy en posición de elegir si me gusta esto o no?
—Me siento ansioso, así que espero que lo entiendas.
No parecía tener intenciones de abandonar la mansión en un futuro cercano.
¿Por qué?
Su descenso a la oscuridad aún estaba al 80%. Normalmente, necesitaba alcanzar al menos el 90% para perder el deseo de abandonar la mansión...
¿Por qué tan pronto…?
—Está bien, está bien.
Por ahora lo dejaría descansar un poco y luego intentaría persuadirlo nuevamente más tarde.
Había pasado bastante tiempo desde que Tuvio comenzó a buscar a Lindbergh.
Pero aún no había noticias de Dietrich.
—¡Señor Tuvio! Se espera que el escuadrón de Sir Elias llegue pronto.
—¡Maldita sea!
Él había querido atribuirse toda la gloria para sí mismo, pero todo este tiempo había tenido las manos vacías.
—A este paso, Elías podría encontrarlo primero…
Maldita sea.
Tuvio maldijo repetidamente en voz baja, y sus subordinados a su alrededor instintivamente se dieron cuenta de su estado de ánimo.
Sabían muy bien lo volátil que podía ser.
Cuando estaba de mal humor, golpeaba a sus subordinados hasta el borde de la muerte.
—¿Y qué pasa con este cielo? Está tan oscuro como si fuera a llover...
Por supuesto que sí.
Tan pronto como terminó de hablar, una gota de lluvia le salpicó la cara.
Las pocas gotas rápidamente se convirtieron en un aguacero, la lluvia caía con fuerza como una tormenta furiosa.
—¡Maldita sea! ¡Esto es ridículo!
Sin nada que le saliera bien y ahora con la lluvia a su cargo, la ira de Tuvio finalmente estalló.
No tenía idea de cuándo dejaría de llover y, por ahora, estaban atrapados allí.
Entonces, los ojos de Tuvio se posaron en una elegante mansión no muy lejana.
Un rayo destelló, arrojando una luz azulada sobre la mansión.
—No hemos registrado ese lugar todavía, ¿verdad?
—No, todavía no…
La lluvia proporcionó una excusa perfecta para buscar refugio.
—Que los demás sigan buscando a Dietrich. Yo llevaré a unos cuantos hombres a esa mansión.
Tuvio señaló a algunos subordinados y montó su caballo.
—¡Vamos!
Sin saber lo que les esperaba, los hombres comenzaron a acercarse a la gran mansión de Lindbergh.
Capítulo 69
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 69
En ese momento, Tuvio tenía la intención de golpear a Dietrich hasta dejarlo hecho papilla.
De hecho, hacía mucho tiempo que no le gustaba Dietrich.
Le molestaba cómo el hermoso rostro de Dietrich atraía la atención de la gente.
Incluso la chica que le gustaba a Tuvio no podía apartar los ojos de Dietrich.
—¿Cómo se atreve alguien como tú a interponerse en mi camino? ¿Quieres que te golpee y muera con él?
El chico de pelo negro azabache miró a Tuvio con expresión altiva.
Como si lo encontrara absolutamente patético.
El niño no dijo una palabra, pero esa mirada silenciosa fue un inmenso insulto para Tuvio.
Inmediatamente lanzó su puño hacia Dietrich, pero en ese momento ocurrió algo inesperado.
El muchacho, que parecía desinteresado en una pelea, pateó rápidamente la pierna de Tuvio, haciéndolo perder el equilibrio.
Se suponía que iba a lanzar un puñetazo, pero Tuvio cayó cómicamente al suelo en un instante. Los demás niños se rieron de él.
Fue entonces cuando empezó el rencor.
El joven Tuvio buscaba constantemente vengarse de Dietrich, pero cada vez era él quien terminaba humillado.
Los momentos más humillantes fueron durante los entrenamientos.
Tuvio entrenó duro, desesperado por avergonzar a Dietrich, pero ni una sola vez pudo derrotarlo.
Incluso a medida que crecieron, la situación no cambió.
Los puestos que Tuvio quería, la autoridad que ansiaba, Dietrich siempre los conseguía.
Sólo después de que Dietrich se volvió tonto, Tuvio finalmente consiguió lo que deseaba.
Pero incluso entonces, Tuvio no estaba satisfecho.
Lo que realmente quería era aplastar a Dietrich con sus propias manos.
Quería ver a Dietrich mendigando y arrastrándose patéticamente.
—Esta vez, me aseguraré de pisotearlo.
Iba a enseñarle al fugitivo cuán grande era el error que había cometido.
—Date prisa, vamos a buscar a Dietrich.
Una vez más, mi mentalidad de acero se derrumbó por sí sola.
Me senté en las escaleras y lloré, y Dietrich me abrazó, consolándome.
Me aferré a la barandilla como si fuera un apoyo, pero pronto me apoyé en su hombro.
No tenía ni idea de por qué me sentía así. Sin embargo, cuanto más me consolaba, más lloraba.
Sus dulces palabras, susurradas constantemente en mi oído mientras acariciaba mi espalda.
Desde que quedé atrapada en la mansión, nadie me había consolado. No, ni siquiera antes de quedar atrapada.
Habiéndome acostumbrado a llorar en silencio y en secreto, cada vez que me acariciaba la espalda, sentía como si una llama abrasadora pasara sobre ese lugar.
A veces, aquello que parecía inofensivo me pinchaba como una aguja afilada.
Su bondad, tranquila como el agua quieta, me atravesó como una espada helada.
—Sólo quiero morir.
Solté palabras que normalmente no habría dicho.
—Sería mejor morir que vivir así.
—Charlotte, no digas eso.
Mientras me consolaba, a mí que estaba abrumada por la emoción, sus ojos de repente se volvieron severos.
—¿Por qué dirías algo así?
—Solo decía que no moriré de todas formas.
Justo cuando mis emociones parecían calmarse, una oleada de ira brotó nuevamente.
—No es que sea algo que no pueda decir.
—…No tengo intención de dejarte morir.
Su voz, ahora tranquila, era decidida.
Luego me dio otra palmadita en la espalda.
—¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor? —preguntó con suavidad, como si estuviera tranquilizando a un niño.
De repente, un pensamiento cruzó mi mente.
Aún no había aclarado el malentendido de que no fui yo quien lo había confinado allí. Entonces, ¿por qué me daba unas palmaditas tan amables en la espalda? ¿Por qué toleraba mis constantes quejas, que debían ser cansinas?
Mientras esos pensamientos pasaban por mi mente, surgió otro miedo.
¿Qué pasaría si Dietrich se cansara de mí y me rechazara?
Él todavía me escuchaba pacientemente, pero pronto podría cansarse de mis quejas.
—Tú… dijiste antes que te gustaba.
—Sí.
—¿Todavía te gusto?
—Todavía lo hago.
No pude entenderlo.
¿Por qué le gustaría?
En verdad, si fuera cualquier otra persona, no lo habría cuestionado.
Sabía que mi apariencia era hermosa. Había mucha gente a la que le encantaría esta máscara deslumbrante.
Incluso las pieles de animales con colores brillantes y un brillo satinado son muy buscadas, ¿no era así?
Pero Dietrich era una excepción.
No le gustaba mi apariencia. Al principio me despreciaba.
—¿Por qué te gusto?
La cara de Dietrich se sonrojó ligeramente ante mi pregunta.
—Quizás me enamoré de ti a primera vista.
—¿Olvidaste cuánto me odiabas al principio? Si vas a mentir, hazlo creíble.
—Ah, bueno, eso también es cierto.
¿Qué se supone que significa eso?
—Entonces ¿te gustaba o me odiabas?
—Me enamoré a primera vista, pero no me di cuenta. Y en aquel entonces... —Dietrich me tocó suavemente el cabello—. Tenía dudas de ti porque parecías una persona cruel.
—Eso no es algo que se pueda tomar como mera cautela.
—Era solo desconfianza. Bajé la guardia con demasiada facilidad por tus pequeños gestos de bondad.
Él hizo girar mi cabello alrededor de su dedo. Bajó la cabeza y besó suavemente la esquina de mi ojo.
—Me gustas, Charlotte.
—¿Aunque llore, me aferre a ti y te moleste?
—Me siento bien de que, incluso en este momento, te aferres a mí.
—…Suenas como un pervertido.
Dietrich se rio silenciosamente encima de mí.
—Has estado actuando extraño últimamente.
—Por eso es que tienes que asumir la responsabilidad.
Ahora incluso estaba transfiriendo sutilmente la responsabilidad hacia mí.
¿Por qué era tan astuto?
Pero no fue suficiente.
Quería más confirmación.
Como mi mentalidad de acero se había derrumbado y mis vulnerabilidades quedaron expuestas, quise desnudarlo también para ver sus vulnerabilidades.
Un deseo extraño seguía creciendo dentro de mí.
Lo besé lentamente.
Me agradaba verlo ponerse rígido cada vez que esto sucedía.
Sus pupilas se dilataron y vacilaron.
Me gustaba cómo su cuerpo se estremecía y no podía quedarse quieto cada vez que nos tocábamos, así que me acerqué más.
—Debes abandonar este lugar.
—…Hablas como si no pudieras irte.
—Así es. No lo haré. Pero tú debes hacerlo.
Tenía miedo de quedarme sola, pero aunque mi mentalidad de acero había flaqueado, no hablé de ese miedo.
Sería una maldición para él.
—¿Quieres que me vaya?
—Sí.
—¿Aunque estarás sola si lo hago?
—…Sí.
—¿Y entonces qué pasa conmigo?
Parpadeé sin entender sus palabras.
—Vivirás tu vida. Irás a ver a las familias de tus amigos muertos.
—No. Ya no importan. Lo que me importa ahora eres tú. Quiero quedarme contigo.
En ese momento me quedé sin palabras.
Debería haber dicho algo hipócrita como: "Vive tu vida".
Pero en lugar de eso, me apoyé silenciosamente en sus brazos, sintiendo una extraña sensación de satisfacción invadiéndome, sin ser consciente de las consecuencias que esto podría traer.
[Mentalidad de acero: ACTIVADA]
Tic-tac, tic-tac.
Hoy, el reloj de pared seguía corriendo hacia atrás.
Todavía no había encontrado la respuesta a la pista que dejó Noah antes de quedarse dormido.
Extraño.
Desde ese día, los no muertos no habían revivido.
Dietrich y yo habíamos recopilado todas las partes del diario de S y reunido los fragmentos triturados.
Entonces ¿por qué no había pasado nada?
No se nos asignaron nuevas misiones ni hubo ningún acontecimiento que nos causara ansiedad.
Por eso me sentí inquieta.
Estábamos atrapados en el tercer piso.
—Entonces, ¿tu corazón no ha cambiado?
Las escaleras del cuarto piso a veces se abrían cuando estaba sola.
Pero nunca se abrieron cuando Dietrich estaba conmigo.
Como si no le permitieran subir.
—Todavía estoy pensando en ello.
—Está bien. Tómate tu tiempo.
La voz sonaba tranquilamente, como si hubiera tiempo de sobra.
Parecía que ya sabía el resultado.
—Tengo curiosidad. Si rechazo tu oferta y subo al cuarto piso, ¿intentarás matar a Dietrich?
—¿Quién sabe? Quizás deberías hablar con el administrador del tercer piso antes de preocuparte por eso.
Fue como si se burlara de mí, diciendo que era arrogante preocuparse por esas cosas cuando ni siquiera había conocido aún al administrador del tercer piso.
—¿Aún no has encontrado al administrador del tercer piso?
Sentí que había una pista justo frente a mí, pero no había notado nada.
Era frustrante.
Tenía muchas cuentas que saldar con el administrador del tercer piso.
Tanto odio se había acumulado desde el segundo piso.
—Parece que las cosas no te van bien. Qué lástima.
¿Se estaba burlando de mí ahora?
—Mmm. ¿Te ayudo un poco entonces?
—¿Ayuda? Todavía no abro la puerta.
—No espero nada a cambio. ¿Qué tal si te digo que quiero comprar el 30% de tu corazón?
No pude entenderlo.
¿Por qué un administrador de alto nivel haría algo tan innecesario?
Pero como la que necesitaba ayuda era yo, no discutí.
—Entonces, ¿cómo vas a ayudarme?
—Tu objetivo es recolectar los fragmentos, ¿verdad? Pero el administrador del tercer piso no aparece.
—…Así es.
—Entonces sube al cuarto piso.
—¿Qué?
—Primero ve a recoger los fragmentos triturados en el cuarto piso.
¿De qué estaba hablando?
Al ver que no entendía, el administrador añadió:
—Como no puedes ver al administrador ni hacer nada aquí, ve a buscar los fragmentos triturados del cuarto piso. Parece que se te acaba el tiempo.
Tuvio encontró una gran mansión en Lindbergh.
¿Por qué no sabía antes de la existencia de una mansión tan imponente?
Capítulo 68
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 68
La única esperanza de solucionar la situación actual era el diario.
Sin embargo, terminó sin decirnos nada sobre los no muertos.
Y terminó demasiado abruptamente.
El diario, que siempre explicaba las cosas con detalle, de repente se volvió vago en su conclusión.
Además, ¿el diario de S terminaba en el tercer piso?
¿Eso significaba que no habría más entradas de S en el cuarto y quinto piso?
Parpadeé en estado de shock, mientras Dietrich miraba el diario con una mirada indiferente.
—Charlotte, no estés tan decepcionada.
¿Qué debíamos hacer a partir de ahora?
Piensa. Debe haber una pista en el diario. Simplemente no pude captarla.
Primero, organicemos los hechos que hemos aprendido hasta ahora.
Cogí un trozo de pergamino y un bolígrafo para organizar la información en mi cabeza y comencé a escribirla.
Dietrich me observó en silencio.
[ 1- Los no muertos son seres controlados por un hechicero oscuro o alguien más.
2- Para eliminarlos, necesitas saber el nombre del hechicero oscuro que los controla o matar al hechicero.
3- Johannes es una mala persona(?). —Basado en “la verdad de ese día”, él está ocultando algo.
4- “Ese tipo” de la señorita.]
Cuando escribí todo en orden, me di cuenta de que la información de los libros y del diario no coincidía.
—¿Qué tiene que ver el número 3 con todo esto?
—Quizás el autor sea quien controlaba a los no muertos.
—¿De verdad? Pero parece que no tiene nada que ver.
Después de todo, los no muertos ni siquiera aparecían en el diario.
Mientras miraba el pergamino, sumida en mis pensamientos, agregué otras dos cosas.
[5- El reloj de pared que hace tictac hacia atrás.
6- Comienza la cuenta regresiva marcada por Noah.]
—No veo la conexión.
—Mmm.
Ciertamente había mucha información, pero ninguna de ella estaba relacionada entre sí.
Me quedé mirando el papel, mordisqueando el bolígrafo. Entonces, Dietrich me lo quitó y escribió algo en el papel.
¿Se le ocurrió algo?
[7- Has trabajado duro todo el día, así que creo que deberías descansar.]
Esperar algo era una tontería.
Le arrebaté el bolígrafo a Dietrich.
—¿Debo seguir tu consejo?
—¿Y qué consejo sería ese?
—Supongamos que Johannes es el hechicero y actuemos en consecuencia.
—…Muy bien.
Sin ningún plan específico ni detallado, Dietrich y yo nos pusimos de pie.
De cualquier manera, teníamos que matar a los no muertos, así que no importaba lo que hiciéramos.
—Por ahora, intentaré decir el nombre delante de los no muertos, ¿de acuerdo?
Según el libro, llamar al hechicero los inmovilizaría.
—Es una buena idea.
El plan parecía improvisado, pero no tenía mucho que perder, aunque estaba un poco preocupado.
—¡Vete, Johannes!
—¡Vete, espíritu maligno!
—¡¡¡¡Kiiieeaack!!!
Como si estuviera recitando un exorcismo, grité, y los no muertos retorcieron sus articulaciones en agonía, retorciéndose de dolor.
—¿Qué está sucediendo?
El plan improvisado había funcionado.
—Asombroso.
Dietrich, que me observaba desde un lado, reaccionó.
¿Podría ser realmente tan simple?
Si Johannes era en realidad quien controlaba a los no muertos, todos se retorcían de dolor. Sin embargo, por alguna razón, no murieron.
En ese momento, Dietrich, que estaba observando, sacó su espada.
—Los derribaré de nuevo. Si vuelven a la vida, significa que este método es inútil.
Dietrich se acercó al no-muerto que se retorcía con su espada en alto.
Noté que la mano de Dietrich, que agarraba la espada, temblaba ligeramente.
Una vez sostuve su espada por simple curiosidad: era demasiado pesada para que pudiera levantarla correctamente.
Pero Dietrich soportó su peso sin esfuerzo.
Miré a los no muertos, que habían asumido la apariencia de los amigos de Dietrich.
«Espero que este sea el final».
No había puesto mucha fe en el plan, pero aún así, esperaba que este temblor fuera el último.
A veces deseaba un milagro que finalmente liberara a Dietrich.
Pronto, Dietrich estabilizó su mano temblorosa y levantó la espada.
Cuando la afilada hoja reflejó la luz del candelabro, pareció como si el mundo brillara por un momento.
Pero pronto el destello cayó hacia abajo, la luz se extinguió y la oscuridad regresó.
Cuando Dietrich mató a los no muertos, sucedió algo extraño.
Cuando el cuerpo del no-muerto se partió, una botella de vidrio familiar llena de fragmentos triturados cayó al suelo.
—…Ah.
Dietrich exhaló un aliento frío.
Yo también me quedé sin palabras.
Nos quedamos mirando fijamente la botella de cristal caída.
El rostro habitualmente tranquilo de Dietrich se quebró.
—¿Hasta dónde pretenden llevarnos a la miseria?
Su voz tembló.
A pesar de perseverar con todas sus fuerzas, la botella de vidrio que había estado buscando desesperadamente rodó en la dirección equivocada y derribó las piezas de dominó.
Una vez que las fichas de dominó empiezan a caer, se derrumban sin cesar.
¿Hasta dónde caerán? ¿Cuándo se detendrán?
Nadie puede predecir eso.
—Ugh… Dieta… rica…
—Sálvame…
Incluso en ese momento, los no muertos fingían ser sus amigos.
Con una risa hueca, agarró su espada y cargó contra el no-muerto.
Como un niño abandonado por el mundo, como alguien que no tiene nada que perder.
El mundo ante mis ojos se volvió rojo por la espada que blandió.
Sangre salpicada.
Salpicó y salpicó, una y otra vez.
Se formaron charcos y los cuerpos se amontonaron.
Y los fragmentos triturados que tanto habíamos anhelado se reunieron a nuestros pies.
«Ah, ya veo».
Sólo entonces me di cuenta.
Fue un error elaborar un plan descuidado y esperar un milagro.
Parecía que todo había ido demasiado fácil. El administrador del tercer piso debió haber dejado las cosas sueltas a propósito.
Porque tenía un objetivo diferente en mente.
—Johannes es realmente astuto. Prepara el escenario, crea una gran trampa. Naturalmente, caigo en ella, y para cuando me doy cuenta, ya me han dado un golpe por la espalda.
Fue exactamente como estaba escrito en el diario.
Caes en la trampa y sólo te das cuenta cuando te han atrapado.
El objetivo del diario de S no era tratar con los no muertos.
Quizás la persona que escribió ese diario asumió que ya sabíamos quién era el hechicero que controlaba a los no muertos y lo escribió basándose en esa suposición.
Dietrich y yo habíamos sido engañados.
Estábamos tan concentrados en nuestra misión y la amenaza inmediata de los no muertos que no pudimos ver las verdaderas intenciones de quien había preparado este escenario.
[Oscuridad: 80%]
Había subido tan rápidamente.
Tal vez esto es lo que el dueño del tercer piso quería desde el principio.
Crear deliberadamente no-muertos con las caras de los amigos muertos de Dietrich, obligándolo a matarlos repetidamente.
Incluso al final, fueron crueles con Dietrich.
Ahora que lo pensaba, el nivel de oscuridad de Dietrich había aumentado drásticamente desde el segundo piso en adelante.
Desde que apareció esa “extraña variable”.
No sabía cómo el maestro del tercer piso logró intervenir en el segundo piso, pero…
El objeto prohibido que terminó en manos de los ladrones varias veces, la muerte de Eric, la muerte de Hesta.
Finalmente, la resurrección de Eric.
Y cómo, después de que matamos a Eric, no lo resucitaron de nuevo y simplemente terminaron todo.
Nos habían estado tomando el pelo todo el tiempo.
Para empujar a Dietrich aún más hacia la oscuridad.
—Charlotte.
Dietrich me miró.
Sus ojos brillaban con locura.
Solo quedaba el 10% antes de [Game Over].
Una vez que su oscuridad alcanzara el 90%, Dietrich perdería por completo la voluntad de escapar.
Para encontrar a Dietrich, el templo organizó varios escuadrones de rastreadores.
Sólo para buscar a un hombre.
Aunque el templo menospreció a Dietrich y lo trató como un tonto, en ese momento reconocieron su verdadera habilidad.
Incluso con tanta gente, tal vez no sea suficiente.
—¿Dietrich está aquí en Lindbergh?
Un hombre ataviado con una lujosa túnica dorada entró en Lindbergh y habló.
El nombre del hombre era Tuvio.
Era el líder del escuadrón reunido para capturar a Dietrich.
—Sí, es correcto. He oído que Sir Elias también viene de camino.
El líder de otro escuadrón, Elías.
Tuvio se había apresurado a llegar delante del equipo de Elias a propósito.
Había dos razones para ello.
Una de ellas era que entregar a Dietrich le traería un logro enorme. No quería desaprovechar esta oportunidad.
El otro era un rencor personal.
—Lo supe cuando ese bastardo empezó a actuar como un tonto, pero ¿pensar que se escondía en un lugar como este?
La ciudad fantasma de Lindbergh.
—¿No es aquí donde terminan arrastrándose la mayoría de los criminales?
—Ya basta de actuar como si fuera mejor que los demás.
Tuvio se burló de la situación de Dietrich.
Al igual que Dietrich, Tuvio también había sido acogido por el templo cuando era niño.
El templo siempre había fomentado la competencia entre los niños, por lo que se estableció una estricta jerarquía desde una edad temprana.
Tuvio estaba cerca de la cima de esa jerarquía.
Había actuado como líder de un grupo formidable entre los niños.
Algunos luchaban con dificultad por la dura vida en el templo, pero Tuvio era diferente. Para él, cada día era divertido.
Hasta que llegó Dietrich.
Como de costumbre, Tuvio estaba intimidando a los otros niños.
Tenía la cruel costumbre de pisotear a los demás para asegurar su lugar en la cima, pero un día, un niño recién llegado se interpuso en su camino.
Capítulo 67
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 67
—Dejemos de matar a los no muertos a partir de ahora.
—Estoy bien.
A pesar de su nivel de oscuridad absurdamente alto, Dietrich respondió con calma.
[Se está implementando la Mentalidad de Acero.]
Me estaba quemando por dentro.
¿Pensó que estaba sugiriendo que paráramos porque quería hacerlo?
Tenía miedo de que, si los no muertos volvieran a revivir, pudieran manipular nuestros recuerdos una vez más.
—Sigues diciendo que estás bien, pero cada vez que matas a esos monstruos, ¿crees que no sé que estás pensando en tus amigos muertos?
—Pero no puedo dejarlos vivir. ¿Y si vuelvo a perder la cabeza y hago una tontería? —Me señaló exactamente lo que me preocupaba—. ¿Y qué, me vas a besar cada vez que eso pase? Bueno, no me importaría.
¿Por qué se había vuelto tan astuto?
Fue uno de los cambios que vinieron con su creciente nivel de oscuridad.
Naturalmente, Dietrich extendió la mano y metió mi cabello suelto detrás de mi oreja.
—Pareces muy ansiosa, Charlotte.
¿No era esta situación al revés?
Soy yo quien debería estar desesperada por salir, no él.
—Entonces, hagamos esto. Yo me encargo de los no muertos y tú concéntrate en encontrar las entradas del diario. ¿Qué te parece?
—¿Vas a encargarte de los no muertos? —Dietrich preguntó sorprendido.
Aún tenía el Anillo de Fuego, así que podía quemarlos a todos. Si me encargaba donde Dietrich no pudiera verlos, sería menos traumático para él.
—No.
Pero Dietrich se negó sin dudarlo un instante.
—¿Por qué no?
¿Pensó que quería hacerlo porque tenía muchas ganas? Solo me ofrecí porque su condición se estaba deteriorando rápidamente.
—No es necesario que te ensucies las manos con sangre en mi lugar.
—Son solo monstruos. Y, además, no me mancharía las manos de sangre. Usaría un objeto.
—Pero no me gusta.
Intenté convencerlo varias veces más, pero nuestra conversación seguía dando vueltas.
Tonto testarudo.
—No es no. No puedes matarlos en mi lugar.
¿Debería hacerlo en secreto?
Pero había una gran posibilidad de que me atraparan.
Si los no muertos de repente dejaran de aparecer cuando venían regularmente, seguramente lo notaría.
Si los matara, su nivel de oscuridad podría aumentar aún más…
Decidí abandonar la idea.
Si no podía convencer a Dietrich, sólo me quedaba una opción.
—Continúa buscando los diarios, como antes.
Pero más rápido esta vez.
Tic, tac. Tic, tac.
Podía oír el tictac del reloj en el tercer piso.
Por extraño que parezca, seguía funcionando al revés, igual que antes.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S.]
[El contenido del diario será compartido con Charlotte.]
◈
Actualmente, la única persona en la mansión que cuidaba de la dama era el joven maestro Johannes.
Desde que se difundieron los rumores de que había intentado fugarse, muchos comenzaron a mirarla con desdén.
Es todo culpa mía. Debería haber tenido más cuidado... porque no lo tuve, mi hermana, ella...
El amable joven maestro.
El joven maestro Johannes estaba lleno de reproches hacia sí mismo.
Quizás sintiéndose culpable, le enviaba a la señora muchos regalos todos los días.
Por supuesto, la señorita tiraba esos regalos por la ventana cada vez.
Me preocupaba lo que sucedería si el joven maestro Johannes, el único aliado de la dama en la mansión, le diera la espalda.
Le insinué sutilmente mis preocupaciones a la señora, pero ella se burló.
—Te preocupas por las cosas más inútiles.
Inútil, dice ella.
Si el joven maestro Johannes no estuviera allí, nadie cuidaría de ella.
—Te están engañando. No es tan bueno como crees.
—¿Entonces qué es él?
—Es igualito a su madre.
Esta era una de las razones por las que la dama despreciaba tanto al joven maestro Johannes.
Después de la muerte de la madre de la dama, el amo tomó una nueva esposa junto con su hijo.
De la noche a la mañana, el joven amo Johannes tomó el lugar de la dama en la casa; era natural que ella lo odiara.
Pero después de que la segunda dama de la casa falleció, parecía que la dama odiaba un poco menos al joven maestro Johannes...
¿Cómo se deterioró aún más su relación?
—Así es. El joven amo Johannes se parece mucho a su madre.
—No es de eso de lo que estoy hablando.
—¿Y entonces qué?
—Tanto esa mujer como su hijo son increíblemente astutos tras bastidores.
La segunda dama atormentó bastante a la señorita a puerta cerrada.
Pero ¿no fue un poco duro decir eso del joven maestro Johannes, quien la cuidó con tanta devoción?
—Todos hemos sido engañados. A mí también me han engañado.
Le pregunté qué quería decir con engañada.
—Johannes es realmente astuto. Prepara el escenario, crea una gran trampa. Naturalmente, caigo en ella, y para cuando me doy cuenta, ya me han dado un golpe por la espalda.
La señorita volvió a hablar vagamente.
—Sólo entonces me di cuenta de cuál era el verdadero propósito de Johannes.
Al salir de la habitación, el joven maestro Johannes, como de costumbre, llegó con un regalo para la dama.
El joven maestro Johannes entró en la habitación y, poco después, oí a la señora gritar desde dentro.
—Extracto del Diario de S
Durante varios días se repitió la misma rutina.
Los no muertos revivieron, Dietrich los mató y yo busqué el diario.
Los días pasaban como si fuéramos arrastrados por un látigo.
Mientras se limpiaba la sangre de los no muertos que había matado, me habló.
—Charlotte, me gustas. …Me gustas mucho.
Fue una confesión completamente fuera de lugar en esa atmósfera.
Pero, tal como la última vez, nos besamos nuevamente.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S.]
[El contenido del diario será compartido con Charlotte.]
◈
Hoy se levantó el confinamiento de la señora. La fecha de la boda estaba a la vuelta de la esquina.
No le permitían ir muy lejos, pero ahora podía pasear por el jardín.
Sin embargo, la señorita no salió.
La única persona que la cuidaba, como siempre, era el joven amo Johannes. El amable joven amo Johannes.
Aunque la señorita continuó atacándolo como de costumbre, él la calmó hábilmente.
Después de que el joven maestro Johannes salió de la habitación, atendí a la dama con todo mi corazón.
Una vez que se case, no podré verla más.
Le pregunté a la señorita, que miraba fijamente por la ventana,
—¿En qué está pensando tan profundamente?
—Sabes, los hombres con poder siempre han intentado oprimirme. El hombre que pronto será mi esposo probablemente hará lo mismo. Pero ahora creo que puedo entender un poco ese sentimiento.
¿Qué… quería decir?
La dama siempre odió ser oprimida.
Por eso a menudo se rebelaba de maneras que eran casi autodestructivas.
—Hoy Johannes dijo que envió a “ese tipo” a una tierra desolada.
“Ese tipo” era el que había intentado fugarse con la dama.
—Pensándolo bien, me doy cuenta de que probablemente no soy tan diferente de él.
—Extracto del Diario de S
—Dietrich.
—Sí.
A mitad de la lectura del diario, lo llamé.
—Solo te pregunto esto ahora, pero ¿recuerdas algo de cuando te manipularon la memoria?
—…Lo recuerdo vagamente.
Dietrich, quien me confundió con su novia y habló de nuestros recuerdos inventados como si fueran reales.
¿Podría ser que sus recuerdos sean en realidad los del "chico" mencionado en el diario de la dama?
Si era así, ¿por qué los no muertos implantaron esos recuerdos en Dietrich?
◈
Seguí dándole vueltas a lo que había dicho la señorita.
El hecho de que la señorita a la que había servido desde la infancia se casara me dejaba con una sensación de inquietud.
¿Estaría bien viviendo tan lejos?
Desde pequeña, la señorita había tenido pesadillas con frecuencia. Incluso ahora, de adulta.
Tantas noches me quedé a su lado hasta que se quedó dormida.
Aunque yo era sólo una sirvienta, la señora me trató como si fuera de la familia.
Esa noche.
Me dirigí al baño de señoras.
Quería aliviar su ansiedad, aunque fuera un poco.
En el pasillo completamente oscuro, donde no había nadie a esa hora, un rayo de luz amarilla brillante se derramaba desde una puerta entreabierta.
De repente, sentí curiosidad y miré con cautela a través de la grieta de la puerta.
Y fue entonces cuando lo vi.
…El joven maestro Johannes y la dama se estaban besando.
Sólo entonces me di cuenta.
El amante de la dama no era "ese tipo".
Era el joven maestro Johannes.
—Extracto del Diario de S
Tic, tac. Tic, tac.
Una vez más, el reloj de pared estaba avanzando hacia atrás hoy.
Mientras Dietrich y yo permanecíamos en silencio frente al reloj, aparecieron los no muertos.
En ese mismo momento, la Mentalidad de Acero se desactivó y rompí a llorar mientras veía a Dietrich, que acababa de matar al no-muerto, caminando hacia mí.
Él se sobresaltó.
Me arrojé a sus brazos y lloré.
Lloré con tal fervor que incluso yo me sentí asqueada por mi propia terquedad. Estaba tan abrumada por la emoción que incluso golpeé a Dietrich.
Cuando dijo que estaba bien, me sentí reconfortada.
Pero cuando dijo que estaba bien nuevamente, grité y le pregunté si pensaba que era una broma.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S.]
[El contenido del diario será compartido con Charlotte.]
◈
Emma, quien dijo que confirmaría quién era el amante de la dama, está muerta.
¿Podría ser el culpable…?
Pensamientos extraños seguían apareciendo en mi mente.
Creo que finalmente entiendo por qué el joven maestro Johannes siempre era tan amable, incluso cuando la dama se portaba mal.
Como de costumbre, el joven maestro Johannes vino a ver a la dama hoy.
No pude animarme a mirarlo a los ojos.
—Lo viste, ¿no?
El joven maestro Johannes sonrió con una mirada que no pude descifrar.
—Extracto del Diario de S
A estas alturas, ya me había acostumbrado al sonido de los no muertos gritando de fondo mientras retomaba la siguiente entrada del diario.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S.]
[El contenido del diario será compartido con Charlotte.]
◈
La dama era como de la familia para mí.
Quería protegerla, pasara lo que pasara.
Entonces, tuve que hablar.
Sobre la verdad de “ese día”, la verdad de lo que había hecho el joven maestro Johannes.
Nunca confíes en lo que ves.
Tienes que mirar atrás.
Porque ahí es donde está la verdad.
—Fin del diario de S.
[Se han recopilado todas las entradas del diario de S.]
…Esto no podía ser.
¿Era este realmente el final?
[Oscuridad: 77%]
Athena: ¡QUÉ ME DICES! Incesto ahí. Mas turbidez a la historia.
Capítulo 66
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 66
Cuando salí de la habitación, Dietrich estaba en el pasillo, blandiendo su espada hacia el no-muerto.
Los no muertos siguieron fingiendo ser sus amigos, atacándolo y luego volviéndose amigos una y otra vez.
Pero en los movimientos de Dietrich ya no había nada de la vacilación que solía haber.
Sin embargo, su pálido rostro aún mostraba que esta situación todavía le estaba pasando factura.
—Charlotte.
Dietrich se acercó a mí después de lidiar con los no muertos.
Miré al hombre cubierto de sangre y saqué un pañuelo de mi bolsillo.
Lentamente levanté mi mano y limpié la sangre salpicada en su cara.
[Oscuridad: 72%]
A pesar de que sabía que eran no muertos y los había matado una vez antes, su nivel de oscuridad había aumentado nuevamente.
A menos que encontremos una solución, es probable que esta situación se repita.
Al ver que su nivel de oscuridad aumentaba al 72%, perdí la confianza en nuestra capacidad para completar el juego hasta el quinto piso.
Quizás terminaríamos fracasando en el tercer piso.
Pero aún así, le sostuve la mano.
—Dietrich, vamos a buscar más entradas del diario.
Él asintió con una sonrisa brillante.
Encontramos la siguiente entrada del diario.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S. ]
[El contenido del diario será compartido con Charlotte.]
◈
Emma, que estaba decidida a revelar el amor de la dama, murió al día siguiente.
Dijeron que un jardinero la encontró al amanecer, tendida en un charco de sangre, después de haber sido golpeada con una espada empuñada por un asaltante desconocido.
La mansión se sumió en el caos. Su Señoría, furioso, declaró que investigaría a fondo quién se había atrevido a cometer semejante acto atroz en su casa.
No podía dejar de pensar en Emma, que murió ese día.
¿De verdad tenía la dama un amante? ¿Lo vio Emma?
No se reveló nada, pero por alguna razón sentí que había una conexión.
Al final decidí preguntarle directamente a la señorita.
Aunque parezca mentira, la he servido desde niña. En esta mansión, nadie la conoce más que yo.
Confiaba en la señorita.
Entonces expuse todo lo que sabía.
La señorita me miró con expresión sorprendida.
—Entonces, lo que pregunto es, Milady… ¿De verdad tiene un amante?
¿En esta mansión, nada menos?
¿De verdad no tienes idea de cómo acabó muerta Emma?
Cuando pregunté, la señorita palideció. Fue entonces cuando me di cuenta.
Ella realmente tenía un amante.
La dama, cuyo secreto fue descubierto, empezó a temblar de miedo. Incapaz de soportar verla en ese estado, hablé apresuradamente.
—No se preocupe, milady. No se lo diré a nadie. Guardaré su secreto. Solo pregunté porque estaba preocupada por usted.
La señorita me miró débilmente y dejó escapar una pequeña risa.
—Sí. Salía con un hombre.
Me quedé sin aliento.
—Pero yo no lo amaba.
—¿Qué? ¿Y entonces por qué…?
¿Por qué ver a un hombre que no amas, especialmente cuando estás a punto de casarte?
—Porque era la única manera en que podía resistir. Era lo único que podía hacer.
El rostro de la dama se torció en una sonrisa amarga, llena de profunda impotencia.
Incluso en ese momento, era hermosa. Y eso lo hizo aún más trágico.
Era natural que una flor se marchitara, pero la flor de la dama había sido arrancada a la fuerza.
¿Quería desafiar al amo?
—Dicen que el valor de una mujer disminuye si conoce a otro hombre antes del matrimonio. Pero es extraño. Mi prometido ya tiene una amante.
…Pobre señorita.
La mayoría de los matrimonios nobles eran así.
La dama nació en la nobleza, pero en realidad no tenía nada.
A cambio de una vida de lujo, se esperaba que aguantara el resto de su vida.
¿Era entonces esta su manera de resistirse: destruyéndose, profanándose?
¿Esto era realmente un desafío o es una autolesión?
—Mi señora, ¿seguirá viendo a ese hombre?
En ese instante, el rostro de la señora cambió. Después de eso, no obtuvo respuesta.
—…No debería haber confiado en él.
Ella murmuró algo incomprensible en voz baja.
Al día siguiente, la señora desapareció.
—Extracto del Diario de S
Cuantas más entradas del diario recopilábamos, más difícil me era librar de esa extraña sensación de déjà vu.
Sin otra salida a la vista, continué buscando los diarios, mientras Dietrich, sin cuestionarlo, seguía matando a los no muertos.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S.]
[El contenido del diario será compartido con Charlotte.]
◈
La señorita ha desaparecido.
Dado que Emma fue asesinada no hace mucho tiempo, existía el temor de que la dama hubiera sido secuestrada por el mismo agresor.
Su boda se acercaba rápidamente, por lo que la preocupación era abrumadora.
Se formó rápidamente un grupo de búsqueda.
Me retorcía las manos con preocupación cuando el joven maestro Johannes se me acercó.
El joven maestro Johannes encabezaba el grupo de búsqueda para encontrar a la dama.
Él era quien solía atormentar a la dama persistentemente en su infancia, pero gradualmente había cambiado a medida que crecía.
De niño, no era menos que un granuja, pero cuando maduró, se volvió gentil y cariñoso.
Ya no atormentaba a la dama y, en cambio, trataba de cuidarla con la mayor devoción.
No sólo eso, sino que también comenzó a estudiar diligentemente, lo que le valió grandes elogios de sus tutores.
Era el hombre más elegante y refinado que conocí.
Me aferré desesperadamente al joven maestro Johannes, preguntándole cómo iba la búsqueda de la dama.
—No te preocupes. Estamos haciendo todo lo posible por encontrarla. Pero dime, ¿te dijo algo antes de irse?
—¿Qué?
—Si ella dijera algo, podría ayudar con la búsqueda.
Dudé por un momento.
La última vez que vi a la señorita, definitivamente estaba actuando de manera extraña.
Y ese hombre, que se rumoreaba que era su amante, sospechaba. ¿Y si se la llevaba?
No sabía qué hacer.
Pero si era el joven maestro Johannes, debería estar bien.
A diferencia de cuando era niño, ahora era más considerado y dedicado a la dama que cualquier otra persona.
Al final confesé todo lo que pasó ese día, por el bien de la señora.
—¿Entonces los rumores sobre un amante eran ciertos?
El joven maestro Johannes parecía sorprendido.
—Pero no debe decírselo a nadie. Si Su Señoría se entera, ¡Milady estará en serios problemas! Solo se lo digo porque me preocupa que pueda estar en peligro...
—No tenía pensado decírselo a nadie, así que no te preocupes.
El joven maestro Johannes me tranquilizó con una expresión amable.
Me sentí realmente aliviada. Me alegré de que el joven maestro Johannes liderara el grupo de búsqueda.
Después de escuchar mi historia, el joven maestro Johannes se fue.
Dejada sola, pensé en la dama.
—…No debería haber confiado en él.
¿Qué quiso decir la señorita cuando dijo eso?
—Extracto del Diario de S
Hoy, los no muertos revivieron varias veces más.
Cada vez, Dietrich mataba a los no muertos.
A medida que los asesinatos se repetían, los métodos de Dietrich para matar a los no muertos se volvieron más brutales.
—¿No puedes matarlos de forma más limpia?
—Si lo hago así, ralentizaré su reactivación.
[Oscuridad: 73%]
…Si llegaba a más del 90%, estaremos en serios problemas.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S.]
[El contenido del diario será compartido con Charlotte.]
◈
¡Encontramos a la dama!
…Pero algo no estaba bien.
Los caballeros la arrastraron como si fuera un animal. Su Señoría, que empezó a gritar en cuanto regresó, le dio varias bofetadas.
—¡Encerrad a esta chica hasta la boda!
El maestro, incapaz de contener su ira, rugió.
El joven maestro Johannes arrastró a la dama inconsciente a su habitación, y yo observé en estado de shock cómo se desarrollaba la situación.
Pronto, la verdad de lo sucedido fue revelada a través de los susurros de aquellos que sabían.
—¡Dicen que la señorita intentó fugarse!
—¡Dios mío, qué vergüenza!
—¡La atraparon intentando huir con un hombre!
¿Escaparse con un amante?
Pero la señorita dijo… que no amaba a ese hombre.
Poco después, pude volver a ver a la señorita. Al fin y al cabo, aún necesitaba una criada que la atendiera.
Cuando volví a encontrarme con la dama, parecía casi loca.
La dama, que habitualmente estaba tan meticulosamente compuesta, ahora tenía su ropa despeinada y su cabello enredado.
Ella se sentó junto a la cama como si se hubiera desplomado allí, agarrando la colcha con tanta fuerza que sus nudillos se habían puesto blancos.
Me rompió el corazón ver a mi amada dama así.
—¿Amaba a ese hombre?
—Claro que no. Es imposible.
La señorita soltó una risa amarga, como si la idea fuera absurda.
—No amaba a ese tipo. ¿Por qué haría una tontería así?
¿Ese tipo?
Su voz se suavizó momentáneamente mientras pronunciaba esas palabras.
—Entonces, ¿por qué está tan triste?
—Porque “ese tipo”… no es mi amante.
¿Qué significaba eso?
—Extracto del Diario de S
Hoy una vez más, los no-muertos revivieron varias veces más.
Cada vez, Dietrich los mataba de nuevo.
Aunque ya estaba acostumbrada, Dietrich todavía parecía aún más inestable cada vez que mataba a un no-muerto.
El hombre empapado de sangre de repente estalló en risas y comenzó a dar vueltas alrededor de los cadáveres que había matado.
Luego me miró y dijo:
—Charlotte, ¿me abrazarás?
[Oscuridad: 75%]
…Esto no podía continuar.
Necesitábamos abandonar el plan.
Capítulo 65
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 65
Todavía lo recuerdo.
Hay momentos en los que me frustro mientras dibujo.
Conozco la parte defectuosa de mi dibujo, pero por más que borre, no se corrige.
Incluso cuando dibujo nuevas líneas sobre el punto borrado, aparece la misma línea defectuosa.
Veo lo que está mal, pero no puedo solucionarlo.
Las cosas van bien por un tiempo, luego van mal.
Y ahora, yo era ese dibujo defectuoso de aquellos días.
Mis emociones, que habían estado fluyendo con ira, de repente se calmaron, solo para que las lágrimas comenzaran a fluir nuevamente.
Aun sabiendo que mis emociones estaban descontroladas, no podía enderezar el flujo distorsionado.
El olor a sangre estaba en todas partes.
Las cosas con forma humana fueron cortadas por la espada.
Fue aterrador y horroroso.
Lloré mientras miraba sus formas grotescas.
Mis emociones aumentaron y se desbordaron, pero el recipiente para contenerlas era demasiado pequeño.
Me senté, apoyada contra la pared, observando la horrible escena que se desarrollaba ante mí.
En algún momento, Dietrich, que se había ocupado de todos los no muertos, se quedó en silencio mirando lo que había hecho.
Yo fui quien le instó a matar.
Pero en aquel entonces tenía el apoyo para mantenerme firme.
¿Podría decirse que la yo de entonces y la yo de ahora somos la misma persona?
Esta bestia impotente que no puede hacer nada más que llorar con las rodillas en alto.
Lo único que pude hacer fue sentarme y llorar.
«Quiero escapar».
¿Qué debo hacer ahora?
Cuando Dietrich se vaya, tendré que soportarlo nuevamente en este lugar, completamente sola.
Con una Mentalidad de Acero rota que podría apagarse en cualquier momento.
Sola. Quizás para siempre.
Ese hecho me aterrorizó.
A diferencia de cuando Mentalidad de Acero estaba activa, mi yo actual no podía hacer nada más que temblar, incapaz de tomar ninguna decisión.
—Charlotte.
En ese momento, el hombre empapado en sangre se acercó a mí.
—¿Te asusté?
No pude decir nada.
Sentí como si un trozo de lava estuviera atrapado en mi garganta.
Se arrodilló sobre una rodilla para encontrarme con los ojos.
Al encontrarme con los vivos ojos morados de Dietrich, sentí vergüenza, como si mis debilidades hubieran quedado expuestas.
¿Por qué sentía que era la única que se estaba desmoronando?
Me pareció injusto y cuando extendió su mano hacia mí, se detuvo y vio su mano manchada de sangre.
—Debería haberlos matado enseguida cuando me lo dijiste, pero no lo hice. Lo siento. ¿Estás muy enfadada? ¿Tan enfadada como para no decirme nada?
—¿Por qué estás… tan tranquilo?
Después de temblar de miedo por no poder matar a los no muertos que llevaban las caparazones de sus amigos.
—Ahora que los has matado a todos, ¿no deberías al menos fingir que estás enojado?
Miré al no-muerto tendido en el suelo.
Quizás sea una forma de alivio.
De todos modos, volverán a la vida. Hasta que descubramos el nombre del hechicero o lo matemos, seguirán reviviendo sin cesar.
—Si lloro contigo, ¿te hará feliz?
—Sería ruidoso.
Negué con la cabeza débilmente.
Mi cuerpo temblaba. Hacía mucho frío aquí.
Había logrado resistir hasta ahora, pero sin ningún apoyo, el frío era una amenaza.
Hacía tanto frío que solo podía exhalar bocanadas blancas que abrazaban mis hombros con fuerza.
Ya no había ningún abrigo de piel que Dietrich me había traído.
—Te dije que no usaras algo tan fino.
Recién ahora me arrepentía de haber ignorado sus palabras.
El frío era insoportable y doloroso.
—Ven aquí, Dietrich. Tengo frío.
No tenía nada ahora mismo. Así que necesitaba al hombre que tenía delante, aunque solo fuera por ahora.
—Charlotte, estoy sucio. Estoy cubierto de sangre.
—Sí, también puedo ver que estás sucio.
—…Me quedaré aquí.
—Si vienes ahora, te perdonaré por ensuciarme.
Dietrich dudó un momento y luego se sentó a mi lado.
Abracé al hombre que estaba sentado rígidamente. El frío pareció disminuir un poco.
Mis emociones volvieron a surgir.
La diferencia entre el dibujo defectuoso y yo era que ni siquiera podía corregirlo.
Cuando había un fallo en un dibujo, intentaba arreglarlo hasta el final, pero ahora ni siquiera tenía la voluntad de intentarlo.
Incluso en esta situación, para no exponer mi debilidad, mantuve la boca cerrada.
Cuando el llanto cesó, miré a Dietrich.
Parecía que me había estado observando todo el tiempo, ya que nuestras miradas se cruzaron inmediatamente.
—¿También piensas que soy extraña?
—…No lo negaré, pero desde el principio fuiste extraña.
—Me pregunto si ahora parezco más rara.
—¿Y qué si lo eres?
Así que, era rara después de todo.
Bueno, fue una pregunta extraña si esperaba una respuesta diferente.
Yo era muy consciente de que yo misma era extraña.
Lo agarré del cuello y lo acerqué más a mí otra vez.
Dietrich se inclinó hacia delante mientras yo tiraba.
Examiné atentamente su hermoso rostro.
Mientras lo observaba atentamente, lo besé nuevamente.
Cuando nuestros cuerpos se tocaron, pude sentir su cuerpo ponerse rígido.
En ese momento me invadió una extraña sensación de satisfacción.
La sensación de vergüenza por haber expuesto mis vulnerabilidades cuando nuestras miradas se cruzaron pareció disminuir.
Me alejé de él y me senté a una distancia cómoda.
—Gracias a ti, ya no tengo frío. Ya puedes irte.
Una de las cejas de Dietrich se levantó.
Soltó una breve risa como si no lo pudiera creer y torció los labios.
—¿Qué es esto?
—¿Qué quieres decir?
—De repente…
Se quedó en silencio, incapaz de terminar la frase.
Sabía por qué Dietrich dudaba y me pareció divertido.
[Oscuridad: 70%]
Aunque el nivel precario era evidente, me sentí aliviada de que no se hubiera vuelto loco como en el juego.
—Dietrich, debes irte. No sé quiénes son “ellos” de los que hablas, pero debes protegerlos. Espero que seas diferente a mí.
Al pensar eso, los ojos morados de Dietrich se oscurecieron.
—No. Ya no los protegeré.
—¿Qué?
Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Dietrich. Parecía estar en paz.
—“Ellos” son las familias de mis amigos fallecidos. Se las arreglarán perfectamente sin mí. Ahora tengo un nuevo objetivo.
—¿Un nuevo objetivo?
—Sí.
Dietrich asintió mientras decía esto.
—Charlotte.
De repente llamó mi nombre.
—Me gustas.
¿Qué?
—Tengo sentimientos por ti.
—¿No han regresado tus recuerdos?
—Sí.
—Entonces por qué…
—Me di cuenta ahora.
Dietrich sonrió brillantemente.
Cuando sonrió con una cara tan hermosa, por un momento, quedé hipnotizada por su mirada.
—¿Qué hago? No me gustas mucho.
—No importa porque me gustas.
Había algo extraño en el contexto.
No lo sabía.
Me sentí extraña. Aferrándome a mis sentimientos inquietos, esperé el regreso de la Mentalidad de Acero.
[Mentalidad de acero: ACTIVADA]
Ahora por fin podía volver a vivir.
Mentalidad de Acero regresó unas horas después de haberse apagado.
Me levanté como si nada hubiera pasado y Dietrich me miró con curiosidad.
Con la mente despejada, finalmente comencé a buscar a Noah.
De hecho, había estado pensando en Noah durante algún tiempo.
Pero con la Mentalidad de Acero rota, estaba demasiado abrumada por las emociones como para hacer algo.
Afortunadamente Noah yacía tranquilamente en su habitación.
—…Está dormido.
Parecía que esta vez dormiría más de lo habitual.
«¿Qué quiso decir con eso?»
—El tercer piso tiene como objetivo a Charlotte.
En aquel entonces pensé que los no muertos buscaban el libro que yo sostenía.
Pero eso era obvio. ¿Por qué Noah diría algo que ya sabía, incluso arriesgándose a un penalti?
Miré alrededor de la habitación de Noah.
Era una habitación particularmente pequeña en la mansión.
Una habitación lo suficientemente grande para un escritorio y una cama, parecía un lugar usado antiguamente por sirvientes.
Mientras miraba a mi alrededor, encontré algo en el escritorio.
Un libro abierto como para llamar mi atención.
En la página abierta, algo estaba marcado sobre las palabras.
Mirando con atención, vi varias letras encerradas en un círculo. Muchas de ellas.
«¿Tiene esto algún significado?»
Sin pensarlo mucho, combiné las letras circuladas en orden.
Inicio de la cuenta regresiva
¿Inicio de la cuenta regresiva?
¿Qué quería decir esto?
Parecía que el niño, presintiendo que pronto se quedaría dormido, me dejó una última pista.
Capítulo 64
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 64
A veces en la vida había cosas así.
Cosas que no podían sostenerse por sí solas.
Porque el peso que soportaban era demasiado pesado.
Así como una planta larga se sostenía con una estaca, para mí, Mentalidad de Acero fue ese soporte.
En el momento en que se quitaba la estaca, el tallo no soportaba el peso y se rompía, y yo me desmoroné junto con él.
Lo que no debía suceder, sucedió.
A medida que mi pilar desapareció, las emociones crudas se filtraron dentro de mí.
Dolor, miedo, dolor, miedo… un ciclo sin fin me envolvía.
—Esto… Esto no puede estar pasando…
Sentí una opresión en el pecho. Me aferré a él como si quisiera arrancarme el corazón.
Dietrich me atrapó cuando intentaba huir.
—¡Dietrich, encierra a esa siniestra mujer inmediatamente!
—¡Sí! ¡Enciérrenla!
Escuché sin comprender las palabras del no-muerto a Dietrich y luego dejé escapar una risa amarga.
—¿Encerrarme…?
¿Encerrarme ahora?
—No hagas esto, no quiero que me encierren…
Ya estaba atrapada aquí.
—¡Si no puedes matarla, enciérrala, Dietrich! ¡Enciérrala ahí!
No quiero eso. No lo hagas. No lo hagas. No lo hagas.
—¿A dónde crees que vas?
Me solté del brazo de Dietrich y salí corriendo.
En ese momento, un no-muerto me agarró bruscamente el brazo.
—Detente, Alt.
Dietrich contuvo apresuradamente al no-muerto, que lo miraba con ojos inyectados en sangre.
—¡Dietrich! ¿Vas a dejar que muramos por culpa de esta mujer?
—Suficiente. No grites delante de mí.
Sus palabras hicieron que mi cabeza latiera con fuerza.
—Me voy. Dietrich, me voy...
—¡Dietrich! ¡Hay que encerrar a esa mujer!
—Ya estoy atrapada aquí.
—¿Qué?
—Ya estoy…
[ ※ Advertencia ※ ]
[ Por favor, ten cuidado con tus palabras.
Revelación imprudente de… ]
—¡No seas ridículo! —grité, mirando la ventana del sistema—. ¡Qué arbitrario! ¡Silenciarme y callarme! ¿Hasta dónde llegarías para salirte con la tuya?
—¿A quién crees que le estás gritando? ¿De verdad estás loca?
¿Estaba loca?
Sólo porque grité una vez en la ventana del sistema, estaba loca.
Era absurdamente risible.
—Si fuerais humanos, todos os habríais vuelto locos… Demasiado.
Me reí triunfante, pero no pude ocultar mi expresión torcida.
[ ※ Advertencia ※ ]
[Por favor, ten cuidado con tus palabras.
Se prohíbe la divulgación imprudente de los secretos de la mansión. Quienes infrinjan esta norma serán sancionados.]
—¿Sancionados…?
Eso era muy gracioso. Todo era muy gracioso.
Después de atormentarme tanto, ¿cuánto más pretendes atormentarme aquí?
Estaba agotada.
Simplemente me desplomé en el suelo.
Una planta con el tallo roto ya no podía sostenerse más.
Ya no tenía fuerzas para mantenerme en pie por mí misma.
Me senté con las rodillas en alto y me tapé la cara con los brazos. Acurrucarme así me pareció que podría ayudarme un poco.
Justo como cuando entré por primera vez a esta mansión, tratando de resistir hasta que se activó la Mentalidad de Acero.
En ese entonces, yo también me agaché, con los brazos alrededor de mi cabeza.
Sentí una mirada que me observaba.
Atraída por ese calor, levanté la cabeza y allí estaba Dietrich, mirándome con ojos confundidos.
—Ven aquí, Dietrich.
Ahora que ambos éramos impotentes, podía entender un poco por qué actuaba tan patéticamente.
Tampoco tienes ningún apoyo.
Balanceándose como una caña sin raíces, pero resistiendo en silencio.
Eres mejor que yo.
—Dijiste que me amabas. Te besaré, así que ven aquí.
Sin saber siquiera lo que estaba diciendo, llamé a Dietrich, que se quedó congelado.
Para llamarlo más cerca, agarré la hoja que me apuntaba.
Sangré por el corte, pero no importó.
Por más dañado que estuviera, mi cuerpo se curaba solo porque debe ser preservado.
Como una muñeca delicada.
Cuando tiré de la espada, el hombre finalmente me siguió.
Los cadáveres sin alma seguían repitiendo su orden programada de matarme.
Agarré el cuello de Dietrich y lo acerqué más.
Dietrich a los diecisiete años.
El niño que era entonces pensó que el campo de batalla es un lugar extraño.
—¡Por favor sálvame!
Un chico más joven que él yacía en el suelo frente a él, rogando por su vida.
Era un lugar donde los cadáveres se apilaban como montañas.
Todos ellos eran personas que Dietrich había asesinado.
No sabía dónde vivían ni qué tipo de vida llevaban.
Cuando vio al enemigo, simplemente lo mató.
Eso era lo normal en este campo de batalla. No hacerlo era un pecado.
—¡Por favor, sálvame! Tengo un hermano enfermo que solo me tiene a mí. Por favor, sálvame. Mi hermano está muy enfermo. Tiene una pierna coja. Necesito volver a cuidarlo.
El soldado enemigo, arrodillado y suplicando a Dietrich, era mucho más joven que él.
Incluso a los diecisiete años, Dietrich era considerado joven para el campo de batalla.
Pero frente a este muchacho más joven, la espada que blandía tan fácilmente parecía como si estuviera atrapada bajo una roca.
—¿Cuántos años tienes?
—¡T-Trece!
Realmente muy extraño.
¿Por qué había un niño tan pequeño en el campo de batalla?
Pero el chico soldado era el enemigo. No había tiempo para conversaciones tan triviales.
Dietrich dudó por un largo tiempo, mirando al niño soldado.
No debería haber tomado una decisión por sí solo.
Debía seguir únicamente las órdenes del templo y de su superior.
Pero había matado a demasiada gente.
Se había vuelto rutinario que la montaña de cadáveres se elevara y apareciera en sus sueños.
Entonces el joven Dietrich, por propia voluntad, dejó ir al muchacho.
Unos días después, el amigo de Dietrich fue asesinado por una flecha disparada por el muchacho al que había dejado ir.
Fue el comienzo de un autorreproche implacable.
—Eres un hombre tonto.
Un rayo de luz descendió.
El cabello rubio platino se envolvía alrededor de su muñeca como una cuerda.
Unos ojos claros lo miraban. Como un lago brillante y vívido.
Pero temía, ¿qué pasaría si lo manchaba sumergiendo su sucio yo?
Él no merecía aferrarse a la cuerda.
Él estaba sucio.
Y aún así…
—Te besaré, así que ven aquí.
Al oír esas palabras, se sintió abrumado por un poderoso deseo.
Los que estaban cubiertos de suciedad lo sabían.
No tenían derecho a codiciar una gema preciosa.
Pero si se le daba la oportunidad de tocar la gema, de tenerla…
Él siguió a la mujer mientras ella lo atraía, cegada por el deseo.
Dietrich volvió en sí.
Los recuerdos falsos desaparecieron y fueron reemplazados por otros antiguos.
Sus amigos habían muerto.
Había intentado matar a los no muertos haciéndose pasar por sus amigos.
Charlotte no era una no muerta.
Charlotte no era su novia.
Quería proteger a Charlotte.
Los recuerdos brotaron como una inundación.
Cuando sus labios se separaron, las pestañas bajas de la mujer temblaron.
—Charlotte.
Dietrich la llamó por su nombre. Charlotte lo miró.
Sus ojos, que una vez estaban seguros, ahora estaban llenos de diversas emociones, como alguien que apenas está colgando al borde de un acantilado.
—…Lo siento.
Él se levantó, dejándola atrás.
—¡Dietrich!
Los no muertos gritaron.
—¿Qué haces? ¿Por qué no matas a esa mujer?
Era un estribillo cansador que había oído docenas de veces.
Repitieron las mismas palabras sin perder el ritmo.
—¡Dietrich! ¿Qué haces? ¿Por qué no matas a esa mujer?
—¡Si no puedes matarla, entonces enciérrala!
Dietrich miró hacia atrás a los no muertos que llevaban las máscaras de sus amigos muertos.
¿En qué le habían engañado?
El velo que había nublado su visión se levantó, revelando una fachada repulsiva.
—¡Dietrich!
El que tenía la cara de Cedric gritó su nombre.
Era un amigo que se rompió la pierna tras quedar atrapado en una cueva hace mucho tiempo. El templo, considerándolo inútil, lo envió a un puesto remoto donde murió y regresó como cadáver.
—¡Dietrich!
No había amigos aquí.
En ese lugar sólo existían Charlotte y él.
Dietrich levantó su espada.
Él lanzó el arma hacia los cadáveres haciéndose pasar por sus amigos.
Los no muertos, cubiertos con sus disfraces plausibles, cayeron dolorosamente bajo su espada.
Una tormenta de sangre rugió por todos lados.
[Oscuridad: 70%]
Dietrich, me pregunto.
¿Estoy realmente en el camino correcto?
Capítulo 63
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 63
—Por fin has llegado.
— “Por fin has llegado”, dices, ¿como si me estuvieras esperando?
Fue altamente sospechoso.
—¿Fuiste tú quien abrió la escalera?
—¿Y si lo hiciera?
—¿Quién eres tú para haberlo abierto?
—¿Quieres algo de mí?
Lidiar con los no muertos en el tercer piso ya era un dolor de cabeza, y ahora había aparecido otra entidad sospechosa.
—¿Quién eres?
Instintivamente abracé contra mi pecho el libro ahora innecesario.
Fue una acción reflexiva.
—No hay necesidad de ser tan cautelosa. Te ayudé allá atrás, ¿verdad?
La “voz” sonaba herida.
—Ese es el problema. Que me hayas ayudado.
—¿Por qué?
—Porque no sé la razón detrás de tu amabilidad.
—¿Qué tal si entras primero? Es mejor que hablar afuera, ¿no?
¿Entrar? ¿Abrir esa puerta solitaria?
Era tan sospechoso que me pregunté si el pomo de la puerta podría estar envenenado.
—Hablemos un momento. O podrías salir, eso tampoco estaría mal.
—Mmm. Eso sería difícil.
—No puedes salir, ¿verdad?
Disparé a ciegas, pero ¿podría ser cierto que realmente no podía salir?
—Oh. ¿Me llamaste porque no puedes salir y quieres que te abra la puerta?
¿Qué podría haber allí?
Cuanto más alto llegaras en esta mansión, mayor sería la dificultad.
El tercer piso fue duro y abrumador para mí. Ni siquiera podía imaginar cuánto más difícil sería el cuarto.
Ya no quería que jugaran más conmigo así que me mantuve alerta.
En ese momento escuché una risa desde dentro, como burlándose de mí.
—En realidad no es eso.
—Debes querer algo de mí. Abriste la escalera para que pudiera subir.
—¿Crees que abrir la escalera es gran cosa? ¿Esperas una gran recompensa?
¿Abrir la escalera no es gran cosa?
…Algunas personas estaban desesperadas por llegar hasta aquí, y fue desalentador escuchar eso.
—Entonces, ¿estás diciendo que me enviaste aquí para divertirme?
—Bueno, parcialmente.
¿Qué clase de truco era éste?
—¿Quién eres? ¿De verdad eres el administrador del cuarto piso?
—Sí.
La voz irradiaba una confianza arrogante. Ni siquiera había conocido al administrador del tercer piso, y aquí estaba, conociendo primero al administrador del cuarto.
¡Qué divertido!
—Tengo una propuesta para ti.
—¿Una propuesta?
—Charlotte, sé lo que quieres. Te daré lo que quieres si me das lo que yo quiero. Esa es mi propuesta.
¿Sabes lo que quiero?
Sonreí con suficiencia.
—¿Qué quiero? Dudo que puedas darme algo.
—Quieres que ese hombre se vaya de esta mansión. ¿Me equivoco?
—No. Tienes razón. Sabes exactamente lo que quiero, pero ¿dices que puedes dármelo?
—Sí.
—No mientas. Solo hay una salida: Dietrich tiene que encontrar la Sala de la Verdad para poder salir.
No me interesan esos trucos.
—No miento. Simplemente no sabías lo contrario.
—¿Estás diciendo que hay otra manera?
—Sí.
—¿Cuál es el método?
—Decirte eso rompería el trato. Tú también tienes que hacer lo que quiero.
—¿Qué deseas?
—No es difícil. Solo necesito que alguien abra esta puerta.
—Si abro esta puerta, ¿aprenderé cómo sacar a Dietrich?
«¿Esto es real?»
Era tan simple. Sentía que todas las dificultades que había soportado fueron en vano.
Había aprendido a las duras penas en la vida.
Todo tenía un precio.
Si te sentías atraído por algo simple y rápido, es posible que terminaras pagando un precio más alto más adelante.
—Sospechas de mí.
No respondí.
Era una decisión difícil de tomar de inmediato.
—Te aseguro que te desesperarás más. Llegará un día en que te aferrarás desesperadamente a mí.
Con esas palabras, una luz blanca y brillante se extendió por el cuarto piso. Entrecerré los ojos ante la luz cegadora.
Cuando volví a abrir los ojos, estaba en el tercer piso.
Como si hubiera soñado.
Pero ya fuera un buen o un mal sueño, siempre había alguien que te devolvía a la realidad.
Para mí, ese alguien era Dietrich, que me observaba con los no muertos.
—¿Estás aquí para matarme?
Dietrich me miró en silencio. En su mano, el extracto del diario de S que había vislumbrado antes.
—Viniste a matarme, pero escuchaste lo que dije.
Sabía que lo estaban manipulando, pero la situación actual seguía siendo frustrante.
Pude comprender hasta cierto punto cómo se sintió Dietrich cuando quedó atrapado por primera vez en esta mansión.
¿No era similar a ser atacado sin hacer nada?
Me toqué el pelo. ¿Cómo podría ponerle esto en la muñeca?
—¿Cómo escapaste?
—¿No fuiste tú quien dijo que soy un no-muerto? Esto es pan comido para mí.
—Alguien de afuera te abrió. ¿Tienes algún cómplice?
Me di cuenta de una cosa más.
El Dietrich actual no recordaba a Noah.
—¡Qué haces, Dietrich! ¡Date prisa y mata a esa mujer!
—¡Sí! Acordamos atraparla y matarla esta vez.
Influenciado por sus palabras, Dietrich aferró su espada. Pero no se atrevió a hacerme daño, y la punta de la espada no me apuntaba.
Los no muertos comenzaron a susurrar palabras cada vez más extremas al oído de Dietrich.
—¿Estás planeando abandonarnos “otra vez”?
—Aún lo recordamos. Fue por tu débil decisión que morimos.
—¡Deberías habernos protegido! ¡Morimos porque no pudiste protegernos!
—Dietrich, si esos son tus amigos, seguro que tienes grandes amigos.
—¿Qué quieres decir con eso?
Era exactamente como estaba escrito en el libro.
Estos fueron los traumas de Dietrich. Atacar sus puntos vulnerables.
Fiel a la naturaleza de Dietrich, parecía sentirse culpable por no poder proteger a sus amigos.
Quienquiera que controlara a estos no-muertos claramente explotaba esa debilidad.
Una cosa que no entendía era por qué me convirtieron en la ex pareja de Dietrich.
¿No sería más fácil demonizarme desde el principio?
—Escucha lo que dicen. Te culpan de todo lo que les pasó. ¿No te conviene? Ahora alguien más carga con la culpa de sus errores.
—¡Demonio! ¡No es eso! ¡Morimos porque Dietrich no pudo protegernos!
—¿Por qué Dietrich debería haberos protegido? Sobrevivir depende de cada uno. Deberíais culparos por no haber podido sobrevivir. ¿Os mató Dietrich?
Los no-muertos se congelaron al unísono.
—No tenéis nada que decir, ¿verdad?
—…Para, para.
Incluso en ese momento, este hombre tonto estaba tratando de proteger a los no-muertos que lo estaban engañando.
La punta de su espada apuntaba hacia mí.
¿Fuerza de voluntad? ¡Menudo chiste!
Era una frase que no le sentaba nada bien a Dietrich.
Esto planteaba una pregunta.
Cuando Erik me atacó, la mansión me protegió.
¿Haría lo mismo esta vez?
«Bien. Cocíname, destripa mi carne, haz lo que quieras».
Me puse el pelo detrás de la oreja y me acerqué a él.
—Eres un hombre tonto.
Lo llamé con calma y me paré lo suficientemente cerca para que nuestras respiraciones se mezclaran.
—Dijiste que los protegerías. Lo que tienes que hacer es no matarme aquí.
Agarré la muñeca de Dietrich arbitrariamente. Intentó zafarse, sorprendido, pero le clavé las uñas en la mano y lo sujeté con fuerza.
—Escúchame atentamente.
Lentamente envolví mi cabello alrededor de la muñeca de Dietrich.
—Eres inteligente. Tienes criterio. No eres un niño. Así que descubre la verdad. Que te hayan manipulado la memoria no significa que hayas perdido el criterio.
No sé qué pasó antes de que Dietrich entrara en esta mansión. Pero puedo decir que pasó mucho tiempo revolcándose en la autocompasión y perdiendo el tiempo.
—…Charlotte.
En ese momento, una chispa de claridad apareció en los ojos, antes apagados, de Dietrich.
—Yo…
Empezó a hablar cuando…
—¡Dietrich!
Un no-muerto cercano gritó su nombre con dureza.
—¡Te seguí a ese campo de batalla porque confié en ti! ¡Solo confié en ti! Y morí a manos de un niño soldado que salvaste. ¡Por tu culpa!
En ese momento Dietrich se quitó la mano de encima.
El cabello que le rodeaba la muñeca se soltó.
—¡Porque salvaste a ese chico! ¡Morí! ¡Yo! Tenía una hermana enferma, ¡y tú, con tu compasión equivocada, me hiciste morir! ¡Hiciste que dejara atrás a mi anciana madre!
Las palabras del no-muerto, explotando las debilidades de Dietrich, nublaron una vez más los ojos morados de Dietrich.
—¡Rápido, levanta la espada! No repitas el mismo error, Dietrich.
En ese momento Dietrich, como si estuviera poseído, apuntó nuevamente su espada a mi cuello.
Me mordí el labio con frustración.
Pensé que con envolverle la muñeca con mi pelo sería suficiente, pero no. ¿Qué hago entonces?
Fue entonces.
[La Mentalidad de Acero está deshabilitada temporalmente.]
De repente, apareció una ventana del sistema.
[Mentalidad de acero: APAGADA]
[No se sabe cuándo volverá a funcionar.]
Athena: A la mierda, estás jodida.
Capítulo 62
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 62
◈
Ese día fue muy extraño.
Debido a la lluvia, la ropa que había lavado recientemente estaba empapada y pisé un charco y derramé la comida que debía entregarle a la señora.
Fue un día desafortunado con muchos pequeños errores.
La señorita, incapaz de soportar más mis errores, me dijo que saliera y evitara causar más problemas.
Ella habló con dureza, pero yo lo sabía.
Ella tenía una mirada preocupada en su cara.
Regresaba a mi habitación, sintiéndome culpable, cuando noté que mis compañeras de servicio estaban acurrucadas juntas.
Al acercarme, parecían extrañamente asustadas y nerviosas. Intentaron actuar como si nada hubiera pasado, pero era muy sospechoso.
Aunque seguí presionando, una de las criadas finalmente habló de mala gana.
—Está bien. Te lo diré. Pero no puedes contárselo a la señorita, ¿de acuerdo?
El nombre de la criada era Emma.
Entre las criadas, ella tenía los labios más sueltos y los oídos más agudos para los chismes.
—Realmente vi algo anoche.
Emma comenzó su historia.
—Vi a la dama teniendo una cita secreta con un hombre.
Me sorprendí al escuchar este rumor proveniente de mi compañera sirvienta.
La historia de Emma fue la siguiente.
Había salido a caminar al amanecer y vio a la dama encontrándose a escondidas con alguien en el jardín. El ambiente entre ambos era inusual, y vio al hombre besarle la mano.
—Entonces, ¿quién era el hombre? —pregunté.
—No lo sé. No pude verle la cara porque estaba oculta por los árboles.
¿Podría la dama realmente estar saliendo con alguien en secreto?
Si es así ¿por qué me lo mantuvo en secreto?
Era demasiado. Después de todo, conocía a la señorita desde niña.
—¿No sabes nada? Te dije algo, así que tú también tienes que decírmelo.
Emma me dio un codazo en el costado y me siguió con insistencia, preguntándome si sabía algo.
Pero realmente no lo sabía. No tenía información.
—Pienso volver a salir al amanecer. Tengo que ver la cara del amante secreto de la dama esta vez. —Emma susurró suavemente en mi oído.
Estaba decidida a descubrir quién era el amante secreto de la dama.
Ese día, me pregunté: ¿Debería contárselo a la señorita y advertirle que tuviera cuidado?
Pasé la noche preocupándome por ello.
Y al día siguiente, sucedió.
Emma estaba muerta.
Extracto del Diario de S
Por suerte, los no muertos no nos siguieron hasta aquí. Quizás no pudieron llegar tan lejos.
Cuando llegamos al cuarto piso, la escena que se desarrolló fue impactante.
«¿Qué es esto?»
Había una sola puerta en el cuarto piso. Aparte de eso, no había nada. A diferencia de los pisos anteriores, parecía un páramo.
«¿Cuál es el propósito del cuarto piso?»
Hasta el tercer piso, recorrimos habitaciones, recopilamos entradas de diario y encontramos fragmentos triturados.
Pero, ¿qué era este lugar…?
«Necesito leer el libro primero».
Había algo más urgente que resolver el misterio.
[Descifrando el lenguaje.]
Cuando utilicé la autoridad, los garabatos ilegibles se volvieron legibles.
Vamos a ver…
[Los no muertos son cadáveres reanimados.]
Oh, era legible.
[Los no muertos no pueden vivir solos. Esto se debe a que no pueden vivir.]
¿Era un error de traducción?
Esta frase no se leía con fluidez, casi como si hubiera sido pasada por un traductor automático.
[Antes de convertirse en no-muertos, eran cadáveres comunes. Alguien los reanimó mediante hechicería prohibida.
Hace siglos, los “brujos oscuros” reanimaban cadáveres de los cementerios con planes de iniciar una guerra.
Sin embargo, sus intentos fracasaron.
El Imperio Histania luchó con los cadáveres reanimados hasta que un hechicero ayudó a eliminar a todos los no muertos.
El hechicero dijo:
—Matar un cadáver reanimado no tiene sentido. Volverá a la vida de todas formas.
—Entonces, ¿qué deberíamos hacer?
—Los no muertos siguen las órdenes del hechicero. Encuentra a quien los controla.
—¿Necesitamos matar al hechicero?
—No necesitas matar a esa persona. Si averiguas el nombre del hechicero y lo llamas, el no-muerto quedará paralizado.
Al escuchar esto, el Imperio Histania inmediatamente comenzó a capturar a los “hechiceros oscuros”.]
—…La persona que controla a los no muertos.
¿Quién podría ser?
Antes de que Dietrich me encarcelara, intenté quemar a todos los no muertos con el Anillo de Fuego.
Pero no murieron.
«Tienes que matar al hechicero para matar al no-muerto».
Eso significaba que ninguno de los no muertos que aparecieron antes de Dietrich eran los que los controlaban.
De repente, recordé lo que pasó en el segundo piso.
—…Erik. Lo reanimaron.
Es posible que los acontecimientos del tercer piso se hubieran preparado gradualmente desde el segundo piso.
Después de matar a Erik e interrumpir la pelea del jefe.
Quizás fuera ese el que controlaba a los no muertos.
Pero quedaba una pregunta.
Los no muertos revivían incluso después de ser asesinados. Entonces, ¿por qué Erik no revivió?
Parece que el hechicero no lo reanimó a propósito. ¿Cuál podría ser la razón?
«¿Podría el hechicero ser el gerente del tercer piso?»
[Los no muertos están muy influenciados por el hechicero que los controla.
Las habilidades del hechicero se les transfieren.
Si el hechicero puede controlar el fuego, los no muertos heredan esa habilidad y también pueden controlar el fuego.]
¿Las habilidades del hechicero afectaban a los no muertos?
En el caso de Dietrich, sus recuerdos fueron manipulados. Así que la habilidad del hechicero debía ser...
[Uno de los problemas más problemáticos para el Imperio Histania era el hechicero oscuro que afectaba la mente.
Los no muertos que heredaron las habilidades del hechicero manipularían las mentes de las personas, llevando a muchos a la locura.]
Esta situación era similar a la actual de Dietrich.
Continué leyendo el libro.
[El Imperio Histania volvió a preguntarle al hechicero.
—La gente se está volviendo loca bajo la influencia de la brujería oscura. ¿Qué debemos hacer?
El hechicero respondió…]
Pasé la página. ¿Qué dijo?
[—Con fuerte fuerza de voluntad y fortaleza mental, es posible soportarlo.]
¿Fuerza de voluntad y fortaleza mental?
Después de leer el libro, me quedé sin palabras por un rato.
¿Me estás tomando el pelo? ¿Quién se tomó la molestia de conseguir este libro sólo para leer esta tontería?
Por suerte, aún quedaba algo de contenido. No mucho, pero suficiente.
[—¡Debes estar bromeando! ¡Si eso funcionara, no estaríamos pasando por esto! ¡Dennos una solución real ya!]
Captó perfectamente mis sentimientos y, por un momento, me pregunté si yo misma había escrito este arrebato.
[La brujería que afecta la mente solo puede contrarrestarse con ese método. Los hechiceros oscuros son astutos. Se enfocan en las partes más vulnerables de la mente humana para potenciar el efecto de su brujería. Por lo tanto, superar estas vulnerabilidades requiere una gran fortaleza mental.
—Entonces, ¿qué hacemos? ¿No hay otra opción?
—Como dije, la única manera es superarlo con mucha fuerza de voluntad y fortaleza mental. Sin embargo, ha habido casos de éxito.
El hechicero continuó con calma.
—Hay un pueblo que superó la brujería que afecta la mente.
—¿Dónde está este lugar?
—Es un pueblo situado en el extremo occidental, bajo el monte Envest.
Al oír esto, el Imperio Histania envió inmediatamente caballeros.
Los caballeros encontraron el pueblo en el extremo occidental, bajo el monte Envest, y preguntaron.
La gente de allí respondió:
—Hacemos pulseras con el cabello de nuestros seres queridos y las usamos en nuestras muñecas así. Muchas familias, amigos y parejas las usan. Es una señal para no olvidarnos nunca, dondequiera que estemos.
»Creemos que es gracias a estas pulseras. Al cuidado y la preocupación mutuos. Así pudimos escapar sanos y salvos de la brujería oscura.]
El libro terminó con esta nota. Fue una conclusión casi de cuento de hadas.
Agarré mi cabello que había caído sobre mi hombro.
Entonces, ¿se supone que debo cortar esto y hacer una pulsera para Dietrich?
Pero no tenía ninguna relación con Dietrich.
Esto no era fácil.
Incluso después de leer el libro, no pude captar una idea clara.
Necesitaba algo que pudiera invocar una fuerte fuerza de voluntad… pero ¿qué podría ser?
—¿El beso del amor verdadero?
Me sobresalté y levanté la vista al oír una voz repentina que venía de algún lugar.
¿No era yo la única aquí?
—Un beso de amor verdadero podría despertar a alguien. ¿Qué opinas?
La voz se escuchó de nuevo.
Esta vez encontré la fuente.
Venía de la única habitación del cuarto piso. El sonido venía del otro lado de la puerta.
Capítulo 61
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 61
[Se está implementando la Mentalidad de Acero.]
Dietrich me había encarcelado.
Había pasado bastante tiempo desde entonces.
Me quedé tan sorprendida que estaba a punto de perderlo.
Esa manipulación suya de la memoria.
«Una vez que recuperes la memoria, me aseguraré de darte un buen puñetazo en el estómago».
[Se está implementando la Mentalidad de Acero.]
Es cierto que no fue tan efectivo como solía ser.
El poder de la Mentalidad de Acero había caído al 70% y las emociones persistían como brasas.
Tenía que escapar de esta habitación.
Y tenía que ser pronto.
Miré alrededor de la habitación y agarré un jarrón.
Toc, toc.
Alguien llamó a la puerta en ese momento.
—Estoy entrando.
Era el hombre del momento: Dietrich.
Lo divertido fue que, a pesar de pensar que yo era un no-muerto, todavía me traía comida regularmente.
Me quedé junto a la puerta con el jarrón en la mano y me abalancé sobre él tan pronto como entró.
Sin embargo.
—Eso es un descuido.
—Ugh.
Dietrich atrapó fácilmente mis dos brazos.
—Esto es problemático.
Preferiría que Dietrich me atacara.
Entonces, al igual que cuando Erik me atacó, la “mansión” intentaría protegerme.
Dietrich no albergaba ninguna hostilidad. Como ya había sentido, su indecisión fue lo que me bloqueó.
—¿Cuánto tiempo planeas mantenerme encerrada?
—Te quedarás aquí hasta que mis amigos y yo abandonemos esta mansión sanos y salvos.
—Dietrich, despierta ya.
Él levantó una ceja, desestimando mis palabras como si fueran tonterías.
Dietrich puso la comida en la mesa.
Cuando se dio la vuelta para irse, lo agarré rápidamente.
—Dietrich.
—Suéltame.
—Encuentra el diario. Entonces sabrás quién es el verdadero no-muerto.
Fue una mentira desesperada.
Pero no tenía otra opción si quería que encontrara los extractos del diario.
—Dietrich.
Abracé su cintura.
Mientras apoyaba mi cabeza en su pecho, podía sentir que su corazón se aceleraba.
Los recuerdos inventados eran exasperantes, pero dada la situación, fingí ser su amante otra vez. Era mi única opción.
—No te vayas. Soy la verdadera Charlotte, tu novia. Te están engañando.
Levanté la cabeza y miré a Dietrich a los ojos.
Finalmente, la máscara fría que llevaba se quebró.
—…Tu imitación es algo realmente especial.
Dietrich me apartó el hombro.
—Me voy ahora.
Así es como terminaba.
[Se está implementando la Mentalidad de Acero.]
—Espero que disfrutes de tu comida. Me despido.
Como era de esperar, no estaba convencido.
Cada vez que él actuaba así, me preguntaba por qué me esforzaba tanto.
«No es que yo sea quien tenga que irse, es él. Entonces, ¿por qué soy yo la que más me apasiona? ¿Estoy haciendo esto por el bien de Dietrich o simplemente estoy tratando de terminar lo que empecé?»
En ese momento, solo podía esperar tranquilamente los refuerzos.
Mucho después de que Dietrich se fuera, oí a alguien jugueteando con el pomo de la puerta.
Me llegó el sonido de forcejeo. Finalmente, la puerta se abrió.
—Noah.
Noah había logrado desbloquear la puerta desde afuera y corrió hacia mí inmediatamente.
Sonreí y me quité el anillo, entregándoselo.
—Te lo devuelvo. Perdón por quitármelo sin permiso.
—Diario.
El niño repitió la misma palabra que antes.
—…No estarás sugiriendo que vayamos a buscar el diario ahora, ¿verdad?
Asintió.
Lo sabía.
—No soy Dietrich, Noah.
—Libertad.
Tuve que reflexionar durante un tiempo sobre el significado de la palabra de Noah.
«¿Se refiere a mi autonomía?»
Ahora también tenía que asumir la parte de responsabilidad de Dietrich.
…No me olvidaré de pagar mis cuotas más tarde.
—Vamos, Noah.
Charlotte… No, la no muerta había desaparecido.
Cuando Dietrich regresó a recoger los platos, su habitación estaba vacía.
La mujer había escapado.
«¿Cómo?»
La habitación estaba diseñada para cerrarse desde afuera. Por eso la había confinado allí.
—Dietrich, ¿dónde está la mujer?
Entonces su amigo llamó a Dietrich.
—Soy la verdadera Charlotte, tu novia. Te están engañando.
Mientras miraba a su amiga, Dietrich recordó las palabras de la mujer.
Sus mejillas enrojecidas por el frío, el aliento blanco escapando de sus labios.
Había sentido tanto calor al abrazarlo. Era el único calor que podía experimentar en aquella fría mansión.
—Dietrich, ¿me estás escuchando?
Su amigo le puso una mano en el hombro para llamar su atención.
Frío.
Como un cadáver.
—¿Dónde está esa mujer?
—¿Por qué la confinaste aquí?
—¡Deberías haberla matado!
Sus amigos lo interrogaron.
Curiosamente, no se veía ningún aliento saliendo de sus bocas mientras gritaban.
—¡Dietrich!
Ante la voz que lo llamaba, Dietrich volvió a la realidad.
—Ve y atrápala.
En retrospectiva, las reglas que conocía se rompieron una por una a medida que subía los pisos.
Primero, en el tercer piso, la presencia aquí me atacó.
Pensé que Charlotte, al ser parte de la mansión, podría evitar todo, pero ese no fue el caso.
Los no muertos intentaron matarme.
Tenía una extraña sensación. Era como si esos monstruos me estuvieran atacando a mí, no a Dietrich.
En cuanto llegué al tercer piso, surgió algo llamado "autonomía". Decía que ya no restringiría mis palabras ni mis acciones.
Fue sospechoso ya que el sistema nunca hizo nada bueno por mí.
No podía evitar pensar que intentaban involucrarme en este juego. Pero luego me preguntaba, ¿con qué propósito?
Como de costumbre, Noah no respondió.
No esperaba una respuesta.
Después de todo, sabía que hablar también le traería consecuencias. No tenía intención de incomodar a alguien en la misma situación.
Noah me condujo a una habitación apartada en el tercer piso.
Tenía una corazonada. Había algo aquí.
Miré alrededor de la habitación.
En el interior se exhibían diversas armas, como arcos, flechas, espadas y lanzas. Una cabeza de ciervo estaba colgada en la pared central.
¿Era esta una habitación para guardar herramientas de caza?
Aquí también tenía que haber algún truco.
«¿Puedo descubrir el truco?»
Sabía las respuestas hasta el segundo piso, pero no sabía nada del tercer piso.
Por eso me sentí incómoda, y entonces, clic, un sonido metálico vino de algún lugar.
Al girarme hacia el ruido, vi a Noah abriendo una caja.
Estaba resolviendo el problema incluso antes de ver la pregunta.
—¡Dios mío, Noah! Debes ser un genio.
Mientras todo transcurría con normalidad, abracé a Noah. El niño rio alegremente y me devolvió el abrazo.
Abrí la caja inmediatamente.
[Has adquirido una porción de un libro antiguo.]
—¿Qué es esto?
Dentro de la caja había varias hojas viejas de pergamino.
—¿Contiene esto algo que pueda ayudar con la condición de Dietrich?
Saqué rápidamente el pergamino y lo examiné. Pero no pude leer ni una sola palabra.
—…No puedo entender nada de esto.
¿Podría Dietrich haber leído esto?
Oh, ahora recordaba que había una habilidad que podía usar para esto.
Abrí la ventana de autoridad de inmediato.
[La Autoridad de Charlotte]
(Tasa de asimilación: 47%)
– Capacidad para controlar algunos monstruos. (※ Sin embargo, tendrá efectos secundarios).
– Capacidad de pulir ventanas hasta dejarlas brillantes.
– Posibilidad de seleccionar salsa para bistec.
- Capacidad de hechizar al objetivo elegido. (Tasa de éxito: 5%)
– Capacidad de preparar té caliente.
– Capacidad de emitir una fragancia agradable.
– Capacidad para descifrar varios idiomas.
– Capacidad para utilizar la autoridad del Administrador del Segundo Piso.
– Capacidad de curar (※ Sin embargo, puede haber efectos secundarios).
– ???
Ah, lo encontré.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S.]
[El contenido del diario será compartido con Charlotte.]
…Así que me escuchó.
Pensé que nunca me escucharía. Al menos eso fue un alivio.
Entonces, en ese momento.
—Kiiek, kiiekie, hiihiiek.
Un sonido escalofriante vino desde atrás.
—Te encontré.
Los no muertos.
Sosteniendo el libro, me puse de pie inmediatamente.
—¿Qué planeas hacer ahora que me has encontrado?
Agarré cualquier arma que pude alcanzar.
Lancé un hacha hacia el no-muerto.
Ugh, es pesado.
Conseguí derrotar a un no-muerto.
Entonces Noah me tiró.
Parecía que quería salir de la habitación rápidamente. Tomé la mano de Noah y lo seguí fuera de la habitación.
Por supuesto que sí.
Los no-muertos se acercaban en masa a nosotros.
Como si nunca nos dejaran leer el libro.
—¡Vamos, Noah!
Me di la vuelta rápidamente y eché a correr de nuevo. Pero ver a los no muertos rodeándonos desde ambos extremos del pasillo me dejó sin saber adónde huir.
En ese momento.
Noah se quitó mi mano de encima.
Noah levantó la mano y apuntó el anillo hacia los monstruos.
—¡Vete!
Noah gritó.
Dudé un momento. Entonces Noah me empujó y volvió a gritar.
—El tercer piso tiene como objetivo a Charlotte.
Noah pronunció una frase completa por primera vez.
…Cierto. Noah no estaría en peligro. A quienes perseguían éramos el libro y yo.
Corrí.
Con el feroz sonido de las llamas detrás de mí, sentí el calor contra todo mi cuerpo.
—¡Kkiekiki, kieririki!
«Debe haber un lugar para escapar…»
Los no muertos se acercaban por todos lados.
No había ningún lugar adecuado para ir.
—¿Dónde debo…?
Entonces lo vi.
Las escaleras que conducían al cuarto piso se iluminaron nuevamente con una luz blanca brillante.
Miré hacia atrás.
Vi a los no muertos corriendo hacia mí.
Ya tomé una decisión
Subí las escaleras sin dudarlo más.
Capítulo 60
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 60
—Puede que tú no lo recuerdes, pero yo no puedo olvidar ese día.
—Dudo que alguien pueda olvidarlo. ¿Cómo se puede olvidar a una dama que se comportó de forma tan escandalosa?
—Está bien, pero creo que también me enamoré de ti a primera vista.
Reflexioné sobre las palabras de Dietrich.
«Entonces, él dice que la dama del diario soy yo».
Estrictamente hablando, no era yo sino “Charlotte”, pero era lo mismo.
«Intentemos solucionar esto».
La premisa es así: Charlotte era la dama del diario.
Pero ¿por qué estaba ella allí como sirvienta? ¿Y cómo la dama del diario se convirtió en el monstruo que atormentaba a Dietrich en el juego?
O, ¿podría ser que los recuerdos inventados le hicieron confundirme con la dama? ¿De quién eran, en definitiva, los recuerdos de Dietrich?
Los recuerdos parecían tan vívidos. Parecían ser suyos, pero Dietrich había dicho una vez que la mansión era de una época de hace más de cien años.
Así como la ropa y aquel pintor llamado Santorini.
Quedaron muchas preguntas.
—Charlotte.
Estaba sumida en mis pensamientos cuando Dietrich me llamó.
—Vamos a comer.
Ante sus palabras, me levanté. Después de terminar de comer, tuve que apresurarme a buscar el siguiente diario.
Ahora mi fiebre había desaparecido por completo, por lo que Dietrich no tendría ningún motivo para detenerme.
Cuando llegué a la cocina, me esperaba una comida más suntuosa que nunca.
¿Qué era esto? Esta situación tan familiar... ¿Por qué sentí como si ya hubiera experimentado algo similar antes?
A pesar de sentirme incómoda, me senté.
Dietrich me sirvió platos deliciosos, pero curiosamente no tenía apetito.
Me obligué a coger un tenedor y un cuchillo y cortar la comida.
Como no tenía mucha hambre, unos cuantos bocados me hicieron sentir llena.
—¿Terminaste de comer? Entonces, vamos a buscar el diario.
—…Aún no he terminado.
—Está bien. Esperaré, así que avísame cuando termines.
—Charlotte.
Entonces, con una expresión inequívocamente oscura, Dietrich me llamó.
—Ya no buscaremos el diario hoy.
—¿Qué quieres decir?
¿Por qué de repente actuaba así?
Ayer me dijo que me amaba más que a nada en el mundo. ¿Cómo pudo cambiar de opinión en un solo día? ¿No se suponía que sería un amor tan grande que abandonaría a sus amigos por él?
—¿Por qué no? ¿Te encuentras mal?
Si ese fuera el caso no podría obligarlo.
—No es eso.
En ese momento, un extraño brillo brilló en sus ojos violetas.
—Porque no eres Charlotte.
—¿Qué… tonterías estás diciendo?
—Sé que eres un no-muerto disfrazado de Charlotte.
Me quedé estupefacta.
Era cierto que llevaba el disfraz de Charlotte, ¿pero no muerta?
«Estas manipulaciones de la memoria…»
Me reí secamente y miré a Dietrich.
—¿Y qué? ¿Este festín es para alimentarme bien antes de que me mates? Esto es ridículo, Dietrich.
Sentí una necesidad imperiosa de dar vuelta el mantel, pero decidí no hacerlo.
Normalmente no era tan violenta, pero mi paciencia se había agotado a medida que subíamos las escaleras juntos.
Algunas personas soportan tales sacrificios, y, aun así, ¿me dice que soy un monstruo no muerto?
—Entonces saca tu espada. Adelante, mátame. Si crees que soy un no-muerto, deberías matarme, ¿no? Pero aquí está la cosa. Entre los no muertos, soy dura. No creo que tu espada pueda matarme.
Cada vez que subía las escaleras, recibía varias penalizaciones, pero el sistema nunca me dio la oportunidad de morir.
Tras resfriarme, intenté hacerme daño por curiosidad. Me preguntaba si la capacidad de curación de Charlotte había desaparecido.
Pero la herida sanó inmediatamente.
En ese momento me di cuenta.
El frío fue sólo un castigo.
—¿Por qué te quedas quieto? Si crees que soy un no-muerto, no deberías quedarte ahí parado.
Fue ridículo cómo preparó una comida suntuosa para matarme y luego se quedó allí parado.
—¿Te estás comportando intencionadamente como ella incluso en este momento?
Parecía que Charlotte en sus recuerdos manipulados actuaba así.
—¿Te gusta jugar conmigo?
¿Jugando contigo? ¿Yo? Solo fingí ser tu novia porque parecía que eso era lo que querías. Si hubiera sabido que me tratarían así, no lo habría hecho.
Lo miré a los ojos hostiles de color violeta sin darme por vencida.
—Soy yo quien se siente sorprendida por este repentino cambio de comportamiento. Termina de comer. Me voy.
Tenía una nueva tarea.
Ignoré a Dietrich y traté de salir de la cocina.
Si no me hubiera bloqueado el paso.
—¿Qué? ¿De verdad crees que te sentirás mejor si me matas?
Al final, Dietrich no pudo matarme.
Por supuesto.
Por su naturaleza, resultó así. No fue sorprendente.
Saqué el “Anillo de Fuego” de mi bolsillo.
Lo había tomado prestado mientras Noah dormía.
—¡Dietrich!
Los no muertos gritaron su nombre como si realmente fueran sus amigos.
Cuando hicieron contacto visual conmigo, sus caras se distorsionaron.
—¡Dietrich! ¡Eso es un no-muerto!
Dietrich ignoró sus gritos, como esperaba.
Me burlé del no-muerto mientras deslizaba el anillo en mi dedo.
—¡Que no te engañe! ¡Date prisa y mátala!
Quería pasar por todos los procedimientos.
Quería encontrar el diario y resolver el estado de Dietrich, pero ahora él había declarado que no buscaría más el diario.
Incluso preparó esta ridícula última cena para mí, así que quedó claro.
—¡Dietrich! Si no la matas tú, la mataremos nosotros.
Los no-muertos me miraron con ojos feroces.
—¿Quién dijo que podíais matarme?
Sería yo quien acabe con esto.
El anillo giró.
Cuando apunté el anillo hacia los no muertos, estalló una llama feroz que los envolvió.
—¡Aaah!
Los gritos de los no muertos resonaron por toda la mansión.
Pero no murieron en las llamas.
Por eso Noah no quiso darme el anillo.
Quemarlos era inútil.
Dietrich, que se había acercado corriendo, me agarró del brazo.
—¡¿Qué has hecho?!
—¿No lo ves?
—Maldita sea, tenemos que apagar el fuego…
Como si realmente quisiera salvar al no-muerto, se movió rápidamente y esta vez, agarré su brazo.
—¡Contrólate! Fíjate bien quién es el verdadero no-muerto.
Dietrich contempló al no-muerto ardiendo con ojos temblorosos. Verlo derretirse le provocó un profundo dolor en el rostro.
Era como si estuviera recordando un trauma de larga data.
Al final, Dietrich me quitó la mano de encima.
[Oscuridad: 58%]
Aumentó nuevamente.
No fue un resultado sorprendente. Más bien, lo esperaba.
Aprendí esto en el segundo piso. Perder el tiempo intentando ser cautelosa solo provocó que el nivel de oscuridad aumentara significativamente.
Para aliviar su dolor era mejor acabar con esto rápido.
Pero en ese momento…
Un fuerte viento soplaba en el tercer piso.
Las llamas que envolvían a los no muertos se apagaron como pequeñas velas en un viento feroz.
Una vez más me interrumpieron.
Parecía que este juego no quería que los no muertos terminaran así.
—¡Guau! ¡Dietrich!
Los no muertos se retorcían de dolor y llamaban a Dietrich.
—¡Date prisa y mata a esa mujer!
—¡Si no lo haces, nos matará a todos!
—¡Dietrich!
Los gritos de sus amigos le hicieron vacilar la mirada. Al final, agarró su espada a regañadientes.
—¿Es esa tu elección, Dietrich?
—Intentaste matar a mis amigos.
—Esos no son tus amigos, son no-muertos.
A pesar del frío, el viento hizo que la temperatura en el tercer piso cayera en picado.
Un aliento blanco escapó de mis labios.
—…El no-muerto eres tú.
—Hace apenas un día dijiste que me amabas, y ahora cambiaste de opinión. Qué decepción.
Por un momento, su visión borrosa se hizo clara.
Dietrich meneó la cabeza, confundido.
Lejos de agradecerme, me sentí molesta por su vacilación a pesar de haber sacado su espada para matarme.
Incluso si su oponente cambiara, él seguiría dudando de esta manera.
[Tiempo restante hasta que se pueda realizar el siguiente intento: 02:53:36]
Quería usar el anillo nuevamente, pero desafortunadamente el tiempo de recuperación era de tres horas.
Miré a Dietrich.
Se acercó a mí con una mirada decidida.
La espada larga se arrastró por el suelo, produciendo un sonido desagradable.
Sus ojos morados se oscurecieron siniestramente, como si hubiera tomado una decisión.
—¡Agh!
Dietrich me arrojó sobre su cama.
Parecía que ya había tomado una decisión y al final me arrastró hasta su habitación.
—Sí. No puedo matarte. Porque llevas la cara de la persona que amo. Así que ni siquiera puedo tocar esa concha.
[Oscuridad: 60%]
Una sonrisa amarga se formó en sus labios.
—Así que te detendré a mi manera.
Dejando sólo esas palabras, Dietrich abandonó la habitación.
Sintiendo que algo no andaba bien, inmediatamente traté de seguirlo.
Pero cuando llegué a la puerta, ella ya se había cerrado detrás de él.
La puerta no se abría.
Athena: Pues qué bien, este cada vez más loquito.
Capítulo 59
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 59
El único que podía enviar a Dietrich al siguiente piso era el administrador de ese piso.
¿No era por eso que teníamos batallas contra jefes en el primer y segundo piso?
¿Error del sistema? ¿Fallo de la mansión? ¿Eso es todo?
Eso no podía ser.
El sistema no era tan descuidado.
Miré hacia arriba.
Cuando jugué a “La Mansión Lindbergh”, el cuarto piso parecía un área a la que nunca podría llegar.
Como hechizada por las escaleras brillantemente brillantes, finalmente comencé a subir.
Ya fuera el juego, la mansión o el gerente, alguien quería algo de mí.
Debía ser por eso que me permitieron subir las escaleras tan fácilmente.
La respuesta debía estar en el cuarto piso.
Decidida a encontrarlo, continué subiendo las escaleras.
En ese momento, una pequeña fuerza tiró de mi cintura.
—¿Noah?
Atraído por la fuerza que me empujaba, me vi obligada a bajar nuevamente desde el primer escalón.
—Estás despierto. Noah, lo siento, pero creo que no tengo tiempo ahora mismo.
Señalé las escaleras brillantes.
—Necesito ir allí arriba.
Noah meneó la cabeza vigorosamente.
—¿Por qué, Noah?
En lugar de responder, el niño se aferró fuertemente a mi cintura, impidiéndome subir.
Mientras tanto, la luz brillante en las escaleras se apagó.
Ya no pude subir más.
Sintiéndome como si hubiera perdido una oportunidad, me quedé desesperada.
—¿Qué estás haciendo?
Regañé levemente al niño y Noah empezó a llorar.
—Uwww…
De repente, el niño empezó a llorar a gritos y se aferró a mí. Me quedé atónita.
¿Por qué de repente actuaba así?
—Deja de llorar. Los niños buenos no lloran.
—¡Waaaah! ¡Uwaaah!
Decirle que no llorara solo lo hizo llorar más fuerte. Era frustrante.
¿Por qué actuaba así?
No se me daba bien tratar con la gente, y mucho menos con los niños, así que estaba aún más confundido.
Desesperada, recogí a Noah.
—¿Quieres dulces?
—Waaaah…
Si no era esto, ¿qué debía hacer?
Esto era difícil.
Atrapada en esta incómoda situación, le di unas palmaditas en la espalda a Noah mientras lloraba.
Poco a poco, el llanto de este fue disminuyendo.
Sólo entonces pude sentir algo de alivio.
—¿Lloraste porque estaba intentando subir al cuarto piso?
Parecía que Noah quería impedirme subir.
—¿Qué hay ahí arriba que te hizo reaccionar así? De todas formas, no esperaba una respuesta. No subiré, así que no llores más, ¿vale?
El niño, con los ojos enrojecidos, abrazó mi cuello.
Luego me besó la mejilla.
Sorprendida, miré al niño, que ahora estaba sonriendo.
—¿Quieres que te meta en la cama?
Asintió.
Había llorado mucho antes, pero ahora parecía estar de buen humor nuevamente.
Fue ridículo, pero también bastante lindo.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S]
[El contenido del diario será compartido con Charlotte.]
◈
La señorita estaba muy angustiada por el repentino anuncio de su matrimonio.
Su futuro novio era veinte años mayor que ella. ¡Cielos!
¿Cómo pudo el amo hacerle esto a la dama?
Una diferencia de edad de unos diez años es común entre los nobles, pero esto era demasiado.
La angustiada señorita dijo de repente que quería visitar la tumba de la difunta señora. En un día en que llovía a cántaros, nada menos.
Apenas logré convencerla de que esperara hasta que dejara de llover.
Al día siguiente, como habíamos prometido, fuimos a visitar la tumba de la difunta señora.
Allí ocurrió algo muy impactante.
La fuerte lluvia del día anterior había dejado el suelo erosionado y los caminos resbaladizos.
La señorita, sin inmutarse, subió una pendiente pronunciada y finalmente resbaló.
Me sobresalté y corrí inmediatamente hacia ella, y fue entonces cuando descubrimos una cueva lúgubre.
A pesar de haber visitado esta tumba decenas de veces, era un lugar que nunca había visto antes.
Impulsada por la curiosidad, la señorita se aventuró a entrar en la cueva y yo la seguí apresuradamente.
Había reliquias antiguas que parecían tener siglos de antigüedad.
Entre los inquietantes grabados en madera y libros, las paredes de la cueva estaban adornadas con murales y letras ilegibles.
De repente, con miedo, le pedí a la señorita que se fuera, pero ella no se movió.
—Parece un idioma antiguo —murmuró, mirando fijamente la escritura en la pared—. Parece decir: “Dios nos ha abandonado”.
¿Qué clase de contenido siniestro es ese?
Le insistí a la señorita una vez más que se fuera. En cambio, se llevó uno de los libros.
Le dije que eso era una mala señal y que debía dejarlo, pero como siempre, la señora se mostró terca.
Extracto del Diario de S
Finalmente encontramos una entrada del diario.
Sin embargo, todavía no contenía nada que pudiera ayudar a la condición de Dietrich.
—Revisemos rápidamente las otras habitaciones.
—Charlotte, acordamos visitar solo tres habitaciones al día. Esta es la tercera.
—¿Entonces estás diciendo que no irás ahora?
—Una vez que estés completamente recuperada, iremos juntos.
¡Qué falta de cooperación!
Tenía prisa porque me preocupaba que la condición de Dietrich empeorara, pero él no entendía mi urgencia en absoluto, lo que convirtió este caso en el perfecto de estar en páginas completamente diferentes.
—Sé por qué estás tan ansiosa. Tienes prisa porque quieres recuperar la memoria, ¿verdad?
Sí. Eso es lo que deberías estar haciendo ahora mismo.
—Entonces, he estado pensando.
—¿En qué estás pensando?
—¿Qué pasa si te digo lo que no recuerdas?
¿Qué clase de audacia era ésta?
Me senté en una silla cercana, fingiendo no estar interesada.
—¿Qué sentido tiene aprender sobre recuerdos fabricados?
—Tus cordones están desatados.
—Entonces, ¿por qué no me los atas?
Lo dije sin darle importancia, pero Dietrich se arrodilló sin dudarlo.
Sobresaltada, intenté retirar el pie, pero él, con familiaridad, me agarró el tobillo y lo colocó sobre su muslo.
—¿Esto te ha pasado a menudo?
—Sí, me trataste como a un sirviente.
¿Por qué saldrías con alguien así?
Y como había estado notando, estos recuerdos inventados son innecesariamente vívidos.
Quizás fuera una historia de su exnovia.
Bien. Escuchemos lo que tenía que decir.
—Está bien. ¿Qué me vas a decir?
—Mmm. ¿Por dónde empiezo? Ah, sí. Déjame contarte sobre la primera vez que te vi.
Dietrich comenzó a atarme los cordones de los zapatos hábilmente mientras hablaba.
—Era un retrato determinado.
—¿Un retrato?
—Fue famoso en su día. Un retrato hecho por un discípulo de Santorini. Muchos artistas fueron invitados a trabajar en él, y, naturalmente, la mayoría pensó que Santorini pintaría tu retrato.
…Espera un minuto.
Esta historia me sonaba familiar.
—Continúa.
—¿Estás interesada en la historia?
—Sí. Así que sigue hablando.
Cuando mostré interés en su historia, una suave sonrisa apareció en sus labios.
—A pesar de ser discípulo de un maestro, era difícil entender por qué se le encargó a un artista desconocido pintar el retrato de una familia tan prestigiosa. Pero cuando el retrato estuvo terminado y se celebró una fiesta en la mansión, muchos invitados lo vieron.
—¿Y luego?
—Naturalmente, todos se enamoraron de ese retrato. Yo también. En cuanto lo vi, quedé fascinado y no pude dejar de mirarlo.
Dietrich describió el acontecimiento como si realmente lo hubiera vivido.
—Cuando vi el retrato, sentí mucha curiosidad por la dama del cuadro. Parecía distante, pero imaginé que tenía un corazón cálido. Si me sonreía, pensé que me haría muy feliz. Sentía mucha curiosidad por ella.
—…Entonces, ¿la conociste?
—Sí, lo hice.
Una sonrisa alegre apareció en los labios de Dietrich mientras recordaba ese día.
—Tenía muchas ganas de conocerla y entonces apareció en la fiesta.
—¿Cómo era ella cuando la conociste en persona?
—Era una mujer extraordinaria. Sorprendió a todos los presentes.
—¿Qué diablos hizo ella?
Dietrich, perdido en sus recuerdos, dejó escapar una pequeña risa.
—La dama angelical del cuadro entró a la fiesta sosteniendo un pequeño cuchillo.
¿Un… cuchillo?
—La fiesta se celebró para celebrar el cumpleaños de la señorita. Ella revisaba de inmediato cada regalo que le llegaba, y si no le gustaba, lo rompía sin dudarlo.
Eso era realmente terrible.
Tal vez los recuerdos de Dietrich no fueran simplemente inventados.
Tenía una fuerte sensación de que su vívido delirio podría estar relacionado con los recuerdos de la dama del diario.
—Todavía lo recuerdo. Estaba tan nervioso de pie frente a ella con mi regalo. Había preparado una pequeña diadema. Era un regalo muy modesto, así que pensé que seguramente lo pisotearía. Pero la señorita me miró y dijo: “Este es el mejor”, y gentilmente se puso mi diadema.
Dietrich levantó la vista y me miró a los ojos.
—Esa dama eras tú.
¿Qué?
Dietrich, a la edad de catorce años.
Quería volver a encontrarse con la chica de su edad.
Y ese deseo pronto se hizo realidad.
Dietrich se reencontró con Charlotte en el lugar de ejecución.
Fue la ejecución del pintor que había dibujado el retrato lo que tanto le impresionó.
La chica estaba llorando allí.
—¿En qué dudas, Dietrich?
Su amigo, Alt, se acercó a él mientras recordaba el pasado lejano.
—Prometiste matar a esa mujer. Ella no es humana.
¿De qué estaba hablando? Charlotte estaba viva justo delante de él.
¿O lo estaba?
¿No lo había hecho ya… hace mucho tiempo…?
—Mátala ahora. Es un monstruo con el rostro de tu amada.
Dietrich también lo sabía.
Que la “Charlotte” que tenía delante era una no muerta.
Con esas palabras, Dietrich asintió pesadamente.
No lo demoraría más.
Mañana definitivamente la mataría.
Athena: Aiba, aquí cada uno dice que mate al otro. Pero es raro todo… A ver, yo sospecho que Charlotte es realmente la señorita de la que se habla en los diarios, pero yo que sé.
Capítulo 58
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 58
¿Escuché mal? ¿Qué acababa de decir Dietrich?
—Espera un minuto, ¿por qué está tan caliente tu cuerpo? Parece que tienes un poco de fiebre…
El resfriado que cogí al subir al tercer piso aún no se había curado del todo, pero ya no tenía dolor.
—¿Has estado soportando esto mientras estabas enferma? ¿Por qué callas? Me preocupas.
No era inusual que Dietrich se preocupara por mí, pero había algo extraño en esta situación.
—Deberías descansar por ahora.
—Antes de eso, Dietrich, quiero escuchar lo que dijiste hace un momento…
Quería confirmar si lo había escuchado correctamente.
—¿Que tu cuerpo está caliente?
—No, no. Antes de eso…
—¿Te refieres a cuando te pregunté por qué estabas enojada?
—Las palabras que siguen a eso.
—Ah.
Dietrich sonrió como si entendiera.
—Mi amor.
Mientras hablaba, sus ojos se curvaron nuevamente en una suave sonrisa.
No había oído mal.
Dietrich se había convertido en una persona completamente diferente. ¿Por qué de repente se volvió tan coqueto?
«¿Qué le hicieron los no muertos?»
Pregunté con incredulidad.
—¿Por qué soy tu amor?
—¿Por qué estás actuando tan mal otra vez?
¿Otra vez? ¿Qué quería decir? Era evidente que era la primera vez que me encontraba en esta situación, pero hablaba como si ya la hubiéramos vivido antes.
—¿No eres tú el que actúa raro? Deja ya de coquetear. Me incomoda.
Dietrich pareció momentáneamente desconcertado por mis palabras. Luego suspiró y se cruzó de brazos.
—Una vez dijiste que no te gustaba cuando yo estaba demasiado rígido.
¿Cuándo dije eso alguna vez?
En este punto, era innegable.
Sus recuerdos habían sido completamente manipulados.
El alcance de su lavado de cerebro pareció empeorar debido a los no muertos.
—Dime por qué estás enfadada. Por favor.
Esto era un dolor de cabeza.
Primero, para abordar la situación actual, necesitaba entender en qué etapa se encontraba Dietrich.
—Si sabes por qué estoy enfadada, ¿qué harás?
—No haré nada que no te guste.
¿Por qué era tan devoto?
¿Cómo pudieron sus recuerdos haber sido alterados tan drásticamente?
También necesitaba entender por qué actuaba con tanta devoción.
—¿Por qué? ¿Qué soy yo para ti, para que arregles las cosas sin siquiera saber el motivo?
—Te lo he dicho muchas veces. Eres mi todo.
—Estás actuando como si fuéramos amantes o algo así.
—¿Qué quieres decir con eso de repente?
Parecía realmente herido.
Esto me estaba volviendo loca.
—Charlotte, por muy enojada que estés, no digas esas cosas. Ni siquiera yo puedo soportarlo. Dijiste que me amabas.
¿Éramos realmente amantes?
Esto era un verdadero dolor de cabeza. ¿Qué le hicieron exactamente los no muertos a sus recuerdos?
¿Qué beneficio podría traerles esta manipulación de la memoria?
Para revertir la situación, parecía mejor seguir el juego por ahora.
—Está bien. No lo haré.
El rostro de Dietrich se iluminó. Como si realmente me amara.
Sentí un poco de pena por él, pero era mejor aprovechar esta oportunidad.
—A cambio, tienes que prometerme algo.
—Haré cualquier cosa.
—¿Quiénes eran las personas con las que estabas hace un momento?
—Ellos son mis amigos.
Sonreí brillantemente.
—No bromees.
—¿Qué? ¿Mis amigos te ofendieron de alguna manera?
—¿No? Los conocí hoy.
—…Entonces por qué.
—Sólo porque no me gustan.
Dietrich se quedó sin palabras.
—Dijiste que me querías. Entonces prométeme que no andarás con ellos.
Incluso mientras lo decía, sabía lo infantil que sonaba. Pero no podía permitir que Dietrich siguiera siendo engañado por los no muertos.
—…Eso no es razonable.
—Entonces rompe conmigo si no te gusta.
—Ja. ¿Por qué eres tan cruel?
—Entonces, ¿quieres o no?
Dietrich, con aspecto agraviado, finalmente asintió.
—…Está bien.
Increíble.
¿Cuánto debían haber sido manipulados sus recuerdos para que cortara lazos con sus supuestos preciados amigos por el bien de su pareja? ¿Su amistad siempre fue tan superficial o simplemente estaba profundamente enamorado?
—A cambio, no vuelvas a hablar así.
—¿Cómo qué?
—No te burles de nuestra relación.
—…Eh, está bien.
No me había burlado, pero ahora sentí que lo había hecho.
Necesitaba romper esta ilusión rápidamente.
Fui a encontrarme con Noah.
Para tomar prestado el anillo de fuego que poseía.
Como Dietrich no podía matar a los no muertos, decidí encargarme de ello yo misma.
Por supuesto, no le conté a Noah toda la historia.
—Necesito cocinar, pero no tengo fuego. ¿Me prestas el anillo? ¿No quieres comer algo calentito y rico, Noah?
Sabía que Noah no era un niño común y corriente, pero ver su apariencia infantil suavizó mi tono.
Esperaba que Noah me prestara el anillo sin dudarlo.
Pero meneó la cabeza firmemente.
—Solo una vez. Lo usaré rápido y lo devolveré.
—No.
—¿Eh?
—Diario.
Noah bostezó como si tuviera sueño después de decir sólo una palabra.
Al poco rato, se apoyó en mí y se quedó dormido.
Teniendo en cuenta que la maldición del niño intercambió información por sueño, debía haber dicho algo importante.
Después de acostar a Noah dormido en la cama, reflexioné sobre el significado de sus palabras.
¿Quiso decir que debería encontrar el diario en lugar de usar el anillo de fuego para matar a los no muertos?
Si era así, ¿el diario contenía una solución a la situación actual?
«No sé».
Siguiendo el consejo de Noah, la única opción era encontrar el diario con Dietrich.
Así que aquí estamos ahora.
—…Entonces, ¿estás diciendo que prometí casarme contigo en base a tus acciones?
Estaba escuchando historias de los recuerdos manipulados de Dietrich.
—A menudo quisiste ponerme a prueba. Por mucho que dijera que te amaba, no me creías y seguías pidiéndome que te lo demostrara.
—¿Lo hice?
Los recuerdos fabricados fueron innecesariamente detallados.
Tan vívidos y fluidos, como si fueran experiencias reales y vividas.
—…Pero Charlotte, ¿de verdad no recuerdas nada?
No soy yo quien no lo recuerda, eres tú.
—Sí. No lo recuerdo bien. Estar atrapada en esta mansión tanto tiempo me ha trastornado la mente.
—…Eso no puede ser.
—Pero recuerda esto: definitivamente buscábamos el diario.
—¿El diario, dices?
—Ay Dios. ¿Se olvidó también del diario?
Fingí haber perdido la memoria para averiguar sobre el estado de Dietrich, pero no pude aprenderlo todo.
Sin embargo, si de algo me di cuenta…
Sus recuerdos reales del pasado y los inventados parecían estar mezclados.
Los recuerdos de sus amigos eran reales, pero estaban entrelazados con la extraña noción de que todavía estaban vivos y que él y yo éramos novios.
—Sí, el diario. Estoy seguro de que lo buscábamos. Mi instinto me dice que, si lo encontramos, mis recuerdos volverán.
—Si así lo crees, definitivamente encontraré el diario para ti.
—Está bien. Gracias.
Con la aparición de los no muertos, había descuidado la búsqueda de las habitaciones. Teníamos que darnos prisa y encontrar el diario.
Quizás estemos corriendo contra el tiempo ahora mismo.
Cuanto más tiempo pasaba, más libres vagaban los no-muertos y más extraños se volvían los recuerdos de Dietrich.
Afortunadamente, aparte de los recuerdos distorsionados de Dietrich, todo iba bien.
Su inteligencia no parecía haber disminuido, ya que resolvía fácilmente los trucos en las habitaciones.
Sin embargo, no pudimos encontrar el diario en ninguna parte.
No había pistas para resolver la situación de Dietrich.
—Charlotte, no estés tan ansiosa.
No soy yo quien debería estar ansioso, eres tú.
Quise decirlo, pero no pude.
—Y ya que no estás bien, sería mejor que no caminaras mucho.
—Aun así, miremos un poco más alrededor.
—No.
Ah, en serio.
Dietrich me empujó a la fuerza hasta el dormitorio, insistiendo en que debía descansar.
—Hasta que no te recuperes completamente, no dejaré que te esfuerces.
—Estoy realmente bien.
La firme actitud de Dietrich hizo difícil insistir más.
Pensé en echar un vistazo solo cuando Dietrich no estuviera, pero él se quedó a mi lado hasta el anochecer como si hubiera leído mi mente.
«¿Debería dejar de actuar como su novia?»
Tuve ganas de hacerlo, pero me contuve.
Así, al amanecer.
Salí de la habitación sola.
El aire en el tercer piso era gélido y me hacía temblar. Me envolví bien en la bata y miré la mansión.
Ahora que lo pensaba, no había visto ningún no-muerto.
Desde que le pregunté a Dietrich, como un niño, "¿Yo o los no muertos? Elige ahora".
Por ahora parecía una suerte, pero resultaba ominoso no saber sus intenciones.
«Necesito resolver esto antes de que reaparezcan».
Reafirmé mi resolución y observé los alrededores.
En ese momento.
¿Qué?
La escalera que conducía al cuarto piso estaba muy iluminada.
Todo el polvo se reunió y se formó, como si señalara el momento de ascender al siguiente piso.
Inconscientemente di un paso hacia las escaleras.
—¿Qué?
Podría subir.
…Esto no debería ser posible.
Capítulo 57
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 57
—Fresas, calamares, chocolate, carne, ternera, cerdo…
Era algo que Dietrich recordaba de hacía mucho tiempo.
—¿Qué demonios estás diciendo?
—¿Qué te parece? Estoy decidiendo qué comeremos cuando volvamos de la misión.
Fue cuando la cueva se derrumbó y quedaron aislados durante una misión.
No había nada allí, ni siquiera comida.
—¡Guiso caliente! Yo también quiero comerlo.
—…Detente, Cedric.
—Pasta, pescado estofado, cecina, patatas fritas, pollo…
Fue una conversación trivial.
Pero se recordaba porque era el último.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S]
[El contenido del diario será compartido con Charlotte.]
◈
Comenzó a correr el rumor de que la dama tenía un amante.
Había extraños rumores dentro de la mansión de que la dama estaba teniendo reuniones secretas con un hombre forastero por la noche.
Finalmente, el rumor llegó a oídos del maestro. Al oírlo, el maestro se enfureció profundamente.
—Hija, ¿son ciertos estos rumores?
La señorita respondió en tono de incredulidad.
—No hay manera de que semejante tontería pueda ser cierta.
El maestro parecía aliviado.
—Qué alivio. Si no es cierto, pronto se desmentirán estos rumores infundados. No podemos permitir que afecten tus perspectivas de matrimonio.
—¿Matrimonio…?
La señorita preguntó aparentemente nerviosa.
El maestro, complacido, continuó.
—Una familia bastante decente ha mostrado interés en establecer una buena relación contigo. ¿No es hora de que empieces a prepararte para el matrimonio? Ya tienes la edad adecuada.
El maestro anunció abruptamente el matrimonio de la dama.
—Ya he fijado la fecha de la boda.
—¿Qué?
—Quedan exactamente cien días.
El anuncio fue como un rayo caído del cielo.
—Extracto del Diario de S
Dietrich se dirigió a su habitación temprano en la mañana.
Siempre fue diligente, pero hoy se movió con particular urgencia.
Debe ser por los no muertos que deambulaban por esta mansión.
Enfrentarlos debía ser inquietante, por lo que probablemente estaba deambulando por las habitaciones para ordenar sus pensamientos.
Pero por la tarde ya no pude esperar más.
Finalmente abrí el mapa y fui a buscar a Dietrich.
Cuando pasé por donde estaba, había un reloj de pared.
«¿Eh?»
Hace apenas un día, el reloj parecía roto, sin moverse. ¿Por qué funcionaba ahora?
Pero lo que era aún más extraño era que el reloj estaba corriendo hacia atrás.
«Extraño».
Desconcertada, seguí mi camino. Esto no era lo importante ahora.
Dietrich permanecía sentado inmóvil en medio de la habitación. Cerca de allí, un fragmento del diario de S estaba abierto.
Debería haber terminado sus asuntos allí, pero se quedó perdido en sus pensamientos.
—¿Has tomado una decisión, Dietrich?
—…Charlotte.
—¿Debería esperar más?
—No. Acabo de decidirme.
Dietrich metió al azar el diario de S en su bolsillo y se levantó.
—Pero antes de eso, tengo una petición.
—¿Una petición?
—Quiero servirles una comida.
¿A los no muertos? ¿Una comida?
—¿Una última cena, algo así?
—…Sí, algo así.
—Si eso te hace sentir mejor, adelante, por supuesto... Pero ya sabes, Dietrich. Son monstruos creados por la mansión.
—Soy consciente.
…Él lo sabe y todavía quiere hacerlo.
—¿Tienes algún amigo que murió de hambre allí? ¿Por qué…?
Dietrich sonrió amargamente y meneó la cabeza.
—No exactamente, pero eran amigos con un apetito insaciable.
Parecía que sus amigos habían muerto hacía mucho tiempo.
Quizás por eso este hombre, que ya era de buen corazón, actuaba con aún más suavidad.
—Bien. Haz lo que quieras. Siempre y cuando los mates.
—Sí. Definitivamente los mataré.
Dietrich preparó una comida realmente abundante, como si planeara reventar los estómagos de los no muertos.
«De todas formas, hay mucha comida».
No importaba si se desperdiciaba.
Lo único incómodo era ver a los no muertos comer.
—¡Guau! ¡Dietrich! ¡Qué bien cocinas todavía!
—Esto me recuerda viejos tiempos. ¿Recuerdas cuando preparaste esas gachas horribles después de encargarte de la comida del soldado de bajo rango?
—Sí. Después de eso, Dietrich se encargó de cocinar.
—Jaja. Apuesto a que nuestro escuadrón fue el primero en el que el líder cocinaba.
A través de su conversación comprendí la situación.
Éstos eran amigos de Dietrich y habían pasado mucho tiempo juntos.
Por eso era aún más inaceptable que estos no muertos se hicieran pasar por amigos de Dietrich y despertaran viejos recuerdos.
Sin embargo, Dietrich escuchó la conversación con expresión amarga.
«Todo es por culpa de esos cascarones vacíos».
Dijo que los mataría después de la comida, así que tuve que aguantar hasta entonces.
La sopa estaba casi acabada.
Miré los asientos de los no muertos.
«No han tocado la comida en absoluto».
Aunque pretendían ser humanos, un cadáver seguía siendo un cadáver.
Le hice una señal a Dietrich con la mirada. Era hora de empezar.
Pero Dietrich, que me miró a los ojos, me devolvió la sonrisa.
«¿Qué?»
Luego giró la cabeza y se concentró en la conversación con ellos.
…Tuve un mal presentimiento.
Esperé en silencio a que terminara la comida. Dijo que los mataría después.
Esperemos hasta entonces.
Finalmente, la comida terminó.
«Ahora, date prisa y empieza».
Volví a hacerle una señal a Dietrich. Esta vez, ladeó la cabeza.
«¿Qué? ¿Por qué finge no entender? ¿Podría ser que su naturaleza blanda le esté haciendo dudar de nuevo?»
Cuando los no muertos se fueron, me acerqué a Dietrich, que estaba solo limpiando la mesa.
—¿No dijiste que lo harías justo después de la comida?
—¿Qué?
Por eso esperé a propósito.
—Dietrich, puede que no lo entiendas, pero no queda mucho tiempo.
Teníamos que darnos prisa.
A pesar de entender la situación de Dietrich, había una razón por la que tuve que presionarlo.
—Entonces, Dietrich, date prisa y mata a esos monstruos.
—Charlotte, espera un momento. ¿De qué estás hablando?
—¿Eh?
—¿A quién te refieres con "matar"? ¿Y a qué te refieres con "monstruos"? ¿No te refieres a mis amigos?
Por un momento me quedé mirando a Dietrich sin palabras.
Me pregunté si estaba bromeando, pero su rostro parecía aún más confundido que el mío.
—¿De qué estás hablando, Dietrich?
—Debería ser yo quien te pregunte de qué estás hablando.
¿Estaba fingiendo no saber?
Sin embargo, su expresión era completamente seria.
Sentí que, si insistía más, sólo conseguiría enojarlo.
La situación que temía estaba sucediendo rápidamente.
—Ah…
La razón por la que no pude pasar del tercer piso.
Estaba justo aquí.
No conocía la historia general del juego del tercer piso.
Pero una cosa estaba clara: los no muertos habían aparecido, disfrazados de los preciados amigos de Dietrich.
Cuando Dietrich llegó al tercer piso, mató fácilmente a los monstruos.
Pero había una cosa que no podía hacer: no podía matar a los no-muertos que llevaban los caparazones de sus queridos amigos.
A medida que se demoraba, Dietrich gradualmente fue consumido por la ilusión traída por los no muertos.
Comenzó a creer que eran sus verdaderos amigos y se olvidó por completo de la existencia de los no muertos.
Los no muertos no se detuvieron allí: comenzaron a lavarle el cerebro a Dietrich cada vez más.
El tercer piso no era físicamente peligroso.
Era un lugar terriblemente maldito, que afectaba la mente.
—Dietrich, ¿son tus amigos? —le pregunté.
Dietrich asintió como si fuera lo más obvio del mundo.
—Entonces, ¿por qué estás aquí con tus amigos?
—Estábamos en una misión juntos y quedamos atrapados aquí.
Esto me estaba volviendo loca.
—¿De verdad?
—…Sí.
—Entonces ¿quién soy yo?
—Eres…
Los ojos de Dietrich vacilaron con confusión. Sus recuerdos de mí debían de ser aún confusos.
—Suficiente.
No había forma de salvar a Dietrich de este estado ahora mismo. No sabía cómo romper su lavado de cerebro.
—Por eso no pude limpiarlo.
Dada la situación, podría tener que recurrir a medidas enérgicas.
Cuando conocí a Noé y fui a buscar a Dietrich, él estaba con los no muertos.
Los monstruos fingieron descaradamente ser amigos de Dietrich, y Dietrich sonrió levemente a su lado.
[Se está implementando la Mentalidad de Acero.]
Como era de esperar, no me gustó.
Quería quemarlos a todos delante de Dietrich.
En ese momento hice contacto visual con Dietrich.
Ver los mismos ojos morados que sonreían casualmente a los monstruos me hizo sentir enferma.
Abandoné rápidamente el lugar.
Aunque ver a Dietrich era mi objetivo, el deseo de hacerlo se desvaneció.
—Charlotte.
Ya fuera que conociera mis pensamientos o no, Dietrich me siguió apresuradamente.
No quería lidiar con él en ese momento, así que fingí no escuchar y seguí caminando.
—Charlotte.
No te oí. Aunque lo hiciera, no te respondería.
Así que, ríndete.
—Charlotte.
Irritante.
—Charl…
—¿Por qué me sigues llamando? De verdad que no quiero...
En ese momento, Dietrich me tiró de la cintura.
De repente, al encontrarme en sus brazos, me sentí nerviosa.
—Dietrich, ¿qué estás haciendo…?
—¿Por qué estás enfadada otra vez, mi amor?
Los ojos de Dietrich se curvaron en una suave sonrisa.
¿Qué… acababa de decir?
Athena: Uuuuh… ya sí se puso loquito jajaja
Capítulo 56
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 56
Esta fue una historia de hace casi veinte años.
Aunque fue en su más temprana infancia, Dietrich todavía lo recuerda vívidamente.
—Hijo, ¿sabes lo que significa tu nombre?
Sus padres, normalmente irritables y bruscos, se mostraron inusualmente tiernos ese día.
—Tiene un significado muy grande.
—Es el nombre de un héroe que vivió hace cien o doscientos años. ¿No es asombroso? Lideró una guerra que duró siglos hasta la victoria.
Sus padres, cuyos rostros ya no recordaba, no tenían educación.
Nacieron en la pobreza y apenas podían sobrevivir.
Su madre, hablando emocionada de un héroe del que sabía poco, le agarró el hombro.
—Así que tú también debes vivir con fuerza y bien. ¿Entiendes?
Hasta donde alcanza la memoria de Dietrich, vivía en un pueblo pobre y su familia era la más pobre entre ellos.
Una familia con hasta seis hijos.
Sus padres, al tener dificultades para mantener a tantos hijos, decidieron abandonar a uno para reducir la carga.
Ese niño fue Dietrich.
Abandonado, vagó por las calles hasta que afortunadamente fue descubierto por un sacerdote de alto rango.
Sin embargo, el sacerdote que lo acogió no tenía intención de cuidar de él, y Dietrich fue abandonado entre muchos otros niños.
El joven temblaba de ansiedad.
Pensaba todos los días a dónde iría si lo abandonaban nuevamente.
—Oye, ¿de dónde vienes?
Alguien habló con Dietrich entonces.
Era un niño de su edad.
—Soy Alt. Esos de allí son mis amigos. ¿Quieres unirte a nosotros?
—Piérdete.
Así fue como estableció relaciones a temprana edad.
Aunque su infancia fue dura, al mirar atrás no todo fue malo.
Siempre hubo pequeños pero preciosos momentos de felicidad.
Al menos hasta que todos murieron.
…Así que verlos parados frente a él no era posible.
—¿Eh? ¡Dietrich! ¿Por qué estás aquí…?
Un amigo muerto le preguntó con curiosidad. Dietrich solo pudo mirarlo fijamente, sin poder hacer nada.
Su mente se quedó en blanco.
—Me desperté aquí de repente. ¿Te pasó lo mismo? ¿Qué diablos está pasando…?
—Dietrich.
Entonces Charlotte interrumpió al cadáver que hablaba llamándolo por su nombre.
—Reacciona.
Charlotte, que lo había devuelto tranquilamente a la realidad, cogió un cuchillo.
Y ella lo trajo consigo a Alt.
—¡AARGH! ¿Está loca esta mujer?
…Esto no era en absoluto posible.
Sus otros amigos se abalanzaron sobre Charlotte. Intentaron detenerla mientras actuaba con violencia.
—¡Oye! ¡Dietrich! ¿Qué haces? Si conoces a esta mujer, ¡haz algo al respecto!
Era media noche, mientras dormía.
La puerta se abrió. Hasta ese momento, pensé que seguramente era Dietrich quien entraba.
Había estado muy inquieto durante el día porque yo me había resfriado, así que pensé que por la noche hacía lo mismo.
Pero cuando unos dedos fríos tocaron mi mejilla, cambié de opinión.
Ese toque helado no provenía de una persona viva.
Al abrir los ojos, sentí una sensación extraña y vi cadáveres con ojos desenfocados mirándome.
Eran no-muertos.
—Grrrk, grrk, grrr…
Los no muertos me miraron, haciendo ruidos extraños.
Si me hubiera topado con ellos con mi Mentalidad de Acero desactivada, podría haberme desmayado.
—No… aquí no…
Los monstruos miraron alrededor de mi habitación y luego se fueron como si su asunto hubiera terminado.
Me di cuenta inmediatamente.
Estaban buscando a Dietrich.
En el juego, Dietrich sufrió extrañamente al verlos.
Nunca llegué al final del tercer piso, así que no sabía por qué. Así que tuve que detenerlo.
«Necesito terminar esto antes de que llegue Dietrich».
[Estos monstruos no se pueden controlar.]
Esperando lo mejor, intenté usar mi “Autoridad”, pero no funcionó.
Entonces vi un cuchillo de fruta cerca. Sin pensarlo, lo agarré y seguí al no-muerto fuera de la habitación.
Curiosamente, la ventana del sistema no apareció mientras hacía eso.
[¡Felicidades, Charlotte, doncella de esta mansión! ¡Has alcanzado un 45% de asimilación!]
Con el aumento de la tasa de asimilación, la autonomía de Charlotte aumenta.
Charlotte ahora puede actuar con más libertad que antes.
– Las palabras se pueden utilizar con mayor libertad.
– Las acciones se pueden realizar con mayor libertad.
Entonces ¿fue por eso?
Me preguntaba hasta dónde podría llegar. Tenía curiosidad.
Era el momento perfecto.
Me desharía de estos no muertos y vería qué podía hacer.
Inmediatamente blandí el cuchillo para apuñalar a uno de los no muertos, pero me agarraron el brazo.
El no-muerto me miró y se rio.
Sus ojos se enfocaron gradualmente y gritó.
—¡ARGH!
En ese momento, el rostro del no-muerto cambió.
Las criaturas, pálidas y con olor a descomposición, perdieron su apariencia de zombis y se volvieron humanas.
—¿Eh? ¡Dietrich! ¿Por qué estás aquí…?
Y esto ocurrió justo cuando Dietrich llegó.
Fue realmente increíble.
Como era de esperar, Dietrich parecía confundido sobre cómo lidiar con ellos.
«Necesito terminar esto ahora».
Cuanto más tiempo permanecieran vivos estos seres, más difícil sería matarlos.
En ese momento Dietrich salió de su letargo y se acercó lentamente a mí.
Él tomó suavemente mi brazo, donde sostenía el cuchillo, y habló con dificultad.
—Dietrich, estos son no muertos. No son las personas que conoces.
—…Lo sé.
—¿En serio? ¡Qué bien! Entonces mátalos rápido.
—Charlotte, eso es…
—Esta mansión te está engañando. Estas cosas son monstruos, Dietrich.
Puse el cuchillo en la mano de Dietrich.
—Ah, cierto. Siempre llevas una espada contigo. Lo olvidé. Puedes usarla para matarlos.
—Charlotte, quiero decir…
—¡Espera, espera! ¿De qué habla esta señorita? ¡Nos llama monstruos! ¿Y quiere que nos mates? ¿Qué pasa?
El rostro de Dietrich se puso pálido.
En este estado no podía hacer nada.
—Charlotte, hagámonos a un lado y hablemos un momento.
—Bien.
Con mi permiso, Dietrich tomó mi mano y rápidamente me alejó de los no muertos.
Pero cuando miré hacia atrás…
Los monstruos nos estaban sonriendo.
El lugar donde nos refugiamos fue la escalera que conecta el tercer y segundo piso.
Dietrich se sentó en las escaleras y yo me quedé unos escalones más abajo, mirándolo.
—Mátalos, Dietrich.
Esas fueron mis primeras palabras tan pronto como nos hicimos a un lado.
—Intenté matarlos, pero no tengo suficiente fuerza. Los subestimé. Son más fuertes de lo que pensaba. Son monstruos. Mantenerlos cerca no servirá de nada. Puede que no puedas matar personas, pero eres bueno matando monstruos. ¿O será porque se parecen a personas?
No pudo decir una palabra.
Todavía en shock, simplemente tomó mi mano y bajó la cabeza.
—Dietrich, eres tú quien quería hablar en otro sitio. Así que, habla.
Quizás reaccionando a mis palabras, Dietrich finalmente levantó la cabeza y me miró.
—Haré lo que dices. Los mataré.
—Buena decisión. No sé qué relación tienen contigo, pero se hacen pasar por conocidos. Te están engañando. Entonces, Dietrich, ve y mátalos.
Pero en lugar de moverse inmediatamente, Dietrich simplemente me miró.
—Son monstruos, como dijiste. Así que los mataré. Pero no ahora.
—¿Ahora no? ¿Y entonces qué harás?
—…Dame un poco de tiempo, Charlotte —dijo casi suplicante, tirando suavemente de las yemas de mis dedos—… Necesito tiempo.
Por mucho que quisiera decirle que los matara inmediatamente, tuve que contentarme con convencerlo con éxito de hacerlo.
—¿Cuánto tiempo necesitas?
—Un día. Quizás un día sea suficiente.
Un día.
Pensé en lo que podría pasar durante ese día.
No tenía mucha experiencia en el tercer piso, así que sabía muy poco. Así que sería mejor tratar con ellos rápidamente antes de que surgieran nuevas variables.
Pero… viéndolo luchar tanto, algún día debería estar bien.
—Está bien. Pero debes matarlos.
Para que sobrevivas.
[Oscuridad: 57%]
Matarlos rápidamente probablemente también ayudaría a reducir su medidor de oscuridad.
Capítulo 55
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 55
En ese momento, el miedo que había estado reprimido por tanto tiempo… surgió como un maremoto.
La habitación, desprovista de cualquier luz, me fue asfixiando poco a poco.
«Necesito salir».
Fue un pensamiento repentino, pero no tenía idea de cómo actuar en consecuencia.
Nadie me sujetaba, pero yo me retorcía en resistencia, enredándome en la manta y cayendo al suelo.
Aún así, no pude calmarme y me rasqué el cuello.
Quería escapar.
Desde esta mansión.
Dietrich estaba en el recién inaugurado vestidor del tercer piso, eligiendo algo con atención.
¿Cuál sería mejor?
Recogió vestidos gruesos y pieles y los pesó para ver cuánto pesaban.
El tercer piso estaba frío.
Sin embargo, Charlotte, alegando que la ropa le pesaba demasiado, andaba con ropa fina mientras tosía. Verla así seguía inquietando a Dietrich.
Pensó que debía elegir su ropa e insistir en ella con firmeza.
Mientras comparaba qué vestido era más cálido y a la vez más ligero, un grito desgarrador resonó por toda la mansión.
Dietrich, que se había detenido a elegir la ropa, salió apresuradamente del armario.
Esa voz era la de Charlotte. ¿Qué le había pasado?
Se oían ruidos siniestros que venían de su habitación.
Tenía un mal presentimiento.
Dietrich abrió rápidamente la puerta de Charlotte.
—¡Charlotte! ¿Qué pasa?
Dentro, una mujer desaliñada miraba hacia afuera con ojos desorbitados.
Tan pronto como sus miradas se cruzaron, Dietrich se sorprendió.
Su cabello estaba enredado, su tirante del hombro se había caído y su falda estaba arrugada.
Ésta no era la Charlotte que él conocía.
La mujer, cuyos ojos reflejaban desolación, pareció recuperar el sentido y la concentración.
—Charlotte, ¿estás bien? ¿Qué pasó?
—Oh, Dietrich. Estoy bien.
Ella no parecía estar nada bien.
Parecía que se había caído de la cama. Sus mantas y su porte estaban destrozados.
Dietrich se acercó con cautela a la caída Charlotte.
—Charlotte, ¿no me lo dirás honestamente?
—Dietrich, estoy bien.
—…Charlotte.
—Estoy bien.
Repetía las palabras como un loro, como si intentara lavarse el cerebro.
Era espeluznante.
Pero Dietrich estaba preocupado.
Charlotte claramente le estaba ocultando algo.
Si era una vergüenza o un pecado, él no lo sabía.
Dietrich notó que Charlotte temblaba. No supo si era por el frío o por algún miedo desconocido.
Verla con solo un fino camisón hizo que el rostro de Dietrich se sonrojara brevemente, pero se arrodilló frente a ella con calma.
La cubrió con la piel que había traído.
—Es pesado, pero esto te mantendrá caliente. Úsalo incluso si es incómodo.
Como Charlotte no se movió, Dietrich abrochó él mismo la piel.
—La habitación está muy fría. Es mejor llevar ropa abrigada incluso para dormir.
—…Realmente estoy bien.
—¿Eres consciente de que puedes ver tu respiración ahora mismo? ¿Por qué eres tan terca?
Como insistió Dietrich, Charlotte se bajó de mala gana el gran abrigo de piel para cubrirse adecuadamente las rodillas.
—Debería irme a la cama. Tú deberías irte.
Curiosamente, su gesto altivo de señalar la puerta le pareció encantador.
Ignorando a Dietrich, que se había sentado a su lado, Charlotte se puso de pie. Pero le temblaban las piernas.
—Charlotte, ten cuidado…
Dietrich se levantó rápidamente y la agarró por la cintura mientras ella tropezaba.
Sintiendo que algo andaba mal, le tocó la frente.
—Cof.
En ese momento, Charlotte tosió. Su frente ardía.
—Te lo dije una y otra vez, ¿no?
—¿De qué estás hablando?
—Te decía que te resfriarías vistiéndote así…
Dietrich suspiró.
Al final, Charlotte se resfrió.
Charlotte, entre todas las personas, se estaba resfriando.
Normalmente me curaba rápidamente de mis lesiones, entonces ¿por qué esto era diferente?
«¿Esto también podría ser algún tipo de penalización?»
[Mentalidad de acero: ACTIVADA]
Cuando revisé la ventana del sistema, Mentalidad de Acero había vuelto a funcionar.
Me preocupaba que no volviera nunca.
—¿No vas a volver a tu habitación?
Dietrich se quedó a mi lado toda la noche, cuidándome.
Después de entrar corriendo cuando grité anoche, no pudo dejar de preocuparse y no se apartó de mi lado.
Por la mañana me trajo una comida caliente e incluso empapó una toalla para colocarla en mi frente.
—Es solo un remedio para el resfriado. Tómalo después de comer.
—¿Dónde encontraste esto?
—No lo encontré. Llevo conmigo algunas medicinas desde antes de llegar a la mansión.
Ahora, Dietrich estaba pelando una manzana tranquilamente a mi lado.
—¿Cómo podría irme si estás enferma?
Pero.
¿Por qué te preocupas por mí?
Ya me había ocupado de Dietrich antes, pero entonces mis intenciones eran claras.
Todo lo que quería era mantenerlo con vida y sacarlo de esta mansión rápidamente.
Pero en su caso debería ser diferente.
—¿Por qué eres amable conmigo?
—¿Está mal ser amable contigo?
—No confío en la bondad sin motivos ocultos.
—Así que debiste tener algún motivo oculto conmigo.
—No puedo decir que no. Pero supongo que ya no me pareces tan molesto.
Una leve sonrisa tiró de las comisuras de sus labios.
—Claro. Ya no molestas.
En ese momento me sentí muy extraña.
—Así que estás siendo amable conmigo. Pero Dietrich, parece que no lo pensaste bien. —Hablé con tono burlón—. Si de repente decidiera que necesito un sirviente para no aburrirme y decidiera no dejarte ir, ¿qué harías?
Había pensado antes en querer llevarme bien con Dietrich. Pero eso nunca significó que quisiera acercarme a él.
Sólo quería que bajara un poco la guardia.
—No harías eso, así que ¿por qué decirlo?
—Soy una mujer bastante voluble.
Fue una advertencia, pero Dietrich simplemente sonrió. Siguió pelando la manzana. ¿Por qué estaba tan relajado?
—¿Aunque diga que romperé algo preciado para ti?
—¿Lo romperás?
—Sí. Podría.
Ante mis descaradas palabras, Dietrich rio suavemente y me ofreció un plato de trozos de manzana perfectamente cortados.
—Entonces más te vale comer bien. En tu estado actual, ¿qué podrías romper?
—…Solo espera y verás.
—Sí.
Verlo sonreír, ajeno a lo que le esperaba, me hizo sentir incómoda.
Pronto, “ese evento” sucedería.
—Guah.
En ese momento se acercó Noah, bostezando y estirándose como si acabara de despertar.
Con mirada cansada, llegó hasta mí y de inmediato se acurrucó en mis brazos, quedándose dormido otra vez.
—¿Noah? ¿Estás dormido?
Él realmente se quedó dormido.
De repente, Dietrich pareció darse cuenta de algo y su expresión se volvió seria.
—Charlotte, ¿cuánto tiempo lleva durmiendo Noah?
—Se despertó después de dos días.
—Ya veo.
Dietrich asintió como si hubiera llegado a una conclusión.
—Creo que esta es la maldición de Noah.
—¿Qué quieres decir?
—Noah te dio una pista en el segundo piso y se quedó dormido al instante, ¿verdad? Creo que debe asumir la responsabilidad de lo que dice. Cuanto más ligadas están sus palabras a la maldición, más profundamente se queda dormido.
Cuanto más escuchaba a Dietrich, más preguntas tenía.
¿Qué sabía Noah al estar bajo tal maldición?
—Pero Charlotte, llevaré a Noah conmigo ahora.
—¿Por qué? Está calentito.
Abracé a Noah más fuerte.
—¿Y si se resfría?
De mala gana, le entregué Noah a Dietrich.
Y esa noche.
El acontecimiento que tanto temía finalmente ocurrió.
En medio de la noche,
Me despertó una presencia fría después de tomar la medicina que me dio Dietrich.
Cuando abrí los ojos, no era Dietrich quien estaba allí, sino otra persona.
Aunque Charlotte estaba dormida, el cuidado de Dietrich por ella no había terminado.
Necesitaba comprobar si tenía otros síntomas.
Estaba especialmente preocupado, probablemente debido a lo que había sucedido la noche anterior.
Entonces, regresó a la habitación de Charlotte para asegurarse de que ella estuviera durmiendo de manera segura.
Sin embargo.
Charlotte se había ido.
—¿A dónde en el mundo podría haber ido en su estado?
Mientras se giraba para salir de la habitación a buscarla.
—¡AAAAHHHH!
Un grito rompió el silencio y Dietrich supo al instante que algo andaba mal.
Y allí…
Charlotte sostenía un cuchillo de fruta y estaba rodeada de "caras conocidas".
Al ver esas caras, Dietrich se quedó paralizado.
—¿Qué? ¿Dietrich? ¿Por qué estás aquí…?
Los rostros familiares parecían igualmente desconcertados.
Capítulo 54
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 54
[Autoridad del Administrador del Segundo Piso, activada.]
De pie frente a la escalera, decidí usar la autoridad.
Luego, rayos de luz blanca brillante salieron disparados desde todas las direcciones, formando un largo camino.
Una escalera blanca brillante que conducía al tercer piso se materializó ante nosotros.
—¿Funcionó?
—¿Sabías que podías hacer esto?
—No. Y probablemente hoy sea la primera y la última vez.
Ups.
¿Hablé demasiado? Me preocupaba que apareciera una advertencia, pero por suerte no apareció nada.
«¿Podría ser por esto?»
Con la autoridad del administrador del segundo piso bajo mi control ahora, ¿tal vez el sistema no pudiera meterse conmigo fácilmente aquí?
«Espero que así sea».
—Vamos, Dietrich.
Junto con Dietrich, subí la escalera. En cuanto llegamos al tercer piso…
[Charlotte ahora tendrá que rendir cuentas]
Como se esperaba, apareció la ventana del sistema.
—…Tengo curiosidad.
¿Qué tipo de penalización aparecería?
—¿Qué acabas de decir?
—Nada.
[Reglas de la Mansión]
– No se enviará a los invitados al tercer piso.
– A partir del segundo piso se encuentra el espacio de los maestros.
Como era de esperar. ¿Qué se podría hacer?
Me burlé por dentro mientras aparecían más ventanas del sistema.
[Charlotte ahora tendrá que rendir cuentas]
< Responsabilidades >
– La función de Mentalidad de Acero se reduce en un 20%
– El estado de Mentalidad de Acero se ha vuelto inestable.
※ Precaución: A partir de ahora, Mentalidad de Acero puede apagarse repentinamente.
– La tasa de asimilación aumenta un 10%.
– Se sentirán cambios de temperatura.
¿Qué? ¿La Mentalidad de Acero puede apagarse en cualquier momento?
[Se está implementando la Mentalidad de Acero]
…Tal vez debería llevarme a Dietrich y regresar al segundo piso ahora mismo.
No, necesitaba mantenerlo unido.
[Se le ha otorgado cierta autoridad a Charlotte]
[Nueva Autoridad]
– Capacidad de curar a alguien que elijas.
※ Sin embargo, solo se puede utilizar una vez al día.
※ No puedes resucitar a los muertos.
※ Puede haber efectos secundarios.
¡Felicidades, Charlotte, doncella de esta mansión! ¡Has alcanzado un 45% de asimilación!
Con el aumento de la tasa de asimilación, la autonomía de Charlotte aumenta.
[Charlotte ahora puede actuar con más libertad que antes]
– Las palabras se pueden utilizar con mayor libertad.
– Las acciones se pueden realizar con mayor libertad.
«¿Qué se supone que significa esto?»
¿Autonomía?
¿Significa esto que ya no tengo que preocuparme por decir o hacer algo incorrecto a partir de ahora?
[Se le ha asignado una misión especial a Charlotte]
[La tarea de Charlotte]
—Adquiere el “Espíritu de la Palabra”—
“Espíritu de la Palabra” también puede interpretarse como el poder de la palabra.
Tus palabras pueden conmover esta mansión.
¿No te gustaría experimentar cómo los objetos vuelan hacia ti con sólo un gesto de tu mano?
Condición de adquisición:
– Tasa de asimilación: 70%
¿Qué era esto?
Una misión que pareció beneficiarme sin penalizaciones.
Este juego no debería hacer esto.
Parece que me había estado intentando engañar, y ahora de repente, ¿por qué este favor?
—¿Charlotte?
Mientras me encontraba inmóvil, mirando al vacío, Dietrich me llamó con voz perpleja.
—¿Qué estás mirando?
—Nada. Solo parece que hay mucho polvo por ahí.
—Hasta ahora no te había importado tanto polvo.
¿Por qué de repente estaba tan interesado en mí?
Mmm.
De repente, ese pensamiento cruzó mi mente.
¿Podría abrir la puerta con la palabra espíritu?
«Eso es poco probable».
Sonreí y continué subiendo las escaleras.
Los pasos ya no eran tan ligeros como antes.
Miré a Dietrich.
¿Podría sobrevivir esta vez?
Él siempre moría en el tercer piso.
Ni una sola vez había sobrevivido.
¡Zas!
Tan pronto como llegamos al tercer piso, fuimos recibidos por un viento fuerte.
A diferencia del segundo piso, aquí la temperatura había bajado significativamente.
Instintivamente abracé a Noah, que estaba durmiendo en mis brazos.
Hacía un frío tremendo.
Mis dientes castañetearon involuntariamente.
—¿Por casualidad tienes frío?
—¿No lo sabrías?
Habiendo vivido sin sentir el calor ni el frío, el repentino frío era insoportable.
[Se está implementando la Mentalidad de Acero]
Con el frío que hacía, uno pensaría que era invierno.
¿Cómo había vivido antes de venir aquí?
Yo era de un país con cuatro estaciones bien definidas. Sobrevivir al calor y al frío fue todo un logro.
—Cúbrete con esto.
Dietrich se quitó el abrigo y me lo entregó. Fue vergonzoso, pero tenía demasiado frío para negarme.
—¿No tienes frío?
—Ya me he acostumbrado.
—¿Estás acostumbrado?
—Incluso he nadado en un río durante una tormenta de nieve.
—¿Estás loco?
—No lo hice porque quisiera.
¿Qué clase de vida había llevado?
De alguna manera, en el juego, a Dietrich no parecía importarle el frío del tercer piso.
Desde el momento en que llegamos al tercer piso, pude ver que su HP disminuía a un ritmo extrañamente rápido, pero Dietrich actuó como si no notara ningún cambio en su cuerpo.
No me había preocupado mucho por el frío hasta que llegué al tercer piso.
Pero ¿fue todo esto sólo un truco de la narrativa?
—Si hace mucho frío, ¿qué tal si bajamos al segundo piso?
—…Allí pasa lo mismo.
El juego aseguró que Dietrich no pudiera escapar, manteniendo todos los pisos uniformemente fríos.
—¡Achú!
Estornudé sin darme cuenta, por primera vez desde que habité este cuerpo.
—Podrías resfriarte. Te buscaré algo más para que te pongas.
—Estoy bien. Seguro que no me resfriaré, ¿verdad?
Dietrich todavía parecía incapaz de deshacerse de su preocupación.
El tercer piso, al igual que el segundo, tenía varias habitaciones con puertas cerradas.
Había otra similitud: como una copia del segundo piso, había un reloj de pared en el mismo lugar.
El reloj de pared parecía roto, estancado en el tiempo.
La habitación tenía una sensación general de tranquilidad, pero estaba plagada de trucos.
Había exámenes sencillos, problemas de matemáticas y desafíos de juegos de palabras.
Cada vez que Dietrich resolvía un problema, se le otorgaba una “llave” para las habitaciones del tercer piso.
Inicialmente, las llaves eran para habitaciones esenciales, como el almacén de alimentos, los dormitorios y los armarios.
Parecía como si el tercer piso estuviera recompensando a Dietrich, tratándolo como a un niño que obtiene buenos resultados en un examen.
—Entonces, si lo muevo un espacio…
Dietrich resolvió otro problema.
La cerradura se abrió.
¿Habría otra llave dentro?
No tenía mucha experiencia en el tercer piso, por lo que carecía de información sustancial.
Pero yo sabía lo que probablemente iba a pasar.
[Dietrich ha adquirido una parte del diario de S]
¿Esta vez la recompensa era un diario?
[El contenido del diario será compartido con Charlotte]
◈
Hoy fue la ceremonia de mayoría de edad de la joven.
Al verla desprenderse por completo de su inocencia juvenil y madurar, me conmoví.
Sin embargo, la estrella de la ceremonia de mayoría de edad, la propia joven dama, se mostró simplemente indiferente.
—Señorita, por favor sonría un poco.
—¿De qué sirve sonreír?
Todos los que celebraban la mayoría de edad de la joven pertenecían al círculo de maestros.
Aunque la mayoría de las señoritas debutan en la alta sociedad en el baile de debutantes y hacen amigos, esta joven no lo hizo.
Hoy, más que nunca, debería estar menos espinosa.
Debido a su mal carácter, las personas que intentaban acercársele rápidamente retrocedían.
El maestro le había aconsejado sonreír al menos una vez.
Estuve de acuerdo con el maestro. La joven era hermosa.
Incluso permaneciendo como una violeta en la fiesta, ella brilló más que nadie.
Si la joven sonriera, seguramente todos en el mundo caerían rendidos a sus pies.
Sin embargo, la joven testaruda no hizo caso a las palabras del maestro.
Sería bueno que ella tuviera amigos.
Justo en ese momento, ese mismo día, la joven desapareció repentinamente de la fiesta.
Se rumoreaba que…
Vieron a la joven que había salido de la fiesta besando a su amante.
Extracto del Diario de S
En el primer y segundo piso se entregaron partes del diario de S antes de que ocurriera una crisis.
El contenido de esos extractos se utilizaría como pistas para resolver los problemas emergentes, pero el tercer piso era diferente.
Tenías que resolver problemas para recibir los extractos del diario como recompensa.
«¿Qué sentido tiene hacerlo de esta manera?»
—Qué fascinante.
Dietrich habló entonces.
—¿El qué?
—En el primer piso, la joven era una niña, pero en el tercer piso, ya se había convertido en una adulta.
—Bueno, los hijos de otras personas crecen rápido.
—No me refiero a eso. Parece que esta mansión representa la vida entera de la joven.
—Mmm. ¿En serio?
Tuve el mismo pensamiento mientras jugaba el juego.
Parecía que al llegar al quinto piso la joven se habría convertido en una anciana.
—Ya lo había pensado. Si recopilamos todas las entradas del diario de S y entendemos la vida de la joven, quizás también podamos averiguar sobre la Sala de la Verdad.
—Esa es una teoría plausible.
Teniendo en cuenta que el diario detallaba continuamente la situación de la joven, era necesario contarla.
—Pero tú.
En ese momento, cuando Dietrich dejó el diario de S, puso su mano sobre mi brazo.
—Dices que tienes frío, pero ¿por qué llevas ropa tan fina?
Comentó sobre el estado de mi ropa.
No es que me haya vestido con ropa ligera a propósito. Simplemente elegí ropa que pensé que cubría mi piel lo suficiente.
—La ropa pesada es pesada. Cuesta incluso moverse un poco.
—Deberías aguantarlo. ¿Y si te resfrías…?
—¡Qué preocupaciones tan innecesarias!
Justo cuando hablaba, tosí.
—…Charlotte.
—Te lo digo, estoy bien.
¿Por qué de repente se había vuelto tan molesto?
Pasó cuando me separé de Dietrich.
Fui asimilada por la fuerza nuevamente por el sistema.
[…de ahora en adelante serán asimilados]
Tuve un sueño extraño.
Como si hubiera niebla a nuestro alrededor, un rostro oculto me susurró.
—…No tendrás a nadie más que a mí.
Su voz era baja. El hombre apretó sus labios cerca de mi oído mientras susurraba.
—Y no tendré a nadie más que a ti.
Me disgustó su tono falso. Giré la cabeza para evitarlo, pero pronto me agarraron la barbilla con fuerza.
—¿Qué estás haciendo? —dije con irritación y el hombre se rio.
—Siempre te disgusta que se diga la verdad.
Irritante.
[…Asimilación, completa]
Ser asimilada mientras dormía, hasta el punto de tener un sueño extraño.
Me desperté sobresaltada.
[La Mentalidad de Acero está deshabilitada temporalmente]
De repente, apareció una ventana del sistema.
[Mentalidad de acero: APAGADO]
[No se sabe cuándo volverá a funcionar]
Capítulo 53
Confinada junto al protagonista de un juego de terror Capítulo 53
Dietrich se arrodilló sobre una rodilla y miró al niño que se escondía detrás de mí.
—Tu nombre. ¿Tienes un nombre?
El niño me miró brevemente y luego asintió.
—¿Qué pasa?
El niño abrió la boca con cautela ante la pregunta de Dietrich.
Un ligero movimiento.
—…Noah.
Esta fue la primera vez que habló durante nuestra conversación.
—¿Noah?
El niño asintió con la cabeza.
—Es un nombre hermoso.
—Entonces, Dietrich, ¿por qué viniste aquí?
Mi tono sonó un poco brusco.
—Ah. Venía a decirte que la cena está lista.
Pensé que todavía estaría descansando después de salir de la habitación, pero había bajado a la cocina.
—Está bien. Adelante. Tengo algo que hablar con Noah.
—Comprendido.
Después de que Dietrich cerró la puerta y se fue, miré a Noah en silencio.
—Noah.
Cuando llamé su nombre, los ojos del niño brillaron.
Desgraciadamente, no tenía intención de corresponder a esa reacción pura.
Me incliné lentamente, sujetando los hombros del niño, para encontrarme con sus ojos.
—Sigamos… sigamos viviendo así. No te acerques a Dietrich. Claro que sé que nos has ayudado. Pero...
No confío en nada en esta mansión.
Nunca sabes cuándo puedes aparecer y ponerme en una situación difícil.
—Tienes demasiados secretos.
Por joven que fuera la cáscara, no podía decir qué podía haber dentro.
—¿Me entiendes?
Los ojos azules de Noah me miraron fijamente. Al poco rato, el niño asintió.
—Bien.
Como recompensa, le acaricié la cabeza y él se acurrucó junto a mí.
Sorprendentemente, Noah comió con entusiasmo la comida que Dietrich había preparado.
—¿Está sabroso?
Dietrich observó a Noah, pero el niño, aparentemente incómodo, se aferró a mi falda.
—Noah, ¿qué haces mientras comes?
El niño me miró y lentamente soltó su agarre.
Después de la comida, Dietrich y yo limpiamos los cadáveres de los bandidos.
«No es una buena sensación».
No era el tipo de cosas que uno normalmente haría después de comer.
Deberíamos haberlo hecho antes.
…No, entonces no habría comido.
Ninguna de las opciones era ideal.
Mientras recogíamos los cuerpos, aprendí una cosa.
—Los cadáveres no desaparecen así como así.
Entonces, si Dietrich moría, ¿tendría que limpiar su cuerpo yo misma?
Esa era información que no quería saber.
—¿Necesitas ayuda?
—Lo haré yo misma. Deberías descansar.
Durante todo el proceso de limpieza y limpieza de la sangre, Dietrich no dijo una palabra.
Su rostro estaba pálido.
Al final cruzó los hombros y la cabeza, haciendo una breve señal de la cruz.
Me apoyé contra la pared y observé las acciones de Dietrich.
Cuando me bajaron la falda, miré hacia un lado y Noah todavía me sujetaba.
Durante todo el día, Noah se aferró a mi falda.
Era molesto, pero era mejor mantenerlo a la vista, así que lo dejé estar.
Cada vez que el niño quería abrazarlo, yo podía permitirme devolverle el abrazo.
A medida que las tareas iban llegando poco a poco a su fin, sostuve a Noah en mis brazos y hablé con Dietrich.
—Hay un problema, Dietrich.
Dietrich me miró.
—Sabes, el camino al tercer piso aún no está abierto.
Pero había un problema mayor.
—Y nos quedamos sin comida.
Los suministros ocultos se habían agotado significativamente cuando estábamos evadiendo a los monstruos.
Puede que hayamos matado al administrador del segundo piso, pero no hemos despejado el piso oficialmente.
Abrir las escaleras era prerrogativa del administrador. Intenté entregar el cuadro que Valek quería para obtener esa autorización, pero fracasé.
Sin embargo, no es que no pudiéramos subir.
Era solo que tomaría mucho tiempo crear el camino al tercer piso.
Fue algo así como una penalización.
Podríamos tener que soportar esta situación durante mucho tiempo. ¿Qué deberíamos hacer?
Realmente no me importaba si no como. No moriría.
Tendría hambre, pero eso lo aguantaba.
«El problema es Dietrich.»
Por lo que había calculado, no morirá.
Sin embargo, sus niveles de resistencia y saciedad disminuirían significativamente.
—Estoy bien, pero estoy preocupado por ti.
—¿Quién se preocupa por quién ahora?
—Yo.
Por un momento me quedé sin palabras.
—Te darás cuenta cuando estés a punto de morir de hambre y pensarás: “Me preocupé por nada”.
—Aunque mis preocupaciones resulten innecesarias, no pensaré que fueron tontas.
—Eres innecesariamente firme en tus creencias.
Incapaces de encontrar una solución, intercambiamos bromas, pero me preocupaba lo que sucedería después.
Entonces Noah, que estaba en mis brazos, tiró de mi ropa.
—¿Qué pasa, Noah?
—…Podemos irnos.
—¿Eh?
—Podemos irnos ahora.
Reflexioné por un momento sobre lo que Noah quiso decir, pero pronto comprendí lo que quería decir.
—¿Quieres decir que ahora podemos subir al tercer piso?
Noah asintió con la cabeza.
—¿Cómo?
—Autoridad.
¿Autoridad? ¿La autoridad de Charlotte?
Inmediatamente abrí la ventana del sistema.
[La autoridad de Charlotte]
(Tasa de asimilación: 35%)
– Capacidad de controlar algunos monstruos.
※ Sin embargo, habrá efectos secundarios.
– Capacidad de pulir ventanas hasta dejarlas brillantes.
– Posibilidad de seleccionar salsa para bistec.
Capacidad de hechizar al objetivo elegido. (Tasa de éxito: 10%)
– Capacidad de preparar té caliente.
– Capacidad de emitir una fragancia agradable.
– Capacidad para descifrar varios idiomas.
– Capacidad para utilizar la autoridad del Administrador del Segundo Piso.
– ???
– ???
– …
Me sorprendió ver cuánta autoridad había ganado, todo porque había sido demasiado diligente en mis tareas.
Pero.
…La autoridad del Administrador del Segundo Piso.
Todavía lo recordaba.
Valek me transfirió su autoridad al morir. ¿Pero por qué?
—¿Estás diciendo que esta autoridad ahora puede abrir el camino al tercer piso?
Le pregunté a Noah, pero él estaba dormitando en mis brazos mientras yo miraba hacia otro lado por un momento.
¿Cuándo se quedó dormido?
Fue absurdo.
—Dietrich, ven conmigo. Tenemos algo que vale la pena probar.
Llovió anoche.
El suelo estaba húmedo y sus pies se hundían fácilmente en el barro pegajoso.
—¡Maldición! ¡No podemos encontrar nada como esto!
Era lógico que Dietrich desapareciera cerca del comienzo del monzón.
Los rastros recientes fueron cubiertos por la lluvia y no tenía sentido soltar perros rastreadores ya que el olor desapareció por completo.
El templo aún no había dejado de seguir a Dietrich.
—¿Pero de verdad crees que Sir Dietrich huyó?
En voz baja, un caballero de bajo rango murmuró algo al que estaba a su lado.
No había nadie en el templo que no conociera a Dietrich.
¿Quién no conocería al más destacado entre los “hijos del templo”?
Dietrich siempre completaba las pruebas de alta dificultad que se realizaban periódicamente más rápido y mejor que nadie.
Por supuesto, esa no fue la única razón por la que Dietrich era famoso.
Los "niños del templo" eran notoriamente desagradables y crueles.
La dura vida seguida de elogios a menudo los malcrió.
Pero Dietrich siempre fue humilde y amable.
Era considerado y amable con todos, y muchos habían sido testigos de sus buenas acciones.
También fue famoso por sus hermosos rasgos, considerados una obra maestra del siglo.
—De todos modos, no es propio de Sir Dietrich huir.
—Eso es lo que me da curiosidad.
Él era responsable y silenciosamente llevaba adelante cualquier tarea que se le encomendaba.
Y era bien sabido que Dietrich cuidaba de las familias de sus amigos que habían muerto en la guerra.
Los visitaba periódicamente y se dedicaba a su bienestar.
—¿Le habrá pasado algo? Quizás un accidente…
—¿Un accidente? Claro que es amable y tierno, así que quizá lo hayas olvidado, pero ningún accidente común podría suponer un problema para él.
—Puede que sea así, pero es aún más extraño pensar que se escaparía. Es increíble.
—¿Qué podemos hacer al respecto? Simplemente tenemos que hacer lo que nos dicen. Dicen que incluso rastrear la “marca” fue inútil, así que debe haber algo. Quizás Sir Dietrich tenga otra faceta que desconocemos.
—Aun así, estoy seguro de que algo le ha pasado a Sir Dietrich...
—¡Tranquilo!
En ese mismo momento, el caballero parlante rápidamente golpeó a su compañero en las costillas.
Se acercaban caballeros con capas blancas y adornos dorados.
—Esos caballeros…
Su atuendo ceremonial era excepcionalmente sagrado y espléndido.
Todos llevaban la misma insignia alrededor del cuello.
Los niños del templo.
—Nos vamos inmediatamente a Lindbergh.
El hombre del frente habló.
Su nombre era Elías.
Un rival y camarada que había crecido con Dietrich.
—Se ha avistado a Dietrich dirigiéndose hacia Lindbergh.
La voz del hombre que mencionó el paradero de su amigo era fría más allá de toda medida.